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Lazo eterno por LINALEE

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CAPITULO 2. —VINCULO

 

Y Ciel escuchaba los gemidos ahogados de Alois, esos sollozos interminables, tenía muchas lágrimas que derramar pensó, de alguna manera sentía que lloraba por los dos; él que siempre permanecía frío e impasible, cuando se convertía en presa de la desesperación y angustia total no hacía otra cosa más que cerrar los ojos y decirse a si mismo que estaba bien, no le afectaba tanto como creían e incluso si así fuera no estaba dispuesto a mostrárselo, no demostraría sus miedos ni debilidad a nadie, pero Alois…

 

Sintió el impulso de patear esa pared, evadir el sistema de seguridad e ir hasta donde su amigo y decirle que se tranquilizará, lo sacaba de quicios y no quería continuar escuchando ese suave pero constante llanto, mas encerrado dentro de esa pequeña habitación no podía hacer otra además de permanecer sentado y fingir que no le afectaba.

 

Se recostó sobre el suelo, ese era su castigo por haber intentado escapar, deberían estar acostumbrados…sabían que Alois le temía a la oscuridad hasta un grado inimaginable y que él detestaba escuchar a su amigo llorar, no necesitaban de golpes o amenazas, ni siquiera de matarles de hambre; había cosas tan extraordinariamente simples que lastimaban más que cualquier otra.

 

Permaneció un largo tiempo ahí, recostado, pensando en el presente, pasado y futuro…bien, podrían haber pasado días, meses o años, no le importaba y por un momento deseo quedarse en esa oscura y vacía habitación por siempre, al menos de esta manera su mente sería libre, únicamente tendrían prisionero a su cuerpo, pero ese era un cuerpo que no quería, en realidad había momentos en que ni siquiera lo sentía suyo, lo habían manipulado de tantas maneras que ahora sólo era un cascaron que albergaba su mente, sino fuera ateo creería que también un alma.

 

Lanzó un suspiro largo y escuchó como Alois empezaba a golpearse contra las paredes, se lastimaría; si tan sólo pudiera hablarle y decirle que se tranquilizará, pero eso era parte del “castigo”, hacerles ver su debilidad e impotencia…los cuartos estaban diseñados para que Ciel pudiera escuchar a Alois, pero en cambio el rubio no tenía ningún contacto con el exterior, solo en una enorme habitación con su miedo más grande: la oscuridad.

 

Cerró los ojos, no moriría sin importar el daño que se auto infringiera, así que técnicamente no tenía nada de que preocuparse…Sin ser consciente del hecho termino por dormirse.

 

*****************************

 

Sebastián observo al niño rubio dormir, su pecho subía y bajaba con naturalidad, el cuerpo cubierto de vendajes teñidos de rojo le hacía ver especialmente encantador, similar a la obra de un artista enfermo, una descripción idónea de la verdadera belleza física, aquella que sin importar las circunstancias permanecía firme, regia e imponente.

 

Claude llego en ese preciso momento y cerró las persianas, Sebastián le observó, tenía una obsesión por arruinarle los pocos momentos que en verdad valía disfrutar en la vida.

 

—¿Dónde esta el otro niño?—preguntó refiriéndose a Ciel, Claude reviso un par de notas y respondió.

 

—En otra habitación, él no tiene ninguna herida. En este momento le deben estar examinando.

 

—Convertirnos en los guardianes de estos niños no es el trabajo que me imaginaba cuando me mandaron a llamar—objeto poniéndose de pie y tomando una gruesa carpeta donde se hallaban almacenados la mayoría de los datos del niño al que debería vigilar; Ciel Phanthomhive rezaba la etiqueta frente a esta y debajo estaba su nombre de identificación, la había leído la noche anterior; era un chico interesante desde su punto de vista, demasiado como para ser descrito de una manera tan fría y estoica como se hacía en los textos científicos. Su trabajo continuaba sin agradarle del todo, pero las pocas líneas intercambiadas con Ciel le daban esperanza de que no fuera tan terrible como  hasta ahora parecía—. Iré a verlo—comentó levantándose y saliendo de la habitación.

