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S-Crew por Hotaru

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Notas del capitulo: Los dejo con el capítulo 15 de S-Crew, espero que les guste. Muchas gracias por leer.

Presentación.

15: Family equals drama II.

Samuel me observa con incredulidad. Quiero creer que eso es lo que se refleja en sus ojos. ¿O es falta de interés?
– No entiendo por qué me cuentas esto a mí, de tantas personas en el instituto… en el mundo, vaya. – baja la mirada y vuelve a mirarme a los ojos. Siento que quiere decirme algo pero al final no se atreve. – Entonces… ¿te gustan los chicos o sólo Demian?, ¿eres gay? – rectifica su pregunta.

Asiento con la cabeza. Creo que me siento satisfecho de aceptarlo por fin. Aunque no lo aclaré en todo el relato… si él lo deduce y yo lo reitero, cuenta como sincerarme.

Se pasa una mano por la nuca y gira su cabeza en varias direcciones, como buscando a alguien, a quién más sino a Seth; pero él está con Danna, terminando un proyecto de informática. Desiste en su búsqueda y simplemente vuelve a plantar su atención en el piso.

Estamos callados pero yo no me siento para nada incómodo, de alguna manera creo que esto no está sucediendo; pero la idea de que sea real no me molesta en lo absoluto. Así no es como se sintió Sam en su debido momento… y la culpa ahora se hace presente. Yo no dije nada, de eso estoy seguro, pero es lamentable que un momento tan importante en su vida se haya convertido en un escándalo que lo marcará de por vida. Aunque claro, el molestado siempre termina mejor que los que molestan… seguramente Lauren quedará embarazada el próximo año, Demian morirá en un accidente automovilístico ocasionado por el alcohol, Stuart será consumido por las drogas, Scott se partirá la cabeza contra la pared de una piscina mientras compite en las estatales y Samuel vivirá eternamente al lado de todos los demás dioses. Seguramente que sí.
Es definitivo, me estoy mintiendo para no sentir lástima por el que hace de escucha a mis problemas.

– Y… ¿planeas decírselo a tus padres?... no lo toman muy bien al principio, pero tiene… sus recompensas. – no lo dice con seguridad; pero no me sorprende ni me preocupa, Samuel nunca habla con seguridad a menos que Seth lo desespere con preguntas y lo obligue a elevar su tono de voz. Se ve muy tierno cuando se enfada... Bien, yo no pensé eso.

Me encojo de hombros.
– Supongo… algún día no muy cercano… mi mamá probablemente lo acepte mejor que mi padre. Es lo más común, ¿no?... seguramente me preparará un pastel de ocho pisos o una gelatina en un molde gigante. – Samuel no comprende, pero mi mamá tiene comportamientos extraños… necesita ocuparse pues si no se altera. Ella teje, cocina, pinta, escribe y cuida peces para controlar su ira. Al menos hace eso y no como otras personas que se gastan en ropa el sueldo de un año para remediar su sentido de minusvalía.

–… Seguramente. – replica Samuel no muy convencido de que esa oración tenga sentido. No debo hacer chistes acerca de mi madre con gente que no la conoce.

– Totalmente. – doy por sentado el asunto. No, mejor le pregunto cosas. – ¿Tu madre…? no, nada. – me quedo callado abruptamente. Creo que mi rostro expresa mis represalias internas.

Noto que Samuel aprieta sus manos con mucha fuerza. Ha de dolerle muchísimo… yo… la verdad yo no sé qué haría si a mi madre le pasara algo. Me da un poquito de miedo, pero sólo a veces… después de eso, la quiero de manera inimaginable.
– Ella sabía. Se lo dije cuando… no, no importa. Ella me aceptó; mi papá aún tiene problemas con mi sexualidad… pero no es su asunto. – cierto, a nadie debería preocuparle. Y aunque considere la sexualidad como un asunto privado, me gustaría ser el primero en enterarse de la homosexualidad de Demian; porque él tiene que ser gay, no se trata de sí o no sino de cuándo y dónde. – Pero al menos no insiste en llevarme con un psiquiatra o en presentarme tipas… simplemente no toca el tema. Es como… “Mi hijo es gay, ¿qué hay para cenar?” – suspira y lo noto que ríe de su comentario.
Entiendo muy bien porque Seth querría protegerlo, a veces puedo confundirlo con… un hámster gigante.

