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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo:  

Bueno acá estoy de vuelta, XD, quiero agradecer a todos los que se tomaron la molestia de leer mi historia por el apoyo y el incentivo que recibí. Voy a tratar en lo posible de actualizar cada 2 o 3 semanas. La verdad es que tengo la historia bastante adelantada, pero tengo miedo de que se me corte un poco las musas y por apurada quedarme sin nada, y eso no me gustaría que pasara. No molesto más y los dejo con la historia.

 

 

       

Capítulo 2. ¿Me estás acosando?

 

 

Era el colmo de la mala suerte. Nunca, jamás, le había pasado algo parecido. ¿Cómo podía llamarle a eso? ¿Acoso sexual? Si hubiera estado en otra situación, seguramente en esos mismos momentos se estaría riendo a carcajadas por lo ocurrido, pero su desesperación por encontrar trabajo, sumado al hecho de que ese estúpido millonario había intentado aprovecharse de su problema para satisfacerse a sí mismo, le impedía encontrarle el lado gracioso a todo lo sucedido.

     Ni bien entró a su casa le inventó una mentira a su madre cuando ésta le preguntó sobre la entrevista, y, cambiándose la ropa formal que llevaba puesta por una remera vieja y unos jeans gastados, salió de su casa dirigiéndose a la de su mejor amigo y confidente Marco, con la firme decisión de desahogar la furia que guardaba en su interior.  

     La señora Graciela, tal era el nombre de la madre de su amigo, fue quien lo recibió cuando llamó a la puerta. Una dulce sonrisa maternal se dibujó en su rostro cuando lo vio parado frente a la puerta.

            -Elías, hijo, ¿cómo estas? -saludó la morena mujer, y se hizo a un lado para dejarlo pasar-. ¿Tu mamá está bien?

            -Sí, gracias.

            -Qué bueno. Si buscás a mi hijo está en su habitación, yo te dejo porque tengo que hacer unas compras. -Levantó una bolsa de tela que llevaba en una de sus manos como para afirmar lo que acababa de decir-. Si tienen hambre hay leche chocolatada en la heladera y galletitas en la mesada -agregó antes de salir.

            -Gracias. -Y ni bien la mujer se hubo retirado se fue en busca de su amigo.

     La pequeña habitación estaba prolijamente ordenada. El color celeste del empapelado combinaba a la perfección con las fotografías enmarcadas en un blanco inmaculado que, distribuidas de forma armoniosa por toda la habitación, mostraban diferentes épocas y sucesos de la vida de su joven amigo.

     Los muebles eran escasos. La cama, el placar, un pequeño estante repleto de libros y el escritorio en donde resaltaba como atractivo principal una moderna computadora. Frente a éste, y dibujando un gesto de verdadero cansancio en su moreno rostro, Marco intentaba en vano concentrarse en un enorme libro de la facultad.

            -Si estás muy ocupado vuelvo en otro momento -dijo a modo de saludo.

            -No jodas. -Tiró el libro a un costado del escritorio y le estrechó la mano-. Además en estos momentos mi concentración se reduce a cero, me viene bien un poco de descanso. -Se quedó callado cuando se percató de que su amigo tenía una expresión seria y algo molesta-. ¿Pasa algo? ¿Cómo te fue en la entrevista?

            -Bueno. -Se sentó en la cama y miró directamente a su amigo, quien en esos momentos se acomodaba en la silla que tenía frente al escritorio-. Creo que definitivamente estoy meado por un elefante -concluyó.

            -¿Por qué? ¿Tan mal te fue?

            -Mal no, me fue pésimo -dijo enfatizando las tres últimas palabras con tono amargo.

            -¿Qué, ya le habían dado el puesto a otro? ¿O te querían pagar una miseria? -interrogó Marco.

            -Ninguna de las dos cosas. -Cerró fuertemente los ojos meditando por última vez si debía o no contarle lo sucedido a su amigo, pero finalmente se decidió y empezó a relatar su inusual aventura-. Estoy seguro de que te vas a cagar de risa cuando te lo cuente -aseguró.

            -Bueno dale contame -se impacientó Marco-, que me está matando la curiosidad.

            -No le habían dado el puesto a otra persona porque yo era a la única que habían llamado para la entrevista o, al menos, eso es lo que creo, y te puedo  asegurar que la plata que me ofrecieron por el trabajo tardaría meses en reunirla.