 

Claude permaneció en la misma y entró a donde Alois dormía, temblaba…todo su cuerpo temblaba, el niño tenía una pesadilla. Colocó una mano sobre su frente, en ese momento el adolescente abrió los ojos…le vio fijamente y en un susurro apenas audible dijo.

 

—Toma mi mano…

 

Sus palabras llevaban impresas el toque propio de una súplica y orden. Esas claras orbes azules lo miraban, cubriendo e impregnando todo su alrededor de emociones…odio, miedo, amor, desesperanza…, terminó por tomarla y permaneció de pie ahí durante horas, incluso cuando Alois volvió a dormir no soltó su mano.

 

A unos metros de ahí Sebastián entró a la habitación de Ciel, tuvo que pasar un complejo sistema de seguridad antes de entrar, al parecer tras su escape habían mejorado e incrementado las medidas tomadas.

 

Lo encontró sentado frente a un escritorio, leía un libro y tomaba notas ocasionales, al menos cincuenta libros se hallaban esparcidos por la diminuta habitación que no consistía en más mobiliario que una cama, mesa, silla y escritorio, todos teñidos de un blanco extraordinariamente puro; capaz de volver loco a cualquiera desde su punto de vista.

 

Se colocó al lado de Ciel, el niño no se digno a alzar la vista siquiera un segundo, demasiado interesado en sus estudios.

 

—¿Qué haces?—preguntó tras un corto silencio.

 

—¿Qué te parece que hago?—preguntó Ciel sin por ello detenerse.

 

—De acuerdo, en tal caso cambiaré la forma en que formule la pregunta, ¿Qué lees?

 

—Un libro sobre psicología—respondió el chiquillo cerrando de golpe el libro y los cuadernos, los acomodó en hilera sobre mesa y centró su mirada en Sebastián—. ¿Qué quieres?—cuestionó sin modales.

 

—Conversar contigo.

 

—¿Serás mi nuevo Guardián?—preguntó el menor observándolo con indiferencia, Sebastián asintió.

 

La expresión fría y apática de Ciel cambio por un segundo, sus labios esbozaron una burlona pero encantadora sonrisa y agregó.

 

—Entonces terminarás muerto, tarde o temprano…Lo juro.

 

Y abrió el libro volviendo su atención nuevamente hacia las letras, por último agregó:

 

—Llámame cuando mis clases empiecen, de otra manera no quiero tener contacto contigo.

 

Sebastián se arrodilló para quedar al nivel del niño, tomó su rostro y tranquilamente dijo.

 

—Incluso el más puro diamante puede romperse si se golpea en la zona correcta con el instrumento idóneo.

 

Disfrutó con la manera en que Ciel frunció el ceño, molesto, enfadado al no tener nada que responder; esquivo el manotazo del menor con el que le indico no quería que le tocara y se marchó de la habitación con gesto indiferente, no podía tomarse en serio las rabietas de un chiquillo.

 

Ciel apretó los puños y lo maldijo para sus adentros, odiaba que se burlarán de él…pero el moriría, moriría al igual que todos sus antiguos Guardianes, uno más que añadir a la lista no incrementaría su cargo de conciencia y entonces recordó, no lo sabía, no conocía su nombre…corrió hasta él hombre y le tomó del brazo segundos antes de que saliera del cuarto.

 

—¿Cuál es tu nombre?—preguntó con la respiración agitada.

 

—Sebastián Michaelis—respondió el otro, Ciel lo memorizó…tenía un nombre y era todo lo que necesitaba, entonces le soltó, regresó al escritorio y retomó su lectura.

 

***********************************

 

El muchacho había permanecido callado desde hacía horas, Claude le observaba desde la habitación adjunta, había despertado, limpiado sus lágrimas y recostado sobre la cama con una expresión de tedio y aburrimiento tal que hasta el mismo se sintió abrumado en determinado momento. Un mechón de cabello rubio le caía por el rostro…su expresión expresaba tristeza.

 

Tomó la bandeja donde cargaba la cena y entro a la habitación, el niño sonrió emocionado al verlo, se puso de pie y se sujeto a su cuello ante la sorpresa del adulto que en ningún momento se había esperado una reacción de tal tipo.

