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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo: Bueno... sólo pasen, lean y dejenmen su mas sincera opinion.
   

Capítulo 19. Corazón herido

 

 

Era sábado por la noche y el lugar, por supuesto, estaba completamente lleno. En el escenario un presentador vestido de un oscuro traje anunció a una pareja de bailarines. En las mesas de aquel sencillo pub de San Telmo, los concurrentes hicieron un expectante y respetuoso silencioso cuando la pareja apareció.

Con una cálida sonrisa, Marco rodeó la cintura de su compañera y con una pose seductora aguardó a que la música diera comienzo. La melodías de un conocido tango de Astor Piazzolla inundó el lugar y la pareja se movió con elegancia siguiendo los sensuales acordes.

Desde la barra, el señor Ricardo observó a su hijo con orgullo. Siendo pequeño, cuando por primera vez lo había llevado al pub, su inquieto y sociable hijo se había visto deslumbrado por las luces del lugar y, cómo no, por los bailarines de tango que animaban y atraían a toda la clientela. Héctor Muñoz, un antiguo empleado y bailarín, que en esos momentos se encontraba bailando en algún escenario de París, se había encargado de enseñarle todos los trucos de aquel sensual baile.

Marco hizo girar a su compañera y con las últimas estrofas del tango selló su actuación con una pose casi erótica que arrancó los aplausos eufóricos de los concurrentes. Con una encantadora sonrisa la joven pareja se inclinó saludando al público y se perdió tras las cortinas del escenario.

-Estuviste de maravilla -felicitó Marco a su compañera. Karina sin ninguna elegancia se quitó los zapatos de tacón alto y se masajeó los pies-. Si no estuvieras saliendo con ese idiota que tenés por novio haríamos una buena pareja también en la vida real.

La muchacha lo miró por unos minutos como meditando lo que iba a decir. Se conocían desde la escuela secundaria y a esas alturas las bromas de Marco no la sorprendían en absoluto. Moviendo lentamente la cabeza dejó escapar de sus labios una melodiosa carcajada.

-No tratés de hacerte el simpático -sentenció en forma de broma-, que mi novio está sentado entre el público. No quiero que haya malos entendidos.

-Podemos engañarlo y él nunca lo va a saber...

-Siempre tan chistosito -sonrió la muchacha.

-Vos te lo perdés. -Se irguió orgulloso y señalándose agregó-: Este cuerpo es uno de los mas codiciados del país.

La muchacha lanzó otra carcajada al tiempo que comenzaba a retirarse.

-Mejor voy a pedirle a Ricardo algo para comer, me muero de hambre. -Se despidió con un sonoro beso en la mejilla-. Nos vemos el fin de semana que viene.

-Bien, cuidate, y decile a Jerónimo, ese horrible novio que tenés, que cuide bien de mi compañera de baile.

Karina asintió sonriente y se alejó.

Con la mirada siguió los pasos la jovencita hasta que ésta desapareció de su campo visual. Recién allí, emitió un profundo suspiro y con pasos lentos se metió en el pequeño cuarto que su padre usaba como habitación cada vez que las largas jornadas laborales le impedían volver a su casa en horarios razonables. Cerró la puesta tras de sí, descuidadamente se quitó el sombrero y comenzó a deshacerse el nudo de la corbata. Disfrutaba de esos momentos. Desde pequeño, ir a ese pequeño local nocturno en el que su padre trabajaba había sido toda una aventura. Bailar, sentir el aplauso de los concurrentes era realmente emocionante.

Se cambió de ropa y se vistió con una remera y unos jeans gastados. Parado frente al espejo, observó su imagen con aire crítico. El reflejo de sí mismo le resultó desconocido. Elevó una de sus manos hasta su oscura cabellera y se quitó la cinta que utilizaba para sujetarla. Una negra y sedosa cascada cayó sobre sus hombros pero su aspecto siguió siendo el mismo. Estaba un poco más delgado y últimamente todo lo que comía terminaba por vomitarlo.

Suspiró profundamente y se alejó del espejo. No quería preocupar a sus padres por un simple dolor de estómago, solamente tenía que empezar a cuidarse un poco más en las comidas y todo estaría bien. Agotado, se dejó caer sobre el lecho que había en la habitación y cerró los ojos.

-¿Cómo estará Elías? -se preguntó de pronto.

No estaba seguro de haber actuado en forma correcta al entregarle la dirección de su amigo al empresario. Quizás hubiera sido mejor que no se metiera. Emitió un leve bufido de disgusto. No ganaba nada lamentándose, ya no podía volver atrás.

Se llevó la mano al estómago, otra vez estaba empezando a sentir ligeras molestias, definitivamente tenía que dejar de comer tanta comida chatarra.

Restándole importancia a sus dolores se puso de pie de un salto y salió de la habitación. Seguramente su padre necesitaría su ayuda en la barra.

 

 

Gabriel suspiró con frustración mientras manipulaba el control remoto buscando algún programa que llamara su atención. Eran las 2:00 de la mañana y el sueño lo había abandonado por completo hundiéndolo en un indolente insomnio. Después de un largo día de trabajo su cuerpo rogaba por un poco de descanso. Aunque amaba su profesión, había días en los que deseaba no saber absolutamente nada de publicidad. Sonrió, la realidad era que su trabajo era su vida.