            -¿Entonces, qué? ¿Cuál es el problema? No me digas que te ofrecieron hacer una película porno porque, si vos no querés, yo me anoto -sonrió divertido.

            -No exactamente.

            -¡Oh! -exclamó Marco intuyendo que no estaba tan mal encaminado con sus conclusiones-. ¿Acaso la propuesta que te hicieron era de tipo sexual? -sonrió ladino.

            -Me entrevistó el dueño y presidente de la firma J&E -dijo en tono sarcástico-, un estúpido que debe tener más o menos unos treinta años, y me ofreció cinco mil pesos...

            -¡A la mierda! ¡Cuánta plata! -interrumpió Marco, sorprendido-. No me digas que te pidió que posaras desnudo...

            -Cinco mil pesos por semana por acostarme con él...-interrumpió Elías.

            -A la mierda...

            -Por un mes el muy puto quería que fuera su amante -volvió a interrumpir Elías.

            -A la mierda y la re mierda.

            -¿Es lo único que sabés decir? -soltó Elías, molesto-. ¿No escuchaste nada de lo que te dije?

    Marco cerró la boca antes de que la frase volviera escaparse de sus labios. Miró con una expresión de falsa seriedad a su amigo por unos segundos para después hablar nuevamente.

            -Se parece a la película "Propuesta Indecente", y, si la cuenta no me falla... -se llevó la mano a la barbilla como si estuviera haciendo un cálculo mental-, terminarías llevándote veinte mil pesos sólo por un mes de "trabajo" -dijo esta última palabra en un tono burlón.

            -Sí, y de regalo el culo roto -cortó enfadado-. Y para rematarla, el muy maricón me dijo que si me parecía poco lo que me estaba pagando podía ofrecerme más si quería. "Poné  vos la cifra que yo la pago" -Se cruzó de brazos imitando la voz del empresario-. ¿Quién mierda se cree que es? -finalizó furioso.

     A estas alturas Marco ya no pudo contenerse y lanzó una larga y sonora carcajada que duró varios minutos.

            -Es una broma, ¿verdad? -preguntó entre risas.

            -Por supuesto que no. -Sabía que su amigo reaccionaría de aquella manera pero aun así necesitaba contárselo-. Te estoy hablando en serio. Además, yo no le encuentro la gracia a lo que me pasó, más bien diría que es una horrible pesadilla.

            -No te enojes -dijo todavía riendo-, aunque si es para romperte el culo, yo le pediría mucha más plata; si tanto lo quiere, que le cueste.

            -Dejate de decir pelotudeces -dijo aún más enojado.

            -Bueno tampoco es para tanto, vos podrías tomar el lugar del hombre y él el papel de la mujer si tanto miedo tenés de que tu culo pierda la virginidad, y, si pasa lo contrario, ya sabés que dicen que el punto G de los hombres se encuentra en el culo. Quién sabe, en una de esas te termina gustando... -Ante la mirada asesina de su amigo se apresuró a agregar-: Era una broma, che, no te enojes. Tómatelo con calma, al fin y al cabo no lo vas a volver a ver. No dejés que una boludes así te afecte demasiado.

            -Sabés qué... -empezó a decir después de un rato-, el tipo ese me investigó, sabe dónde vivo, dónde trabajo, sabe sobre la enfermedad de mamá...

            -No te preocupes -lo tranquilizó-. Si empieza a acosarte de vuelta lo denuncias y ya, si no, -agregó sonriente-, veinte mil pesos por que te rompan el culo no está mal...

     La frase quedó inconclusa, ya que un enorme almohadón fue a parar directo a su cara.

 

 

Aunque en lo más profundo de su corazón sabía perfectamente que había pasado los límites, no se arrepentía en lo más mínimo por lo que había hecho. La verdad es que había planeado ofrecerle un puesto de cadete para poder tenerlo cerca, pero cuando lo vio frente a él todo se le fue de control. Aprovechando la situación económica del castaño decidió hacerle aquella propuesta. Sabía que estaba actuando como un verdadero hijo de puta, pero no le importó. Deseaba con todas sus fuerzas tenerlo cerca y después de ser rechazado su deseo había crecido aun más.

            -Siempre tuve lo que quise. -Sonrió reclinándose en el cómodo sillón de la oficina-. Ahora lo quiero a él.

