Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nació para ello por dark-angel

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Gavin se encontraba recostado bajo la cantidad absurda de mantas que Connor había apilado en su colchón. Aturdido y demasiado agotado, no tuvo las fuerzas para gritarle al descubrir que el Androide había estado en su hogar sin su permiso, revisando todas sus cosas, mirando cada pequeño rincón; en especial porque sabía que no había nada incriminatorio en su lugar y, por consiguiente, porque realmente estaba cansado por la fiebre que no parecía irse. Suspirando con fuerza, se acurrucó más bajo estas, cálidas y sofocantes, a pesar de que se está prácticamente cocinando vivo, no encuentra valor para salir de allí. Puede escuchar a lo lejos al robot moverse, sabe que lo está haciendo adrede, para no asustarlo, puesto que él sabe mejor que nadie como esas máquinas podían ser mortalmente silenciosas; en especial Connor. Cerró sus ojos e intentó dormir, sintiendo su propio cerebro queriendo salir de su cráneo y golpeándose con dureza contra este; si no fuera porque hacía menos de una hora le habían dado un calmante, estaría rogando o tragándose cualquier droga que hiciera que esto pasara. Pero no era recomendable y sinceramente no tenía ganas de levantarse para ir a buscar nada, mucho menos mendigar. Ya demasiado tenía con el pánico que le entró anteriormente, aún muere de vergüenza por su actuar, confundiendo a Connor con alguno de los imbéciles de su pasado (ni siquiera sabe cuál y prefiere vivir con la incógnita).   


   


Es difícil saber cuánto tiempo pasó, pero cuando volvió a unirse al mundo de los vivos (desgraciadamente), sintió una mano fría frotar su frente con cuidado y hasta cariño. Apenas pudo separar sus parpados para vislumbrar una figura cerniéndose sobre él, por un momento, casi tonto, pensó en Marie. Ella siempre había sido amorosa y dulce, especialmente cuando se enfermaba; todo el amor que podría haber deseado de una madre. Se sintió pequeño, un niño nuevamente, deseando que esta calidez que solo aquella persona pudiera volver a envolverlo; pero no sería, nunca lo sería. Su cerebro adormecido tardó en llevarlo a la realidad en la que se encontraba, que esa sombra sin forma era nadie más que Connor y que el desgraciado estaba cumpliendo con su amenaza: lo cuidaría. Resopló, entre divertido y angustiado antes de volver a cerrar los ojos y dejar que el sueño volviera a reclamarlo. Era casi irónico pensar que, una de las creaciones de su hermano que los llevó a tal ruptura en su relación, fuera quien ahora intentaba arreglar algo de él… como si pudiera ser posible hacerlo. Con esa idea, divertida y delirante, se rindió en el limbo.   


   


Cuando despertó la siguiente vez, la luz se filtraba levemente por la ventana de su cuarto; por su intensidad tan sutil que poco a poco aumentaba podía asumir que era el amanecer del día siguiente (o días). Sintió todo su cuerpo pesado, se alzó como pudo contra su pared y sintió todo su cuerpo protestar; como si piedras estuvieran sobre sus extremidades, cada movimiento fue un esfuerzo inconfundible y exagerado, hasta respirar fue trabajoso. Cuando logró su meta de estar levemente erguido, se limitó a recorrer su cuarto con los ojos medianamente cerrados; descubrió un par de cambios, menores, a su alrededor: había una botella de agua y analgésicos a su izquierda, su cuarto fue acomodado y casi parecía irradiar una pequeña ola de calidez; no estaba seguro porque era esto último. Parpadeó un par de veces intentando de borrar el sueño de este y logró sacar una de sus manos de debajo de tantas mantas para fregárselos. Extrañamente no tenía escoses o lagañas, lo que le hacía preguntarse si el androide también se encargaba de limpiar eso; la idea era tan ridícula como perturbadora. Abrió su boca como si fuera a decir algo cuando un ataque de tos lo llenó, comenzó leve, como una picazón en el fondo de su garganta y pronto se transformó en un completo caso, ni siquiera notó cuando Connor ingresó e insistió en sentarse mejor y masajear su espalda mientras le proporcionaba pañuelos descartables.    


