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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo: Simplemente les dejo el capítulo 20 ^^
 

Capítulo 20. Verdades que salen a la luz

 

 

Sintió un líquido frío que le caía en el rostro. Sobresaltado, abrió los ojos creyendo que se ahogaba.

-Al fin te despertás, bella durmiente. -Marco estaba parado junto a la cama y sostenía un vaso vacío con el que segundos antes le había echado agua-. Te doy cinco minutos para que te vayas. No tengo tu tiempo señor idiota y estoy bastante retrasado por tu culpa.

Alejandro parpadeó perdido y trató de reordenar las ideas. Algunas imágenes borrosas de lo que había pasado la noche anterior vinieron a su mente. El pub, la soledad, los recuerdos, las ansias locas por olvidar y el alcohol como única salida. Pero... ¿dónde carajo se encontraba? Como si su mente recién comenzara a reaccionar miró alrededor fijándose en el empapelado azul que cubría la habitación hasta detenerse finalmente en su anfitrión.

-Si ya terminaste de despabilarte -Marco se cruzó de brazos-, ya conocés la salida. Suficiente tuve con aguantarte durante la noche, ¿no vas a pretender que te prepare un café para aliviar tu resaca? -se burló con sarcasmo mientras se dirigía hasta la puerta-. Tengo un día muy ocupado, por favor cuando te vayas cerrá la puerta.

Y sin más salió de la habitación.

Alejandro se sentó en el lecho y se refregó suavemente los ojos. Si el idiota ese esperaba que le agradeciera por la hospitalidad, que esperara sentado.

Se puso de pie y observó con aire crítico su imagen frente al espejo. Su aspecto era lamentable.

-Nadie le pidió ayuda -susurró mientras se arreglaba la ropa y salía de la habitación.

El pub estaba cerrado y los rastros del alboroto de la noche anterior habían desaparecido. Con pasos lentos se encaminó hasta la salida mirando con desgano a su alrededor.

La duda lo embargó cuando llegó a la puerta: una sensación extraña que no pudo discernir a ciencia cierta de dónde provenía le hizo detenerse. Dubitativo, meditó sólo por unos segundos para luego girarse y volver sobre sus pasos.

Sus lustrados zapatos lo condujeron hasta el baño del local. Se detuvo junto a la entrada. Un gemido se escuchó desde el otro lado. Dudó. La curiosidad lo embargó y aparentemente calmado giró la manija de la puerta e ingresó a la habitación.

El cuadro que encontró lo dejó completamente congelado. Aquel irritante muchacho se tomaba el pecho con fuerza como si tuviera dificultades para respirar.

Sin importarle que Alejandro estuviera viéndolo, Marco se apoyó en la pared del baño.

-Me... duele el pecho... mucho -logró decir con dificultad.

Se sentía morir. El miedo bloqueó sus sentidos.

-Puta madre...

Alejandro se precipitó hasta él y lo sostuvo justo a tiempo para impedir que cayera desplomado en el suelo. Buscó su celular en el bolsillo y lanzó otra maldición cuando comprobó que se había quedado sin batería.

-Tranquilo -atinó a decir-. Calmate, trata de tomar aire con lentitud.

No podía, tal vez por los nervios o la desesperación, Marco no podía hacer que el aire llenara sus pulmones. Era un dolor que aumentaba más y más y le oprimía con crueldad el pecho.

-Vamos -dijo Alejandro mientras lo ayudaba a caminar-. Te llevo al hospital.

 

 

La guardia del hospital estaba poco concurrida a esa hora de la mañana. Mientras aguardaba en la sala de espera con una resaca que le partía la cabeza en dos, Alejandro se entretuvo observando a una mujer que trataba de mantener fuera de cualquier peligro a su inquieto niño. El pequeño, a pesar de tener la frente vendada, no parecía muy interesado en hacerle caso a su madre.

-Vas a volver a lastimarte -aseguraba la mujer entre preocupada y enojada viendo cómo el niño correteaba por la sala.

Alejandro esbozó una sonrisa antes de volver a consultar su reloj. Hacía media hora que habían metido a Marco en la sala de guardia y aunque no era su obligación ocuparse de ese molesto muchacho, decidió esperar.

La puerta del consultorio se abrió y un médico de unos cincuenta años vestido con un guardapolvo blanco se asomó por ella.

-¿Usted es familiar de Marco Ayala? -preguntó cuando Alejandro se le acercó.

-Soy un conocido -se limitó a decir.

-Bueno, si puede comunicarse con un familiar se lo voy a agradecer. Su amigo tiene todos los síntomas de tener cálculos en la vesícula, ha sufrido un cólico biliar, por eso ese dolor en el pecho y en la boca del estómago. Le estamos inyectando calmantes mediante suero y hasta que no logre estabilizarse no creo que sea conveniente que se retire. Además los calmantes son algo fuertes y le están provocando sueño. Va a tener que quedarse en observación al menos por unas horas. -El médico hizo una pequeña pausa antes de preguntar-: ¿Quiere pasar a verlo?

