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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo:  

Hola gente ^^, bueno antes que nada les pido disculpas por las demoras, es que empecé a estudiar y es muy importante ^^. Pero no se preocupen que la historia la tengo bastante adelantada y no pienso abandonarla (eso espero) a rasgos generales ya tengo planeado hasta el final y mas o menos la cantidad de capítulos que van a ser, y ya tengo escrito alrededor de la mitad de ella ^^, así que no se van a librar de mi tan fácilmente. Les dejo el capítulo 10, espero que lo disfruten.

 

Capítulo 10. El desfile

 

 

El imponente y reconocido centro comercial estaba bastante concurrido. Los diferentes locales ofrecían sus variadas mercaderías, expuestas en seductores y atrayentes escaparates, a unos clientes tan diversos como indecisos.

Abasto de Buenos Aires estaba construido sobre el esqueleto de un viejo edificio que en tiempos pasados había pertenecido al mercado de abasto, principal proveedor de frutas y verduras de la ciudad. A lo largo de las instalaciones de tan histórico inmueble, se distribuían una cantidad considerable de locales, un enorme y bien diverso patio de comidas, varias salas de cine y un museo para niños. Y hasta un pequeño parque de diversiones, que funcionaba en el último piso del edificio, conformaba la diversidad de opciones que el lugar ofrecía.

A pesar de que a esa hora de la tarde el patio de comidas no era uno de los lugares más atestados, Elías se aseguró de ubicarse lo más apartado posible para así tener la mayor privacidad. Marco colocó la bandeja, repleta de unas humeantes papas fritas que acompañaban a dos hamburguesas apetitosamente grandes, en el centro de la mesa. Ambos se quitaron sus abrigos, ya que con la calefacción del lugar y la pronta llegada de la primavera el frío apenas se percibía. Elías tomó su parte del menú y comenzó a degustarlo.

-¿Y bien? -Marco observó al muchacho impaciente- ¿Qué contás de nuevo?

Disfrutando de la curiosidad de su amigo, el joven saboreó lentamente el trozo de hamburguesa que tenía en la boca y luego le dio un sorbo a su seven up.

-¿Y bien qué? -inquirió haciéndose el desentendido.

-No te hagas el boludo, ¿querés? -dijo ansioso-. Vos sabés de qué hablo.

-No, la verdad no se de qué me estás hablando. -Elías se metió una papa frita en la boca y señalando la bandeja agregó-: Come que se va a enfriar.

Marco lo estudió incrédulo pero rápidamente cambio su expresión a una más divertida.

-Si tanto me esquivás quiere decir que ya pasó algo -sonrió al ver como el muchacho casi se atraganta debido a su comentario-. ¿No me digas que ya lo hiciste?

Su rostro se tiñó de diversos colores.

-Todavía no pasó nada, gracias al cielo -agregó en voz baja-. Viajó y no tengo idea de cuándo regresa.

-Vos sí que tenés suerte.

-Si a eso le llamas suerte -susurró en tono sarcástico.

-¿Entonces estás de vacaciones en tu trabajo? -preguntó en broma.

-Si te referís al hecho de que no voy a ver a ese tipo por un tiempo, la respuesta es sí, y espero que no regrese nunca. Y en lo que se refiere a un trabajo real y decente, ayer tuve una propuesta muy interesante en donde me van a pagar muy bien y hoy me ofrecieron algo similar.

-¿Cómo es eso? -inquirió llevado por  la curiosidad.

Elías le resumió su insólita incursión en el mundo del modelaje; Marco acompañó el relato agregando algún que otro comentario y cambiando la expresión de su rostro cada vez que la ocasión lo ameritaba.

-La verdad que en mis veinte años de vida no tuve tantas aventuras como las que vos estás teniendo en este momento -acotó incrédulo Marco-. Al lado tuyo mi vida se torna completamente aburrida y rutinaria.

-Con mucho gusto te cedería mi lugar -murmuró sincero.

Aún era palpable la tristeza en las palabras de Elías, pero igual Marco podía jurar que su amigo estaba mucho más tranquilo y sereno que antes. Algo en el muchacho estaba cambiando.

