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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo:   Perdón por la tardanza acá les dejo el capítulo 16, espero que les guste ^^.
 

Capítulo 16. Todo se complica

 

 

Cuando llegó a la planta baja, Elías le llevaba una buena ventaja. Ahogó una maldición y sin meditarlo se encaminó hasta el estacionamiento, sería mas rápido si hacía su búsqueda en automóvil, pero no llegó a dar un solo paso, ya que la mano firme de Alejandro lo detuvo en el lugar.

-Tenemos que hablar.

Quizás su tono de voz, o tal vez su rostro que delataba culpabilidad, impidió que Joshua rechazara la petición. A regañadientes, permitió que su primo lo guiara nuevamente hasta el cuarto piso.

Fue como una pesadilla hecha realidad, cada palabra que salía de la boca de Alejandro no hacía más que enfurecerlo. Su  rostro se torno serio y por primera vez tuvo verdaderas ganas de matar con sus propias manos a una persona. No podía creer lo que la estupidez de su primo había provocado.

-Pensé que era un profesional -concluyó de verdad apenado por lo que había causado-. No fue mi intención lastimarte, ni a él.

-Pero, ¿qué carajo te pensás? -musitó furioso tomándolo con fuerza del cuello de la camisa-. ¿Con qué derecho te metés en mi vida?

-Vos siempre tenés amantes, y a ninguno lo tomás en serio. Muchas veces los hemos compartido, supuse esta vez era igual. -Se soltó del agarre del empresario-. Yo mismo lo escuché hablar con su amigo sobre la plata que le estabas pagando por sus servicios sexuales...

-¿Cómo es eso? -Ambos caballeros se dieron vuelta para dirigir la mirada hacia la entrada del despacho, Lorena los miraba asombrada-. ¿Elías es un Taxi boy? ¿Le estás pagando? -inquirió atónita.

-Lorena, por favor, -Joshua se vio de pronto acorralado y sin ánimos de dar explicaciones-, no te metas en esto...

-Me voy a meter -dijo enojada-; me voy a meter porque decidiste traer a ese chico a la empresa y porque llegué a creer que de verdad había algo serio entre ustedes dos, pero tal parece que no es así y solo se trataba de un puto que cobra por sus servicios, no tengo nada en contra de tus relaciones promiscuas pero te agradecería que las mantuvieras fuera de este lugar.

-Lorena...

-No -lo interrumpió la joven-. Si lo único que estás buscando es revolcarte como un perro en celo por ahí, al menos tené la delicadeza de no traerlo a este lugar; si te gusta pagar por sexo haceme el favor de no darle a todos tus amantes un puesto en la empresa -dijo enojada-. Llegué a pensar que Elías era de verdad tu novio, pero ahora me entero de que es un taxi boy...

-No es como vos pensás -se apresuró a decir el empresario-. Es un mal entendido, Elías no es un profesional...

-Su amigo decía lo contrario -Alejandro, quien hasta el momento había permanecido callado, decidió intervenir-. Los escuché por casualidad; ese amigo que estaba con él en el desfile le aconsejaba que te sacara todo la plata que fuera posible, que cobrara bien por los servicios que te estaba prestando...

-No es así -cortó el empresario-. Las cosas no fueron como ustedes piensan...

-¿Entonces qué pasa? -inquirió enojada la joven-. ¿Por qué discutían ustedes dos? ¿Y quién es Elías entonces?

-No te lo puedo decir -musitó Joshua.

-¿Por qué? -preguntó-. Te exijo que me des una respuesta, quiero saber quién es él, ya que desde que apareció no dejaste de comportarte como un idiota de catorce años.

No respondió, sabía que nada de lo que dijera podría salvarlo de aquella situación. Y en esos momentos lo único que realmente le importaba era recuperar a Elías.

