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El juicio por Xkanleox Ixquic

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Notas del capitulo: ¡Por kami! No puedo creer que sea la una de la mañana, yo esté desvelada y siga aquí... pero en fin, este capítulo ha sido bastante largo.
Al fin agarré gusto a escribir lemon otra vez, porque después de un rato ya me había hartado. Pretendía subir este capítulo el 25, pero pues me pasé por una hora xD ya ni modo, ¿qué puedo hacerle?
Pasión y lemon, Ichigo está cumpliendo su sentencia en el mundo humano.

 

2. ¿Sentenciado?

Los copos de nieve caían como plumas y se acumulaban en el suelo. Uryu avanzó unos cuantos metros a paso veloz, ya se había hartado de que aquél chico le siguiera de cerca a todos lados. El que le hubiera parecido atractivo en el juicio no hacía valer la pena soportar aquello. Pero Ichigo seguía ahí.

 – Ya deja de seguirme. ¿Es que no tienes nada mejor que hacer?

 – A decir verdad, sí; y un montón de cosas. Pero órdenes son órdenes y no quiero que extiendan mi sentencia. Así que te jodes y dejas que te siga porque yo ya me jodí. – dijo el otro como si nada. Uryu lo miró incrédulo. Habían hecho que lo acompañara al mundo humano para hacer más eficiente su castigo, además con la norma de no poder alejarse a más de cincuenta metros a la redonda (les habían puesto una especie de marca que los unía de manera incomprensible). Uryu inhaló y exhaló repetidas veces, intentando calmarse.

 – Hoy será Nochebuena. Mi padre dará una cena con la familia, así que quiero que te comportes. No saldrás de mi habitación, ¿de acuerdo? No quiero que empiecen a hacer preguntas y que me metas en problemas.

 – ¿Ahora soy tu mascota? Te recuerdo que yo no fui quien empezó todo. Además, ¿acaso tu familia no es como tú? No debería sorprenderles saber de nuestra existencia.

 – Lo que les sorprendería saber es cómo diablos logré meterme en un problema como este. – Siguió caminando – Afortunadamente ya hice las compras con anticipación, así que no tendrás que aburrirte en un montón de tiendas. Vamos a casa y hazme el favor de no hablar.

 – Sí, efectivamente ya soy tu mascota.

 – ¡Que te calles! – le gritó Uryu, saliendo de sus cabales. Ichigo sonrió y se encogió de hombros, después siguió caminando por delante del Quincy.

 – No puedo creer que el serio y antisociable Ishida Ryuken vaya a dar una fiesta… y que tenga un hijo tan fastidioso como tú. – continuó discutiendo mientras era alcanzado por el otro.

 – Sigue así y haré que empeore tu castigo. – Ichigo paró de nuevo y lo miró a los ojos. Ishida cayó en cuenta de que lo que había dicho era una idiotez.

 – Hazlo si quieres que ambos terminemos esquizofrénicos. – sonrió de nuevo. Uryu frunció el ceño y acomodó sus gafas, sin quitarle la vista al marrón de sus ojos.

 – Y yo que creí que no serías tan problemático. Debí objetar. – suspiró, cansado. Ichigo posó su índice suavemente sobre los delgados labios del Quincy. Lo deslizó hacia abajo con lentitud, alcanzando a tocar la humedad de su boca. Después, llevó su dedo a la propia y lo besó.

Uryu estaba pasmado.

 – ¿Qué haces? – murmuró en un hilo de voz. Ichigo estaba pensativo, no hacía caso a lo que le preguntaba el otro. Sacudió la cabeza en negación y se volteó.

 – Vámonos. – el humano no notó que sus rodillas temblaban débiles y que apenas podían sostener el peso de su demás cuerpo. Como pudo, se incorporó de aquella sorpresa y siguió caminando. Ninguno dijo nada en el camino.

 

La cena había comenzado, era tan alegre que Ryuken ni siquiera parecía el anfitrión. Ichigo observaba desde el barandal de arriba. ¿Qué era Nochebuena? Él en su vida había visto algo así. Pero parecía agradarle. Lo único que le venía molestando desde hacía rato era que Uryu no venía a verlo, realmente se le antojaban muchas cosas de las que podía divisar en esa enorme mesa. Mientras, el otro se entretenía platicando con una joven de cabellos largos y negros; una prima, supuso Ichigo. Gruñó y se volvió a meter a la habitación. No quiso dormir, ya lo había intentado.