 

—¡Volviste!—exclamó Alois asiéndose con tal fuerza que Claude casi pierde el equilibrio, deposito la bandeja en la pequeña mesa de la habitación y tomando firme, pero delicadamente al menor lo devolvió a la cama. Alois continuaba sonriendo.

 

—Continúas demasiado débil, necesitas descansar—advirtió hablándole con la firmeza propia de un adulto que se dirige a un niño pequeño y mimado, pero Alois acostumbrado a un tipo de trato más duro ni siquiera se inmuto.

 

—Ya estoy bien—replico sentándose al borde de la cama, comenzó a quitarse las vendas teñidas de sangre, su blanca y fina piel carecía de heridas que explicarán el color de los vendajes—. Tu sangre no sólo tenía un sabor exquisito, también era muy poderosa… ¡Tú eres casi perfecto! ¿Cuál es tu problema?, ¿Por qué no huyes de aquí?, ¿Por qué no buscas la libertad?

 

Claude no contestó, se limitó a tomar una camisa y ponérsela a Alois quién tenía el pecho descubierto, ese chico no tenía porque saber la verdad, tal vez él no corriera con el mismo destino y pudiera disfrutar de esa libertad de la que hablaba con tanto entusiasmo, si era así sería podría escapar de esa fatal camino que todos ellos estaban destinados a recorrer.

 

—Estoy aburrido—exclamó Alois mordiendo sin mucho entusiasmo la tostada, la mastico por pura inercia—. Quiero ver a Ciel…—pidió en voz baja—por favor…

 

—Las órdenes dicen que te mantengas aquí hasta que su castigo sea removido.

 

—¡Fue divertido, sabes Claude…fue muy divertido!—exclamó haciendo a un lado la comida—. Estar ahí afuera, ver a las personas, observar a las estrellas, sentir los rayos de Sol sobre el rostro…—se arrojó sobre la cama con desánimo—. No comeré nada hasta que me permitan ver a Ciel—conjuro en un  tono serio que contrastó con el ánimo mostrado segundos atrás y no volvió a decir nada durante horas.

 

******************************

 

Ciel se cubrió los ojos cuando las luces fueron encendidas, revisó el reloj junto a la cama, 5:30 a.m. leyó en la diminuta pantalla fosforescente, era demasiado temprano, eso significaba que finalmente le habían removido el castigo o en el mejor de los casos le darían instrucciones precisas de lo que debería hacer. Alois debería estar enloquecido, hacía un mes que no se veían, sin importar lo que hubiera hecho había tenido éxito.

 

Se levantó y espero pacientemente sentado, en minutos Sebastián entró a la habitación, Ciel le dedicó una mirada indiferente y le siguió fuera de la habitación.

 

—¿Permitirán que nos veamos?—preguntó mientras caminaba por ese pasillo tan blanco como el resto de las instalaciones.

 

—Al parecer temen que tu pequeño amigo muera de hambre…

 

—¿Cuánto tiempo lleva sin comer?

 

—Desde que regresamos no ha probado bocado, ni siquiera una gota de sangre…estaba demasiado débil.

 

Ciel sonrió por debajo incrédulo de que tal estrategia continuará surtiendo efecto tras todo el tiempo que llevaban usándola, aunque le preocupaba el que Alois la llevará a extremos cada vez más mayores, podría llegar un momento en que decidieran que no les era realmente útil y lo dejarán morir, prefería no pensar en esa posibilidad que muy a su pesar permanecía siempre latente. ¿Cuándo fueran clasificados como experimentos fallidos que harían con ellos?, y aún si los consideraban un éxito, ¿Qué tendrían que hacer para sobrevivir?

 

—¿Has bebido de su sangre?

 

La pregunta tomó desprevenido a Ciel, alzó la cabeza para observar al adulto que le rebasaba por mucho en estatura y contesto.

 

—¿Por qué la gente insiste en hacer preguntas cuya respuesta ya conoce?

 

—Eso significa que no.

 

—¿Acaso no lo has leído en mi informe?—preguntó con evidente fastidio—. Esas carpetas guardan más información sobre mi persona que la que yo mismo conozco.

 

—Interesante…—murmuró el adulto sujetando su mano, Ciel se sorprendió, intentó desprenderse del agarre.

