El sacerdote ya nos daba las últimas bendiciones, para mi era como si estuviera siendo declarada mi sentencia. Al final del sermón dijo lo que ya se esperaba: "La misa ha terminado, los novios pueden besarse". Ocurrió, juntó sus labios con los míos sellando así mi destino, ya no había marcha atrás, estaba encadenado a un hombre que no amaba tan solo por culpa de un maldito... no, tal vez sea culpa mía por no haber hecho nada. Envy y yo caminábamos hacia el altar donde debíamos dejar el ramo de rosas blancas, la imagen de la virgen veía abajo con misericordia, tal vez sabía como me sentía, tal vez también a ella le pesaba mi dolor; dejé el ramo a los pies de la imagen rogándole en silencio que me diera fuerza suficiente para soportar esa vida que no deseaba.
El templo estaba vacío, todos esperaban afuera a que saliéramos, en cuanto pusimos un pie fuera nos comenzaron a llover pétalos de crisantemos mientras nos gritaban "Felicidades" o "Vivan los novios", luego se escucharon los cohetes que explotaban en el cielo mientras que las campanas repicaban con alegría, la verdad yo no sabía por qué. Mi ahora esposo y yo subimos a la calandria después de recibir las felicitaciones de los invitados, nos dirigimos a la hacienda de Envy donde se celebraría la boda. En el trayecto él me habló, fue la primera conversación que tuvimos.
-No pareces contento.
-Porque no lo estoy -Dije con frialdad.
-¡Vamos! Cualquier chico o chica querría estar en tu lugar -Sonreía con prepotencia.
-No creo que esos chicos o chicas estén enterados de que fui vendido al mejor postor.
-¡No seas ridículo! Me casé contigo porque me gustas, ¿y a quién no? Eres simplemente hermoso.
-¡Ya basta de idioteces! ¿¡Acaso la deudo que tenía Kimbly contigo no tuvo nada que ver!? -Estaba furioso y se lo dejé saber, grave error. Me tomó con fuerza de los brazos para que lo mirara de frente, me enterraba los dedos en la piel, dolía. Entonces, con evidente enojo me habló de manera severa.
-¡Escúchame bien porque sólo te lo voy a decir una vez! ¡No creas que te voy a cumplir o soportar cada capricho que tengas! ¡Ahora soy TU esposo y debes respetarme o te enseñaré a hacerlo! ¡Así que, o me obedeces por las buenas o por las malas te hago obedecer! ¿¡Entendido!?
-S-si -Estaba asustado, nunca me habían hablado o amenazado de esa manera y el dolor en mis brazos no ayudaba en nada. Después me soltó.
-Me da gusto que comprendas, ya verás que si eres obediente y atento conmigo no tendremos problemas -En ese momento me sonreía, no podía creer la facilidad con la que cambiaba sus expresiones o su humor, si no lo trataba con cuidado lo más probable es que terminaría golpeándome o algo peor. Por estar pensando en las precauciones que debía tener con aquel hombre no me había dado cuenta de que habíamos llegado a lo que sería, de ahora en adelante, mi nuevo hogar; el terreno (por lo que sabía) era enorme, por no decir inmenso, la gran casona que se erguía en el campo verde era majestuosa, todo estaba decorado para la ocasión: grandes mesas llenas de guisos deliciosos para agasajar a los invitados, la banda ya estaba tocando para las pajeras que se encontraban esperando por nosotros, los arreglos florales estaban colocados estratégicamente por todo el lugar sujetados de los postes de las carpas que se habían colocado para proteger a los invitados del sol; a lo lejos, en un lugar preparado, se comenzaban a ensamblar los castillos que se encenderían a la llegada de la noche como último espectáculo. En fin, debo admitir que todo aquello era maravilloso, si me hubiera casado por amor estaría saltando de felicidad. Dejé de observar el lugar cuando Envy me llamó.
-Edward, espero que te comportes adecuadamente, recuerda que ahora eres mi esposo, no voy a tolerar otra falta de respeto como la de hace un momento.
-Descuida, me comportaré -Mi orgullo me estaba matando.
-Muy bien. ¡Ah! Y no lo olvides.