            -¿Ahora hablás solo? -Gabriel estaba asomando la cabeza detrás de la puerta con una sonrisa en los labios.

            -Si venís para que te invite a comer, estás perdiendo el tiempo.

            -Todo lo contrario. -Se acercó a su amigo-. Hoy invito yo, para que veas que no soy tan tacaño.

            -Acepto la invitación.

            -Bueno, entonces vamos. -Amagó a ponerse de pie pero Joshua lo detuvo con un gesto de su mano.

            -Esperá, hay algo que quiero contarte.

            -Por fin lo vas a largar. -Gabriel sonrió, y al ver que su amigo lo miraba sin entender, agregó-: Hace días que te noto extraño, es evidente que te pasa algo -concluyó.

            -Bueno -suspiró cansado-, creo que hice algo que no debía, y lo que es peor no me arrepiento por ello.

            -¿Y qué fue lo que hiciste? -preguntó su amigo tranquilo.

            -Hace unos días cuando me di una vuelta por el departamento de recursos humanos conocí a alguien.

            -Pero que buena noticia, ya sabía que algo así estaba pasando.

            -La verdad es que sólo lo vi un momento, pero me bastó...

     En resumidas palabras describió cómo se había encontrado con Elías en el baño, y también la forma en la que había obtenido su currículum, para luego mandarlo a investigar y por último citarlo allí para realizarle una supuesta entrevista de trabajo.

            -Y al final lo contrataste para tenerlo cerca -concluyó Gabriel-. ¿Qué puesto le ofreciste? ¿Cadete o...?

            -No -lo cortó Joshua-, creo que fue allí donde cometí el error.

            -¿Por qué?

            -No le ofrecí ningún trabajo, al menos no del tipo que vos pensás. -Gabriel levantó las cejas mirándolo sin entender y Joshua continúo su relato-. Según el informe que me entregó Javier, Elías, así es como se llama, está en una muy mala situación económica, y además su madre esta muy enferma, entonces aproveché su necesidad para ofrecerle una buena cantidad de dinero a cambio de... -hizo una pequeña pausa como meditando las palabras que iba a decir para luego soltar lentamente- unos días de sexo, un mes para ser exacto.

            -¿Qué...? -Preguntó incrédulo su amigo-. ¿Me estás jodiendo?

            -No. Para nada. -La expresión seria de Joshua le indicaba que estaba diciendo la verdad.

            -Le estás pidiendo a un desconocido que se acueste con vos por plata -concluyó-. ¿Te volviste loco? ¿Tan necesitado estás como para llegar hasta ese punto? No sabía que eras de esas personas que les gusta pagar por tener un poco de sexo. Es más, conociéndote como te conozco, juraría que podés obtener muy buenos resultados sin la necesidad de que tus bolsillos se vean afectados.

            -No te preocupes, el chico no aceptó, y la verdad es que es la primera vez que hago algo como esto.

            -Y por supuesto que no aceptó -aseguró medio enojado-. Le estás proponiendo que se prostituya y te estás aprovechando de su situación económica para chantajearlo, y me sorprende que no te hayas ganado una buena golpiza porque si yo estuviera en su lugar es lo que hubiera hecho, además seguramente ese tal Elías ni siquiera es gay.

            -La verdad es que no me arrepiento de nada -aseguró-. El hecho de que me haya rechazado aumenta mis deseos por volver a verlo.

            -Definitivamente, te volviste loco.

            -Tengo la dirección de su casa y la de su trabajo, creo que un día de estos le hago una visita.

            -Mientras no termines preso por esta locura no hay problema. -Y señalándolo con el dedo índice agregó-: Porque eso que estás haciendo se llama acoso sexual.

            -No te preocupes por mí, todo va estar bien. Esto recién comienza. -Una sonrisa picara se dibujó en sus labios.

 

 

La pizzería "Venecia" era bastante grande y de un ambiente muy familiar. Aquí y allá podían observarse una cantidad considerable de sillas y mesas de madera prolijamente vestidas con manteles blancos y rojos. A esa hora del mediodía en la que la mayoría de los habitantes de la ciudad estaban almorzando, la pizzería parecía ser uno de los lugares favoritos para esa ocasión. Desde elegantes empresarios vestidos con costosos trajes hasta enamoradas parejas de novios, y algún que otro grupo de amigos eran los clientes habituales del lugar.

