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El Verdadero Sabor de la Venganza por libel

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Notas del capitulo: Como prometi aqui esta el sig. capitulo espero sea de su agrado, reitero mis disculpas. Acalro que es un capitulo muy rosa pero necesario para el desarrollo de la historia. Contiene separaciones ya que intervienen las 3 parejas.

Cansado y sudoroso así se encontraba Kaoru, había sido una noche por demás apasionada, muy lejos de las crueles primeras veces que su hermano le había hecho vivir. Reposaba en la amplia cama que compartían mientras este lo abrazaba. Últimamente las cosas entre ambos habían cambiado, lo único que aun no lograba decidir es si eran para bien o para mal.

Hikaru parecía otro, sospechaba que era por el bebe que esperaban Kyouya y Tamaki, si bien era cierto que su hermano estaba ciego en contra del rubio por ser, según él, el asesino de Haruhi, ahora que había un bebe en camino parecía dudar, tal vez en su mente estaba la idea de que el bebe no tenia culpa de nada.

Nadie además de él sabía que Hikaru deseaba ser papá, incluso tenía planes con Haruhi de tener un bebe después de casarse, por eso creía que su gemelo no se atrevería a dañar al bebe. Y eso presentaba muchas posibilidades de que en esos meses encontrara las pruebas para desenmascarar a su ex cuñada. Por lo pronto contaba con una vieja llave y una caja llena de fotos de Tamaki propiedad de la fallecida castaña, no sabía si la llave le daría alguna prueba lo suficientemente contundente para hacer desfallecer la fe ciega que Hikaru tenía en Haruhi, pero debía intentar conseguirla.

Un sonido lo alerto, su gemelo se movía entre sueños acercándosele, segundos después al parecer ya despierto le acaricio la cara, cerró los ojos haciéndose el dormido.

-Me gustas- un beso en la frente- creo que empiezo a odiarte por eso- siguió besando las mejillas- Kaoru me estas enloqueciendo- beso delicadamente sus labios- Haruhi- el beso se volvió violento, causando daño en Kaoru que abrió los ojos por el dolor- esto no puede ser.

Hikaru lo miro impotente para abandonar luego la habitación dejándolo extrañadísimo y negándose a albergar esperanzas a pesar de lo escuchado.

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Kyouya estaba preocupado, la razón su rubio esposo, desde que había recibido la noticia de su embarazo no mostraba ni alegría ni tristeza parecía ausente de todo y eso era contraproducente para el bebe. Había tratado de hacerlo reaccionar empleando diversas formas: regañándolo, abofeteándolo en una sola ocasión después se había arrepentido de sobremanera, concientizándolo, la ultima había sido rogándole. De nada sirvió el rubio no reaccionaba.

Fue por eso más que nada que decidió entregarle su último recurso, esperaba que de alguna forma esto ayudara a su hijo. Tamaki estaba en la terraza de su alcoba, donde se pasaba la mayor parte del tiempo.

-Buen día Tamaki- no hubo respuesta- sabes hoy estas radiante- seguía en las mismas- ¿puedo sentarme a tu lado?- nada- bueno creo que eso significa que te da igual ¿verdad?

El rubio agazapado en su sillón ni siquiera le dedico una mirada, permanecía mirando al frente, contemplando el jardín, recordando retazos de momentos más felices pasados en un jardín igual a ese. El pelinegro se sentó en la silla cercana, su mirada de preocupación y el tono de voz llamaron la atención del rubio.

-Tamaki sé que me escuchas y que no hablas por qué no quieres, también se que merezco que estés enfadado, pero el bebe no tiene la culpa de lo que yo…- aquí el pelinegro enmudeció- te pido que pienses en el. Si sigues así el bebe morirá igual que tu padre, por favor piénsalo. Sé que tal vez esto no te sirva de consuelo, pero espero que ayude- extendió un sobre que llevaba en las manos en espera de que el ojivioleta lo tomara, al ver que no lo recibía, Kyouya opto por dejarlo en su regazo- léelo por favor.

Paso largo rato antes de que el rubio se decidiera a ver el sobre, era una carta, busco un remitente y decía para Tamaki de Papa. El ojivioleta extrañado se apresuro a leer el contenido. Kyouya lo contemplaba esperando su reacción.

