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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo: Bueno algo subiditoXD, espero que les guste.
 

Capítulo 15. Pasiones y desengaños

 

 

Con la seguridad que lo caracterizaba se pasó los dedos por su larga cabellera negra y, después de meditarlo por un momento, decidió llevarlo suelto. Se acomodó el cuello de la camisa y se prendió el cinturón. Observó por última vez la imagen que le devolvía el espejo y con una sonrisa de aprobación salió de su habitación. Vestido de esa manera parecía otro.

-¿Se puede saber a dónde vas?

El hombre que había realizado la pregunta se encontraba concentrado en la sección deportiva del periódico y ni siquiera levantó la vista cuando habló.

-Elías me pidió que lo acompañara a su trabajo -resumió Marco a su padre algo molesto por la curiosidad del hombre.

El señor Ricardo Ayala bajó el periódico y observó a su hijo con aire crítico. Levantó su ceja derecha en una expresión divertida y su mullido bigote se elevó levemente ocultando la sonrisa que sus finos labios dibujaban.

-¿Y por qué vas tan arreglado?

-Papá, el lugar a donde voy es un sitio muy importante.

-¿Vas a la cancha de Boca? -preguntó el hombre con interés.

-Ya te dije que voy a acompañar a Elías a su trabajo -repitió el muchacho. 

-El único sitio importante que yo conozco es la cancha de Boca, lo demás es secundario.

Marco sonrió ante el comentario de su padre. Con sus cuarenta y ocho años recién cumplidos, Ricardo Ayala era hincha fanático del fútbol y Boca Juniors era el club de sus amores. Desde que Marco tenía uso de razón su padre se había encargado de inculcarle la pasión por dicho deporte y, si por él hubiera sido, el muchacho se habría convertido en un nuevo Maradona, pero no estaba en su persona obligar a su hijo a hacer cosas que no deseaba, cualquier oficio o profesión que el joven eligiera estaba bien, la única condición que le ponía a cambio era que de vez en cuado lo ayudara en el pub que manejaba o que lo acompañara a ver algún que otro partido de Boca.

-Decile a mamá que voy a llegar tarde, que no me espere a almorzar.

-Muy bien -concordó abriendo de nuevo el periódico-. Y no hagas planes para el domingo que hay partido.

-No te preocupes -sonrió el muchacho tomando su abrigo del perchero-, no me olvidé de nuestra salida.

Se despidió de su padre sacudiendo brevemente la mano y aún sonrientes salió de su casa.

 

 

No dejaba de sorprenderlo todo el lujo a la cual esa gente estaba acostumbrada. Mientras esperaba que Elías volviera se dedicó a estudiar el lugar en donde iba a realizarse la sesión de fotografía. Otros jóvenes que tenían más o menos su edad aguardaban con él. Según su amigo le había contado, J&E haría una campaña gráfica en donde varios jóvenes imitarían a un equipo de fútbol vestidos con la indumentaria del local. Bajo el lema "El juego de la moda", la empresa sacaría unas seis portadas diferentes en donde se pasaría de la ropa formal a ropa informal o deportiva.

Como le había dicho Elías, la paga era buena y sólo serían un par de fotos, el trabajo era sencillo.

-Perdón por haberte hecho esperar

Marco volteó al escuchar la voz de su amigo, y se quedó callado al ver que no estaba solo.

-Él es Marco -lo presentó el joven a las dos personas que venían con él-, mi mejor amigo. Marco, él es Gabriel -señaló al hombre- y ella es Lorena.

Gabriel no dijo nada, ni siquiera intentó estrecharle la mano. Sólo se limitó a observarlo descaradamente como si de una mercadería del supermercado se tratara.

-Bueno -dijo el publicista después de unos minutos-, no está mal, aunque no me convence mucho, pero teniendo en cuenta que van a ser fotografías grupales, no creo que influya.

Marco lo miró escandalizado y algo enojado.

-No le hagas caso a Gabriel -sonrió Lorena-, yo creo que estás bien, sólo que a él le encanta poner nervioso a los principiantes.