Alejandro parpadeó varias veces evidenciando sorpresa: por un lado no entendía mucho sobre términos médicos y la explicación del galeno no le había quedado del todo clara, y por el otro no creía que él fuera la persona adecuada para estar al lado del muchacho en ese momento. Mas sin detenerse siquiera a pensarlo movió afirmativamente la cabeza.

Se encontró con un Marco pálido que apenas podía mantener los ojos abiertos. Ver al muchacho en ese estado le provocó confusión. Encontrar debilidad en aquel rostro que siempre supo altanero y burlón le dejó perplejo.

-Supongo que tengo que darte las gracias -susurró el muchacho levantando los párpados con dificultad.

El orgulloso Alejandro se limitó a observarlo con detenimiento sin apresurarse a contestar.

-Estamos a mano -dijo después de un rato-, por haberme dejado dormir en el pub. -Marco asintió cansinamente con la cabeza-. ¿Querés que llame a tu familia? -preguntó con distante amabilidad.

-¡No! -El muchacho abrió los ojos e intentó levantarse, pero las fuerzas apenas le permitieron despegar la cabeza de la almohada-. No quiero que se preocupen por mí -articuló-. Gracias de nuevo, ya podés irte, yo voy a estar bien.

Era lo mismo que estaba pensando Alejandro, ya había hecho mucho por él y era hora de volver a su casa. Salió de la habitación y se encaminó hasta la salida, pero se detuvo entes de llegar a ésta.

Suspiró visiblemente fastidiado y giró apenas la cabeza dirigiendo la mirada a la entrada del consultorio. Se refregó el entrecejo y maldiciéndose internamente buscó en el bolsillo del pantalón su billetera y extrajo un par de monedas para luego girar y dirigirse a la máquina expendedora de café que había en la sala. El café siempre lograba aplacarle la resaca, además necesitaba mantenerse despierto, no estaba completamente seguro de cuánto tiempo tardaría el médico en decidir que Marco estaba lo suficientemente estable como para regresar a su casa. Tomó el vaso de plástico y le dio un pequeño sorbo al tiempo que se acomodaba en uno de los asientos del lugar. La espera sería larga.

 

 

El trabajo debía durar unas dos semanas pero algunos percances con el clima y los inconvenientes que habían tenido con unos equipos hicieron que esas dos semanas se extendieran a cuatro. Con lo perfeccionista que era el fotógrafo, insistió en repetir las tomas por lo menos veinte veces cada una y además se había encargado de armarle al muchacho un book con diferentes fotografías por si en un futuro deseaba seguir en el mundo del modelaje.

Elías buscó en el trabajo un refugio o mejor aún una vía de escape a todos sus fantasmas. Trabajaba hasta cansarse y aun así, cada vez que apoyaba la cabeza sobre la almohada su mente volvía una y otra vez a lo mismo. El bello rostro de Joshua se había grabado a fuego en su alma y en sus pensamientos.

A menudo las ganas de llorar lo vencían y el remordimiento y la culpa no dejaban de atormentarlo. Pero ¿por qué sentía eso si en definitiva era lo que él había buscado desde el principio? ¿Por qué a pesar de todo lo pasado no podía sentirse en paz?

El atardecer caía en la ciudad, y a pocas horas de haber vuelto a la Capital Federal el muchacho buscó consuelo en la compañía de Marco. Al llegar a la casa de su amigo no pudo menos que sorprenderse cuando lo vio. La tez de éste estaba levemente pálida y unas imperceptibles ojeras adornaban su rostro.

-¿Estás bien? -fue la pregunta obligada que surgió de sus labios cuando su amigo puso en el centro de la mesa del comedor una botella de agua mineral.

-Podría decirse que sí -murmuró Marco.

-¿Qué te pasa, Marco? -preguntó abiertamente preocupado.

Su amigo dibujó una leve sonrisa en sus labios.

-Tengo la panza llena de piedras -soltó, y al ver la cara de consternación de Elías agregó-: Cálculos en la vesícula, según el médico sería bueno que me opere. Claro -acotó con sarcasmo-, como no es a él al que le van abrir la panza con un cuchillo.

-¿Te tienen que operar? -se alarmó.

-Es una posibilidad que puedo evitar si realizo una dieta estricta -sirvió agua en dos vasos de vidrio y le extendió uno a su amigo-: Mi mamá me tiene a pan y agua. Bueno -se corrigió-, a galletas dietéticas y agua. No me deja comer nada que tenga un mísero gramo de grasa.

-Hace bien.

-Me muero de hambre -Marco se puso de pie indignado-, no es para tanto. El hecho de que tenga un par de piedritas en la vesícula no quiere decir que tenga que matarme de hambre.