-Pero bueno -agregó tratando de cambiar el rumbo de la conversación-, ¿cuál es la otra propuesta que recibiste?

-El amigo de Joshua, Gabriel Delori, me pidió que participara en el desfile de la nueva temporada.

-Qué buena noticia -sonrió.

-Pero todavía no acepté.

Marco lo miró sorprendido.

-¿Y por qué no?

-Por varias razones, pero la más importante es que no quiero seguir atado a ese lugar. Con un mes tengo más que suficiente -sentenció-. Y cuanto antes termine, mucho mejor.

-Pero te van a pagar muy bien -argumentó atónito Marco.

Eso era cierto, pero la realidad consistía en que no deseaba estar ni un minuto más junto al empresario, no deseaba tenerlo cerca.

-La plata no me importa -aseguró firme-, si por mí fuera nada de esto habría pasado. Además el muy idiota me está tomando el pelo -agregó furioso-; me hizo firmar unos documentos ridículos.

Marco lo miró sin entender mientras el muchacho buscaba en el bolsillo de su pantalón y sacaba unos papeles arrugados para luego entregárselos.

-Comprobalo vos mismo.

Con sumo cuidado, Marcos alisó el papel sobre la mesa y comenzó la lectura. A medida que sus negras orbes avanzaban sobre el documento, sus labios dibujaron una sonrisa que terminó por convertirse en una fuerte carcajada.

-A este tipo sí que le falta un tornillo -dijo cuando logro calmar su risa-, y sus fantasías eróticas me demuestran que te quiere coger a cualquier costo.

-De eso ya me di cuenta -acotó sarcástico.

-Pero si sos un poco inteligente -prosiguió Marcos-, te vas a dar cuenta que esto -levantó el papel ante los ojos de Elías-, no tiene la más mínima validez. Es sólo una broma de su parte. Este papel no te obliga absolutamente a nada, si querés podés tomarte la libertad de mandar a la mierda a su soberana majestad.

-Eso lo sé, pero me dio mucha bronca cuando lo leí. Disfruta burlándose de mí.

-En todo caso yo en tu lugar tomaría la plata de la sesión fotográfica y me iría por  un tiempito a otra ciudad en lo que a ese sujeto se le pase la calentura.

-Todavía no me pagaron...

-¿Qué? -exclamó incrédulo.

-Según me dijo ese Gabriel Delori, el pago lo tiene que autorizar Joshua a su regreso.

-Es mentira. Todo lo hace para que no te escapes -sonrió-, pero todavía tenés la tarjeta de crédito.

-No pienso usarla.

Elías se sintió intimidado por la mirada incrédula de su amigo.

-¿Y por qué no?

-No quiero regalos ni limosnas de ese estúpido...

-Pero es lo mínimo que podés hacer después de todo lo que tenés que soportar -argumentó pasmado-. Además forma parte del trabajo

-No quiero nada que venga de él, sólo quiero que el mes pase volando. Y si no fuera que estoy sin un centavo, tampoco le aceptaría los veinte mil pesos que acordamos.

-¿Entonces te dejarías coger gratis? -bromeó Marco, pero al ver la mirada asesina que le devolvió su amigo decidió no continuar con el tema.

Por un par de minutos ambos se quedaron en silencio concentrados los dos en culminar con el almuerzo.

-Si vos no aceptás el trabajo de modelo -comentó Marco después de darle un sorbo a su gaseosa -, yo podría reemplazarte.

Elías sólo sonrió.

-Si a vos te lo propusieron siendo tan feo como sos, si me ven a mí se van a quedar deslumbrados con mi belleza. -Se pasó la mano por sus largos cabellos en un gesto teatralmente sensual-. Soy muy lindo.

-Más que modelo vos serías un muy buen comediante -sonrió para luego agregar-: No sería mala idea proponerte como modelo, pero ése no es el único problema que tengo.

-¿No? ¿Cuál es el otro problema? -preguntó interesado.

-La hermana de Joshua.

-¿Tiene una hermana?

-Sí, y creo que no le caigo muy bien.

-¿Cómo es eso?