Un llamado a la puerta lo sacó de sus cavilaciones. Molesto al verse interrumpido, consultó su reloj pulsera y farfulló una maldición preguntándose quién molestaría a esa hora de la madrugada. Se acercó sigilosamente a la entrada y antes de abrir la puerta se aseguró de tener cerca algún objeto que le sirviera de defensa en el caso de se tratara de un ladrón.

Pero lo que encontró detrás de la puerta lo dejó literalmente sin habla.

-Hola -saludó Lorena.

-¿Lorena? -musitó sorprendido-. ¿Qué hacés acá a esta hora?

-¿Puedo pasar?

Como respuesta el publicista se hizo a un lado presurosamente.

-¿Querés tomar algo? -ofreció mientras cerraba la puerta. La muchacha negó con la cabeza-. No podía dormir y estaba mirando un poco de tele. -Le indicó el sofá frente al televisor. La chica tomó asiento y esperó a que Gabriel se acomodara a su lado para empezar a hablar.

-Yo tampoco podía dormir -susurró-, de pronto sentí que en mi casa me sofocaba y decidí salir a tomar aire. Caminé un poco y sin pensarlo me subí en un taxi. -Miró al publicista directamente a los ojos-. Y aquí estoy.

La observó en silencio. En los años que se conocían fue cultivando su amor en secreto hasta que no pudo más. Cansado de verla en brazos de otro decidió que quería ser él el que ocupara ese lugar privilegiado en su corazón. Dejando de lado su cobardía se atrevió al fin a confesar sus sentimientos y estaba dispuesto a luchar para conquistarla. No iba a rendirse.

-Siempre voy a estar para vos, a cualquier hora y en cualquier lugar -dijo en voz baja-, siempre voy a estar para cuidarte, para protegerte.

-Estuve pensando -Lorena apartó la mirada ruborizada por las palabras de Gabriel-, y creo que...

-¿Qué? -inquirió con impaciencia el publicista cuando la muchacha volvió a quedar en silencio.

-Acepto -dijo en un susurro-. Acepto -repitió con voz mas firme-, quiero que lo intentemos. Acepto ser tu novia -dijo al fin.

Por un momento sintió que se encontraba en un sueño y que nada era real; tanto tiempo esperando por ese momento y cuando por fin sucedía sus músculos se negaban a reaccionar. La muchacha en cambio creyó que era tarde, que Gabriel había perdido el interés en ella. Se equivocó. El publicista acortó las distancias y con suavidad acarició el rostro de la joven con el dorso de su mano.

-Me voy a encargar que nunca te arrepientas de  haberme aceptado -murmuró cerca de sus labios-, lo prometo.

Con seductora caballerosidad se apoderó de los labios de la joven encontrando al fin total entrega y rendición. Pronto Gabriel perdió la gentileza y ahondó el beso saboreando con su lengua la boca dulce de la muchacha. La había esperado durante mucho tiempo, y ahora que la tenía no la dejaría escapar.

 

 

 

La noche pasó entre un bullicio de gente de todas las edades que lo único que buscaban era un poco de diversión. La madrugada llegó y sólo uno cuantos concurrentes se negaban a abandonar el lugar.

-¿Qué hora es? -preguntó Ricardo a su hijo.

Marco, algo soñoliento, miró las agujas en su reloj pulsera.

-Las 6:00 de la mañana.

-Parece que el grupo de escandalosos decidió dar por terminada la fiesta -sonrió el hombre viendo cómo un grupo de jóvenes se perdían por la puerta de entrada-. Ahora sólo falta ese borracho. -Señaló con disimulo a un ebrio solitario que dormitaba en una de las mesas.

-No te preocupes papá, yo me encargo.

Se acercó hasta el desconocido. El hombre parecía haberse quedado dormido y su rostro estaba ligeramente inclinado sobre su pecho. Marco esbozó una sonrisa divertida. El sujeto vestía bastante bien y su borrachera no hacía juego con la ropa que llevaba. Con cuidado extendió la mano hasta el individuo sin llegar a tocarlo. El extraño se movió ligeramente dejando al descubierto parte de su rostro, haciendo que el muchacho ahogara un pequeño grito de sorpresa.

-Pero qué pequeño es el mundo -murmuró-. El señor Alejandrito con una borrachera de película. -Alejandro abrió apenas los ojos y trató de enfocar la vista. Por un breve momento olvidó dónde se encontraba y de qué manera había llegado hasta allí-. Después de todo, a pesar de que quieras mostrarte como un millonario egocéntrico, sólo sos un pobre tipo.

Con brusquedad levantó la vista encontrándose con los ojos negros y burlones de quien había emitido la frase. ¡Marco! ¿Qué hacía ese idiota ahí? Mejor dicho: ¿qué hacía él ahí?

-Andate a la mierda  -farfulló mientras intentaba ponerse de pie.

-Me parece que el que se tiene que ir sos vos -respondió Marco con tranquilidad-; ya estamos cerrando y sos el único borracho que queda.

Con toda la dignidad que su estado de ebriedad se lo permitía, Alejandro dio un paso adelante y después otro pero al intentar dar el tercero sus reflejos le jugaron una mala pasada y tropezó.

