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Sentimientos ocultos, pasiones prohibidas por makino tsukushi

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Notas del capitulo:  

Hola gente, bueno en esta ocasión hay un par de cositas que me gustaría decirles.

Primero quiero agradecerles profundamente (hago una reverencia) por los comentarios que me dejaron en el capitulo 6, no se imaginan lo importante que es para mi, sinceramente gracias a todos. Me pone sumamente feliz el haber logrado trasmitir en ustedes mis sentimientos. Siempre los comentarios son lindos y en lo personal trato de no rogar por review y dejar a la decisión del lector, es mas gratificante de esa manera. GRACIAS, mil gracias.

 Segundo XD, este capitulo es un poquito subido de tono XD (si de esos que tanto les gusta a ustedes mis pervertidos lectores XD), solo espero que mas de una/o no tenga ganas de asesinarme cuando termine de leerlo XD XD. (Maki se oculta de los lectores porque teme por su vida XD)

     

Capítulo 7. Rendido

 

 

"Acepto tu propuesta". Las palabras hicieron eco en su cabeza y tardó varios minutos en volver a hablar.

-¿Y a qué se debe el cambio de opinión? -susurró el empresario mirando al muchacho.

-Como si no supieras el porqué -dijo irónico Elías haciendo gala de la última gota de orgullo que aún le quedaba-. Vos mismo te encargaste de impedir que consiguiera trabajo. Estoy prácticamente seguro de que hiciste todo lo posible para que no me contrataran en ningún sitio.

-Y gracias a eso estás acá -concluyó el empresario recostándose en el sillón.

-No sé por qué te la agarraste conmigo, pero lamentablemente te metiste con algo que es muy importante para mí -dijo con un deje de tristeza-. Por el bien de mi familia hago lo que sea, por eso acepto. -Lo miró a los ojos-. Sólo un mes nada más, y después quiero que me hagas la promesa de que me vas a dejar en paz, y vas a desaparecer para siempre de mi vida.

-Me parece un trato razonable -susurró al tiempo que levantaba el tubo del teléfono y le marcaba a su secretaria-. Paula, por favor, tráeme un café caliente.

Luego de esto el empresario se puso de pie y rodeó el escritorio parándose frente al muchacho. A este punto Elías intentó también ponerse de pie, pero las fuerzas lo abandonaron. Un terrible dolor de cabeza se hizo presente, causado por la tensión acumulada en esos días, y la ropa mojada le estaba provocando escalofríos. Sin más, se dejó caer nuevamente en el sillón.

-¿No te sentís bien? -Joshua se acercó a él y rozó su rostro con el dorso de la mano. Elías automáticamente se hizo para atrás impidiendo el contacto-. ¿No te gusta que te toque? -inquirió en un susurro el empresario-. Vas a tener que acostumbrarte, si estás dispuesto a cumplir con nuestro trato.

Elías no respondió. Su rostro se hundió avergonzado sabiendo que el empresario tenía razón. Debía acostumbrarse a tenerlo cerca aunque le causara asco.

-Quiero pedirte dos cosas -murmuró bajito-; primero, mi familia no tiene que enterarse de esto, y segundo, espera hasta que mi mamá se recupere, por favor.

Joshua se puso en cuclillas para poder mirarlo de frente, Elías desvió la mirada incómodo.

-Después vamos a ver a partir de qué fecha comienza a correr el trato -susurró-, ahora tenés que tomar algo caliente y cambiarte de ropa...

Un suave llamado a la puerta interrumpió sus palabras.

-Adelante -ordenó poniéndose de pie.

La puerta se abrió. Paula ingresó con una taza de café humeante en la mano.

-Gracias Paula, seguí con tu trabajo, si necesito algo te llamo. -La secretaria asintió y abandonó la habitación-. Tomá un poco -indicó señalando la taza de café-, te va hacer bien.

Tomó la taza entre sus manos y le dio un largo sorbo.

-Tu ropa está muy mojada -observó-, vas a tener que cambiarte

El muchacho lo miro algo sorprendido, mas no emitió ninguna palabra.

-Tengo algo de ropa que puedo prestarte...

-No, gracias -se apresuró a decir Elías, y casi tira la taza cuando sus manos temblorosas la depositaron sobre el escritorio.

El empresario sonrió sarcástico al ver que el joven se ponía de pie con la intención de marcharse.

