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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo:  

Solamente perdón por el retraso, y espero que disfruten del capitulo.

 

 Capítulo 17. Desencuentros

 

 

Si antes había pensado que la relación  con Joshua había terminado, ahora estaba completamente seguro de ello. Jamás debió cometer el error de caer en sus brazos. ¡Nunca! Ahora sólo quedaba el olvido, la única solución a toda esa serie de actos absurdos que se fueron sucediendo desde el minuto mismo en que el empresario se había cruzado en su camino.

En su pecho una extraña mezcla de sentimientos pugnaba por liberarse, por exteriorizarse cual leche en estado de ebullición. Dolor, dolor por lo que no pudo ser, desazón y desconsuelo al saberse burlado. Cada beso y caricia recibida era una herida abierta con filosa daga que hacía sangrar cada centímetro de su cuerpo. Sentimientos confusos para quien se jacta de sentir odio y desprecio por aquel arrogante millonario.

Detuvo su caminata en el medio de una calle desierta. ¿Qué era lo que  realmente le dolía? ¿El engaño? ¿El ser usado como un trabajador sexual? O, ¿simplemente su ego y su amor propio lastimado?

Solitaria, rebelde, una traicionera lágrima surcó su pálida mejilla desahogando la angustia que se había acumulado en él durante los últimos días. Otra lágrima siguió el mismo recorrido, después otra, y otra, convirtiendo su angustia en un incontenible llanto. ¿Por qué le dolía tanto el corazón? ¿Por qué sus traicioneros sentidos se habían ilusionado con aquel hombre? No pudo responderse ningunas de las preguntas, pero tampoco fue capaz  de contener el llanto.

 

 

Ganas tuvo de abalanzarse sobre Elizabeth y echarla a patadas del lugar, o abofetearla por haber sido capaz de inventar tamaña mentira y, más aún, porque Elías había sido testigo principal de toda esa farsa, pero se contuvo.

Observó al niño que temerosamente se aferraba a la mano de su madre. No podía hacer un escándalo frente al chiquillo. Con pasos lentos y seguros se acercó hasta él y se puso de cuclillas.

-Hola -saludó-. Soy Joshua, ¿Y vos...?

-Ethan -murmuró bajito.

-Bueno, Ethan -sonrió-. ¿Te gustaría tomar un helado de chocolate? Yo te invito.

El pequeño abrió los ojos alegre y antes de contestar miró a su madre buscando su aprobación, Elizabeth asintió lentamente con la cabeza.

-Bueno -dijo finalmente después de obtener el consentimiento de la mujer.

Antes de que Joshua pudiera decir una sola palabra, la puerta del despacho se abrió y Lorena apareció por ella.

-Me choqué con Elías cuando venía para acá, parecía alterado... -enmudeció y, al ver a la mujer, de inmediato sacó conclusiones de lo que había sucedido-. Me parece que empiezo a entender... -musitó.

-Lorena, amiga, que gusto volver a verte. -Elizabeth sonrió mas no hizo ningún movimiento para acercarse a la joven-. Me da gusto que te esté yendo tan bien con tus diseños.

-Yo no puedo decir lo mismo -dijo con sinceridad la diseñadora-; a mí no me da gusto verte.

-No esperaba otra cosa de vos  -aseguró con calma Elizabeth.

-Lorena -intervino Joshua-, ¿podrías llevar a Ethan a dar un paseo?  Invitale  un helado en mi nombre, tengo un par de cosas que aclarar con su madre.

La diseñadora no replicó y en silencio cumplió con el deseo de su hermano.

Recién cuando quedaron a solas, Joshua se permitió mostrar parte de la furia que lo embargaba. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantener toda su caballerosidad, tomó con firmeza uno de los brazos de la mujer.

-P...perdón... -balbuceó Elizabeth a la defensiva-, no sabía que ese chico era algo tuyo...

-Sabes muy bien que lo que acabás de decir es mentira, ese niño no es hijo mío -farfulló entre dientes cortando la disculpa de la joven-. ¿Qué querés? ¿A qué viniste?

