Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Falling por Khira

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Falling

 

Por Khira

 

Capítulo 4. Amistad

 

Aquella noche, cuando Sakuragi regresó al hotel, Furuta todavía estaba despierto en la habitación, pero no le dirigió la palabra, ni esa noche ni los días siguientes. Al pelirrojo le importó más bien poco, tenía cosas mucho más importantes en las que pensar que en el cabreo de su compañero de equipo.

 

Tal y como esperaba, los entrenamientos intensivos con la selección fueron tan agobiantes que Sakuragi no dispuso ni de un día libre para visitar otra vez a Rukawa. Sólo le quedaban las noches, aunque el entrenador les había prohibido rotundamente salir del hotel a esas horas, pero igualmente aunque llamaba a Rukawa por teléfono para quedar este no le contestaba.

 

Un día antes del comienzo del mundial, justo una semana después de que llegara a su país natal -él se había incorporado tarde a la concentración por culpa de la federación de la NBA-, Hanamichi Sakuragi recibió una agradable sorpresa mientras entrenaba con su equipo en el pabellón que les habían asignado.

 

- Ey, Sakuragi - su compañero Shunsuke Ito le llamó la atención - ¿Conoces a esa pandilla de las gradas? - preguntó señalando hacia ellas.

 

Sakuragi miró hacia las gradas, las cuales estaban repletas de seguidores nipones, aunque no le costó nada distinguir el escandaloso grupito que le indicaba Ito.

 

El pelirrojo sonrió de oreja a oreja cuando vio que se trataba de su ejército.

 

Cuando ellos vieron que por fin les miraba, empezaron a gritar a todo pulmón.

 

- ¡¡HANAMICHIII SAKURAGIII ES EL MEJOOOOOOR...!!

 

En lugar de avergonzarse, Sakuragi agradeció su apoyo saludándoles con la mano, lo que le costó una regañina por parte del seleccionador, pero no le importó lo más mínimo. Por fin después de casi un año volvería a ver a sus amigos...

 

xXx

 

Nada más terminar el entrenamiento y ducharse, Sakuragi se reunió con ellos a la salida de la cancha, en medio de una marea histérica de seguidores y fans que hacían todo lo posible para tocarle, y a ser posible, arrancarle un mechón de su rojo cabello. Gracias a la ayuda de los miembros de seguridad de la selección japonesa, pues Sakuragi no tenía guardaespaldas propios, consiguió alejarse con ellos de la marea humana y entrar en uno de los recintos privados con que contaba el pabellón.

 

- ¡Hanamichiii! - gritaron Yohei, Takamiya, Ookusu y Noma a la vez, lanzándose a los brazos del que aún consideraban su líder indiscutible.

 

- Hola chicos - dijo Sakuragi respondiendo a su abrazo - Os he echado un montón de menos...

 

- Y nosotros a ti - dijo Yohei, el más feliz de todos después del pelirrojo.

 

- Sentaos, sentaos - les dijo Sakuragi indicando unas sillas de plástico que había por allí. Todos le obedecieron - Contadme, chicos. ¿Qué tal va todo?

 

- Bien, como siempre - sonrió Noma - Aunque seguro que no tan bien como a ti.

 

- No creáis que es para tanto - Sakuragi le devolvió la sonrisa - ¿Y eso que habéis podido venir? ¿No teníais todos trabajo?

 

- Pero hemos pedido libre - explicó Ookusu - ¡No nos podíamos perder tu debut en un mundial!

 

- ¡Y menos en nuestro propio país! - añadió Yohei.

 

- ¿Estaréis en el partido de mañana? - preguntó ilusionado.

 

- ¡Por supuesto que sí! - exclamaron todos a la vez.

 

- ... - la sonrisa en el rostro de Sakuragi se estaba haciendo permanente.

 

- Oye Hanamichi... - dijo Takamiya - Esa comida que hay encima de la mesa... ¿es para nosotros...?

 

El pelirrojo se echó a reír.

 

- Jajaja, pues no lo creo. Me parece que esto es una sala de prensa, así que estará reservado para los periodistas...

 

- Oh, vaya... - musitó el chico gordo.

 

- Pero porque piquéis algo no creo que os digan nada...

 

- ¿En serio? ¡Viva!

 

Takamiya se levantó como un resorte de la silla en dirección a la comida; no tardó en ser imitado por Noma y Ooukusu. Empezaron a devorar con tal hambre los canapés que había preparados que el pelirrojo empezó a arrepentirse de haberles dicho que podían probar unos pocos...

 

- A ver si ganáis el partido de mañana - le dijo Yohei, el único que se había quedado sentado a su lado.

 

- Ojalá, pero lo tenemos difícil con los alemanes...

 

- Bah, seguro que podéis con ellos...