Fue un acto totalmente involuntario e inconsciente, no lo sabía muy bien, pero de pronto Marco se vio sosteniendo al arrogante millonario impidiendo así que se desplomara contra el piso.

-Sos bastante gracioso cuando estás borracho.

Alejandro se deshizo nuevamente de los brazos de Marco murmurando una maldición.

-Callate.

Nuevamente intentó ponerse en marcha pero sus reflejos volvieron a fallarle y otra vez Marco impidió que besara el suelo con su caída.

-No merecés que te ayude -aseguró el muchacho-. Me caes muy mal, pero voy a hacer un esfuerzo y te voy a llamar a un taxi para que te lleve a tu casa...

-Tengo auto -respondió de mal modo-, y no necesito tu ayuda...

-Puede ser que el todopoderoso Alejandro no necesite mi ayuda -aseguró sarcástico-, pero si conducís como caminas creo que no sólo vas a ser un peligro para vos, sino también para cualquiera que se cruce en tu camino. Si no querés engrosar la lista de accidentes de tránsito, va a ser mejor que tomés un taxi...

-¡Dejame en paz, pelotudo!

Se irguió orgulloso y apartó a Marco para luego dirigirse tambaleante hasta la puerta de entrada. Fue una mala idea. Su equilibrio era tan malo que hasta un bebé que recién comenzaba a dar sus primeros pasos caminaba mejor, y esta vez Marco no llegó a tiempo para impedir que se desplomara contra el piso.

-Te lo dije -escuchó la voz burlona que no sabía bien de donde provenía-, mejor te llamo un taxi. -Alejandro no respondió, en lugar de eso intentó levantarse-. Pedazo de pelotudo -murmuró Marco mientras lo ayudaba.

Alejandro permaneció en silencio manteniendo apenas el equilibrio y sin ganas de seguir discutiendo permitió que el muchacho se convirtiera en su sostén. Agotado, apoyó lentamente la cabeza en el hombro de su rival. Marco ahogó un bufido al comprobar que en cualquier momento ese hombre se quedaría dormido.

-¿Lo conoces? -Ricardo que había observado parte de la escena se acercó hasta su hijo.

-Sí.

-Bueno, va a ser mejor que lo acompañes a su casa. En ese estado no creo que sea bueno que se vaya solo.

Marco miró a su padre como si fuera el más extraño de los bichos.

-Lo vi un par de veces y no tengo la menor idea de dónde vive.

-Bueno, entonces llamá a un taxi. No podemos quedarnos acá sólo porque a tu amigo se le ocurrió emborracharse.

Marco asintió levemente con la cabeza y después de meditarlo y sabiendo que en un futuro no muy lejano se arrepentiría de ello miró a su padre directamente a los ojos.

-Mejor anda a casa a descansar, papá, yo me encargo de cerrar el negocio y de este tipo.

Ricardo observó por un largo momento a su hijo.

-Puede ser peligroso -musitó señalando a Alejandro.

-¿Este? -inquirió Marco entre risas-. Es más inofensivo que un mosquito. Sólo está borracho; ya veré como hago para sacarlo de acá.

Ricardo pareció dudarlo un poco pero estaba demasiado cansado como para discutir.

-Está bien -aceptó.

-Voy a dormir acá, en el cuarto de atrás. Seguramente la borrachera lo va mantener dormido por un buen rato. -Señaló con la mirada a Alejandro-. Voy a esperar a que se despierte y después me voy a casa.

-Si decís que es inofensivo...

Dudó nuevamente, pero luego llegó a la conclusión de que su hijo sabría defenderse muy bien de un borracho con malos reflejos. Asintió levemente con la cabeza y se despidió del muchacho con una afectuosa palmada en el hombro.

Marco lanzó una maldición sintiéndose terriblemente frustrado. ¿Ahora qué haría con ese sujeto? Haciendo precario equilibrio para aguantar el peso de Alejandro, se dirigió hasta la habitación. ¿Qué habría pasado para que se pusiera en ese estado? Aunque no siempre se necesitaba un motivo para emborracharse, algo le decía que una persona como Alejandro no recurría a la bebida con asiduidad. Aunque claro, podía estar equivocado.

Suspiró. Algún problema debía estar teniendo ese remilgado millonario como para permitirse mostrar una parte tan vulnerable de su ser.

Con algo de dificultad logró llegar a la habitación. Una cama de una plaza con un par de mantas apiladas al costado, un colchón extra, un sillón viejo, un armario y un espejo tamaño natural, eran los muebles que adornaban del lugar. Sin encender la luz se acercó hasta el lecho y depositó al dormido Alejandro en él. Con cuidado le quitó los zapatos y lo cubrió con una manta.

-Esto es demasiado -se dijo con el ceño fruncido y  enojado-. ¿Cómo puede ser que me esté haciendo cargo de este idiota?

Sin meditarlo buscó en el saco de Alejandro su teléfono celular, con la firme intención de llamar a uno de sus contactos para que se hiciera cargo de él, pero para su mala suerte el aparato estaba bloqueado.

-Pelotudo -murmuró mirando ceñudo al hombre dormido que eligió justo ese momento para comenzar a emitir un leve pero perceptible ronquido-. ¡Y encima ronca!

