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CORAZONES EN LLAMAS por lyra

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-¿Has encontrado tu hermano?-le pregunta Gustav a Tom cuando regresa a su lado.

-Se ha encerrado en el baño y no quiere salir ni dejarme entrar-le contesta de mal humor. “no quiere verme”.

-No me extraña, después de lo que le has dicho.

-Lo hice sin pensar. He ido a disculparme y no me quiere abrir la puerta.

-A veces te pasas con él, le hablas de una manera que no se lo merece, como si le odiaras. ¿Qué es lo que te ha hecho?

-Nada, y no le odio-le contesta concentrándose en su bebida.

“No le odio, le quiero con todo mi corazón”

El ruido de cristales rotos les hace girarse a la derecha, de donde viene Georg corriendo hacia ellos.

-Chicos, me temo que hay pelea-les dice tratando de imponer su voz a la música y los gritos que vienen de detrás de él.

-¿Qué ha pasado?-grita a su vez Tom.

-No sé, algo sobre una mirada dirigida a la chica equivocada. Será mejor que esperemos afuera a que se calmen las cosas, no sea que nos veamos envueltos.

-¿Y que pasa con Bill?-pregunta Gustav caminando hacia la salida.

-Está en el baño, allí no le pasará nada-le contesta Tom.

Salen a la calle y allí esperan a que la fiesta continúe en paz.

-Me parece una bobada-dice de pronto Tom.

-¿El qué?

-Que se peleen por una chica de esta manera.

-Seguro que tú harías lo mismo si alguien mirara a la persona que más quieres.

“Sí, pero nunca lo haría fuera por una chica. Solo me pelearía con quien hiciera falta si osa mirar a mi hermano, o a hacerle daño”

Está sumido en sus pensamientos que no se entera de que la gente está comenzando a salir corriendo de la casa gritando y con cara de miedo.

-¡Qué!-exclama cuando Georg le da un codazo.

-Que hay fuego en la casa, mira-le dice señalando la ventana del primer piso.

Tom dirige la mirada hacia donde le señala. Por esa ventana salen unas llamas que se van haciendo cada vez más grandes. Por lo visto en mitad de la pelea han tirado unos focos que han prendido la serpentina que adornaban las paredes. Si no actuaban con rapidez la casa quedaría reducida a cenizas en unos minutos.

-¡BILL!-grita Tom desesperado.

Se ha acordado de que está en el baño del segundo piso, seguro que sigue encerado y no se ha enterado de nada.

-Llamad a los bomberos-les grita echando a correr hacia la casa seguido de Gustav.

-Espera, es muy peligroso-le dice cogiéndole del brazo.

-Suéltame, mi hermano está ahí encerrado, morirá si no le salvo-le dice mientras las lágrimas comienzan a bajar por sus mejillas.

-Te ayudo, vamos-le dice Gustav empujándole.

Logran entrar en la cas abriéndose paso entre la gente que chilla histérica. Les empujan en su frenética huida del fuego. Una chica cae al suelo y está a punto de ser pisoteada, pero Gustav corre hacia ella y la coge en brazos a tiempo.

-La dejo afuera y ahora vuelvo-le grita a Tom por encima del bullicio.

Tom asiente y comienza a abrirse paso hacia la escalera mientras tose por el humo que va llenando la casa en segundos.

Solo hay un pensamiento rondándole por la mente. El saber que su hermano puede morir solo encerrado en el baño. El saber que nunca sabrá cuales son sus verdaderos sentimientos hacia él.


Bill se encuentra sentado en el suelo del baño con la cabeza apoyada en sus rodillas levantadas y los ojos fuertemente cerrados. Se tapa los oídos con las manos. Oye gente corriendo y gritando por la casa.

No entiende lo que dicen. Solo se concentra en sus pensamientos. En las palabras de su hermano.

¡Que no le amargara la noche!

¿Y él qué? ¿Acaso no le amargaba la existencia?

Siempre llorando a escondidas por el dolor que sus comentarios le hacían, porque le miraba sin verle.

¿No le oye llorar por las noches? Le da igual.

¿No le ve mirarle con dolor en los ojos? Está ciego.

-Tom-susurra-¿Por qué no te das cuenta d que existo? ¿Por qué me haces tanto daño sin saberlo?

Se limpia las lágrimas de la cara. Tiene que dejar de hacerlo, de llorar por un amor que nunca se hará realidad. Se levanta y camina hasta el lavabo. Se lava la cara y se la limpia con una de las toallas que han puesto.

“Por lo menos está más limpia que el espejo”-piensa sonriendo un poco.

Descorre el cerrojo de la puerta y la abre deprisa, para volver a cerrarla de un portazo.