El muchacho abrió y cerró la boca varias veces indignado pero no refutó.

-Carla. -Lorena se dirigió a una mujer que acababa de ingresar al lugar cargando una enorme mochila en su hombro derecho-. ¿Creés que puedas hacer algo por este chico?

La joven se acercó e, igual que Gabriel, observó con ojo crítico al muchacho por unos minutos.

-No te preocupes, Lorena, nada que mi maquillaje no pueda corregir, además -agregó- con esa cara tan hermosa no necesita de mucho -fue el veredicto de la chica, que sin más siguió caminando para reunirse con los otros jóvenes.

-Es la maquilladora -musitó Elías a su amigo viendo su expresión de felicidad por el comentario de la mujer.

-Sabemos que no tenés ninguna experiencia en estas cosas -comenzó Gabriel-, pero van a ser sólo un par de fotografías para culminar con la campaña. Y como ya usé a modelos desconocidos, no quería cambiar ahora.

Formando dos filas, algunos parados y otros sentados, con un total de once personas, la fotógrafa usó con maestría su cámara y, moviendo como una experta jugadora de ajedrez cada una de las piezas en su tablero humano, plasmó con indiscutible experiencia el espíritu de la empresa.  

Como se lo habían advertido, el trabajo no duró mucho, y después de tres horas de cambios de ropa y flashes fotográficos la mujer bajó la cámara y con una sonrisa de satisfacción dio por concluida la sesión.

-¿Venís conmigo a comer? -Marco se puso de cuclillas junto a la silla de estilo antiguo, que había quedado del decorado anterior, en donde su amigo tomaba un pequeño descanso.

-No, Gabriel me dijo que quería hacer unas pruebas para otro cliente. Voy a tener que quedarme un rato más.

Vestidos de trajes de gala, ambos muchachos parecían importantes y adinerados empresarios que hablaban de sus increíbles viajes alrededor del mundo o de sus negocios y acciones en la bolsa. La elegancia que irradiaban los dos podía engañar a cualquiera.

Un flash se disparó sobre ellos, interrumpiendo la conversación.

-Perdón por el atrevimiento. -Maria Cossio, la prestigiosa fotógrafa, sonreía como si la hubieran atrapado haciendo una travesura-. Es que me pareció una fotografía perfecta -disparó nuevamente el flash-, prometo hacerle una copia para cada uno, pero permítanme un par de fotos más.

-Debería cobrarle por permitirle tomar fotografías de mi hermoso rostro -comentó Marco a Elías, mas ninguno de los dos se movió de su sitio.

 

 

No sabía por qué ni para qué había ido hasta allí, pero por alguna razón que desconocía  le apetecía ver a sus primos. Su casa se hacía cada vez más grande y la soledad era su única compañera. Preso de fantasmas del pasado que no dejaban de atormentarlo, decidió escapar y buscar refugio en los únicos familiares que tenía. Sin darse tiempo a meditarlo atravesó la puerta de entrada y con pasos ágiles se dirigió a la recepción.

-Buenos días -saludó amablemente a la  recepcionista cuando estuvo junto a ella-, mi nombre es Alejandro Spenser, primo del señor y la señorita Reisig. ¿Podría anunciarles  que estoy aquí?

La muchacha le regaló una sonrisa algo contrariada, pero Alejandro no se inmutó. Pocas eran las veces en las que se había acercado hasta el edificio de J&E y dudaba mucho que cualquiera de los empleados que allí  trabajaban lo conociera. La joven levantó el tubo del teléfono y marcó el interno de la gerencia; la secretaria de Joshua atendió al otro lado de la línea. Después de una corta charla la recepcionista, colgó el aparato y con la misma simpatía le indicó el ascensor que lo llevaría al cuarto piso. Con cortesía se despidió de la joven y se perdió en el elevador.

 

 

Elías volvió a cambiar de posición y el flash de la cámara se encendió nuevamente. Estaba algo agotado pero igualmente dibujó una amplia sonrisa. La fotógrafa le dio un par de indicaciones y el muchacho obedeció al pie de la letra.

