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Somos Crueles por Chibi-Chan

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Notas del capitulo:

Konnichiwa, boys & girls. Llegamos tarde de nuevo pero ya no importa, lo que sí importa es que ya estamos aquí y, como he leído muchas veces sus reviews, les ofresco una cómoda opción. ¿Opción a qué? Pues verán, éste fic comenzó como un hermoso ItaSasu (ya todos lo saben), pero me he inclinado por el NaruSasu últimamente y he aquí la opción:

A partir de éste cap hasta el final del capítulo 14 se abrirá una votación. ¿De qué? Pues si Sasuke se queda con Naruto o se queda con Itachi. Ustedes deciden. Así, ustedes elegirán quién gana. ¿Quién es el mejor seme? Nadie lo sabe. Lo único que sé es que, si por casualidad, ItaSasu y NaruSasu llegan a tener la misma cantidad de votos, me veré en la obligación de hacer dos finales. En este caso, cualquiera podría ser el verdadero, quién sabe, tal vez hasta llegue a morir alguien, haya un trio con cualquier pareja, haya embarazos, cualquier cosa (que se me cruce por la mente) puede pasar. Así que, con una gran sonrisa en mi boca, les digo ¡¡¡Se abren las votaciones!!!

(Y que conste que va en serio.)

También quiero desearles un feliz año nuevo, porque tal vez luego no tendré oportunidad. Que sus deseos se realicen y que Kami-sama deposite sobre sus cabecitas los más hermosos pensamientos y metas que se pueden lograr poseer. Lo digo porque este será el último capítulo del año, y volveremos como nuevos en enero. ¡Vamos a hibernar un rato!

Enjoy! n_n

Uchiha, Naoko-Primeras horas. Tokio, Japón.

Un mundo nuevo había salido a relucir. Se sentía muy feliz, con algo de frío y un poco desprotegida pero feliz a fin de cuentas. Abrió sus pequeños ojos rojos y lo primero que notó fue que no estaba su "mami" por ningún lado. Lo segundo fue a su hermanita en el cunero a un lado del suyo. Se sorprendió de lo mucho que se parecían entre ellas, aunque ésta, al abrir sus ojos, pudo ver que eran el hermoso reflejo del cielo nocturno.

Había un cristal justo enfrente de los cuneros. Rió tontamente al ver un hombre de piel blanquecina y cabello largo hablar con una enfermera. Pero su sonrisa fue desapareciendo conforme la del adulto lo hacía. La enfermera se alejó y el adulto también, sólo que éste último tenía una cara muy triste y se fue al lado contrario de donde había ido la enfermera.

La pequeña de ojos rojos comenzó a hacer pucheros, después comenzó a hipar ligeramente terminando por llorar. Su hermana la miró y luego miró al adulto que se iba entristecido. Tomoyo, al comprender la situación, hizo lo mismo. El llanto se propagó por todos y cada uno de los cuneros de pediatría. Las enfermeras entraban y salían del área de cuneros. No pudieron calmar a ningún bebé hasta cinco horas después.

Uchiha, Naoko-Cinco Meses. Tokio, Japón.

Desde hace unos cuantos días, aproximadamente una semana, Itachi tenía su penthouse patas arriba. Y la gran (o pequeña, en todo caso) razón que mantenía así su lindo medio ambiente era una pequeña niña que apenas comenzaba a gatear. En veces se decía así mismo "Es muy lista y eso es para bien." o "Es un muy buen progreso", pero en otros momentos se preguntaba si meterla a un corral para bebés o atarla a la mesa.

Por otro lado, Naoko, de vez en cuando se preguntaba si su hermanita estaría bien, también se preguntaba por "mami", pero nadie le respondía. Total, nadie sabía hablar bebéñol.

Le hacía muy feliz ver como su padre hacía caras chistosas o casi lo hacía saltar por la ventana en las noches que no podía dormir y lloraba a todo pulmón. También le alegraba que, de vez en cuando, sus "tíos" predilectos vinieran a visitarla. Estaban sus tíos Nagato, Yahiko, Sasori, Deidara y Kisame; al igual que sus tías Konan, Sakura e Ino.

