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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo:  

Un Feliz cumpleaños para mi y un regalo para ustedes les dejo el capitulo 14, gracias por leer ^^, Makino Tsukushi.

 

Capítulo 14. La cita

 

 

«Tierra trágame», pensó Elías deseando que todo fuera una simple pesadilla, pero últimamente con la suerte que estaba teniendo, no creía que ese encuentro fuera producto de su imaginación.

-Soy Joshua Reisig -se presentó contento el empresario.

-E...Es el dueño de J&E... -logró articular Elías.

-¿Tu jefe? -indagó su madre.

-Sí -musitó bajito-, pero nosotros ya nos íbamos. -Tomó el brazo del empresario queriendo poner en práctica sus palabras y con el firme objetivo de alejar a Joshua de su familia.

-Pero, ¿por qué? -inquirió la señora Rita sorprendida-. Quédense, les voy a preparar un poco de café. 

-Me encantaría -aceptó Joshua con una amplia sonrisa.

-No...-casi gritó Elías-. Nos tenemos que ir...

-Pero no puedo ofender a tu madre rechazando su invitación -alegó el empresario disfrutando de la incomodidad del muchacho y sabiendo que podía sacar provecho de la situación.

Para el terror de Elías, su pequeña hermana parecía haber simpatizado con el enemigo y le sonreía tímida, siendo muy bien correspondida por el empresario y, por otro lado, su hermano no se quedaba atrás, con curiosidad mal disimulada miraba al desconocido como si fuese un atractivo autito de juguete. Con su encanto y galantería, Joshua había logrado conquistar al resto de la familia. «A todos menos al que me interesa», pensó triste el millonario.

-No digas tonterías. -Su madre pasó delante de ellos dirigiéndose a la cocina-. Pasen al comedor que en seguida les preparo café.

-Le agradezco la invitación.

Joshua se inclinó gentilmente y ante la mirada atónita de Elías siguió las órdenes de la mujer: ingresó al comedor y se paró junto a la mesa.

-¿Venís? -preguntó al muchacho inocentemente antes de tomar asiento.

Reprimiendo un deseo irrefrenable de estrangular con sus propias manos al prestigioso, engreído e impertinente dueño de J&E, Elías dio unos ligeros pasos hacia el comedor y se detuvo junto al empresario.

-¿Qué pretendés? -murmuró entre dientes.

Joshua ni se inmutó, descaradamente se tomó el tiempo suficiente para contestar, gozando al máximo de la tensa situación  que tanto molestaba a Elías.

-Tomar una taza de café -contestó con cara angelical aparentando no entender la actitud del joven-. ¿Tiene algo de malo?

-No te hagas el desentendido... -farfulló molesto.

-No te preocupes, mi amor -susurró divertido y resaltando meloso las dos últimas palabras-. No voy a decir nada y a cambio quiero que mañana tengamos una cita.

-Te dije que no.

Sonrió ampliamente ante la negativa recibida. Sabía de antemano la respuesta que daría el muchacho, pero él no era de las personas que se conformaban con facilidad.

-Yo tengo mis métodos para hacerte ceder -aseguró-. Basta de jugar al gato y al ratón. Si esa va a seguir siendo tu actitud -musitó bajito a modo de amenaza- entonces atenete a las consecuencias -finalizó su frase coronándola con su ya característica sonrisa.

La señora Rita entró en ese preciso momento trayendo en sus manos una bandeja con galletas dulces. Nervioso, el muchacho miró a la mujer como temiendo que cualquier movimiento le revelara algo sobre su relación con Joshua. Esta actitud no pasó desapercibida a los ojos del empresario, quien decidió aprovechar esa irrepetible oportunidad para volverlo a poner en aprietos.

-Sabe, señora -comenzó a decir provocando que el semblante de Elías se tiñera de un color pálido-, su hijo es uno de mis mejores empleados.

Elías lo miró desesperado, a esas alturas no dudaba que el millonario cumpliera con sus amenazas. Como una horrible pesadilla, pasaron ante él una serie irreal de imágenes: el rostro de su madre odiándolo y rechazándolo por haber caído tan bajo, por venderse por unos cuantos billetes. Se vio despreciado por su propia familia, marginado.