     Las blancas paredes estaban adornadas por cuadros con motivos futbolísticos y un sinnúmero de banderines pertenecientes a diferentes equipos de fútbol tanto nacionales como internacionales. Entre un cuadro de Maradona y la selección argentina de fútbol colgaba un televisor de pantalla plana, al cual ninguno de los clientes parecía prestarle la más mínima atención, y en cuya colorida pantallas podía verse a dos serios periodistas relatando las noticias destacadas del día.

     Detrás del mostrador, entre botellas de whisky, licores y vinos, el dueño de "Venecia", un hombre de unos cincuenta años de edad algo calvo y regordete, leía la sección deportiva del diario, en tanto que dos mozos vestidos de impecable negro iban y venían con bandejas repletas y vacías entre las pobladas mesas.

            -Elías. -El hombre apenas levantó la vista del diario cuando le habló-. Si ya terminaste con los envíos, encargate de atender las mesas siete y ocho.

     Elías asintió levemente con la cabeza al tiempo que se acomodaba el delantal alrededor de la cintura. Una pareja de enamorados conversaba entre susurros en la mesa ocho cuando él se acerco.

            -Buenos días. ¿Qué se van a servir? -preguntó con una leve sonrisa.

            -Un capuchino y un café con leche con dos tostados de jamón y queso -pidió el joven.

            -¿Algo más? -preguntó después de haber anotado todo en un pequeño anotador.

            -Por ahora nada más.

            -Muy bien.

     Ni bien le entregó el pedido al encargado se dirigió a la mesa siete en la que minutos antes se acababa de sentar un cliente.

            -Buenos días -saludó aún con la vista clavada en el anotador-. ¿Qué desea ordenar?

            -Como desear te deseo a vos -dijo una voz que le sonó odiosamente familiar-, pero lamentablemente no creo que estés incluido en el menú.

     Elías levantó bruscamente la vista para toparse con los verdes ojos del joven presidente de la cadena J&E.

            -¿Vos? -Logró controlarse a tiempo para no gritar-. ¿Qué estás haciendo acá?

            -Deseaba probar la pizza de jamón y muzzarella que preparan acá, me dijeron que son exquisitas. -Sonrió seductor-. Me halaga que te acuerdes de mí, tenía miedo de que después de haberte retirado furioso de mi oficina me hubieras olvidado.

            "¿Cómo voy a olvidar tú estúpida cara, si hasta pesadillas tuve con ella?", pensó el muchacho, pero no lo dijo, en lugar de eso respiró profundo para tratar de recuperar la calma antes de hablar nuevamente.

            -No seas mentiroso. -Apretó furioso el anotador entre sus manos-. Por favor  andate de acá y deja de molestarme -dijo en voz baja-, ya te dije que no me interesa tu propuesta

     Con marcada tranquilidad el empresario se reclinó en el respaldo de la silla y sin dejar de mirarlo a los ojos se tomó un par de minutos antes de volver a hablar.

            -No creas que el mundo gira alrededor tuyo -dijo calmado-. Es cierto que me gustaría pasar un buen rato en la cama con vos, pero estamos en un país libre y te guste o no tengo todo el derecho de comer en donde se me dé la gana y, a menos que quieras perder tu trabajo, cosa que en tu complicada situación no creo que te convenga, va ser mejor que me atiendas como es debido -sonrió antes de agregar-, aunque si eso pasa ya sabés que yo te ofrezco un trabajo mejor remunerado y te aseguro que mucho más placentero. Quién sabe -dijo seductor-, si me resultás bueno, cosa que no dudo, podría extenderte el contrato por tiempo indefinido en lugar de sólo un mes.

            -Maldito maricón de mierda -dijo furioso.

            -El cliente siempre tiene la razón -cortó-. Será mejor que te calmes o tu estúpida escenita podría costarte al trabajo.

     Tenía razón, lamentablemente ese insoportable individuo tenía razón. No podía bajo ninguna circunstancia darse el lujo de perder el trabajo. Necesitaba ese dinero. Suspiró profundamente al tiempo que cerraba fuertemente los ojos y los volvía a abrir con rapidez.

            -¿Qué se va a servir? -preguntó entre dientes.