Pero los más valiosos eran Deidara y Sasori. Porque ellos la visitaban, sino diario, de tres a cuatro veces por semana.

En esos momentos estaba sentada en una silla alta. Miraba como su papá preparaba las papillas y calentaba un poco de leche. Poco después se sentó enfrente de la silla con un tazón pequeño de papilla de manzana. Itachi tomó una cuchara pequeña y se disponía a alimentar a su bebé, pero antes de que pudiera hacerlo tocaron el timbre, provocando que ambos Uchiha emitieran un ligero bufido. Así que, con todo el pesar/flojera del mundo, fue a abrir la puerta, donde no dejaban de apretar el molesto timbre. Para su desgracia o fortuna abrieron la puerta antes de que él llegara, dejándolo pasmado y causándole un gran susto. Quien entraba por la puerta no eran ni más ni menos que los tíos predilectos.

-¡¡¡Ohaiio, familia bonita!!!-Deidara había entrado como perro por su casa con un gran número de bolsas entre sus manos, dirigiéndose precisamente a la pequeña Uchiha.

Sasori lo venía siguiendo. Con algo más que modales comenzó a decir "perdón por la intromisión"

-¡Hola, pequeña! Ya llegó el tío Deidara y ha venido a consentirte.-El rubio se había sentado en la silla donde había estado Itachi hace poco segundos.

Sacaba cosa tras cosa de esas bolsas, entre los ellos un patito de hule, una sonaja, un osito de peluche algo grande, entre otros. La pequeña reía a la vez que el ojiazul sacaba objetos grandes de las bolsas como si fuera magia.

Por otro lado, Sasori se había quedado en la sala hablando con Itachi. Notando que éste ultimo tenía unas ojeras por demás grandes y oscuras.

Estaba algo distraído y que no había descansado mucho, además de que tampoco había tenido tiempo para limpiar su penthouse desde la última vez que había venido con Deidara.

-¿Cómo te va con Naoko?- Preguntó el pelirrojo de repente, pero al Uchiha no le sorprendió.

-Es toda una lindura ¿o no?-Hablaban el insomnio y el cansancio, Itachi ya se había dormido mentalmente.

-¿Kisame te ha dicho algo de Tomoyo?-Dijo chasqueando sus dedos para que Itachi le pusiera atención a él y no al sillón, que en esos momentos parecía ser la cama de los dioses.

-Me mandó unas fotos muy lindas. Cuando las veo parece que veo a Sasuke de pequeño.-Dijo entre risas tontas, acostándose poco a poco sobre el mullido sillón.- ¿Verdad que también una lindura?-

Sasori empezó a ver las fotografías. Estaba Tomoyo en un día de campo, en el patio trasero de su casa, Sasuke abrazándola y dándole besos. Simplemente tierno.

Pasó la mirada a su amigo que ahora estaba medio dormido frente a él, también miraba a Deidara que, a su vez, le daba de comer a la bebé la papilla de manzana que Itachi había dejado abandonada por ir a abrir la puerta.

-Itachi. Oe, Itachi.-Pasó poco tiempo para que "arenas rojas" perdiera la paciencia y le lanzara a Itachi un libro que tenía cerca.

-¡¿Qué, qué?!-Se levantó rápidamente, como si hubieran tocado la alarma contra incendios.

-¿Ya sabes dónde vas a llevar a Yukiko?-Preguntó algo triste, a lo que el Uchiha negó.

Pensó un poco y después recordó que tenía un par de lugares considerados desde hace un largo tiempo.

-Tengo cuatro opciones posibles.-Dijo mientras su ensoñación desaparecía. -Kamakura, Yasukuni, Kawagoe o Aoyama.

Sasori se quedó mirando a Itachi. Por una parte el cementerio Kamakura y el cementerio Kawagoe eran de los más hermosos, pero alejados del centro, casi llegando al límite con la ciudad de Asaka. El Yasukuni también era hermoso pero un poco abarrotado. Se le hizo algo extraño que Itachi no eligiera  el cementerio Aoyama como primera opción. Ahí estaba toda su familia. Todo el Clan Uchiha estaba en ese cementerio, principalmente los padres de Itachi.