           

-Entonces vas a tener que operarte...

-¡No! -exclamó asustado-. Operarme no.

-Si no querés que te pase algo peor lo mejor va a ser que te operes...

-No sabes el miedo que me provoca operarme -Marco suspiró cansado-. Parece algo sencillo, pero ¿y si me pasa algo?

La preocupación se evidenció en el rostro del muchacho y Elías pudo palpar el temor en su amigo.

-Todo va estar bien. -Con una sonrisa que intentó ser tranquilizadora se acercó hasta Marco y le dio una palmada en la espalda-. Yo estoy acá para lo que necesites.

Marco no pudo menos que sonreír ante las palabras del muchacho.

-¿Y vos? -inquirió de pronto-. ¿Cómo estás?

Esta vez le tocó a Elías suspirar largamente antes de contestar.

-Bien, un poco cansado por el viaje.

-¿Cómo te fue allá?

-Trabajé mucho pero me fue bien. Sólo tuve un pequeño inconveniente...

-¿Sí? -incitó al ver que su amigo se quedaba callado-.  ¿Qué pasó?

-Joshua se apareció en el hotel -Marco fingió sorpresa-, y terminamos peleando. Como siempre. Creo que esta vez es definitivo.

-Es lo que querías, ¿no? -dijo Marco después de un rato-. Que Joshua te dejara en paz. Ahora ya podés estar tranquilo. -Le dio una palmada en la espalda para luego dirigirse a la cocina y volver con una botella de cerveza-. Creo que esto tenemos que festejarlo, conseguiste un buen trabajo y al fin te libraste de ese pelotudo.

Vació parte del contenido de la botella en los vasos y elevó el suyo invitando a un brindis.

-¿Podés tomar cerveza? -preguntó Elías ceñudo.

-Es sólo un vaso -se quejó Marco-, no me voy a morir por un vaso de cerveza.

Dubitativo, Elías elevó su vaso sellando el brindis para luego dar un pequeño sorbo

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué estas tan seguro de que al fin te libraste de Joshua? -Marco dejó el vaso casi vacío en la mesa y se acomodó en el asiento.

«Lo lastimé -quiso decir-, nos lastimamos, se burló de mí». Una serie de excusas se agolparon en su boca pero no logró articular ninguna palabra. Extrañamente, desde aquel encuentro con el empresario se sentía vacío, terriblemente vacío. Extrañaba a Joshua, extrañaba sentirlo cerca, sentirse deseado, y el ímpetu con el cual el empresario se había despedido le había dejado bien claro que todo había terminado. Pero a pesar de todo, crecía a una velocidad vertiginosa el deseo enorme de volverlo a ver.

La expresión de dolor en su rostro lo perseguía durante sus sueños y más al sentir que él era el único responsable de aquel dolor. «El amor es un sentimiento que dudo algún día hayas llegado a sentir con sinceridad», le había dicho y al instante supo que las palabras lo habían herido en lo más profundo.

-¿Elías? -la voz de Marco lo sacó de sus meditaciones.

-Es lo mejor -dijo de pronto-, todo terminó. Ya no voy a volver a saber de él, ya no va a volver a molestarme con sus estupideces. -Se puso de pie y caminó alrededor de la mesa cual león enjaulado-. Primero me acosa, después quiere comprarme y encima se atreve a decirme que está enamorado de mí. ¿Cómo pretende que crea esa estupidez? Si lo que quería era echarse un polvo no era necesario que se pusiera a decir esas mentiras, yo...

-Te lo hubieras cogido sin la necesidad de tanto preámbulo -sentenció Marco haciendo que Elías interrumpiera su caminata y lo fulminara con la mirada-. ¿O preferís que sea él el que te coja? ¿Qué preferís, activo o pasivo? -indagó con burla.

-Dejá de decir pelotudeces, querés...

-¿Pelotudeces? -Marco se cruzó de brazos y lo miró directamente a los ojos-. Apuesto que en tu cabeza no haces más que pensar en él. ¿Qué fue lo que pasó para que se pelearan? ¿Finalmente se acostaron?

-No me acosté con él  -musitó enojado-. Y tampoco tengo ganas de seguir hablando con vos, tal parece que esas piedras te están atrofiando el cerebro.

Molesto, giró sobre sus talones dispuesto a retirarse. No estaba de humor para recibir sermones ni indagaciones de ese tipo. Necesitaba que su amigo lo contuviera pero no se sentía capaz de aguantar sus burlas. No en aquel momento cuando su mente se empeñaba en mostrarle cosas que deseaba olvidar. Solamente quería escuchar de los labios de otra persona la confirmación de que no se había equivocado, de que sus acciones eran las correctas. Necesitaba calmar ese remordimiento que lo carcomía por dentro.

