Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

[Reviews - 551]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:  

Hola gente, acá dejo el capitulo 3 de mi historia, ¿Qué puedo decir XD? Solo pasen y lean. Espero que lo disfruten ^3^.

 

Capítulo 3. El límite de la paciencia

 

 

Después de haberse quedado hasta pasada la medianoche disfrutando de la nevada con el resto de la familia, Elías comenzaba a arrepentirse por haber permanecido despierto hasta tan tarde. Siendo las 6:30 de la mañana reprimió su deseo de estrellar contra el piso el tan insistente y molesto reloj despertador, y con un movimiento perezoso tanteó el aparato sobre su mesita de luz y oprimió el interruptor, dejando la habitación en un tranquilo y tentador silencio que lo invitaba a dejarse envolver nuevamente por los brazos de Morfeo. Suspiró. Muy a su pesar hizo un esfuerzo sobrehumano y con cara de sufrimiento abandonó el lecho y se encaminó hasta el baño.

     Odiaba tomar un baño a esa hora de la mañana, sobre todo porque el frío clima amenazaba con instalarse definitivamente en la ciudad y torturar a sus habitantes con temperaturas terriblemente bajas a las que poco estaban acostumbrados. El cuarto de baño poniéndose a tono con las bajas temperaturas de la calle podía ser fácilmente confundido con un frío iglú. Los blancos y relucientes azulejos parecían cubos de hielo, y le provocó un horrible escalofrío cuando apoyó sus pies descalzos sobre ellos. Aun así siguió con su tarea, se quitó con rapidez el resto de la ropa y se metió en la bañadera dejando que el tibio líquido mitigara un poco el frío que sentía. Tras una rápida ducha de diez minutos, se secó y se vistió con rapidez para luego dirigirse a la cocina y tomar un pedazo de pan a modo de desayuno. Colocándose el abrigo y una gorra de polar tomó su mochila y salió de su casa adentrándose en las frías y solitarias calles del barrio.

     Dos jóvenes, que al igual que él parecían haberse levantado de la cama a regañadientes, y una mujer de unos cuarenta años extremadamente abrigada, esperaban en la parada del colectivo cuando él llegó. Los tres individuos le dedicaron una mirada despreocupada cuando se paró junto a ellos, y luego volvieron a la conjunta tarea de mirar entre el tránsito esperando la llegada del transporte público.

     Su aliento formaba una pequeña partícula de humo y el gorro apenas lograba abrigar su cabellera, que aún permanecía mojada. Acurrucándose en su abrigo, metió las manos en los bolsillos y se maldijo a sí mismo porque en el apuro había olvidado los guantes en su casa.

     A los lejos vio el vehículo aproximarse y sus tres compañeros ocasionales le hicieron señas para que se detuviera.

     Ya sobre el transporte sacó el boleto y se sentó en uno de los asientos individuales, dispuesto a emprender el viaje de media hora que lo llevaría a su lugar de trabajo.

 

 

Como la mayoría de las veces era el primer empleado en llegar al lugar.

     El cocinero le ofreció una taza de café caliente y unas medias lunas, ya que eran apenas las 7:15 de la mañana y aún faltaban cuarenta y cinco minutos para que el lugar abriera sus puertas.

            -Cada vez llegás más temprano -comentó el cocinero mientras sorbía un poco de café, que al parecer estaba demasiado caliente, ya que se apresuró a soplar sobre el líquido antes de animarse a dar el siguiente sorbo.

            -En realidad empiezo a las 7:30 pero no me gusta llegar tarde.

            -¿Ya te renovó el contrato ese tacaño? -preguntó refiriéndose al dueño

            -Todavía no, tengo que pasar los tres meses de prueba y recién llevo dos.

     El cocinero hizo un gesto de desaprobación y miró fijamente al muchacho.

            -No te confíes, hace cinco años que trabajo acá y he visto pasar a infinidad de empleados. Manuel es así. Le encanta probar personal, los hace trabajar tres meses y después los echa, a menos que tengas la suerte de caerle bien y por sobre todo -levantó el dedo índice para darle importancia a sus palabras-  trabajar bien.

