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Falling por Khira

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Notas del capitulo: Último capítulo publicado y penúltimo de la historia.

Falling

 

Por Khira

 

Capítulo 6. Decepción

 

Al instante de oír aquella palabra maldita, Sakuragi sintió que un gran vacío se abría bajo sus pies y que sus esperanzas e ilusiones eran engullidas por él sin piedad.

 

-¿Qué has dicho? -preguntó sin voz.

 

-Que tu amigo Satoshi es seropositivo -repitió Furuta sin variar su expresión-. Fue lo primero que me dijo al empezar, para que me pusiera un preservativo.

 

-Rukawa... Se llama... Rukawa... -susurró.

 

El pelirrojo se dejó caer sentado en la cama.

 

«¿Rukawa tiene  sida...?»

 

-Eso no puede ser... es mentira... -se dijo a sí mismo.

 

Pero entonces, como un flashback repentino, Sakuragi recordó la cantidad de medicamentos que encontró en el baño de Rukawa, algunos de los cuales no reconoció. ¿Y si eran el tratamiento que seguía...?

 

-No, no puede ser... -repitió.

 

Recordó entonces también la manera en la que había encontrado al zorro esa tarde, enfermo y demacrado.

 

«Sólo era un ataque de tos...», quiso convencerse a si mismo usando las mismas palabras que Rukawa. «No tiene nada que ver con el sida...»

 

Furuta veía orgulloso el rostro angustiado de Sakuragi, cruelmente satisfecho del resultado de sus malintencionadas palabras. El pelirrojo por su parte se encontraba en un estado casi de shock, del que despertó súbitamente. Se levantó de un salto de la cama y volvió a vestirse.

 

-¿A dónde vas? -preguntó Furuta.

 

-A hablar con "Satoshi" -respondió Sakuragi secamente antes de salir de la habitación.

 

xXx

 

Tumbado en la cama pero sin dormir, Rukawa comprobaba aliviado que su tos disminuía de intensidad gracias al repelente jarabe que le había comprado Sakuragi, y que por cierto no le había pagado.

 

«Ya le daré el dinero cuando lo vuelva a ver...», pensó.

 

«Cuando le vuelva a ver...»

 

Suspiró pesadamente. Para que engañarse más a sí mismo, haciéndose el ofendido con las persecuciones de Sakuragi y sus constantes visitas, lo cierto es que estaba poco menos que encantado... Sí, encantado de verle cara a cara otra vez, de escuchar su voz, de tocarle, de sentirle... después de siete años en los que había tenido que conformarse con ver su rostro en televisión durante alguna entrevista, pues no le había mentido al decirle que ya no miraba los partidos de baloncesto. Le resultaba demasiado doloroso.

 

Y luego estaba el beso. ¿Por qué Sakuragi le había besado en la frente como a un niño pequeño? ¿Tan vulnerable parecía? Como odiaba eso...

 

No, él no era vulnerable. Quizás antes sí, aunque lo disimulara; pero ahora ya no había nada que pudiera hacerle daño. A lo único que le tenía apego en ese momento era a su pequeño piso.

 

El inesperado sonido del timbre le sobresaltó.

 

«¿Y ahora...?», se preguntó. Sakuragi no podía ser, hacía menos de una hora que se había marchado. Pero sin embargo, tenía el presentimiento de que sería otra vez su ex compañero de equipo.

 

Salió de la cama a regañadientes, y con pasos perezosos se dirigió a la puerta. Por la mirilla comprobó que efectivamente se trataba del pelirrojo.

 

Abrió. Le sorprendió un poco la expresión tan seria y poco habitual en él que mostraba Sakuragi, pero no comentó nada al respecto.

 

-Parece que -cof- ni portándome bien voy a librarme de ti... -saludó irónico.

 

-...

 

Rukawa dejó la puerta abierta para que Sakuragi pasara y se dirigió de nuevo al dormitorio, seguido de cerca por el pelirrojo, después de cerrar de un portazo.

 

-¿A dónde vas? -preguntó.

 

-A la cama -cof-, donde me has mandado antes y ahora me has hecho salir... -se quejó.

 

Entraron ambos en el dormitorio. Rukawa parecía dispuesto a volver a la cama sin más, pero Sakuragi se lo impidió de un estirón.

 

-¿Por qué no me has dicho que estabas enfermo? -le preguntó sin darle tiempo a extrañarse por esa pequeña agresión.

 

Rukawa alzó una ceja, desconcertado por la pregunta.

 

-¿Acaso -cof- no es evidente...? -preguntó.

 

-¡¡No me refiero a la tos!! -gritó el pelirrojo.

 

La expresión de desconcierto de Rukawa se acentuó un poco más.

 

-¿Entonces a que te refieres...? -preguntó por segunda vez.