-Listo -dijo la mujer-, eso es todo.

No esperó a que se lo repitieran. Cansado, se encaminó hacia los vestuarios y se metió en el camarín que le habían asignado. El lugar no era muy grande, sólo había dentro de él lo indispensable: un amplio espejo, una mesa repleta de estuches de maquillaje, dos sillas, un perchero colmado de ropa y un baño.

Tomó asiento frente al espejo y suspiró. Jadeante se masajeó despacio el puente de la nariz. El día había sido muy largo y su único deseo era descansar. Desganado, se puso de pie y comenzó a quitarse la ropa. El elegante traje que había utilizado para realizar el porfolio fue a parar al perchero. Buscó en su mochila la muda de ropa que había llevado y se vistió. Sus jeans gastados y su sencilla remera le sentaban mejor que cualquier costoso traje de J&E.

Como Gabriel le había informado, su nuevo cliente nada tenía que ver con la empresa, se trataba de un hombre muy importante que necesitaba a un nuevo modelo para una línea de perfume masculina que pronto se lanzaría al mercado. Según palabras del publicista, las fotos de Elías que se habían utilizado en el desfile de Lorena le habían gustado mucho. «Usted tiene un aire juvenil y a la vez muy adulto», dijo el hombre con entusiasmo, «me gustaría que fuera la cara de este nuevo perfume», concluyó. El muchacho esbozó una pequeña sonrisa saboreando al máximo la idea de que pronto su rostro sería la imagen de una nueva fragancia masculina, aunque todavía no era nada seguro, se dio el lujo de soñar, algo que ni en sus más bizarras fantasías había imaginado.

A veces tenía la vaga sensación de que su suerte al fin estaba comenzando a cambiar, pero sólo a veces: cuando aquellas extrañas circunstancias que lo habían llevado hasta allí dejaban por un breve momento de rondar por su cabeza.

La puerta del camarín se abrió sin hacer ruido y se volvió a cerrar, Elías al estar concentrado en sus propios pensamientos no se percató de nada y se sobresaltó cuando escuchó hablar a sus espaldas.

-¿Cómo te fue hoy?

La voz de Joshua lo hizo girarse de inmediato. Tranquilo, terminó de acomodarse la remera antes de contestar.

-Bien -sonrió-, aunque estoy agotadísimo.

Joshua también sonrió, el empresario estaba particularmente hermoso ese día. Desde aquella cena en Puerto Maderos, la relación entre ambos parecía haber cambiado un poco. Elías había dejado de estar a la defensiva y aunque no siempre se sentía completamente relajado ante el empresario, al menos ahora podía mantener una conversación civilizada. Extrañamente Joshua había cumplido con su promesa: no había intentado acosarlo de ninguna manera y las veces en que habían salido juntos a almorzar o cenar lo había tratado como a un viejo amigo. El empresario estaba algo cambiado, tanto que a menudo Elías se había visto en la extraña situación de añorar sus insistentes acosos. Pero en el fondo agradecía infinitamente esta nueva relación que se había establecido entre ambos. Este accionar lo ayudaba a escapar de sus propios demonios. Si Joshua no lo provocaba, sus oscuros deseos jamás saldrían a la luz. Sólo restaban quince días para que el trato que tenían ambos caducara, y después de eso estaría libre, y si el empresario continuaba con la misma actitud su honra y su reputación no se verían afectadas, por más que su cuerpo deseara lo contrario.

-Estuve mirando la sesión -comentó Joshua-, y no me arrepiento de haberte propuesto para la campaña.

-Yo no me siento muy cómodo en el papel de modelo -afirmó cansado.

-Pero te sienta bien -rió el empresario-, te ves hermoso en esas fotografías.

El joven trató de ignorar el último comentario, aunque imperceptible eso era lo más cercano a un acoso que había pronunciado el empresario en los últimos días. Tomó la mochila con sus pertenencias y comenzó la retirada.

-Marco me está esperando -dijo encaminándose hasta la puerta.