Querido Osito:

¿Te acuerdas cuando tu mama y yo te llamábamos así?, creo que no verdad. Si estás leyendo esto es porque he muerto. Sé que seguramente, te causare un gran dolor. Perdóname hijo mío, sé que soy un inútil, siempre lo fui.

No debes sentirte mal por mi muerte, al contrario me iré en paz y con un gran alivio. Primero porque dejare atrás el lacerante dolor que me abruma producto de esta enfermedad fatal, segundo porque ya no seré mas el estorbo en que me he convertido y tercero porque al menos ya no tendrás que estar cerca de tu abuela y eso me hace feliz.


Nunca supe oponerme a sus deseos, siempre en deuda con la familia Suou, afortunadamente tu no tendrás ese problema, no tendrás que cargar mas con el estigma de familiar. Eso me reconforta y me hace creer que de algún modo podrás lograr la felicidad que a tu madre y a mí nos fue negada.

Debo pedirte perdón por no dejar que me veas en mis últimos momentos, se que te parecerá monstruoso y muy cruel, pero le pedí a Kyouya que no estés presente, quiero que me recuerdes como era antes de la enfermedad, te pido que así lo hagas. Lo siento, pero el doctor me dijo que ya no estaré consciente, pero que cabía una posibilidad que si, no soportaría oírte llorar, el poco valor que he ido reuniendo me abandonaría.

Sé que pensare en tu madre y en ti, me acompañaran aunque no estén presentes; el recuerdo de la primera vez que la vi y la primera vez que te vimos son mi fuerza. Pensare en todas aquellas cosas que soñé que viviríamos juntos, anhelare irme con la sensación de su mano tibia en la mía, aunque sepa que eso no será posible, soñare con que así sea.

Cuídate mucho hijo mío, yo desde donde este velare por ti, mi último pensamiento será un ruego por tu felicidad, Tamaki no te desesperes siempre hay algo esperando por nosotros, la felicidad no siempre es fácil de alcanzar pero sé que te está esperando, recuerda que cuan más negra sea la noche es porque ya se acerca el amanecer. Todo estará bien, no te preocupes.


Te ama Papá.

Tamaki con el llanto desbordado observaba la letra de su padre, eran sus últimas palabras, coloco la carta en su pecho y se quedo un rato mirando a la nada, mientras un pelinegro lo miraba con insistencia, aguardando su reacción.

-Gracias por dármela- dijo por fin aunque su voz fue de suma frialdad- aunque eso no justifica lo que me hiciste, lo que me has hecho- silencioso el pelinegro se acerco de nuevo.

-Lo sé, no justifica nada de lo que he hecho, pero esperaba…

-¿Qué? ¿Qué te perdonara, así de fácil?

-No, no te estoy pidiendo perdón- el rubio se sorprendió- te pido que estés bien para nuestro bebe.

-Es lo único que te interesa ¿verdad?, tu heredero- la voz del rubio era amarga.

-Sé que soy…-no termino la frase- pero el bebe es también tuyo y no tiene la culpa de…

-De que seas un imbécil- hielo en la voz del rubio- no te apures Kyouya voy a cuidar a mi hijo, yo no soy como tú, que le carga culpas a las personas aun sin juicio justo- la sorpresa impregnaba el rostro del pelinegro, el rubio sin embargo acariciaba su vientre aun plano- quiero a mi bebe y por el seguiré adelante.

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-Takashi ¿crees que Tamaki esté mejor?

-Espero que sí, Kyouya lucia muy preocupado, aunque se lo merece

-No seas así, Kyo-chan ha sufrido mucho por culpa de él

-Pero creo que ya se lo ha cobrado con creces.

-Lo sé, pero ¡ese rubio se merece pagar las traiciones que ha hecho!- Honey salió molesto de la habitación dejando a un Mori muy contrariado, sabía que tarde o temprano tenía que contarle la verdad a su amor y sobre todo a Kyouya pero no se atrevía.

O más bien dudaba le creyera por muy amigos que fueran, a veces el dolor nos ciega y herimos a personas inocentes en nuestro intento de cobrarnos el daño.

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-Estoy harto de estar acostado Ootori, quiero salir

-Prometiste cuidarte, debes tener reposo absoluto hasta que cumplas los 3 meses, ya llevas 2- exasperado el pelinegro lidiaba con las molestias del rubio.