-Sólo intentaba romper el hielo -murmuró-. Sabía que no ibas a querer hablar conmigo después de lo que pasó entre nosotros y fue lo único que se me ocurrió para llamar tu atención. No fue mi intención crearte problemas, no sabía que entre vos y ese chico... -Dudó por un instante, intimidada por la mirada asesina del empresario, pero finalmente se atrevió indagar-: ¿Es...es tu pareja?

Si la pregunta de Elizabeth lo tomó por sorpresa, no lo demostró en absoluto. Siguió observándola con la misma mirada asesina y ese semblante indescifrable que había adquirido desde el mismo momento en que la joven apareció por la puerta del despacho.

-Eso no es asunto tuyo; además, ¿no te importa decir esas mentiras frente al niño? -inquirió cruel-. ¿Tan poco aprecio le tenés a tu hijo?

Elizabeth no respondió, bajo la mirada como si la pregunta le doliera.

-Me encantaría que vos fueras el padre de Ethan -dijo con sinceridad-. Si pudiera volvería el tiempo atrás y repararía todo el daño que te causé. -Levantó la mirada con algo de altanería y orgullo-. Pero lamentablemente no puedo.

Joshua, se quedó tieso, y sin pensarlo soltó el brazo de la muchacha.

-¿A qué viniste? -repitió nuevamente en un suave susurro.

Por primera vez desde que había llegado hasta allí, la joven se permitió mostrar en su rostro un leve asomo de tristeza y angustia.

-Es lo mismo que me pregunté una y otra vez desde el preciso momento en que puse un pie en el edificio -respondió en tono tranquilo-. Por alguna razón que todavía no puedo entender mis pasos se dirigieron hasta acá. Sabía que te iba a encontrar.

-¿Me estás tomando el pelo? -estalló furioso-. ¿Te estás burlando de mí?

-No -aseguró manteniendo la calma-. Creo que es algo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo, aunque puedo entender que no quieras escucharme  y sé de sobra que cualquier cosa que te diga no va a hacer que me vuelvas a ver con buenos ojos, pero sin quererlo mis pasos me trajeron hasta acá. -Con elegancia comenzó a pasear por el despacho meditando las palabras antes de animarse a emitirlas-. Hace una semana que estoy legalmente divorciada -confesó de pronto-; creo que huir con Ariel no fue la mejor decisión que tome en mi vida -aseguró recordando al verdadero padre de su hijo.

Joshua la miró inexpresivo sin entender realmente a qué venía todo ese discurso.

-¿Y qué tiene que ver eso conmigo? -inquirió con frialdad.

-Nada. No tiene nada que ver con vos. Sé que no me porté muy bien al dejarte abandonado el día de nuestro casamiento, pero la realidad era que no estaba segura. Te quería mucho -aseguró deteniéndose y mirándolo a los ojos-, pero no te amaba.

-Eso no necesitás decírmelo. Creo que cuatro años fueron suficientes como para darme cuenta de que no sentías nada por mí y creo que también cuatro años es mucho tiempo, y no tengo ningún interés en escuchar las razones que tuviste para dejarme abandonado ese día. Antes quizás me hubiera importado. -Por un breve momento se dejo embargar por los recuerdos-. Te busqué durante días -musitó pensativo-,  tenía la esperanza de que volverías arrepentida por lo que habías hecho -sonrió con sarcasmo-, pero el tiempo es sabio y me ayudó a comprender que jamás fui importante para vos.

-No espero que me perdones -confesó con serenidad la mujer-. No tengo excusas, estaba enamorada de otro hombre y decidí hacerle caso a mis sentimientos porque creí que Ariel era el amor de mi vida, no puedo decirte que me arrepiento completamente de lo sucedido, pero sé que al menos te merecías sinceridad de mi parte, y como no fui lo suficientemente valiente como para enfrentarte en ese momento, lo único que me queda ahora para poder empezar de nuevo es pedirte esas disculpas que no te pedí hace cuatro años por haberte lastimado.

El silencio se hizo presente entre ambos, tenso e incómodo. Joshua se permitió observar a la mujer por un largo tiempo, buscando en ella a aquella que alguna vez amó. Había cambiado, a pesar de seguir siendo tan bonita como la recordaba, su interior había cambiado, lejos de esa joven caprichosa e irresponsable que lo había destruido hacía cuatro años atrás, la mujer que se presentaba ante él en aquel momento era madura, y esa capacidad de pedirle disculpas a pesar del tiempo pasado le daban una belleza tan particular que Joshua creyó vislumbrar por un breve momento aquella faceta que tan locamente había amado en el pasado. Sus labios dibujaron una mueca cercana a una sonrisa.