            -Eso lo sé, estoy buscando otro trabajo por las dudas que Manuel decida no renovarme el contrato, además -agregó pensativo-, con lo que gano acá no me alcanza para mis gastos y los de mi familia, si puedo conseguir otro trabajo y además conservar éste sería mucho mejor.

            -Es la vida del pobre -suspiró el cocinero-. Trabajás o de lo contrario no comés, ojalá tuviera la suerte de encontrarme una mujer extremadamente rica que me mantenga y me dé todos los gustos -sonrió soñador-, pero lamentablemente no todos tenemos esa suerte.

            -Sinceramente yo prefiero trabajar -aseguró Elías. La elegante e irritante figura del empresario vino a su mente y con él, el desagradable recuerdo de que prácticamente todos los días el hombre iba almorzar al lugar.

      El cocinero parecía tentado a seguir con la conversación pero la llegada del resto de los empleados frenó su intención.

 

 

Al medio día la pizzería se encontraba medianamente concurrida. Alberto, un joven mozo compañero de Elías, se abrió paso entre las mesas con estudiada agilidad para detenerse junto a una hermosa y solitaria mujer, destinataria del menú que traía en su mano. Con excelente maestría, el joven sirvió a la mujer al tiempo que le regalaba una hermosa y seductora sonrisa, provocándole un pequeño sonrojo.

            -Ese chico no tiene cura -fue el comentario que le hizo el dueño del lugar a Elías que en esos momentos regresaba de hacer una entrega a domicilio.

     El muchacho no contestó, y el dueño, que no parecía tener la intención de entablar una conversación más intensa, siguió manipulando el control remoto de la televisión pasando de un canal a otro y sin detenerse en ninguno en particular.

     En silencio se acomodó en una de las banquetas frente al mostrador a la espera de la llegada de un nuevo cliente. Sólo le restaba hora y media para que terminara su turno, pero ese día en particular cada minuto que pasaba le parecían horas.

     La puerta principal se abrió y el muchacho no pudo disimular la cara de disgusto cuando vio a su insoportable admirador ingresar al lugar.

            -Ya se me hacía extraño que no viniera -dijo en voz baja algo molesto.

     Pero su expresión de disgusto cambió a una de asombro cuando se percató de que el empresario no venía solo. Una hermosa jovencita lo acompañaba. De cabellos castaños recogidos en una prolija cola de caballo, y vestida con una camisa blanca, falda azul y un abrigo del mismo color, la mujer llamó la atención de mozos y clientes, e incluso el mismo Elías había quedado momentáneamente hipnotizado ante semejante belleza. Aunque la verdad no podía entender como Joshua, quien se había declarado homosexual, estuviera acompañado por esa hermosa mujer.

            -Quizás sea bisexual -susurró para sí-. En todo caso no es mi problema, y si con eso consigo que se olvide de que existo, mejor.

     Con elegante cortesía, el empresario retiró el asiento para que su acompañante se sentara, y luego se acomodó en la silla del frente.

            -Alberto. -El dueño se dirigió al mozo que en esos momentos se acercaba al mostrador, lanzando a su paso repetidas miradas a la recién llegada pareja-. Atendé a la pareja que acaba de llegar. -El joven asintió entusiasmado y se dio vuelta para cumplir la orden-. Y por favor controlá tus hormonas y dejá de acosar a cuanta mujer se cruce por tu camino -sentenció, pero el joven apenas logró escucharlo-. Elías atendé a ese hombre que acaba de llegar y después andá a limpiar los baños antes de que termine tu turno.

     Elías asintió y de inmediato se acercó al anciano que acababa de ocupar una mesa junto a la ventana, y que a diferencia de la pareja no había llamado tanto la atención con su llegada.

 

 

-Una pizza de muzzarella y jamón grande -dijo Joshua algo molesto e irritado con el estúpido mozo que no quitaba sus lujuriosos ojos de su hermana-, y dos seven-up.

            -¿Algo más?

            -No por ahora. -Fulminó con la mirada al mozo que no pareció percatarse del mal humor de Joshua.

     El mozo hizo una reverencia y regalándole una sonrisa a Lorena se alejó de la mesa.

            -Para ser mi hermano sos demasiado celoso -dijo Lorena divertida-. Te ves muy gracioso haciendo esas escenas, cualquiera pensaría que sos mi marido.