 

—Suéltame…—murmuró por debajo sintiéndose abrumado por la presencia del adulto, demasiado pesada, más imponente y poderosa que cualquier otra que recordará.

 

—¿Acaso no fue así como huyeron la última vez?—inquirió Sebastián sosteniéndolo con fuerza, pero cuidando de no causarle daño alguno—. Mataron a sus guardianes y huyeron…—. El adulto se detuvo de golpe, miró al menor directo a los ojos y agregó—. Sin importar que tan ligero sea tu movimiento lo sentiré, ya que careces de instintos asesinos verdaderos es imposible confiar en el sentido común, es uno de tus dones no es así, puedes matar y tu víctima no es consciente del hecho hasta que esta al borde de la muerte, incluso tiene efecto en vampiros.

 

Ciel esquivó la mirada enfadado, sentía como si ese hombre lo leyera con la misma facilidad que a un libro, su personalidad quedaba al desnudo frente a él, terminó por someterse al trato, no sin antes agregar un comentario sarcástico.

 

—He matado a muchos de esta manera a pesar de que lo sabían, me sorprende que seas el primer en tomar medidas preventivas. Se supone que debo felicitarte.

 

—En tal caso, gracias.

 

Llegaron frente a una puerta automatizada, el mismo sistema de seguridad interminable e increíblemente desesperante según la opinión de Ciel protegía esta sección, había mejorado pero no demasiado, sólo era cuestión de tiempo para que encontrara la manera de averiarlo.

 

Sebastián lo llevo de la mano hasta una habitación, esta carente de todo mueble le recordó al lugar donde le habían castigado, los gritos aterrados de Alois poblaron su mente, los esparció rápidamente, no necesitaba de recuerdos obsoletos. Entró con paso dubitativo; en segundos sintió como Alois se abalanzaba sobre él, habría sido relativamente fácil haberse movido un par de centímetros y evitar el contacto, pero prefirió darle gusto siquiera una vez a su rubio amigo.

 

—¡Ciel!—exclamó Alois emocionado—te extrañe tanto…—y segundos después cayo al suelo arrastrando consigo a Ciel.

 

Ciel retuvo su caída e incluso permitió que Alois se acostara sobre su regazo, estaba pálido, demasiado.

 

—Debiste haber comido—le reprendió con cierta dureza—ellos nos necesitan a ambos, juntos, tarde o temprano habrían permitido que nos viéramos.

 

—Tenía tantas ganas de verte—exclamó el otro en voz baja—ansiaba más que nada tu sangre…

 

Ciel comprendió el significado de sus palabras y supo que no había tiempo que perder, tomó el demacrado y cansado rostro de su amigo, lo acercó hasta su cuello y susurró fríamente al oído.

 

—Bebe.

 

Alois así lo hizo, Ciel exclamó un leve quejido al sentir como los pequeños colmillos de Alois se clavaban en sus venas, dolía…pero era necesario, no lo admitiría jamás en voz alta, pero lo anhelaba y disfrutaba tanto como él, sólo en esas ocasiones, breves pero valiosos segundos era capaz de recordar, de sentir…veía a personas, una niña que le llamaba “hermano”, una mujer que le sonreía gentilmente y un hombre que con una cálida mirada exclama...”Ciel Phanthomhive” y entonces tan pronto como había terminado abría los ojos despertando del trance y regresaba a la habitación, a su realidad, aquella donde Alois rompía en una agonizante lentitud el contacto y lamía delicadamente las gotas de sangre que le escurrían por el cuello, le hacía cosquillas, pero no reía…

 

Cerró los ojos, estaba cansado, siempre lo estaba después de eso...Se arrojó sobre el suelo, Alois lo imitó y abrazo igual que cuando dormían.

 

—¿Los viste otra vez?—inquirió el rubio acariciando las mejillas cansadas de Ciel quién se sentía tan débil que ni siquiera tenía energías para quejarse.