-Lo que pasó entre nosotros ahora ya no me afecta, si viniste a buscar mi perdón podría decirse que hace tiempo que ya lo tenés. No creo que podamos ser amigos después de todo lo que pasó entre nosotros, pero al menos puedo decir que si en un futuro volvemos a cruzarnos voy a poder saludarte sin sentir remordimiento hacia vos. -La miró directamente a los ojos antes de continuar-. Ya no siento rencor hacia vos, ni odio.

Elizabeth lo observó detenidamente.

-No vine a buscar tu perdón, sino a ofrecerte una disculpa. Y me gustaría decir que me arrepiento totalmente de lo que hice -sonrió apenada-, pero dentro de la tremenda equivocación que cometí al dejarte, lo más hermoso que me pasó fue Ethan y eso me hace pensar que tanta estupidez de mi parte al fin y al cabo valió la pena. Aunque su padre sea una basura, Ethan es mi único tesoro.

Caminó lentamente hasta la puerta y antes de abrirla giró apenas el cuerpo para mirar al empresario, quizás por última vez.

-No mentía cuando te dije que me hubiera gustado que vos fueras el padre de Ethan -comentó sincera-. Tenés un gran corazón y yo no supe apreciarlo, no supe amarlo. Como dije no pretendo y creo que nunca me vas a perdonar mi error, pero me alegra haberme quitado este peso de encima y también el saber que no estás solo. Espero que seas feliz, aunque no lo creas mi deseo es sincero. -Abrió la puerta del despacho y antes de salir agregó-: Adiós, Joshua.

El empresario permaneció en el mismo lugar por un largo momento y después lentamente se acercó hasta el escritorio y se dejó caer en el sillón de cuero. Sin darse cuenta, Elizabeth se había convertido en un recuerdo que ya no lo afectaba en lo más mínimo y, contrario a lo que la mujer creía, supo que ya la había perdonado hace tiempo. No. Supo que la había perdonado en el mismo momento en que Elías se cruzó en su camino.

Emitió un profundo gruñido. Lindo momento había elegido Elizabeth para expresar su arrepentimiento. Se reclinó sobre el respaldo del asiento y cerró los ojos. Sus problemas se habían multiplicado por diez y ahora no sabía con qué argumento convencer a Elías de que todo había sido una serie de absurdos malos entendidos. Seguramente el muchacho se negaría a hablarle e intentaría esquivarlo como lo venía haciendo hasta ahora. Con furia apretó los puños a su costado. Nada había sido sencillo desde que se habían conocido. Siempre rogando, siempre suplicando cuando se suponía que tendría que ser al revés: Elías tenía que suplicarle a él que lo amara, tendría que estar arrastrándose a sus pies suplicándole por un momento de placer, y él tendría que dejar de tenerle tantos miramientos y tomar de una vez por todas lo que por derecho le pertenecía.

-Mierda -masculló con los dientes apretados-. Soy un idiota que no tiene una pizca de orgullo. ¡No! -Golpeó con furia el escritorio-. El orgullo lo perdí en el mismo momento en que lo conocí, ese día fue mi perdición. Maldita Elizabeth y maldito Alejandro por meterse en mi vida. -Cerró el puño y con un gesto infantil se dio pequeños golpes en la frente-. Maldito Elías por hacerme sentir esto.

 

 

 

-Muy bien -contestó Elías a la persona que hablaba con él a través del tubo de teléfono-, mañana a las 8:00 voy a estar ahí.

Y después de despedirse colgó el aparato. Al menos su problema laboral estaba resuelto, y todo gracias a Gabriel y a aquel cliente que tanto le había insistido para que fuera el rostro de la nueva fragancia masculina que pronto saldría al mercado. Y como si fuese un regalo del cielo, las sesiones fotográficas se llevarían a cabo en la ciudad de Tandil, a cinco horas de la Capital Federal.

-Si no tengo que volver a mirarlo a los ojos va a ser mas fácil -musitó.

Aquel viaje lo mantendría fuera de la ciudad por lo menos durante un par de días y, lo más importante, estaría lejos del empresario.