            -Dejalo ahí querés -dijo algo incomodo, y cambiando de tema agregó-: ¿Cuándo pensás reincorporarte al trabajo?

            -Si por mí fuera lo habría echo hoy mismo -aseguró-, pero me llevó más tiempo de lo previsto acomodarme nuevamente en mi departamento -meditó antes de contestar-, creo que mañana voy a estar lista, aunque no lo creas estoy terriblemente ansiosa por volver a la empresa.

            -Sí me imagino. -Sonrió sinceramente comprendiendo los sentimientos de su hermana-. A veces ocupar el tiempo en algo es mucho más efectivo que un viaje, en lo que a problemas amorosos se refiere.

            -Debe ser de familia. -Esbozó una pequeña sonrisa-. Recuerdo que vos hiciste lo mismo hace exactamente cuatro años.

     Su hermano apenas escuchó su comentario. Los hermosos ojos del empresario se habían distraído en algún punto del lugar. De inmediato buscó con la mirada aquello que había robado la atención de su acompañante.

            -¿Lo conocés?

            -¿Eh? -Joshua volvió nuevamente su atención a su hermana y la miró sin comprender.

            -Ese chico que estás mirando. -Señaló con un gesto de la cabeza y volvió a repetir-: ¿Lo conocés?

            -Sí. -Por unos breves segundos las miradas de ambos hombres se cruzaron y Lorena pudo notar cierto desprecio por parte del mozo.

            -Me parece que no le caes muy bien que digamos -agregó segura, y su hermano sonrió divertido.

            -Eso es precisamente lo que más me gusta de él -aseguró.

            -Te gusta. -Fue una afirmación más que una pregunta y luego agregó con una sonrisa-: No tenés remedio.

            -Se resiste a caer en mis redes, pero no me voy a dar por vencido.

            -Traduciendo tus palabras... -Enarcó las cejas interrogante- ¿Me estás diciendo que ese chico no es gay, pero aun así no te importa?

            -Sí. Pero pienso hacerlo cambiar de opinión.

            -Pobre chico -sentenció Lorena-, se debe sentir acosado. Hay muchos hombres dispuestos a aceptarte sin ningún problema, como ya te dije antes, mejor dejalo en paz y buscaste otro.

     Joshua iba a contestar, pero en ese momento el joven mozo se hizo presente con el menú que habían ordenado.

 

 

-Dejá que Alberto siga atendiendo la mesa siete -le dijo el dueño a Elías cuando  éste se acerco al mostrador-, vos andá a limpiar los baños, y después te podés ir.

            -Está bien. -Dejó la bandeja sobre el mostrador y se perdió en el pequeño pasillo que conducía a los sanitarios.

     Recogió los elementos necesarios del depósito y se metió en el baño de damas colocando en la puerta un letrero en donde podía leerse "fuera de servicio".

     Se colocó unos guantes de goma, y mezclando diferentes químicos limpiadores en un balde, comenzó con su trabajo. En veinte minutos dejó el baño impecablemente limpio y con un agradable olor a lavanda. Al salir quitó el cartel de la puerta y entrando al baño de caballeros se dispuso a repetir el procedimiento.

 

 

-Gracias por la invitación, la pizza estuvo deliciosa. -La joven consultó su reloj de pulsera antes de agregar-: ¿Nos vamos? Ya se hizo muy tarde.

     Joshua asintió con la cabeza y con un gesto de la mano le hizo señas al mozo para que se acercara, y en tres rápidas zancadas el joven estuvo a su lado.

            -La cuenta por favor -pidió con antipatía.

            -Sí. -El mozo se alejó para volver a aparecer minutos después con la cuenta, Joshua sacó su billetera y le entregó el dinero.

            -Quédese con el vuelto -agregó antes de que el mozo se retirara y luego agregó en voz baja-: aunque no se lo merece.

     Lorena esbozó una pequeña sonrisa divertida por la actitud tan infantil de su hermano.

            -Esperame un momento -dijo cuando vio que su hermana se ponía de pie-, voy al baño, enseguida vuelvo.

     Lorena asintió y volvió a tomar asiento.

     Con pasos ágiles se adentró en el pequeño pasillo. En realidad no tenía ninguna urgencia en particular, solo quería refrescarse un poco la cara antes de retirarse.