   


— Despacio Reed —. Susurró bajo en un mantra agradable, una y otra vez, constante. Cuando al fin la tos acabo con el resultado desagradable común de la enfermedad se vio pronto lleno de vapor golpeando su nariz; el androide había colocado una cálida taza de té frente suyo. No podía definir los olores realmente, pero la canela, picante y sofocante, era parte de este—. Es té de manzanilla, canela y miel, será bueno para usted —. Contribuyó mientras lo obligaba a sujetar entre sus manos entumecidas la taza. Realmente parecía pesar diez veces más de lo normal. La única respuesta que se dignó a darle el detective fue un gruñido de reconcomiendo, el resto fue levemente confuso. Sabe que lo bebió dada la quemadura en su garganta, asume que lo ayudó a recostarse otra vez porque pronto se sintió agotado y volvió a dormir mientras sentía la cálida mano de Connor sacar sus cabellos febriles de la frente y murmurar algo que no logró identificar.   


   


Reed vuelve al mundo de los vivos (difícilmente sabe cuánto tiempo más tarde) sintiéndose un poco más él mismo, no persona, dado que nunca fue una persona muy competente o normal, pero sí similar a su normal: sintiendo que un tren a toda marcha lo ha llevado puesto y por milagros inexplicables aún respira. Se siente pegajoso en zonas que antes no, y con mucho esfuerzo se levanta de la cama bombardeada de sabanas para arrastrarse hacia el baño. Al encender la luz sintió como un fuerte dolor de cabeza generado desde la parte posterior comenzaba a surgir, debió de entrecerrar los ojos e intentar adaptarse, pero fue más un moverse palmeando torpemente todo con sus manos desnudas hasta llegara la bañera que realmente intentar ver algo. La ducha cálida fue el cielo y no puede evitar apoyar su frente contra los azulejos mientras la cascada de agua golpea dolorosamente contra su espalda; aflojando sus pulmones y dejando que el dolor muscular se disipe momentáneamente. Casi podría dormirse allí mismo, solo que la cortina fue corrida de forma brusca sobresaltándolo y haciendo que golpe contra las manijas de agua. Maldiciendo entre dientes su mirada se posa en el desvergonzado Androide que preguntaba algo, aunque Gavin solo escuchaba el sonido de su propio corazón en sus oídos y maldiciones ahogadas que probablemente solo estaban siendo recitadas en su cerebro, ya que su boca colgaba floja y sorprendida.   


   


— ¿Qué demonios? ¿¡Nadie te habló de la privacidad!? — Era difícil saber si estaba avergonzado o enojado, probablemente ambos en la misma cantidad abrumadora. Reed retrocedió, como si la presencia del Androide, abrupta cabe resaltar, pudiera hacerle daño y podía sentir sus mejillas enrojecer; diría y moriría ante dicha afirmación, que esto se debió únicamente por el calor del agua de su baño. RK, lejos de sentirse amenazado, apagó la llave del agua y sacó, de tu sabe dónde, una esponjosa toalla. Si no fuera porque Gavin se negaba a cualquier clase de mimos y le arrebató la tela sin ceremonia, el mismo robot lo hubiera envuelto con susodicha para nada consternado por la desnudez del humano—. Jodido espeluznante, puede que a Anderson le guste que entres mientras se ducha, pero claramente yo no quiero que lo hagas —. Refunfuñó, aun sintiendo su corazón martillar contra su pecho y salió de la ducha, empujando a Connor en el proceso—. Maldito Anderson —. Claramente, todo era culpa del viejo.    


   


 — Siento la intromisión, lleva más de una hora bajo el agua y eso podría ser contraproducente para su estado de salud —. Vagamente respondió Connor, dejándose correr hacia un lado del pequeño baño y así darle una sensación de privacidad inexistente. Observó al humano mirarse solo una fracción de segundos en el espejo antes de abrirlo para tomar unos analgésicos y desodorante. Como si fuera rutinario, cosa que no cuestionaba para nada RK, tomó las pastillas en seco y se colocó un poco del protector antes de salir de la habitación regalándole un dedo del medio. Un poco afligido, un poco encariñado y confuso, el androide negó con su cabeza y se dedicó a seguirlo. Lo observó vestirse, como un invitado no deseado, mientras refunfuñaba y casi caía un par de veces cuando se colocaba sus boxers y posteriormente su pantalón de chándal.  Una parte de él quiso preguntar por ayuda o simplemente forzarse a ayudarlo, pero considerando que el Detective se encontraba bastante lúcido, sabía que sus probabilidades de obtener una respuesta satisfactoria eran casi nulas. Para cuando terminó la tarea de vestirse (que consistía en ropa interior, el pantalón y un bruzo bastante abrigado viejo de DPD) se arrastró hasta el comedor/sala. Connor no dudó en seguirlo de cerca.   