– No sé si el director de tan sana institución lo tomaría de ésa manera. Digo, eso suena positivo… no te ata a una pared en el sótano. – siento una ligera curiosidad por preguntarle algo más. No me he planteado la posibilidad de plantarme ante mis padres con un novio, suena demasiado apresurado. – ¿Has… tenido novio? – dejo escapar las palabras lentamente, para no espantarlo y para que no suene como una declaración de amor.

– Creo que… casi… no sé. – murmura con no mucho interés. Es mejor dejar el tema, no hay por qué incomodarlo; ya bastante incómoda ha de ser su vida.

Pasa otro momento de silencio. Y a diferencia del anterior, éste sí logra impacientarme. Por retomar la conversación, me veo forzado a mencionar algo en parte importante… vaya, muy importante.
– Creo que está sobreentendido que nadie puede enterarse, ¿verdad?... digo, sólo Seth, si es que quieres contarle. – todo estará bien mientras no comience a coquetearme frente a todo el salón como hace con Samuel.
Bueno, es Seth, él no haría eso conmigo porque me considera aburrido, entrometido, y muy serio. Claro, porque el niño que lloraba todos los días seguramente es más juguetón que yo. No acabo de burlarme de Samuel en mentalmente.

– No creo que le interese. – responde de manera espontánea y sólo por eso más fría. – Además me golpearía por chismoso… – dice en estado reflexivo. Con eso consigue arrancarme una sonrisa.

Me siento cómodo con Samuel, ¿eso es tener un amigo?... creo que aún no estoy ni cerca de eso, pero mientras más me aproximo me siento mejor. Me siento importante, me siento parte de algo.

– Tengo galletas, ¿quieren? – ofrece Seth inmediatamente después de sentarse junto a nosotros. – Lástima, ya se acabaron. – aplana el envoltorio antes de que alguno de los dos responda. Sin aviso alguno se aproxima a Samuel y le besa la mejilla. Creo que no se da cuenta de que con esas actitudes sólo logrará confundir las cosas.

– ¿Estás feliz? – se atreve a preguntar Samuel sin siquiera mirarlo. Le tiemblan los ojos. Hasta en eso me fijo… hay algo malo en mi cabeza, no puede ser que interprete el lenguaje corporal de toda la gente que me rodea… necesito un psicólogo.

Seth niega con la cabeza.
– Para nada… discutí con Leon, ¿qué tal sus fines de semana?

Samuel me ve a los ojos, parece querer forzar una respuesta de mi parte.
No sé realmente qué conseguiría si le dijera a Seth que me gustan los hombres. No sé qué lograría con contarle a Seth algo acerca de mi vida.
– A grandes detalles… besé a un chico… – planeaba corregirme y decir “manoseé a un chico”, pero no me parece apropiado. Hay que proceder lentamente. Sé que no me va a juzgar, pero hay modos, formas y momentos de decir las cosas.

Seth sonríe y acerca su rostro al mío.
– ¿En la fiesta de tu primo? – pregunta con impresión.

– No, no, en el centro comercial… – lo informo y me encojo de hombros. ¿En la fiesta de mi primo?... ahí y apenas me acerqué a casi abrazar a Demian… sólo le toqué los brazos porque él insistía en presumir sus músculos y a que comprobara su fuerza con el tacto.

Seth vuelve a su posición anterior e ignora entonces el tema.
– Pues nada, yo he tenido relaciones en un centro comercial y no me ves contándolo por ahí con emoción. Primerizos… – gira los ojos. – ¿Y tú, pequeñito? – le pregunta a Sam. Es irónico que lo llame pequeñito cuando Samuel es el mayor y el más alto de los tres.

¿Seth sabía que yo soy gay?... ¿yo, él?, ¿sabía, gay?...

En sus propias palabras, se trata de una ecuación muy fácil. Seth se reúne con Sam porque es gay, yo me reúno con ellos porque soy una cucaracha sin amigos y porque soy gay. Tiene sentido, pero en realidad él me invitó… después revocó la invitación y yo insistí por causa de Stuart y al final por convicción propia. Probablemente él lo sabe todo. Absolutamente todo. Pero en realidad… ¿qué tan estúpido o inocente creí que era Seth?... obviamente lo sabía. Parece ser más intuitivo que mi propia madre… bueno, mi madre no es gay, qué va a saber ella.