Frustrado volvió a dejar el celular en su lugar y resignado ante la irreversible situación acomodó el colchón extra a un costado de la cama, se quitó los zapatos y la remara y se cubrió con una manta dispuesto a caer en los brazos de Morfeo.

Alejandro giró en el lecho hasta quedar de costado. Con un gesto infantil se acurrucó bajo la manta como si tuviera frío.

-Leonardo... -susurró entre sueños.

Marco abrió los ojos de golpe y trató de enfocar la vista en el millonario.

-Mal de amores -farfulló molesto-. Ahora entiendo la borrachera.

Se tapó hasta la cabeza y dándole la espalda cerró los ojos nuevamente.

 

 

Toda aquella pasión, todo ese deseo que había reprimido durante tanto tiempo se materializó en cada beso, en cada caricia, en cada gemido que emitía cada vez que Joshua lo tocaba.

-Te deseo,  Elías -susurró Joshua sobre sus labios.

Con vehemencia el muchacho respondió al empresario hundiéndose en sus brazos y acallándolo con sus hambrientos labios. Como si fuese la única oportunidad de su vida, como si no existiera un mañana.

-Elías -jadeó Joshua.

Buscando desesperadamente calmar su lujuria, ansiando cumplir por fin con la fantasía lacerante de tenerlo entre sus brazos, Joshua se apartó apenas y sólo lo suficiente para quitarse el saco y deshacerse de la corbata y la camisa con celeridad. No quería que aquello se convirtiera en un espejismo cual oasis en el medio del desierto, no deseaba despertar de aquel sueño. Lo amaba. Y aunque sabía que lo único que despertaba en Elías era lujuria, no le importó.

Visiblemente excitado, Elías apartó cualquier sentimiento de culpa y, simplemente, se hundió en un mar de ardiente pasión. «Sólo por una vez -se dijo-, después lo voy a borrar de mi vida para siempre». Recorrió con sus dedos la espalda de empresario deleitándose con la suavidad y la calidez de su piel bronceada. ¿Cómo hacía Joshua para despertar en él ese instinto animal? ¿Cómo ese excéntrico hombre había logrado derribar su armada y premeditada postura arrastrándolo hasta la locura? En la montaña rusa en la que se había convertido sus sentimientos, lo único real e irrefutable era la atracción evidente, que rozaba el delgado límite del erotismo, que sentía hacia Joshua.

Momentáneamente apremiado, Joshua guió una de sus manos hasta la ropa interior de su amante dispuesto a quitar aquella última barrera que le impedía recorrer con libertad aquel cuerpo perfecto, aquella piel que tanto deseaba probar y cuyo dueño tan tentadoramente se negaba a corresponderle. Ardía, su sexo clamaba clemencia y piedad suplicando la satisfacción que se le había negado.

La pasión oprimió su pecho dejándolo casi sin respiración. Un sentimiento sublime y sofocante pugnó por salir a la luz, más fuerte y más candente que cualquier atracción carnal. Su corazón latía fuerte y en la punta de su lengua, luchando contra su razón, una confesión de amor amenazaba con delatarlo. «Te amo», quería gritarle. «Te amo», ansiaba confesarle mientras hacían el amor. Ya no quería fingir, de una vez por todas quería quitarse esa molesta máscara que llevaba puesta y confesarle lo estúpidamente enamorado que estaba.

Encendido en su fuego interior, Elías buscó los labios de Joshua mientras con una de sus manos tanteaba a ciegas el cierre del pantalón. Ni en las más bizarras de sus fantasías sexuales imaginó que una persona de su mismo sexo llegara a excitarlo y a atraerlo de esa manera. El empresario había logrado poner todo su orgullo y autocontrol en jaque.

-Elías -susurró sobre sus labios. El muchacho jadeó al oír su nombre al tiempo que sentía que una mano de Joshua alcanzaba su ropa interior y comenzaba a tirar de ella para apartarla-. Te amo -derramó con un suave gemido-, te amo tanto...

Sintió que un enorme peso se le quitaba de encima, por primera vez se mostraba tal cual era ante la persona que amaba. Te amo, dos simples palabras con las cual se entregaba de forma completa.

El muchacho, enturbiado por la pasión que lo embargaba, tardó en comprender la inmensidad de aquella confesión. «Te amo», la voz de Joshua resonaba como un eco en su mente. «Te amo tanto...»

Algo en su interior lo puso en alerta y con todas sus fuerzas intentó ahuyentar aquellos pensamientos. «Son simplemente dos palabras dichas en un arranque de calentura -se dijo-, unas palabras sin ningún significado que no tienen que afectarme. Sólo quiero un poco de placer, deseo calmar esta sed. Sólo por esta vez...»

Un pinchazo profundo en su pecho le impidió seguir adelante; lenta, muy lentamente, detuvo sus caricias y trató de que su mente no volviera, como tantas otras veces, a ganarle la partida al deseo. Ese hombre nuevamente se empecinaba a hablar de amor como si estuviera  hablando del tiempo. ¡Joshua "no" podía amarlo! Una persona tan egoísta y manipuladora no podía sentir eso por él. ¿Por qué insistía? ¿Palabras de amor? ¿Acaso era otro juego? Y, ¿por qué le afectaban tanto a él, una persona que sólo quería sexo, esas palabras?