-Te aseguro que no voy a violarte -susurró-, aunque ganas no me faltan -agregó poniéndose de pie y acercándose al joven lo tomó del brazo-. Acompañame.

El contacto de la mano de Joshua sobre su cuerpo a través de la mojada tela le provocaba escalofríos. No quería tan siquiera imaginar qué pasaría cuando al fin tuviera intimidad con él. Se sentía peor que una prostituta y aún no había sucedido nada.

Salieron del despacho y tomaron el ascensor. Una vez dentro del aparato el empresario oprimió un botón y este comenzó a ascender.

-Este edificio tiene diez pisos -comentó Joshua mientras veía cambiar los números a medida que iban subiendo-. En el primer piso está la sala de eventos, allí se realizan desfiles exclusivos de J&E; en el segundo y tercero funcionan los talleres y depósitos de la mercadería que se envían a todos lo locales -prosiguió mientras el joven lo escuchaba-, en el cuarto está la presidencia, el quinto y sexto lo utiliza un amigo que se encarga del área de publicidad, aunque no sólo trabaja con publicidades de J&E, tiene una larga cartera de clientes; el séptimo se utiliza para el circuito de vigilancia, el octavo como un área de recreación y almuerzo para los empleados que trabajan en el edificio. -El aparato se detuvo en el noveno piso y Joshua descendió seguido por el muchacho-. El noveno y el décimo los utilizo como un refugio.

Una puerta doble de madera blanca surgió frente a ellos. Joshua buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un juego de llaves. Elías sintió un creciente nerviosismo cuando al ingresar pudo observar un living lujosamente amueblado.

La puerta se cerró a sus espaldas. Incómodo percibió que el empresario se disponía a cobrar su deuda por adelantado. "No estoy preparado", gritó desesperada su voz interior, "Dios, no estoy preparado", se repitió terriblemente nervioso.

La mano de Joshua lo tomó del brazo y con delicadeza lo acercó hasta él.

-Te aseguro que no te vas a arrepentir -susurró a su oído-. Quizás ahora sientas asco, pero me voy a encargar de que cambies de opinión.

Con un lento movimiento lo giró hasta tenerlo frente a él.

-Te lo prometo -murmuró.

Se quedaron en silencio. Elías pudo ver como los ojos del empresario lo miraban con ardiente deseo. Se inquietó. Despacio el millonario se inclinó para finalmente apoderarse de sus labios. El beso fue suave pero posesivo, tanto, que el muchacho tuvo miedo de que Joshua no cumpliera su promesa.

-Te pedí... que esperaras -dijo Elías apartándose con voz entrecortada impidiendo así que el empresario ahondara su beso-; ya te di mi palabra, te pido por favor que respetes al menos mi pedido. -Se giró, incapaz de enfrentarse con los verdes ojos de Joshua-. Quizás para vos sea algo normal, pero para mí es algo complicado. Esto lo hago sólo por mi familia, nada más, no soy gay y tampoco me gusta la idea de prostituirme -sentenció-, pero no me dejaste otra alternativa.

-Muy bien -dijo el empresario a sus espaldas-. Esperame un momento acá.

Se dirigió a una de las puertas laterales del departamento. Desde el living, Elías pudo escuchar los ruidos que hacía el empresario desde la habitación contigua. Minutos después volvió con algo de ropa.

-Lamento no tener algo más informal para prestarte -dijo entregándole un pantalón de vestir negro, una camisa y una bolsa vacía-, pero mayormente uso el departamento para quedarme cuando me queda algo pendiente en la oficina y la ropa que tengo acá es toda formal. Esto es lo más sobrio que encontré. Cambiate y guardá la ropa mojada en la bolsa.

Elías miró las prendas sin entender, y movió la cabeza de un lado a otro rechazándola.

-Te agradezco pero prefiero quedarme así...

-Estás empapado -insistió-, si seguís así te vas a enfermar ¿Por qué no hacemos una pequeña tregua y me das el gusto? Allí dentro de la habitación está el cuarto de baño -señaló la puerta por donde segundos antes él había salido-, podés cambiarte, y si querés podés tomar un baño caliente -y esbozando una pequeña sonrisa agregó-: Prometo no espiarte.

Elías asintió resignado y cumplió con las órdenes del empresario, no sin antes dedicarle una mirada asesina a su futuro amante.