 

-¡¡Me refiero al sida!! ¡¿Por qué no me has dicho que eres seropositivo?!

 

Rukawa pestañeó, helado.

 

-¿De qué me estás hablando -cof-, Sakuragi...? -preguntó en un susurro.

 

-¡¡Furuta me lo ha contado!! ¡¿Por qué le has contado algo así a un desconocido y no a mí?! ¡¿Es porque tenías que follar con él y tenía que estar prevenido?!

 

El moreno no daba crédito a lo que estaba oyendo. Intentó calmarse, si empezaba a gritar como lo estaba haciendo Sakuragi no llegarían a nada.

 

-Sakuragi, yo no tengo sida...

 

-¡¿Y encima ahora me mientes?!

 

-¡QUE NO TENGO SIDA, JODER! -a la porra con lo de calmarse, definitivamente Sakuragi seguía siendo el único que conseguía sacarlo de sus casillas.

 

-¿Ah, no...? -ahora el que pestañeaba sorprendido era Sakuragi.

 

-¡No! -pero el convencimiento con que le había acusado Sakuragi le hizo dudar de sí mismo-. Es decir, hace tres meses -cof, cof- me hice unos análisis y estaba bien, y desde entonces he tomado las mismas precauciones de siempre...

 

-...

 

-¿De dónde has sacado algo así...? -preguntó Rukawa tras unos segundos de silencio.

 

-Yo... ya te lo he dicho, me lo contó Furuta... -musitó el pelirrojo.

 

-Genial, y te lo creíste  -cof- enseguida, ¿no?

 

-Teniendo en cuenta a lo que te dedicas, no me pareció tan improbable...

 

-Vete a la mierda.

 

Al ver la expresión tan fría con que Rukawa había pronunciado esas palabras, Sakuragi comprendió que había metido la pata. Abrió la boca con la intención de disculparse, pero Rukawa le interrumpió antes de que pudiera decir nada.

 

-¿Crees que si hubiera sido seropositivo, hubiera dejado que me tocaras el corte del dedo? -le preguntó con rabia contenida-. ¿De veras me crees capaz de ponerte en peligro por una tontería como esa?

 

-Lo siento -consiguió decir. A continuación le miró a los ojos fijamente, quería asegurarse del todo y para eso le bastaba con su palabra-. ¿De verdad que no estás enfermo...?

 

-Aparte de esta puta tos -cof- que apenas me deja respirar, pues no...

 

El alivio que sintió fue tal que Sakuragi pensó que le saldría desbordado por las orejas. Instintivamente dio un paso para acercarse más a Rukawa, para contemplarle mejor. Le miró a los ojos, al abismo azul que se encontraba tras ellos, y corroboró así que no le mentía.

 

Todo estaba bien. Rukawa estaba bien, y en ese momento le pareció que eso era lo más importante del mundo, ya que eso significaba que no había nada perdido, que no había llegado tarde, y que podían tener una oportunidad.

 

Tan feliz se sintió con esos pensamientos, que casi sin percatarse de lo que hacía, Sakuragi alargó la mano izquierda en dirección a la nuca de Rukawa, y sin dar tiempo a este a reaccionar por el inesperado contacto, le besó, chocando y cubriendo sus labios con ansias.

 

Un gemido ahogado por parte de un sorprendido Rukawa fue lo único que se escuchó. Pero el zorro no hizo nada para apartarse, lo que para Sakuragi fue como si le hubiera dado luz verde para ir un poco más allá.

 

El sabor de sus labios era el que recordaba, mejor incluso. Con la mano derecha el pelirrojo rodeó la fina cintura de Rukawa y lo atrajo más hacia él, quedando pegados pecho con pecho. Con la lengua le obligó a abrir la boca y pudo así profundizar el beso.

 

De pronto notó que Rukawa le estaba correspondiendo. Sin interrumpir el beso, no pudo evitar que los labios se le curvaran en una pequeña sonrisa de satisfacción.

 

Rukawa se aferró a su camisa con ambas manos y también profundizó el beso, lo que provocó que esta vez fuera Sakuragi quien ahogara un gemido. El pelirrojo le abrazó más fuerte, e introdujo la mano que tenía en su espalda bajo la camiseta del zorro, sintiendo el tacto fresco de su piel. A continuación y sin previo aviso, Rukawa empezó a desabrocharle los pantalones, no sin dificultad dado el poco espacio que había entre sus cuerpos. Una oleada de excitación sin precedentes sacudió el cuerpo entero de Sakuragi.

 

«No puede ser, es demasiado pronto...», alcanzó a pensar el pelirrojo, sintiendo otra sacudida al notar la prisa y la rapidez de la manos ágiles de Rukawa, que pronto ya le habían desabrochado cinturón y botones, dejando ver su erección a través de la prisión de licra blanca. Una atrevida caricia en aquella zona sensible acabó rápidamente con sus reparos.