-Sé lo que dije, ¿por qué crees que no me he levantado?, ¿acaso crees que pondría en peligro a mi bebe?- la ternura de Tamaki se desbordo en esa frase- quiero entretenimiento y es tu deber dármelo.

-¿Y que quieres que haga?, ¿qué baile desnudo?

-Pues si es lo mejor que puedes hacer, tal vez te pida que lo hagas.

-¡Eres imposible!

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Kaoru había buscado en las cosas de Haruhi, que estaban guardadas en el ático, era una suerte que Hikaru no lo vigilara como antes, por lo que registrar las cosas de su ex cuñada ahora era una tarea fácil. A pesar de ello aun no lograba encontrar la cerradura que correspondiera a esa llave, lo único que encontró fue una vieja agenda donde el nombre Tsuna Umino se repetía constantemente en todas las citas hechas con fecha posterior a la llegada del rubio a Japón y sobre todo un día antes de la boda, pero ¿quién era esa Tsuna que parecía tener relación con las actividades de la castaña? era lo que deseaba averiguar y no sabía porque el nombre le era familiar.

-Hola hermanito ¿Qué haces?- a Kaoru se le congelo la sangre, tenía en sus manos la agenda y por ningún motivo debía ser vista por Hikaru o correría sangre y lamentablemente seria la suya.

-Nada pensando en mi próxima colección, y ¿tú qué haces por aquí tan temprano?

-Vine a comer, deseaba verte, ¿acaso no puedo?- lo dio un dulce beso - aunque si quieres podemos hacer otras cosas más apetecibles- lo ayudo a levantarse del sofá en el que estaba y entre beso y beso lo condujo al salón de té, donde un sofá más grande y cómodo los aguardaba. Al parecer Hikaru daba muestras de olvidar a la castaña, pero parecía contrariado y mostraba actitudes extrañas. A veces lo sorprendía mirándolo otras tenían sexo de forma salvaje y al terminar lo sacudía, dejándolo después sin decir ni una palabra.

-Me encanta esta piel es tan suave- lo acariciaba aunque Kaoru no parecía querer cooperar del todo, pero no se negaba.

-Hikaru, ¿aquí? puede venir alguien

-Lo sé, no me importa- continúo con su labor desnudándolo y desnudándose, para después continuar besando, acariciando y lamiendo cada pedazo de piel a su disposición. Mientras Kaoru hacia otro tanto, disfrutando de las caricias prodigadas; sintió llegar al éxtasis cuando su hermano tomo entre sus labios su erección que palpitaba ansiosa de estar dentro de esa cálida boca.

Mientras Hikaru lamia con devoción, aprovecho para meter un dedo previamente ensalivado, haciendo pequeños círculos con el fin de dilatar el esfínter, pronto fueron dos y luego tres antes de que por fin Hikaru se instalara en ese lugar que era suyo desde hacía mucho. Las embestidas no se hicieron esperar, primero lentas y cadenciosas después frenéticas y rápidas, para acabar en una explosión de placer eclipsante.

Tratando de recuperarse del momento vivido fue besado con intensidad, Hikaru abrió los ojos con pánico percatándose de sus acciones y de su posible significado, conmocionado salió huyendo del lugar dejando a Kaoru alicaído por lo que pensaba que era un nuevo desprecio suyo.

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-Debo admitir que me siento mejor de ya no estar tirado en esa cama- de pie miraba de frente el inmenso jardín.

-El mes se paso rápido ya tienes 3 meses- Kyouya hizo intento de tocarlo pero Tamaki se aparto- iré contigo a las revisiones del doctor.

-Pensé que vendría aquí a revisarme- se acerco a oler unas rosas

-Bueno si es lo que quieres así será, pero esperaba vivir juntos la experiencia, ver crecer a mi hijo, además de comprarle sus primeras cositas, ¿te gustaría que te acompañara?

-¿Iras conmigo?- sorprendido- realmente te interesa el bebe- sonrió un poco triste- si es así no me opondré, de hecho creo que no puedo ¿verdad?

-Si no quieres que vaya no te preocupes no lo hare- el pelinegro parecía triste- pero es mi hijo y quiero verle crecer, pero no quiero importunarte.

-¡¿Ahora te importa lo que quiero?!

-Estoy tratando de cambiar y de que esto funcione de manera correcta, pero tú no pareces estar dispuesto a ello.