Elías hizo una larga pausa. Apuró el último trago de gaseosa y paseó pensativo la vista por el enorme patio de comida. Los recuerdos de lo ocurrido esa mañana se agolparon en su mente. Se acomodó en el asiento y, como siempre desde que toda esa locura había comenzado, expuso sus desventuras a su único y más fiel espectador.

 

 

Había acordado reunirse con Gabriel temprano en J&E, y a las nueve en punto ya se encontraba allí. El publicista no se hizo esperar. Con la amabilidad y cortesía que le caracterizaba, ordenó a su secretaria que trajera café y cuando ambos estuvieron cómodamente instalados en el despacho comenzó con su propuesta. 

-Quedé muy satisfecho con la producción fotográfica -aseguró Gabriel-. Hoy recibí un par de muestras de cómo va a quedar la publicidad gráfica.

Elías tomó las fotografías que le extendió el publicista. Congelado en diferentes poses, algunas sugerentes y otras no tanto, el muchacho no pudo más que sorprenderse al reconocerse como protagonista principal de aquellas fotos.

El catálogo de la nueva temporada pronto estaría distribuido por todos los locales de J&E y una de las imágenes, que para su gusto era demasiada sensual, había sido elegida como publicidad principal del desfile que se llevaría a cabo en tres días.

-Me gusta mucho el resultado -comentó Gabriel cuando Elías le devolvió las fotografías-. Por eso te quería hacer otra propuesta.

-¿Sí?

-El desfile se va a realizar en tres días. Como supondrás al evento concurrirán muchas personalidades importantes además de la prensa -lo miró en silencio por un momento antes de continuar-. Ya Lorena se encargó de seleccionar al grupo de modelos que participará y en lo personal me gustaría que vos estuvieras entre ellos.

-Pero yo no soy modelo -alegó pasmado.

-No es nada complicado, no te preocupes -lo tranquilizó Gabriel-. Además, Lorena tiene un equipo de asistentes que te ayudarán y te darán las indicaciones necesarias para que sepas cómo debes moverte.

Elías abrió la boca y la cerró nuevamente sin saber qué responder.

-No sé -logró articular por fin-, no me siento capacitado y, para serte sincero, no me interesa seguir ligado a esta empresa por más tiempo. Si por mí fuera, en estos momentos no estaría acá.

-No se qué tipo de trato tenés con Joshua -dijo Gabriel después de meditarlo por un rato- y tampoco tengo por qué meterme, pero lo que te estoy proponiendo sólo te llevará un día y te vamos a pagar muy bien.

Elías esbozó una sonrisa desprovista de alegría; se pasó nervioso la mano por sus castaños cabellos y fijó su vista en Gabriel. Algo dentro suyo le decía que el publicista le mentía, estaba casi seguro que Joshua le había contado todo acerca de las razones por las que él se encontraba ahí.

-Me gustaría pensarlo, si no te molesta -murmuró al fin.

-No hay ningún problema  -accedió el publicista-, pensalo y mañana dame tu respuesta.

Concluida la reunión salió del despacho y luego de despedirse amablemente de la secretaria llamó al ascensor. Cuando el aparato abrió sus puertas, se percató de que no estaría solo en su viaje. Lorena le regaló una interesada mirada desde el interior del elevador. Sintió ganas de esperar a que llegara el otro ascensor mas, después de una pequeña vacilación, dio tres pasos adelante y oprimió el botón de la planta baja.

-Elías, ¿verdad?-preguntó la joven ni bien las puertas se cerraron, y él asintió-. ¿Cómo estas?

-Bien, gracias -contestó algo incómodo-. ¿Y tu nombre es...?

-Lorena, Lorena Reisig -sonrió-, y si no te ofende me gustaría hablar con vos.

El joven asintió con la cabeza como un autómata. Su sexto sentido le decía que en la conversación no iba a terminar muy bien parado.

-Si gustas te invito un café -sugirió la joven-, para estar más tranquilos.

Caminaron en silencio a un restaurante de mediana categoría que se hallaba cerca de J&E. Lorena esperó a que el mozo colocara las tazas en la mesa y se retirara para comenzar a hablar.

-Voy a ser directa -comenzó la joven mientras revolvía el café con la cuchara-, sé que entre mi hermano y vos hay algo, aunque él no me comentó nada.