El pasillo está lleno de un humo negro que se pega a las paredes y el techo, lo cubre todo a su paso robando el poco oxígeno que pudiera haber.

Echa el cerrojo otra vez a la puerta y camina hacia atrás hasta que su espalda toca la pared y se deja caer resbalando por ella mientras un sollozo se escapa de sus abiertos labios.

El corazón le late a mil por hora, tiene mucho miedo por lo que sabe que está pasando, por lo que sabe que va a pasar.

Comienza a jadear, a toser. Respira con dificultad y siente que se está mareando. Sabe que está teniendo una crisis de ansiedad. Intenta respirar con calma, pero en esos momentos la calma brilla por su ausencia.

Se lleva una mano a la boca para ahogar los sollozos que quieren salir de ella. Ve con miedo en los ojos como el humo se cuela por debajo de rendija de la puerta. El fuego debe de estar demasiado cerca. Ya no hay nada que pueda hacer.

Solo quedarse sentado y esperar que ocurra lo peor, porque un milagro no está al alcance de la mano de nadie.

No hay nadie que le pueda ayudar porque a esas alturas están todos fuera de la casa viendo como las llamas la consumen, y a él de paso. Nadie sabe que se encuentra allí encerrado.

¿Nadie?

No, su hermano lo sabía.

Sabe que por mucho que se hubieran peleado no le dejaría allí, sabe que irá en su busca cuando se de cuenta de que no ha salido de la casa.

¿Seguro?

Porque nunca se había fijado que le tenía delante.

Solloza pensando que va a morir porque su hermano nunca se dará cuenta de que él no está a su lado. Va a morir y él nunca sabrá lo mucho que le quiere, lo solo que se va a encontrar sin él a su lado cuando vaya al más allá.

Cierra los ojos. Le escuecen por el humo y se están llenando de más lágrimas. Reza para que todo acabe enseguida, para que termine esa agonía y encuentre por fin esa paz que tan desesperadamente va buscando.

-¡Bill!

Levanta la cabeza, le ha parecido oír que alguien le llamaba, y le ha parecido que era la voz de su hermano.

-¡Bill!

“¡Es él!”-piensa con alegría.

-Ábreme, sé que estás ahí-le llama aporreando la puerta.

Piensa que si lo hace se quedarán los dos allí encerados, que morirán y eso no lo puede permitir. Ahora que sabe que ha venido a rescatarle ya puede morir en paz.

“¡Vete antes de que sea demasiado tarde!”-grita una voz en su mente”No mueras conmigo, no lo hagas por mi”

No puede ni contestarle, gritarle para que se salve.

-¡Bill, no me iré sin ti!-le grita adivinando sus pensamientos.

Comienza a levantarse lentamente, pero cae al suelo muy mareado. Nota que en esa posición hay algo de oxígeno, así que se arrastra a gatas hacia la puerta para descorrer el cerrojo.

Tom entra corriendo y cierra la puerta tras de sí otra vez. Ha visto las llamas tan cerca que no pueden hacer otra cosa que esperar en el baño a que alguien venga a rescatarlos.

Se apoya contra la puerta tratando de recobrar el aliento, tosiendo muy fuerte. Mira a su hermano tendido en el suelo jadeando y tosiendo como él.

Tiene que actuar con rapidez antes de que sea demasiado tarde. Coge una de las toallas y la empapa en agua. La coloca en la rendija de la puerta para impedir que siga entrando más humo.

Coge otra toalla y repite la misma operación, solo que esta vez se agacha y se la pone a su hermano en la cara y le lleva hasta la pared opuesta. Se sienta a su lado para ver que tal se encuentra.

Tiene la cara muy roja, jadea con mucho esfuerzo y esa tos no le gusta nada. Sabe que lo más seguro es que le haya dado una crisis de ansiedad, que el pánico le está impidiendo respirar.

Ve como le mira con miedo en los ojos, suplicándole que le saque de allí, que haga algo deprisa.

-Tienes que intentar respirar más lentamente-le dice intentando mantener la calma.

Bill le mira y niega con la cabeza. Quiere decirle que ya lo ha intentado pero que no ha dado resultado. Cierre los ojos tratando de obedecerle, pero un golpe de tos le impide hacerlo.

-Mírame, no apartes la vista de mis ojos-le grita sacudiéndole por los hombros hasta que vuelve a abrir los ojos-Tienes que hacerlo por mí, vive por mi.

Bill le obedece, no aparta los ojos de los suyos, pero no consigue respirar.

Tom ve que cada vez le cuesta más, así que pone en práctica un truco que conoce para la hiperventilación.

-Trata de mantener la respiración unos segundos, o intenta respirar con los labios fruncidos, como si fueras a soplar una vela-le suplica sin aliento.