Como si le hubieran propinado una fuerte cachetada, Elías cayó nuevamente en la realidad. De pronto se sintió enojado, triste, una mezcla de profundos sentimientos que no le permitieron seguir con su cometido.

Joshua se detuvo consciente de lo que acababa de decir. Esquivó la mirada interrogante del muchacho y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo. Sabía que sus sentimientos no eran correspondidos, pero en un febril arrebato sintió la necesidad de confesarlos. ¡No! Sus labios habían actuado por propia voluntad expresando lo que su cuerpo y su alma anhelaban gritar a los cuatro vientos. Ahora sólo esperaba el veredicto.

Permaneció inmóvil, expectante. El silencio se hizo tenso e incómodo.

Fue Elías quien lo rompió después de lo que parecieron los minutos más extensos de su vida.

-¿Qué...? -balbuceó consternado-. ¿Te estás burlando de mí?

Buscó la mirada del empresario. «Vamos -dijo para sí-, atrevete a mentirme otra vez». ¿Por qué Joshua se empeñaba en seguir jugando con él, no era suficiente con saber que había logrado despertar en su interior un apetito sexual soberbio y lacerante? ¿Qué era lo que deseaba ahora?

Un seco llamado a la puerta hizo que ambos se sobresaltaran. Elías miró dubitativo la entrada de la habitación y luego a Joshua.

-Atende -musitó este sin mirarlo.

El silencio parecía actuar como una daga filosa que aumentaba la tensión entre ambos. En una actitud de abierto desafío, Elías permaneció quieto con la vista clavada en el empresario. Quien quiera que fuera que estuviera llamando a la puerta, podía esperar, pero él no. Quería que Joshua le explicara qué estaba pasando.

Los golpes se hicieron más insistentes.

-Atende -repitió el empresario poniéndose lentamente de pie y tomando la camisa para comenzar a vestirse-, puede ser importante.

Elías abrió la boca dispuesto a negarse pero la puerta sonó nuevamente, esta vez con mayor desesperación. Enfurecido, molesto con la actitud del empresario, el muchacho apretó fuerte los puños y frunció los labios para evitar que una sarta de insultos escapara de ellos. Cerró fuerte los ojos para volver a abrirlos segundos después y, aparentemente calmado, tomó el pantalón y la remera, se vistió con agilidad y en tres zancadas estuvo junto a la puerta.

Sólo abrió lo necesario para poder ver quién era.

Marcelo Portello, el fotógrafo de la agencia publicitaria, le dedicó una sonrisa a modo de disculpa.

-Sé que es tarde para molestar -se disculpó-, sólo te quería decir que mañana nos vamos a reunir más temprano, a las 7:00 para ser más preciso, quiero aprovechar al máximo el día.

Elías asintió levemente con la cabeza, y el hombre continuó explayándose sobre las diferentes ideas que tenía para poner en práctica en la sección mientras que el muchacho escuchaba, a medias, el entusiasta monólogo del fotógrafo. Cuando creyó que todas sus ideas habían sido expuestas y que su modelo las había escuchado con la mayor de las atenciones, el hombre consultó su reloj pulsera y, musitando algo sobre lo tarde que se había hecho, se despidió de Elías, no sin antes recordarle nuevamente que la sesión fotográfica comenzaría más temprano que lo habitual.

Elías dejó escapar un suspiro. Lenta y parsimoniosamente cerró la puerta y giró. Joshua se había sentado en la punta de la cama y no lo observaba: estaba inclinado con los codos sobre sus rodillas y sus manos sostenían su cabeza gacha, como si algo muy pesado se posara sobre sus hombros. El muchacho se sintió desconcertado. Las ganas de correr hacia él y abrazarlo con fuerzas se hicieron presentes... pero no lo hizo. Como si temiera que en cualquier momento sus piernas perderían toda su estabilidad se apoyó sobre la puerta y clavó la mirada en el piso.

-Creo que es mejor que te vayas -susurró después de una larga pausa-. Es lo mejor.

Joshua no hizo nada por enfrentarlo, como si algo le doliera se encogió en el lugar y apretó fuerte los dedos sobre su negra cabellera.

-No me voy...

-¡A la mierda con vos! -estalló el muchacho provocando que Joshua finalmente levantara la vista-. No quiero verte, por favor ándate...

-Es cierto -cortó Joshua-, que cometí un error con vos. -Elías lo miró mas no agregó ninguna palabra-. Al principio mi intención sólo era tener sexo y nada más. Un par de días de placer y después si te he visto no me acuerdo. Pero se me hace imposible separar mis sentimientos cuando te tengo cerca. -Hizo una pausa como meditando las palabras que iba a decir a continuación-. Lo que te dije recién es cierto: te amo, estoy enamorado de vos.

Por un momento, por un eterno momento que para Joshua significó la más cruel de las torturas, Elías permaneció en completo silencio. Un silencio que se asemejaba a un profundo abismo, un silencio hiriente, tortuoso, y la angustia se reprodujo como un virus dentro del  pecho del empresario cual si fuese un condenado frente a un insensible pelotón de fusilamiento. Su corazón galopaba desbocado suplicando piedad.