Aunque eso sí, me aclaró que no por eso me permitirá saber los secretos que se han confiado él y Samuel; en primera porque yo no soy Samuel y en segunda porque yo no soy Seth… es decir, no me incumbe. También me advirtió que no me dará detalles acerca de Leon… que sea como sea, peleados o no, su cuerpo y medidas sólo le interesan y pertenecen a él.
No iba a preguntar igual… ni siquiera me fijé muy bien en Leon, sólo lo he visto una vez por menos de dos minutos.

– Pero podemos festejar, si quieren… escuché que en Quake van a hacer una fiesta por el cumpleaños del dueño el sábado y será grande, muy grande. – relata Seth haciendo énfasis en la palabra “muy”. No he escuchado mucho acerca de esas fiestas… creo que casi nada. Quake queda muy cerca de la costa, es muy caro, y hasta donde sé, asisten más mujeres lesbianas que hombres gay. También corre el rumor de que ahí los bailarines son en su mayoría heterosexuales. Vaya manera de derrumbar los sueños de un adolescente que acaba de salir del clóset hacia sus dos amigos gay aunque uno de ellos ya lo sabía. Vaya manera, repito.

– ¿Irás con Leon? – pregunta Samuel. Talvez le preocupa el estado de relación de su amigo… relación… ¿qué clase de relación tendrán esos dos?

– Si bailo con otros tipos se enoja, que no es lo mismo eso que separar las nalgas y… pero en fin… exagera demasiado. Me toma muy en serio. – creo que habla demasiado, agrega información extra que de cierta manera lo delata acerca de sus sentimientos hacia Leon. No exactamente de eso pero sí de su necesidad afectiva que cree completamente cubierta.

Samuel tuerce los labios. Se nota que quiere sonreír, él quiere ir con Seth y nada más… yo seré la añadidura. Será mi primera noche por intención propia en un club nocturno gay y para rematar no voy a ser el más animado, pues Samuel ya se consiguió una cita.
Simplemente lo considero cierto, a Sam le gusta Seth. Seth lo llama con nombres monos, le hace más mimos que una nena a su bebé de juguete, lo toca indecentemente de vez en cuando, y lo más importante es que le brinda la compañía que los demás le han negado… además que Seth es lindo… a mí no me costaría ni un día en enamorarme de un tipo como él si me hiciera todo eso que le hace a Sam.
Qué lástima que todo parece indicar que Seth quiere en serio a Leon, pues mis “amigos” harían una linda pareja. Aunque eso me dejaría fuera de su círculo… ¿me convendría en algo si fueran novios?

– Pero… mis padres tienen una cena el sábado… fuera de la ciudad. – no sé por qué tengo que especificar. ¿Será que me gusta presumir acerca de los compromisos de mis padres porque al elevar su importancia elevo también la mía?... ¿será?, no, yo no soy así.

– Pues… pides permiso y ya, como si fueras un niño pequeño, ya sabes. “Mamá, voy a hacer una orgía con mis amigos, vuelvo en cuatro horas.”… “No olvides cambiarte de ropa interior”. – responde Seth con simpleza, fingiendo voces mientras habla… para mí usa una femenina y para la de mi madre usa una más grave.

– No soy estúpido… no lo soy. – es necesario repetirlo – Pero sucede que tengo que quedarme a dormir en casa de Stuart, no es tan simple.

Seth me dirige una mirada que podría incluso ofender por sí sola.
– Incluí la palabra “amigos” en la oración, ¿qué más quieres?, ¿que te haga una mamada?
No hay manera de negarse. No hay por qué negarse. Es muy extraño eso de festejar a la fuerza.

- - -


Resulta ser que mi tío Jaymie también ha salido de la ciudad junto con mis padres, así que es mi responsabilidad cuidar de Stuart y la suya cuidar de mí.

Mi primo me mira con impresión exagerada desde el marco de la puerta, donde está recargado.
– Dilo de nuevo, ¿qué vas a hacer?

– Voy a salir. – murmuro sin ganas de comenzar una discusión pues entonces las explicaciones serían necesarias.