-¿Podrías cancelarlo? -pidió con una amabilidad poco usual en él, consiguiendo que el muchacho se detuviera-. Me gustaría que saliéramos hoy.

Elías lo miró por un momento dispuesto a negarse pero no pudo, le fue completamente imposible hablar. Algo en aquella verde mirada lo enmudeció y en su mente deseó con ansias que el viejo Joshua hiciera su aparición.

-Me está costando mucho -musitó el empresario después de un breve minuto, como escuchando el interno ruego del muchacho-. Sé que te prometí que sólo trataría de ser tu amigo y que no iba a intentar nada, pero no puedo. Me gustás.

Ahí estaba de nuevo, como tantas otras veces. Un agradable escalofrío recorrió la columna vertebral del joven.

-Perdón -murmuró Elías después de un rato, volviendo a tomar aquella actitud tan altanera de forma inconsciente-, pero no puedo hacer nada -no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente.

-Si que podés -aseguró Joshua-, aceptalo -pidió-, aceptalo y dejá de torturarme, de torturarnos. Aceptá que te atraigo tanto como vos me atraés a mí. Y sólo por una vez permitime que te haga el amor.

Elías lo miró sorprendido, tal vez dolido, algo en el discurso del empresario no encajaba. Quizás esa ultima frase tan fuera de lugar.

-Con que facilidad te atrevés a hablar de amor -musitó-, yo diría que esto es sólo una simple  atracción física, por llamarlo de una manera más suave.

Joshua como toda respuesta emitió una leve carcajada que irritó aun más al muchacho. La vieja faceta del empresario volvía a salir a la luz y él por más que anhelaba volver a verlo así, no  quiso demostrarlo.

-Como quieras, la realidad es que no podés negar que te sentís atraído por mí.

-Pero que insoportablemente engreído y egocéntrico sos...

-No soy ninguna de esas dos cosas -interrumpió-, sólo estoy diciendo la verdad.

Se acercó hasta el muchacho como queriendo afirmar sus palabras. Elías adoptó una postura desafiante pero no se movió. Ni siquiera respiró. El aire se contuvo involuntario en sus pulmones. Cualquier mínimo movimiento significaría la derrota, y deseaba con fuerza sufrir esa derrota.

-Dios, Elías -murmuró cansado el empresario-. ¿Por qué sos tan  testarudo? ¿Por qué no te apiadás de mí y dejás de torturarme?

«Porque me da miedo», pensó el joven para sus adentros.

-No quiero... -logró articular.

-Si que querés -musitó cerca de sus labios-, pero tenés miedo, terror y te cuesta asumirlo.

-Está mal -dijo rendido-, está mal -repitió como si esas palabras significaran un castigo.

Joshua esbozó una pequeña sonrisa.

-No está mal sentirse atraído por un hombre, no está mal desearte como te deseo -susurró-, no está mal que vos sientas lo mismo y tampoco está mal que nos dejemos llevar por lo inevitable.

No lo dejó refutar. Antes de que Elías abriera la boca, el empresario salvó la distancia que los separaba y, atacando con hambre voraz, selló sus labios en un beso ardiente y anhelado. Rodeó la cintura del joven atrayéndolo hasta él, refregando con ansias su sexo que, cual león hambriento y lujurioso, pugnaba por satisfacerse encontrando como consuelo a su endurecido estado el calor que a través de la tela irradiaba el tibio cuerpo del muchacho.

Harto de luchar, Elías elevó los brazos para rodear el cuello del empresario, respondiendo con igual ímpetu y ferocidad a aquel ataque que sus labios recibían. Lo había deseado tanto que no quería tan siquiera pensar, ya que si lo hacía la cordura terminaría por acobardarlo y como siempre volvería a rechazar aquello que durante tantas febriles noches había deseado.

El empresario lo empujó lentamente hasta hacerlo chocar contra la pared. Cuando lo tuvo acorralado abandonó sus labios tomando como nueva víctima su pálido cuello atacándolo con voracidad.

La mente de Elías era un torbellino de confusión. Lo deseaba y le agradaba estar entre sus brazos pero no podía dejar de sentir miedo.

