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Endless Rain por metallikita666

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Notas del capitulo:

 

 

 

 

Al otro día, el festival había acabado. Cada banda se marchó a su ciudad de origen, y los miembros a sus hogares.

-Hide, ¿te irás a tu casa?- inquirió el baterista, tomando su maleta para subirla al auto, curioso al notar que no le pedía acompañarlo.

-No… Visitaré a mis primos[1]- repuso el otro, sin mucho convencimiento, sabiendo que debía añadir algo para no sonar sospechoso. –Anoche me llamó Kaz para decirme que había algo que deseaban proponerme, apenas estuviera en la ciudad- finalizó con una incipiente sonrisa, que para nada resultó natural.

-Comprendo…- dijo Yoshiki, mirándolo de forma extrañada, aunque cambiando de semblante al momento. -¡Está bien! Me los saludas. ¡Y llámame apenas llegues!- y subiéndose a su vehículo, encendió, saliendo del ahí al momento.

Matsumoto lo vio irse, experimentando de nuevo aquella horrible presión en el pecho, que tanto lo había atormentado el día anterior. Sin embargo, no cejó en su empeño, pues se había convencido a sí mismo de que era mejor acabar con todo aquello de una vez.

-Vamos a ver si eres tan caradura como labioso, Sakurai-sama…- masculló para sí mismo, levantando el brazo para tomar un taxi. El transporte, siguiendo su solicitud, lo dejó al frente de una casa grande y muy hermosa. Después de pagar y bajarse, tocó el timbre, aguardando que le abrieran.

-¡Hola! ¿Qué desea?- una chica bastante guapa y pelinegra le salió al encuentro, sonriéndole luego de hablarle. La araña se sorprendió, contrariándose aún más, pero intentando ser gentil también.

-Hola… ¿Está Atsushi Sakurai-san?-

-¡Vaya que tiene suerte! Mi hermano acaba de llegar de un festival en Tokio. ¡Pase, por favor!- y con la misma amabilidad, terminó de abrir la puerta, cediéndole lugar para que entrara. El pelifucsia se inclinó a modo de agradecimiento, haciendo como le pedía. “Menos mal… Pero sólo eso faltaba”, pensó para sí, desechando la idea que tanto le molestara, al creer que aquella chica era la novia de quien venía a buscar. Una vez dentro y tras tomar asiento, miró a la muchacha desaparecer por las escaleras, no sin que antes le dijera que en breve el vocalista estaría con él.

El guitarrista comenzó a sentirse terriblemente impaciente, aunque apenas si habían pasado unos cuantos segundos. Tamborileaba con los dedos sobre su rodilla, pensando en lo que le diría al pelinegro cuando lo viera. Las ideas corrían por su mente, en tanto que descartaba la actual y consideraba la siguiente. Pronto se oyeron unos pasos en los escalones.

-¿Hide-san?- preguntó Sakurai, alzando las cejas a modo de sorpresa -¿Qué puedo… hacer por usted?-

La araña se levantó de golpe. De pronto, toda la diplomacia que pensaba podría tener con el vocalista, se disipó en su mente. La actitud altanera del chico lo sacó de quicio.

-¿Y todavía preguntas? ¿En serio no tienes ni puta idea de qué hago aquí?- inquirió alterado, bufando.

Atsushi terminó de bajar los escalones, yendo hacia el bar que había en la esquina de la sala. Destapó la botella del whisky y se sirvió un trago. Cuando tuvo el vaso en la mano, se volteó, mirando despreocupadamente a Matsumoto.

-No. Ni idea- echándose el trago luego de responder, devolvió el vaso a su sitio. Su rostro impasible no mentía: en realidad, no se le ocurría qué vínculo podría tener él con el guitarrista de cabello rosa. Desesperado, el mayor le gritó

-¿¡El nombre de Yoshiki Hayashi te dice algo!?-

Su reacción fue inmediata. Abrió mucho los lindos ojos negros, apoyando la espalda en el mueble de los licores.