 

 

La iglesia estaba desértica, sólo el silencio, que la meditación imponía en ese recinto, lo envolvió cuando pisó el lugar. Las imágenes santas custodiaban la morada, solemnes y orgullosas, invitando a rezar una plegaria a cualquier visitante. Elías en cambio se sintió cohibido. Con pasos lentos y tímidos entró en el santuario buscando algo de paz. Por primera vez se sintió sucio e indigno, no tenía derecho a estar allí, sus acciones últimamente dejaban mucho que desear y dudaba que cualquier religioso lo mirara con buenos ojos. Se arrodilló frente a la imagen de un Cristo crucificado y lloró.  Sin ánimos de pensar en todos los acontecimientos que lo habían orillado hasta ese lugar, y evitando cualquier tipo de reproche que su mente se empecinaba en mostrarle, rezó en silencio una oración. Ahora más que nunca tenía que sacarse al empresario de la cabeza.

-Por favor, por favor -musitó bajito-, ayudame a olvidar.

Clavó sus ojos marrones en las baldosas, y sin atreverse a mirar de frente la imagen continuó su plegaria en voz baja.

 

 

Indignada e impotente consultó nuevamente el reloj pulsera para luego volver a dirigir sus ojos a la puerta de aquel sencillo bar. Suspiró aliviada al verlo aparecer por la puerta. Gabriel caminó seguro y sereno hasta llegar a la mesa, y con una leve sonrisa tomó asiento frente a ella.

-Vine en cuanto pude -se disculpó el joven, ya que cuando recibió su llamado se encontraba fuera de la empresa.

Lorena no mostró su molestia por la tardanza del publicista y ni siquiera se quejó por los treinta minutos de espera que tuvo en el solitario bar. Sólo se limitó a exponer los motivos por el cual lo había citado allí.

-Quiero saber la verdad, Gabriel -dijo sin rodeos-. ¿Quién es Elías?

El publicista la miró sorprendido por un breve minuto, mas después suspiró con cansancio. No tenía deseos ni ganas de hablar sobre los problemas amorosos que tan merecidamente se había buscado Joshua.

-Creí que me habías citado para pedirme que fuera tu amante -soltó al fin.

-Gabriel, te estoy hablando en serio -regañó molesta.

-Yo también -desafió mirándola directamente a los ojos y dejándola momentáneamente sin habla-. ¿Por qué no me creés?

Lorena esquivó sus ojos azules incómoda, no estaba allí para escuchar los cortejos de Gabriel, sólo deseaba ayudar a su hermano. Un suspiro derrotado se escapó de los labios del publicista.

-Me gustás de verdad, Lorena -su voz era suave, seductora-. ¿Por qué no me permitís curarte? Por favor...

-No sigas -cortó la joven nerviosa-. Te quiero mucho, pero sos como un hermano para mí -musitó sabiendo que lo estaba lastimando.

Un silencio sepulcral se hizo entre ambos, y Lorena sintió ganas de salir corriendo del lugar. La conversación había tomado caminos peligrosos y no deseaba ni quería lastimarlo; por más que no pudiera corresponder a los sentimientos del muchacho, no era su deseo que él sufriera por su causa.

-No soy y tampoco me siento tu hermano -murmuró cansado para luego agregar-: Y con lo que se  refiere a tu verdadero hermano, te repetí hasta el cansancio que Joshua es un hombre grande y que no necesita de tus servicios de niñera

Quizás por el rechazo recibido o simplemente por el fastidio que le causaba tratar esos temas, el tono que utilizó Gabriel le sonó duro e irónico.

-¿Es cierto que Elías es un taxi boy? -se animó a preguntar la muchacha-. ¿Joshua está pagando por sus servicios?

-¿Por qué no se lo preguntás a tu hermano? -soltó molesto-. Él va a saber responderte mejor que yo.

-Ya lo hice, pero no quiso decirme nada.

-¿Y pensás que yo sí?

Lorena lo miró suplicante. Gabriel le devolvió la mirada en silencio. Quizás no fuera una buena idea tratar de sonsacarle información luego de haberlo rechazado, quizás no era una buena idea acercarse a Gabriel sabiendo de sobra los sentimientos que él guardaba por ella. Aún no se sentía lista para enamorarse nuevamente.