-Sí, lo sé -sonrió la mujer-. Mi hijo es muy trabajador.

-Y no sólo eso -prosiguió el empresario con tranquilidad-. No sólo lo contraté para que modelara, sino también para hacer otros trabajos. -Sus labios dibujaron una sonrisa-. Y es muy bueno también.

-¿Sí? -inquirió la mujer, y dirigiéndose a su hijo preguntó-: ¿Qué otro trabajo hacés?

-Su hijo es mi a...

-Asistente -cortó Elías desesperado antes de que la palabra "amante" se escapara de los labios del empresario.

Aterrorizado, taladró con la mirada a su "jefe". No podía creer lo que estaba pasando. ¿Realmente lo haría? ¿De verdad le arruinaría la vida haciéndolo quedar en evidencia frente a su familia? Su rápida intervención le impidió saber a ciencia cierta hasta qué punto era capaz de llegar el empresario.

La próxima vez lo pensaría mil veces antes de permitir que el millonario osara poner un solo pie en su casa.

De los labios de Joshua no surgió contradicción alguna pero en cambio una sonrisa de triunfo se dibujó en ellos. Elías respiró aliviado mas se dio cuenta de que estaba atrapado. Era prácticamente imposible que el empresario le permitiera romper el trato y, lejos de odiarlo, un sentimiento diferente se hizo presente en su corazón. La realidad era que sentía temor. Temor a ceder al deseo, temor a sucumbir a esos sueños que día a día lo iban carcomiendo por dentro. Una y mil veces se había repetido a sí mismo que no era gay y le había recalcado hasta el cansancio y, quizás con cierta arrogancia, lo mucho que lo aborrecía y el rechazo que le causaba su impertinente presencia, jactándose con orgullo de sus valiosos principios y escudándose en su familia para aceptar los reiterados acosos a los que el empresario lo sometía y, sin embargo, cada vez  que lo tocaba, que lo rozaba o lo miraba, ardía en deseos por estar entre sus brazos. Pero él no era débil, y no se dejaría llevar por los impulsos, lucharía contra esos prohibidos deseos.

 

 

La improvisada reunión fue una auténtica tortura. Con los cinco sentidos en alerta máxima, Elías trató de sobrellevar la situación

Como si de una fiesta familiar se  tratara, Joshua simpatizó de inmediato con el resto de los habitantes de la casa. Los dos pequeños trataban de llamar su atención con conversaciones infantiles a las que el empresario respondió como si fuera el más interesante de los temas. La señora Rita, por su parte, actuó como una buena anfitriona, preparándole un exquisito café y acompañándolo con pastel y galletas caseras. Resaltaba también, con orgullo, todas y cada unas de las cualidades que su hijo mayor poseía, llegando incluso a hacer ruborizar al pobre Elías.

Dos horas duró la tortura y el muchacho dio gracias al cielo cuando todo terminó. Joshua se despidió agradecido de la familia Castizaga y siguió a Elías hasta la puerta de la morada.

-Te espero mañana -susurró el empresario y, acercándose, rozó los labios del muchacho, quien se apartó alarmado temiendo que su madre apareciera en cualquier momento-. No se te ocurra faltar -dijo sonriente mientras giraba para alejarse.

Con la mirada siguió los movimientos del millonario hasta que puso en marcha el vehículo y se perdió entre el tránsito. Otra vez volvía a estar en sus manos.

 

 

La habitación estaba iluminada por la tenue luz de la lámpara de noche, una leve y cálida brisa entraba a través de la ventana, apenas abierta, haciendo bailar las cortinas en una desigual danza. Joshua cerró la puerta tras de sí y caminó hasta el lecho. Con la elegancia que lo caracterizaba, se quitó los zapatos y deshizo el nudo de la corbata para luego dejarse caer despreocupado sobre la cama. La alcoba estaba prolijamente ordenada debido a las eficientes manos de Rosa y hasta las camisas y abrigos que solía dejar descuidadamente tiradas en el perchero estaban armoniosamente colgadas listas para ser usadas. Como siempre, todo se encontraba en perfecto orden excepto su vida. Cada mañana, cuando se miraba al espejo, la imagen que encontraba de sí mismo le era completamente desconocida. Sus cabellos algo revueltos, su piel morena, sus ojos verdes y esa expresión tan arrogante y altanera que tanto lo caracterizaba no eran más que un frágil disfraz. Quizás su aspecto físico seguía siendo el de siempre, pero su interior había cambiado, o al menos eso creía él. Había jurado no volver a caer preso de un sentimiento tan hermoso e hiriente como el amor y desde el primer momento se había propuesto tener con Elías una fría relación que sólo aplacara sus necesidades carnales. Pero estaba muy lejos de conseguir su objetivo y cada minuto que pasaba se veía más y más atrapado en la trampa que él mismo había puesto. Lo único que había logrado era enamorarse como un idiota.     