-Aaahh… sí, sí. De hecho que sí. Perdona, pero para mí es complicado acordarme de toda la gente con la que me relaciono… en una gira- mintió, sonriendo sarcásticamente al final de su comentario. -¿Gustas tomar algo?-

-¿Pero cómo te atreves, maldito!- y sin pensarlo dos veces, se le fue encima, golpeándolo con el puño en la mejilla. Y aunque estaba furioso, retrocedió, deseando presenciar el efecto de sus actos. Sakurai se mantuvo tal como el puñetazo lo dejó. Luego de unos instantes, volteó la cabeza, y después de que el cabello se moviera de sobre su rostro, se vio por entero su faz. Un hilo de sangre le escurría por la comisura, y sus orbes se clavaron en Matsumoto.

-Hide, yo no sé qué es lo que se traigan ustedes dos… Pero sea como fuere, con quien deberías estar molesto es con Yoshiki… ¿no te parece? Yo a ti no te debía nada. No tenía por qué respetarte…-

El cantante de Buck-Tick levantó el brazo para limpiarse la sangre con el puño de la camisa. Seguidamente, se acomodó su largo y brillante cabello con una mano.

-¿No crees que tenga razón? Mira, me da mucha pena decírtelo, pero el que me buscó fue él…- media sonrisa comenzó a formarse en sus labios –Y aunque al principio estaba reticente, te lo confieso, debo reconocer que tienes un novio muy atractivo…-

Los ojos cafés de la araña se preñaron de lágrimas. Si bien tenía muchísimos más golpes para el menor, su ánimo impetuoso y colérico empezó a ceder. Las palabras del vocalista martilleaban su cerebro; por mucho que le doliera, Sakurai tenía razón. Resuelto a que no dejaría que el otro lo viera de aquella manera, se encaminó a la puerta; a la misma por la que momentos antes había entrado.

El pelinegro lo observó, permaneciendo en silencio. Aunque se había solazado burlándose un poco del pelifucsia, no seguiría torturándolo. Una vez que la puerta se cerró, volvió a su habitación, escaleras arriba.

Hundido en la tristeza, Hide continuó caminando sin rumbo, una vez que salió de casa de Atsushi. Atravesó un parque, y cuando estaba justo a punto de abandonarlo, se detuvo. Mirando al horizonte, por fin dejó que su llanto brotara con fuerza. Se tapó el rostro con ambas manos, gimoteando lastimeramente. Luego las retrajo, e instintivamente se volteó hacia el árbol que más cerca tenía, pateando su tronco con ira.

-¡Infeliz, y todavía osaste corresponder a mis caricias!- gritó furioso, volviendo a llorar con infinita pesadumbre y desesperación. Se recargó de espaldas en el árbol, dejándose caer al suelo, lentamente.

Sentado contra el tronco, observaba la nada. Como si el aire sobre él pesara toneladas, carecía de la menor voluntad para moverse, y las amargas lágrimas no cesaban de brotar.

-Hoy, después de tanto tiempo haciendo el gran esfuerzo de controlarme por amor a ti… me dejas sin opción[2].-

 

 

 

Atsushi se despidió de su hermana, no sin antes avisarle que aquella noche él usaría el auto. Ella accedió sin problema alguno, comunicándole que pensaba quedarse en casa.

Subió al vehículo y se dirigió a la discoteca en la cual había quedado de verse con sus amigos. No solía él escoger el lugar de reunión, sino que solamente arribaba a donde le dijeran. A medio camino, recordó que no había comprado cigarrillos, y como era poco probable que vendieran su marca favorita en aquel antro de gente estirada, ideó detenerse en uno de los bares de mala muerte por los que estaba pasando. En efecto, eligió el peor de ellos, estacionándose cerca para luego entrar.