-Basta, por favor... -musitó entre suaves jadeos.

-Vos no querés que pare -murmuró el empresario mordisqueando ferozmente su cuello.

-Esto no está bien, no puedo controlarlo -articuló-, no te aproveches.

El empresario no le hizo caso, volvió a apoderarse de sus labios hundiendo su lengua obligándolo, instándolo a responder. Lo acorraló aun más contra la pared y Elías, pegando su cuerpo al de su atacante, hundió sus largos dedos en la oscura y sedosa cabellera del empresario. Una mano descendió atrevida hasta el pantalón del muchacho y, colándose indecente por debajo de este, tomó el sexo endurecido haciéndolo gemir involuntariamente de placer. Estaba completamente perdido y evidentemente excitado.

-Tu cuerpo no dice lo mismo -murmuró Joshua, comenzando nuevamente ese tortuoso masaje-, tu cuerpo me desea.

-No lo hagas...-jadeó disfrutando de las caricias.

-Si querés que pare -musitó-, deteneme vos.

Elías quiso, intentó moverse, pero no pudo. Con un deseo irrefrenable levantó febril el rostro del empresario obligándolo a enfrentarse a su mirada.

-Pará, por favor -jadeó.

-Lo siento pero es tarde, estás tan caliente como yo -en un único movimiento le bajó el pantalón y la ropa interior dejando al descubierto solamente lo necesario-. Únicamente voy a parar  si vos me detenés -sensual lamió con la punta de la lengua el labio inferior del muchacho-. Vamos Elías -susurró-, obligame a detenerme.

No lo detuvo.

Sus labios se volvieron a unir en un candente beso. El cuerpo de Elías ya no se resistía y su mente rogaba por más intimidad. Con ardiente anhelo respondió a los besos del empresario y buscó y saboreó sus labios logrando acallar sus gemidos sobre ellos. Joshua atacó con ahínco, hambriento abandonó sus labios para ocuparse nuevamente de su cuello

-Dios, Elías... -jadeó Joshua-, estamos bastante excitados. -Tomó una de las manos del muchacho y suave pero con firmeza la guió hasta esa parte de su pantalón que cubría su intimidad despierta y excitada-. ¿Podés sentirme? -Algo asustado y avergonzado el muchacho intentó retirar la mano pero el empresario lo sostuvo fuertemente-. Por favor, no te detengas.

-No... no, no quiero...

Joshua tomó nuevamente el miembro del muchacho y comenzó a masajearlo sin soltar la mano que sostenía sobre su propia erección. Con lentitud se acercó y depositó un suave beso en los labios del muchacho.

-Por favor Elías... -suplicó entre jadeos-, acariciame, tocame.

Lenta y sensualmente siguió masturbándolo al tiempo que soltaba la mano del muchacho invitándolo a tomar él solo la iniciativa.

Elías no se movió, dejó su mano en el mismo lugar en donde el empresario la había dejado. Le era imposible pensar con coherencia cuando su cuerpo estaba siendo sometido a tanto placer. Sus ojos se toparon con las orbes verdes del empresario encontrando un deseo suplicante que hipnotizaba. Sin meditarlo le bajó el cierre del pantalón y coló su mano tomando entre sus dedos la orgullosa erección del millonario y  recibiendo en agradecimiento el más placentero gemido.

Se arrepentiría, sí, quizás más tarde se arrepentiría, pero en ese preciso momento eso no le importaba, su mente sólo se concentraba en regalar caricias y en recibir la misma recompensa a cambio. Nada más importaba.

Sólo gemidos, jadeos, algún beso o lametón recibido o regalado fue lo único que se escuchó a lo largo de interminables y fogosos minutos en donde las caricias mutuas eran las únicas protagonistas. El muchacho jamás creyó que aquel hombre pudiera causarle tanto placer y de alguna forma inconscientemente quería devolver las caricias recibidas, y descubrió fascinado que los gemidos del empresario le agradaban con demasía. El clímax llegó caliente, dando punto final a aquel arrebato de locura, recibiendo entre sus dedos el líquido fogoso del empresario y luchando por volver a la cordura, enterró su rostro en el hombro de su amante y se derramó en  aquella mano que le había causado tanto placer.

