En el inframundo, Hades llevaba a los dos jóvenes que se miraban mutuamente sin entender bien de todo. Al llegar a su destino, Hades los acomodó en diferentes habitaciones, dándoles reglas que debían seguir al pie de la letra.
Pasados varias horas, Shun se aventura a salir de su habitación y se dirige al de la chica.
- ¿Puedo pasar?
- Si, adelante.
Shun entra a la fría habitación y ve a la chica sentada de una manera muy peculiar sobre la cama, con sus piernas recogidas.
- Hola, espero no incomodarte.
Dijo bajando la mirada y sonriendo levemente.
- No te preocupes, de todas formas me sentía sola y creo que tu compañía me ayudará.
- Me alegra saber que puedo ayudarte a no sentirte sola.
Ella solo sonrió, sus ojos azulados lo miraban inocentemente.
- Quisiera preguntarte algo.
- Adelante.
Sonrió la joven. Shun procedió a preguntar, bajando su mirada y notándose una leve preocupación en sus ojos. Al fin después de varios segundos el joven peliverde levanta la mirada para ver de frente a la chica.
- ¿Por qué Hades te quiere con tanta insistencia?
- Tú ya lo has escuchado, por que al parecer mis padres hicieron algo que nunca debieron hacer y ese es mi castigo siendo yo la causa de ese crimen.
- ¿Por qué piensas que tú eres la causa?
- ¿Por qué otra cosa seria?
- No lo se, pero no me parece justo.
- No, ni tampoco que alguien más tome mi lugar.
Shun bajo la mirada entonces. Senda lo miró por un largo rato y entonces creyó conveniente romper el silencio que se había formado entre ellos.
- ¿Por qué estas interesado en saber de mi?
- Bueno… yo… es solo que… siento curiosidad.
- Ya veo. Bien, lo cierto es que ni yo misma se nada sobre mí.
- ¿Nada?
- No, absolutamente nada.
Bajo su mirada triste y cerrando sus ojos que comenzaban a cristalizarse.
Mientras; en el santuario. Todos los caballeros trataban de entender todo aquel asunto. Shion mismo estaba confundido. Aquella joven lo inquietaba y, sin embargo. Sentía una fuerte sensación de vacio. Al ver a los ojos de aquella niña pudo percibir un aire de tristeza y soledad, combinada con un penetrante olor a muerte y dulce.
“Esa jovencita, por alguna razón siento que la muerte la rodea. No es un ser de este mundo, pero no puedo afirmar tampoco que sea del todo un ser sobrenatural o que pertenezca en cierta forma a algún otro sitio, es como si estuviera entre dos dimensiones, pero no pertenecer a ninguna.”
Esos pensamientos contradictorios eran realmente extraños, ahora más que nunca empezó a sentir cierta curiosidad por la creación de aquella chiquilla que había llegado de improvisto al santuario de Atenea.
Shun había regresado a su habitación, n dejaba de preguntarse la razón por la cual aquella joven era condenada a pagar por algo de lo que era inocente, no era justo hacer pagar a unos por los errores de otros.
Sin darse cuenta, Hades había entrado a su habitación. Saltando por del susto debido a la impresión de encontrar al señor del inframundo frente a el, mirándolo fijamente.
- ¿Desea algo señor Hades?
- Me he enterado que te interesas en saber acerca de Senda.
- Si, así es.
- Bien, solo para que estés enterado y de paso ella también, así sabrán por que es que debe estar aquí.
Shun miró al señor del averno y después, este se movió, caminando hacia la salida. Se dirigió hacia la habitación de la chica y abrió la puerta. Esta permanecía aún sentada y tal parecía que ya esperaba la llegada de Hades.
- Al parecer ya me estabas esperando niña.
- Si, no se por que, pero presentía que estaría aquí.
Bajo ella su mirada. Cerrando sus ojos. La voz del señor del averno hablo y esta posó sus ojos en aquel hombre. Mirando de reojo al joven peliverde. Al parecer ya sabia de que hablarían, hablo ella entonces.
- Señor Hades, la razón por la cual esta aquí es por mí, es decir, sobre mi historia, ¿no es cierto?
- Si, así es.
La joven Senda y Shun pusieron especial interés en lo que el gran señor del inframundo diría.
- La razón por la cual estas confinada a pasar tu vida en el inframundo es, como ya dije, por el pecado que cometieron tus padres.
- ¿Y qué es lo que hicieron que soy culpable de ello?
- Unirse.
Eso dejó sorprendidos a ambos jóvenes.
- Eres el fruto de la unión prohibida de dos seres que nunca debieron juntarse.
- ¿Cómo es eso?
- ¿Por qué sus padres no debieron juntarse?
Hades guardo silencio antes de volver a hablar.
- Por ser la unión de un humano y un dios de la muerte.
Esas palabras hicieron que Senda abriera enorme sus ojos, Shun estaba atónito por lo que escuchaba. ¿Esa era la razón para tal castigo de confinamiento en el reino de los muertos, a los dominios de Hades, dios del inframundo?
- Para ser más exactos, un mortal y un shinigami.
Ahora Shun estaba tan confundido como lo estaba la joven Senda.
- ¿Quiénes eran mis padres?, ¿cómo se llamaban? Quiero saberlo.
- No, no estás lista aún para saberlo, solo te dije esto para que estuvieras enterada de tu situación, no eres ni humana ni Shinigami, eres ambos, pero no perteneces a ninguno de los dos sitios, eras una renegada.
Aquello fue como mil dagas atravesándole el corazón, su mundo se deshacía en frente de sus ojos y sentía hundirse en un abismo negro del que no tenía salida.