Elías no parecía estar dispuesto a reducir en lo más mínimo la tortura. Lentamente y ante el total desconcierto del empresario, levantó con altanería la cabeza, giró hacia la puerta y la abrió haciéndole una muda invitación a que se marchara.

-No hay trato, en estos momentos no hay nada que me obligue a seguirte el juego -musitó indolente-. No quiero que me sigas manipulando a tu antojo. No tenés que mentir para tener sexo conmigo, el amor es un sentimiento que dudo que algún día hayas sentido con sinceridad. ¡Dejá de burlarte de mí! -farfulló molesto.

Se sintió momentáneamente contrariado ante la actitud del muchacho. Tanto que su cerebro tardó en reaccionar. Mas cuando lo hizo la contrariedad se había disipado y la determinación había ocupado su lugar. Joshua se levantó  y con seguridad se acercó a la puerta pero para sorpresa de Elías no se marchó. Con brusquedad lo tomó del brazo y de un sonoro golpe cerró la puerta.

-No estoy jugando -rugió entre dientes y tal como lo había hecho cuando llegó hasta ahí arrastró a Elías y lo empujó haciéndolo caer de espaldas en el lecho.

El muchacho esta vez fue más rápido, antes de que el empresario lograra alcanzarlo se escurrió con agilidad a un costado de la cama, poniéndose fuera de su alcance.

-¡No! -exclamó furioso viendo cómo Joshua volvía a acercársele-. ¿Cómo pretendés que crea en tus palabras cuando desde un principio no hiciste más que mentirme? Llevado por tu capricho me dejaste sin trabajo y me obligaste a permanecer a tu lado como tu amante. Te burlaste de mí ofreciendo mis supuestos servicios a tus amigos y además tenés un hijo. ¿Y ahora decís que estás enamorado de mí? ¿Cómo pretendés que te crea? -Tomó a Joshua de la camisa y estrujó la tela con furia, para luego volver a soltarla nuevamente-. Si querés coger -musitó entre dientes encontrándose con los ojos verdes del empresario-, cojamos, pero no pretendas hacerme creer que me amas, en tu boca esas palabras suenan falsas.

Por un momento creyó vislumbrar tristeza, decepción, dolor en los ojos del empresario; no estaba seguro ya que rápidamente la expresión fue reemplazada por otra. Las orbes verdes de Joshua se tornaron frías. Con firmeza tomó el brazo del muchacho y lo acercó hasta él.

-Reconozco mi culpa -dijo en tono áspero-, pero dejame decirte que lo que pasó con mi primo fue un mal entendido y lo de Elizabeth fue una mentira, todavía no tengo el placer de ser padre. -Apretó de manera hiriente los dedos alrededor del brazo del muchacho-. Soy culpable de eso y muchas cosas más -masculló-, pero vos no sos tan inocente como te querés mostrar. Poniendo como excusa a tu familia intentás hacerme quedar como el malo de la película, pero por más que te niegues a reconocerlo tenés igual de ganas que yo de que terminemos en la cama.

-No...

-¡Callate! -cortó con frialdad-. Siempre mostrando esa faceta de mártir sacrificado que da la vida por su familia y yo el cruel tirano que te manipula a su antojo. -Lo acercó hasta él-. Aunque te cuesta reconocerlo jamás te obligué a nada, si lo hubiera hecho te aseguro que en este mismo momento estarías rogándome por más. La realidad de las cosas es que el siempre correcto Elías Castizaga no quiere reconocer que se siente atraído por un hombre.

-Es sólo sexo...

-Como vos dijiste -masculló-, si sos tan orgulloso como para no reconocer la verdad de mis sentimientos, si te empecinás en creer que lo único que busco de vos es sexo y, sobre todo, si me creés incapaz de sentir amor, entonces dejame pagar tu precio y comportate como el mejor de los amantes. Ya que eso es lo que deseás. Tenemos toda la noche para coger. Si preferís que te trate como a una puta por mí está bien.

Fue tan rápido que Elías apenas tuvo tiempo de racionar. Joshua se abalanzó sobre él y esta vez con éxito, lo arrastró hasta el lecho hasta que ambos cayeron en él.

-¿Qué sabés vos de mis sentimientos? -susurró furioso.

-¡Soltame! -Elías se removió inquieto bajo el cuerpo fuerte del empresario.

-No -dijo firme-. ¿Acaso no es esto lo que querías? Quedate quieto de una puta vez. -Se sentó a horcajadas sobre el muchacho-. Cometí muchos errores en mi vida, pero enamorarme de vos fue el más grave de todos. Sos tan orgulloso que no te das cuenta de hasta qué punto lastimas a los demás con tus actitudes.

En un gesto irracional de violencia apresó las muñecas del muchacho sosteniéndolas con rabia al costado de su cabeza y, furioso como jamás había estado con Elías, se apodero de los labios de éste besándolo, mordiéndolo con furia. Elías se resistió pero, como siempre, la fuerza del empresario fue mayor que la suya y todo movimiento resultó completamente inútil.