Pero Bill por más que lo intenta no lo consigue. El miedo le puede más y la hace toser.

Entonces Tom decide actuar por su cuenta. Le pone las manos sobre la cara, tapándole la nariz y la boca para que no respire en unos segundos. Cuenta mentalmente hasta diez sin hacer caso a su hermano, que desesperado intenta quitarle las manos de encima llegando incluso a arañarle.

Cuando llega hasta diez le suelta y Bill comienza a toser y a respirar otra vez.

-No te muevas-le dice pasándole la toalla mojada por la cara.

-Lo siento-logra decir entre jadeos.

-Ahora no hables-le riñe.

Le incorpora un poco y se sienta en el suelo con él sobre su regazo. Le hace apoyar la cabeza en su cuello, quiere notar ese cálido aliento que sale de sus labios, esa vida que ha estado a punto de perder.

-Pronto vendrá la ayuda-le sigue consolando.

Bill niega contra su cuello y se aferra a él con ambas manos. Cierra los ojos con pesadez. Cada vez se nota más y más mareado, con mucho sueño.

Tom nota que la presión que ejercen sus manos sobre su cuello es cada vez más floja. Le separa la cabeza para mirarle y descubrir que se ha desmayado.

“Tal vez sea mejor así, que no vea llegar el final”-piensa abrazando el cuerpo de su hermano.

Comienza a llorar. Ahora que no le puede ver lo hace sin sentirse avergonzado.

Siente mucha vergüenza de que lo último que le haya dicho fuera que era un cabezota, que le insultara y le empujara entrar en ese baño del que jamás saldrían con vida.

Vergüenza de sentir lo que siente por él. De quererle demasiado y que él no le corresponda.

Y también siente mucho dolor, porque van a morir sin habérselo dicho. Porque va a morir sin haber besado esos labios que con tantas ganas ha deseado.

Le pasa una mano por la cara para quitarle el pelo. Nota que de sus labios apenas sale aliento. Puede que esté ya muerto. Su hermano se ha ido de su lado y él no se ha enterado.

-Bill….-solloza contra su cuello.

Levanta la cara y decide hacerlo, decide darle ese beso que por miedo nunca le dio en vida.

Nota como las lágrimas bajan por sus mejillas. No es por el humo que cada vez va llenando la habitación. Es por el dolor que paraliza su corazón.

Contiene un sollozo. Lo hará de todas maneras. Besará esos labios sin vida, sin aliento. Le transmitirá el suyo, para que se lo lleve al otro lado. Para que le espere, pues pronto se reunirá a su lado.

Posa lentamente sus labios en ellos. Besa tiernamente a su hermano. Le da su último aliento.

-Mmmmmm………-emite Bill muy bajito.

Tom se separa del susto. No está muerto, todavía respira, todavía vive, todavía le puede decir lo mucho que le quiere.

-¿Bill?-le llama acariciándole la cara.

-¿Tom?-logra susurrar con los ojos cerrados-¿Por qué no lo has hecho antes?

-¿Qué?-pregunta perplejo.

Bill abre los ojos con mucho esfuerzo y le mira fijamente a los suyos.

-¿Por qué has tenido que esperar a que vayamos a morir para darme un beso?

-Pensaba que eran solo cosas mías, que te asustarías.

-Ahora estoy muy asustado, y no es por el beso. Me ha gustado mucho, porque he sentido todo tu amor en el.

Dejando escapar un sollozo abraza más fuerte a su hermano volviendo a posar sus labios en los suyos. El premier beso fue muy corto y dado con miedo. Este es ahora más largo y dado con mucho amor por parte de ambos.

Bill se aferra a su cuello, se siente caer y no quiere que le suelte. Solloza contra su boca mientras gime de placer.

Sus labios se separan y se miran a los ojos sin ver nada más, sin ver que el humo ya llena toda la habitación.

-Te quiero-le dice Tom con lágrimas a los ojos.

-Yo también te quiero-le contesta de la misma manera.

Se abrazan otra vez. Ahora que se lo han dicho se han quitado un gran peso de encima.

Bill abre los ojos mientras abraza a su hermano y lo que ve le deja sin habla. Se pone rígido en sus brazos, emite pequeños gritos, vuelve a jadear y a toser.

-¿Qué ¿-le pregunta Tom muy asustado.

Pero no puede hablar, solo señalar la puerta y comenzar a llorar.

Tom mira en esa dirección y grita también de miedo. Se abraza más a él, poniendo su mano en su cara para que no lo vea.

No quiere que vea como las llamas empiezan a traspasar la puerta.

No quiere que vea como la muerte viene a por ellos con paso lento y decidido.

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