Buscando aquel efímero momento y tratando de llegar a ese anhelado y esquivo corazón que tan caprichosamente se negaba a aceptarlo, Joshua pasó horas enteras elucubrando mil planes para conquistar los sentimientos del muchacho. Elías era increíblemente testarudo y no parecía dispuesto a ceder un ápice de terreno. Cada vez que creía que avanzaba un paso, el joven se alejaba dos. Pero sabía, o al menos creía, percibir un mínimo atisbo de esperanza, o quizás, esa casi imperceptible sensación de que algo comenzaba a surgir entre ellos. Y se aferraba a esa idea como si fuera una cuestión de vida o muerte. De una cosa estaba seguro: sus besos, sus caricias, le perturbaban más de lo que el muchacho era capaz de aceptar.

El ruido de la puerta los sacó momentáneamente de sus pensamientos. El despreocupado felino hizo su entrada triunfal a la alcoba y como era su costumbre caminó hasta la cama para luego treparse en ella y acurrucarse al costado del empresario entre suaves ronroneos. Joshua sonrió.

-Ya es muy tarde, Tomás -dijo después de consultar su reloj-, deberías dormir en tu cucha. -Distraído, acarició el lomo del animal mientras seguía concentrado en sus pensamientos-. No me voy a dar por vencido.

Tomó de la mesa de noche la fotografía que tan impunemente había robado y que ahora lo observaba enmarcada en un moderno portarretrato. Acarició inconscientemente el cristal que la guarecía, como si realmente pudiera sentir la piel del muchacho en la punta de sus dedos. Aquel retrato lo había cautivado. Se veía tan bello, tan hermoso y feliz, que deseó con toda su alma ser el causante de esa felicidad.

-Te amo -musitó tan bajo a la congelada imagen como si temiera que alguien, además del gato que lo acompañaba, pudiera escucharlo-, no sabés cuanto te amo.

Y anheló en su interior tener el valor suficiente como para reconocerlo frente al muchacho, aún sabiendo que el seguro rechazo terminaría por destrozarle el alma. Bastante tiempo había pasado desde la última vez que se había sentido así y sabía perfectamente que ilusionarse no era bueno, pero no podía evitarlo, simplemente era imposible luchar contra la corriente.

A veces dudaba que la idea de Gabriel fuera buena. Jamás lograría conquistarlo, no creía factible que Elías le correspondiera alguna vez. Quizás en algunas ocasiones había conseguido excitarlo, pero de ahí a que llegara a sentir algo más hacía  su persona, lo veía como algo digno de un cuento de hadas.

 

 

La noche era cálida. Un aire fresco y agradable recorría la ciudad cuando Elías salió de su casa. Las luces iluminaban las calles desiertas y el muchacho apresuró el paso hasta llegar a la esquina en donde el costoso auto lo aguardaba, aparcado al costado de la acera. Desde el interior del vehículo el empresario le regaló una sensual sonrisa y con un pequeño gesto le invitó a subir. Vaciló por un breve momento mas, después de unos segundos, suspiró con resignación y abrió la puerta del acompañante.

-Esa camisa te queda muy bien -opinó el empresario mientras aguardaba a que se terminara de colocar el cinturón de seguridad.

Elías decidió no responderle, el paisaje que mostraba la ventanilla del vehículo le resultaba mucho más interesante. El empresario no insistió, puso en marcha el auto y condujo en silencio, mas a los pocos minutos apagó el motor deteniendo el auto en el medio de una transitada avenida.  