Un quejido de dolor le hizo detenerse. Giró apenas la cabeza. Marco se tomaba el estómago doblándose levemente hacia adelante.

-¿Estás bien? -inquirió dudoso, sin atreverse a acercársele.

-Es sólo un simple dolor -musitó Marco-. Ya se me va a pasar.

Dudó sólo por un segundo y en tres grandes zancadas estuvo junto al muchacho. Tomó a Marco del hombro y lo apremió con suavidad.

-Te llevo al hospital...

La respuesta de Marco se hizo esperar tanto que Elías empezó a desesperarse. Buscó en el bolsillo de su pantalón el teléfono celular.

-Llamo a un médico...

-No hace falta -cortó Marco con una sonrisa-, fue una broma, me encuentro perfectamente.

Primero perplejo, después molesto, Elías fulminó con la mirada a su amigo al tiempo que se enderezaba cual alto era y guardaba el celular en su pantalón.

-Sos estúpido -masculló enojado-, no bromees con esas cosas. Pensé que de verdad te sentías mal...

-Sé que hice mal en darle la dirección del hotel a Joshua -cortó Marco provocando que Elías abriera los ojos con exagerada sorpresa-, creí que necesitaban aclarar ciertas cosas.

-¿Por qué hiciste eso? -explotó  molesto-. ¿Con qué objetivo? ¿Estás de acuerdo con todo lo que hizo ese tipo? Creí que eras mi amigo...

Marco se limitó a escuchar atentamente todo su descargo para luego empezar a hablar.

-¿Terminaste? -inquirió, y Elías como respuesta levantó el mentón en actitud desafiante-. Parece que sí -murmuró para sí-. No me gusta y no creo que nunca me llegue a gustar Joshua, pero hay dos cosas de las que estoy completamente seguro. -Hizo una pausa como invitando a su amigo a interferir, mas como Elías no emitió palabra alguna prosiguió-: Por lo que vos me contaste y por lo que pude deducir en las pocas ocasiones en las que he tenido la mala suerte de cruzarme con él, te puedo jurar sobre la santa biblia que Joshua Reisig el famoso empresario está enamorado de vos...

-Eso no es cierto -cortó Elías-, sólo tiene ganas de coger...

-Creo que esto ya te lo dije alguna vez -interrumpió-, pero te lo voy a volver a preguntar: ¿si tantas ganas tenía de coger, por qué no lo hizo? Perdoname la sinceridad pero te tenía en bandeja de plata, te estaba pagando para que lo complacieras y hasta donde yo sé ni siquiera tuvo oportunidad de echarse un polvo y todo porque cada vez que lo intentaba -lo señaló con el dedo índice-, vos te negabas y buscabas alguna excusa para no cumplir con tus "obligaciones". No lo justifico y tampoco veo bien el hecho de que haya intentado comprarte, pero en todo esto él fue el que más perdió. Si su intención era cogerte y pasar el rato no debió enamorarse.

-No es cierto -repitió Elías en voz baja.

-Está enamorado de vos. No sé qué habrá pasado para que decidiera alejarse de tu lado, pero ese día cuando decidí entregarle la dirección del hotel lo vi con claridad.

Elías volvió a tomar asiento frente a la mesa y con un gesto de cansancio ocultó la cabeza entre sus dedos.

-No me interesa -musitó más para sí-, no me interesa, no soy gay y no creo en sus sentimientos. Una persona como él no es capaz de...

¿De qué? ¿De sentir amor con sinceridad? ¿De enamorarse? Se había repetido durante tantas noches aquella frase intentando convencerse que era verdad, intentado alejar el sentimiento de culpa. Aquel rostro triste, desilusionado. Aquel adiós que atravesó su pecho como una puñalada. Aquellas palabras que entibiaban su corazón cada vez que las recordaba: «te amo»...

-Te dije que hay dos cosas de las que estoy completamente seguro -continuó Marco con cautela-, la primera ya te la dije, estoy completamente seguro de que Joshua está enamorado de vos y la segunda... -Elías levantó apenas la vista para mirar a su amigo-. La segunda, amigo, es que sé que sus sentimientos son correspondidos.

El silencio reinó en la sala. Las palabras de Marco se hundieron en lo más profundo de su ser dejándolo sin habla. ¡Era mentira! ¡Lo que su amigo decía era mentira! …l no estaba enamorado, lo único que sentía por Joshua era una atracción física, sexual y nada más. No podía estar enamorado.

-No es verdad -musitó-, yo no soy gay, yo no puedo...

«¿No puedo qué? -se preguntó-. ¿No puedo estar enamorado de un hombre?». Iba en contra de todos sus principios y no se atrevía ni siquiera a pensarlo, cada vez que su corazón insistía él simplemente lo ignoraba.