-¿Y quién mierda te crees que sos -inquirió iracundo Joshua sobre sus labios-, para jugar conmigo de esta manera? Te sentís superior a mí cuando me haces notar lo caprichoso y manipulador que soy, no te cansas de recalcarme que lo único que quiero es comprarte, pero yo te puedo asegurar que nadie se deja comprar si no quiere. -Se acercó y susurró al oído-: Muchos hubieran hecho cualquier cosa con tal de no aceptar la propuesta de venderse por sexo, no sos tan inocente como querés mostrarte, sos incluso más manipulador que yo. Cada vez que te toco gemís como una puta.

-¡Soltame! -luchó inútilmente, furioso y dolido por las palabras de Joshua.

-¡Callate! -amenazó fríamente-. Hace tan sólo unos minutos estabas deseoso de estar entre mis brazos y ahora de pronto se te fueron todas las ganas. No soy tu juguete, y mucho menos tu payaso.

-Puede ser que sienta una atracción sexual por vos, pero mi odio pesa más. -Joshua lo miró con sus profundos ojos verdes pero no replicó y tampoco aflojó la presión de sus manos-. Podés obligarme a tener sexo, pero no vas a conseguir nada más que eso. Nunca vas a despertar otro sentimiento en mí que no sea la atracción física del momento.

Llevado por la furia Elías había dicho todo aquello, estaba confundido y quizás el rencor acumulado en esos días y la acuciante necesidad de vengarse de Joshua lo habían orillado a expresarse de esa manera.  La impotencia, el no estar completamente seguro de lo que realmente deseaba o el darse cuenta con qué peligrosa facilidad el empresario había quebrado su coraza de hierro haciéndolo estúpidamente vulnerable y débil habían guiado sus actos hasta aquel incómodo momento. Todo ello sumado a aquella increíble capacidad que tenían de herirse mutuamente con las palabras.

Joshua oprimió con fuerza sus muñecas hasta arrancarle un pequeño gemido de dolor de sus labios.

-Tengamos sexo -musitó con voz hueca.

A pesar de tratarse de la misma persona, Elías sintió que los besos y las caricias que le daba aquel hombre eran diferentes. Ya no intentaban seducirlo ni excitarlo, por alguna extraña razón sintió que con esos besos lo único que buscaba Joshua era castigarlo, humillarlo, lastimarlo. Sintió los labios hirientes, los dientes furiosos que mordían su carne con resentimiento, y sólo atinó a cerrar los ojos con fuerza.

Joshua quería hacerle sentir de qué manera lo había destrozado ¿Por qué no podía amarlo? O mejor aún, ¿por qué no había podido conquistarlo? «Creo que erraste el camino», le había dicho Marco. «Fue un error pensar que podías comprarlo...»

Ignorando aquellas palabras coló las manos por debajo de la remera del muchacho.

«Sos un maestro en arruinar vidas ajenas», las palabras de ese odioso muchacho seguían rondándole por la cabeza. «No es verdad -se dijo para sí-, yo no quiero hacerle daño, no quiero arruinarle la vida, quiero que me ame, quiero amarlo».

La realidad cayó en él como un balde de agua congelada, y el dolor de su alma se intensificó al darse cuenta de que jamás conseguiría que Elías se enamorara de él. Lo único que había logrado a lo largo de esos treinta días era una evidente atracción física tan superficial y banal como cualquiera de sus conquistas pasadas. En otros tiempos no le habría importado pero en ese preciso momento y ante aquella persona que se había convertido en alguien tan indispensable e importante en su vida, eso no bastaba. No era para nada suficiente. El dolor de su pecho se intensificó, inconscientemente sus manos que a tientas recorrían el cuerpo de Elías fueron perdiendo fuerza hasta que se detuvieron. Rendido sin ganas de seguir luchando apoyó la cabeza sobre el hombro del muchacho. Ya no iba a intentar conquistar aquella utópica quimera, ya no iba a intentar derribar aquel muro de concreto. Había perdido.

-Me rindo -musitó en voz baja-. Ganaste.

Elías no respondió. Su respiración seguía siendo agitada y sus ojos estaban completamente cerrados.

-Conocerte fue un accidente y obligarte a permanecer a mi lado fue el más grande error que cometí en mi vida. -Se puso de pie de manera cansina desviando la vista hasta algún lugar de la habitación-. Juro que no vas a volver a saber de mí.

Elías abrió de golpe los ojos. El empresario tomó su ropa y con un gesto cansino caminó hasta la entrada.

-Puede que no me creas  y que pienses que en mi boca las palabras de amor suenan falsas, pero -Joshua se detuvo y  sin mirarlo continuó- lo que te dije es verdad. Intente seducirte pero me salió mal. -Giró apenas la cabeza para enfrentarse a sus ojos-. Me enamoré de vos, te amo. No puedo conformarme si sólo obtengo de vos un polvo. Si para vos es suficiente, para mí no. -Abrió la puerta-. Si alguna vez te volvés a cruzar en mi camino, voy a fingir que no te conozco, por favor trata de hacer lo mismo. -Irguió su cuerpo cual alto era y miró al frente dándole la espalda-. Adiós.

La puerta se cerró dejando la habitación en un doloroso silencio. Elías se sentó lentamente en el lecho y miró hacia la entrada.

