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Certeza Amarga por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Notas: Este capítulo me costó más que el primero pero creo que ya le agarra la mano de vuelta, pido disculpa por la larga espera…
Fecha: 28/01/09 - 12/01/12
Beta Reader: Pleasy Stay
Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Capitulo 2


Las heridas eran profundas, pero si algo tenía Shun a su favor era que cicatrizaba muy bien, y rápido. Por lo menos así no perdería demasiada sangre..., más de la que ya había perdido.

Hyoga había comenzado las primeras curas bajo la mirada atenta de Shiryu y los demás, y con el incómodo sollozar de Seiya.

Nadie quería decirle nada, no habían pasado ni dos meses desde que había recobrado la conciencia y parte de su movilidad, aunque muy poca de ella: era más de lo que los médicos habían previsto; incluso ellos mismos habían vaticinado cosas menos venturosas. Y ahora estaba frente a la 'posible' caída de su mejor compañero, porque eso era lo que Shun significaba para él, un fuerte pilar, y algo más que una persona cercana con el rótulo de 'amigo'... Shun a estas alturas lo era todo para Seiya.

—Hyoga...— El quejido agudo los sobresaltó.

Shun había vuelto de la inconciencia, aunque continuaba dormido. Ahora respondía a los estímulos del dolor, y reprendía a media voz cada vez que Hyoga manipulaba sus brazos doloridos, o lavaba y vendaba alguna herida que se le había pasado en una primera revisión.

—Ya, si no me dejas, te vendaré entero...— Chilló Hyoga, sólo para aliviar el ambiente, ya que sabia que Shun no lo escucharía en realidad.

El rubio desvió sus ojos con una media sonrisa en los labios. Nachi había sonreído a la chanza, quizás imaginándose a Shun como una moderna momia egipcia, Jabu sólo había suspirado, dejando caer su cuerpo pesadamente en uno de los sillones. Pero Shiryu le reprobó la pequeña broma; es que Hyoga no había visto como Seiya se agitaba y ocultaba sus nuevas lágrimas.

—Sólo necesita descansar, Seiya... El está bien, ya lo verás.

—Sí, bien golpeado, pero bien...— Concluyo el Cisne, quien se llevo una nueva mirada de desaprobación por parte del Dragón. —¡Pero es la verdad!

El rubio no entendía de tacto, ni de modales... si bien Shiryu no podía ver su nerviosismo por la seguridad de Shun, debido a que la suya estaba totalmente abocada a la salud emocional de Seiya. Y para Hyoga, Shun era más importante ahora...

Mal que mal, Seiya siempre salía bien parado... después todos ellos eran asuntos totalmente diferentes. Quizás sea Ikki el que le siguiera al 'inmortal' santo del Pegaso, pero Shun no era ni Ikki, ni Seiya... por lo tanto debían tener más cuidado con él.


Hyoga no lo entiende, él cree que esta bien...

¿Qué no se da  cuenta que no esta para nada bien?... desde el mismo momento en que su cosmo cambio y dejo de ser el Shun que yo conocía, ya no estaba bien. No se quien mas aparte de Andrómeda habita en el alma de Shun... ¿Qué no era suficiente con haber llevado a Hades?

No sé bien por que, pero la mayor parte de mi temor viene por el hecho de que Shun ya no sea el que yo conozco, que este 'nuevo' Shun, haga algo que el viejo jamás aria... ¡Matar! No quiero que eso pase... no puedo verlo matar.

Y eso es algo que me incomoda, pues jamás le había prestado real atención a ello, sé muy bien que ya algún que otro enemigo habrá caído en sus manos y bajo el incontenible poder de su cosmo. Pero ahora me desagrada la idea de que corra mas sangre entre sus dedos.

¿Athena... es vital que él hiera de manera mortal?

¿No lo podemos evitar?...


—Bien, tengo buenas y malas noticias...— Hyoga entro en la sala luego de acomodar a Shun en una de las habitaciones de la casa.