-Es verdad -dijo Marco-, no sos gay, pero eso no significa que no puedas enamorarte de un hombre. Podés negarlo cuantas veces quieras, podés ignorar todo lo que te dije y hacer oídos sordos, pero el amor no distingue de sexo, sólo llega de sorpresa y ahí se queda -aseguró como el mejor de los poetas-. Está en vos aceptarlo o no. Yo te voy a apoyar en lo que decidas, no me interesa que seas gay, travesti, bisexual o heterosexual, me interesa que seas mi amigo y como tal te quiero, seas o no perfecto.

-Como mi amigo tendrías que dejar de decir tantas pelotudeces -se evadió irritado.

-Las razones por las que te negás a aceptar lo que sentís son varias y hasta cierto punto puedo aceptarlo -continuó Marco sin prestarle atención a su enojo-. Debe ser algo bastante complicado el darse cuenta de que te sentís atraído por un hombre pero creo que a lo que mas le tenés miedo es a la reacción de tu mamá, de tu familia en general. Siempre pensando en ellos antes que en vos mismo.

-Basta -Elías elevó apenas su tono de voz.

-Como quieras. -Marco elevó sus manos en son de paz-. Es tu decisión.

 

 

El felino se estiró descaradamente. Somnoliento, observó a su dueño que se acercaba al lecho y, sin prestarle más atención que la debida, enroscó su  cuerpo hasta hacerlo parecer una bola de pelos y se dispuso a seguir con su descanso.

Joshua, mental y físicamente agotado, se sentó en el borde de la cama al tiempo que deshacía el nudo de la corbata y desprendía los botones de la camisa sin llegar a quitársela. Con un largo y cansino suspiro se desplomó suavemente en la cama y cerró los ojos.

La manía suya de no pensar, de enterrar definitivamente los recuerdos de Elías en lo más profundo del olvido, lo habían llevado a emprender una rutina agotadora en la que el trabajo era el único protagonista. Siempre encontraba alguna excusa para quedarse hasta altas horas de la noche en la empresa y Gabriel se había burlado de él en varias ocasiones, diciéndole que lo único que le faltaba era tomar un trapeador y ponerse a limpiar los pisos hasta dejarlos relucientes. Una dulce sonrisa se percibió en sus labios al recordar a su amigo. Al menos Gabriel y Lorena parecían haber encontrado la preciada y tan esquiva felicidad. A menudo solía sorprenderlos a mitad de una caricia o, peor aún, a mitad de un apasionado beso. Sentía un poco de envidia por ellos. Lo que parecía ser un amor completamente imposible iba afianzándose con el paso del tiempo. …l por su parte, había sacado a relucir nuevamente su antigua fachada y la frialdad se había acentuado en su rostro y en su forma de actuar. La sonrisa burlona y alegre había desaparecido y en su lugar las ojeras y el cansancio habían ganado terreno acompañado de un carácter a menudo irritable e imposible de controlar. Incluso la idea de festejar el cumpleaños de Lorena se le hacía poco atractiva. No se sentía con ánimos para asistir a ninguna fiesta pero, como pariente cercano de la festejada, no podía evadir tal compromiso. A pesar de faltar pocos días para la fiesta, la idea de fingir una enfermedad como excusa para no asistir se le hacía sumamente tentadora. Suspiró derrotado. No le podía fallar de esa manera a su hermana.

Cerró los ojos y el gato se movió perezosamente para acurrucarse al costado de su cuerpo. Joshua acarició lentamente el lomo del felino ganándose un par de placenteros ronroneos.

-¿Cómo pude equivocarme tanto? -susurró-. ¿Y por qué cuesta tanto olvidar?

Un mes. Treinta días habían pasado desde la última vez que había visto a Elías, y esas ganas locas de ir a buscarlo, aunque su orgullo se viera visiblemente afectado, no cesaban. Pero no se rendiría, así como lo amaba aprendería a odiarlo y el olvido era el primer paso.

 

 

Elías estudió con cautela el sobre en cuyo dorso se leían las iníciales de Lorena Reisig. Aún perplejo de que la joven en persona se hubiera acercado hasta su casa para entregárselo, lo abrió y sacó de su interior la invitación. «No sé lo que pasó entre vos y mi hermano -le había dicho la joven-, pero me gustaría que vinieras a mi cumpleaños». La realidad era que no estaba de ánimos para asistir a una fiesta y menos sabiendo que un encuentro entre él y el empresario era prácticamente inevitable. Tiró el sobre en su lecho quitándole importancia. En esos momentos su mente estaba en otro lado. En la soledad de su cuarto, Elías no hacía más que recordar las palabras de su amigo. Enamorado... Con la mano en el pecho cerró los ojos y pudo sentir uno a uno los latidos de su corazón. El rostro de Joshua lo perseguía, su voz lo atormentaba y en su piel podía sentir los dedos largos y firmes del empresario acariciándolo con erotismo y despertando en él deseo, pasión y... Abrió los ojos de golpe y, sin meditarlo, buscando ocupar su mente en otra cosa, abrió la puerta del ropero y empezó a buscar en él. No quería cambiarse de ropa y tampoco buscaba un abrigo, sólo quería dejar de pensar. Recorrió con aire crítico los abrigos colgados en el perchero y luego bajó la vista hasta donde se encontraban los calzados. Se agachó y tomó una caja al azar, la abrió y la volvió a cerrar para luego volver a ponerla en su lugar. Tomó otra caja y repitió el mismo procedimiento. Con la tercera quiso hacer lo mismo pero lo que encontró dentro de ella lo dejó congelado...