Elías dio un pequeño sorbo a su café algo nervioso.

-Quiero que te quede algo en claro. -De pronto dejó de revolver el café y componiendo un gesto altanero lo miró fijamente-. No sé qué intenciones tenés con Joshua, quizás seas uno de esos romances pasajeros que él tiene pero, sean cuales sean tus objetivos, no voy a permitir que le hagas daño.

-Quizás -Elías apretó furioso la taza fingiendo una tranquilidad que no sentía- tendrías que informarte más antes de atacarme. Te puedo asegurar que tu hermano no me interesa en lo más mínimo, y si estoy acá con él es obligado por la circunstancias...

-¿Y qué circunstancias son esas? -interrumpió la joven.

-No lo sé -alegó en un susurro-. ¿Por qué no se lo preguntas a tu hermano? Te puedo asegurar que si por mí fuera, no tendría ningún tipo de relación con él.

-¿Y entonces? ¿Qué pretendes? -inquirió curiosa-. ¿Plata? Porque si es eso, te advierto que yo me voy a encargar de que no recibas ni un solo centavo de su parte...

-La plata no me importa -murmuró con furia contenida-, tu hermano es un ser despreciable y ruin al que me voy a arrepentir toda la vida por haber conocido, y si lo que te preocupa es mi presencia, sólo vas a tener que aguantarme por un mes y después me voy a borrar de tu vida y de la de tu hermano para siempre. Te lo juro.

-¿Entonces qué querés? ¿Qué pretendes de mi hermano? -insistió la joven-. ¿Y por qué te expresas así de él?

-Porque es una persona insoportable que se cree que por tener dinero puede hacer lo que se le cante con las personas -sentenció-. Es mejor que hables con tu hermano, a ver si se atreve a contarte él por qué estoy acá y de qué manera juega con los problemas ajenos.

Tratando de comportarse de la manera más educada posible buscó dinero en su billetera y lo dejó sobre la mesa, luego se puso de pie y habló sereno:

-No quiero ser mal educado, pero es mejor que me vaya, esta conversación no tiene ningún sentido. -Señaló el dinero sobre la mesa-. Dejame invitarte el café. Si te preocupa tu hermano, sólo te voy a decir que en todo este asunto el único que sale perdiendo soy yo. -Hizo una pequeña reverencia-. Hasta la próxima.

Y con pasos lentos se encaminó hasta la salida. Lorena, en lugar de ofenderse, se quedó pensativa, las palabras de Elías le habían parecido sinceras. Dio un pequeño sorbo a su café, y al sentirlo frío lo volvió a depositar en la mesa.

-Acá pasa algo raro -musitó presa de la curiosidad-, y voy a averiguar qué es.

 

 

El enorme y elegante salón del primer piso de J&E se vestía de gala para la ocasión. Las más importantes y variadas personalidades del mundo de la moda y del ambiente artístico se reunían allí. Una reproducción tamaño natural de una de las fotografías que le tomaran a Elías adornaban el centro de la pasarela por donde en pocos minutos saldrían los modelos a lucir los nuevos diseños de Lorena Reisig.

El catering, a tono con el acontecimiento, era de un gusto exquisito. Camareros y camareras iban y venían entre la gente invitando toda clase de bocadillos y bebidas.

Marco no salía de su asombro; después de haber suplicado durante horas enteras a Elías para que le permitiera asistir al evento, se había salido con la suya. Claro que a cambio tuvo que sacrificar sus adorados jeans y sus remeras deportivas y cambiarlos por un nada cómodo traje de gala. Jamás comprendería a aquellos hombres de negocios que vestían traje hasta para ir de picnic. Para él era una auténtica tortura. Dio el ultimo sorbo a su copa de vino y lo dejó sobre la bandeja de una linda camarera que pasó a su lado, la cual le dedicó una amable sonrisa para luego perderse entre la gente.