   


Gavin no tiene muchos planes más que intentar mantenerse despierto lo suficiente para comprobar si mañana ya podía ir a molestar a Fowler para volver a trabajar o no. Así que, con la terquedad como su escudo, encendió su viejo televisor y puso algún canal random con una programación que realmente no estaba mirando. Se acurrucó en el sofá, abrazándose a su mismo, colocó sus pies bajo sus muslos y las manos bajo sus axilas, en espera de generar calor y/o conservarlo, dado que el androide se había llevado sus mantas a la cama y claramente no pretendía ir a buscar alguna. Sin emitir sonido o siquiera rebatir sus acciones, Connor se dirigió hacia la habitación para tomar una de las frazadas más pesadas y la dejó caer sin ceremonia sobre el hombre. Antes de que este pudiera quejarse y decir que no la necesitaba, se escapó hacia la pequeña cocina con intención de prever que acción consiguiente sería la necesaria. Un té estaría en la lista, quizás hasta permitirle cafeína; la comida, por otro lado, era prioridad dado que pasaba tres días sin sustento real más que alguna galleta al azar o tazas de té que no eran alimenticias. Abrió los muebles que abasteció y siguió debatiéndose. Optó por una sopa de taza, pequeña y cremosa, para que tuviera algo caliente sin que sea demasiado pesado (o debiera de hacer fuerza con una cuchara para consumir) y que le diera algo de sustento a su estómago. Casi se sintió inteligente de esta táctica, solo que superar al Detective solía ser algo difícil, no cambió en nada. Una sonrisa involuntaria se posó en su rostro mientras ponía manos a la obra.  


   


— Aquí tiene Detective —. Entregó una taza al cuerpo acurrucado cálidamente bajo la manta. Gavin parpadeó, como si intentara enfocarse donde estaba y cuando, apenas sacó sus manos para sostenerla y más que nada, con intención de tomar las pastillas que también le ofrecía el androide como acto primario. Aún estaba en tratamiento, por lo cual debía de seguir consumiendo sus píldoras y de preferencia enteras, no trituradas como debió de suministrar las anteriores veces dado que dudaba que tuviera fuerza para acción contraria. Con un gruñido de reconocimiento consume las pastillas y luego le da un trago al contenido de la taza, maldiciendo en voz alta y murmurando blasfemias sin fin, claramente habiéndose quemado su lengua y garganta en el proceso malpensado de poder consumir sin sentido algo que claramente estaba caliente y sin pensarlo demasiado; como era de esperarse. Connor se mordió el soltar un comentario referente a la ansiedad del hombre por consumir sin pensarlo dos veces.    


   


Terminaron en un momento suave y sutil de compañerismo que podría romperse en cualquier momento. El androide dejó que el humano mirara la televisión sin verla, mientras amantaba su sopa y se dejaba fundir por el calor de la manta; por otro lado, él lo observó con absoluta fascinación, el hombre en cuestión, era particularmente entretenido y extraño, y eso que su otra comparación era Hank y Hank era terriblemente raro. Se dejó disfrutar de la extrañeza y recabar datos, sintiéndose más cerca que nunca del humano.   


 .


 .


 .


Debió saberlo el día anterior. Debió de tenerlo previsto y, aun así, bajo ninguna clase de posibilidades pre concebidas en su mente, podría haber creído que la idiotez del humano superaría las expectativas; pero lo hizo. De forma terca, porque no hay otra forma de referirse a esto a menos que se diga infantilmente, Gavin había insistido que estaba lo suficientemente bien para volver a la oficina y que no se quedaría, por nada del mundo, en la cama más tiempo del necesario (pese a que el tratamiento insistía reposo de 1 a 2 semanas, y él apenas estaba entrando en su cuarto día). Cabía resaltar que mientras decía eso tuvo un ataque de tos impresionante, era sorprendente como sus pulmones aún estaban dentro de su cuerpo tras este. Pero, aun así, bajo todo pronóstico contrario, el hombre siguió insistiendo; Connor se dio cuenta bastante rápido que no podía ganar esta batalla, así que optó por lo segundo mejor: vigilarlo.    