-No estás muy colaborador esta noche -dijo cuando Elías giró la cabeza con una expresión de sorpresa en su pálido rostro-. ¿Por qué no intentás relajarte un poco y disfrutás de nuestra cita? Prometo no intentar besarte si me das una tregua esta noche.

Elías lo miró con evidente desconfianza a través de sus largas y entornadas pestañas dudando que el empresario fuera capaz de cumplir su promesa y siendo consciente del sonido de algunas bocinas que se empezaban a escuchar a su alrededor.

La íntima y atrevida cercanía que mantenía el millonario lo obligaba a ponerse en alerta, sobre todo porque los labios de esté amenazaban con rozar los suyos con cualquier mínimo movimiento. Pero quizás no era de Joshua de quien temía, si no de sí mismo. Últimamente había soñado demasiado con el empresario, y sus sueños no eran muy decentes. La compañía del millonario le agradaba cada vez más.

-Ningún beso -propusó Elías-. Y tampoco vas a intentar nada. Sólo una salida como amigos -se apresuró a decir al escuchar los insultos de otros conductores que se veían afectados por el accionar del empresario.

El empresario sonrió y se alejó dejando libre al muchacho.

-Trato hecho -acordó al fin.

Se acomodó en el asiento y continuó el viaje.

 

 

 

Puerto Maderos, además de ser el puerto en donde numerosas embarcaciones extranjeras y nacionales anclaban, era una zona conocida por su alto poder adquisitivo y sus elegantes cadenas de restaurantes de gran atractivo turístico y de precios exageradamente altos. Elías se había acercado al lugar muchas veces, pero jamás había tenido la más mínima oportunidad, y ni siquiera se le había cruzado por la cabeza la posibilidad de almorzar o cenar en alguno de aquello lugares. Trató educadamente de disimular su asombro cuando Joshua, después de que se bajaron del coche, lo condujo a uno de esos imponentes ejemplares de lujo y refinamiento. La luz tenue y calidad le daba un aire especial y acogedor al lugar. El empresario escogió un terreno apartado y definitivamente íntimo.

-La comida que sirven acá es exquisita -comentó mientras estudiaba la cartilla buscando algún menú que llamara su atención.

Algo inhibido por la opulencia del lugar, Elías imitó al empresario y buscó también entre el menú. El mozo se acercó y con una breve inclinación de la cabeza aguardó a que hicieran el pedido para luego anotarlo en una pequeña libreta.

-¿Cómo te fue con Gabriel? -preguntó cuando quedaron a solas.

Elías, con escasos ánimos de iniciar una conversación, tardó un rato en contestar.

-Uno de sus clientes quedó encantado con las fotografías y me quiere como modelo para una de sus campañas -resumió en pocas palabras lo hablado con el publicista.

-Es una buena noticia...

-Aún no acepto -cortó irritado

-¿Por qué no? -inquirió algo sorprendido-. Es una buena oportunidad.

El muchacho lo miró como si la pregunta fuera algo estúpida y la respuesta demasiado obvia. 

-¿Será por qué no me interesa seguir teniendo algún vínculo con vos y tu empresa?

Joshua lo miró por un momento para luego emitir una leve carcajada.

-No estás dispuesto a darme una tregua, ¿verdad? -observó el empresario.

La verdad era que no tenía muchas ganas de estar allí pero no se lo hizo saber al millonario, en lugar de eso prefirió callar.

El mozo llegó con el menú: costillas de cerdo acompañado por una guarnición de papas a la crema para Joshua y unos sorrentinos bañados con una mezcla de salsa blanca y pomarola para Elías. Como bebida, el empresario había escogido una botella de fino vino tinto originario de las mejores cepas mendocinas. El camarero descorchó el embriagante líquido y vació parte del contenido en las dos copas, para luego colocar el resto en el centro de la mesa y retirarse tras haber hecho una leve y respetuosa reverencia.

-Hace de cuenta -comenzó el empresario cuando el empleado estuvo fuera de su vista- que nos acabamos de conocer. Disfrutemos cada uno de la compañía del otro -elevó la copa de vino-. A tu salud -dijo, y dio un pequeño sorbo a la bebida.