            -Así está mejor. -Sonrió triunfante-. Quiero una pizza personal de jamón y queso y una seven up -agregó hojeando distraído el menú.

     El muchacho casi rompió el papel debido a lo fuerte que había presionado el bolígrafo. Inclinando levemente la cabeza giró sobre sus talones para retirarse pero el molesto cliente detuvo su huida.

            -Una cosa más -agregó sonriente el empresario-, sonreí, sos realmente hermoso cuando lo hacés.

     Los siguientes minutos fueron los más tensos que le tocaron vivir en su vida. Atendió de forma respetuosa y amable a la acaramelada pareja de novios, y por el contrario, toda esa actitud se le venía abajo cuando del joven empresario se trataba. La frialdad y el nerviosismo se hacían presentes cuando lo tenía ante sus ojos. Ese individuo no dejaba de desnudarlo con la mirada y en varias ocasiones estuvo tentado de tirarle la bandeja repleta de comida encima, sólo Dios sabía qué milagrosa fuerza impidió que eso finalmente sucediera.

            -No te pongas nervioso -dijo provocativo el empresario-, o voy a pensar que no te soy tan indiferente como pretendés hacerme creer.

            -Sinceramente -dijo entre dientes-, no me gusta que me acosen. -Inclinó levemente la cabeza para agregar con fingida cortesía-. Que disfrute la comida.

     Todo aquello le estaba provocando un retorcido placer. Sabía que lo estaba poniendo nervioso, y que de alguna manera lo que estaba haciendo estaba mal, pero simplemente no había podido reprimir el inmenso deseo que tenía de volver a verlo. Y sí, lo estaba acosando, y eso le encantaba. No podía evitarlo, un deseo profundo crecía dentro de su cuerpo, se sentía como gato que juega con su presa antes de asestar su golpe mortal.

     Disfrutó la comida, claro que la disfrutó. Sobre todo porque desde donde se encontraba podía observar con perfección todos los movimientos del castaño ratoncito que tenía como víctima.

     Cuando finalmente pidió la cuenta eran alrededor de las dos de la tarde. Elías, con la misma actitud fría que había tomado ante él, tomó el dinero y se retiró sin decir palabra.

            -Con esa actitud lo único que vas a conseguir es que me interese mas por vos -dijo en voz baja mientras lo veía alejarse dando seguros y altaneros pasos para desaparecer luego tras el mostrador.

     Sacó del portafolio un trozo de papel y un bolígrafo y después de escribir unas cuantas palabras en él, lo dejó sobre la mesa junto a la propina, para luego ponerse de pie y retirarse del local con la misma sonrisa pícara que había tenido durante todo su placentero almuerzo.

 

 

Definitivamente ese idiota lo ponía nervioso y, hasta cierto punto, le daba un poco de miedo sus acosos. No se olvidaba que aquel tipo lo había investigado y gracias a eso sabía muchas cosas sobre él. Eso le preocupaba. No podía saber con exactitud hasta dónde era capaz de llegar con sus acosos. Quizás estaba exagerando pero ese tipo tenía mucho dinero y si se le antojaba podía secuestrarlo o violarlo o mandarlo a matar...

            -Creo que estoy exagerando las cosas -dijo en voz baja-, toda esta situación me esta poniendo un poco paranoico. Sinceramente no creo que se anime a tanto, sólo es un marica calentón con ganas de coger. -Limpió con cuidado la mesa que había ocupado Joshua-. Tal vez se termine cansando...

     Sobre la mesa junto a la propina una pequeña nota escrita con una prolija y elegante letra llamó su atención.

            -Ese estúpido -dijo al tiempo que guardaba el dinero en el delantal y arrugaba la nota entre sus dedos- no me va a dejar en paz.

     "Me gusta mirarte, no pierdo la esperanza de que aceptes mi propuesta". Sólo eran unas simples palabras pero aun así un extraño escalofrío recorrió su columna vertebral creándole una sensación de intranquilidad.