-¿Por qué no Aoyama?-Preguntó ante un serio Itachi, que veía distraído todo. Desde la alimentación de su bebé hasta una que otra araña colgada del techo.

-¿Por qué debería?-Pregunto despreocupado.

Echó la cabeza para atrás en un movimiento lento. Tratando de que no le venciera el sueño.

-No seas ingrato, Itachi.-Esta vez fue Deidara quien habló.-Ahí está toda tu familia. Tus padres, tus tíos, abuelos. ¿No sería algo normal que la llevaras ahí?-

El moreno no dijo nada. Sólo pensaba en si era bueno o no dejar a Yukiko entre sus queridos familiares.

-¿Aoyama?-preguntó levantando la cabeza, a la vez que Sasori y Deidara asentían afirmativamente.-Bien. Será Aoyama. Ahora, ¿puedo pedirles un favor?-

-Lo que quieras, Itachi.-Dijo alegre el rubio.

-Estamos aquí para ayudarte.-Secundó Sasori.

-Entonces... cuiden a Naoko mientras duermo un rato. No más de quince o veinte minutos.

Deidara y Sasori se sonrieron cómplices. Sabían por lo que su amigo había pasado estos últimos cinco meses. No había ido a trabajar, tenía el penthouse en pésimas condiciones, no había dormido bien por casi tres días; pero por otro lado (y era el lado que hacía más feliz a Sasori y a Deidara) todo ese tiempo se lo dedicaba a su pequeña sin titubear. Itachi despertó hasta el día siguiente.

Uchiha, Naoko-Ocho años. Tokio, Japón.

-¿Ya me vas a decir quién es Yukiko-san?-Preguntó una hermosa niña de ojos carmesí, mirando de manera retadora a su padre.

Éste, que había estando leyendo el periódico al tiempo que tomada una calentita taza de café, desvió la mirada del periódico a su pequeña niña. Extrañándole mucho su pregunta. Se quitó los lentes y con un movimiento de su mano le indicó que se acercara a él, acariciando sus cabellos cuando la tuvo a una distancia corta.

-¿Por qué la pregunta?-

-Siempre vamos a visitarla cuando vamos al cementerio a ver a los abuelos.-Dijo bajando su cabeza un poquito de manera tierna y algo tímida.

-¿Me creerías si te digo que es un angelito?-Preguntó mirando a Naoko con mucha ternura.

-¿Un angelito?-Preguntó incrédula.-Pero si los ángeles no existen. Por lo menos no está comprobado.-

-¡Oh!, claro que existen. Sino no te tendría aquí.-La cargó en sus brazos y la sentó en su regazo, para que no estuviera parada sobre el suelo.-Pero te aseguró que donde quiera que Yukiko se encuentre siempre te protegerá. Porque yo sé que te quiere mucho.-

La pequeña sonrió ante el comentario. Había alguien que la quería sin siquiera conocerla en persona. Su pequeño pecho se empezó a sentir calientito y esa sensación le agradaba mucho. Pero tuvo que salir con su Tou-san porque ya tenía que ir a la escuela.

Uchiha, Naoko-Diez años. Tokio, Japón.

No sabía cómo había comenzado todo, pero el chico de cabellera dorada y ojos zafiro terminó en una guerra de miradas con su sobrina. Parecía que no acabaría, ya que ambos se veían muy decididos en ganarle al otro.

-Dime.-Dijo la morena frente al rubio, tratando de que éste parpadeara.

-No.-Contradijo, también tratando de que Naoko parpadeara.

-¡Dime!-

-¡No!-

-¡¡Dime!!-

-¡¡No!!-

-¡¡¡Dime!!!-

-¡¡¡Ya te dije que no!!! ¿Cuánto tiempo vamos a tener que seguir con esto?-Preguntó cansado de tener esas peleas diarias cuando Itachi no se encontraba en casa.

-¡Hasta que me digas quién es y dónde está mi mamá! ¡¿Es que acaso es mucho pedir?!-Preguntó con los ojitos humedecidos y con un tono frágil de voz, casi como si se estuviera quebrando por dentro.