-¿Qué? -Esperaba que me hiciera más advertencias, pero me sorprendió lo que dijo después.
-No olvides que, a partir de hoy, eres mío y solo mío -Esto lo susurró en mi oído. Yo preferí no decir nada, era mejor así, no replicar, al fin y al cabo tenía razón, el anillo en mi mano izquierda me lo recordaba, ahora era suyo y de nadie más.
La calandria se detuvo cerca del lugar de la fiesta, Envy bajó primero para después ayudarme a bajar, ene se momento de detuvo la música y los aplausos no se hicieron de esperar, los que no nos felicitaron en el templo ahora lo estaban haciendo, frente a la gente y sus palabras yo sonreía con falsedad.
Mi madre, Al y Kimbly se nos acercaban, el bastardo fue a saludar y a felicitar a Envy, mientras que mi familia se quedaba conmigo, ninguno de los dos estaba conforme con lo que pasaba, parecía que asistían a un funeral en lugar de una boda.
-Hermano, no sabes lo mucho que me duele esto.
-Al, no tienes por qué sentirte mal -Lo abracé intentando transmitirle una seguridad que me hacía falta a mi tanto como a él, ambos necesitábamos tranquilidad.
-Si tan solo fuéramos mayores de edad hubiéramos podido evitar todo esto.
-Ya no tiene caso pensar en eso, el hubiera no existe.
-¡Es que no puedo soportar la idea de que ese tipo asqueroso te toque siquiera!
-No creo que sea tan malo como dices -Ni sabía lo que estaba diciéndole, lo único que me interesaba en ese momento era tranquilizar a mi hermanito, era mi deber no preocuparlo - ¿Sabes? He estado hablando con él mientras veníamos y no parece mala persona -Para mi fortuna se mentir muy bien. Nos separamos.
-Hay cosas que no sabes hermano -En cuanto dijo esto agachó la cabeza tapando sus ojos con su fleco, siempre hacía lo mismo cuando ocultaba algo, por eso me preocupé.
-¿A qué te refieres con eso Al? ¿Es algo que debería saber?
-No es nada, pero te suplico que tengas mucho cuidado, el tipo es muy violento y no quiero que te lastime.
-No te preocupes por mi, tan solo encárgate de cuidar a mamá por mi -Lo abracé de nuevo, luego fui a hablar con nuestra madre, ella se me adelantó y me tomó del rostro besándome la frente y las mejillas con amor, preocupación y culpa.
-Daría todo lo que tengo en este momento para detener esto mi niño, lo siento, yo tengo la culpa por... -Ya no soporté escucharla, me dolía verla así, por eso...
-Ya no quiero que te culpes, si he hecho esto es porque así lo quise.
-Pero...
-Basta mamá, si vuelves a culparte en mi presencia juro que te odiaré -Estaba siendo cruel con ella, sabía que le dolía en el alma verme en esta situación, pero su salud era delicada, siempre lo había sido, por eso o quería verla así, quería calmarla -Entiéndeme, me duele verte así, además puedes recaer, recuerda que la última vez estuviste en cama un mes.
-Prométeme entonces que regresarás a casa si ese hombre ete hace daño.
-Lo prometo -Una promesa vacía, yo no estaba dispuesto a llegar a casa y causarles problemas.
En ese punto de la conversación Kimbly y mi esposo se nos unieron.
-Ed, espero que seas muy feliz en tu nueva vida, Envy ya me dijo que te trataría como te mereces, y no necesitas agradecerme por haberte conseguido a alguien como él -En ese instante mis puños temblaban, tanto por el coraje como por la impotencia, no podía creer el descaro de ese hombre. ¡Deseándome una felicidad que sabía que no existiría! Preferí no decir nada.
-Será mejor que te calles idiota, no me gustaría que mi esposo ande con las manos lastimadas -Envy había notado que por la fuerza ejercida comenzaba a lastimarme, pensé que se preocupaba por mi, pero... -Como mi pareja siempre tiene que estar hermoso y presentable, sería una vergüenza presentarme con él teniendo las manos cortadas -me equivoqué, tan solo le importaba que me viera bien, para él tan solo era un adorno más, un objeto que podría presumir en la calle o con sus amigos.