 

—Si…—contestó, un hilillo de saliva le escurría por los labios—. Ciel Phanthomhive…es todo, todo…

 

—Algún día recuperaremos tus memorias perdidas—exclamó Alois besándola en la mejilla, su rostro sonrojado y alegre parecía disfrutar de la situación y a decir verdad estaba extasiado con el dolor y la angustia de Ciel, no quería que nadie le hiciera daño ni le causará sufrimiento alguno, nadie más que él…Él era el único con el derecho de provocar tal angustia y desesperación, el que tenía la obligación y el poder de calmarlo y hasta sanarlo…un vínculo, compartían un vinculo de amor, odio y angustia más poderoso que cualquier otro que hubiera o podría haber existido en el mundo, irrompible, único…

 

—Deberían continuar separados—comentó Sebastián ciertamente impresionado con la escena, incluso si sólo lo había presenciado mediante la cama de seguridad había sentido tal  fuerza emanar de ambos que por una milésima de segundos sus manos temblaron; separados eran fuertes, juntos inmensamente poderosos, pero también frágiles—. No apoyó la idea de unirlos nuevamente, podrían matar a todo estaba base si se les diera la gana.

 

—Son órdenes de los superiores—contestó Claude tomando notas en un cuaderno, el otro se guardo de comentar el detalle de que comenzaba a desesperarle esa pasividad propia de su compañero, siempre rígido.

 

—Supongo que es un riesgo que habrá que correr.

 

Sacó de su bolsillo un cigarrillo y lo encendió ante la mirada prejuiciosa de Claude, aún si le reprendía tenía un buen pretexto con cual defenderse, no obstante Claude se limitó a torcer los labios y continuar con sus notas.

 

—Ellos son un caso especial, quizás haya que manejar la posibilidad de acabar con uno—dijo con frialdad.

 

Sebastián enfocó su mirada en la televisión de plasma donde la imagen de los niños acostados juntos sobre el suelo se mostraba con gran claridad.

 

—No, es demasiado tarde para eso—sentenció apagando el cigarrillo—. Lo han hecho demasiados veces, ese niño rubio…es decir Alois ha bebido demasiado veces de la sangre de Ciel. ¿Lo sabes, no es verdad?

 

—El vínculo es demasiado fuerte, si los separamos uno podría morir. Para ambos es una droga, un intercambio mutuo de placer y de vida—concluyo Claude cerrando su cuaderno, se dirigió hasta Sebastián y agregó—. Mantelo vigilado.

 

—Por supuesto—accedió prestando en realidad mayor atención al rostro de Ciel que a las palabras de su compañero, le había buscado durante tanto tiempo y al fin lo encontraba. No lo dejaría escapar nunca más.

 

Claude salió de la habitación, Sebastián permaneció dentro observando a los niños dormir, al principio no le preocupo realmente el rostro ruborizado de Ciel, mas en segundos fue consciente de su error, estaba ardiendo en fiebre.

 

Entró rápidamente al cuarto y entre quejidos y reclamos de Alois lo arrancó de su lado, estaba demasiado débil.

 

—¡Devuélvemelo!—gritó el niño a punto de atacar a Sebastián—él me necesita hasta que se sienta mejor.

 

—Aleja tus manos, por favor—aclaró tomando en brazos el frágil cuerpo del adolescente, paso su mano por la frente, ardía en fiebre, no era un efecto físico sino mental, pese a ello necesitaba cuidados inmediatos o su cuerpo resentiría los efectos propios de un humano.

 

—Claude…—murmuró Alois sintiendo como el adulto tomaba su brazo impidiéndole atacar a Sebastián—. ¿Por qué me sujetas?—preguntó con tristeza, Sebastián sonrió al escuchar ese matiz de confianza impregnado en sus palabras, incluso había cierta decepción.

 

—Permita que lo atienda—contestó Claude arrodillándose hasta quedar al nivel de Alois, sujetaba sus manos con firmeza y delicadeza—. Ciel necesita de sus cuidados—al adulto acomodó sus cabellos, Alois le vio expectante, casi con aprecio.

 

—No quiero que lo alejen de mi lado…no quiero quedarme solo—confesó esquivando la mirada—no quiero estar solo…—repitió asiendo con tal fuerza las manos de Claude que el sonido propio de un hueso al quebrarse resonó en la habitación, el adulto ignorando el dolor paso sus manos por el rostro del menor y le miro fijamente.

 

—Yo estaré a tu lado, no estarás solo.