     Distraído se paró frente a la puerta del sanitario y giró el picaporte. Un agradable olor a desodorante surgió del interior, más no fue esto lo que lo dejo prácticamente congelado en el lugar, sino unos hermosos y bien conocidos ojos marrones que lo miraban con desaprobación desde el interior del  cuarto de baño.

            -¿Qué hacés acá? -Elías no pudo evitar que su enfado se hiciera presente en la pregunta que acababa de realizar.

            -Es una pregunta tonta -dijo el empresario ingresando al lugar-, sabés perfectamente lo que una persona hace dentro de un baño. -Sonrió- ¿O querés que te lo explique?

     Elías lo fulminó con la mirada antes de animarse a emitir una palabra.

            -Está fuera de servicio. ¿No viste el cartel colgado en la puerta? ¿O es que no sabés leer?

            -Sé leer y muy bien -aseguró divertido-, y además tengo muy buena vista y puedo asegurarte que no hay ningún cartel colgado en la puerta.

     El muchacho dudó y mirando de reojo la puerta y luego el balde en donde traía los productos de limpieza comprendió, con enfado, que el empresario decía la verdad. Entre los diferentes frascos de limpieza se encontraba el famoso cartel.

            -Da lo mismo. -Tomó el balde y el trapeador-. El baño es todo tuyo, yo ya terminé.

     Apresurado por abandonar el lugar, dio dos pasos, pero el empresario fue aun más rápido; con un ágil movimiento cerró la puerta y se apoyo cómodamente sobre ésta.

            -Permiso. -Elías lo miró directamente a los ojos con un enojo que poco podía hacer por ocultar.

            -¿Tan apurado estás? -preguntó el empresario, cruzándose de brazos desafiante.

     El muchacho suspiró algo cansado.

            -Hoy no estoy de humor como para aguantarte -dejó el balde y el trapeador a un costado y siguió hablando, pero esta vez no había furia ni molestia en sus palabras, sino cansancio y seriedad-, sinceramente tengo una cantidad enorme de problemas y no creo que vos desde tu trono de oro comprendas mi situación. -Lo miró a los ojos y agregó-: Tu estúpido jueguito me está cansando.

            -Sabés bien que si vos lo deseas yo podría ayudarte -susurró.

            -No me interesa tu ayuda -agregó en voz baja-, tengo unos cuantos problemas que resolver en mi casa, así que si me permitís pasar....

            -¿Qué problemas? -preguntó, y Elías habría podido asegurar que un gesto de preocupación cruzó por su rostro- ¿Acaso tu madre se volvió a enfermar...?

            -¿Acaso te importa? -cortó-. ¿O es que nuevamente pensás ofrecerme plata a cambio de sexo? -sentenció, y con voz dura y cargada de veneno agregó-: Sos tan miserable que necesitás comprar con dinero lo no podés obtener por otros medios -dio unos cuantos pasos hasta quedar solo a centímetros del empresario-. Decime una cosa, ¿cuándo te canses de tener amantes pensás también comprarte una esposa? O, mejor dicho, un puto exclusivo para vos. -Tomándolo del cuello de la camisa, agregó controlando apenas su enojo-: El hecho de que seas gay no quiere decir que los demás lo sean, dejame de una puta vez en paz y anda a buscarte a otro que te coja.

     Por su parte la conversación había terminado; dio unos pasos hasta la puerta, e ignorando por completo al empresario, tomó con decisión el picaporte. Si él no se apartaba por su propia voluntad de la puerta, estaba dispuesto a apartarlo a patadas de allí con tal de alejarse de su lado.

            -Movete o te juro que te vas a arrepentir -amenazó.

     Esta vez Joshua si se movió.

     Tomando por sorpresa al muchacho, lo tironeó fuertemente del brazo, volteándolo bruscamente de manera tal que esta vez fue Elías quien quedó apoyado sobre la puerta.

            -¿Qué mierda estas haciendo? -gritó enfurecido y forcejeando inútilmente, ya que Joshua lo sostenía impidiéndole cualquier movimiento.

            -No me provoques -susurró peligrosamente al oído del muchacho al tiempo que le sostenía ambas manos al costado de la cabeza-, porque vas a salir perdiendo.

