-Bienvenido mi querido Kurogane-dice la princesa Tomoyo mientras le indica al guerrero se ponga de pie, entonces dirige su mirada a los más jóvenes del grupo.
-Ellos son Sakura-chan, Shaoran-kun, el manju blanco…
-Yo no soy ningún manju blanco, mi nombre es Mokona Modoki-dice de inmediato al ver cómo Kurogane iba a presentarla.
-Si, si, lo que tu digas-responde Kuro-sama para proseguir con la presentación-y él es…-entonces se da cuenta de la ausencia de Fye-¿Dónde rayos se metió ese?-inquiere
-¡Fye-san!-grita Shaoran comenzando a buscarlo
-¡Fye!-gritaba Mokona brincado por todos lados
-Vayan y búsquenle de inmediato-ordena Tomoyo mientras ésta se queda extrañada de la misteriosa desaparición del joven mago.
-¡Fye! ¡¿Dónde diablos te has metido?!-grita Kurogane mientras recorre el bosque cercano “Acabamos de llegar y ya esta causando problemas”piensa mientras se sube aun árbol para peinar la zona.
A lo lejos, cerca de un pequeño riachuelo ve una alta y rubia figura, sentado a la orilla mientras que en la tierra dibuja algo con una vara.
Kurogane se acerca lentamente, como un cazador a su presa…
-Ya te oí Kuro-rin, no puedes sorprenderme-dice el rubio con su tonito meloso y viendo por sobre su hombro, sonriéndole pícaramente.
-Eres… un…. ¡¿Cómo te atreves a desaparecerte de ese modo?!-exclama enojado mientras se le acerca para pillarlo, pero Fye se levanta y lo esquiva.
-Jajajajaja, tranquilo Kuro-pi, no creí que te preocuparas tanto por mí-dijo bromista mientras se subía a una rama-Además, tú lo has dicho muchas veces, ya no soy un crío así que me dieron ganas de ver que había en este bosque.
-¡Eres un desconsiderado! ¡Has preocupado a todos, incluso a la princesa Tomoyo!-le regaña desde abajo del árbol.
Aunque la expresión de Fye no fue de las más normales en él… pues a pesar de que aun mantenía su sonrisa… era menos brillante.
-Oh… entonces creo que debo una disculpa-dice este bajando del árbol y con su expresión apacible, aunque nunca menciono a quien se la debía.
Kurogane gruño levemente mientras lo guiaba de regreso a las puertas principales del palacio, en todo el camino el rubio no dijo ni una sola palabra, cosa que extrañó al pelinegro, pues Fye no era de esos que desaprovechaban la oportunidad para decir algo o molestarle.
-¡Fye!-grita Mokona y brinca sus brazos-No asustes a Mokona de este modo… Mokona estaba muy preocupada por ti…-dice mientras se le recarga en el pecho.
-Lo lamento Moko-chan, procurare no volver a asustarte de ese modo-le tranquiliza el rubio mientras la abraza.
-Menos mal que estas bien-se acerca la princesa Tomoyo para saludarlo-Seria una pena que algo malo te ocurriera…Fye-san-dice la chica ya sabiendo su nombre por los gritos de su grupo de viaje. El rubio sólo asiente levemente con la cabeza.-Bien, pasen, pasen-dice la joven princesa quien no sabe cuanto tiempo se quedaran Shaoran, Sakura y Fye, pues esta convencida de que Kurogane al fin ha regresado a casa.-Pueden quedarse en el palacio todo el tiempo que quieran y sea necesario-ofrece mientras las puertas de una gran estancia se abren de par en par.
Tanto Sakura como Shaoran están maravillados con las características del mundo de Kurogane, el único que se reservaba sus comentarios era Fye, pues hasta Mokona brincaba de un lado para otro perseguida por Kurogane, pues la pelotita de algodón volvía a colmarle la paciencia
-¡Detente! ¡Ya me las pagaras!-gritaba el hombre mientras pasaba frente a Fye quien sonrió ligeramente.
Después de estar un rato en la estancia, los sirvientes guiaron a los huéspedes a sus habitaciones, pues el día ya había muerto en su totalidad, además de que veía cansada a Sakura-chan.
Las habitaciones eran enormes, con pequeñas decoraciones, floreros sobre mesitas bajas y futones muy amplios, incluso la princesa Tomoyo había dejado batas de dormir para cada uno.
Los más jóvenes se durmieron de inmediato, Mokona durmiendo como era lo más usual con Sakura-chan; mientras que en su habitación Fye miraba por la ventana hacia los amplios jardines… “Es una bella noche… fresca y con la luna brillando en todo su esplendor” pensaba el rubio sintiendo el aire perfumado golpearle el rostro posando su mirada a un punto lejano…
Lo que vio no le fue nada grato… sintió como le escocían los ojos, justo cuando un dolor insoportable le perforaba en el pecho; se llevó la mano al lugar donde le dolía mientras que con la otra mano se agarraba del alfeizar de la ventana.-Kuro-sama…-susurro mientras sus ojos color de cielo aun miraban ese punto en el jardín pese a que ya era una visión borrosa… pese a que el dolor era más y más intenso…