«Cuidara de ti», decía la leyenda a los pies del pequeño ángel de porcelana. Tomó la estatuilla con cuidado y dirigiéndose a la mesa de luz la depositó junto a un porta retrato vacío. Una triste sonrisa se dibujó en sus labios al recordar cómo Joshua, valiéndose de engaños, se había apoderado de una fotografía suya. …l en cambio no conservaba ninguna foto del empresario. Buscó en el fondo de la caja y sacó un colgante en cuyo extremo pendía un ángel de oro. En un acto totalmente mecánico se lo colocó alrededor del cuello.

«Jamás te obligué a nada», le había dicho Joshua, y era verdad. Cada vez que él se lo había pedido se había detenido, siempre consciente o inconscientemente se había ocupado de su bienestar.

¿Realmente Marco tenía razón? ¿Se había enamorado de él? Como si estuviera viendo una película vieja, imágenes sueltas de su vida surgieron en su mente mostrando diferentes momentos. Desde la muerte de su padre e incluso antes, se había sentido en la obligación de velar por su familia. Trabajó sin descanso, abandonó sus sueños y siempre trató de complacer en absolutamente todo a sus padres. No se sentía capaz de desobedecerlos y de ir en contra de lo que ellos creían estaba bien, pero la aparición de Joshua en su vida lo había cambiado por completo. Primero orillándolo a aceptar su propuesta, después seduciéndolo hasta lo impensado y ahora... Ese sentimiento sin nombre que quemaba. Ese fuego que cálido que encendía su corazón cada vez que lo tenía cerca, esa sensación de protección, el sentirse querido, deseado y esas ansias locas de corresponder con todo su ser sin importar el qué dirán.

La pregunta era: ¿se animaría a sepultar sus prejuicios? ¿Se animaría a poner nombre a ese sentimiento?

Fastidiado consigo mismo y con todo lo que lo rodeaba salió de su habitación.

El living estaba desierto y las luces del atardecer se filtraban por la ventana. Su madre había salido junto con sus hermanos y tardarían en regresar. Incapaz de mantenerse quieto en el lugar vagó por la casa deteniéndose a observar las fotografías familiares que pendían en las paredes. Su padre y su madre abrazados junto al mar. El nacimiento de sus hermanos. …l en su primer día de escuela. Su madre posando frente a la cámara con un vestido rojo. Sonrió con ternura. Era una mujer hermosa. Los recuerdos, la horrible desesperación que sintió al creer que la perdía. La indiferencia y la frialdad con la que Joshua se había valido de su situación para doblegarlo. La desesperante espera en la sala del hospital y finalmente el cirujano regalándole una alentadora sonrisa jurándole que su madre estaba fuera de peligro... Detuvo su caminar como si de pronto se hubiera percatado de algo.

-Lo conozco -musito para sí-, sabía que su cara me resultaba familiar.

Los recuerdos de la cena en Puerto Madero se agolparon en su mente y aquel médico amigo de Joshua se le antojó sumamente similar al cirujano que había operado a su madre.

-Es una coincidencia -farfulló.

La operación de su madre no le había salido por un solo centavo. Por suerte el sistema de salud estatal era lo suficientemente bueno y gratuito  y por eso no tuvo que preocuparse por nada. Pero la coincidencia se le había hecho rara. Recordaba claramente cómo una de las enfermeras que atendía a su madre le había dicho que el prestigioso cirujano Esteban Cabalero no acostumbraba a operar en ese hospital. «Parece que el caso de su madre le llamó la atención», había dicho la mujer. «Es raro que uno de los cirujanos más prestigiosos del país especializado en este tipo de temas se interese por este caso. Tiene que sentirse contento, el doctor Cabalero en una eminencia en el campo».

-Es una coincidencia -repitió sintiendo un leve temblor en el cuerpo.

Siempre creyó que Joshua sólo había jugado con él, siempre creyó que Joshua no tenía corazón, que no le importaba más que su persona y se negaba a verle alguna faceta positiva. El empresario era déspota, manipulador, egoísta, incapaz de sentir nada por nadie... «En tus labios esas palabras suenan falsas». Su propia voz sonó como un eco dentro de su alma y con fuerza se tapó los oídos con las manos como si con este simple gesto lograra acallar su alma. No pudo. La culpa lo carcomía, los ojos de Joshua lo miraban acusadores y su corazón se había desbocado y amenazaba con explotar dentro de su pecho. Lentamente se dejó caer de rodillas en el suelo y cerró los ojos.