Todos giraron inmediatamente a verlo, aprehensivos de lo que pasaba con el Santo de Andrómeda.

—La buena es que esta bien y ya despertó... la mala es que tiene hambre, y no hay nada para darle a la bestia— Hyoga enmarco una enorme sonrisa — ¿Quien se ofrece de sacrificio?

Jabu solo se limito a sonreír, sabían muy bien lo que eso significaba, el estomago de Shun era un animal difícil de controlar cada vez que despertaba de alguna batalla..., así que...

—Yo voy a la cocina... aunque dudo que le guste mi guiso.

De golpe la atmosfera parecía más distendida, como si nadie cayera en la cuenta de que hubiera ocurrido un ataque allí, apenas hacia una hora atrás. Como si nadie hubiera intentado atacar a Seiya, ni hubieran visto a Shun fuera de si.

Shiryu permanecía sentado al lado de Seiya, viendo como reaccionaba a cada hecho, a cada comentario que los demás Santos hacían acerca de la condición de Shun. Sabía que estaba aterrado de una manera que ni él mismo estaría reconociendo.

Seiya, quería estar dentro de la habitación de Shun, allí a su lado, para ver que tan cierto era que estaba bien, y que había despertado... pero también tenia miedo, de que cuando lo vea, sienta aquella sensación extraña que había sentido antes, que era la de no reconocer al Santo. Tenía por seguro que fue Andrómeda la que ayudo a Shun a crear la barrera que lo protegió del ataque enemigo, pero no estaba seguro de quien era el otro cosmo que tomo posesión de Shun en el momento de la lucha.

—Seiya, ¿te encuentras bien?...— Shiryu podía notar que Seiya no apartaba los ojos del pasillo que daba a las habitaciones. —¿Quieres ir a verlo?

Los ojos marrones lo fijaron con aprehensión por escasos segundos, y aunque hubiera querido negar sutilmente, su cuerpo le gano a su mente y asintió sin reparo. No quería ir a verlo, tenía miedo de que no viera los ojos conocidos… que no fuese Shun quien le sonriera desde la cama, y sintiera ese vacío…

Shiryu nada sabía de los pensamientos  que atravesaban a su compañero, y alma mater del grupo. Solo quería que su condición, tanto física como anímica no recayera, como cuando su alma era víctima del poder de Hades.

Ahora estaba seguro que había sido una mala idea ocultar a Seiya, casi sin protección, no dudaba que Shun era un excepcional Santo, y muy poderoso, pero se habían confiado. Creyeron que mientras él no se dejara ver lo podían tener a salvo de cualquier ataque… se equivocaron.

—Adelante…

La vos suave, cansada, pero animada de siempre, les dijo que Shun efectivamente estaba despierto.

—Es bueno verte bien, compañero…— Shiryu afirmo sus palabras con una sonrisa, mientras Shun se acomodaba en la cama, para permanecer sentado.

Seiya se aterro cuando Shun le hiso espacio y Shiryu lo deposito sobre las mantas con cuidado.

—¿Estas bien?...— Las manos delicadas corrieron los mechones rebeldes que cubrían sus ojos, quería verlo, saber que estaba bien, a pesar de todo.

Asintió, como si de repente no tuviera vos para utilizarla. Tan solo movió su cabeza de forma afirmativa… suavemente, para que no se preocupara.


Vaya… él está preocupado por mi… y él es el que está todo vendado.


Seiya sonrió, tomando una de las manos vendadas. Sus ojos se quedaron prendados, unos de otros… con tanta intensidad, con tanta intimidad, que Shiryu prefirió salir de la habitación sin decirles nada.

—Me asustaste…

Shun negó suavemente, bajando la mirada, apenado…

—No fue mi intención, Seiya… perdón.