-No es suficiente -musitó el empresario cargado de lujuria-, por favor vamos a mi casa.

Elías no respondió. Como aquella vez se había dejado llevar por sus negros deseos y no quería meditar sobre ello. Giró la cabeza para no mirar al empresario y con algo de dificultad y pudor se subió la ropa interior y el pantalón.

-¿Por qué me hacés esto? -musitó derrotado-. ¿Por qué insistís en torturarme?

El empresario depositó un suave beso sobre la sonrosada mejilla del muchacho.

-Porque te deseo y vos a mí -concluyó.

Elías permaneció quieto, intentado controlar su agitada respiración. En su mente un millón de diferentes imágenes se proyectaron como si de una película erótica se tratara. Estaba plenamente consciente de que lo que estaba experimentando era nada más que una simple atracción física. También era dolorosamente consciente de que era la primera vez que se sentía atraído con tanta fuerza hacia una persona de su mismo sexo. Toda la educación moral y religiosa que le habían inculcado desde pequeño se habían venido a pique desde el mismo momento en  que había decidido aceptar la escandalosa propuesta del empresario, pero el hecho de que ahora él también deseara probar aquella fruta prohibida que el empresario le ofrecía lo alarmaba, hasta el punto de aterrorizarlo. Sentirse atraído por un hombre no estaba bien. Una cosa era aceptar la propuesta viéndose obligado por las circunstancias y otra muy distinta era hacerlo por satisfacer sus propios deseos. No quería pensar. Nervioso tragó saliva y sin tener aún una decisión tomada abrió apenas los labios y las palabras fluyeron evidenciando lo que su cuerpo deseaba.

-Voy a decirle a Marco que no me espere.                                                               

Joshua lo miró sorprendido mas no se atrevió a emitir palabra alguna.

 

 

Con una excusa infantil logró que su amigo se marchara sin él y se apresuró a subir al cuarto piso en donde lo aguardaba el empresario. Seguramente cuando toda  esa locura   terminara lo lamentaría, pero en ese preciso momento quería hacerlo, no estaba seguro de cómo culminaría esa noche pero por primera vez en su vida deseó seguir sus impulsos, aunque eso implicara ir en contra de todos sus principios. Bajo la piel, incrustada en lo más profundo y ganándole batalla a su racionalidad, la locura había ganado la batalla y sólo restaba dar aquel temible paso que lo marcaría para siempre. Como un condenado a muerte al que se concede su último deseo antes de que los terribles disparos sellaran su alma en la eterna oscuridad, él deseaba sentir por única vez esas prohibidas sensaciones que sólo el empresario podía saciar.

La puerta del ascensor se abrió y la elegante antesala de la gerencia lo recibió. Nervioso, caminó lenta y cansinamente hasta el escritorio de la secretaria. Se anunció con una leve sonrisa, y muy amablemente la joven lo invitó a esperar dentro del despacho. El empresario aún se encontraba en el quinto piso. El muchacho siguiendo las órdenes de la secretaria se metió en la oficina de Joshua.

Grande fue su sorpresa al comprobar que dentro del lugar había alguien más. Aquel hombre le resultaba vagamente familiar, cabellos castaños y ojos azules, algo en su porte le recordaba a Joshua. El desconocido lo estudió con igual interés, buscando en algún rincón de su memoria un recuerdo que le informara en donde se habían visto anteriormente. Como si su tácita pregunta hubiera sido respondida, el desconocido esbozó una leve sonrisa.

-Perdón -se disculpó el muchacho-, no sabía que había alguien.

-No se preocupe -contestó el hombre con tono formal-, sólo estoy esperando a mi primo para despedirme de él. No me molesta su presencia, para nada.

