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Rosa sin espinas por Marieth

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo!

Antes de comenzar con esto quiero pedir disculpas a los que esperan la actualización de Cuidado con lo que Deseas, la razón por la cuel no hemos actualizado es porque mi amiga Chikori y yo estamos en días de exámenes (ODIO LOS FORÁMENES DEL CRANEO!!!) y se nos hace difícil vernos, pero en dos semanas mínimo ya lo volveremos a escribir.

Después de mi explicación kilométrica les dejo el fic.

 

Cuando caminábamos hacia el altar escuchaba los comentarios de la gente, cosas como "Que afortunado, mira que casarse con el hacendado más poderoso de la región" o "Le tengo envidia, quería que mi hija se casara con ese hombre tan rico". Ninguno sabía o tenía idea de lo que yo estaba sufriendo en ese momento, simple y sencillamente había sido vendido para salvar nuestra hacienda. A paso lento llegamos hacía donde estaba aquel hombre de cabello verdoso y largo, su figura alta y delgada no aparentaba los veinticinco años que tenía, y aunque se le consideraba joven era el hombre más poderoso y adinerado de la región. Tenía mala fama de apostador y problemático, nadie se le oponía y el que lo intentaba terminaba desapareciendo. Su nombre era Envy, era casi todo lo que sabía de él.

Envy y mi padrastro se estrecharon las manos al encontrarse frente a frente, luego Kimbly me entregó oficialmente pidiendo ante todos, como era costumbre, que cuidara de mí como era debido, pura hipocresía. El de cabello verdoso me ofreció su mano para acercarnos al frente y comenzar con la boda.

Mientras la boda se llevaba a cabo yo trataba de entender el por qué estaba cometiendo semejante estupidez, recuerdo los días en los que todavía tenía algo de control sobre mi vida, también vino a mi mente el momento en que todo comenzó.

FLASH BACK

Yo, a los catorce años, me encontraba estudiando en la ciudad, mi padre me había mandado a una de las mejores escuelas para instruirme y, de ese modo, poder administrar mejor la hacienda. Todos los maestros me consideraban un genio, por lo que me dieron sus recomendaciones, de esa manera pude entrar directamente a la universidad, en las vacaciones regresaba al pueblo para estar con mi familia y descansar de las presiones de la ciudad. Mi hermano, dos años menor que yo, también estaba estudiando conmigo, pero él seguía recibiendo las clases básicas.

Hasta ahí mi vida era normal y en cierta manera tranquila, nosotros, la familia Elric, no éramos muy ricos o poderosos, pero éramos respetados.

A los pocos meses de cumplir los quince años me llegó una terrible noticia, mi padre estaba gravemente enfermo, no tuve otra elección, dejé de lado mis estudios y regresé a mi hogar para encargarme de los negocios de la familia como me habían pedido, Alphonse se quedó en la ciudad, no había necesidad de que él también dejara la escuela.

Pasaron varios meses angustiosos y mi padre no mejoraba, los médicos tan solo nos decían que esperábamos el momento de la muerte con calma y resignación, nosotros estábamos destrozados ante esta revelación, pero yo no podía dejarme caer, después de todo yo era el que se quedaría a cargo de la familia.

El día fatídico llegó. Mi padre dejó de respirar una fría noche de otoño; la mayor parte de los vecinos de mi querido pueblo nos acompañaban expresándonos su pesar ante nuestra pérdida. En el velorio se encontraba Kimbly, nos observaba siempre desde lejos, hasta que el día del entierro se acercó a mamá, según se, ese mismo día le ofreció su ayuda, por cortesía ella le dio las gracias y aceptó, pero no estaba muy convencida de sus intenciones.

Días después nosotros seguíamos vestidos de riguroso negro para hacer ver que seguíamos de luto, aquella mañana estábamos en el estudio que solía pertenecer a papá, escuchábamos al abogado que leía con lentitud el testamento en el que se daría a conocer al nuevo dueño de todo lo que había dejado mi padre.

-"Yo, Hoenheim Elric, en pleno uso de mis facultades mentales dejo mis pertenencias materiales a mi esposa Trisha y a mis hijos Edward y Alphonse, le encargo a mi abogado apoderado que las reparta en tres partes iguales. También les pido a mis queridos hijos se hagan cargo de su madre y no la desprotejan, esta es mi última voluntad. " -El abogado se detuvo en ese momento para verme a la cara, luego pasó su vista a mi madre, después hacia Al para luego decir con calma aquello que marcó nuestra desgracia. -El señor Elric hizo este testamento pensando que su muerte llegaría cuando sus hijos, o al menos el joven Edward, fueran mayores de edad. Como ustedes saben las leyes prohíben que las mujeres administren grandes cantidades de dinero (lamento escribir esta sarta de burradas, pero entiendan que la historia se está desarrollando en un tiempo bastante machista), y los jóvenes al no ser mayores de edad no pueden hacer absolutamente nada para tomar posesión de su herencia ahora.