La habitación, al igual que el living, estaba lujosamente amueblada: una cama de dos plazas de estilo antiguo, vestida con blancas sábanas, se hallaba en el centro de la alcoba junto a dos mesas de noche haciendo juego y un finísimo ropero a uno de los costados. El cuarto de baño no era la excepción. Los azulejos eran de color crema y combinaban perfectamente con el resto del mobiliario. Un lujoso y amplio jacuzzi llamó la atención del joven.

-Está forrado en plata -susurró, mientras comenzaba a quitarse la ropa.

La indumentaria del empresario le quedaba un poco grande, pero a simple vista apenas se notaba. Observó su rostro reflejado en el espejo del baño. Suspiró. Aún le faltaba lo peor. Se quitó las medias y se puso sólo los zapatos, al igual que el resto de la ropa la prenda estaba empapada. Junto toda su vestimenta, la dobló con prolijidad y la guardó dentro de la bolsa vacía antes de salir del cuarto.

El empresario estaba sentado en un extremo de la cama. Esbozó una leve sonrisa cuando lo vio entrar a la habitación.

-Te queda muy bien -murmuró-, se me hace sumamente excitante que uses mi ropa.

Elías no contestó. Con total premeditación se paró cerca de la puerta y en lo posible lejos del empresario, por si tenía la necesidad de salir corriendo de allí.

-Estuve pensando -dijo el empresario, al que parecía no preocuparle la reacción del muchacho-, y me parece bueno que dejemos en claro algunos puntos.

-Te escucho -susurró algo nervioso, apoyándose en la puerta.

-Primero, no hay horario fijo ni lugar, siempre que tenga ganas -sonrió seductor- lo hacemos. Te aclaro que no soy amante del sadomasoquismo ni nada por el estilo, pero si te gusta algún tipo de juego sexual estoy abierto a nuevas experiencias, cualquier cosa por complacerte -aseguró apasionado-. La idea es que ambos lo disfrutemos, si no, no tiene gracia. Segundo, podés inventarle lo que quieras a tu familia, por mí no hay problema, eso es lo de menos. Tercero, si estás de acuerdo con la suma que te ofrecí, te voy a pagar todos los viernes, no sé si preferís que te abra una cuenta en el banco o te pague en efectivo, yo no tengo problema, cualquiera de las dos opciones me parecen bien. Si preferís que te pague más dinero decímelo, no hay ningún inconveniente por ello, también si necesitas un adelanto me lo podés pedir -sonrió ante la idea-. Claro que en ese caso yo también voy a exigir un pago por adelantado.

En este punto Elías se sintió como un auténtico taxi boy, que cobra por placer. "Al fin y al cabo en eso me estoy convirtiendo", pensó desolado.

-Creo que esa suma está bien -musitó apenas-, por ahora no necesito ningún adelanto -mintió. Ni loco le haría saber que necesitaba el dinero urgente.

-Bueno, en ese caso -comenzó a decir Joshua tomando una carpeta de la mesa de luz en la cual Elías ni siquiera se había fijado-, para estar seguro de que vas a cumplir con tu promesa y que no vas a salir corriendo a la primera me tomé la libertad de realizar un contrato, quiero que lo leas y si estás de acuerdo lo firmas.

El muchacho miró atónito al empresario.

-¿Un contrato? -inquirió pasmado y algo enfurecido al darse cuenta que el empresario estaba completamente seguro de que él terminaría aceptando su propuesta.

-Sí, es más seguro, no quiero correr el riesgo de que después te eches para atrás -sonrió-, y tampoco quiero que digas que te estoy obligando.

-En cierto modo -dijo el muchacho con tono gélido-, sí me estas obligando.

Joshua sonrió ante el comentario del muchacho.

    

 

Después de eso Joshua insistió en acercarlo a su casa y, urgido por alejarse lo antes posible del empresario, Elías aceptó a duras penas.

Había dejado de llover.

Durante todo el trayecto hasta su casa, Elías aprovechó la oportunidad para observar al empresario con más detenimiento.