-Lo sé Kyouya, ven con nosotros a la cita, tienes razón este bebe es tan tuyo como mío.

Sentados aguardando al médico Tamaki recordaba la última vez que estuvo en un consultorio, cuando se hizo el susodicho examen de reconocimiento aplicado a todo doncel. Esperaba que no fuera igual, aun recordaba la vergüenza que sintió.

-Buen día señores Ootori, soy el Dr. Amano Yamada, veo que han acudido a su primer cita para el control del embarazo, bien veamos- reviso unos papeles mientras les hablaba- al parecer todo en orden, un poco bajo de peso, pero aparentemente saludable.

Tamaki sonrió estaba contento de escuchar eso, amaba a su bebe, al principio no había reaccionado como debía pero haría lo que fuera por su bienestar. El médico procedió a explicarle que harían un reconocimiento físico, además de unas pruebas de laboratorio. Le pidió que se desnudara y pusiera una bata, para después subir a la mesa de exploración, donde palpo el vientre encontrando el saco gestacional en tamaño acorde a la edad del bebe.

Una enfermera entro a la habitación para tomar las muestras de sangre, el ojivioleta nunca había sido muy valiente para dichas cosas, de solo ver la aguja se puso blanco. Kyouya sonrió, tomándole la mano lo insto a no mirar mientras le sacaban la sangre. Dos tubos fueron llenados.

-Señorita me va a dejar sin sangre, no sea mala su alma pura no debe albergar esas oscuras intenciones- le dedico una sonrisa seductora, causando el sonrojo de la chica, el pelinegro medio molesto beso su mano reclamando su atención.

-Miedoso-suspiro-coqueto- El rubio sonrió triste, los celos del Ootori nunca acabarían.

-Bueno, los resultados estarán enseguida, mientras realizaremos un ultrasonido.

Kyouya miraba con ternura como era untado el gel en el vientre del rubio, que lucía emocionado de ver a su hijo por primera vez; se coloco a un lado para poder ver mejor la pantalla holográfica que había sido desplegada y el doctor empezó a pasar el aparato por donde antes colocara el gel, pronto apareció la tan ansiada imagen, un pequeño feto en formación.

Kyouya tomo su mano y la apretó fuertemente, emocionado al igual que él, que sentía un nudo en la garganta al ver la imagen. Aunque esta era más parecida a un gusano extraño, era su hijo y verlo le llenaba de felicidad, la mano de Kyouya lo hacía sentir una ilusión que creía perdida, a menudo se decía que era un idiota por sentir amor hacia el pelinegro pero en el corazón no se puede mandar. Por un momento el rubio se dejo llevar sonriéndole a su esposo, que beso su mano.

Después de tener una copia digital de la primer fotografía transmitida a su laptop y de tener los resultados, salieron de ahí para dirigirse a comprar las primeras cosas del bebe. La tienda era lujosísima digna de los súper ricos, el departamento de bebes estaba rebosante de cosas lindas. El rubio se quedo embobado mirando un mameluco beige que tenía orejas de oso, otro blanco con orejas y rabito de conejo.

El pelinegro tomaba un conejito de peluche, que acerco al ojivioleta que se quería llevar prácticamente la tienda, lo puso frente a sus ojos.

-¡Qué lindo!, ¡es precioso!, ¡un usagi!

-Es para el bebe- Tamaki enternecido tomo el peluche, mirando a los ojos a Kyouya por primera vez desde la noche del funeral de su padre- Quiero que mi usagi lo tenga.

-¿Usagi?

-Sí, si tu papa te llamaba osito yo también puedo llamarle usagi a mi hijo.

-Ok entonces es nuestro usagi-la sonrisa del rubio fue resplandeciente, sabía que Kyouya lo odiaba pero eso no tenia que extenderse al bebe- ¿estás contento bebe? -acariciándose el vientre ligeramente abultado.

El tiempo se iba como agua, los meses pasaron rápido entre citas, compras y cambios. El cuerpo de Tamaki lejos de verse anormal y deforme era cada día más lindo, tenía una luz que iluminaba sus ojos, a menudo acariciaba su ya redondo vientre. Kyouya procuraba estar siempre atento, pendiente en todo momento por si su rubio y el bebe necesitaban algo.