Oscuro y poco ventilado, el sitio no provocaba quedarse. Sakurai caminó hacia la barra, pidiéndole al cantinero lo que había ido a buscar. El hombre le alargó el paquete, y como no tenía cambio suficiente para devolverle, le pidió que esperara un momento. El vocalista asintió, y mientras aguardaba, colocó un cigarrillo en sus labios. Después de encenderlo y guardarse los demás en la chaqueta, dio un rápido vistazo a los sujetos que bebían calladamente en aquel lúgubre lugar. Su vista se detuvo al reconocer a alguien. Dio un par de pasos hacia aquella persona y comprobó que, en efecto, se trataba de la araña pelifucsia.

Rodeado de varias botellas de sake, Hide lucía deplorablemente ebrio. Echado sobre la sucia barra, apenas si podía erguir el cuello y empinarse el trago. Aún así, se lo bebía rápidamente, cediendo luego al peso irremediable de sus párpados. Ni siquiera su eterna ropa chillona resplandecía.

El pelinegro se asombró de hallarlo en aquel estado. Empero, la curiosidad pudo más que su tradicional indiferencia, por lo que al momento extrajo el teléfono móvil de su bolsillo.

-¿Hi-chan? Voy a necesitar que me disculpen por esta noche. Mariko no se siente bien y me pidió que me quedara con ella. Nos vemos mañana en el estudio. Un beso…-

Tras la mendaz excusa, se pidió un whisky doble.

-Hide, ¿estás bien?- El interpelado abrió los lánguidos ojos, intentando enfocar la silueta que tenía al frente. –Porque déjame decirte que en absoluto lo pareces…-

-¿Qué carajos… haces… aquí?- replicó Matsumoto, con enorme dificultad. -¿Es que no es… suficiente… ¡hip!... con todo lo que me hiciste… ya?- se quejó de manera infantil, devolviendo la botella a la barra, con tal fuerza que por poco la quiebra.

El vocalista sonrió divertido, tomando el sake para alejarlo del chico. Acto seguido, se sentó en uno de los bancos de junto.

-¿Todavía sigues con eso? Deberías olvidarlo. No es bueno ser tan rencoroso…-

Una mirada bastante cansina fue su respuesta. Hide intentó tomar la botella de licor nuevamente.

-¡Ya deja de tomar! Mírate cómo estás. Si Yoshiki llega a saberlo, se preocupará muchísimo…-

-A mí… ya no me importa… ese tipo- habló por fin el de cabello rosa, con tono aparentemente resuelto. La ausencia de llanto sorprendió al menor.

-Pues sí, creo que tienes razón en pensar así. Pero si tan convencido estás, ¿por qué sigues bebiendo?-

-¡Qué putas te importa!- se fastidió el otro, arrebatándole por fin el sake. Dio un sorbo bastante cuantioso a la botella, tras del cual se acabó su contenido. El pelinegro advirtió que el músico pensaba seguir emborrachándose, pero un muy importante detalle truncó sus planes.

-¡Mierda! Ya no tengo… dinero- la araña miró a su repentino acompañante.

-Ah, no, ¡ni se te ocurra!- se apuró éste –Ni creas que viéndote en ese estado, voy a contribuir con tamaña irresponsabilidad. Te llevaré a tu casa.-

Terminándose su bebida, Atsushi se puso de pie.

-¿Qué razón tengo… ¡hip!... para confiar en ti?- inquirió el mayor, viéndolo con desconfianza. Su cabello rosa, desparramado por su espalda, le caía también ligeramente sobre el rostro, haciendo que sus ojos delineados de negro resaltaran muchísimo.

-Sinceramente, ninguna- reconoció Sakurai –pero soy el único que puede sacarte de aquí antes de que lo haga la policía.-

Dado que su peso no representaba gran esfuerzo para la corpulencia del más alto, pronto ambos estuvieron en el auto de Atsushi, camino de la ciudad.

 


[1] En esta historia, todos los miembros de Spread Beaver son primos de Hide.

[2] Entiéndase que Hide tiene problemas con el alcohol, por lo que Yoshiki le ha pedido que se mantenga sobrio. 

 


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