Tenía que reconocer que era un hombre muy atractivo, estaba absolutamente seguro de que cualquier mujer se sentiría orgullosa de tenerlo a su lado. "Qué ironía", pensó mientras lo observaba, "yo en cambio no soporto tenerlo cerca". ¿Quién iba a decir que a pesar de todos sus esfuerzos el destino terminaría por jugarle sucio orillándolo a ejercer la prostitución?  La necesidad, la desesperación, la impotencia. A menudo había visto por la tele testimonios de prostitutas que se veían obligadas por diversas situaciones de la vida a ejercer la profesión que, según dicen, es tan antigua como el mismo mundo. Y ahora él se encontraba en la misma condición.

-¿Y, te agrada lo que ves? -preguntó el empresario en un suave y sensual susurro el cual tenía un toque cómico. Elías levantó la vista avergonzado y se topó con los verdes y burlones ojos de Joshua. Inconscientemente se había quedado observándolo.

-Disculpa, me distraje un poco -murmuró desviando la mirada.

La sonrisa de Joshua se hizo más amplia y parecía dispuesto a acotar algo más, pero no lo hizo.

Elías se sentía algo nervioso, la cercanía del empresario no hacía más que incomodarlo. En vano trató de concentrarse en el paisaje que se dibujaba a través de la ventanilla.

No hizo falta que Elías le indicara el camino que tenía que tomar, el empresario lo conocía perfectamente.

-Se me olvidó -dijo irónico el muchacho al ver que Joshua detenía el auto frente a su casa-, que el millonario Joshua Reisig, investigó cada uno de mis movimientos. No es raro que sepas exactamente la dirección de mi casa sin la necesidad de preguntarme.

-Es necesario que sepa todo de quien se va a convertir en mi amante -aseguró divertido mientras descendía del vehículo. Elías imitó su acto y descendió por la otra puerta.

El terrible rencor y odio que había estado acumulando durante los últimos días se hizo presente en ese mismo momento. Sin poder aguantarlo habló.

-No tenés idea de cuanto te odio -le dijo al empresario cuando lo tuvo al frente-; maldito el día en el que te cruzaste en mi camino, hiciste todo lo posible para lastimarme. Nunca te voy a perdonar esto -susurró sin poder mantener la calma.

Por un breve segundo creyó ver en el semblante del empresario un leve rastro de perplejidad ante sus palabras, mas cuando habló lo hizo de forma tranquila y dura. Con pasos lentos se acerco hasta él.

-Nadie te está obligando a nada -dijo peligrosamente-, si no querés no te voy a forzar. Además -agregó mientras le tomaba del brazo y lo apretaba con fuerza-, vos viniste a mi oficina a buscarme...

-Porque vos te encargaste de impedir que encontrara un trabajo decente -rugió en voz baja y luego agregó-: Soltame que me estás lastimando.

-No sé a que viene tu sorpresivo ataque de histeria -susurró pero sin soltarlo-, si ese es el juego que preferís jugar, por mí está bien, si seguís empeñado en tener esa actitud conmigo no hay problema. -Y con un fuerte movimiento lo acercó hasta él-. Me importa muy poco si me odias o no, igualmente pienso pasármela bien en la cama con vos -sentenció para finalmente apoderarse de sus labios en forma violenta y posesiva.

Elías intentó zafarse sin éxito.

-Estoy empezando a pensar que no te desagrado tanto como decís -susurró para luego soltarlo bruscamente-. El trato ya está hecho; por ningún motivo se te ocurra romperlo, no soy tu marioneta y no voy a permitir que juegues conmigo.

-No te firmé nada -rugió Elías verdaderamente enojado-, no podés obligarme.

-Tenés razón -susurró inexpresivo y abriendo la puerta del auto sacó la carpeta con el contrato-, todavía no firmaste pero te aconsejo que lo hagas, porque sabes que te conviene. Nadie más que yo puede ayudarte en este momento -le extendió la carpeta y agregó con tono suave pero duro-: firmá.

Elías se quedó quieto, no atreviéndose a dar ni un solo paso. Si firmaba sería su fin, pero también era consciente de que era su única salida. Con altanería se cruzó de brazos y miró desafiante al empresario.

-No tengo bolígrafo -musitó entre dientes.

-Yo sí -sonrió sensual y triunfante el empresario sacando uno del interior de su saco.

Sin pensarlo y manteniendo su pose altanera se acercó al auto y apoyando los documentos sobre el techo del vehículo estampó su firma en el papel.

     -Ni bien salga tu madre del hospital te quiero en mi cama -sonrió al tiempo que rodeaba el auto y abría la puerta-, es lo que te conviene.