Este tiempo le había servido para reflexionar sobre su vida al lado de Tamaki, pronto llegaría el bebe y formarían una familia, pero era consciente que no lo lograrían si él seguía sintiendo ese odio por el rubio. Aunque para ser honestos ya no lo sentía, dentro de él había arrepentimiento y un deseo de ser feliz que crecía a pasos agigantados sobre todo cuando acariciaba el vientre del ojivioleta.

Consciente de eso tomo una decisión hablaría con Tamaki y trataría de empezar desde cero. Y buscaría la forma de hacer feliz al rubio, y aunque no lo admitiera para el mismo de buscar su perdón. Lo primero que hizo fue hablar con un decorador y encargarle la habitación de su hijo, quería darle la sorpresa al rubio, después contrato a un investigador privado había visto a la mama de Tamaki en el funeral y suponía que estaría cerca, que mejor que su suegra estuviera con ellos, cargando a su primer nieto y conviviendo con el hijo que se había visto en la necesidad de abandonar.

Kyouya conocía el secreto de la mama de Tamaki, Yuzuru sama se lo había comentado la noche en que le había concedido la mano del ojivioleta; pero ahora que estaban lejos de la abuela Suou no había motivos para que madre e hijo estuvieran alejados. Sabía que Tamaki enloquecería de felicidad al compartir estos momentos con su madre, así que esa noche cenaría con Tamaki y le pediría una nueva oportunidad.

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-Tamaki se ve precioso con su barriguita- sus ojos brillaban al decir esto- está irreconocible.

-Si ese rubio se ve adorable- Honey sintió dolor ante esas palabras sobre todo porque creía que Mori lo había engañado con él- lo siento, Mitsukuni para mi tu eres más adorable aun sin estar embarazado- abrazo el cuerpo del rubio tratando de aminorar el dolor, ellos no podían tener hijos debido a que ninguno era doncel, aun así se habían casado.

-¿No te arrepientes Takashi?- la tristeza en su voz era profunda- si no estuvieras conmigo podrías tener un hijo.

-No, no lo hago- lo abrazo aun mas fuerte mirándolo directo a los ojos- te amo, siempre te ame y casi nunca nos hemos separado. Tú eres mi vida.

-Tengo miedo de que algún día yo no sea suficiente, he visto como miras a ese rubio y sé que lo deseas.

-¿A Tamaki?- el asentimiento de Honey lo hizo sonreír, este indignado trato de soltarse- no seas tonto Mitsukuni, el rubio solo es mi amigo y siempre lo ha sido.

-Entonces dime, ¡dime lo que paso ese día en el hotel!

-No puedo- ahora fue el turno de Mori de ponerse triste, el rubio por fin se soltó y se apresuro a salir de la habitación en la que estaban, solo las últimas palabras de Mori lo detuvieron- no puedo porque temo perderte.

-¡¿Qué quieres decir?!, ¡¿eso es verdad?!, ¡es que me vas a decir que tu y ese rubio idiota me pintaron los cuernos¡- Mori no contesto y el rubio salió dando un portazo, triste el pelinegro supo que pronto tendría que decir la verdad, aunque fuera acosta de su propia felicidad.

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-Estas precioso, deja ya eso- divertido veía como trataba de arreglarse disimuladamente el cabello, la cena había estado deliciosa y ahora hacían sobremesa.

-¡Claro como tú no estás gordo, no te preocupa cómo te ves!, pero yo si, además todos se me quedan mirando ¿por qué escogiste este lugar?

-Ja ja eres un tonto te miran porque estas muy bello, además verte así de llenito me hace feliz, porque sé que es por nuestro bebe- con ternura agarro su mano.

-¿A que juegas Kyouya?- el rubio se puso serio ante lo dicho y trato de retirar su mano-¿qué pretendes con todo esto?, ¿es por el niño?, si es así no tienes que hacerlo. Y no hagas como que no sabes a que me refiero, últimamente estas comportándote demasiado cariñoso y eso creo que me asusta.

-No tenía idea que lo vieras así- soltó por fin su mano, la expresión del rubio le dijo que no le creía nada- bueno si, la verdad lo supuse, no pretendo nada, es solo que he estado pensando Tamaki, vamos a formar una familia.

-Sí, ¿y eso que tiene que ver?, ya lo sabías.