Por enésima vez se acomodó la molesta corbata y fastidiado buscó con la mirada a su amigo. Ni bien entraron al salón ambos tomaron rumbos diferentes. Dado que Elías había aceptado modelar por única vez, y que inevitablemente tendría que prepararse para la ocasión, Marco era plenamente consciente de que no iban a tener oportunidad de estar mucho tiempo juntos. Aun así, había insistido con su pequeño capricho. La idea de empacharse con canapés y emborracharse con champaña se le hacía insoportablemente seductora, no siempre iba a tener la oportunidad de probar tan suculentos y costosos manjares. Pero su curiosidad fue más fuerte al saber que quizás en aquella fiesta tendría la oportunidad de conocer al famoso Joshua Reisig. Y, aunque como le había dicho Elías, desde que partiera con rumbo a Córdoba, el empresario no había dado señales de vida y era probable que tampoco asistiera al evento, él no podía dejar aprovechar la inesperada racha de suerte.

Otra camarera pasó y el muchacho se apresuró a tomar una copa de champaña y segundos después se servía de un mozo una masita dulce. Al menos estaba seguro que disfrutaría de la comida. Y por qué no, su vista no paraba de deleitarse con tanto ejemplar de belleza femenina que paseaban por el salón como si no fueran conscientes de la innumerable cantidad de fantasías que despertaban en el público masculino. Con galantería peinó sus oscuros y largos cabellos, tratando de causar una buena impresión a aquél que lo mirara.

Otro portador de deliciosos pecados pasó a su lado vestido de camarero y Marco aprovechó la preciada oportunidad para hacerse con un bocadillo dulce relleno de crema, su favorito. Giró para buscar a otro que le proveyera de más bebida, pero con tanta mala suerte que su preciado tesoro quedó estampado en el elegante e impecable esmoquin de un hombre.

-La puta madre -murmuró viendo como su deseado bocadillo se deslizaba por la vestimenta del extraño.

-Eso es lo que yo tendría  que decir, idiota.

Al levantar la vista se topó con una mirada azul algo enfurecida. De inmediato buscó en el bolsillo de su traje.

-Perdón -se disculpó sacando un pañuelo desechable e intentando limpiar los restos de crema del esmoquin-. Estaba distraído.

-Un traje de Armani no se limpia con un pañuelo desechable -dijo el arrogante individuo-, se nota que usted no sabe nada de moda.

Marco lo miró de arriba abajo cual si fuera un bicho raro.

-Pues no, sólo estoy acá para comer como rico y mirar un par de culos y tetas femeninas, y si no le parecen suficiente mis disculpas entonces acepte mis insultos, idiota cara de culo -dijo mientras se giraba-. Y mira que es lo más suave que encontré en mi lista de insultos. Pelotudo -remató para luego girarse e internarse entre la gente dejando al individuo sin ninguna posibilidad de réplica.

El extraño miró enfurecido el lamentable estado de su costoso traje. Volvió a mirar entre la gente y para su irritación el causante de su desgracia había desaparecido.

 

 

En los vestuarios el ambiente era algo parecido a un caos. Los asistentes de Lorena, todos bajo las eficientes órdenes de Pier, maquillaban y peinaban a las modelos al tiempo que las vestían con las ropas que lucirían en la primera pasada.

Elías en tanto trataba de no moverse para que la maquilladora hiciera su trabajo sin ningún problema. "Sólo van a ser tres cambios de ropa", había dicho Gabriel, pero al ser consciente de que una buena cantidad de miradas estarían clavadas en su persona sintió que su estómago se convertía en un manojo de nervios. Rezó para que todo saliera bien.

La mujer dio los últimos toques al maquillaje y cuando estuvo listo se alejó para continuar con otra modelo. El muchacho estudió la imagen que le devolvía el espejo. El primer vestuario que le tocaba lucir consistía en unos jeans oscuros con extraños y modernos diseños, y una camisa de seda color crema, en cuyo bolsillo estaba perfectamente bordado el símbolo de la empresa.

Al verse en esa situación sintió deseos de que su madre estuviera con él, pero sabía que eso no era posible. No quería propiciar ningún posible encuentro entre el empresario y su progenitora. El saber que Marco estaba entre el publico lo tranquilizaba, a pesar de que al principio se había negado rotundamente a que su amigo asistiera, pero en esos precisos momentos la idea le parecía de lo más acertada. De esa manera no se sentiría tan solo.