-Para vos es muy fácil todo -murmuró molesto mientras clavaba el tenedor en uno de los sorrentinos-. Un simple juego.

Joshua se concentró en cortar un pedazo de carne. Sin dejar de mirar a su compañero, se lo llevó a la boca y comenzó a saborearlo con lentitud. Sólo después de haber tragado el delicioso bocado dejó los cubiertos al costado del plato y habló.

-Podés negarlo y decir que para vos te soy indiferente, que no sentís absolutamente nada cuando estoy cerca -su voz sonaba suave, sensual, como una erótica caricia que erizaba de manera extraña la piel del muchacho-, pero yo sé que no es así: cada vez que te toco, cada vez que te beso, aquel infranqueable muro que construiste a tu alrededor va perdiendo de a uno sus ladrillos.

-¿Qué...? -Elías intentó defenderse, negar las palabras del empresario, pero éste no lo permitió.

-Sé que tenés miedo, que te cuesta aceptar que te sentís atraído por un hombre...

-No digás estupideces -balbuceó nervioso el muchacho y dolido porque aquellas palabras comenzaban a ser verdaderas.

-Sólo por hoy -prosiguió Joshua-. ¿Por qué no hacés el intento? Quiero disfrutar de tu compañía.

Sin encontrar manera alguna de retrucarle y sintiéndose en jaque ante el aparentemente inocente pedido del empresario, tomó la copa de vino, y, con un intento vano de disimular su nerviosismo, vació de un solo trago el contenido para apoyarlo nuevamente sobre la mesa. Su mente se debatía en una lucha interna que temía perder. Deseó fervientemente que los días pasaran rápido para no caer en la tentación que cada vez se le hacía más irresistible.

Joshua lo observó en silencio, sereno, tranquilo, como esperando su aprobación. Tomó la botella de vino y volvió a llenar la copa vacía, Elías lo miró dudoso pero al cabo de un breve segundo levantó nuevamente el recipiente y, esta vez con más tranquilidad, la acercó a sus labios y le dio un pequeño sorbo.

-Muy bien -aceptó en un casi inaudible murmullo.

El empresario sonrió feliz como un niño pequeño. Elías algo incómodo se concentró en su comida observando con disimulo a aquel hombre tan particular que tantos problemas le había causado. Seguro, altanero, con ese toque de distinción y elegancia que tenía, el empresario lograba despertar en Elías una curiosidad mezclada con extraños e obscenos pensamientos, que lo asustaban y que jamás reconocería ante nadie. Poco y nada sabía acerca de ese hombre y, sin embargo, estaba comenzando a desear y cada vez con más frecuencia, cruzar esa delgada línea y saber lo que se sentía al estar  entre sus brazos.

Dejó el tenedor al costado del plato ya casi vacío sin dejar de observar al empresario.

-¿Cuántos años tenés? -preguntó. De pronto quiso saber más sobre él.

Joshua tomado totalmente por sorpresa tardó en contestar.

-Veintinueve -musitó.

-¿Veintinueve? -inquirió algo sorprendido-.  ¿Tan joven...?

-Para ser el dueño de la J&E -cortó el empresario adivinando la pregunta del muchacho.

-Bueno -susurró algo tímido-, sos muy joven y ya sos dueño de una de las empresas mas importantes del país.

El empresario curvó levemente sus labios en una pequeña sonrisa y Elías creyó por un momento que daría por terminado el tema, pero no fue así.

-Desde que tengo uso de razón mis padres se encargaron de enseñarme todo acerca de este negocio -comenzó a hablar después de una breve pausa-. Mi madre era una importante diseñadora de moda, igual que Lorena, y mi padre estaba a cargo de los locales de venta, cuando ellos empezaron tenían apenas dos negocios, y mi padre se encargó de que esos dos locales se convirtieran en veinte, y hoy tenemos sucursales por todo el país.

Elías lo escuchó en silencio, era la primera vez que Joshua hablaba de sí mismo y  creyó ver una mueca de dolor en su rostro, como si el simple recuerdo le doliera en lo más profundo.

-¿Qué pasó con ellos? -preguntó el muchacho y de inmediato deseó no haber cometido  tal imprudencia. No tenía derecho a indagar sobre cosas tan privadas.