 

 

La mañana del 9 de julio, día en el que los argentinos festejaban su independencia, un inusual acontecimiento se sumó a los festejos de la población. Los constantes cambios climáticos, todos atribuidos al dichoso y últimamente muy nombrado calentamiento global, habían traído como consecuencia una hermosa nevada en Buenos Aires, ciudad que se caracterizaba por un clima templado y, que según los registros, no había tenido tal espectáculo climático desde el año 1918. Esto no impedía que los porteños, poco familiarizados con la nieve, salieran de sus hogares con eufórica alegría y disfrutaran de los blancos copos tratando de armar muñecos de nieve o simplemente admiraran el paisaje que se asemejaba más  a una postal patagónica que a la hermosa y desalineada Buenos Aires.

     Pero no todas las noticias que traía la nieve eran tan buenas, en la mayoría de los noticieros se había advertido sobre los posibles riesgos de conducir en el medio de la nieve y casi todos los vuelos que llegaban o salían del país se encontraban retrasados o reprogramados.

      Entre admirados y molestos los pasajeros de las distintas compañías aéreas esperaban resignados en la enorme sala de espera del aeropuerto de Ezeiza sabiendo que las quejas no harían que la milagrosa nieve dejara de caer.

     Cerca de la medianoche los copos de nieve fueron desapareciendo poco a poco, dejando tras su paso unas temperaturas tan bajas que, según los meteorólogos, eran consecuencia de una ola polar que duraría varias semanas en retirarse. Pero también para alivio de muchos, el transito aéreo fue poco a poco volviendo a la normalidad.

     Luego de haber pasado más tiempo de lo debido en el dichoso avión, Lorena sólo ansiaba llegar a su departamento y dormir por lo menos veinticuatro horas seguidas.

     Después de tres meses de haber estado fuera del país lo que menos se imaginaba era que una inusual e histórica nevada retrasara su tan ansiada llegada. Una extraña mezcla de alegría y tristeza la embargaron cuando finalmente descendió del avión. Alegría porque finalmente estaba de vuelta en la ciudad, y tristeza al recordar la razón que la llevó a exiliarse temporalmente del país. Pero bueno, había vuelto y con muchas ganas de empezar de nuevo.

     Como toda buena diseñadora era amante de la buena ropa y le encantaba lucirla. Hasta en esa ocasión en la que la mayoría de las personas optaba por algo más bien informal, ella había decidido llevar una falda gris con medias finas y unas botas de taco bajo, junto con una camisa blanca y un saco gris que, a pesar de ser elegante era bastante abrigado. Aunque era una reconocida diseñadora y una incansable trabajadora de la moda, su cuerpo no era el de una súper modelo ni nada por el estilo, la verdad es que lejos estaba de parecerse a una. No era extremadamente flaca y quizás podía decirse que tenía unos pocos kilos de más para lo que al mundo de las pasarelas se refería, pero aun así era dueña de una belleza y elegancia única que dejaba a cualquier hombre con la boca abierta.

            Sonrió.

            -A cualquier hombre menos a él -dijo en voz baja mientras tomaba su equipaje con un gesto tranquilo y consciente de que se había convertido en el atractivo principal de varias miradas masculinas. Se sentía halagada pero a la vez sentía que en esos momentos no estaba con ánimos de coquetear con nadie y mucho menos empezar una nueva relación. Bastante tenía ya con los recuerdos de aquel ingrato individuo que había despreciado de manera ruin su amor y la había humillado sin ningún remordimiento, cambiándola por otros brazos y dejándole el corazón completamente destrozado. A tal punto que ni siquiera el tiempo transcurrido, hacía casi un año ya o quizás más, ni el extenso y obligado viaje hasta las playas de Río de Janeiro habían logrado tan siquiera cerrar un mínimo centímetro de la herida que guardaba su miserable alma.

     Con pasos lentos y elegantes caminó por la poblada sala del aeropuerto arrastrando su equipaje tras de sí. Su vista en cambio quedó fascinada con el paisaje nocturno que dejaban ver los enormes ventanales del lugar. La nieve, aunque escasa, parecía negarse rotundamente a retirarse, y al igual que ella varios pasajeros decidieron dejar de quejarse por los retrasos y admirar la nevada que ya estaba teniendo su punto culminante. Era increíble ver como un simple acontecimiento climático despertaba en la gente un sentimiento de felicidad imposible de describir.

            -Es una lástima  que ya se esté acabando, todo el día estuvo nevando sin parar, cualquiera podría confundir Buenos Aires con Bariloche.

     La voz seductora y varonil le resultó agradablemente familiar. Con marcada serenidad giró su rostro dibujando una hermosa sonrisa de alegría para el hombre que había venido a recibirla.