 

Tenían la cama de sábanas negras justo detrás de ellos. Sorprendiendo a Rukawa, se separó de él y le empujó hacia atrás, de manera que el moreno se quedó sentado en el borde. Pudo ver entonces su rostro acalorado y sus ojos azules brillantes y expectantes. Sakuragi se quitó la camisa, dejando ver su pecho moreno y sus marcados abdominales; Rukawa los aprobó con la mirada. Tosió un poco, pero el jarabe estaba haciendo su efecto y estaba claro que un poco de tos no les detendría.

 

Antes de quitarse más ropa, Sakuragi se sentó a horcajadas sobre Rukawa y le obligó a tumbarse hacia atrás. Él se colocó encima y después de mirarle a los ojos durante unos segundos, volvió a besarle. No podía estar más tiempo sin sentir sus labios otra vez.

 

Ahora sí el contacto entre sus cuerpos era casi total. Sakuragi podía sentir bajo él todas y cada una de las partes del cuerpo del zorro, incluso su palpitante erección que chocaba enloquecedoramente con la suya propia.

 

Entre el miedo a aplastarle con su peso y que quería verle completamente desnudo ya, Sakuragi se alzó un poco para tener un poco de espacio y así poder empezar quitándole la camiseta al zorro. Antes aprovechó para besarle el cuello y aspirar con fuerza el aroma del zorro.

 

-El dinero... -jadeó de pronto Rukawa.

 

-¿Eh...? -preguntó Sakuragi sin entender, absorto en ese aroma que le embriagaba.

 

-El dinero... déjalo sobre la mesilla...

 

En cuando el significado de aquellas palabras penetró en su cerebro Sakuragi se detuvo en seco. Se irguió un poco más, incrédulo, para mirar a Rukawa a los ojos esperando leer en ellos que se trataba de una broma de muy mal gusto. Pero los ojos azules parecían hablar muy en serio.

 

-¿Qué? -exclamó el pelirrojo-. ¿Pretendes cobrarme?

 

-¿Aún no te has enterado de que yo no hago esto gratis? -preguntó a su vez Rukawa, sarcástico.

 

Sakuragi se quedó unos segundos más encima del zorro, inmóvil. Después de escucharle decir eso su excitación había desaparecido tan rápido como si le hubieran echado por encima un cubo de agua helada. Pero su mente se negaba a creerle.

 

-¿Me estás hablando en serio...? -preguntó.

 

-Nunca bromeo -respondió Rukawa-. Así que... ¿vas a dejar los 20.000 yens sobre la mesilla y continuamos, o que hacemos? Por cierto, tendrás una hora. Si quieres más tiempo serán otros 20.000.

 

El jugador de la selección japonesa no daba crédito a lo que oía. Se irguió un poco más.

 

-Yo... pensaba... que sentías algo por mí... -dijo decepcionado.

 

-¡¿Yo...?! -se sorprendió Rukawa.

 

-Pero ya veo que no es así... -murmuró. De pronto su mirada adquirió un matiz más serio-. ¿Entonces por qué me besaste la última vez que nos vimos?

 

Pasaron varios segundos antes de Rukawa respondiera, aunque sabía perfectamente a que beso se refería el pelirrojo. Su primer beso no se podía olvidar tan fácilmente.

 

-Sólo fue un beso de despedida -intentó justificarse.

 

-¡¡No me jodas, Rukawa!! -exclamó Sakuragi-. ¡Ningún chico besa a otro chico en los labios como despedida! Tú sentías algo por mí, ¿por qué no quieres reconocerlo?

 

-¡¿Y qué si sentía algo por ti?! -replicó Rukawa-. ¡Eso fue hace siete años! ¡Ya no significas nada para mí! ¡Nada! ¡No eres más que un pesado estorbo! ¡ASÍ QUE DÉJAME EN PAZ DE UNA VEZ!

 

Enseguida se arrepintió de haber gritado aquello, pero ya era demasiado tarde. Sakuragi le miró dolido, pero mantuvo la compostura. Simplemente se levantó de la cama, y con movimientos pausados y odiosamente lentos recogió su camiseta del suelo y se la puso.

 

A continuación, y sin mirar otra vez hacia Rukawa, se dio media vuelta para salir del dormitorio. Unos segundos después se escuchó un fuerte portazo que hizo temblar todo el piso.

 

Rukawa se dejó caer en la cama mirando al techo, abatido.

 

Ahora sí que la había fastidiado a base de bien.

 

Continuará...

Notas finales:

Yo que me esforcé en aprender a poner bien los guiones largos y la web no me los mantiene.. ¬¬U


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