Lo escucho reír.
– Pero tú no sales, ¿puedes deletrear la palabra “imposible”? – es tan desesperante.

– No, no sé. – me siento en su cama y me acomodo el calzado nuevamente; aún faltan algunos minutos para que Seth pase por mí… y luego por Stanley. Lo invité como compensación por no hablarle el lunes. Simplemente olvidé que tenía que llamarlo con todo el ajetreo que causa el hecho de que Seth crea adecuado hablar de mi sexualidad en todo momento… “¿Cómo te gustan?”,“¿Qué tan largos?”… y un gran etcétera. Pero al menos logré algo importante… el martes, Seth me llamó por teléfono y hablamos de varias cosas sin sentido… me gustaría poder preguntarle a alguien “¿Puedes deletrear la palabra “amigo”?”...

– Te ves muy puta, primito. – declara Stuart, con más veneno que cualquier otra cosa que haya escuchado en televisión. No entiendo por qué sus ánimos por molestarme… sólo son un pantalón y una camisa cualquiera.

– Pero sólo por hoy. – respondo una vez más. Al ritmo que vamos, terminaremos a gritos. Le molesta que le conteste, le molesta que no le conteste, y sobre todo le molesta que sea más inteligente que él para fastidiar gente. Al menos gano algo siendo el dificultado socialmente. – ¿Y Stephen?, dijiste que iba a venir para despedirse… – me gustaría que mi primo se lleve una buena impresión de mí, que me vea arreglado y listo para ir de fiesta… después de todo, él se mostró como alguien completamente nuevo; yo también puedo hacerlo.

Stuart sale de la habitación, no sin antes hacerme la seña obscena con su dedo medio. Escucho el timbre.
– Ah, ahí está. – escucho que grita Stuart desde el pasillo inmediato a la recámara.

Tengo un poquito de sueño. Me dan ganas de recostarme pero probablemente la camisa se arrugue si lo hago. Qué nervios… mis amigos van a conocer a Stanley… mis primeros amigos conocerán a mi primera cita y viceversa. ¿Puedes deletre…? basta.

Escucho la risa de Stephen mientras van subiendo las escaleras. Posiblemente comió mucho azúcar… porque no creo que se ría junto con Stuart, él es muy… poca cosa. No es que esté celoso de mi primo por mi primo… no. Bueno, talvez celos sanos… si es que eso existe.

– Qué cosas… – suspira Stephen y se recarga en el marco de la puerta. Stuart pasa a un lado de él y ahora se sienta a un lado mío. – ¡Vaya!, ¿vas a tener tu primera vez o algo así? – exclama a modo de halago. ¿Tan bien me veo?
Me encojo de hombros y sonrío satisfecho. Me pregunto si esas serían las mismas palabras que usaría Stephen si supiera que con quien voy a salir es su primo. Sí, Stephen y Stanley son primos… pero es obvio que Stanley no es mi primo… mi papá es hermano de la mamá de Stephen, y el papá de Stephen es hermano del papá de Stanley. Así son las cosas. No me convierte en un pervertido pensar que besar a Stanley es como besar un cuarto de Stephen… fue sólo una idea durante una de esas cadenas de pensamientos, nada más.

– Por favor, ha de estar más usado que tú… – respinga Stuart y se deja caer de espaldas sobre el colchón. No me ofende, no me ofende… debo ignorarlo.

– Pero se disfruta… y siempre se puede fingir que es la primera vez. Sólo se trata de la emoción. – Stephen entra a la habitación y se sienta detrás de mí, a un costado de la cama; entonces se recuesta y quedan muy cerca su cabeza y la de Stuart. No se parecen en nada. No nos parecemos en nada. Stephen es, por mucho, más atractivo que cualquiera de todos los primos. Pude comprobarlo cuando vi a Liam, él no ha cambiado mucho, y de Logan no puedo decir mucho… son muy guapos los dos, pero no me llaman la atención en lo más mínimo porque siempre lo han sido. En cambio Stephen… qué sorpresa… creo que puedo aceptar más su capacidad de atracción por el simple hecho de que no se parece al niño soso que se fue a Los Ángeles.