     Como si fuese una película que pasaba en cámara lenta, inclinó su cabeza acortando la distancia que había entre los dos para apoderarse de los labios del muchacho, en un beso salvaje, vengativo y apasionado.

     Elías, tomado completamente por sorpresa, no reaccionó, y el empresario, lejos de acobardarse, profundizó su ardiente beso saboreándolo con maestría cual si fuera una dulce golosina. Abriéndose paso entre sus labios con su lengua húmeda, atacó la profunda cavidad del muchacho con un hambre voraz.

     Era como si sus fuerzas lo hubieran abandonado. Su cuerpo se negaba a moverse. En su mente, sabía que tenía que reaccionar y sacárselo de encima, pero no podía, y muy a su pesar tenía que reconocer que el empresario estaba humillándolo de una manera muy dolorosa.

     Joshua aflojó su agarre dejando en libertad sus manos, y tomándolo por la cintura lo acercó hasta él como invitándolo a ir más allá. Esto fue como un balde de agua fría para el joven, quien aprovechándose del descuido del empresario le dio un puñetazo en el estómago, consiguiendo que éste cayera al piso y por consiguiente lo dejara en libertad.

            -No vuelvas a hacer eso -le gritó enfurecido al empresario, quien se agarraba el estómago y trataba de recuperar el aire-, y no te vuelvas a acercar a mí, marica de mierda, búscate a otro para sacarte la calentura -sentenció, y dándose media vuelta salió del lugar dejando al hombre en el piso.

 

 

El paisaje urbano que desfilaba ante él a través de la ventanilla del colectivo no lograba distraer en lo más mínimo sus tortuosos pensamientos. Con marcado disimulo, como si tuviera miedo de que el resto de los pasajeros adivinaran con tan sólo mirarlo lo que minutos antes le había ocurrido, se pasó un pañuelo descartable por sus hinchados labios, queriendo borrar las huellas de aquel beso que no había deseado.

            -Sólo a mí me pasan estas cosas -susurró en voz baja, sintiendo todavía el sabor de los labios del empresario-. Ese marica... -musitó con rabia.

     Tenía ya suficientes problemas y no tenía ganas de sumarle uno más a su lista. ¿Por qué no podía aceptar un "no" como respuesta? No tenía nada en contra de los homosexuales, pero éste en particular lo estaba sacando de sus casillas. Todo se estaba volviendo una carga muy pesada para él, y en esos momentos lo que realmente importaba era su familia. Ayudar a su madre y a sus hermanos era una responsabilidad a la que no podía ni quería escapar.

     Pero era consiente de que algo tenía que hacer para sacarse al empresario de encima.

 

 

-¿Qué? -Lorena abrió los ojos sinceramente sorprendida-. ¿Que hiciste qué?

     Joshua fingió prestar atención al semáforo al sentir la mirada de desaprobación de su hermana. El semáforo dio luz roja y el empresario se vio obligado a detener el vehículo. Finalmente giró la cabeza y se enfrentó a esos verdes ojos que tanto lo conocían.

            -No lo pensé, te lo juro, sólo me dejé llevar. Sé que estuvo mal.

            -Te podría denunciar por acoso.

            -Con la plata que tengo -sonrió triunfante-, ¿a quién pensás que le creerían?

            -Eso se llama abuso de poder -dijo con desaprobación Lorena-. Ya me parecía raro que demoraras tanto en el baño, y supuse que algo había pasado cuando vi a ese chico salir por el mismo lugar por el que vos te habías metido. Su cara de enojo lo decía todo. No tengo ni idea de que locura ronda por tu cabeza en estos momentos, pero lo que sí te advierto es que no podés obligar a una persona a sentir cosas que no siente, y por tu bien y el de él, te aconsejo que te olvides de ese chico antes de que termines haciendo una locura.

     La luz del semáforo cambió y Joshua puso en marcha el vehículo.

     Quizás su hermana tenía razón, tenía que ponerle un punto final a todo ese asunto. Muy a su pesar tenía que reconocer que la situación se estaba volviendo cada vez más insostenible, pero el dulce sabor de los labios del muchacho estaban grabados a fuego en los suyos, y dudaba poder olvidarlos con facilidad.

            -¿Qué te esta pasando, Joshua? -preguntó la joven algo preocupada-. Vos no sos así.