Y sin más giró la llave del contacto y arrancó.

Elías se quedó parado en el medio de la vereda.

No sabía que estúpido impulso lo había llevado a decir todo eso, pero el sentirse obligado a hacer algo tan bajo lo molestó. No soportaba la idea de que el empresario finalmente se hubiera salido con la suya, no soportaba el hecho de que tendría que acostarse con un hombre para poder mantener a su familia. No encontraba justo su sacrificio. No era justo nada de lo que le estaba pasando, se sentía incapaz de aguantar con esa carga.

Con pasos lentos y cansados entró en su morada.

Estaba solo. Sus hermanos se habían quedado en la casa de Marco al cuidado de la madre de éste. La vivienda estaba vacía al igual que su alma. Se apoyó en la puerta de entrada y lentamente se deslizó por ella hasta quedar sentado en el suelo. Lloró. Era lo único que podía hacer en ese momento.

 

 

Marco miró a su amigo con verdadera compasión. El muchacho se veía realmente desolado, sintió una gran admiración por él. Hasta ahora y desde la muerte de su padre nada le había resultado fácil.

-Haceme caso -susurró alentándolo-, si ya te decidiste, al menos trata de tomar las riendas de la situación. No permitas que ese millonario haga lo que se le cante, hay varias formas de lograrlo.

-Marco, no digas tonterías -dijo triste-. ¿Cómo voy a hacer para esquivarlo durante un mes? No hay ninguna excusa que valga, a menos que viaje a algún lugar lejos de acá...

-Si querés yo te presto plata, esa me parece una buena opción.

-Sí, pero igual necesito plata para mantenerme; además no quiero dejar sola a mi mamá -suspiró resignado-. Ya firmé ese maldito contrato.

 

 

La semana pasó rápida.

Cuando llegó el lunes los médicos decidieron darle de alta a la señora Rita, que había evolucionado favorablemente de la intervención.

El muchacho esperó paciente que firmaran la orden de alta. Su madre se encontraba en perfecto estado y lo esperaba lista en la habitación.

-Es bueno que finalmente le dieran el alta a tu madre.

Elías estaba parado en la solitaria sala de espera y giró despacio al escuchar esas palabras.

     Desde aquel día de lluvia en el cual había aceptado ser su amante no lo había vuelto a ver. Sus ojos verdes lo miraban sarcásticos y una pequeña sonrisa curvaba sus rojos labios.

-¿No pensabas comunicarme la buena noticia? -inquirió el empresario.

-¿Qué hacés acá? -preguntó Elías de mal modo.

-Vine a cobrar la deuda -susurró en voz baja y sensual-. A partir de hoy empieza a correr nuestro trato.

Elías lo miró lleno de odio antes de volver a abrir la boca.

-Ya lo sé.

-Y como dudaba mucho que vos vinieras a mí por voluntad propia decidí venir a buscarte -sonrió-, por las dudas de que se te hubiera olvidado nuestro acuerdo.

-Ahora no puedo, tengo que llevar a mamá a casa...

-Eso no es problema, tengo mi auto y te puedo alcanzar...

-Todavía no le dije nada a mi mamá -interrumpió-, no sé que excusa meterle...

-Seguramente se te va a ocurrir algo -aseguró el empresario-. En ese caso -comenzó a decir mientras consultaba su reloj- te doy tres horas, ni una más. A las nueve de la noche te voy a estar esperando en la esquina de tu casa. Sé puntual, si no querés que te pase a buscar y te saque a la fuerza de tu casa -dijo mientras giraba y comenzaba a retirarse-. Decile a tu mamá que no vas a regresar a dormir esta noche -parándose junto a la puerta de salida agregó-: Te voy a estar esperando -y emprendió su retirada.

Elías apretó los puños a su costado y emitió una maldición.

-La orden ya está firmada -el doctor entró en ese mismo instante interrumpiendo su ataque de furia-, pueden irse cuando quieran.

El muchacho miró sin ver el papel que el médico le había entregado. Era la mejor noticia que había recibido en toda la semana, su madre al fin se encontraba fuera de peligro, pero al mismo tiempo su vida estaba apunto de dar un giro de ciento ochenta grados que lo marcaría para siempre.