-¡Pero si yo había estado haciéndome cargo de los negocios mientras mi padre estaba enfermo! ¡Ahora no puede venir a decirme que no puedo seguir haciéndolo sólo porque no tengo dieciocho! -Estaba sumamente enojado, no podía ser cierto, teníamos la manera de seguir viviendo sin que nada nos faltara y ahora, tan solo por formalidades nos estábamos quedando en la calle.

-Lo siento mucho joven, pero yo no puedo hacer nada. En esos días todavía estaba vivo su señor padre, por eso no había problema de que usted se hiciera cargo porque el señor Elric actuaba como soporte, en esos casos tan sólo se pensaría que su padre lo estaba instruyendo para que después usted supiera hacerse cargo de los negocios. -El hombre se retiró dejándonos con un enorme dilema.

Mamá pensó mucho en la manera de resolverlo todo de la mejor manera posible, así fue como llegó nuestro martirio. Ella recordó que Kimbly le había ofrecido su ayuda, pero no nos dijo con exactitud la clase de ayuda que le estaba proponiendo. No lo pudimos evitar... al mes de morir papá Kimbly se casó con mi madre. Mi hermano no soportó aquello y prefirió regresar después de la boda a la ciudad para seguir con sus estudios, aún no se como pudo convencer a Kimbly para que lo dejara. Yo no pude dejar la hacienda, no, más bien no quise hacerlo por miedo a lo que pudiera pasar si me ausentaba.

Ella le firmó un poder en donde le otorgaba total libertad para administrar lo que teníamos, con ello también firmó nuestra ruina. Ese hombre se la pasaba despilfarrando las pocas ganancias que llegaban a nosotros, poco a poco nos estábamos quedando sin nada. Ante esto yo me la pasaba encerrado en la biblioteca, no podía esperar a que llegara el día en el cual cumpliera la mayoría de edad para poder hacerme cargo de nuestras pertenencias y correr a ese desgraciado. Mamá no reclamaba nada, pero estaba claramente arrepentida por haberse atado de por vida a semejante bastardo.

Una tarde me senté a leer en la pequeña terraza que daba al hermoso jardín de rosas que mi madre cultivaba con cariño, me encantaba esa tranquilidad, hacía que me olvidara de todo lo que estábamos pasando y de todo lo que me rodeaba, por eso no me di cuenta de que alguien me observaba. Mi padrastro estaba tomando una copa con uno de sus socios más importantes, tiempo después me enteré de que estaban discutiendo sobre una fuerte deuda que tenía nuestra hacienda con la suya, una de las empleadas me contó la conversación:

-¿No podría darme un poco más de tiempo?

-¿Por quién me tomas Kimbly? Yo se que no tienes dinero para pagarme.

-Pero podría pagarle de otra manera si usted quiere.

-Convénceme.

-Hace dos semanas me comentó que le gustaría pasar algo de tiempo con mi hijastro ¿No es así?

-Pues si, pero dime ¿quién no? Si tiene un cuerpo de tentación que todos quisieran probar.

-¿Qué le parecería tenerlo solo para usted?

-Sigue, me estas convenciendo.

-Mire, este es el trato: Usted me perdona la deuda y yo le doy la mano de Edward en matrimonio, después de todo si yo lo decido él no puede negarse.

-Es mucho dinero el que te estaría perdonando, no se...

-¿Entonces qué ofrece?

-No te perdonaré la deuda, tan solo te daré tiempo ilimitado para que la saldes.

-Pero los intereses serán demasiados.

-Muy bien, no te cobraré intereses.

-Eso me agrada más.

-¿Entonces es un trato?

-Claro que si.

Esa noche mi padrastro entró en mi cuarto comunicándome lo que se había decidido en esa conversación, yo le dije a gritos que me negaba, pero sacó lo de la deuda y ya no pude objetar nada. Antes de salir aquella noche de mi habitación me soltó con sorna:

-¿Sabes por qué nunca te metía mano a pesar de que te deseaba?

-No -Yo le veía con ojos asesinos, ¿¡cómo se atrevía siquiera a decirme que me deseaba!?

-Porque sabía que me darían mucho dinero por ti si seguías puro, después de todo eres una mercancía codiciada. -Soltó una sonora carcajada antes de irse, yo estaba humillado, me había vendido al mejor postor.

FIN DE FLASH BACK

El sacerdote ya nos daba la última bendición deseándonos un feliz y largo matrimonio, yo sólo quería que la tierra me tragara en ese mismo lugar, así no perdería en manos de ese hombre asqueroso lo único intacto que me quedaba: mi pureza. Lo demás, ya lo había vendido aquel cabrón desgraciado.

Notas finales:

Eso es todo por hoy, si me quedó cortito perdonenme, desde que no tengo computadora escribo en un cuaderno, luego las paso, pero como me va mejor con el teclado a la hora de escribir, pues...ahh, bueno.

Los veo la próxima!!


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