 

- Puede... Pero vamos a hablar de otra cosa, por una vez al año que os veo no quiero hablar sólo de baloncesto... - pidió Sakuragi.

 

- Como quieras - accedió Yohei, comprendiendo que quizás estaba cansado del monotema.

 

- Cuéntame, ¿qué tal el trabajo en ese hipermercado?

 

- Genial, hace unos meses me ascendieron a encargado, ¡y pasé a cobrar el doble! Aunque claro, comparado con lo que ganas tú...

 

- No te creas que es tanto - dijo evasivo - ¿Y que tal con Sayaka?

 

- Buf... eso no tan bien - la expresión de Yohei se ensombreció un poco - La verdad ahora mismo no estamos juntos. Dijo que quería tomarse un descanso, que estaba un poco agobiada...

 

- Vaya, lo siento...

 

- No te preocupes, creo que todo es por culpa de sus padres, que siempre le están preguntando que cuando nos casamos...

 

- Los padres japoneses aún son muy tradicionales...

 

- Habló el liberal - se rió el moreno - ¿Ya te has americanizado del todo?

 

- No es eso - se defendió el jugador de la selección - Pero es fácil darse cuenta de que aquí hay todavía muchos tabúes, que ya no existen en otros sitios...

 

- ¿Cómo la homosexualidad?

 

Sakuragi miró asustado a los tres amigos que seguían zampando ajenos a la conversación, pero Yohei había hablado en voz muy baja.

 

- No te preocupes, ahora mismo su mundo es la comida - se rió.

 

- ... - Sakuragi volvió a mirar a Yohei - ¿No se lo has contado a ninguno, verdad?

 

- Claro que no, tú me pediste que no lo hiciera, que todavía estabas hecho un lío, ¿no? - dijo Yohei - Dime, ¿ya te has aclarado?

 

- Todavía no... - murmuró el pelirrojo - He tenido varias... experiencias, allí en Estados Unidos, pero aún no...

 

- No creo que debas agobiarte por este tema, Hanamichi. A lo mejor eres bisexual, y punto.

 

- Ya... no sé...

 

- Cambiando de tema, o no tanto... ¿cómo está Rukawa? - preguntó Yohei malicioso.

 

Sakuragi parpadeó sorprendido.

 

- ¿Cómo...?

 

- Es la primera vez en siete años que nos vemos y no preguntas si hemos sabido algo de él - Yohei sonrió, orgulloso de su capacidad deductiva - Eso significa que has sido tú quien le ha encontrado.

 

El pelirrojo se quedó sin saber qué decir. No quería mentirle a Yohei y negar que le había visto, pero entonces empezarían las preguntas y él no se veía con fuerzas de explicar a que se dedicaba el hasta ahora desaparecido zorro.

 

- ¿Y bien? ¿Cómo está? - insistió Yohei, sin entender la expresión temerosa de su mejor amigo.

 

- Está... bien - respondió finalmente Sakuragi - M-me lo encontré de casualidad por la calle un día que salí a pasear...

 

- Ah... sí que es casualidad, sí... Bueno, ¿y que te contó? ¿Dónde ha estado todo este tiempo?

 

- Eh... creo que ya lleva un par de años viviendo en Hiroshima.

 

- ¿Y a que se dedica?

 

- ... - efectivamente la pregunta no había tardado en salir - Pues... ahora mismo está desempleado.

 

- Oh, vaya. ¿Y ya sabes por qué desapar...?

 

Pero Sakuragi le interrumpió para evitar que siguiera interrogándole, aunque de todas maneras ya era hora de marcharse, seguramente casi todo el equipo estaría esperándole en el autobús para volver al hotel.

 

- Oíd chicos, tengo que irme - dijo en voz alta levantándose - Espero veros mañana y poder estar más tiempo con vosotros después del partido.

 

- Cuenta con ello, porque allí estaremos - dijo Takamiya después de tragar todo lo que tenía en la boca.

 

Yohei se levantó un poco a regañadientes, estaba intrigado por el motivo por el cual Hanamichi no había querido hablar más de Rukawa. Sin embargo tuvo que aguantarse la curiosidad y despedir al pelirrojo a la salida del pabellón junto a los demás.

 

xXx

 

Se suponía que tendría que estar durmiendo, o como mínimo descansando, ya que al día siguiente era la final, pero Sakuragi no podía pegar ojo. Era cerrar los ojos y pensar en Rukawa, imaginárselo, preguntarse que estaría haciendo ahora, o con quién...

 

Abrió los ojos y miró la hora en su reloj de pulsera: eran las doce de la noche. Si el entrenador le descubría saliendo a esas horas le caería una buena... aunque seguro que no le dejaban sin jugar, la selección sin él reducía sus posibilidades de ganar a la mitad...