-Sólo quiero ayudar a mi hermano -musitó al fin-. Hace dos días que no hace más que ir a buscar a ese chico y tal parece que a Elías se lo ha tragado la tierra. No quiero que termine lastimado como la otra vez.

-Si esta vez termina lastimado va a ser por su propia culpa -aseguró el publicista-. Te puedo asegurar que Elías Castizaga  es un buen muchacho y no es nada de lo que estás pensando. Fue Joshua el que trató de utilizarlo a su antojo, y le terminó saliendo mal. Ahora esta enamorado, y Elías, por supuesto, no le corresponde. Joshua se merece todo lo que le esta pasando -concluyó.

La joven no se atrevió a agregar nada más. Gabriel a pesar de todo le había dicho más de lo que podía y algo en su tono de voz terminó por convencerla de que Joshua había procedido de mala manera. Tal vez tendría que dejar de preocuparse tanto.

-Aun así, me gustaría ayudarlo -agregó esperanzada-. No me gusta verlo tan mal.

Gabriel sonrió.

-No creo que muera porque su amor no es correspondido -aseguró-. Lo mejor sería que lo dejemos tranquilo. Aunque no lo parezca, a mí también me preocupa Joshua, pero si sigue comportándose como un niño mimado estas cosas van a seguir pasando.

-¿Qué fue lo que hizo? -inquirió curiosa.

-Eligió la forma equivocada para conquistar a Elías -concluyó sincero-, y ahora no sabe cómo volver sobre sus pasos. Su obsesión es tal que hizo cosas que no van con su personalidad y obligó al muchacho a permanecer a su lado aun en contra de su voluntad y sabiendo que el chico no es gay. Está tan enamorado que no sabe cómo actuar -suspiró-. Lo mejor va a ser que se olvide de él. Se lo advertí desde un principio, pero no quiso escucharme.

-¿De verdad está enamorado?

-Sí.

-Yo creí que Elías era un profesional...

-No lo es -interrumpió Gabriel-. Digamos que es una víctima inocente de los caprichos de un millonario.

La muchacha calló. Ahora comenzaba a entender por qué Elías odiaba tanto a su hermano. Pero aún no le quedaba del todo claro de qué manera su hermano había logrado que el muchacho permaneciera a su lado.

-Si decís que el amor de Joshua no es correspondido, ¿por qué Elías decidió trabajar en la empresa? -Algo en todo eso no cerraba-. ¿Cómo hizo mi hermano para convencerlo? ¿Acaso le ofreció dinero a cambio de compañía o algo así?

-Ese fue el error que cometió Joshua -aseguró Gabriel.

Lorena lo estudió por un momento, y varias posibilidades se le cruzaron por la cabeza, una más descabellada  que la otra.

-¿Lo obligó? ¿Lo compró?-inquirió algo aterrorizada tratando de descubrir de qué estratagema se había valido su hermano para obligar a una persona a llegar hasta esos límites. Si Elías era una persona decente, y no se dedicaba a ejercer la prostitución, ¿cómo logró Joshua convencerlo?

-Quizás -musitó el publicista-, no lo sé, sólo te puedo decir que no podemos hacer nada por Joshua. Por el momento, lo mejor será que lo dejemos solo, para que medite un poco sobre lo estúpido que ha sido su comportamiento en estos últimos meses.

Y dando por terminado el tema hizo señas al camarero para que se acercara; Lorena por su parte no insistió con sus preguntas.

El mozo se acercó a la mesa y con una leve sonrisa esperó a que hicieran el pedido. La muchacha abrió los labios mas de ellos no surgió sonido alguno, algo en la entrada del local la había dejado sin habla.

-Mierda -musitó bajito después de un rato-, ¿por qué tienen que venir acá también?