-¿A qué le tengo miedo? -susurró-. ¿A qué?

«Al amor», pensó. «¡No!», negó en su interior. «Tengo miedo a reconocer lo que siento, a reconocer que...»

No se atrevió a completar la frase ni siquiera en su interior, no quería escucharlo. Impotente cerró los ojos con fuerza pero no pudo evitar que una lágrima de amargo sabor se colara por entre sus pestañas.

-¿Por qué mierda estoy llorando?

Se llevó la mano a su cuello y pudo sentir la cadena de oro que colgaba de su pecho.

-Nunca me obligó a nada, siempre lo supe...

«Siempre pensando en tu familia antes que en vos mismo», le había dicho Marco.

-¿Qué es lo que quiero?

«Ya es hora de que pienses en vos», escuchó que gritaba su alma atormentada. La imagen de Joshua se dibujó en su mente como respuesta. Alarmado abrió los ojos.

-¿Qué es lo que deseo?

«Estar con él, a pesar de todo», susurró su corazón.

Con velocidad, casi con desesperación se puso de pie y a punto estuvo de perder el equilibrio debido a la brusquedad de sus actos. La ansiedad ganó su cuerpo y antes de que pudiera discernir lo que hacía corrió hasta la puerta de entrada y se precipitó a la calle. Perdió el aliento y sus piernas comenzaron a dolerle, pero aun así no se detuvo hasta llegar a la casa de Marco.

La euforia hizo que se quedara pegado al timbre de la puerta hasta que su amigo la abrió con evidente mal humor.

-No soy sordo -bufó el muchacho-, ¿a qué viene tanto escándalo...?

-Ya lo entendí -interrumpió Elías sin prestarle atención a los reclamos de su amigo.

-¿Y qué mierda entendiste como para venir a molestarme en la paz de mi hogar? -se mofó Marco con teatral enojo.

Elías no respondió, en lugar de eso se abalanzó sobre su amigo y lo abrazó con fuerza para apoyar después su cabeza en el hombro de éste.

-¿Qué te pasa? -inquirió Marco perplejo y dejando de lado su aparente enojo.

-Lo amo -musitó sintiendo un gran alivio-, estoy enamorado de él. Tenés razón -reconoció bajito-, me enamoré de Joshua.

Marco suspiró y dibujó una leve sonrisa en sus labios.

-El hecho de que hayas reconocido que te volviste maricón no significa que yo también lo sea -bromeó el muchacho-, dejá de abrazarme como un marica y entra a mi casa, no quiero que mis vecinos me vean en esta situación. Mi intachable reputación se va a venir abajo.

Elías lo soltó como si tuviera miedo de quemarse. Marco esbozó una sonrisa divertida al ver cómo la cara de su amigo se ruborizaba visiblemente y compadeciéndose de él se hizo a un lado para dejarlo pasar.

-¿Qué pensás hacer ahora que lo reconociste? -inquirió cuando cerró la puerta tras de sí.

El muchacho se detuvo en el medio de la sala con la cabeza gacha.

-No creo que Joshua desee volver a verme -musitó-, después de lo que pasó...

-No digás pelotudeces -cortó Marco-. Nunca fuiste de los que se acobardan ante los obstáculos. Puede ser que ese idiota esté enojado, pero te puedo asegurar que te tiene unas ganas bárbaras y vos a él. Si te costó tanto reconocer tus sentimientos ahora no te quedes solo con eso, deja de pensarlo y anda a buscarlo. Deja de lado tus prejuicios y buscalo -sentenció al fin.

Elías se quedó mirando a su amigo como si fuese la primera vez que lo hacía. Abrió apenas la boca para refutar pero no lo hizo. En sus labios en cambio una sonrisa de esperanza se dibujó.

-Tengo una fiesta de cumpleaños este fin de semana -dijo de pronto-. El cumpleaños de Lorena Reisig -aclaró-. ¿Te molestaría acompañarme? No me animo a ir solo.

Marco captó la idea. Haciendo una pequeña reverencia le dedicó una mirada burlona a su amigo.

-Sabía que la cobardía no era parte de tu personalidad -musitó-, y si es para infundirte ánimos contá con mi presencia. No todos los días el mejor amigo de uno decide volverse puto.

-Puto no. -Elías levantó el dedo índice con aparente amenaza-. Y tampoco gay. Simplemente me enamoré de un hombre, sólo de uno nada más.

-¿Sí? En mi país a esos hombres se les llama putos, gays, maricas y tengo otros muchos calificativos más.