A pesar de eso, Elías se sintió incómodo, o quizás fue el silencio sepulcral que se instauró entre ambos lo que no dejaba de molestarle. En algún rincón de su consciencia llegó a pensar que ese individuo sospechaba las verdaderas razones por la cual él se encontraba allí, sintió que en su  rostro estaban tatuados indelebles sus indecorosos deseos. Pero luego de lo que fue una fracción de segundos esa idea se le antojó ridícula e imposible.

-Su cara me resulta familiar -dijo el desconocido después de unos minutos-, ¿por casualidad no estaba usted en el desfile de Lorena Reisig?

-Sí, modelé en él.

-Sí, ya lo recuerdo -sonrió-. Usted es uno de los compañeros de mi primo.

No sabía por qué pero la palabra "compañeros" sonó muy desagradable a oídos del muchacho.

-Mi primo tiene muchos amantes -prosiguió el hombre-, y me sorprende el buen gusto que tiene para elegirlos.

La conversación estaba virando a rumbos completamente impensados y Elías comenzaba a ponerse nervioso ¿Cómo sabía ese tipo que él y Joshua eran "amantes"? ¿Acaso el empresario le había informado algo?

-Tengo entendido que Joshua paga por sus servicios. -Elías palideció, y sintió que sus piernas perdían estabilidad-. No sé cuánto dinero le esté cobrando a él, pero me interesaría, si es que usted lo desea, que cuando termine el trato con Joshua, considere la opción de servirme a mí. Como amante, por supuesto -acotó con tranquilidad-, pagaré bien por sus servicios -sonrió-. No es la primera vez que comparto amantes con Joshua.

Humillación, odio, desprecio, una mezcla de sentimientos se agolparon en su pecho dejándolo momentáneamente sin respiración.

La vergüenza se convirtió en rabia, el deseo que había sentido minutos antes por el empresario se esfumó siendo reemplazado por un odio verdadero sintiendo su alma cruelmente traicionada y burlada de la manera mas ruin.

¿Pero de qué se sorprendía? Desde el principio ese era el único objetivo que había tenido Joshua para con él, y no iba a cambiar, pero el saber que lo había pregonado a los cuatro vientos, haciéndolo quedar como un trabajador sexual, lo hería en lo más profundo. Supo en ese preciso momento la verdadera materia de la cual estaba hecho el empresario, y se insultó interiormente por haberse dejado seducir y embaucar de manera barata como si de una colegiala enamorada se tratara. «Ya no más», se dijo, nunca más volvería a caer, no ante alguien que lo trataba como a una puta.

-Usted y toda su familia son una banda de psicópatas degenerados que lo único que quieren es coger y pagan lo que sea por ello -musitó furioso-, pero se equivocó conmigo, yo no soy de esas personas.

El llanto amenazó con nublarle la vista y, temeroso de que aquel hombre pudiera verlo, se giró furioso con la firme intención de no volver a ese maldito lugar en donde nunca tendría que haber puesto un solo pie. Deseaba poder desaparecer para siempre y olvidarse de la locura que había estado a punto de cometer, deseaba olvidarse de la pasión que crecía en su interior dejándolo en ridículo ante todo el mundo siendo la marioneta de aquel engreído empresario, quiso huir, mas la figura del empresario se materializó en la entrada reavivando su cólera.

-Elías -sonrió ajeno al estado de ánimo del muchacho-, ¿ya estás listo?

En dos grandes zancadas salvó la distancia que los separaba y empujó con furia al empresario, provocando que casi perdiera el equilibrio, para luego cruzar la puerta.

-¡No quiero volver a verte, maldito hijo de puta! -gritó furioso, dirigiéndose a la escalera de emergencia precipitándose por ella. Si esperaba el ascensor le daría tiempo al empresario de alcanzarlo.

Momentáneamente perturbado, Joshua no se movió. ¿Cómo era posible que Elías cambiara de parecer en tan solo unos minutos?

-¿Pero qué mierda...? -farfulló molesto, mirando incrédulo la puerta de su oficina.

-Creo que yo tengo la culpa.