   


Así que como un halcón observó vestirse, le dio su café y unas galletas saladas junto a su medicina, luego pidió transporte –dado que por ninguna razón el hombre conduciría hasta allí y en caso de resistirse Connor no dudaría en usar la fuerza para detenerlo-. Y cuando estuvieron allí, lo ingresó sin más preámbulos al edificio, evitando que chupara cualquier clase de frío innecesario. Saludó a la recepcionista mientras observaba al gruñón humano ingresar sin mirar siquiera dos veces a cualquiera, grosero sin más. Lo vio ingresar sin mirar nada más que sus pies, dirigido por sus instintos primarios hacia la sala de descanso y hechizado por el olor del café recién hecho, sin importar que hace menos de una hora había tomado una gran taza de susodicho. Connor lo siguió medio camino hasta que se desvió, con un suspiro divertido, a su propia terminal. Comenzó un reporte viejo que Hank no había terminado mientras cierta parte de su sistema aún se conservaba observando y previendo que hacía el humano malhumorado que ya estaba mascullando insultos a diestra y siniestra contra algún pobre novato que dijo algo sobre “turnos” para prepararse café. Claramente no conocía a Reed y su adicción mal sana por la cafeína.    


   


No se dio cuenta que estaba tenso hasta que Gavin se sentó en su escritorio y amantó su bebida como si su vida dependiera de ello, lo cual, probablemente, era cierto considerando la cantidad de cafeína consumida y dependencia a esta. Verlo volver más o menos a su yo normal mañanero, que claramente no era para nada mañanero, era relajante. Su posición se calmó y pudo centrarse en terminar el informe sin más. Terminó más rápido de lo planeado inicialmente con su atención dispersa, para cuando lo hizo, Hank se encontraba ingresando a pesar de que realmente no solía hacerlo tan temprano; fue sorprendente como la necesidad de cuidar a Connor le hacía madrugar, o ¿quizás era la necesidad de ver por cuenta propia que Gavin estaba vivo? Eso sonaba creíble, aunque aún desconocía del todo la relación entre ambos humanos y no se había atrevió a indagar más. Sabía que Gavin detestaba a Hank debido a su alcoholismo, que lo hizo volverse torpe en su trabajo y así perder todo prestigio que alguna vez lo hizo propio. ¿Pero la relación de Anderson hacia Reed?, bueno, eso era un misterio completo.  Se preguntó si al indagarle al teniente obtendría respuestas directas o simples desvíos, claramente descartó cualquier posibilidad de obtener cualquier respuesta del detective, ya que el hombre claramente no se abriría a él.    


   


— Los muertos reviven —. Murmuró en broma, aunque ciertamente frunciendo su ceño disgustado por la aparición de Reed en el trabajo cuando claramente no estaba dado de alta, sabía que el Capitán tendría unas duras palabras con el Detective cuando este se presentara; sería digno de oír o bueno, ver, dado que no podía participar... o sí. El hombre más pequeño se giró para gruñirle, pequeño y desde el fondo de su garganta, como si advirtiera al mayor que se mantuviera lejos; para sorpresa de Connor, Hank rio entre dientes y le dio una palmada en la espalda antes de ir a su propio escritorio. El androide parpadeó, un par de veces, consternado. ¿Qué demonios? El resto fue historia.   


 .


 .


 .


— ¡Reed a mi oficina! —. El reloj marcó las diez y veinte, cuando el capitán pareció notar el empleado que no debía de estar y que, por subsiguiente, debiera de regañar. El hombre en cuestión que ya estaba por su tercera taza de café -aunque la segunda y tercera la trajo Connor, cada vez lo rebajaba más-, apenas parpadeó del papeleo que estaba rellenando digitalmente y suspiró ruidosamente. Como niño regañado se alzó de su escritorio y pisando fuerte se dirigió directamente hacia el lugar; hombros hundidos, cabeza gacha y sujetando la taza como si su vida dependiera de ello. RK800 resistió el impulso de seguirlo, pero no fue necesario, Hank no dudó en pararse y pavonearse detrás de él. La puerta de vidrio se cerró suavemente tras la pareja y aunque el Androide podría leer los labios, acceder a la cámara o hasta forzar su audición, permitió privacidad.   