     Esa era una pregunta para la que Joshua no tenía ninguna repuesta válida.

 

 

El lugar era pequeño, y a esa hora de la tarde había apenas dos clientes más aparte de Elías y Marco. El mozo depositó un par de vasos frente a cada uno de los jóvenes y los llenó de gaseosa para luego hacer una amable reverencia y retirarse.

            -¿Qué es eso tan importante que querías contarme? -Marco bebió un poco de gaseosa y miró a su amigo, quien aún no había tocado su vaso-. ¿Y por qué tanto misterio? ¿Por qué no quisiste que habláramos en mi casa?

     Elías miró nerviosamente a los costados como queriendo comprobar que ninguno de los presentes en el bar estaba pendiente de la conversación, luego dirigió nuevamente su mirada hacia su vaso de gaseosa, y por último volvió a  mirar a su amigo.

     Tenía mucha vergüenza y mucha rabia. No sabía por qué se le había ocurrido recurrir a Marco para que lo escuchara. Quizás habría sido mejor que no hablara con nadie.

            -¿Y? -dijo Marco impaciente-, ¿lo vas a soltar, o no?

     Elías clavó sus ojos en los de su amigo, tratando de juntar valor para comenzar con su relato, y descubrió en lo más profundo de su corazón que podía confiar ciegamente en él fuera cual fuera su problema. Decidido, se inclinó sobre la mesa para acercarse a Marco, y su amigo imitó el gesto.

            -Ese tipo -susurró en voz baja- me besó.

            -¿Quién? -preguntó Marco sin entender.

            -Ese tipo. El dueño de J&E.  -Y bajando aún más su tono de voz agregó-: Me besó en la boca.  

    En el rostro de su amigo se dibujó tal expresión de asombro que Elías habría jurado que los ojos se le iban a salir de lugar.

            -¿Te besó? -casi gritó, y dentro del tranquilo lugar los mozos y el resto de la escasa clientela clavaron las miradas sobre los dos amigos.

            -¿Querés bajar un  poco el tono de voz, por favor? -Elías bajó la cabeza un poco avergonzado. Hubiera jurado sobre la Biblia que en esos momentos su rostro podía ser fácilmente confundido con un tomate-. No quiero que se entere todo el mundo.

            -Perdoná. -Marco bajó el tono de voz, y miró alrededor y comprobó que tanto mozos como clientes habían dejado de préstales atención y continuaban con sus asuntos-. Es que me sorprendiste.

            -Imagínate cómo me siento yo. -Sonrió con ironía-. Esto ya no me gusta nada. Al principio no le di mucha importancia, pensé que pronto se iba a cansar y me iba a dejar en paz, pero sus acosos se están haciendo cada vez más frecuentes. Va prácticamente todos los días a comer a la pizzería, o al menos en los horarios en los que yo me encuentro, me hace comentarios en doble sentido, me mira como un degenerado y ahora esto. -Apretó con furia los puños-. No sé cómo sacármelo de encima.

            -¿Por qué no lo denuncías? -sugirió Marcos-. Por acoso sexual -finalizó como si fuera obvio.

            -No puedo -dijo Elías con tono seguro, mientras jugaba con el vaso de gaseosa que aun estaba lleno-. ¿Qué querés que diga? Un cliente de la pizzería en donde trabajo...

            -¿Y qué pasa si decide hacer más que eso? -interrumpió, y Elías levantó la vista de su vaso y la clavó en los oscuros ojos de su amigo. Esa misma pregunta se había hecho él mismo una y otra vez, y siempre había llegado a la misma respuesta.

            -Ese tipo es dueño de la cadena de tiendas de ropa mas importante del país, si no conté mal la cantidad asciende a veinte, todas desparramadas por las provincias más turísticas de la Argentina. Preguntale a cualquier persona, y te puedo asegurar que ocho de cada diez, tiene el menos una prenda de vestir adquirida en una de sus tiendas -señaló con el dedo la remera deportiva azul que lucía su amigo-, y si mal no lo recuerdo esa remera la compraste en J&E.

            -Entendí. -Marco levantó sus manos en señal de rendición-. Pero aun así tenés que hacer algo...