Finalizada esa conversación continuamos recibiendo felicitaciones de los invitados que faltaban. Terminada aquella obligación social nos llamó la pequeña orquesta que acababa de llegar, la razón: era tiempo de que los novios bailáramos el vals. En el centro de la pista de baile nos paramos uno frente al otro, cuando la pieza se escuchó comenzamos a bailar. Debo admitirlo, Envy no se movía mal, era muy hábil, sus movimientos eran fluidos y estilizados.
Al terminar la pieza todos aplaudieron, cuando el ruido cesó el director de la orquesta invitó a los familiares y amigos a bailar un momento con los novios. Cuandose acercaban a bailar conmigo o con mi marido nos colocaban en el traje un billete utilizando un alfiler, no es que necesitáramos dinero, de eso a Envy le sobraba, pero era tradición (NA: Es lo que normalmente se hace aquí en mi país, toda persona que baila con el novio o la novia tiene que colgarle un billete). Terminamos quitándonos diez mil pesos en billetes.
Casi no tenía tiempo de hablar con mi familia, tenía que permanecer al lado de mi marido atendiendo a los invitados. A mi parecer todos se divertían bailando, comiendo o simplemente bebiendo, todo continuó así hasta que llegó el momento de arrojar el ramo. A parte del ramo que se ofrece en la iglesia se prepara otro para arrojarlo a las chicas solteras, seguro que ya sabes para qué es, pero si no, te lo digo. Se supone que la que atrapa el ramo será la próxima en contraer nupcias, es lo mismo con los chicos, solo que ellos tratan de evadir o atrapar el azar que tiene el novio en la solapa.
Envy me ayudó a subir en una silla en el centro de la pista, a mis espaldas estaban todas las mujeres solteras de la fiesta, esperando el momento en que yo me decidiera a arrojar el ramo para empujarse por el. Lo arrojé hacia atrás, luego bajé de la silla viendo a la chica que había atrapado el codiciado objeto: era Winry Rockbell nieta de Pinako Rockbell, la única médico de los alrededores. Aquella chica era muy linda; su cabello largo y rubio, un poco más claro que el mío; sus ojos tan azules como el cielo; se decía que, como todas las mujeres Rockbell, tenía un carácter fuerte y arisco, pero igualmente se decía que era muy dulce y buena, excelente opción si buscabas una buena mujer para compartir tu vida.
Ahora era el turno de los solteros. Envy subió a la silla que yo ocupé antes y arrojó el azar, me dio algo de gracia ver que mi hermanito había atrapado el pequeño objeto sin siquiera buscarlo, este fue el único momento en el cual sonreí con sinceridad. Mi marido propuso que los dos afortunados bailaran una pieza juntos para ver si se decidían a hacerse novios esa misma noche, ambos accedieron sonrojados, al parecer no les desagradó nada la idea, porque siguieron bailando juntos hasta que la banda y la orquesta se retiraron.
Ya era muy tarde, el momento de finalizar la fiesta. El último evento que quedaba para los invitados eran los dos castillos que se estaban preparando para encender (NA: Los castillos son estructuras de madera liviana (creo) cubiertas de fuegos artificiales formando ruedas móviles, letreros o figuras que se van encendiendo poco a poco, las ruedas giran por la fuerza ejercida por los fuegos artificiales adheridos a ellas, se van encendiendo por partes, la última parte (la de hasta arriba) se llama corona, es la única que se desprende de la estructura y sube al cielo impulsada por los cohetes en ella. Es todo.).
Envy y yo nos disculpamos con los invitados y entramos en la llamada "casa grande" para dirigirnos a nuestra habitación, era nuestra primera noche juntos, la primera de muchas, eso me asustaba y me repugnaba, me entregaría a ese hombre y perdería lo único limpio y puro que me quedaba. Afuera los fuegos artificiales celebraban una unión indeseada, matrimonio por conveniencia y falto de amor, ese día se celebró una boda que prometía sólo infelicidad y sufrimiento que comenzaría esa noche, la noche de bodas.