   


El detective se dejó caer en la silla más alejada de la puerta y frente al escritorio, el teniente que se había auto invitado a la charla (y que recibió una ceja alzada del capitán), se sentó en la restante con una expresión seria. Los tres hombres se quedaron en silencio durante demasiado tiempo. Mientras el capitán observaba a los presentes, intentando de ver como comenzar la charla y fallando en buscar una alternativa que no llevara a una explosión, si no es por parte de uno es por parte. Hank, por su parte, estaba estrictamente divertido, aunque externamente solo se mostraba malhumorado, como si estuviera allí por obligación y no por desearlo así. Gavin era todo lo contrario de los hombres, simplemente quería que terminase e irse, faltaban pocas horas para la próxima medicina y quizás dormir una siesta en la hora del almuerzo, eso parecía un plan perfecto para él, desgraciadamente ser retenido más tiempo de indicado en la pequeña pecera no era su situación ideal.   


   


— No encuentro tus papeles de alta médica, Reed —. Comenzó diplomáticamente el Capitán, mientras ordenaba papeles al azar para hacer énfasis en sus palabras. Hank resopla. Gavin murmura algo entre dientes mientras lleva su taza hacia sus labios, en silencio, sin comprometerse en nada en particular—. Entonces, ¿qué diablos hace tu culo apestoso en mi departamento? —. Finalizó, tras una pequeña pausa dramática, alzando su ceja y golpeando un conjunto de papeles contra el escritorio para darle aún más hincapié a sus palabras. Reed se estremece, sintiendo un dolor de cabeza floreciente en la parte trasera de su cabeza.    


   


— Tengo demasiado papeleo —. Comentó con desinterés, al fin, Reed. Casi aburrido, ayudándose con un encogimiento de hombros; desgraciadamente esa clase de movimiento produjo un ataque de tos masivo que lo llevó a inclinarse sobre su silla e intentar tomar el aire suficiente para no quedarse completamente vacío.    


   


 — En tu vida has preferido hacer papeleo que quedarte en tu casa holgazaneando —. Masculló Hank, como si supiera mejor. La verdad es que ni siquiera sería eso, si le daban a elegir entre papeleo y quedarse en casa, Gavin siempre prefirió el papeleo, ahora, si tenía la oportunidad de tirarse de cabeza hacia la calle, lo haría sin dudarlo un solo segundo. La adrenalina por el peligro era algo que jamás murió en sus venas. Escucharlo poner esa excusa era un poco triste, ya que en cierta medida Anderson podía entenderlo: Gavin en su hogar no tenía a nadie ni nada esperándolo, él al menos tenía a Sumo y ahora a Connor.    


   


— Jódete —. Murmuró sobre su taza vacía, fingiendo beber, y sin mirarlo.   


   


— Sin un alta oficial, no quiero verte en la oficina Reed, ni siquiera rellenando papeleo atrasado —. Finalizó el capitán rompiendo cualquier diatriba. Gavin alzó su cabeza y clavó su mirada en el hombre en cuestión, su ceño se frunció, sus labios se volvieron una línea fina y simplemente lo miró; como si esperase que de alguna forma todo el malestar que sentía, consternación y odio se filtrase por cada poro de su ser y el hombre, los hombres, en cuestión se dieran cuenta. Lo hicieron, pero Fowler le dio una mirada en blanco y esperó, pacientemente, a que el quiebre llegara. Y llegó.   