-Murieron -fue la simple respuesta del empresario y el  muchacho se sorprendió cuando luego de un  rato agregó-: En un accidente de auto. Iban camino a Mina Clavero en Córdoba y en una mala maniobra el coche cayó por un barranco.

El muchacho quedó en silencio, de sobra sabía lo horrible e impotente que se siente el ser humano cuando pierde a un ser querido. Él  mismo lo había experimentado en su propia existencia hacía cinco años. Joshua estaba mostrando esa parte vulnerable y humana que tan bien ocultaba.

-Fue muy difícil -prosiguió el empresario-, pero tenía que ser fuerte y hacerme cargo de la empresa y de mi hermana que aún era muy joven.  

Por un breve momento lo pudo ver o quizás la imaginación le estaba jugando una mala pasada y creía ver cosas que no eran. No lo sabía. Sólo supo que por primera vez desde que se conocían estaba viendo a un Joshua totalmente diferente. Detrás de esa fachada de empresario serio y calculador, Elías fue capaz de percibir dolor y sufrimiento. Nunca lo había visto así: tan vulnerable y humano. Tuvo ganas de estrecharlo entre sus brazos y protegerlo de cualquier contrariedad. De pronto quiso besarlo y jurarle que nunca más volvería a sufrir de esa manera. Lentamente estiró la mano hasta él; sólo quería sentirlo, rozar esa piel bronceada con la punta de sus dedos para mostrarle que él estaba allí, a su lado.  

Mas su mano no llegó a destino. Un desconocido se materializó junto a la mesa deteniendo su acción solo centímetros antes de alcanzar su objetivo.

-¡Joshua! -exclamó el individuo y Elías retiró su mano con rapidez-. Qué sorpresa verte por acá.

-Esteban -Joshua sonrió y le estrechó la mano-, hace tiempo que no te veo.

-Sí, desde aquella vez que me llamaste en el medio de mis vacaciones para que atendiera a un paciente muy especial.

Elías se quedó callado observando a los dos amigos que en pocos minutos intercambiaron un par de preguntas sencillas y comunes. Después del fugaz encuentro, Esteban Cabalero, tal era el nombre del médico saludó cordialmente y se retiró.

No supo por qué, pero la cara de aquel hombre le sonó algo familiar.

Increíblemente durante el resto de la cena, Elías dejó de estar a la defensiva. Relajado, como nunca se permitió estar frente al empresario, el muchacho disfrutó de la velada y  quizás, animado por las cuatro copas de vino que tomó, habló tranquilo y como si fueran dos viejos amigos. Las revelaciones que Joshua le había hecho sobre su vida le daban una visión totalmente diferente. Esa nueva faceta del empresario le atraía.

 

 

 

Joshua condujo en silencio. Era algo tarde cuando salieron del restaurante y Elías aprovechó la oportunidad para dormitar. Un aire, fresco y cálido, se colaba por la ventanilla del auto impidiéndole al muchacho quedarse completamente dormido, y se despabiló por completo cuando se dio cuenta que el camino que estaban tomando no era el de su casa.

-¿Pero...?

-No quiero ir a casa todavía -interrumpió el empresario.

-Ya es tarde -trató de protestar.

-Lo sé -musitó-, sólo unos minutos después te llevo a tu casa.

No replicó y Joshua siguió conduciendo el auto sin detenerse en ningún lugar en particular. Elías se dedicó a mirar por la ventanilla disfrutando del tranquilo silencio que reinaba entre ambos. Le agradaba estar de esa manera con el empresario, como si fuesen dos viejos conocidos que sólo deseaban acompañarse.

-A veces -Joshua lo sacó de sus pensamientos-, cuando estoy aburrido me agrada pasear en coche por la ciudad. Me distrae.

-Yo no puedo decir lo mismo, no sé manejar. Además, no tengo auto.

-Yo podría enseñarte si querés

-No, gracias. Dudo mucho que alguna vez llegue a tener un automóvil.

Joshua sonrió pero siguió concentrado en el tránsito. Minutos después detuvo el auto al costado de la acera. La calle estaba desértica y apenas iluminada. 

-Me gusta estar así con vos -musitó Joshua.