-Ya sabes que Itachi no quiere que te digamos. Él te lo dirá cuando crezcas.-Dijo Sasori desde la cocina, donde preparaba la cena.

La pequeña no aguantó más y se dejó caer sobre la alfombra, y comenzó a llorar en silencio.

Deidara volteó a ver a Sasori. No sabía si dejarla llorar o consolarla o decirle uno que otro detalle. El pelirrojo sabía qué hacer en estas situaciones (que últimamente eran muy frecuentes). Alzó a la morena en brazos y la empezó a arrullar hasta que se quedó más tranquila y después se durmió.

-No sé cómo lo haces. Yo he tratado pero nunca se duerme.-Comentó el ojiazul a la vez que el pelirrojo le pasaba a la ojicarmín de sus brazos a los suyos.

-Llamémosle "un toque especial"-Dijo mientras caminaba hacia la cocina donde la sopa de letras y el chocolate caliente estaban ya en su punto.

El blondo llevó a la pequeña a su habitación para que siguiera durmiendo. La llevó hasta su cama y la arropó con su cobija favorita, una de color azul cielo con borreguitos muy calentita. Antes de salir echó un ligero vistazo por la habitación, encontrándose con un escritorio de madera. Estaba totalmente ordenado, de no ser por un par de hojas fuera de lugar. Al ojiazul le extrañaron un poco, ya que no eran trabajos escolares o algo por el estilo, sino cartas; todas escritas por la morena y dirigidas a su mamá.

"Etto...hola.
Si te sientes rara al leer esto te digo que yo también me sentí rara al escribirlo. Primero quiero decirte que te quiero mucho. Aunque no te he visto nunca se que eres una persona muy hermosa, inteligente y de buen carácter, así te imagino. Este...Otou-san nunca ha querido hablarme de ti, tampoco mis tíos me dan información sobre tu paradero. ¿No es sorprendente? Ni siquiera sé tu nombre. Pero agradezco estar aquí gracias a ti y a Otou-san. Tal vez pienses que estoy loca o que te estoy mintiendo pero tou-san te extraña mucho. Se tendría que estar ciego como para no notarlo. Hay veces en que lo veo triste y pienso que es por ti. Me ha dicho que me parezco mucho a ti, en la actitud, claro.


Bueno. Espero poder verte algún día y leas mis cartas. No sé donde estés pero tengo por seguro que eres feliz.

Te quiere y anhela verte, Uchiha Naoko."


Deidara dejó de leer conmovido. Esa pequeña niña había plasmado sus sentimientos por Sasuke en un papel aún sin conocerlo.

Unas escasas lágrimas cayeron de sus ojos al ver que había más de veinte cartas con destino a Sasuke, todas escritas en fechas diferentes.

Se exaltó al escuchar la voz de la pelinegra detrás de él.

-No le dirás a Otou-san que he escrito esas cartas ¿Verdad?-Preguntó sin mirar al rubio.

-No le diré nada, si es lo que deseas.-

-Gracias.-

Se removió un poco en la cama, tratando de sentirse cómoda. De pronto sintió como Deidara se acercó y le susurró:

-Está en Kyoto. Pero no le digas nada a tu padre.-Dijo para después salir de la habitación.

Naoko reprimió un grito de alegría. Por lo menos ya sabía dónde se encontraba. No había salido del país.

Después de eso no pudo conciliar el sueño hasta ya entradas las horas de la noche.


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Un nuevo día comenzaba. Para su suerte era martes. Estaba muy tranquilo, por lo que decidió acercarse un poco a la ventana para observar el exterior. Miró el cielo con algo de desagrado. Estaba lloviendo, y todo en el exterior se había mojado. Veía los autos pasar por la calle, algunos resbalándose, otros siendo empujados o remolcados. Pero ni un ser humano a la vista o siquiera un gato, perro o pájaro que pasara volando. Se preguntó qué tanto frío haría afuera como para arriesgarse a salir.

Escuchó un relámpago a la distancia, ocultándose por reflejo debajo de la mesa. Se dio cuenta del frío que hacía, así que fue a ponerse un suéter, uno muy bonito de color rojo con detalles en amarillo de distintos tonos.