Sonrió con gracia, Hyoga había hecho su maldad después de todo, cubriendo todos sus dedos con las vendas, por lo que solo tenía dos grandes ‘cosas’ informes como manos, y al intentar agarrar el rostro de Seiya…

Seiya quiso reír, estaba seguro de que no iba a encontrar a Shun cuando entrara, pero no ahí estaba, como siempre sonriéndole, avisándole que todo estaba bien, y que nada iba a pasarle… y él no tuvo el valor para preguntarle, para enfrentar los ojos verdes. Además, para que romper la íntima atmosfera que se había creado, se sentía tan bien, con las cálidas… ‘cosas’ con las que Shun aferraba sus rostro, que no quería moverse de allí en un buen rato.

—Oh, lo siento… no quise molestar— Hyoga entro sin siquiera tocar, Shun no dijo nada pues él estaba acostumbrado a entrar así a su cuarto… —Sahori… en el teléfono, quiere saber cómo estás… Están.

Pasó el aparato, directamente hacia Seiya, por eso Shun supo que sólo había preguntado por el Pegaso… lo cual en realidad no le molestaba, él hubiera reaccionado igual. Sonrió a Hyoga, aunque no con la dulzura característica suya…

—Estas me las pagas…— Le enseñó sus puños con picardía.

Hyoga no sabía si reír, o seguir preguntándose por qué  se respiraba ese ambiente de intimidad en aquel cuarto. Tenía miedo de haber interrumpido algo demasiado importante.

—Es que no me dejabas hacerlo bien… Vas a tener que comer con un sorbete— La chanza llegó allí, sintió la mirada de Seiya sobre ellos, prestando más atención a lo que hablaban que a lo que Sahori le podía llegar a decir.

—No, sí… Estoy bien, Sahori… No lo sé, ahora estoy cansado, sí…— Volvió a contestar las preguntas de su diosa apenas vio que Hyoga lo miraba con insistencia. —Shun está herido…

—Dame Sei… yo hablare con ella— El rubio casi arrebató el aparato de las manos morenas. —No Sahori, no está grave… Está lastimado, y quizás haya perdido bastante sangre… Sí, lo sé…

Ambos vieron como Hyoga salía del cuarto sin dejar de contestar con monosílabos. Al tiempo que hacia su entrada Jabu con una bandeja.

—Creo que por lo menos está comestible… y recuperarás fuerzas— Dejó la bandeja sobre el regazo de Andrómeda, mientras reía de lo hecho por el Cisne. —¿Y ése se dice tu mejor amigo?...

Shun sólo se encogió de hombros, a pesar de las ganas de que los demás Santos de Bronce ponían en su empeño en limar ciertas asperezas, a él le costaba mostrarse abierto… Y quizás más con Jabu, quién tantas veces de pequeño se había encargado de que le tuviese miedo. Claro que ahora eso no valía, pero más allá de verlo como a un compañero, como a un Santo con el que compartían los mismo ideales… no podía verlo como a un amigo aún.

—Jabu, ven aquí…

La voz de Hyoga retumbó en toda la sala, llamándolo con premura, debía ser algo importante.

—Enseguida vuelvo…

Shun asintió, y luego recordó que Jabu le había cocinado en exclusiva. El ‘Gracias’ de sus labios, Jabu lo contestó con una sonrisa antes de perderse en el pasillo.

—Está bueno… no creí que supiera cocinar— Seiya probó un poco antes de ver a Shun. Los ojos verdes lo vieron con cierto enojo fingido. —Sólo me aseguraba de que no te cayera mal…

La mueca risueña se le borró cuando los grandes orbes cambiaron su forma de mirarlo. Era raro lo sabía, pero fue lo primero que le había venido a la mente… Estiró la cuchara hasta llegar a los labios finos.

Creyó que Shun no lo aceptaría, que le pediría que le vendara bien las manos, pero lentamente abrió la boca para que le pudiera ofrecer el alimento. El ambiente no podía estar más tenso, con Seiya actuando de manera mecánica, yendo del plato a la boca de su compañero, y Shun… Shun no sabía cómo sentir, para él no era raro actuar de esa manera, varias veces había llevado su cuchara a la boca de Ikki, pero él era su hermano, Seiya no.