Me fijo que en el cuello de Stuart brilla algo. Está usando la cadena que le di como obsequio de cumpleaños. Mi madre me explicó el por qué de la actitud tan grata de Stuart al recibirlo… resulta ser que tiene un colgante con forma de una gran “O”… y bueno, la mamá de Stuart se llamaba Olivia. Pues eso. Qué lindo… casi le puedo perdonar que insista en molestarme.

Suena el timbre. Estoy seguro que es para mí, así que obligo a mis primos a acompañarme a la puerta para así poder despedirme de Stephen y pedirle a Stuart que no active la alarma pues no quiero que al entrar a la sala un policía me derrumbe lanzando su cuerpo entero contra mí.

– Qué guapa. – susurra Seth en cuanto subo a la camioneta y prosigue a reírse mientras cambia la canción que estaban escuchando. Miro por el retrovisor que Samuel también está riendo. – Sólo como una nota… para la próxima no uses una camisa de mujer. – ¿Ah?... ¿cómo que mi camisa es de mujer?

– Ah… ¿eh? – titubeo.

– Mira el tipo de cuello, no seas idiota. – me responde. – Pero mira… hay camisas en el último asiento, traje por si acaso… arruinabas todo. ¿Ahora quién le tiene que hacer una mamada a quién? – bromea, y entonces escucho reír con más fuerza a Samuel. Creo que lo emborrachó de nuevo; pero no, es aún muy temprano.

Cambio mi camisa negra de mujer por una camisa ligeramente morada de hombre. No hay mucha diferencia…

– Llegamos… – dice en cuanto paramos frente una casa de una solo piso, blanca, con mucha luz a lo largo de un camino que cruza un jardín de puro pasto. Es bonita. Dios mío, creo que Stanley se ahoga en dinero.

Bajo de la camioneta a regañadientes. Me da mucha vergüenza, pero Seth insiste en que llamarle por teléfono para que salga no es apropiado en una cita. Ha de saber mucho él… supongo que sí, no tiene caso que quiera burlarme de su relación con Leon.

La puerta se abre frente a mí sin que la toque siquiera
– ¡Hola! – grita exageradamente Stanley y luego ríe. – ¿Te asusté? – me pregunta con entusiasmo, pero no planeo responder a eso, casi me hace tropezar hacia atrás. – Estaba esperando detrás de la puerta, observando por la mirilla… pasaron dos ancianas, un perro… dos ancianas con un perro. Qué hermosa es la vida de las lesbianas con mascotas. – bromea mientras caminamos por la senda de concreto en su jardín. Su confianza en sí mismo se nota en que mueve mucho las manos al hablar mientras que yo oculto las mías en los bolsillos del pantalón.

– Hola… – suspira Stanley mientras se acomoda en el asiento medio de la camioneta de la mamá de Seth. Parece no ser muy educado, pues avienta hacia atrás algo que le estorba en el trasero.

– Oye, de verdad tiene la voz tan sexy como dijiste. – se burla Seth con la intención de cohibirme.

– ¿Eso dijiste? – Stanley aproxima su rostro al mío pero debo moverme para cerrar la puerta y así podamos avanzar. – Ya… no te portes así conmigo… – su voz se escucha suplicante… y acaricia mi muslo con insistencia… y su voz.

Ya en camino, Samuel va riendo muy animosamente con los comentarios de Seth acerca de su odio al mundo. Yo simplemente me dejo querer por Stanley… me abraza, me dice cosas entre tiernas y sucias al oído… acaricia mi cabello. Ah, porque hicimos hacia atrás el respaldo del asiento y yo me recosté sobre su pecho.
El tiempo que toma el llegar a la costa me sirve para conocerlo más. Su familia lleva dos años en la ciudad, originalmente vivían en Florida pero les cansó el ambiente. Tiene dos hermanas mayores, Diana y Elizabeth. Su color favorito es el amarillo, le gustaría estudiar cine o gastronomía, y nunca ha tenido novio pero todas las mujeres de su familia saben que se siente atraído únicamente por los hombres… de su padre no dijo mucho, simplemente que intentan soportarse… que en realidad es decir mucho.