Elías lo miró pero permaneció en silencio. Él también tenía el mismo sentimiento, pero no iba a reconocerlo. Lo había comprobado durante la cena que acababan de compartir.

-Me das esa paz que tanto necesito. -Se acercó hasta él más de lo necesario tanto que el muchacho pudo sentir su suave y acompasada respiración-. Me cuesta mucho tenerte tan cerca y no poder besarte, se me hace terriblemente insoportable y tengo miedo de no poder cumplir con la promesa que te hice. -Se acercó más, pero no intentó besarlo, sólo apoyó la cabeza sobre el hombro del muchacho dejando sus labios a unos cuantos centímetros de su preciado objetivo-. Durante estos días estuve meditando mucho y tomé una decisión.

-¿Qué decisión? -inquirió totalmente tieso y aparentemente relajado por la cercanía del empresario.

-Quiero que sigamos así, no voy a intentar nada si vos no querés. Sólo quiero que estés a mi lado.

La confesión parecía sincera y lo tomó completamente por sorpresa.

-Sos extraño -musitó al cabo de unos minutos de silencio-. A veces me cuesta comprenderte.

-Me tenés totalmente hechizado -susurró-. Te deseo tanto que a veces no puedo entender cómo logro reprimir mis impulsos. Debería violarte y dejar de tenerte tantas contemplaciones -musitó, y extrañamente sus palabras no provocaron miedo en el muchacho.

Levantó a penas la cabeza y depositó un casto beso en la mejilla del joven muy cerca de la boca mas no llegó a rozarla.

-Ya es tarde -dijo enderezándose y acomodándose en el asiento del conductor-, es mejor que volvamos.

Puso el auto en marcha y emprendió nuevamente el viaje.

Elías intentó distraer su confusión mirando a través de la ventanilla, pero descubrió, muy dentro de su corazón, que ansiaba que el empresario se apoderara de sus labios como tantas otras veces lo había hecho. Cada vez con más fuerzas sus oscuros deseos aumentaban y tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para no tomar el mismo la iniciativa. Sus creencias, su educación, su aparente orientación sexual, serían mortalmente traicionadas si daba ese temible paso. Y también estaba el hecho de que estaba cobrando por sus supuestos servicios. Las actitudes de Joshua lo confundían. Si le estaba pagando un sueldo como su amante, ¿por qué actuaba de esa manera? Cualquier otro en su lugar ya lo habría obligado y le habría hecho pagar todos los desplantes, pero Joshua no insistía, aún a sabiendas de que cualquier movimiento en falso harían caer por completo la barrera que Elías se había armado a su alrededor. No entendía bien toda la situación, lo único que podía asegurar y jurar era que él estaba cada vez más confundido, y ante la más mínima insinuación que le hiciera el empresario caería totalmente rendido al deseo. Mejor sería mantener la mente fría, y no ceder de ninguna manera.

El auto se detuvo y Elías recién allí se dio cuenta que habían llegado a su morada. Abrió la puerta del vehículo y antes de que pusiera un solo pie fuera del automóvil el empresario lo detuvo sosteniéndole un brazo.

-Mañana te invito a almorzar y por la noche a cenar -sonrió-. Quizás podríamos ir al cine después.

-Muy bien -las palabras salieron involuntarias de su boca mas no hizo nada por rectificarse.

El empresario se acercó hasta él y como minutos antes le dio un casto beso en la mejilla muy cerca de sus labios.

-Hasta mañana entonces.

-Hasta mañana -contestó, y salió del coche cerrando la puerta tras de sí.

Joshua le sonrió sensual desde adentro y puso en marcha el auto desapareciendo entre el escaso transito nocturno. Elías tardó varios minutos en moverse del lugar.

Cuando entró a su casa la sala estaba en penumbras. Conociendo de memoria el lugar caminó con cuidado sin chocarse con ningún mueble y al llegar a su habitación cerró la puerta y sin encender la luz se acostó con ropa y todo en la cama. En la oscuridad apenas podía reconocer el mobiliario de su alcoba, pero quizás esa oscuridad le ayudaría a poner en claro sus ideas.