Consultó su reloj pulsera, faltaban diez minutos para el mediodía; su madre no regresaría hasta dentro de tres horas y sus hermanos, al tener jornada completa en el colegio, tardarían otro tanto. Un poco de soledad no le haría mal. Se dejó caer en el sofá y con el control remoto en la mano encendió el televisor. El hombre del noticiero recitaba con voz monótona las crónicas destacadas del día: un sin número de acontecimientos nacionales e internacionales que nada tenían que ver con lo que estaba sintiendo por dentro.

De la noche a la mañana su vida había cambiado completamente: había pasado de ser un desocupado a ser un trabajador sexual, no llegando a realizar con hechos los actos que lo calificaban para dicha profesión. Sus sentidos lo habían traicionado despertando en él sentimientos confusos hacia una persona de su mismo sexo y, finalmente, cuando estaba dispuesto a probar los placeres de la homosexualidad, la fantasía se había esfumado. Nadie en su sano juicio podía decir que su vida era aburrida y rutinaria.

Sólo restaban ocho días para que el trato con  el empresario caducara, pero eso ya no tenía la menor importancia. Cerró los ojos; ya no prestaba atención a la pantalla del televisor.

-Lo odio -musitó furioso sintiendo un dolor intenso en su pecho-, lo odio tanto.

El timbre de la puerta lo sobresaltó. Instintivamente apagó el televisor y con pasos lentos se acercó a la puerta de entrada pero sin tener intención de abrirla. Tenía una leve sospecha de quién podría llegar a ser.

 

 

Hundió el dedo en el timbre de la puerta por enésima vez. Sabía perfectamente que Elías se encontraba dentro y también sabía de sobra que estaba solo. Él mismo había visto salir al resto de la familia horas antes. El muchacho podía ser demasiado testarudo cuando se lo proponía. Reprimió el deseo de tirar la puerta a patadas y sacarlo a rastras del lugar para así cobrarle todas las humillaciones y desplantes a los cuales lo había sometido.

Respiró profundamente.

-Mierda -masculló furioso.

Volvió a acercar su mano con la intención de quedarse pegado en el timbre, pero no lo hizo, en cambio apoyó la frente en la puerta de madera y suspiró para luego volver a enderezarse cual alto era.

-Elías -habló mirando a la puerta pero dirigiéndose al muchacho que estaba dentro-. Abrí la puerta si no querés que la tire a patadas y te saque a la fuerza de ahí -amenazó con tranquilidad.

Nada ocurrió; pasaron segundos, minutos, quizás horas, no lo sabía, pero la puerta siguió tan quieta y descolorida como al principio. Se sintió desolado al comprender que el muchacho simplemente no quería volver a verlo, y había encontrado la excusa suficiente para alejarse de él.

-Por favor -musitó derrotado a la  gastada madera-. Por favor, Elías.  -Y supo que sus ruegos no serían escuchados-. Abrí esta puerta de mierda de una puta vez -susurró para sí tan bajo que apenas se pudo oír-. No me hagas esto.

Furioso golpeó la puerta con su puño cerrado y, tras darle una última mirada, se dirigió con pasos lentos a su auto y una vez dentro encendió el motor y se alejó del lugar.

Recién allí, cuando logró escuchar el auto alejándose, Elías suspiró aliviado y se dejó deslizar por la puerta hasta quedar sentado en el piso. Había escuchado todas y cada una de la palabras del empresario a través de esa barrera de gastada madera, y en varias ocasiones se vio tentado abrirle, pero ya no. Si no lo miraba directamente a los ojos se le haría más fácil, de esa forma no caería en la tentación. La distancia era la mejor medicina, no quería ni deseaba volver a caer en sus redes. Ya no.

 

 

Otra vez volvió a marcar el celular del muchacho pero fue en vano, Elías no había contestado a ninguna de sus llamadas. Cerró la tapa con furia y  reprimió el deseo de estrellar el aparato contra el lustrado suelo de su oficina. Las cosas estaban cada vez peor. Necesitaba explicarle, asegurarle que Elizabeth no significaba nada en su vida, y  que Alejandro era un idiota. Necesitaba decirle lo importante que era para su miserable vida, necesitaba sentirlo, tenerlo a su lado aunque no pudiera tocarlo. Deseaba decirle que lo amaba. Pero últimamente las cosas le estaban saliendo mal. O quizás el error lo había cometido desde el principio, haciéndole esa absurda propuesta. Ahora no sabía de qué forma remediarlo.