Gabriel al percatarse buscó con la mirada aquellos que había cautivado la atención de la diseñadora. Ahogó una maldición al ver a una pareja acababa de ingresar y que ajenos a la atención  de la cual eran objeto, buscaban una mesa para ubicarse. Aquel hombre que tanto había lastimado a la muchacha en el pasado estaba allí, con su nuevo amor.

-Disculpe la descortesía -dijo Gabriel al mozo-, pero creo que la señorita no se siente bien. -Sacó de su billetera dinero y entregándoselo al mozo agregó-: Esto es por las molestias que le ocasionamos.

-No... no es necesario... -comenzó la joven, pero Gabriel no hizo caso.

-No quiero verte triste -susurró sonriente.

Y con dulzura tomó el brazo de la joven y ayudándola a ponerse de pie la sacó del lugar. Lorena simplemente se dejó conducir.

Como si de una niña pequeña se tratara la guió hasta el auto y la ayudó a subirse en el asiento del acompañante. Si por él fuera no dejaría que nada le hiciera daño.

El viaje lo hicieron en silencio. Lorena parecía debatirse entre fantasmas del pasado y miraba ausente por la ventanilla del automóvil. Pero a diferencia de la vez anterior, ni una sola lágrima rodó por sus mejillas.

-Gracias -musitó la joven sin apartar la vista del paisaje, el publicista sólo asintió en silencio y sonrió.

-Creo que vos necesitas más ayuda que tu hermano -susurró el publicista arrancando una triste sonrisa de los labios de la muchacha.

-Ya no duele como antes -aseguró.

Minutos más tarde Gabriel aparcaba el auto al costado de la acera, junto al edificio en donde la joven tenía su departamento.

-¿Estás mejor? -preguntó el publicista cuando la joven se disponía a bajar del vehículo.

 -Sí -aseguró en voz baja-. Gracias a vos -agregó con ternura-, es la segunda vez que me salvás.

Gabriel sonrió y supo, en ese preciso momento, que las palabras de la joven eran ciertas y que la presencia de su ex pareja ya no la incordiaba. Su esperanza volvió a renacer como un ave fénix y entonces decidió dejar la diplomacia y atacar directamente al enemigo, aunque supiera que la batalla, quizás, estaría perdida de antemano.

-Voy a estar esperando tu respuesta -dijo de pronto, haciendo que la joven lo mirada completamente desconcertada.

-¿Mi respuesta sobre qué? -indagó extrañada

El publicista la tomó del brazo atrayéndola suavemente hacia él y sin darle tiempo a reaccionar se apoderó de sus labios saboreándolos con dulzura.

-Tu respuesta a esta pregunta -musitó sobre los labios de la joven-. Pensalo -agregó, y le soltó el brazo.

Lorena no respondió, lo miró pasmada y algo incómoda por la situación. Luego de unos minutos que parecieron horas abrió la puerta del acompañante y se bajó del vehículo.

-Ha...hasta mañana -murmuró nerviosa.

-Hasta mañana -saludó Gabriel, viendo como la muchacha se apresuraba a entrar al edificio sin volver la vista atrás-. Mi amor... -agregó el publicista sabiendo que la diseñadora ya no escuchaba sus palabras.

 

 

Las profundas ojeras alrededor de sus ojos eran claros signos de que no había dormido bien. Marco podría jurar sobre las santas escrituras que el motivo del estado de ánimo de Elías era nada más y nada menos el millonario dueño de J&E. Con disimulo contempló el perfil del muchacho. Su amigo miraba la pantalla del televisor sin prestarle ninguna atención en realidad.

Algo había ocurrido, de eso estaba completamente seguro.

-¿Por qué no me contás qué fue lo que pasó? -inquirió al fin preocupado-. Desde que viniste después de la sesión de fotografía estuviste muy callado. -Elías se removió incómodo en el asiento y siguió mirando a la pantalla del televisor-. Estamos solos -prosiguió Marco-, mis padres no se encuentran en la casa, podés hablar sin problema.