-Sí, pero no quiero que sea así- eso desconcertó al rubio- odiándonos, lastimándonos.

-Te equivocas Kyouya no te odio, ni creo haberte lastimado, y si lo hice creo que te lo has cobrado con tus acciones, así que no se a que quieres llegar, tal vez deberíamos irnos este no es el mejor lugar para hablar- el pelinegro solo asintió, pidió la cuenta y después abandonaron el lugar.

-Sé que mis acciones no han sido las mejores- continuo como si no hubieran pasado ya varios minutos de su salida del restaurante-pero quiero corregirlas.

-¡Cómo!, ¿quieres que te perdone?-Kyouya no contesto, Tamaki se sentó en la banca del kiosco donde habían ido a hablar para estar más tranquilos, agarro una rosa blanca de las muchas que adornaban el lugar- ¿no verdad? porque no te arrepientes, entonces que caso tiene.

-Quiero empezar desde cero, dejar el pasado atrás tanto el tuyo como el mío, empezar a ser una familia, por el bebe.

-¿Solo por el bebe?

-Y también por nosotros, para darnos esa oportunidad que nos merecemos. Piénsalo es lo mejor-el rubio calló ante esto, las razones de Kyouya aunque desprovistas de los sentimientos que esperaba, tenían mucha verdad en ellas, no podían alejarse, no había nadie más para el que ese bebe y sabia que Kyouya jamás dejaría que se lo llevara, así que ¿por qué no intentarlo?, ¿por qué no darse la oportunidad? como bien había dicho el otro, tratar de ser una familia. Miro al pelinegro que esperaba su respuesta y asintió, Kyouya satisfecho se acerco para besarlo, tratando de transmitir el amor que no podía o más bien no quería admitir con palabras.

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Kaoru se sentía frustrado durante estos meses había buscado en todas las cosas de Haruhi y hasta el momento aun no encontraba donde meter esa llave, ni si quiera su hermano sabia a que pertenecía porque en un descuido suyo la había encontrado y creyó que le pertenecía a él.

Lo único bueno hasta el momento es que en su búsqueda encontró algo que podía ayudarle, la castaña tenía un certificado de nacimiento de un varón registrado a nombre de Tsuna Umino y ella fungía como testigo, la fecha era posterior a la partida de Tamaki a Estados Unidos exactamente nueve meses después.

Era obvio que la castaña era en realidad la madre de esa criatura y que la había dado a la tal Tsuna Umino. Además que el recordara en esas fechas ella se encontraba en el extranjero por lo de su especialización en derecho penal.

Lamentablemente esto aun no podía probar nada en contra de la chica pues ni siquiera sabía quién era la Umino. Por otro lado su hermano había aumentado su nivel de rareza ahora se comportaba como si fueran verdaderos amantes enamorados. Ahora lo desconcertaba trayéndole flores, dulces y saliendo a pasear, incluso prometió que lo llevaría a ver a Tamaki.

Además disimuladamente había concertado una cita con el médico especialista en donceles, y creía que pretendía llevarlo. Cada día se veía mas ansioso y eso empezaba a preocuparle. Seguían haciendo el amor, ya que ahora no había otra forma de llamar a lo que hacían, pero ahora al terminar ausente lo acariciaba y sollozaba bajito. Luego lo cubría de besos y salía de la habitación. Al principio no lo seguía, pero cuando lo hizo lo que vio lo preocupo aun más, se encerraba en el despacho que fuera de Haruhi y abrazaba una vieja pañoleta, mientras lloraba y de vez en cuando se reía contemplando la tela.

No sabía que pasaba pero vigilaría a su hermano en espera de que no fuera grave.

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Besaba su bella piel con adoración, a la luz de las velas brillaba cual porcelana fina, los sonidos que escapaban de sus labios eran los más dulces que hubiera escuchado alguna vez. Su bella figura ahora con un vientre de 8 meses lo enloquecía, era increíble saber que su deseo se disparaba al sentir que poseía el cuerpo donde se gestaba su hijo, no sabía exactamente porque, pero era demasiado excitante y más si se le añadía estar en un jacuzzi a la luz de la luna y las velas como se encontraban en esos momentos.

-Kyouya- el suspiro fue un aliciente mas para besar esos pezoncitos levemente hinchados, lo que ocasionaba corrientes eléctricas de placer desbordante, con una de sus manos acariciaba la hombría del rubio que volvió a suspirar su nombre, mientras con la otra buscaba su agujerito el cual dilato.