Se sentó junto a la ventana y abrió las cortinas para ver nevar. Cómo quería estar en la Sociedad de las Almas ahora, con sus hermanitas, aunque tuviera que soportar al loco de su padre. Realmente ni siquiera estaba viendo la nieve, pero volvió su vista hacia el jardín cuando sus pupilas percibieron movimiento. Uryu se había salido a platicar con esa muchacha. Se levantó y pegó su rostro al vidrio para poder ver mejor. La chica sostenía las manos de Uryu con mucha confianza, le hablaba muy de cerca y lo miraba con seguridad.

El vidrio se empañó del aliento precipitado de Ichigo. La joven ahora sorprendía al Quincy con un beso robado. Cuando terminó, ambos se metieron de nuevo a la casa. ¿Acaso era eso parte de la celebración de Navidad? No sabía qué pensar de ello, sabía qué era un beso y por qué se daba, pero quiso suponer que era parte de esa fecha.

¿Y por qué lo había querido así? Cerró las cortinas de golpe y se tiró en la cama – ajena – sobando con las yemas de sus dedos sus párpados. Pasaron cerca de tres horas más para que se escuchara menos bulla allá abajo donde todos cenaban, e Ichigo se encontraba aparentemente en letargo. Sin embargo, dentro de él había una lucha de los mil demonios.

Uryu entró a la habitación de golpe, tambaleante. Parecía somnoliento y mareado, así que Ichigo se levantó – después de todo era su deber asistirle cuando lo necesitara – a ayudarlo. Llevó su brazo sobre sus hombros e hizo que el Quincy se apoyara en él. Olió el aroma del alcohol y se preguntó qué diablos habría bebido.

 – Kurosaki…. ¿me… me odias?– murmuró barriendo las palabras. Esa pregunta lo tomó por sorpresa.

 – No. – le contestó, con los ojos un poco más abiertos. – No hagas esa clase de preguntas ahora. Vamos, siéntate en la cama. – Lo sentó cuidadosamente y le aflojó el nudo de la corbata. Lo mismo ocurrió con su cinturón, su camisa y cuando llegó al pantalón, Ichigo tragó saliva. Humedeció sus labios, nervioso, y desabrochó su pantalón. Uryu tan sólo lo miraba sin decir nada y se dejaba hacer. – Espero no tengas frío. ¿Dónde hay ropa cómoda con la que puedas dormir? – Uryu señaló el armario e Ichigo tembló al enterarse de que en verdad tendría que cambiarlo de ropa. No estaba tan ebrio, pero ya se lo había mandado. Se maldijo a sí mismo por ofrecerse.

Caminó hacia el armario y encontró ropa suave. Todo estaba tan ordenado que le daban ganas de no tocar nada o hacer un desastre infernal de ese sitio. La puso en la cama, donde Uryu seguía esperando sentado, y se aproximó a él. Uryu se levantó antes de que pudiera ponerle una mano encima, y caminó hacia su enorme espejo de pared. Comenzó a desabrochar todos los botones de su camisa y la dejó caer al suelo.

 – Era broma, no estoy tan borracho. – Se volvió hacia Ichigo, quien le respondió con un gesto de entera reprobación.

 – Pues no estoy de humor para tus bromas. – se oía molesto. – Tsk, me haces pensar cosas indebidas… - hubo un silencio incómodo, Uryu no terminaba de desvestirse ni se vestía. – Por cierto, ¿quién era la chica con la que estabas? – Uryu arqueó una ceja.

 – Mi prima Suzume. – La boca de Ichigo se abrió de golpe casi involuntariamente – No es mi prima directa; es hija del primo de mi padre. – El joven de cabellos naranjas exhaló, tranquilizado – ¿Qué? ¿Te gusta? Puedo conseguirte una cita con ella  si te portas bien… - Ichigo frunció el entrecejo y la espalda del Quincy azotó presta contra la pared.

 – Escúchame bien, cuatrojos humano, que no lo diré dos veces: no soy tu mascota, ¿entiendes? Así que no vuelvas a hacer comentarios así. – Uryu sintió la respiración del sentenciado en su cuello. La sintió cada vez más húmeda, más cerca, hasta notar que no era su respiración sino sus labios arrastrándose sensualmente por su yugular. – Eres tan malditamente deseable…

Su boca llegó hasta su oreja, se desvió por su quijada y finalmente sus rostros estuvieron frente a frente. Uryu temblaba de nuevo, se estremeció cuando Ichigo levantó su barbilla con el índice, mientras acariciaba su labio inferior con el pulgar.