Por primera vez desde que se conocían, Elías se sintió incapaz de sincerarse con Marco. No deseaba hablar de lo ocurrido, y dudaba mucho que Marco comprendiera la atracción que sentía hacia Joshua. Quizás se burlaría de él por haberse dejado embaucar de esa manera, quizás le restaría importancia diciendo que sólo era la calentura del momento o, peor aún, se reiría por su debilidad y lo despreciaría por haber caído en las redes del empresario. Una y otra vez, había repetido hasta el cansancio el asco que le causaba la simple presencia del empresario, y ahora la realidad demostraba que ardía en una hoguera de deseo por verse sólo una vez entre los brazos de aquel irritante pero, indiscutiblemente seductor, hombre. ¿Qué pensaría Marco? ¿Qué diría su amigo cuando se enterara de que en definitiva Joshua había estado a punto de lograr su objetivo?

-Para él soy su juguete, su diversión -comenzó luego de un largo silencio-. Me trató peor que a una puta.

Marco tomó el control remoto de entre los dedos del muchacho y apagó el televisor dejando la sala en un incómodo silencio. Algo en el argumento de Elías no encajaba. Desde un principio supo que el empresario lo único que deseaba era sexo y que lo había manipulado para que aceptara acostarse con él, entonces, ¿por qué Elías estaba tan herido? Una lógica respuesta surgió en la mente de Marco, pero después de meditarlo la idea se le hizo estúpida e improbable. No era posible que Elías sintiera algo por ese tipo. ¿O sí?

-Desahogate Elías, yo estoy acá, no te voy a dejar.

Con la vista perdida en ningún lugar, Elías parecía meditar antes de comenzar a hablar.

-Quiere que yo me convierta en la puta de toda su familia.

-¿Qué...? -Marco se alejó un poco del muchacho y buscó sus ojos interrogantes, mas Elías no se atrevió a mirarlo directamente.

-Su primo quiere que sea su amante también. -Levantó finalmente la vista-. Quiere que me prostituya para él y su familia. Me está tratando como un puto barato.

-¿Ese tipo que conocimos en el desfile? -preguntó Marco incrédulo-. ¿El que vestía Armani?

Elías asintió con la cabeza.

-El mismo -musitó.

Marco no dijo nada, pasó el brazo por el hombro de su amigo y lo oprimió afectuosamente.

-Él nunca te propuso otra cosa, Elías -musitó-. Desde el principio quería cogerte, quería echarse un polvo y nada más. No me extraña para nada que ahora te ofrezca trabajar para alguien más. Seguro que piensa que como ya lo hiciste una vez no vas a tener problemas en hacerlo de nuevo...

-Pero si no hicimos nada -mintió el muchacho enfrentando su mirada a la de su amigo-. Nunca llegamos a hacer nada.

Furioso y al borde de las lágrimas se acurrucó en el hombro de su amigo y se dejó consolar.

-Mirale el lado positivo -susurró Marco-. Ya no vas a tener que verle la cara al tipo ese. ¿No era eso lo que querías? ¿Que te dejara en paz?

El muchacho no respondió. No quería confesarle a su amigo que a punto estuvo de acostarse con el empresario. Tampoco quería reconocer la atracción sofocante que sentía hacia aquel hombre que tan cruelmente había jugado con él. No quería que Marco se enterara de nada. Levemente asintió con la cabeza.

-Es... lo que deseaba.

-¿Lo es? -Sin darse cuenta Marco había pronunciado en voz alta la pregunta que estaba rondando en su mente durante días. Elías había cambiado mucho desde que conoció al empresario, algo en su semblante le decía que trataba de ocultar algo.

Un tenso silencio se hizo entre los dos, sólo roto por los ruidos provenientes de la calle. Lentamente, Elías levantó la cabeza y miró a su amigo directamente a los ojos. ¡No era posible que Marco sospechara nada! ¿Tan evidente era? «Sí», se respondió a sí mismo, «a él no puedo engañarlo». Marco lo conocía muy bien, y supo aun sin haberlo escuchado de sus labios, que algo había ocurrido entre él y el empresario. Aun así no se atrevió a aceptarlo con palabras.