Como se encontraba sentado en la bardita del jacuzzi pegado a la pared con sumo cuidado fue introducido al agua mientras el pelinegro se situaba detrás y empezaba a introducirse en él para empezar un ritmo lento y suave, que los llevo después de mucho rato al orgasmo.

-Eso estuvo muy bien- dijo besando a su esposo- no pensé que pudiéramos, pero ha sido fantástico.

-Gracias sé que soy el mejor

-Idiota, pero gracias- el pelinegro lo miro extrañado- por el cuarto del bebe esta precioso.

-No, gracias a ti por nuestro bebe- lo beso dulcemente para después abrazarlo, el rubio se dejo hacer feliz de compartir ese momento con la persona que amaba, tal vez al principio dudaba que eso sería posible, pero ahora ahí estaban y aunque a veces la sombra del pasado lo perseguía, no podía negar que eran felices.

Y así felices decidiendo que nombre le podrían al bebe paso el mes faltante y ya solo aguardaban su llegada. Aunque Kyouya había tenido que preocuparse de varias cosas, las cuales procuro no compartir con Tamaki. La abuela Suou había hecho una reclamación oficial de su nieto, aunque este ni siquiera había nacido, la demanda consistía en quitarles la custodia, por considerar que Tamaki era incapaz de brindarle un buen ejemplo y Kyouya había manipulado acciones para derrocar económicamente a los Suou.

Claro que ningún tribunal acepto semejante estupidez, pero aun así estaba preocupado, tenía que emprender acciones legales para evitar que su hijo saliera lastimado por esa bruja, que tanto daño había hecho a Tamaki. El rubio no volvió a tocar el tema del patrimonio de su familia, creía que era debido que al no existir su padre no tenía interés en esa fortuna, aunque el si lo había reclamado, como había prometido a Yuzuru-sama y lo puso a nombre del bebe, que secretamente llamaba René Hitomi Keiri Ootori Suou, aunque aún no se lo decía al rubio.

-Oye Ootori despega la nariz de esos libros- el aludido levanto la cabeza para mirar al rubio que con una maletita lo esperaba en la puerta- tu hijo va a nacer.

-Seguramente es una falsa alarma

-¿Eres idiota o qué?, a menos que lo que me dijo el doc. Sea mentira, romper la fuente es signo de que ya nacerá- no tuvo que decir más, Kyouya prácticamente tiro todo alrededor y de los nervios se quedo parado un segundo, por lo que el rubio que ya estaba listo, fue el que lo empujo a la salida donde una limusina ya los aguardaba.

Nervioso en la sala de espera del hospital aguardaba a que el médico lo llamara, en sus citas médicas les habían explicado como seria el parto, los signos para reconocer si ya era la hora y muchas cosas más, pero todas se le olvidaron, solo era consciente de que no podía acompañar al rubio porque iba a ser intervenido quirúrgicamente, porque era la única manera segura de tener al bebe.

Le hubiera gustado estar con él para apoyarlo, pero no era posible. Se levanto del asiento para caminar, tal vez con eso se calmaría, cuando ya estaba por hacer un hoyo salió el doctor para avisarle que su hijo había nacido.

Cuando por fin el rubio estuvo en su cuarto vio a un hermoso bebe varón, que le pareció la cosa más linda del mundo, se quedo mudo al contemplarlo en su cunita envuelto en unas mantitas azules, de pie frente a el paso un rato hasta poder cargarlo, se sintió abrumado de dicha y una enorme ternura se extendió en su pecho al mirarle la carita, era una mezcla perfecta de ambos, su cabellito era negro pero en cuanto abrió los ojos supo que heredaría los ojos de Tamaki.

Pronto el rubio despertó de la anestesia y vio a sus dos grandes amores, Kyouya al percatarse de que ya estaba despierto se acerco y le dedico el beso mas lleno de amor que hasta el momento se hubieran dado. El bebe reclamo su comida y Tamaki descubrió su pecho donde lo coloco para alimentarlo, fue así viendo esa escena que unas lagrimas mojaron las mejillas de Kyouya.
Notas finales: Espero haya sido de su agrado nos leemos pronto, gracias por el apoyo y reitero la disculpa. Bye bye.

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