-¿Todavía estas acá? -Gabriel estaba parado en la puerta de la oficina y lo miraba con aire cansado-. Pensé que ya te habías ido.

-Sí. -Se puso de pie-. Sólo me distraje un momento, pero ya me voy a mi casa.

-Si querés podemos ir a la mía, tengo un par de cervezas y me vendría muy bien una buena borrachera -suspiró con cansancio-, pero no quiero emborracharme solo.

Joshua sonrió, la idea de Gabriel era perfecta, nada mejor que el alcohol para mitigar los problemas amorosos.

-Me parece que es una idea fantástica -aceptó siguiendo a su amigo hasta el ascensor y oprimiendo el botón del subsuelo en el panel del aparato.

Una vez en el estacionamiento subieron al auto del publicista, dejando el coche de Joshua en el lugar. Al día siguiente iría a buscarlo.

El departamento de Gabriel se encontraba a quince minutos de allí. La morada era algo grande para una persona soltera y Joshua se admiraba de lo extremadamente ordenado que podía llegar a ser su amigo a veces.

El living estaba amueblado con mobiliarios modernos de color crema y un par de cuadros colgaban en las paredes blancas.

El publicista lo invitó a ponerse cómodo mientras él se perdía tras la puerta que daba a la cocina, para volver minutos después con dos vasos de vidrio y una botella de cerveza.

-Tengo más de éstas en la heladera. -Destapó el embriagante líquido y llenó los dos vasos hasta el borde-. Nuestra borrachera está garantizada. -Le pasó uno de los vasos y después elevando el suyo propuso un brindis-: Por el mal de amores. -Y sin esperar respuesta vació más de la mitad del contenido de un solo trago.

El empresario lo imitó, pero su trago no fue tan profundo como lo hubiera deseado. Gabriel vació el recipiente después del segundo trago y lo volvió a llenar.

Joshua observó con detenimiento a su amigo, que con rapidez le daba otro largo sorbo a su vaso de cerveza. El semblante del publicista estaba algo apagado y su cansancio se hacía evidente. Supo en ese preciso momento lo mal que había interpretado su papel de amigo para con él. Gabriel tampoco la había pasado muy bien durante esos últimos días.

-Perdón -musitó Joshua de repente y el publicista lo miró interrogante-. He estado tan inmerso en mis propios problemas que no te presté la debida atención; sé que no la estás pasando muy bien, y ni siquiera me he detenido a preguntarte si necesitabas algo -sonrió triste-. Lorena puede ser un poco cabeza dura a veces, pero supongo que no es fácil para ella tampoco. La he visto muy extraña y distante en estos días.

Gabriel miró al empresario como si no creyera sus palabras, no quería hacerse falsas esperanzas.

-He tenido días peores -susurró disculpándolo. Joshua sonrió.

-Puede ser -aceptó-, pero los problemas amorosos duelen más que una herida de arma de fuego. Lamento no poder ayudarte; no soy el más indicado para dar consejos amorosos.

-No podés obligar a una persona que sienta lo que no siente -meditó Gabriel en voz alta.

-Es cierto.

Su afirmación dolió más de lo que suponía, pero era verdad. La obsesión era la peor de las enfermedades y para él, Elías era como una droga. Pero todos sus intentos habían sido en vano, nada de lo que había hecho había logrado tan siquiera conmover el corazón del muchacho. La necesidad y la desesperación de sentirse acorralado, habían llevado a Elías a venderse sólo por dinero, pero su corazón, su amor, jamás le habían pertenecido. A pesar de que la atracción física era evidente, nunca conseguiría nada más que eso, estaba completamente seguro. Jamás tendría a Elías a su lado si no era por la fuerza. Eso dolía.

-Creo que ninguno de los dos tiene la más mínima esperanza -murmuró el publicista con el vaso nuevamente vacío entre sus dedos.

-A Lorena sólo le tenés que dar un tiempo -sonrió-; le cuesta un poco volver a confiar en alguien.