-Claro que es lo que quiero -argumentó fingiendo enfado ante la duda del otro-. ¿Por qué lo dudás?

-Entonces tus problemas están solucionados -contestó en cambio Marco ignorando el aparente enojo de su amigo-. Ahora estás libre.

-Lo estoy -aceptó en un susurro.

La locura había terminado, el empresario formaba parte de su pasado. Pero... ¿por qué? ¿Por qué le dolía tanto entonces?

 

 

Entre penumbras pudo ver cómo Marco dormía profundamente envuelto de forma extraña con las sábanas. Sonrió sintiendo algo de envidia por su amigo. Hasta ese momento, y desde que había abandonado el edificio de J&E, no había podido dormir más de dos horas seguida. Una y otra vez el arrogante rostro del empresario irrumpía en sus sueños despertándolo a la mitad de la noche.

Se quitó las mantas y se levantó del lecho. El frío del suelo le provocó pequeños temblores cuando sus pies desnudos tocaron la superficie, pero no se preocupó por ello. Caminó hasta la ventana y corrió la cortina. La habitación de Marco se encontraba en el segundo piso de la casa, y desde allí se podía observar la solitaria y poco iluminada calle en la oscura noche.

Nunca antes se había sentido atraído por alguien de su mismo sexo, jamás; sin embargo, el empresario había logrado traspasar sus barreras orillándolo a sentir deseos totalmente pecaminosos. No era amor, nunca podría sentir amor por alguien como Joshua, nunca se podría enamorar de alguien que había jugado con él manipulándolo a su antojo, y aprovechándose de sus necesidades para extorsionarlo, pero eso no descartaba el hecho de que se sintiera atraído sexualmente hacia él. Tanto que quemaba como un hierro candente. Desde un principio ésa había sido la propuesta de empresario, un mes de sexo y nada más, y jamás medito la idea de llegar a disfrutar de los encuentro. Y ahora las cosas se presentaban de manera diferente, el empresario había despertado en él la lujuria y el deseo del sexo, sólo por placer. Deseo que aun después de lo ocurrido seguía más vivo y presente que nunca. El no era un taxi boy, jamás en su vida se planteó aquella opción como una salida para obtener dinero, mas los acontecimientos lo habían llevado hasta allí, y cuando al fin había decidido dejar de luchar contra la corriente y entregarse, su tambaleante castillo de naipes se había derrumbado como si hubiese sido arrasado por una furiosa  ráfaga de viento.

¿Por qué Joshua actuaba de esa manera? ¿Tan retorcida era su mente? Sabía perfectamente que él no se dedicaba a la prostitución, y aun así se había tomado el atrevimiento de gritar a los cuatro vientos la relación que los unía, dejándolo en evidencia a los ojos de todo el mundo.

-Maldito -musitó por lo bajo con la imagen del empresario en su mente-, ¿por qué lo hiciste?

No sabía, no entendía por qué el empresario había actuado de esa manera, o quizás si lo sabía, y se negaba a reconocerlo. Pero, ¿por qué lo había humillado ofreciendo sus supuestos servicios a un hombre que apenas conocía? Furioso, apretó los puños.

-Maldito -repitió.

 

 

No había podido dar con él. Llevaba cuatro días buscándolo y nada, a Elías se lo había tragado la tierra.

-Seguro que está con ese idiota -farfulló furioso refregándose el puente de la nariz mientras se acomodaba en el sillón de su despacho-. Seguro está con él. -Apretó impotente los puños al recordar cómo aquella mañana, Marco le había cerrado la puerta en las narices cuando lo vio-. Ni siquiera me permitió hablar.