Diez minutos faltaban para que el desfile diera comienzo. Se alejó un poco del caos reinante en el lugar y esperó su turno para salir a escena.

En su mente repasó los consejos que le habían dado para el desfile. Caminar seguro y derecho, sonreír y seducir al público. Nada de libros en la cabeza, esa técnica se utilizaba más en las modelos femeninas. Sin duda el trabajo era mucho más exigente para las mujeres.

En la pasarela las luces se apagaron y una tenue música actuaba como introducción a lo que iba a ser el desfile. El escenario volvió a iluminarse y la voz suave y sensual de la presentadora retumbó por todo el lugar. De pronto Elías sintió pánico.

-¿Será esto a lo que llaman miedo escénico? -murmuró, y luego sonrió, aunque sin dejar de sentirse nervioso.

Una hermosa y reconocida modelo dio inicio al desfile.

Elías respiró profundo y se encaminó hasta el resto de sus compañeros, mas sólo alcanzó a dar dos pasos.

Orgulloso y elegante, Joshua Reisig se hallaba a escasos dos metros de él. Sus ojos verdes lo miraban intimidantes y por un momento Elías sintió que sus nervios se triplicaban.

Cuatro días. Cuatro largos días y el empresario no había dado ni una sola señal de vida. El joven se había visto en la incómoda y ridícula situación de estar al pendiente del teléfono como anhelando alguna pequeña llamada o quizás un mensaje de texto. Tanto que él mismo se sorprendía por su inusual actitud. No sabía muy bien el porqué, pero durante los días en los que estuvieron distanciados a menudo tenía el extraño deseo de ver aunque fuera por un momento a Joshua. En esos cuatro días se podía decir que incluso había llegado a extrañar la arrogante presencia de su carcelero. Cosas inexplicables que tenía el comportamiento humano.

No se movería, no daría un solo paso que lo acercara hasta él. De pronto se le antojó odiarlo, más aún de lo que ya lo odiaba. El irreverente contrato que le había hecho firmar el empresario estaba muy presente en su memoria y tenía unas ansias locas de hacerle pagar de alguna manera su burla.

En cambio Joshua acortó las distancias y en un par de pasos estuvo frente suyo.

Recién allí se dio cuenta del aspecto del empresario. En su semblante se dibujaba una expresión de cansancio y en su mentón el rastro de la barba de tres días se hacía presente. Algo raro en un hombre tan elegante.

-Te extrañé -susurró ronco clavando sus verdes ojos en los labios del joven.

Una frase simple que en Elías provocó un extraño escalofrío, sin embargo cuando las palabras surgieron de su boca no demostró emoción alguna.

-En cambio yo tuve unos días maravillosos en tu ausencia -musitó-, además, si tanto me extrañabas, me habrías llamado, cosa que no hiciste.

Innecesaria. Aquella última observación había sido totalmente innecesaria. ¿Qué le importaba a él si el empresario le llamaba o no? Incómodo, consultó su reloj para verificar el tiempo que le restaba. Joshua, en cambio, le observó tranquilo y una enigmática sonrisa se dibujó en sus labios.

-Cuando termine el desfile me gustaría que hablásemos -comentó el empresario.

-Mira qué coincidencia -musitó sarcástico Elías-, yo también quiero hablar con vos, y no en buenos términos -agregó mirando nuevamente el reloj-. Lamento interrumpir tan interesante conversación pero me toca salir en dos minutos, así que si me permitís...

Pasó junto al empresario encaminándose hasta la pasarela, mas éste, aprovechando la oportunidad, lo tomó del brazo y lo tironeó hacia él para acto seguido apoderarse de sus labios. El beso fue fugaz y corto, pero aun así todos los sentidos de Elías se pusieron en alerta.

-Suerte, voy a estar admirándote en primera fila -musitó mientras lo soltaba-. Quiero que desfiles sólo para mí -acotó para luego girar sobre sus talones y alejarse.

Elías se quedó quieto en el lugar y no fue hasta que uno de los asistentes de Lorena lo llamó que se dio cuenta que su turno de subir a la pasarela había llegado.

