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Tired From Heaven por Foxlady

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Y entonces la puerta se abrió de par en par, y los dos emitieron un grito, porque como traído por el recuerdo, un hombre perdido estaba de pie allí, los cabellos cortados, el manto blanco y negro reemplazado con un viejo haori verde sobre jeans gastados. Llevaba un sombrero ocultando sus ojos, pero ninguno de los dos dudó por un segundo cuando, escoltado por Jussei y Yoruichi, el hombre avanzó, y tomando en sus brazos el cuerpo exánime, lo apretó contra su pecho un momento, antes de sacar una pequeña cajita de dulce, sacar una pastilla roja y llevársela a la boca, antes de atraer hacia sí el pálido rostro salpicado de gotas rojas, y oprimir su rostro contra él, los labios que se helaban cediendo ante su beso apasionado sin resistencia.

 

 

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Even if you can't let go of the past
I'll still be there to meet with you tomorrow.


 

- Gigai?-

- Efectivamente. Aunque bastante fiel a ti, si puedo decirlo.-

 

Ukitake se miró las manos: no podía detectar una sola diferencia. Aunque sabía perfectamente que estaba dentro de un gigai, ya que reconocía la sensación, no sólo no sentía ninguna incomodidad, sino que el dolor y la debilidad de su enfermedad se habían ido. Se levantó, y se tambaleó, un mareo dominándolo, sobrepasándolo: pero dos brazos suaves y fuertes lo rodearon, sosteniéndolo para depositarlo con cuidado de regreso en el futon, junto a la ventana que dominaba la modesta calle de la Urahara Shop.

 

Urahara retuvo un mechón de pelo y lo inspiró, sonriendo.

 

- Incluso logré que oliera a ti. Sólo me tomé la libertad de ignorar algunas cicatrices.- dijo riendo, liberando el mechón que aunque mantenía el blanco pudo de sus últimos años, estaba veteado en algunos partes de hebras color bronce brillante.

- Me devolviste un poco de color.- dijo Ukitake, confuso, notando que su tez era más dorada, más viva, como antes de la enfermedad.

- Así es como te recordaba, Shiro-kun.- dijo Urahara con suavidad.- No necesité planos ni ayuda para dibujarte… te recordaba de memoria, incluso los detalles… nunca olvidé nada de nosotros.-

 

Jushiro, conmovedoramente rejuvenecido, dejó de mirarse las nuevas manos, los nuevos brazos, para observar a Urahara, que estaba allí sentado en el marco de la ventana, tan cerca, el sol lanzando destellos al detenerse en su cabello rubio cortado, en sus ojos verdes y juguetones. Era como si no hubiera pasado un día: su sonrisa era traviesa, sus ojos aún llenos de curiosidad, humor, vida. Era aún ese hombre con ojos eternamente jóvenes, que parecía saber un feliz secreto y que estaba a punto de decírtelo en cualquier momento.

 

Feliz. Estaba tan feliz, y Ukitake sintió que se quedaba sin aliento, pero no tenía nada que ver con su enfermedad, de los que sus pulmones estaban completamente libres ahora, ni con el despertar vivo cuando ya había abandonado toda esperanza. No: era por el ver, por fin, levantarse la niebla y encontrarse con esa felicidad que lo inundaba como calienta el sol.

 

Se arrodilló, y medio arrastrándose, medio gateando, se aferró al marco de la ventana, a las rodillas de Urahara, y aún mareado, sintió que su antiguo estudiante le abría los brazos, lo oprimía contra sí con un alivio tan inmenso como lo que sentía en su corazón. Habían esperado tanto, y ese abrazo había parecido tan imposible, que  había estado hecho de sueños, ahora era real.

 

Pero se sentía como un sueño.