            -Bienvenida a casa, Lorena -sonrió el moreno parado tan solo a unos centímetros de ella. La joven se movió ligera y ansiosa, tirándose a los brazos de aquel que había formulado la frase.

            -Joshua, qué alegría verte de nuevo. -Envolvió a su hermano en un fuerte y cálido abrazo de felicidad, demostrándole que estando lejos lo había extrañado más de lo que sus labios eran capaz de admitir.

            -Yo también te extrañé -admitió el empresario, y desprendiéndose de su abrazo tomó la maleta y con pasos lentos comenzó la retirada-. Mi trasero ya estaba perdiendo su forma de tanto esperar. Esos asientos son realmente una tortura; es muy bonita la nieve pero ha creado un verdadero caos en este lugar, llevo más de cinco horas esperándote.

            -Sí, la verdad es que no creí que demoraran tanto pero gracias al cielo ya estoy acá. En estos momentos solo quiero comer algo ligero y dormir un día completo.

            -Le pedí a Rosa que nos prepare algo antes de irse. Hoy quedate en mi casa, Rosa no tuvo tiempo de pasar por tu departamento en estos días pero prometió que mañana te lo dejaría listo para vos.

            -Si seguramente no tuvo tiempo fue porque se la pasó mimándote a vos -bromeó.

            -No sé de que me estás hablando. -Se hizo el desentendido.

            -Sabés que sos como un hijo más para esa mujer -aseguró.

     No pudo acotar nada, hacía unos quince años que Rosa trabajaba con ellos, y su afecto por la anciana doméstica podría describirse más como el de una abuela y su nieto. A pesar de que tenía dos hermosos hijos y unos cinco nietos en su lista de familiares, la mujer siempre le decía que él para ella era como un hijo más.

     Llegaron hasta el lugar en donde estaba estacionado el elegante y costoso Mercedes Benz azul, colocó la pesada valija en el porta equipajes y ni bien se acomodaron dentro del vehículo lo puso en marcha.

            -¿Te sirvió de algo? -preguntó mirando de reojo como su hermana terminaba de acomodarse el cinturón de seguridad.

            -¿Qué cosa? -interrogó, aunque sabía a qué se refería Joshua con esa pregunta.

            -¿Estás mejor? Sé que quizás un simple viaje no cure tus heridas, pero confío en que por lo menos haya ayudado a que olvides un poco a ese estúpido -recalcó con cara de asco-. No merece que derrames una sola lágrima por él.

            -Me gusta cuando actúas como hermano celoso y protector. -Sonrió.

            -Lo hago por el bien de la empresa  -aseguró con un gesto serio y poco creíble-. Si estás todo el tiempo llorando por los rincones no me rendís en nada, ni siquiera sos capaz de diseñar un miserable pañuelo en ese estado, y por supuesto las ganancias de la empresa se ven perjudicadas ante tu actitud tan poco profesional.

            -Ni la empresa se va a quebrar por que yo este bajo una depresión amorosa y tampoco creo que hagan falta tanto mis diseños para que J&E salga adelante -dijo entre carcajadas-. Y la verdad es que amo cuando me protegés así, y -agregó mirando el paisaje-, contestando a tu pregunta, la verdad es que me sirvió más que nada para despejar un poco mi mente.

     Se hizo un silencio entre los dos. Joshua desvió un poco la vista del tránsito nocturno para observar el perfil de su hermana. Los castaños cabellos estaban recogidos en un prolijo rodete, sostenidos por un par de hebillas invisibles, su tez seguía siendo blanca pues el tropical clima brasileño no parecía haber hecho ningún efecto sobre ella, y sus ojos verdes, característicos de la familia Reisig, estaban perdidos en algún punto del paisaje que se dibujaba a través de la ventana del automóvil.

            "Esas heridas no se borran fácilmente", pensó Joshua al percibir tristeza en su hermana.

            -Decidí dejar de lamentarme y olvidarme de él -dijo saliendo de pronto de su mutismo-. Va a ser difícil pero no soy la primera ni la última mujer que ha sufrido un desengaño amoroso, y tampoco creo que me vaya a morir por causa de esto -suspiró para luego agregar con una sonrisa-: como dicen por ahí, lo pasado pisado y al mal tiempo buena cara, y en definitiva, él se lo pierde si decidió cambiarme por esa rubia cabeza hueca, lo siento por él, no voy a pretender tener a mi lado a una persona que no me quiere.

