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Mi hoguera de invierno por Xkanleox Ixquic

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Notas del capitulo:

yeeey'!! ya casi lo terminoo'!!!

^o^9 disculpen la tardanza, es que no había encontrado inspiración suficiente... digamos que dibujar me la exprimió toda y tuve que esperar unos días para recuperarla u.u

cooooomenzamos'!!

Sus heridas

Y al día siguiente, estaba ahí, visitándome. Fue agradable despertar con su aroma y con su sonrisa. Tomé su mano, todavía recostado, y le sonreí.

-          Buenos días, Shiro-chan. – me dijo. Era la primera vez que me llamaba así.

-          Buenos días, Byakushi. – él detestaba que lo llamaran así, y ambos lo sabíamos. Frunció el ceño, aún sonriendo.

-          Sabes que… - sacudió la cabeza – Olvídalo, llámame así. Pero sólo tú. ¿Ya estás mejor?

-          Nada pasa si estás a mi lado. Byakuya, ¿podrías quedarte conmigo mientras tenga que reposar?

-          Por supuesto.

Fueron siete días de reposo, y estuvo conmigo cada día. Sólo regresaba de vez en cuando por ropa o cosas que necesitaba a su casa, no le gustaba mandar sirvientes. Hacía su trabajo en mi casa, él me cuidaba en lugar de Kiyone y Sentarö, lo que ayudó a desestresarme.

Y durante esos siete días, también fue mío. Tuve su cuerpo, sus besos y sus caricias cada noche, cada vez se entregaba con más pasión que la noche anterior.

-          Ah… Jüshiro… bórralas… borra todas las heridas de mi cuerpo con tu piel. Saca el dolor con tus besos, bésame, soy tuyo… tuyo… - suplicaba a veces entre lágrimas cuando recordaba el incidente mientras lo hacíamos.

-          No te preocupes, yo estoy aquí para eso y para más. – le contestaba, acariciando sus sienes.

Él siempre terminaba llorando, debería haber sexoterapia en la Sociedad de las Almas, funciona de maravilla. Yo sabía que cada vez que lloraba abría su corazón para sacar el dolor, y eso permitía que yo me metiera aun más. Toqué cada fibra sensible de su alma. Acaricié con mis pupilas su inocencia cristalina a través de sus ojos. Entonces, nos hicimos uno solo, y compartimos el mismo dolor.

Los días volaron sobre nosotros sin que nos diéramos cuenta, y cuando volteamos hacia atrás, ya habían pasado dos años. Él ya manejaba a la perfección los asuntos de la nobleza, era un excelente shinigami; brillante, no un genio, pero sí muy talentoso.

Poco a poco el tiempo y las actividades nos fueron distanciando, hasta que, sin percatarnos de ello, prácticamente ya no nos veíamos. Lo extrañaba sólo un poco, era tanto lo que había que hacer por parte de ambos que un día lo enfrenté, ese pensamiento, como si nada, y casi sin dolor: lo nuestro ha terminado.

Pasaron diez, cincuenta, cien años, todo tan rápido que, cuando lo vi, era todo un hombre. Incluso ya era viudo. Debía yo darle lo mismo, así que comencé a tratarlo como si fuera mi nuevo camarada. Como si esa noche nevada nunca hubiera existido, ni lo que siguió de ella.

Cuando lo nombraron capitán de la sexta división, me sorprendí un poco, no más que cualquiera de los demás capitanes, y le di la bienvenida como a cualquiera. Nuestra relación era normal, tan fría como él con cualquiera de las personas cercanas. Pareciera que nunca lo vi llorar en mis brazos.

Sin embargo, tenía curiosidad de saber si lo que había pasado entre nosotros él aún lo consideraba… importante. ¿Preguntárselo? No, nunca. Qué tonto de mi parte, simplemente él ya había amado y, aunque su mujer no estuviera viva, estaba casado. Su personalidad arrogante y estirada me hacía estremecer un poco, para qué negarlo, pero supuse que así se estremecería cualquiera al ver su rostro serio y su mirada imponente.

Yo estaba satisfecho porque logré curar sus heridas, era todo. Me sentía tan feliz por él como por la vecina que acababa de dar a luz. Nunca más me acercaría a él de manera cariñosa, Kuchiki Byakuya ya no necesitaba protección de nadie.

Una tarde de primavera regresaba del cuartel general de la decimotercera división, ya casi oscurecía. Kiyone y Sentarö, por alguna extraña razón, me dejaron en paz un rato. La pequeña brisa tibia se sentía bien en la piel, así que cerré los ojos un momento al caminar y respiré ese aire tranquilo hasta llenarme de él. De repente, una voz interrumpió mi inspiración. Una voz muy grave, serena e impávida.

-          Jüshiro… - abrí los ojos, sorprendido. Nadie con excepción de Shunsui y familiares me llamaban por mi nombre. Por mi cabeza pasaron posibles respuestas sobre quién podría ser, y como no las encontré, mejor me volví para ver quién era.

-          ¿Capitán Kuchiki? – balbuceé.

-          Creo que necesitamos hablar. ¿Tienes tiempo para un viejo amigo? – mi sorpresa se notaba con exceso. Sacudí la cabeza y sonreí.

-          Por supuesto.

Notas finales:

Si, si, es un poco corto, lo sé u.u

no se preocupen (creo) a mí me gustan los finales felices =)

si de verdad quieren un final bueno, recen para que se me ilumine la cabeza y tenga una buena idea ^^ y si no, pues nada más lean y ya jajaja

saludos y gracias por los reviews'!!


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