 – En todo caso, si me vas a conseguir una cita, que sea contigo. – Rozó con apenas la punta de su lengua el corazón de los labios del Quincy, quien por reflejo inmediato abrió la boca para recibirla. Ambos se besaron, primero apenas con roces, después más profundamente. Ichigo terminó de acorralarle con la presión de su propio cuerpo contra el de Uryu y la pared, no sin antes meter la mitad de su índice en el lado derecho de su ropa interior. Éste quiso apartar el dedo travieso del otro con sus manos, y lo logró, pero enseguida Ichigo metió el otro del otro lado.

 – Suéltame. Esto es acoso sexual, ¿lo sabías? – le dijo el dragón, casi sin aliento. Ichigo sonrió cínico y lamió la comisura de los labios del otro.

 – Lo sería si no me hubieras correspondido el beso. – Guió su mano deslizándola por el pantalón de Uryu hasta tener sus yemas sobre la tela, que ya era levantada por su miembro erecto. – Déjate de idioteces y déjame quitarte eso. – Bajó la ropa de un movimiento que el Quincy no advirtió. Sólo pudo sonrojarse al ver su pene completamente expuesto a la vista de Ichigo, quien, sin pena ni gloria, lo tomó entre sus manos y comenzó a masturbarlo, recibiendo por respuesta un gemido y que la espalda se arqueara sobre la pared.

 – Bas… ¡basta! Agh… mgh… ¡No! Detente… - Ichigo bajó por la pálida piel con su boca hasta llegar a su pene. El delirante vaivén de sus labios sobre éste se volvió adictivo para Uryu, y debilitado por el deleite, tuvo que sujetarse del muro contra el que era acorralado. El no-humano sacó por un momento el pene de su boca.

 – ¿Me detengo ahora? – Uryu lo miró con desprecio.

 – Regresa esa maldita boca adonde estaba. – ordenó. Ichigo se levantó y besó sus labios.

 – ¿Y si no lo hago? – el Quincy llevó su mano a su miembro para masturbarlo.

 – Entonces sí te odiaré. – Ichigo no le permitió masturbarse. Lamió sus dedos y los metió uno a uno en la entrada del otro, quien habría gritado ruidosamente de dolor de no ser por los labios del otro sobre los suyos que lo acallaron.

 – Quizás lo hagas, aunque debo admitir que sería una pena… - metió un poco más sus dedos por la cavidad y los movió hasta que los quejidos fueron reemplazados por gemidos. – Nunca he hecho esto. – Confesó, sacando los dedos lentamente.

 – Hacer esto… ¿qué exactamente? – Ichigo besó su nariz.

 – Con un hombre, me refiero. – Besó su boca – Tú eres virgen, ¿verdad? – Uryu se sonrojó.

 – Lo soy porque así lo quiero. He tenido un par de novios que… bueno…

 – También es la primera vez que beso a un hombre. – Lo ignoró, pensativo. El Quincy lo miró, extrañado.

 – ¿Eres bisexual?

 – No, hetero. – Miró alrededor y asió a Uryu – Bueno, hasta hace unos momentos. – Uryu llevó sus manos al rostro del chico. Se veía confundido, pero a la vez decidido a hacer lo que estaba haciendo. Lo besó con ternura, colgándose de su cuello.

 – No sé por qué, pero creo que quiero perder la virginidad contigo. – Sí sabía. Para él, era como si Ichigo perdiera su virginidad también. Es decir, ninguno de los dos había hecho nada antes con un hombre, ¿cierto? Así que a Uryu se le antojaba interpretarlo de esa forma.

Ichigo mordió su labio inferior, pero al final se decidió a sentarse en el filo de la cama y sentar a Uryu en sus piernas, de frente a él. Acomodó su miembro en la entrada del otro y lo sumió con sutileza, apenas moviéndose repetidamente. No era tan malo. ¿Malo? ¡Para nada! Hacerlo así le excitaba de sobremanera, lo estaba disfrutando más que cualquier sesión de sexo en su vida.

 – ¡Ah, Ichigo! – la fricción se volvió más veloz, más coordinada, más salvaje, más fuerte, más furiosa… Hasta que ambos alcanzaron el límite que estalló en éxtasis.

Ichigo se dejó caer hacia atrás con Uryu sobre su pecho, ambos jadeaban cansados.

 – Por todos los cielos… fue increíble. – el Quincy sonrió cálidamente y besó su mejilla. – ¿Por qué sonríes así?

 – Porque te portaste muy bien hoy.

Notas finales: No me dan ganas de hacer continuación de esto, pero creo que es necesaria (otra vez ¬¬ qué brillante soy para eso... carajo).
Espero todos hayan tenido una muy feliz Navidad, que la mía fue un asco.
¡Nos vemooos! ^^

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