            El empresario giró desconcertado y por primera vez  se dio cuenta de la presencia de Alejandro dentro de su despacho. Por unos instantes se vio acorralado entre el deseo de salir corriendo tras Elías y el de quedarse con su primo. Sus piernas tardaron en reaccionar, y cuando por fin su cerebro puso es orden sus ideas giró sobre sus talones para seguir al muchacho, mas su primo lo detuvo.

-Perdón, no fue mi intención meterte en problemas.

-¿Qué pasó? -preguntó alarmado y perplejo deteniéndose junto a la puerta-¿Y qué estas haciendo todavía acá?

Alejandro no respondió, se sentía culpable, sin pretenderlo había metido en problemas a su primo. Joshua presintió que algo malo había sucedido y rogó al cielo por que su primo tuviera una explicación razonable para todo lo sucedido. Reprimiendo una maldición miró una vez más a Alejandro.

-Mas te vale que no haya sido nada grave -musitó con los dientes apretados.

Emitida la amenaza salió del despacho en pos del muchacho que a esas alturas ya le llevaba una buena ventaja.

 

 

Caminó, casi corrió. De tanto en tanto, miraba hacia atrás rogando que Joshua no le diera alcance, pero grande fue su sorpresa, o tal vez decepción, al comprobar que el empresario ni siquiera se había tomado la molestia de seguirlo. Todo había sido una farsa. Agotado después de su vertiginosa huida, se detuvo para tomar aire. Las lágrimas que tan tozudamente había reprimido se agolparon en sus ojos dándole un aire cristalino. Respiró hondo y cerró los ojos secándose con fuerza sus orbes marrones con el dorso de la mano para quitar todo indicio de llanto. Desde el principio lo supo y no tenía por qué sorprenderse, pero, ¿por qué dolía tanto si sabía que sólo los unía la lujuria? Quizás el sentirse humillado y el hecho que el empresario lo había utilizado y que se permitía la libertad de ofrecer su supuestos servicios a terceros le causaba dolor y rabia. O tal vez el hecho de que había estado a punto de caer entre esas redes convirtiéndose en su juguete. Su amor propio estaba herido, pero también sentía una terrible sensación de vacío. ¡Qué estúpido había sido!

 

 

Continuará...

Notas finales:  

Bueno XD XD, se que me van a querer matar o tal vez no XD, en fin espero que les haya gustado *Por las dudas Maki se esconde en un lugar seguro XD*

La pagina sigue andando mal me quedo un review sin responder y lo respondo por aca a Liho que me dejo un review en el cap 1 ^^

 

Liho: Gracias por el saludo de cumpleaños ^^,  Te gusta Marco?? XD es un personaje que ha ganado muchas admiradoras XD. Y con lo que se refiere a la relación entre Joshua y Elías. Si es cierto Joshua oculta su lado romántico y muestra su faceta fría y calculadora pero es un dulce XD y Elías cada vez esta mas enamorado aunque no lo reconozca ^^. Y bueno Tomas es un personaje que tenía muchas ganas de meter XD. Es que amo a mi gato peludo XD, y nadie como el para ser un confidente de las locuras de Joshua. ^^. Besos linda y gracias por el review.

 

Un especial saludo a Kritious (no recuerdo tu nick bonita T.T) feliz 18 años y gracias por agregarme a tu msn y animo que ya veras como se arregla todo XD.

Y a mi paisa Kumagorito Kaiba que esta de cumpleaños en estos días también ^^. Me río mucho con vos en el msn ^^.

Y gracias a Todas por los saludos hermosos de cumpleaños *maki hace una reverencia* los necesitaba, de verdad después de todo necesitaba que me mimaran un poco.

Les voy a decir la verdad tenía un poco de pánico escénico de subir este cap, es un poco subido de tono y nunca se como lo van a tomar ustedes, perdón por la tardanza y espero que de verdad les guste.

Les dejo un dibujo de Gabriel espero que les guste ^^:

 

http://makinito.livejournal.com/

 

makino-tsukushi@hotmail.com

 

Y como siempre cualquier comentario bueno o malo será bien recibido, besos, Makino Tsukushi.

Pd: de verdad creyeron que Joshua iba a cumplir con su palabra?? XD


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