-Si vos lo decís... -Gabriel no sonaba muy convencido.

-Tan seguro estoy que ya me compré el traje que voy a usar para el casamiento -bromeó-. Porque voy a ser el padrino lo quieras o no.

-Yo no soy tan optimista.

-Ya vas a ver como el tiempo me da la razón -aseguró-. En cambio yo, no creo tener la misma suerte.

-¿Pudiste hablar con Elías?

-Aún no -suspiró frustrado-. No lo pude encontrar, y aunque así fuera, dudo mucho que mi historia tenga un final feliz.

-Te lo advertí -musitó el publicista, sin ánimos de lastimarlo.

-Lo sé, pero no puedo evitarlo, aunque sé que no soy correspondido, no puedo alejarme de él. -Miró a su amigo a los ojos-. Lo amo, ¿me podés entender? Deseo tenerlo cerca aunque sea a la fuerza, y no me importan los medios.

-Pero te estás haciendo daño -arguyó-, y también lo estás perjudicando a él con esta obsesión. Todos piensan que se dedica a la prostitución y vos sabés perfectamente que eso no es así. Comprendo su enfado al obtener esa propuesta por parte de tu primo, y como remate aparece Elizabeth arrepintiéndose por sus errores del pasado. -Hizo una pausa, como si quisiera invitarlo a reflexionar-. ¿No te parece que ya le hiciste demasiado daño? Por tu culpa su reputación quedó manchada.

-No puedo evitarlo -se defendió algo molesto al escuchar tantas verdades-, simplemente lo quiero a mi lado.

Gabriel suspiró, y elevó las manos en señal de rendición.

-Estás tomando el camino equivocado.

-Creo que los dos estamos errados -sonrió con tristeza-, pero yo por mi parte no pienso darme por vencido. -Lo miró directo a los ojos-. Sé que no le soy indiferente.

El publicista sonrió y volvió a llenar los vasos vacíos y elevando la mano invitó a realizar un nuevo brindis.

-Yo tampoco a Lorena.

Joshua imitó el gesto de su amigo y luego bebió el contenido de un solo sorbo. No pensaba rendirse, iba a encontrar la forma de conquistarlo o de obligarlo a permanecer a su lado.

-Siempre creí que vos y Lorena terminarían juntos -dijo de pronto provocando que el publicista detuviera su vaso de cerveza a mitad del camino-. Si no fueses tan lento ya serías mi cuñado oficialmente -sonrió-, pero tu timidez es asombrosa.

Gabriel lo fulminó con la mirada y el empresario sólo se limito a ensanchar más su sonrisa.

 

 

-¿Volvió a buscarte?

Marco terminó de guardar sus cosas en el bolso deportivo y tomando la pelota de fútbol, con la que minutos antes habían estado jugando, abandonó, junto con Elías, la cancha de aquel viejo club de barrio. De vez en cuando era bueno juntarse con viejos compañeros de secundaria y disfrutar del deporte más popular del mundo.

-Sí.

-No te va a dejar en paz -se mofó Marco-, es muy insistente el idiota ese.

-Lo sé -concordó Elías-, pero ya no me preocupa. Hasta ahora me las ingenié para esquivarlo, y ya resolví el tema del trabajo.

-¿Sí?

-Gabriel me recomendó con un amigo suyo que hace publicidad, y quizás tenga que viajar a Tandil en estos días, de esa forma no voy a tener que cruzarme con él.

Marco no dijo nada y el trayecto hasta su casa transcurrió en un pacifico silencio. Por más que Elías se empecinara en negarlo, él sabía que todo ese asunto lo afectaba con demasía. ¿Sería posible que el muchacho se hubiera enamorado del empresario? ¿Sería posible que después de tanto luchar, el estúpido Joshua Reisig se hubiera salido con la suya? Observó con disimulo el semblante de su amigo notándolo más pálido de lo normal. Las cosas no le habían sido fáciles, y Marco se admiraba de la capacidad que tenía Elías para salir adelante a pesar de todo. Siendo sólo un adolescente, había luchado para sacar a su familia adelante y lo había conseguido a fuerza de trabajo, sacrificando todos sus sueños.