 

Por los ronquidos de Furuta estaba claro que el jugador dormía profundamente, pero igualmente tuvo cuidado de no hacer un solo ruido mientras se levantaba y se vestía. Desde hacía dos días el tiempo había refrescado un poco por lo que esta vez se puso unos pantalones largos. Cuando estuvo vestido salió silenciosamente de la habitación y bajó hasta el hall.

 

El recepcionista le llamó a un taxi a cambio de una generosa propina que incluía el pago por su silencio, y veinte minutos después estaba enfrente de la casa del zorro.

 

Mientras tocaba el timbre rogó por no encontrarle acompañado, pero nadie acudió a abrir. Lo intentó un par de veces más, pero tampoco obtuvo respuesta.

 

Sacó su teléfono móvil y le llamó otra vez, pero más de lo mismo. Ni estaba en casa ni contestaba al móvil. ¿Dónde se habría metido Rukawa...?

 

"Quizás está en casa de un cliente o en un hotel...", pensó apenado, y sintiendo también bastante rabia.

 

Decepcionado por no haberle encontrado, Sakuragi bajó de nuevo con el ascensor y se quedó en la calle junto al portal varios minutos, pensando que hacer ahora.

 

Al ser viernes noche había bastante gente paseando por la calle. Afortunadamente había tomado la precaución de ponerse un gorro tipo pipo que le tapara sus rojizos cabellos, los cuales se habían convertido en una especie de marca de fábrica por los cuales casi todo el mundo le reconocía, además de unas gafas de sol no muy oscuras, y pasó bastante desapercibido a excepción de por su altura.

 

Al otro lado de la acera vio unas chicas muy arregladas caminar en dirección al centro, y tuvo una idea, o más bien una esperanza. Por el estilo de vida de Rukawa no le extrañaría que también saliera los fines de semana, quizás le encontraría, si no había muchos, en algún local de ambiente de la ciudad.

 

Era arriesgado, ya que si alguien le reconocía en un lugar así corría el peligro de que se descubriera su homosexualidad, aunque él mismo aún no estuviera seguro de ella. ¿Qué periodista se creería que estaba en un bar gay sólo porque buscaba a un amigo...?

 

No tardó en encontrar uno. Era un pub muy pequeño, y diez minutos después ya lo había recorrido entero, sin encontrar ni rastro del zorro, sólo humo, música estridente, y chicos follando en los baños. Así pues salió en busca de otro, en ese momento no le importaba que fueran casi la una de la madrugada y al día siguiente empezara el mundial, lo único que quería era encontrar a Rukawa...

 

xXx

 

Sentado en la barra de una enorme y ruidosa discoteca gay del centro, Kaede Rukawa esperaba a que se le acercara algún posible cliente mientras se tomaba un whisky con hielo y limón, su bebida favorita. Desde que estaba allí se le habían acercado muchos hombres, y no tan hombres, pero en cuanto les comunicaba que era de los que cobraban salían espantados. Rukawa se preguntó si el país volvía a estar en una crisis económica o qué, a ese paso él tampoco podría pagar su cuota mensual de la hipoteca...

 

- ¿Me pones otra? - le pidió al camarero al terminarse la copa, mientras esperaba la segunda se encendió un cigarrillo.

 

Cuando le hubieron servido Rukawa iba a sacar su cartera para pagar cuando una mano se le adelantó y le dio un billete de mil yens al camarero.

 

- Yo invito - dijo un chico a su lado.

 

Rukawa le miró fijamente. Era un hombre joven, quizás de unos veinticinco o veintiséis años, con el pelo corto y castaño y los ojos oscuros, alto, bastante atractivo.

 

- Gracias - dijo secamente.

 

- Llevo mirándote un buen rato - dijo el castaño después de recoger el cambio - Me llamo Dai, ¿y tú?

 

- Satoshi - Rukawa no se sorprendió porque se presentara por el nombre y no por el apellido, eso era bastante común en sitios como aquél, donde se cogía ‘confianza' tan rápido, en especial en los cuartos oscuros...

 

- ¿Qué edad tienes? - preguntó Dai.

 

- Veinticuatro.

 

- Vaya, pues te conservas muy bien - sonrió el chico - Pareces mucho más joven.

 

- ¿Y te gustan así?

 

- Me encantan - la sonrisa de Dai se hizo más pequeña y frívola.

 

- Me alegro por ti.

 

- Oye, que te parece si nos vamos a un sitio un poco más... ¿íntimo?

 

El chico de ojos azules exhaló una fina bocanada de humo.

 

- Lo siento, pero yo no voy a esos sitios gratis, ¿entiendes?