 

 

Su madre quedó cómodamente instalada en la alcoba bajo el cuidado y mimos de sus dos hermanos. Engañarla había resultado sumamente fácil, y a la vez doloroso. Después de confesarle que lo habían echado de la pizzería, le mintió diciendo que había encontrado un nuevo trabajo en donde la paga era mucho mayor, con el único inconveniente de que no tendría un horario fijo, y bien podría trabajar por la noche como por la mañana. "Se trata de un nuevo pub", había dicho, "está abierto todo el día". Su madre había sonreído contenta y le había deseado la mejor de las suertes.

Estuvo largo tiempo bajo la ducha. Cuando salió decidió vestirse de manera sencilla. Una remera azul y unos jeans gastados le parecían más que apropiados para la ocasión. No tenía la más mínima intención de provocar o agradar al empresario. Se puso un poco de perfume y peinó sus desordenados cabellos. Estaba listo.

Salió de su casa temprano. Llevaba en su mochila una muda de ropa y la camisa y el pantalón que Joshua le había prestado. Caminó un par de cuadras y se metió en una farmacia donde seguro no lo reconocerían.

-Una caja de preservativos -susurró en voz baja cuando la farmacéutica se acercó hasta él.

La mujer lo miró divertida y se retiró a buscar su pedido volviendo minutos después con una pequeña cajita.

-Que lo disfrute -murmuró la mujer antes de que el muchacho se retirara. Elías se vio tentado a lanzar una serie de insultos a la indiscreta muchacha pero se contuvo. Sin saludar salió del local y caminó despacio las cuadras que lo separaban de su casa.

A lo lejos pudo ver el lujoso auto del empresario estacionado en la esquina. Confundido consultó su reloj y comprobó que aún faltaba media hora para las nueve de la noche.

-Se ve que está desesperado el muy calentón -susurró molesto mientras salvaba la distancia que lo separaba del auto-. Llegaste temprano -dijo deteniéndose junto al vehículo.

-Vos también -contestó Joshua desde el auto y haciendo un gesto con la cabeza agregó-: Subí.

Elías no lo hizo. Se quedó quieto en el lugar y parecía no tener intenciones de cumplir con el pedido del empresario.

-Todavía falta media hora -arguyó desafiante.

-No hay horario fijo ni lugar -le recordó Joshua-, y en este mismo momento tengo muchas ganas de tener buen sexo -y susurrando bajo agregó-: Si no querés que lo hagamos en el medio de la calle va a ser mejor que subas al auto.

Impotente, lo fulminó con la mirada al tiempo que abría la puerta y se acomodaba en el asiento del acompañante.

-Creo que nos estamos entendiendo -dijo el empresario con una sonrisa burlona.

El viaje duró mucho menos de lo que Elías hubiera deseado. La elegante fachada de la casa del empresario lo dejó sin aliento. Ubicada en uno de los barrios más caros de la capital, a simple vista la vivienda parecía ser demasiado grande para una sola persona.

Joshua ingresó el auto al garaje y descendió. A Elías en cambio le entraron unas ganas terribles de atrincherarse en el coche por el resto de sus días con tal de no cumplir con el contrato, pero al pensarlo mejor consideró que el empresario sería capaz de violarlo ahí mismo si armaba semejante berrinche. A duras penas abrió la puerta del acompañante y descendió también.

Al igual que la fachada, la casa por dentro era un auténtico ejemplar de refinamiento y buen gusto. El living estaba decorado con muebles antiguos armoniosamente distribuidos en el lugar. Las paredes, empapeladas con un estampado al estilo colonial, estaban adornadas por numerosos y llamativos cuadros de diferentes corrientes artísticas. Detrás, y en el centro mismo de la sala, una escalera de mármol conducía al segundo piso.

Joshua se paró en el medio de la habitación y lo miró a los ojos.

-¿Tenés hambre? -le preguntó tranquilo.

-No -hubiera deseado decir que sí, pero su cuerpo era un verdadero manojo de nervios, y no creía posible que algún bocado pudiera pasar por su garganta.

El empresario sonrió, y con pasos lentos y sensuales se acercó hasta él.

-Yo en cambio tengo mucha hambre -susurró tomándolo de la cintura y acercándolo a él-, de vos -concluyó apoderándose de sus labios.

Dejó que lo besara de forma salvaje y apasionada, permitió que el empresario colara sus manos por debajo de la remera y lo acariciara de manera sensual y provocativa. No podía, no tenía derecho a negarse. Su trabajo era complacerlo.