– ¿Nos podemos quedar en la camioneta?... se me antoja más que bailar. – bromea Stanley, pero para no incomodar a Seth, obvia que no es serio al abrir la puerta. Me besa la mejilla y se baja él por su lado; yo hago lo mismo pero por la otra puerta.
Samuel se ve muy bien, va de negro, con las mangas recorridas hasta la mitad del antebrazo. Seth no se ve nada mal, va de blanco. Pero Stanley… Stanley les gana, aunque también va de negro, pero es rubio y más alto y… ¿eso tiene mucho que ver con cómo se ve de negro?

- - -


Samuel se pasa la noche lo más entretenido posible, bailando junto con Seth y de vez en cuándo quedándose quieto junto con el otro para comentar cualquier cosa.
Yo, por mi parte, estoy recargado contra una pared y permito que Stanley me bese con total indecencia frente a un montón de desconocidos. Seguramente, esta experiencia reducirá mi impresión ante las próximas salidas junto con mis amigos o con Stanley… no es mi primera vez en un club, pero la vez anterior no presté mucha atención al ambiente… en éste caso es un festejo, hay hombres en ropa diminuta bailando entre espuma por aquí y por allá, sirviendo bebidas y otras cosas. También hay mujeres, pero no me molesta en lo absoluto… creo que tiene mucho que ver el hecho de que llevo pareja, cita, ¿qué?... no importa cómo lo llame, lo importante es que por primera vez no me molesta que Seth y Samuel se vayan por su parte, pues ya no me quedo solo.

Stanley acaricia mi cuello con delicadeza y yo me sujeto firmemente de sus brazos. Aún no nos besamos usando la lengua, creo que así es mejor hasta perfeccionar mi técnica con… con él, algún día.

- - -


– Gracias por traerme. – digo en voz baja desde fuera de la camioneta. Cuatro horas estuvimos festejando, y más de media hora tardamos en trasladarnos a todos lados. Stanley se fue por su parte en un taxi para no desviar demasiado a Seth, no puedo negar que estoy preocupado por él… pero no tomó una sola gota de alcohol y se veía despierto cuando entró al coche.

– Ya, cállate y cierra la puerta. – me reta Seth. Supongo que es porque Samuel está dormido y no quiere que lo despierte. Tengo entendido que se quedará a dormir en casa de Seth… al menos esta vez nadie quiso violarlo. Por ahora… ya en casa de Seth quién sabe… no, no pasará nada, sólo es divertido imaginarlo.

Abro la puerta con sigilo, supongo que no se ha activado la alarma silenciosa. ¿Por qué lo supongo?... ni idea, ¿magia?

Las luces de toda la primera planta están apagadas, pero puedo ver un poco porque la luz de la escalera ilumina directamente hacia mí. Subo las escaleras en silencio, al menos lo procuro… son de madera y crujen a cada paso. Al menos sé que no voy a tropezar porque ebrio no estoy.

Se supone que me duerma en el cuarto de huéspedes, queda cruzando el pasillo inmediato a las escaleras que en una de sus paredes tiene también la entrada a la habitación de Stuart. De donde escucho ruidos extraños. Golpes. Quejidos. Gritos silenciados.
Cojo mi móvil y preparo una llamada de emergencia al departamento de policía. Apago la luz del pasillo para no alertar de mi presencia a quien sea que esté dentro de la recámara de mi primo… y abro la puerta lentamente…



Por suerte, hay alfombra en el pasillo y mi teléfono no hace ruido al caer. Es muy fuerte la impresión que me provoca… me provoca…

La luz que se cuela por las ventanas me deja ver con lujo de detalles cómo Stephen brinca suavemente sobre la cintura de Stuart. Ambos están desnudos. Stephen se encuentra reclinado hacia abajo, besa a Stuart en los labios… acaricia su pecho, y de vez en cuando gime como si estuviera al borde de la locura.

– Cómo te quiero… – gime Stephen con voz ronca.
Si es que tenía dudas de lo que estaban haciendo, que no, eso lo termina por confirmar.

Ahora puedo deletrear incesto…
Notas finales: Ya sé que a muchos no les parece nada transgresor ni alarmante el incesto entre primos, al menos no en una historia… Amor Yaoi, ¿por qué te llueven las historias de incesto retorcido?

Espero que les haya gustado, muchas gracias por su tiempo y sus comentarios.

Sorpresa, sorpresa.
El próximo capítulo será narrado por… ¡PUNTOS SUSPENSIVOS!… Stuart McMullen.


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