Se merecía tener a su lado a alguien que lo apreciara de verdad. Se merecía encontrar a alguien en quien apoyarse y así poder aliviar esa pesada carga que llevaba sobre sus hombros, y no creía que el empresario fuera la mejor opción. No era que le molestara que su amigo tuviera ciertas tendencias homosexuales, simplemente estaba total y completamente convencido de que una persona tan déspota y manipuladora como Joshua Reisig no lo merecía.

-¿Querés tomar algo? -invitó Marco cuando estuvieron frente a la puerta de su morada-. Mamá esta en el consultorio y no viene hasta dentro de tres horas y papá esta todavía en el pub.

Elías sólo asintió con la cabeza y siguió a su amigo hasta el interior de la casa. En silencio se sentó en una de las sillas de la cocina mientras veía cómo Marco sacaba leche de la heladera y la vaciaba dentro de dos vasos mezclándolo luego con chocolate.

-Es lo mejor -dijo Marco sacándolo de sus cavilaciones-. Ese tipo no te hacía bien. Lo mejor que te puede pasar es que no lo vuelvas a ver nunca más. Por lo menos ahora tenés un trabajo como dios manda, eso es lo único que tenés que agradecer de todo esto -sonrió-. Ya no voy a tener que preocuparme por que tu culo pierda la virginidad.

Elías lo fulminó con la mirada y Marco le dedicó la más inocente de las sonrisas, y como si nada tomó un paquete de galletas dulces y lo colocó en el centro de mesa para acompañar la merienda.

Sin ánimos de replicar a la broma de su amigo, el muchacho tomó una galleta y comenzó a mordisquearla pensativo.

Era cierto, dejar de ver a Joshua era lo mejor que le podía pasar. Dejar de atormentar su mente imaginándose entre sus brazos era la mejor solución. Mantenerse ocupado con el trabajo lo ayudaría.

-Decime la verdad, Elías -la voz de Marco lo sacó de sus pensamientos y su amigo esperó a que lo mirara directamente a los ojos para continuar hablando-. ¿Qué sentís por ese tipo?

-¿Por qué preguntás? -inquirió Elías en un susurro después de una prolongada pausa.

-Porque cambiaste mucho en estos últimos tiempos...

-No siento nada -cortó-. Lo único que me provoca es odio y desprecio. No puedo sentir más que eso por un hombre que lo único que hizo fue aprovecharse de mi situación, tratarme como una puta y burlarse de mí. Lo odio. No sé si esa mujer es algo suyo y tampoco sé si ese niño es su hijo, en todo caso eso me ayudó a terminar con todo esto.

Marco no replicó, en silencio siguió bebiendo la leche chocolatada. 

-Es bueno que las cosas por fin te estén empezando a salir bien -musitó al cabo de un rato volviendo a captar la atención de Elías-, te lo mereces... -Una mueca de dolor se dibujó en su rostro, hacía ya varias semanas que todo lo que comía le caía mal.

-¿Qué te pasa?

-Nada, es sólo un dolor de estomago...

-¿Fuiste al médico? -la voz de Elías sonaba a reproche.

-No, y tampoco pienso ir -dijo Marco quitándole importancia-, es un simple dolor de estómago...

-Que se viene repitiendo desde hace días -interrumpió-. Tal vez no sea nada grave pero es mejor que consultes con un médico.

-Todo es por los nervios -lo tranquilizó Marco-. Entre los exámenes de la facultad, el trabajo de medio tiempo en el pub, sumado a mi trabajo de tiempo completo como tu amigo, confidente y cuida culo -bromeó-, soy un manojo de nervios.

-No te preocupes -sonrió Elías-, ya no vas a tener problemas conmigo -aseguró-. Y mi culo sigue tan virgen como cuando llegó a este mundo. Por lo menos durante un par de días, en lo que dure el viaje, vas a tener vacaciones de mis problemas.

-Eso me gustaría verlo -se burló como si no le creyera una sola palabra.

El muchacho tenía razón, alejarse de Joshua era lo mejor que le había ocurrido. Y aunque los daños colaterales tardarían un tiempo en curar, la distancia se encargaría de resolverlo todo.

Marco observó detenidamente a su amigo, había bajado de peso y su rostro denotaba tristeza. Pero no era eso lo que le preocupaba, estaba completamente seguro de que Elías sentía algo más que odio por el empresario.