 

—¿De verdad?

 

—Si.

 

Alois asintió en silencio, Sebastián aprovecho el momento para abandonar la habitación, el rubio se limito a observar como alejaban una vez más a Ciel de su lado.

 

Sebastián llevo a Ciel a tomar un ducha fría, lo introdujo con ropa dentro de una tina con agua helada seguro de que ese simple remedio casero aliviaría la fiebre, el niño continuo inconsciente, despertó en su cama, envuelto en múltiples mantas.

 

—¿Hace cuanto que no te alimentas?—Ciel escuchó la pregunta de Sebastián bastante desorientado, su mente tardo unos segundos en procesar las palabras.

 

—No lo se, meses quizás…—le dolía la garganta, necesitaba agua, igual que si el adulto leyera sus pensamientos le paso un vaso con agua, bebió un par de sorbos.

 

—Pero permites que él beba de ti.

 

—¿Me estas reprendiendo?—preguntó indignado.

 

Sebastián sonrió y ayudo a Ciel a sostener el vaso, sus manos temblaban.

 

—Beber sangre no es sólo una necesidad, también significa un intercambio mutuo de conocimientos y recuerdos.

 

—No necesito que me lo expliques—replicó apartándose de si—. Cuando bebemos sangre se forma un vínculo entre el receptor y nosotros, compartimos recuerdos y somos capaces de entrar dentro de su mente, ver su pasado, aprender de sus errores, obtener información, pero también existe la posibilidad de que esa persona entre dentro de nosotros, por eso le matamos…no nos conviene que vayan por ahí sabiendo de nuestra existencia. ¿La explicación te ha satisfecho?

 

—Si eres consciente de eso, ¿Por qué te niegas a beber?—sonrió con burla y expresó con un gesto jactancioso—. ¿Acaso no te gusta matar?

 

Ciel sonrió, inclino el rostro hacia atrás y observo el techo.

 

—No me interesa si las personas mueren, son nuestras presas, sería igual que si un humano sintiera lástima de la vaca o el pollo que come—rió suavemente y enfocó su vista nuevamente hacia Sebastián—lo que realmente temo es compartir algo con alguien más. No tengo memorias, no se quién soy ni de donde vine, lo único que se es que mi nombre es Ciel Phanthomhive.

 

—¿Por qué permites que Alois beba de ti?

 

—Por que de otra manera enloquecería, además de que cuando el bebe de mi puedo recordar, sólo son imágenes, pero…-callo de pronto, no podía describirlo con claridad porque ni siquiera el comprendía lo que veía o sentía en esos momentos.

 

Sebastián levantó una ceja, ahora comprendía porque le habían asignado tal trabajo, esos niños no encajaban dentro de los modelos convencionales y Ciel tenía todas las características que el había buscado durante tanto tiempo.

 

—Alois es demasiado sensible—explico arropándose entre las colchas—cuando bebe de presa de una gran euforia o queda atrapado en medio de una gran tristeza, el odio, amor, venganza, rencor, temor...los siente como si fueran propios, las emociones humanas siempre logran entrar dentro de él, incluso cuando las ha matado continúan ahí, lastimándolo, de esta manera tarde o temprano se saldría de control, enloquecería—guardó silencio, se llevo ambas manos hasta el pecho y prosiguió—. Yo no tengo nada dentro de mí, no le puedo hacer daño.

 

—Tú le das la fuerza necesaria y él te protege, se necesitan.

 

Ciel asintió, observó como ese hombre se ponía de pie y dirigiéndose hasta donde él estaba le abrazo, la tibieza del contacto le repugno, mas las palabras que susurró cerca de su oído, pronunciadas con tal suavidad que ningún micrófono lo escucharía contuvieron su necesidad de arrojarlo lejos.

 

—Si quieres saber quién eres, sígueme…te arrancaré del purgatorio y arrastrare hasta el infierno.

 

Al observar que el ángulo desde donde se encontraban escapaba de la vigilancia de las múltiples cámaras de seguridad que se hallaban esparcidas por toda la habitación contestó.

 

—Acepto.

 

Nada podía ser peor que eso, no tenía absolutamente nada que perder.