 

- Ya lo sé - dijo el otro inesperadamente, al mismo tiempo que le acariciaba una mejilla - Un amigo que te ha entrado antes me ha avisado. Pero por mí no hay problema, tengo dinero, y vales la pena...

 

- Lo siento, está conmigo - dijo una potente voz tras ellos.

 

Antes de que pudiera reaccionar, Rukawa se encontró con un fuerte brazo rodeándole el cuello. Al momento supo asombrado que se trataba de Sakuragi.

 

- ¿Pero qué...? - empezó a decir.

 

Sakuragi, situado a sus espaldas, le interrumpió dirigiéndose a Dai. Ya no llevaba las gafas de sol y su mirada era intimidante.

 

- ¿Te importaría dejarnos solos? - preguntó amenazante.

 

- Claro... - murmuró el castaño, decepcionado.

 

Una vez se quedaron solos, Rukawa se sacó de encima el pesado abrazo del pelirrojo. Sakuragi se colocó delante de él, sentado en el taburete donde unos segundos antes estaba Dai, dispuesto a aguantar las más que seguras quejas del zorro.

 

- ¡¿Es que te has propuesto dejarme sin clientes?! ¡¿Por qué coño has hecho eso?! - le preguntó Rukawa, furioso.

 

- Lo siento, no lo he podido evitar - respondió sinceramente.

 

- ¡¿Qué no lo has podido evitar?! - repitió - ¡Joder! - exclamó.

 

Dejó el cigarrillo en un cenicero de la barra, y bebió un poco para tranquilizarse.

 

- Rukawa... - empezó el pelirrojo.

 

- Aquí soy Satoshi - le interrumpió el zorro sin mirarle.

 

- Rukawa - repitió ignorando el comentario - Aún no sé por qué estás haciendo esto... pero... si necesitas dinero...

 

- No te atrevas - ahora sí que Rukawa le miró, sus ojos azules eran puro hielo - No te atrevas, Sakuragi - repitió.

 

- Pero... - a Sakuragi le había sorprendido mucho esa actitud - ¿Por qué no? Éramos amigos, ¿recuerdas? Y los amigos se ayudan en momentos de necesidad...

 

- No me hagas reír, sabes que no me gusta hacerlo - replicó Rukawa con sarcasmo - ¿Amigos tú y yo? Sólo éramos dos compañeros de instituto que jugaban en el mismo equipo de baloncesto.

 

- Eso no es cierto, y lo sabes. Éramos algo más... Más que amigos, incluso - tentó.

 

- Por cierto, ¿no empieza mañana el mundial? ¿Qué coño haces aquí a estas horas?

 

A Sakuragi le dolió mucho aquel cambio de tema. ¿Por qué Rukawa negaba el que hubieran sido amigos?

 

- Tenía que verte... Fui a tu casa, pero no estabas...

 

- Te dije que me llamaras antes...

 

- Lo hice, pero no me has contestado.

 

- No lo habré oído, la música está muy alta...

 

- Así que pensé que a lo mejor estarías en un sitio así...

 

- ¿Un sitio así? - repitió Rukawa - ¿Te refieres a un bar de maricones?

 

- Yo no he querido decir eso - se defendió el pelirrojo.

 

- Ya... - Rukawa apuró su copa y se levantó de su taburete - Tengo que irme, ya nos veremos...

 

- Rukawa... - musitó el pelirrojo, viendo como se marchaba y sin ánimos ya para impedirlo.

 

Le siguió con la mirada, y entonces vio sorprendido que el zorro no se dirigía hacia la salida, sino hacia el cuarto oscuro de la discoteca. Y es que Rukawa por esa noche ya pasaba del dinero, lo único que quería era liberarse un rato y tener la mente en blanco, el que Sakuragi le siguiera a todas partes le estaba desquiciando. Si esta vez le seguía hasta el cuarto oscuro seguro que allí dentro no se atrevería a interrumpir.

 

En efecto Sakuragi se levantó para seguirle, caminando con pasos lentos hasta el lugar. Entró inseguro, nunca había estado en un sitio como ese, y lo cierto es que superó sus expectativas.

 

El lugar le recordó a la leyenda de Sodoma y Gomorra en versión gay, eran unas habitaciones con poca luz llenas de hombres medio desnudos que tenían sexo entre ellos sin importar con quién; allí había parejas, tríos, incluso orgías. De hecho aquello era una impresionante orgía en su conjunto.

 

Se adentró un poco más, soportando con entereza las miradas lascivas que le dedicaban los pocos que se daban cuenta de su presencia, hasta que localizó a Rukawa con dos tipos.

 

No aguantó más de diez segundos mirando. Se dio la vuelta y se marchó, sin darse cuenta de unos ojos azules que también le habían localizado y le vieron irse triunfantes.

 

Continuará...

Notas finales:

Gracias por los reviews ^^.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).