-Idiota -musitó Elías con una sonrisa para luego agregar-: Gracias por estar siempre cuando te necesito.

-Ser tu amigo es un trabajo muy sacrificado -bromeó-, pero nadie podría decir que no me divierto.

 

 

Continuará...

Notas finales:  

A ver si me explico mmmm, el próximo es el definitivo ^^, a ver como se portan y tratare de no tardarme mucho (bueno no me lo creo ni yo¬¬) en actualizar

Mi respuesta a dos review que no salieron

Kureha DheraultUna cosa me sorprende y es que al no gustarte mi historia te tomaras la molestia de leerla toda y de un tiron, sera porque  cuando a mi no me gusta algo directamente ni me molesto en leer, por eso creo que de debo un sincero agradecimiento por haberte tomado la molestia.Por otro lado si no fuera capaz de soportar la critica, directamente ni subo la historia y la dejo para que la lean mis amigos. De las criticas se aprende mucho mas que de los halagos. Y como me dijo una chica que me mando un mail opinando de mi historia: No puedo pretender que a todo el mundo le guste mi fic, es decir no puedo siempre tratar de complacer a todos, lo importante es también sentirme bien y conforme con lo que escribo y, aunque se que tiene muchísimos errores, y que como "escritora", me falta recorrer muchoos pero muchos caminos, esta novela es importante para mi por muchos motivos que no creo que vengan al caso explicar, se que tiene errores ya vere de que manera puedo ir mejorando.

Novela rosa o romántica, no lo se, a lo mejor si o a lo mejor no, es a gusto de cada quien.

Joshua, si que no me pareció incongruente tu opinión, soy argentina y mi nombre real es poco común y te puedo asegurar que naci aca. Con el tiempo las leyes se fueron haciendo mas flexibles y te puedo asegurar que hay muchos argentinos con nombre extranjeros, pero en fin.

Los argentinos somos así o asa o nos expresamos de cierta manera y al final siempre me molesto que nos encasillaran cuando no todos somos iguales y mas si salis de la jungla de la Capital Federal (que simplemente es un pequeño punto en todo lo que es el mapa de Argentina), o el típico garca argentino o el vivo o como quieras llamarle. Quizás tengas razón, revisé mucho el fic, y tal vez voy a cambiar cuando termine de escribirla algunos diálogos, gracias por la observación.

Hay cosas que decis con las que estoy deacuerdo y otras que me parecen sin fundamento, de todos modos me ayuda mucho leer tu critica que ayuda a replantearme ciertas cosas. Mucha suerte, saludos, Makino Tsukushi.

 

The Queen of the damned XD*Maki guarda distancia por las dudas ¬¬XD* Quennnn mi bella te extrañeee hace mucho que no sabía de vos T´T. Marco ^^, es digamos de los que dicen lo que piensa y lo que siente XD, es por eso que se mete en el medio a dar opinion. Alejandro es bastante cerrado y choca con la forma de ser de Marco ^^, habra que ver que pasa XD. Tango con Alejandro?? XD..... Fiuuuuuu ... no se XD ya veremos.  Gabriel y Lorena, he tratado de no ahondar mucho en la pareja (aunque me gustaria XD) ya que es una pagina yaoi, pero siempre crei que la gran mayoria de las novelas yaois mostraban algo poco creible va no se, es que a mi no me gusta que separen a los gays de los heteros es como discriminacion, trate de mostrar como a mi me gustaria que sea ^^.

Elías ^^ se que se paso esta vez, y ahora le toca a el rogar XD, suplicar y humillarse XD. La intencion de la escena era que Joshua perdiera la calma hasta el punto de intentar violarlo de verdad, pero la verdad es que si amas a alguien no le haces esa canallada es por eso que Joshua decide darse por vencido y alejarse. A partir de aca todo depende de Elías si el no busca a Joshua, Joshua no se movera para nada. Y tratarlo como una ramera XD, bueno tenia toda la intencion de lastimarlo XD.

Gracias bonita, felices fiestas para vos tambien, y me alegro saber de ti y que te encontras bien. Besos, Makino Tsukushi.

Quiero dejar un especial agradecimiento y dedicarle el cap a Kagime por el haberme sorprendido de la mejor manera recomendando mi fic en el foro los malos fic gracias bonita, de verdad me puso muy feliz.

Otro agradecimiento a Akane Kinomoto por el hermoso mail que mando, Akane tus palabras me pusieron realmente feliz, gracias por el apoyo. Es increíble como a veces unas simples palabras pueden cambiar el animo.

Hasta aca llegué gracias a todas y como siempre cualquier comentario bueno o malo será bien recibido, besos Makino Tsukushi.

PD: 300 review es me pone realmente feliz, entre los alagos y las criticas no puedo mas que agradecerles a todas y ponerme las pilas para que la historia llegue a buen puerto ^^.


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