Había sido un día muy particular, y debía reconocer que había disfrutado más de lo previsto de la compañía del, para él, hombre más insoportable del país. Meditando sobre los acontecimientos cayó en la cuenta de que después de aquella noche, en la que casi se había acostado con él, ya nada volvería a ser igual. Un pensamiento agudo e insistente no le permitía seguir adelante como si nada. Ese pensamiento, ese sentimiento, lo estaba carcomiendo por dentro y necesitaba, no, exigía salir a la luz. Giró sobre la cama quedando totalmente boca arriba y en sus labios una frase se formó ardiente e imparable como firmando su sentencia de muerte. Al menos para sí mismo quería decirlo.

-Te deseo -musitó tan bajo que sus oídos apenas lo percibieron-, pero juro que voy a reprimir este sentimiento. No soy gay. -La angustia ganó su alma y acurrucándose hasta quedar en posición fetal se abrazó a sí mismo e impotente dejó escapar una lágrima de sus orbes ambarinas-. Soy patético. No puedo sentirme atraído por él. No debo sentirme atraído por él. Está mal.

Cerró los ojos deseando olvidar, pero supo que le iba a ser prácticamente imposible.

El deseo era cada vez más fuerte.

 

Continuará...

 

Notas finales:  

Bueno quería esperar un poco mas para subir el capitulo ^^, pero bueno como es mi cumpleaños XD XD, quise regalarles el cap 14 XD XD XD. Así que ya saben saludos. regalos, comentarios van a ser muy bien recibidos. Como ya dije iba a esperar un poco para subir el capitulo, pero saben que?? El año pasado fue un año muy feo para mi y para esta fecha no tenía ganas de festejar nada, a pesar de que en este año hay personas que ya no van a estar a mi lado creo que estoy un poco menos triste, y que mejor manera de festejarlo con ustedes ^^.

Me doy cuenta que hay muchas personas que no se animan a dejarme review ^^, pero que me leen igual no los voy a obligar ni nada XD XD, se que hay algunas autoras que dejan sus mail para aquellas que no son muy amantes de los comentarios es por eso que decidí hacerlo yo también, por si tienen ganas ya saben ^^. Y claro aquellos que a los que quieran dejar comentario y mandarme mail serán muy bien recibidos.

Makino-tsukushi@hotmail.com

 

Bueno espero que les haya gustado el capitulo ^^, ya saben cualquier comentario será muy bien recibido Ycomo regalo además les dejo un boceto que hice de Marco hace mucho, se que no esta terminado pero como es un personaje muy alegre y despreocupado XD XD, me pareció justo para la ocasión (Maki quiere festejar por todo lo alto XD)

http://makinito.livejournal.com/ o en el foro de amor yaoi

http://www.yaoi.es/foro/index.php/topic,2292.15.html

 

La pagina sigue andando medio mal T-T por eso acá le dejo mi respuesta al review de Mayu Yui.

 

Mayu yui : ^^, si quizás pronto las cosas empiecen a cambiar. Con lo que se refiere a la historia bueno desde un principio quise plantear el problema que se genera en un personaje que tiene sus convicciones y creencia muy arraigadas y que pasaría si viene alguien a moverte el piso completamente y empiezas a dudar de todo. Elías no es homofobico,y tampoco es muy religioso ni conservador, simplemente le cuesta aceptar que se esta sintiendo atraído por alguien de su mismo sexo, su vida ha sido siempre luchar y proteger a su familia nada mas y de pronto viene alguien y lo humilla obligandolo a tomar deciciones que en otras circunstancias no tomaria. Joshua por el contrario intento no incluir sus sentimientos y mostrarse frio y calculador, pero no pudo, y ahora esta enamoradisimo XD.

A Marquito XD, secretito XD. ya lo sabras XD-

Gracias por tus palabras, siempre trato de dar lo mejor de mi a la hora de escribir, y en lo personal amo mostrar los sentimientos de los personajes es lo mas atractivo para mi. NO me gusta mostrar a personajes debiles, prefiero mostrar a aquellos que luchan por lo que quieren y por lo que aman. NO se si lo estoy logrando, pero sinceramente les agracezco a todos por tomarse el tiempo de leer sobre este pequeño mundo que he creado^^. Besos, Makino Tsukushi.

Bueno gracias a todos muchos besos Makino Tsukushi.


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