 

- Te extrañé tanto.- susurró Kisuke, y Jushiro sonrió, los ojos cerrados, hundido en las puntas disparejas del cabello rubio y espeso, sintiendo que sus nuevos brazos temblaban al oprimir al otro con fuerza. Pero estaba bien: Kisuke era fuerte. Era suficientemente fuerte para ponerse de pie cargando al otro sin que los pies de Junshiro tocaran el suelo, y sacarlo de la habitación, cruzando el pasillo de la modesta vivienda en la que el sol entraba a raudales. Junshiro sólo tuvo una impresión borrosa de sol  luz, madera lijada y barnizada brillante al sol, y luego sábanas blancas, cuando Kisuke lo tendió en una cama occidental muy mullida y se tendió a su lado, rodeándolo con sus brazos, hundiendo el rostro en la floja yukata que llevaba el gigai.

 

- Kisuke…?- susurró Jushiro, sorprendido al ver sus hombros temblar.

- Llegué casi demasiado tarde… casi…-

- Podrían haberte matado por entrar!- dijo Ukitake, de pronto asustado.- Kisuke, estaban bajo pena de muerte!-

- No podía dejarte morir.-

- Pero no estoy muerto?- susurró Jushiro, sonriéndole.

- Yo diría que no. Pero confirmemos.- dijo Urahara, riendo, y se tendió encima suyo, besándolo con hambre y ansiedad, moviéndose para desnudar el pecho del gigai en el que habitaba ahora el antiguo capitán. Jushiro respondió con súbita hambre, y rodeó la cintura de Kisuke con las piernas, atrayéndolo hacia sí, y con una ágil movimiento, lo dominó y lo tendió de espaldas, sentándose en su regazo con comodidad.

 

- Siempre el maestro.- dijo Kisuke riendo, pero Ukitake se echó el pelo atrás, y sacando los brazos de las mangas, brazos que había recuperado su fuerza, cogió a Kisuke de las gastadas solapas de su gi verde y lo atrajo hacia él, para besarlo con un ansia que era ardiente, detallada e imperativa. Urahara lo rodeó con sus brazos, oprimiendo sus caderas contra él, y Jushiro hizo un sonido de deseo y frustración, para empujarlo y empezar a quitarse la yukata a tirones, antes de aferrar dos puñados de la gi de Kisuke y ordenar, los ojos oscuros relucientes:

 

- Sácatela.-

 

Urahara obedeció, pero demasiado lento para el gusto del capitán. Lo empujó en la colcha con un “ uff!” y moviéndose con una destreza tan rápida que parecía shumpo, arrojó sus ropas y las de Kisuke descuidadamente a su espalda, tendiéndose luego sobre él besándole el cuello y acariciándolo con manos voraces. El actual vendedor hizo un sonido apreciativo, pero con un movimiento brusco del torso los volteó otra vez, sujetando las muñecas del capitán, y llevando su muslo a que le rodease la cintura. Jushiro cargó todo su peso en sus caderas contra las de Kisuke, aumentando la fricción, y su grito se ahogó en su boca mientras introducía su lengua en la boca del vendedor y frotaba la punta contra el paladar, duro y suave a la vez, saboreando ansioso su saliva que sí, sabía exactamente igual que antes…

- Shiro…- gimió Urahara, aferrando las guedejas blancas y castañas en esa mezcla extraña y cremosa, colgándose de su cuerpo. Pero ahora era Shiro Ukitake quien llevaba el mando, y tras tanto tiempo ansiando desesperadamente y añorando en silencio, nadie iba a evitar que tomase lo que ansiaba, aunque fuera en un sueño o en el momento de su muerte.

Fuiste herido por una soledad inesperada?

Algo te arrancó de mi lado?

Pues es muy tarde para luchar. Los dos perdimos.

Y ahora los dos ganamos.