-Acá no -susurró el empresario separándose apenas de él-, vamos arriba.

El muchacho se dejó conducir al piso superior. Un pasillo con varias puertas a ambos lados se materializó ante ellos. Joshua lo condujo hasta la última puerta de la izquierda. La habitación del empresario. En el centro de la alcoba un lecho de dos plazas vestido con sabanas púrpuras los esperaba.

-Esperame -murmuró Joshua a su oído-, enseguida vuelvo.

Y se quedó solo.

Dejó caer su mochila al piso, respiró profundo y, mientras contaba hasta diez, rezó por que el tiempo pasara rápido. Sacó del bolsillo trasero de su pantalón la caja de preservativos que había comprado. Al menos quería que el sexo fuera seguro, si no iba a poder disfrutarlo, como mínimo pretendía no contagiarse ninguna enfermedad.

-Listo -el empresario entró nuevamente a la habitación. Elías de espaldas a él pegó un pequeño brinco de sorpresa, mas no se movió-. Estoy listo -susurró acercándose al muchacho.

"Yo no estoy listo", pensó Elías nervioso, "pero no creo que eso importe."

-No tengas miedo -murmuró Joshua mientras lo hacía girar hasta tenerlo de frente-, me voy a encargar de que ambos la pasemos bien.

Se inclinó para besarlo, mas Elías lo detuvo interponiendo entre ambos la caja de preservativos.

-Usalos -musitó-, me voy a sentir más seguro.

Joshua sonrió y tomó la caja.

-Como vos quieras -habló bajito mientras lo empujaba lentamente hasta el lecho.

     Sintió como lo colocaba sobre la cama para luego comenzar a besarlo. Con meditada maestría lo besó dulce y apasionado instándolo a abrir sus labios para después adentrar su lengua e, impaciente, comenzar a saborear su dulce cavidad.

Por un momento Elías se sintió otro. Los besos dulces y sensuales de Joshua habían logrado turbarlo de una manera que jamás creyó poder sentir. Cerró sus ojos. No quería mirarlo.

Joshua se detuvo un momento para dejar algo sobre la mesa de luz. Muy a su pesar el muchacho abrió apenas los ojos y vio un pequeño frasco de lubricante junto a los preservativos, sobre la mesa de noche. Se inquietó. Numerosas imágenes vinieron a su mente, el miedo ganó terreno.

Con habilidad el empresario le sacó la remera dejándole el torso al descubierto.

-Sos tan hermoso -susurró a su oído-, me tenés completamente fascinado.

Pronto Joshua abandonó sus labios y se encaminó lentamente hasta sus pechos. La respiración de Elías se hizo más y más fuerte. Estaba asustado. Quería que todo terminara pronto, quería que su mente volara a algún lugar lejos de allí. No soportaba sus besos, sus caricias. ¿Por qué tenía que hacer eso? ¿Por qué tenía que humillarse?

Joshua tomó entre sus labios una de sus tetillas, la besó, la succionó con dulzura hasta dejarla totalmente sensible. Su excitación iba en aumento, con un leve gemido volvió a ascender buscando nuevamente los labios del muchacho de forma más salvaje y más apasionada. Se separó apenas, y se despojó de su camisa para después con un rápido movimiento separar las piernas del muchacho y posicionarse entre ellas.

Podía notar a través de la tela del pantalón la creciente y más que evidente excitación del empresario. Por el contrario, a él le estaba costando llegar hasta ese punto. Ninguna de las caricias que su cuerpo recibía lograba despertar el más mínimo deseo. Lo único que realmente anhelaba era que todo terminara rápido, muy rápido. Pensó en su familia, en sus sueños, en su padre...Todo, absolutamente todo se detuvo. Su mente se puso en alerta cuando sintió las manos de Joshua tocando su intimidad a través de la tela del pantalón. Sus manos, que descansaban inertes al costado de su cuerpo, tomaron vida y se aferraron con furia a las sábanas. El empresario continuó con su tarea, bajó el cierre del pantalón y tanteó por encima de la ropa interior para finalmente invadir su terreno más íntimo. Elías se quedó totalmente congelado, las suaves caricias que Joshua realizaba sobre su dormido miembro no lograban excitarlo. Se aferró aún más a las sábanas. No estaba seguro de poder seguir aguantando. La necesidad, la desesperación, el sentirse terriblemente desamparado lo habían llevado a esa situación. Él no era un prostituto, jamás creyó que llegaría a ese punto. Jamás pensó que perdería hasta su orgullo sólo por dinero. "Lo hago por mi familia", pensó rogando que este convencimiento lograra aplacar en algo su cada vez más creciente amargura.