Agradeció la comida, realmente satisfecho, sin saber si había estado rico aquello que había ingerido casi sin pensarlo. Seiya había dicho que sí, pero él no podría  precisarlo de manera efectiva, no recordaba ni siquiera qué sabor tenía… Y él que pensó que cuando Seiya entrase por esa puerta serian otras las cosas que lo tendrían al borde de los nervios.

—Bien… al menos pudiste tragarlo— Hyoga entró señalando el plato vacío. —Si quieres, en la cocina hay más… No creo que nadie más que tú lo coma…

—Ey…— Shun chilló ofendido, levantando su mano derecha…

—¿Qué significa eso?...

—No lo sé… ¿tú qué crees?

Seiya rió de la cara de Hyoga, y quizás era el hecho de que él se encontraba en la habitación, pues de lo contrario el rubio le hubiera contestado… explayándose largamente. Ellos siempre habían sido buenos entendiéndose, de manera más íntima de lo que Seiya lo podía llegar a hacer; no que eso le molestaba, Shun pasaba mucho más tiempo con él, pero con Hyoga no hacía falta hablar: se conocían demasiado bien.


Tal vez… quizás, Hyoga sabía algo acerca de eso que le pasa a Shun cada vez que Andrómeda…O de aquel otro extraño cosmo que toma posesión de él. Es muy probable que Shun le confíe algo tan delicado al Cisne. Hyoga no acostumbra a decir cosas que no debe. Tal vez, Ikki también lo sepa, de otra forma… No, eso le preocuparía y no dejaría que Shun vistiera su armadura nuevamente. ¿Y Sahori?... ¿Ella lo sabe, Shun?


—Bien, como se nota que estas de muy buen ánimo…— Los ojos de Hyoga se fijaron en Seiya, en lo perdido que estaba en ese momento. Meditó por unos instantes antes de seguir. —… Aunque será mejor que por esta noche descansemos, mañana volveremos a la mansión. ¿Estás bien, Seiya?...

Seiya asintió de manera afirmativa. ¿Qué tenía que hacer él para que Shun confiara tanto como confiaba en Hyoga?

—¿Está todo bien, Hyoga?— Shiryu entró, Seiya aún seguía en el mismo lugar donde los había dejado, pero ahora estaba sentado de manera más cómoda. —¿Les has dicho?

—Sí, y no… cambié de parecer, Shun está bien, así que esta noche dormiremos aquí.

—¿Y si vuelven a atacar?— Shiryu cuestionó la decisión de Hyoga de forma sutil.

—Esta vez estaremos nosotros… Mañana Shun podrá bajar por sus propios medios.

Los cuatros se miraron entre sí. La órden de Athena fue que tanto Seiya como Shun debían estar en la mansión, pero si Shun había perdido mucha sangre sin correr riesgo su vida, era mejor que le diera al menos unas horas de descanso para poder recuperar las fuerzas perdidas en la batalla.

—Será mejor que tú también descanses Seiya… Y tú Hyoga, venda bien sus manos— Shiryu pasó sus brazos por debajo de los de Seiya, sabía que éste no tenía fuerzas para pararse por sí mismo, pero tampoco se sentía bien llevándolo por toda la casa como un pequeño niño.

Hyoga esperó a que ambos salieran, para ver a Shun directamente a los ojos…

“¡Hasta mañana!” Seiya gritó desde el pasillo, y por el quejido de Shiryu, de seguro que muy cerca de su oído.

—Hasta mañana Seiya, que descanses…— Shun frunció los labios con su frase pronunciada a media voz. Sabía que Hyoga no dejaba de verlo así que lo enfrentó lentamente.

—¿Aún no se lo has dicho…?

Shun negó…

—Mañana…— Prometió, sabiendo que lo que debía decirle era muy importante…


Continuará...


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