            Joshua la miró de reojo y una sonrisa burlona se dibujó en sus sensuales labios.

            -Me alegro por vos, sabía que una situación así no iba a poder con mi diseñadora estrella.

            -Además tengo muchos deseos de volver al trabajo, no hay mejor terapia que hacer algo que te gusta -dijo segura, y agregó-: pero estamos hablando mucho de mí y todavía no me contaste nada de cómo te fue a vos en todo este tiempo que estuve fuera.

            -Nada nuevo. Mucho trabajo. Entre la inauguración del nuevo local y los preparativos de la nueva temporada prácticamente no tuve tiempo de nada.

            -Con eso me querés decir que mis deseos de que te cases y me llenes de sobrinos por ahora no van a cumplirse.

            Sin quitar la vista de la autopista el empresario emitió una pequeña carcajada desprovista de alegría antes de contestar.

            -Sabés muy bien que no está en mis planes casarme. -Hizo una pausa antes de continuar-. Ya lo intente una vez y me fue pésimo, además, prefiero tener amantes temporales antes de enredarme con alguien y terminar mal, aunque sinceramente últimamente con el trabajo no tuve tiempo ni para eso.

            -Si me querés decir que hace tiempo que no tenés sexo no te creo Joshua, vos sos un insaciable siempre detrás de un buen culo ya sea masculino o femenino.

            -Ese vocabulario no es digno de una dama distinguida como vos -reprobó-, ¿y desde cuando me ves como un insaciable sexual?

            -Bueno quizás estoy exagerando un poco, pero aun así no puedo creer que estés solito, de seguro tenés algún amante por ahí o tal vez alguna presa en vista.

            -Puede ser -aceptó, y en su mente se dibujaron un par de ojos marrones que lo miraban orgullosos y unos labios hechos para ser besados y que él se moría por hacerlo-, pero todavía no cede a mis caprichos, es muy testarudo.

            -Seguro que ya encontrarás a otro que sí quiera cumplirlos -aseguró su hermana distraída-; con lo lindo que sos no creo que hayan muchas personas que se atrevan a rechazarte.

     Joshua no contestó. Con una ágil maniobra estacionó el auto a un costado de la acera. Delante de ellos la elegante fachada de una casa de dos pisos se hizo presente, en la que se distinguían unas rejas negras tras la cuales se podía ver el garaje particular y una puerta doble tallada en roble que daba acceso a la casa. Con un extraño chirrido las rejas se abrieron y después lo hizo de igual forma la puerta del garaje activados por el pequeño control que Joshua tenia en sus manos.

            "Yo lo quiero a el", pensó mientras ingresaba el auto en el garage, "en estos momentos no deseo a otras persona mas que a él"

            -¿Qué habrá de comer? -Lorena lo sacó de sus pensamientos-. Me muero de hambre.

            -No tengo ni idea -dijo Joshua mientras ingresaban al amplio hall principal-. Rosa dijo que iba a dejar preparado algo especial para vos.

    En el amplio y elegante comedor les esperaba la cena. Cenaron y hablaron de muchas cosas, aunque la mente del joven empresario estaba muy lejos de allí. Planes y planes se tejían en su mente buscando la manera de hacer caer en sus redes a tan apetitosa y deseable presa.

 

 

Continuará...

Notas finales:  

Como comentario del capitulo para todos los que viven en Argentina mas específicamente en Capital Federal, sabrán lo bonito que fue la nevada del 9 de julio, y mas para los que como yo, nunca vieron nieve en la vida ^^, me pareció hermoso reflejar aunque sea una parte de ese día en palabras.

Quiero dedicar el capi a mi amiga del alma Maria (que no le gusta el yaoi pero la muy pesada me pidió que la nombrara en los comentarios ¬¬¡) flaca sos única.

Y bueno, solo resta decirles gracias nuevamente por el apoyo, y pedirles sus comentarios sean buenos o malos para poder mejorar con la historia.

Me costo subir la historia a la pagina ya que no estaba muy segura de mi, pero bueno espero que al menos disfruten un poco con las vivencias de mis personajes.

Gracias y hasta pronto.

Makino Tsukushi.


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