Apuró el último trago de leche y se puso de pie desechando esos absurdos pensamientos.

-Miremos algo de tele -propuso, y Elías aceptó la invitación.

 

Continuará...

 

Notas finales:  

Últimamente me encuentro en una depresión literaria. Ya casi agoté los capítulos de reserva que tengo y me quede estancada en un capitulo en particular, esa es mi única excusa por esta demora. Sumado al hecho, de que estoy en época de exámenes y poco y nada he escrito del fic.

También he vuelto a dibujar ^^, algo que amo pero que había dejado un poco de lado. Espero algún día poder terminar una historieta XD. En fin, me dejo de desvaríos, disculpas a todos por el retrazo, y no prometo no demorarme con el próximo capitulo pero tratare de volver a seducir a mis musas para darles lo mejor de mi en esta historia.

 

Acá dejo las respuestas a dos review que no salieron:

 

Aitza_ Yaretzi: Linda ^^, si es verdad Lorena tendría que olvidarse un poco del pasado y vivir en el presente pero el miedo a ser lastimada la hace encerrase cada vez mas al amor. Igual creo que Gabriel no se va a rendir ^^.Joshua definitivamente va a tener que hacerse una limpia XD, pobre mi niño todo le sale al revés XD, habrá que ver que pasa ahora. Con Elizabeth diste justo en el blanco, a mi en lo personal no me gustan los personajes malos porque si, me gusta mas aquellos que cometen errores y se equivocan. Es cierto que Elizabeth daño a Joshua, hay que ver los motivos que tuvo para hacerlo. Lo que a mi no me gusta en los fic es que pongan a personajes femeninos malvados que se quieren meter en el medio de la pareja ¬¬, vamos la vida no es así (aunque puede haber excepciones) pero como mujer, me molesta muchísimo que en la mayoría de los fic yaoi se traten a los personajes femeninos como brujas malvadas. Y si Elías y Joshua estan mas lejos que cerca XD.

Muchos besos, y como siempre, gracias por el comentario y por leer, Makino Tsukushi.

Kumagorito  Kaiba :XD *Maki se corre en una pradera llena de flores XD, con su paisa por detrás* XD, pensa que si me matas no vas a saber el lindo final que tengo preparado para el fic XD.

Bueno vamos por partes, creo que yo a Elías le veo todos los justificativos para ser como es. Mira que ser acosado, obligado y manipulado a estar al lado de un hombre a modo de amante solo por su familia. Creo que esa actitud es lo que hace que a pesar de todo siga rechazando a Joshua. Si lo acepta seria como aceptar que se esta prostituyendo por gusto y eso no es así. En su cabecita hay muchos cuestionamientos, pero mas alla de todo el embrollo teológico y familiar que hay, no puede dejar de comprender que es lo que realmente quiere Joshua de él. Por un lado lo quiere comprar sólo para pasar el rato pero contrario a toda lógica no lo "obliga" a nada cuando de sexo se trata. Es cierto que se siente atraído por Joshua, pero cada vez que va a dar un paso para aceptarlo suceden cosas que lo obligan a replantearse la situación. Aunque Alejandro con su metida de pata no quiso hacer ningún daño, prácticamente lo trato como un puto, como una persona que vende su cuerpo y esto rematado por el hecho d que fue supuestamente Joshua el que hablo con Alejandro sobre él. creo que Elías se sintió la peor basura de todo. Y ahora aparece Elizabeth con un hijo O.o XD.
Joshua es bueno, de buen corazón y seductor pero en su miedo a salir nuevamente lastimado se acerco a Elías con intenciones poco claras y termino por salirle el tiro por la culata. Enamorado como esta de Elías no sabe de que manera encararlo. Un quilombo no XD.

Y bueno Lorena y Gabriel es sólo cuestión de tiempo XD, y Marco aunque hasta ahora no ha pasado nada con él, cada vez que hizo su aparición ha matado con sus encantos XD.

Como siempre paisa, gracias por el review, besos, Makino Tsukushi.

Gracias a todos.

makino-tsukushi@hotmail.com

Nuevos dibujos de Joshua y Elías :

http://makinito.livejournal.com/

Dibujos en general:

http://rinaib.blogspot.com/

                                                   Makino Tsukushi.


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