            -¿Qué puedo hacer? ¿Renunciar a la pizzería? -Sonrió irónico-. Me gustaría hacer eso, pero necesito el trabajo y tengo la puta mala suerte de no conseguir ningún otro mejor que ése. -Dio un largo trago a su vaso de gaseosa antes de continuar-. Pero no importa, sé defenderme solo. Sé que no me serviría de nada denunciarlo por acoso, pero te aseguro que si sigue con sus provocaciones le rompo toda su estúpida cara a golpes -suspiró, y cerró los ojos con gesto cansado-. Sólo a mí me pasan estas cosas, como si no tuviera ya suficientes problemas.

            -Tenés que mirarle el lado positivo. -El muchacho apoyó sus brazos sobre la mesa y miró con aire divertido a su amigo.

            -No creo que haya nada positivo en esto -dijo Elías en tono irónico.

            -A veces me sorprendo de lo inocente que podés llegar a ser. -Elías lo miró sin entender, y el joven le regaló una sonrisa pícara y divertida-. Por lo que vos decís ese tipo tiene muchísima plata. Tiene una cadena de tienda que facturan mucho dinero por día y que es la más famosa del país.

            -Eso ya lo sé.

            -Eso me lleva a dos conclusiones, la primera es que te levantaste a un marica, pero -levantó el dedo índice dándole importancia a sus palabras-, un marica con plata, con mucha plata...

            -No sabés lo feliz que me pone eso...

            -Y la segunda es que tendrá mucha plata pero es bien tacaño -aseguró-; te ofreció sólo veinte mil pesos por romperte el culo. -Se cruzó de brazos en una actitud seria mal disimulada-. Yo como mínimo le hubiera pedido cien mil y en dólares, que al tipo de cambio que te conviene mas, estarías sacando trescientos mil pesos aproximadamente, o también podés pedirle que te pague en euros, ahí ya estaríamos hablando de mucho más dinero.

            -La verdad es que no me atrae nada obtener dinero de esa forma

            -Ves. -Marco lo miró con una actitud triunfante-. Por eso digo que a veces sos muy inocente -aseguró, y Elías lo miró sin entender.

            -Y según vos, ¿por qué soy tan inocente? -preguntó medio molesto, pero su amigo lejos de asustarse por su evidente mal humor se apresuró a exponer sus conclusiones.

            -Tenés una oportunidad de oro para aprovechar, podés tranquilamente calentar la pava y después no dejar que tome el mate, de paso le sacás toda la plata que querés -concluyó como si fuera algo obvio-. Lo haces llegar hasta el límite y después lo dejas con las ganas.

            -Y dejar que me toque. -Hizo un gesto de asco-. No gracias.

            -Bueno, hay ciertos riesgos que tenés que correr -admitió divertido-, pero llegado el momento, si te apetece, podrías hacerle el favor al millonario, y ya te lo dije antes, si tanto asco te da toma el papel del hombre y va a ser como hacerlo con una mujer -concluyó para luego agregar-: si apagas la luz no le ves la cara.

            -Sí -dijo mal humorado-, una mujer con barba y bigote, sin tetas y con un regalo que le cuelga entre las piernas.

            -Bueno tenés varias estrategias. -Sonrió-. Podés inventarle excusas como lo hacen la mayoría de las mujeres. -Imitando una voz femenina agregó-: No estoy preparada, no estoy segura, soy virgen, tengo miedo... tenés una larga lista para escoger. Creo que el papel de novia virgen te sentaría muy bien.

      A este punto Elías no pudo aguantar más y emitió una sonora carcajada.

            -Sos un boludo -dijo entre risas-, tenés cada idea... La verdad es que a ese tipo le habría ido mucho mejor si se hubiera cruzado con vos.

            -Por supuesto -aseguró-, yo en tu lugar aprovecharía esta oportunidad de oro.

     Marco siempre conseguía inyectarle esa dosis de humor que él necesitaba. Su amigo siempre estaba ahí cuando lo necesitaba, y últimamente había recurrido a él muy a menudo.

            -¿Te puedo hacer una pregunta? -dijo Marco sacándolo de sus pensamientos.

     -Sí.                                                                                                            

            -Todavía no me contaste qué clase de beso te dio ¿Fue con o sin lengua? ¿Qué sentiste? ¿Te gustó?