 

 

Las luces se encendieron y en el centro de la pasarela Elías quedó tan inerte como una estatua de mármol. Por unos extensos minutos los nervios le jugaron una mala pasada. Su mente se puso en blanco y su cuerpo se negaba a moverse. En ese preciso momento se arrepintió de haber aceptado el trabajo. Todos y cada uno de los ensayos previos que había realizado se habían hecho sin público y ahora, allí parado, y con todas esas miradas atentas a él, sintió miedo.

De pronto en la silenciosa sala surgió un apagado murmullo.

"¿Se sentirá mal?", oyó que decían. "¿Por qué no se mueve?". Sus piernas parecían hechas de piedra. Por más que su mente emitía ordenes, éstas se negaban a responder. La presentadora le mandó un par de disimuladas miradas indicándole la pasarela y los murmullos iban en aumento.

Nervioso vagó la mirada por el público. Y en cada semblante encontró diferentes expresiones. Aquellos rostros desconocidos emitían compasión, impaciencia, vergüenza, toda clase de sentimientos. Sus ojos se cruzaron con los de Marco, que sonrió dándole ánimos y en los labios de su amigo pudo leer: "Ánimo, vos podés". Pero no fue hasta que sus ojos se toparon con las verdes orbes de Joshua que sintió que el miedo se disipaba. Los labios del empresario se movieron. "Desfila para mí", pudo leer. "No pienses en nada más". Y en esos momentos recordó las lecciones que había recibido. Aunque no le agradó mucho la idea, se concentró en el empresario procurando no mirar a nadie más.

Solo él y Joshua, el resto no existía. De pronto la sala le pareció vacía. Con la seguridad que siempre lo caracterizaba, dibujó una sensual sonrisa en los labios y se internó en la pasarela. Con su andar firme, seguro y sexy recorrió todo el largo del escenario hasta llegar al extremo en donde se detuvo un instante para dar un elegante y varonil giro exponiendo a las miradas extrañas la vestimenta que lucía. Miró nuevamente entre el público y su vista se volvió a topar con la mirada del empresario. "Perfecto", leyó en los labios de Joshua. Giró y comenzó su camino de regreso. Al llegar al principio de la pasarela una de las modelos lo esperaba para tomar su lugar.

Ya fuera de la vista del público lanzó un largo y lastimero suspiro de alivio.

-Te felicito. -Lorena apareció a su lado-. Estuviste fantástico.

Y sin agregar nada más se alejó a preparar a la próxima modelo.

La primera prueba estaba superada.

 

 

En las pasadas siguiente ya se sentía más seguro y cada vez que los nervios amenazaban con traicionarlo buscaba entre el público a Joshua. No sabía cuál era la razón pero eso lo tranquilizaba.

El desfile llegó a su fin, y Elías junto con el resto de las modelos salió al escenario acompañando a Lorena para así saludar a los presentes. Entre el ruido de aplausos y vítores, la presentadora del evento anunció la cena de despedida con la presentación de una orquesta de música clásica que coronaría la velada.

El muchacho se apresuró a vestir su traje de noche y se internó entre el público buscando a su amigo. No fue una tarea difícil, Marco se encontraba saboreando un bocadillo muy cerca de la mesa principal.

-¿Te estás aburriendo? -preguntó cuando estuvo a su lado

-¡Miedagg! -exclamó Marco con la boca llena y se apresuro a tragar-. Sí que me diste un susto de la puta madre -dijo ya después de haber tragado-. Pensé que te ibas a desmayar en el medio de la pasarela.

Elías esbozó una pequeña sonrisa, él también había sentido lo mismo.

-Me puse muy nervioso -confesó sincero-, no sabés qué feo se siente.

-Pero que bueno que lograste superarlo -sonrió-, parecías un modelo profesional.

-Sí, tan profesional que casi salgo corriendo del escenario -emitió una leve carcajada-, sí que me puse nervioso.

-Bueno pero ya pasó, ahora es hora de disfrutar. -Marco lo tomó del codo y lo guió hasta la mesa de los bocadillos- Probá éste -le sugirió señalando uno cubierto con chocolate-, es una delicia.

El muchacho aceptó la sugerencia de su amigo de buena gana, luego de la tensión del desfile, se dio cuenta que no había comido nada y su apetito dijo presente en el preciso momento en que sus ojos se posaron en los bocadillos. Había llegado la hora de relajarse.