Se había quedado haciendo guardia por más de dos horas frente a la casa de Marco y el muy idiota se había tomado el atrevimiento de echarlo sin siquiera permitirle decir una sola palabra.

No podía culpar a su primo por lo sucedido, él y solamente él era el único responsable de todo. Desde un principio la forma que había escogido para acercarse a Elías había sido la equivocada, había actuado en contra de todos sus principios y, por miedo a salir nuevamente lastimado, había terminado por herir a la persona de la cual se encontraba perdidamente enamorado. Merecía el desprecio, el rechazo y hasta el odio del muchacho, pero se supo incapaz de soportarlo. Suficiente tenía con saber que sus sentimientos no eran correspondidos y le resultaba terriblemente doloroso. La atracción sexual nacida entre ambos era real y a pesar de saber que jamás lograría cambiar los sentimientos de Elías para con él, estaba dispuesto a conformarse con pequeñas migajas de placer con tal de mantenerlo a su lado.

Se sentía tan estúpidamente enamorado, y tan impotente a la vez. Merecía su desdicha y mucho más, pero no se conformaba.

-Elías -susurró sintiéndose desolado.

 

 

Los jeans se ajustaban a sus torneadas piernas y la camisa negra realzaba sus suaves y pequeños pechos.

Su cabello castaño estaba recogido en una cola de caballo y hacía una perfecta combinación con sus ojos azules. Con dulzura tomó la pequeña mano del niño que iba a su lado y entró en el gran edificio. Con pasos firmes y seguros atravesó la sala con aire altanero. No se presentó y ni siquiera se detuvo en la recepción para anunciar su llegada, directamente se encaminó hasta los elevadores, oprimió el botón para llamar al ascensor y, antes de que la recepcionista o el guardia de seguridad pudieran detenerla, montó en el aparato y las puertas se cerraron de inmediato. Con la misma elegancia y determinación ignoró a la secretaria que en vano  trató de detenerla cuando llegó al cuarto piso, y sin ningún tipo de explicación abrió la puerta de la gerencia en donde, después de tantos años, volvía a verlo. El niño caminó en silencio a su lado mirando con verdadera curiosidad a su alrededor.

Allí estaba él, tan atractivo y elegante como lo recordaba. Supo en ese preciso momento lo estúpida que había sido al abandonarlo, un error que viviría con ella por el resto de su vida y que dudaba poder enmendar.

Sonrió al ver la cara de asombro mezclada con rabia que puso el millonario cuando sus ojos se volvieron a encontrar. Sin duda a pesar del tiempo trascurrido su recuerdo seguía vivo en la mente de su antiguo amante, pero amargamente comprobó que los recuerdos que él guardaba de ella no eran los más hermosos. Mas no podía culparlo, lo había herido y mucho.

El silencio fue largo y tenso. Los años habían logrado curar sus heridas pero nada lo había preparado para ese tipo de reencuentro. Finalmente, haciendo gala de su frialdad, Joshua se enfrentó a la mujer que tanto daño le había causado.

-¿Qué estás haciendo acá? -inquirió al borde de la furia.

La muchacha ensanchó su sonrisa y, antes de que pudiera responder a la pregunta del empresario, la secretaria entró con cara de preocupación.

-Disculpame, Joshua, no pude detenerla -se lamentó la mujer-. Se metió sin anunciarse.

El empresario soltó un fuerte suspiro y trató de tranquilizarse.

-No te preocupes, Paula -habló con seriedad-. Tomate una hora de descanso; yo me encargo de atender a la señora.

La secretaria asintió con la cabeza y se retiró.

Recién allí cuando se encontró nuevamente a solas con ella se puso a observarla con detenimiento. No sabía por qué después de tanto tiempo había decidido volver y tampoco quería enterarse, esa mujer formaba parte de un pasado que quería olvidar. Seguía siendo tan bonita como la recordaba, incluso más, pero ya no lograba perturbarlo como antes.

-Si no querés que llame a seguridad -conminó entre dientes-, va a ser mejor que te vayas por tu propia voluntad.