     Definitivamente esas preguntas lo tomaron por sorpresa; su rostro se tiñó de un color rosado y deseó ahorcar con sus propias manos a su amigo por el mal momento que le estaba haciendo pasar.

            -Me parece que ese beso lejos de disgustarte te agradó -bromeó Marco.

            -No digas boludeces -dijo enojado-, le pegue una piña que dudo que se atreva a intentarlo de nuevo.

            -¿Y en dónde ocurrió el apasionado acontecimiento?

            -En el baño de la pizzería.

            -Qué lugar más romántico. -Sonrió disfrutando realmente de la suerte de su amigo-. Creo que está muerto con vos.

            -Por mí que desaparezca con su plata y todo.

 

 

"¿Qué te esta pasando Joshua?"

            La pregunta de Lorena no dejaba de hacerle eco en su cabeza. ¿Qué le pasaba? Él no era así. Siempre se había sentido orgulloso por ser un hombre serio y dedicado por completo a su trabajo. Hacía años que no tenía una pareja fija. Durante esos últimos años, sólo tenia amores fugaces, y ninguno, que él recordara, había durado más de una semana, fuera hombre o mujer, él siempre ponía las cosas en claro antes de aventurarse a tener el más mínimo contacto. No le interesaba, y tampoco estaba en condiciones de tener una pareja estable.

            Pero éste no era el punto. Por más que le daba vueltas y más vueltas en su cabeza, no podía dar una respuesta lógica ante la actitud que había tomado con respecto a Elías. Era joven, exitoso, y tenía más dinero del que podía llegar a gastar en toda su vida, y sin embargo, allí estaba, rogándole a un completo desconocido que aceptara convertirse en su amante ocasional. Actuando como un psicópata, mendigando un poco de atención a alguien que se había cansado de rechazarlo. Se estaba poniendo cada vez más obsesivo. Tenía la agenda llena de números telefónicos de viejos amantes que estarían más que dispuestos a aceptar su propuesta, e incluso, como había dicho Gabriel, sin la necesidad de que sus bolsillos se vieran afectados.

            ¿Por qué estaba actuando así? Quizás el exceso de trabajo lo llevaban tomar decisiones incoherentes. El hecho de sentirse terriblemente solo y de que sus amantes ocasionales no llegaban a llenar tan siquiera un centímetro de su vacía alma, lo hacían tomar decisiones que poco tenían que ver con su aparentemente segura personalidad. Era cierto, Elías lo atraía, y de una manera que él mismo no podía explicar, y era consiente de que la situación se le estaba saliendo por completo de sus manos. Un mes, le había pedido, sólo un mes a alguien que apenas conocía, y este lo había rechazado sin ninguna compasión. Sonrió. Cualquier persona en su sano juicio y que se considerara mínimamente decente habría hecho lo mismo.

            -Pero, ¿por qué sigo insistiendo? -susurró en voz baja hundiéndose desolado en el cómodo sillón de su despacho-. ¿Por qué? -En un acto aparentemente casual rozó sus labios con la punta de sus dedos y recordó el calor de aquel beso-. Hermoso y delicioso -musitó.

 

 

Continuara...

 
Notas finales:  

Espero que hayan disfrutado del capitulo XD. Como dato les cuanto que la escena del primer beso se me ocurrió a raíz de un suceso que paso hace algún tiempo en un shoping de Buenos Aires (quizás algunas de mis paisanas la recuerde), en donde uno de los chicos encargados de la limpieza estaba realizando tranquilamente su trabajo en uno de los baños, cuando entro un hombre y lo acoso, lo beso y creo que incluso trato de  abusar de él, mas allá de que los que estamos acá presentes nos gusta el yaoi creo que si nos tocara vivir una situación así la pasaríamos muy mal, de hecho el chico quedo bastante traumado. Me parece haber visto la noticia por algún noticiero o diario, no recuerdo bien. Si alguna de mis paisanas se acuerda, me lo puede comentar.

Por supuesto en este caso Joshua no es tan degenerado como ese tipo XD (no creo que Elías diga lo mismo XD)

Bueno como ya saben les agradezco que hayan leído mi historia, cualquier comentario sea bueno o malo sera muy bien recibido.

Besos, Makino Tsukushi.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).