Con un tirón, Jushiro se echó atrás y le separó las piernas, recogiéndole el muslo en su desnudez para prenderse como una fiera de su vientre y del húmedo, rígido miembro que aguardaba palpitando. Urahara gritó, arqueándose, pero ni la violencia ni los gritos los delatarían ni los amenazaban: podían dejarse llevar todo lo que ansiaran, ya que no habían cargas ni amenazas, responsabilidades ni peligros. Eran libres para amarse con toda la ferocidad que ansiaban, y los dos ex poderosos shinigamis jadearon su placer en un beso largo antes de que Jushiro alzara los muslos de Urahara, colocándolo de bruces, y atacando el sensitivo punto entre sus nalgas, su lengua trazando un sendero húmedo e intolerablemente vivo hacia el anillo que se estremecía, listo para abrirse. Kisuke se aferró a la colcha, gimiendo y gritando al sentir esa lengua abrirlo, moverse en su interior en unapresión húmeda e irresistible, forzando el esfínter: pero se quedó todo lo quieto que pudo, aunque temblaba, ciego de placer. La furia dominante de Jushiro había despertado, y el antiguo estudiante se quedó allí tendido, el cabello en la cara, los muslos completamente separados, entregado al hombre que fuera su maestro, y su único amor.

- Por… favor…- jadeó, con los dientes apretados.- Jushiro… tantas noches… recordándote… tan lejos…-

- Me diste nueva vida… dos veces.- susurró Jushiro, y Kisuke gritó cuando algo caliente y romo reemplazó esa lengus de seda y se hundió en sus entrañas de un solo envión, dilatándolo en una presión ardiente que le subió como fuego por la columna, haciéndole arquearse en un gemido largo, lleno de dolor, alivio y satisfacción. En empuje no se hizo esperar: Jushiro cargó todo su peso sobre la espalda de Kisuke, hundiéndose hasta el fondo en su carne ardorosa y tensa, aferrándolo con manos y piernas para dejarse llevar en largos, pesados, torturantes impulsos que les arrancaban gritos y gruñidos acezantes. La cobertura de sus ardientes temperamentos estaba rasgada: los filósofos habían dado paso a una carne insatisfecha y a espíritus que ardían sin control ni palabras.

Estaban malditos de por vida a quemarse el uno por el otro, y la risa y la sabiduría habían sido reemplazadas por el ritmo primal de su unión. Shinigamis una vez? Humanos ahora? Pero qué importaba? Eran el blanco Ukitake y el brillante Urahara, y sus gemidos alcanzaron un crescendo enloquecedor mientras sus manos se encontraban y enlazaban en una ternura que contrastaba con la violencia de la penetración. Cada roce era agonía, cada movimiento delicia: y los dos incoherentes se aferraron sintiendo que la ola estallaba, rojo tras sus párpados, mientras sus cuerpos se convulsionaban unidos en un abrazo que se había tardado un tiempo incontable.

Demasiado…

- Jushiro?-

-Aa…-

Una brazo. Esa sonrisa inolvidable, brillante, luminosa, asomándose por sobre su hombro, entre guedejas que sombreaban un rostro que unía la travesura del niño y la ironía de la adultez.

- Estás enojado conmigo por raptarte a un cuerpo humano?-

- No moriré ni enfermaré otra vez, no?-

- No… sólo morirás y enfermarás como un humano. Pero soy un buen doctor ;)-

- … ambicioso.-

- Siempre.-

- Engreído.-

- Eso me dicen.-

Jushiro rió, y colocándose de costado, atrajo la mano a Urahara a su pecho, en donde el corazón humano del gigai latía.

- Y qué puedo hacer, excepto amarte? Todo lo que sé hacer es entrenar shinigamis y matar Hollows.-

- Puedes ayudarme a sortear cajas de caramelos. La ropa es opcional.-

- Kisuke?-

- mnn?-

-… estás loco.-

- Qué tiene que hacer un pobre, honesto y pervertido vendedor para ganarse la vida, eh?-

- No sé. Lo averiguamos?-

- Siempre listo para un desafío, maestro.- Kisuke lo besó entre los ojos.- Shiro?-

- Mmm?-

- No estás enfadado conmigo por raptarte del Seiretei y transformarte en un humano? Yo… no podía dejar que murieras. Pero podrías… haber trascendido. O reencarnado. O…-

- Kisuke…-

- …?-

- Esta bien. Estaba cansado del cielo.- susurró Jushiro.- Estoy listo para darle una oportunidad al mundo, si es contigo.-

 

Your fragile, folded wings are tired from the pure blue sky.
You don't have to force your smile for anyone.
It's okay to smile for yourself.


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