-Pero que mal me tratas después de tanto tiempo que no nos vemos.

-No tengo el mejor de los recuerdos de vos -aseguró el empresario-, y tampoco me interesa volver a verte.

-Tengo algo muy importante que decirte...

-Te dije que no me interesa volver a verte y mucho menos escucharte -la interrumpió con furia contenida.

La muchacha sonrió.

-Sin embargo hay algo muy importante que tengo que decirte -aseguró-, y creo que ya es hora de que lo sepas.

El rostro del  empresario no cambió de expresión.

-Elizabeth -pronunció el nombre de aquella mujer y terminó de convencerse de que su pasado ya no le afectaba-, nuestra relación culminó desde el mismo momento en el que decidiste dejarme para huir con otro el día de nuestra boda. No veo por qué después de cuatro años de ausencia decidís venir a molestarme.

-Te equivocas -musitó la chica-, nuestra relación se hizo más fuerte a partir de ese mismo momento. Quedamos unidos para siempre.

Joshua la miró interrogante.

-¿Qué es lo que querés decir? -su tono sonó mas interesado de lo que hubiera deseado.

Elizabeth tomó la mano del pequeño que iba a su lado, y por primera vez el empresario se percató de la presencia del niño. Algo tímido, el chiquillo bajó la mirada y la clavó en sus zapatillas mientras aferraba en una de sus manos un autito de juguete bastante gastado y al que le faltaba una de sus ruedas. La muchacha se puso de cuclillas  quedando casi a su misma altura y lo sonrió con ternura.

-Joshua -volvió a dirigir sus ojos al empresario-, nuestra relación tuvo consecuencias -sonrió-. Te presento a Ethan -hizo una innecesaria pausa para luego agregar-: Nuestro hijo.

El semblante del empresario palideció. Por primera vez, se quedó sin palabras. Confundido, desvió la mirada sólo por unos segundos que fueron suficientes para verlo: Elías estaba parado en la puerta del despacho y miraba con una expresión indescifrable la escena.

-Pe...perdón -logró articular-, no quise interrumpir.

Dio un par de inseguros pasos hacia atrás y un leve movimiento del empresario provocó que se girara y saliera casi corriendo hasta las escaleras.

-¿Quién es él? -inquirió Elizabeth mirando hacia la puerta.

Joshua tardó en reaccionar, y cuando lo hizo ya era demasiado tarde.

-¡Qué te importa! -contestó de mal modo y ahogando una maldición, salió corriendo detrás del muchacho, mas al llegar a los ascensores comprendió que era en vano

¿Cómo era posible que en tan poco tiempo se hubieran interpuesto tantos malos entendidos entre los dos? Era la segunda vez que en menos de diez días corría para intentar atraparlo y era la segunda vez que Elías se le escapaba.  Furioso, giró, y a grandes zancadas volvió a su oficina buscando a la causante de sus desgracias.  Nuevamente Elizabeth volvía a convertirse en su verdugo.

 

 

Continuará...

Notas finales:  

Bueno antes que nada quiero decir que odio cuando ponen a las mujeres como las malvadas en una historia yaoi y juro que tengo motivos, no voy a dar los motivos todavía pero la aparición de Elizabeth tiene un porque. Ya juzgaran ustedes después.

Trato siempre en lo posible de escribir con respeto que si alguna vez alguien de la comunidad gay lee mi fic se sienta cómodo ^^.  

No me voy a cansar de agradecer lo bien que se están portando conmigo, espero estar cumpliendo con ustedes y prometo esforzarme por brindarles lo mínimo de calidad que ustedes se mereces (dentro de lo que puedo XD)

Cualquier comentario, crítica o sugerencia será bien recibido. Muchos besos, Makino Tsukushi.

 

makino-tsukushi@hotmail.com

 

http://makinito.livejournal.com/

 

Pd: T-T me costo actualizar la pagina me tiraba error a cada rato T.T  en fin.


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