Miró algo avergonzado cómo su amigo comía un bocadillo tras otro sin mostrar el más mínimo refinamiento. Definitivamente ninguno de los dos encajaba en esa fiesta. Toda esa elegancia y exquisitez formaban parte de un mundo totalmente diferente. Suspiró profundamente y desechó tan estúpidos pensamientos. Por una vez en su vida se iba a permitir no pensar en nada y disfrutar del lujo que poco conocía. Por una vez en su vida se permitiría, igual que Cenicienta, soñar que no tenía ningún problema, aunque no estaba dispuesto a aceptar al príncipe protagonista de su retorcido cuento. Se había propuesto esquivar al empresario por el resto de la noche. No lo quería cerca con sus estúpidas impertinencias. Decidido tomó a Marco del brazo y buscó algún lugar seguro, fuera del alcance de Joshua. Sólo quería disfrutar y el empresario no era sinónimo de esa palabra.

-¡Che, este lugar es un lujo! -Marco no salía de su asombro y así lo hacía saber a cada paso que daba-. Sí que tiene plata tu amante.

-No lo nombres -susurró enojado-, a ver si de sólo invocarlo se aparece.

-Y eso es lo que quiero -sonrió divertido-, quiero conocer a tu Romeo.

Elías ignoró su comentario, tomó una copa de vino a uno de los camareros que pasaban por allí y haciéndole señas a Marco se encaminó hasta una de las galerías laterales en la cual se hallaban expuestos varios cuadros.

Esa parte del lugar estaba solitaria cuando los dos amigos llegaron. Con la curiosidad propia de dos críticos de arte ambos se detenían a observar cada cuadro mientras conversaban sobre temas intrascendentes.

En una de las esquinas de la galería un antiguo y bien conservado reloj indicaba la hora, faltaban apenas unos minutos para que dieran las doce de la noche. Recordó a su hermana, que cada vez que veía uno de esos antiguos relojes le insistía para que alquilara el DVD de Cenicienta. De pronto su amigo dejó de hablar, lentamente volteó para saber la razón de su silencio.

-Te estuve buscando, Elías.

Joshua estaba a unos pasos de él y miraba curioso a Marco.

-Vos debes ser el famoso Joshua Reisig -dijo Marco.

Joshua lo estudió en silencio y su rostro dibujó una expresión indescifrable. Marco en cambio cruzó los brazos en actitud divertida, y le devolvió la mirada. Elías sintió que el ánimo se le iba al piso. A pesar de que trató de esquivarlo por todos los medios, su carcelero lo había encontrado.

El antiguo reloj marcó las doce de la noche, dando por terminado su sueño la hermosa carroza se había convertido en calabaza. Y el príncipe estaba lejos de ser tan ideal como en los cuentos de hadas, claro que él se negaba bajo cualquier término en convertirse en una sumisa Cenicienta. No iba con su persona.  

 

Continuará...

Notas finales:

Este capítulo en particular me gusto mucho, a pesar de que no pasa mucho me gusto en particular escribir sobre el desfile y la forma en que Elías se concentra en Joshua para no ponerse nervioso, también el encuentro de Marco con ese desconocido XD la pelea y el hecho de que Marco estuviera en el desfile, y también la forma en que Lorena trata de proteger a su "inocente" hermanito XD. A ver que piensan ustedes, me pareció muy interesante un encuentro entre Marco y Joshua (muajajaj). Se vienen escenas muy fuertes en los próximos capítulos (maki se sonroja) de esos que tanto les gusta XD, no desesperan que falta poquito XD, a ver como se portan ustedes conmigo (hasta ahora no tengo porque quejarme ya que a veces no puedo creer lo bien que me han tratado y sobre todo que mí fic este llamando la atención), ya saben cualquier comentario bueno o malo, serán bien recibido ^^.

Y por ultimo, les informo que subí el diseño que hice de Elías a mi journal:

http://makinito.livejournal.com/

Tambien la subi al foro de amor yaoi.

http://www.yaoi.es/foro/index.php?topic=2292.15

Ya saben comenten si pueden ^^, besos Makino Tsukushi.


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