Lo había conseguido, el empresario lo dejaría en paz, pero... ¿por qué no se sentía tan bien como pensó que se sentiría? Se puso de pie y corrió hasta la puerta, tomó la manija y la giró... Quería correr tras él, quería detenerlo, suplicarle que no lo dejara, que se quedara a su lado... pero no hizo nada, la puerta permaneció cerrada y Elías se derrumbó hasta quedar sentado en el suelo. Sin poder explicarse el porqué, lloró.

 

 

La ruta estaba poco iluminada a esa hora de la madrugada y Joshua, tratando de conservar la calma, conducía su auto volviendo a la Capital Federal. Su estado de ánimo estaba por el piso y cualquiera que lo hubiera visto le habría aconsejado tomar un autobús antes de aventurarse a conducir solo.

Una camioneta vino de frente y con una ágil maniobra el empresario logró esquivarla. Asustado estacionó al costado del camino mientras que el conductor del otro vehículo se alejó gritándole una considerable cantidad de insultos. Joshua no le prestó la más mínima atención.

Dejó caer la cabeza en el volante mientras intentaba calmar su respiración. No se sentía bien. La idea de haber ido a buscar a Elías no había sido buena pero le había servido para darse cuenta de que nunca conseguiría nada de él.

-Siempre lo supe -musitó en voz baja-, nada más que no quería reconocerlo, me negaba a reconocerlo. -Apretó los la manos alrededor del volante y hundió más la cabeza-. Nunca va a sentir nada por mí.

Una lágrima surcó sus mejillas y con brusquedad se la limpió con el dorso de la mano. No lloraría. Se encargaría de convertir ese amor que sentía en indiferencia y odio, pero llorar, no. No podía llorar por algo que jamás le había pertenecido.

 

Continuará...

Notas finales:  

JURO QUE EL MOMENTO SE ACERCAAAA LO JUROOO, LO JUROOO FALTA POQUITISIMOO NO MIENTO XD.

He meditado mucho sobre este capitulo y les puedo asegurar que tenia muchísimo miedo de subirlo ¬¬, debido a las seguras consecuencias, pero bueno finalmente me arme de coraje y aca estoy (*Maki corre por una pradera... con sus lectores furiosos detrás T-T*)

Quizás (seguramente ¬¬) me quieran matar, le di muchas vueltas a este capítulo y me pregunte una y mil veces si estaba bien hacerlo de esta manera, tanto que me ha creado un verdadero bloqueo a la hora de escribirlo, fue realmente complicado plasmas las situaciones para que quedara mínimamente creíble y para que el porqué de los personajes se entendiera. Sé que la situación se hace cada vez más tensa pero quería que antes ambos personajes llegaran a una conclusión, y en especial Elías, y esta última pelea es el momento de máxima tensión entre ambos, y a partir de acá todo se tiene que ir encaminando (eso espero XD)

Joshua se cansó de rogar, y se dio cuenta que por más que insistía no conseguía absolutamente nada. Sus sentimientos fueron pisoteados y burlados y el temor a hacer algo de lo pudiera llegar a arrepentirse lo han orillado a rendirse. Y por otra parte, Elías le ha colmado la paciencia.

Elías tiene que dejar de lado sus prejuicios y confusiones y aceptar lo que siente. Ya que ahora Joshua no va estar rogándole ya que este  ha decidido alejarse definitivamente.

Se que me van a odiar ¬¬, y seguro van a querer ahorcar a alguno de mis personajes, pero ya es la última vez ^^, pronto van a ver a Elías totalmente entregado XD.

Se aproxima el momento ^^, y puedo asegurar que ya está escrito ^^.

Marco bailando tango ^^, bueno no lo nombro pero imagínenselo bailando Libertango de Piazzolla, es un tango hermoso.

Lorena y Gabriel ^^, que les puedo decir, ya está todo dicho XD.

Dejo la respuesta a Isabel que no salio en la pagina;

Isabel: XD, pero si yo no hice nada XD *Maki con cara de inocente XD* , ni que hubiese provocado tanto suspenso con el cap anterior XD XD XD.

No te preocupes por el no haberme dejado review en el cap anterior (la próxima me dejas dos y me pagas el que me debes ¬¬ XD, es bromaaa) mientras leas me daré por satisfecha ^^. Sé que hay muchísimas que leen y que no se animan a comentar, pero no hay problema en ello.

Que pasara?? Buenoooo se que me van a querer matar por este capitulo XD pero juro que el momento se acerca. Y justamente este capitulo es el que mas me ha costado y el del famoso bloqueo. Gracias por confiar en mí, no creo merecer tanto, trato en lo posible de dar lo mejor es por eso que sentí momentáneamente incapaz de manejar a mis propios personajes. Sé que pueden provocar amor y odio dependiendo la situación, y eso quiere decir que soy mínimamente capaz de trasmitir sentimientos, pero igual me da un poquito de miedo.  El bloqueo se termino (al menos por ahora) y ahora solo me  queda ver que conclusiones saco y principalmente que opinión les mereces a ustedes, mis indiscutibles jueces ^^. Y gracias por el rollo que me soltaste XD, me contagiaste y el mío también quedo largo XD, besitos linda, Makino Tsukushi.

 

Como siempre gracias a todos por el apoyo, por los comentarios y por leer, muchas besos, Makino Tsukushi.

Edite algunos errores que había en el capitulo XD, perdon. Si ven algun error grave me abisan por favor si?


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