     No pudo. El miedo y la humillación ganaron la batalla y unas lágrimas de amargo sabor nublaron sus ojos. Por más que amara a su familia por sobre cualquier cosa en el mundo no pudo evitar sentirse terriblemente aterrorizado. No quería que eso sucediera. Le fue imposible impedir que las lágrimas fluyeran, simplemente no pudo impedir desahogarse. Ya no prestaba atención a los movimientos del empresario, su mente se encontraba lejos, muy lejos de allí.

No supo cuánto tiempo pasó, horas, minutos, segundos. Tampoco se dio cuenta de que el empresario había detenido sus caricias. Sólo sintió que su llanto no dejaba de salir.

     Rozándolo apenas con la punta de sus dedos, Joshua detuvo el trayecto de una de sus lágrimas. El muchacho se sobresaltó más; con un brusco movimiento apartó la mano del empresario y siguió mirando a la nada.

-Termina con tu trabajo -susurró apenas-, estoy algo cansado y me gustaría dormir un poco.

Joshua se acercó a él y tomándole con delicadeza la barbilla lo obligó a mirarlo.

-No puedo continuar -murmuró-, no con vos así -dijo al tiempo que se levantaba del lecho y buscaba su ropa-. Mañana lo intentamos de nuevo -susurró mientras se dirigía con pasos lentos a la puerta-. Que duermas bien.

Y salió de la habitación.

Abrazándose a sí mismo giró sobre la cama y poniéndose en posición fetal permitió que su llanto siguiera limpiando su destrozada alma. 

 

 

Necesitaba un baño urgente. Su excitado sexo pedía a gritos ser atendido. Se metió en el cuarto de huéspedes y cerró la puerta. Incapaz de llegar al baño coló su mano por debajo de la ropa interior y se masturbó hasta llegar al clímax.

Se sentía realmente patético. Una horrible sensación de vacío se hizo presente en su interior. Con desagrado miró su mano manchada. Tiempo hacía que no recurría a métodos de autosatisfacción, siempre tenía algún amante de turno que lo salvaba de caer en esa patética situación.

-Me siento como un hijo de puta -susurró mientras se metía en el baño y abría el grifo-. ¿Cómo llegué a hacer algo tan bajo? Mierda -gruñó-. ¿Y ahora qué voy a hacer?

Por primera vez desde que se cruzó en el camino de Elías, sintió sinceras ganas de llorar. Dentro, muy dentro de él, algo que lo asustaba estaba empezando a surgir. Un sentimiento que creyó jamás volvería a experimentar.

 

 

Continuará...

Notas finales:  

Bueno, bueno XD, (maki saca la banderita blanca pidiendo una tregua XD). Fuera de broma, este capitulo es muy importante como se darán cuenta, a partir de acá se va a empezar a ver el porque de cada protagonista y en muy importante (le pido a aquellos que gentilmente dejan comentario) la opinión de ustedes. ¿Qué les pareció el lime (no se si llamarlo así)? ¿Les pareció grosero o asqueroso (espero que no)? ¿Les pareció lindo? ¿Triste? ¿Pueden entender al pobre Joshua XD? Bueno en si yo le llamaría mas un mínimo manoseo XD, porque no hubo mucho XD. En lo personal trato de que esto  quede lo mas creíble posible, y sobretodo que el lector disfrute de ello. Así que ya saben, cualquier duda, sugerencia, o crítica (no se aceptan bombas, cartas intimidatorias, ni amenazas XD)  será muy bien recibida.

He visto en la página principal de Amor Yaoi las advertencias para dejar review, en lo personal me da pena borrar por más tonto que parezca el comentario (y espero no verme en esta obligación), los dejo a criterio de ustedes lo que quieran expresarme sobre mis escritos, solo les pido que me ayuden a mejorar, que la opinión de ustedes es sumamente importante.

Prometo que más adelante se vienen escenas mas calientes porque esto no es mucho XD.

Besos Makino Tskushi.


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