 

Lo empujo con violencia para darle realismo a la escena, Sebastián retrocedió, era cierto que no había adquirido información nueva ya que las palabras dichas por Ciel le habían sido proporcionadas por sus superiores desde que esa misión le fue asignada meses atrás, pero eso no le importaba en lo absoluto; lo realmente interesante es que había abierto una pequeña y quizás en apariencia insignificante brecha en el corazón impuro del menor, aquel órgano tan frío que nadie, ni siquiera Alois había vislumbrado.

 

Satisfecho con su trabajo salió de la habitación, sonreía y era sonrisa bien valía la pena.

 

Ciel se cobijo entre las sábanas con el rostro indiferente que le caracterizaba.

 

“Te arrancaré del purgatorio y arrastrare hasta el infierno”

 

Las palabras resonaban dentro de su cabeza, dentro del folclore popular él era una criatura infernal después de todo, no tendría que arrastrarlo, iría por su propio pie…cerró los ojos y susurró en voz baja para si mismo.

 

—No, ya estoy dentro del infierno, él sólo me llevará a conocer una sección que desconozco.

 

****************************

 

Claude llevo a Alois hasta su habitación y le entrego el libro que tendría que estudiar para la lección del siguiente día.

 

Alois lo tomó con escepticismo, no le gustaba estudiar y sobretodo odiaba saber que allá afuera había un mundo entero que le impedían disfrutar, lo sujetó fuerte entre sus manos e interrumpió a Claude quién le daba indicaciones.

 

—Yo quiero a Ciel, pero me gusta verlo sufrir. Eso esta mal, ¿verdad?

 

El adulto no contestó, llevaba poco tiempo con Alois, era un muchacho impredecible y hasta manipulador en ocasiones, aunque también había mostrado su verdadera personalidad ante él en varias ocasiones, le gustaba hablar y lo había comprobado durante los días anteriores que obligado a guardar cama ante su negativa a beber cualquier tipo de sangre habían mantenido largas conversaciones.

 

—¿Te cuento como conocí a Ciel?

 

A decir verdad no le apetecía conocer los trasfondos de la relación de Alois con ese otro niño, pero era consciente de que a pesar de su aspecto y “cualidades” continuaban siendo eso: niños y de acuerdo a las indicaciones de sus superiores, su trabajo era asegurarse del bienestar y estabilidad físico y mental de Alois; no tenía opción, era su deber como Guardián.

 

—Adelante—contestó con su ya acostumbrada frialdad.

 

Alois habituado a tal comportamiento empezó:

 

—La primera vez que fui a Ciel fue…

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Segundo capi, un poco más largo que el anterior y muchas preguntas.

 

La verdad me sorprendió la recepción que tuvo el primer capi, creí que no iba a gustar, pero me alegro que al menos el primer capi les haya gustado, así que espero no decepcionarlos demasiado con este capi donde se revela un poco más de la trama.

 

 

 

Lamento no poder responder sus reviews personalmente por cuestiones personales, pese a ello me animan mucho para continuar y me dan un marco de referecnia respecto a como lo hado, así que permitanme al menos agradecerles mediante este medio a:

 

dangeroOuz, 地獄少女 , ruliz1991, angeD.B., mariela-san, rizma, estephanie, yolis, dulcerita, inusomnio, leonorie viper, hinachan, hinachan, nicoler , blacksmile ,cerberasi ,Azular, lady hikari, lala milk, menita, spring lili, maiikaulitz , Mathy , narutaku, kazumi_queen_vampire , Sabaku no Haku , denisfanaru, xinislovemeXD , mili ,hana midori.

 

 

Intentaré actualizar cada semana, los sábados, pero no es algo seguro, la verdad tras ver el capi de kuro de esta semana me emocioné y me dieron ganas de postearlo, XD.

 

En el anterior capi olvidé mencionar que “crearé” a mis propios vampiros, una de las cosas que más me gustan del mito vampírico es que cada autor los refleja como les place, pero yo prefiero mantener las características propias, aquellas que los hacen sangrientas criaturas de la noche pero con una dosis de mi locura, así que expondré mis propias reglas.

 

Cualquier duda, comentario, queja, sugerencia, crítica, etc., será bien recibida.

 

Gracias por leer.


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