   


Reed se levantó de golpe, arrastrando la silla en el suelo al punto de derribarla; nada nuevo. Pero entonces, para dar énfasis en su molestar, decidió apoyar la taza en el escritorio del Capitán con menos sutileza de la requerida; la porcelana no lo resistió y esta estalló dejándolo con el aza en mano y pedazos con apenas unas porciones de líquido cubriendo parte del escritorio y el suelo frente a este. La sorpresa del estallido no esperado hizo que Hank saltara un poco en su asiento y que Fowler buscara su arma de forma automática, pese a no portarla actualmente. Gavin, por otro lado, retrocedió un poco consternado y pudo haber pasado, la situación no haber sido más de lo que era, pero antes de que siquiera alguno pudiera aceptar lo sucedido Connor estaba allí tirando de Gavin tras suyo como si un botón de encendido se hubiera iniciado con el colapso y su única misión de vida fuera protegerlo. Y lo era, el mensaje rojo titilante que manejó sus extremidades sin su consentimiento expresaba aquello; aunque la latente necesidad propia estaba ahí, apaciguada por los intentos preestablecidos en su programación, pero ahí al final de cuentas.   


   


Nadie se movió, durante un minuto y siete segundos, nadie pareció capaz de decir o hacer nada. Pero como toda calma consternada llega, se acaba. Reed fue el primero en salir del estupor, maldiciendo por lo bajo mientras soltaba el aza y se dirigía fuera de la oficina, fuera del recinto. Luego Hank, maldice por lo bajo y pasa su pesada mano por su rostro, como si estuviera intentando comprender algo que era imposible. Fowler tuvo la decencia de sonrojarse, tanto por el bochorno como el malestar que la situación le generó, mientras negaba con su rostro y refunfuñaba. Connor, por otro lado, se quedó congelado unos momentos intentando eliminar cualquier mensaje invasivo.  


 .


 .


 .


Habías muchos posibles futuros predecibles de las acciones a tomar por Reed, entre ellos era irse caminando, de forma terca, hasta su apartamento o la cafetería más cercana (no bar, esa opción una pasó por los procesadores de Connor); entre otras posibilidades existía la opción de que se haya perdido en alguna parte de la comisaría, dado que, no listo para sentirse vencido, era posible que prefiriese quedarse aún en el lugar para demostrar el punto (¿Cuál era el punto?, esa era la pregunta del millón). Así que optó por revisar las cámaras de seguridad y luego dirigirse al estacionamiento. El lugar era sombrío, poco iluminado y húmedo, cosa que no haría bien para la salud precaria del humano. Como si esto se debiera de acentuar, escuchó la tos de Gavin retumbar entre las amplias cuatro paredes que construían el lugar; siguió el sonido y allí, acurrucado cerca de una de las salidas de emergencia, estaba fumando el humano. RK resistió el impulso de arrebatarle violetamente el cigarrillo y quizás, solo quizás, abofetearlo (o abrazarlo, era difícil saber cuál de las dos opciones sobrepuestas era más pesada); pero contrario a todo pronóstico, se dejó caer sin gracia –completamente calculada- junto a este dejando unos buenos dos pies de distancia entre los cuerpos. Podía observar como la temperatura corporal del humano era elevada, la fiebre había vuelto con intensidad, y los escalofríos la acompañaban. Abrazado sobre sí mismo, con terquedad, el castaño se negó a mirar al robot y siguió drenando el filtro como si su vida dependiera de ello; el androide lo dejó.  


 


— Su fiebre ha vuelto, Detective —. Comenzó con suavidad, un tono que adjudicaba a un sutil “no me interesa”, pero que claramente indicaba lo contrario—. Recomendaría tomar una siesta en los cuartos traseros —. Continuó, como quien sugiere algo común, dormir en el trabajo porque eres terco como un caballo, totalmente normal. Debería, considerando los humanos con los que trabaja Connor. Reed resopló, pero deslizó sus brazos a los lados, aplastó el cigarrillo contra la acera y luego agitó una de estas. RK800 lo entendió, con una sonrisa cómplice lo ayudó a levantarse y en silencio cumplieron el cometido.


 


Esté o no a favor el Capitán, Connor no dejaría que se fuera a su casa solo y si por él dependiera, no lo perdería de vista. Esta nueva necesidad de controlar y cuidar al humano estaba angustiando un poco al androide, pero no hizo nada, aún, contra este instinto. Dejó una nota en su mente para visitar a Markus cuando Gavin estuviera lo suficientemente bien para no sentir su bomba de tririum aplastarse solo por pensar en abandonarlo. Estaba tan jodido.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).