Se extrañó al poco rato de que la casa estuviera silenciosa. Fue a la cocina y no había nadie, fue al cuarto de lavado y tampoco había un alma. Recorrió todas las habitaciones una por una y parecería como si a todos se los hubiera tragado la tierra. Parecía que sus esperanzas estaban por morir cuando escuchó un leve suspiro provenir de la sala de estar.

¡Oh! Cuanto se alegró. Era Naruto que se había quedado dormido en el sofá desde la noche anterior. Tenía una frazada encima de él, de amarillo con hermosos girasoles anaranjados. Tenía unas leves ojeras bajo sus ojos, supuso que se había quedado despierto hasta tarde. Así que, como pudo, se acercó a él con el mínimo de ruido posible. Empezó a lamer delicadamente su rostro con algo de lentitud, debido a que tenía la boca algo seca.

El rubio comenzó a reír tontamente pero aún sin querer abrir sus ojos. Un pequeño ladrido lo distrajo, además de que le provocó un leve dolor de cabeza por la somnolencia.

-¿Kyuu-chan?-Preguntó al tiempo que el lindo perrito movía su colita de aquí a allá, dando pequeños saltitos sobre uno de los amos de la casa.- ¿Por qué...tienes tu suéter puesto?-

Cargó muy delicadamente al pequeño perrito mientras éste ladraba y movía su colita alegremente. De pronto reaccionó y casi se cae del sillón.

-¿No me digas que Sasuke está aquí?-Dejó a Kyuubi sobre el sillón y empezó a recorrer todas las habitaciones buscando rastro del moreno, pero no lo encontró.

Volvió algo cansado al sofá donde Kyuubi seguía moviendo la cola.

-¿Por qué no me dijiste que era una falsa alarma?-Le preguntó al lindo perrito. Éste sólo rodó un poco y se dirigió a la cocina donde estaba su tazón de agua, ahora vacío.

Le sirvió un poco de agua en su preciado razón. Naruto sólo sonrió al ver que el pequeño cachorrito se ponía alegre con sólo tomar agua. Un sonido lo sacó de ese lindo sentimiento. El estómago de kyuubi comenzó a emitir sonidos raros, al tiempo que sus ojitos negros brillaban mirando al rubio.

-¿Tienes hambre?-Kyuu-chan, rindiéndole honor a su ternura, se hizo el muerto justo a los pies del ojiazul. -

Abrió cajones, compuertas, un pequeño almacén y por fin encontró una lata de comida que le puso en otro tazón al adorable cachorrito.

Estaba algo distraído, pero aún así se dio cuenta del clima que había. Por poco creía que iba a nevar, pero lo más raro es que estaban a mitad de octubre. Suspiró algo cansado. De reflejo miró el reloj. 08:30 a.m. Tomó a Kyuubi en sus brazos y se disponía a salir por Tomoyo pero justo en el instante que iba a tocar siquiera el pomo de la puerta el teléfono sonó.

-¿Moshi-moshi?-

-No te muevas de ahí.-Naruto se quedó helado. Esa voz la conocía tanto como la palma de su mano, y le causaba escalofríos.

-¿Sa...sa-sasuke?-Una gota de sudor nervioso se deslizó por su sien.- ¿Dónde e-estás? No llegaste a dormir...a-anoche, estuve muy pre..preocupado, jeje.-Intentaba ocultar su nerviosismo, pero su voz lo traicionaba. Kyuubi no paraba de ladrar, y eso lo hacía ponerse aún már nervioso.

-Cuando llegue a casa... ten por seguro de que no saldrás con vida de ahí.-Dijo ignorando la pregunta que le había hecho Naruto.

Después colgó. Naruto tenía la piel de gallina. Eso era una amenaza sería. Sabía que a la hora que llegara Sasuke sería la hora oficial de su muerte. (LOL)


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¡Qué esplendido día había salido a lucirse! ¡¿Cómo es que no se puede ver una mañana tan hermosa todos los días?!

Eso es lo que sería agradable de decir. Pero desafortunadamente no era una “esplendida” mañana como a las que se acostumbran en el país del sol naciente.

Veía como las gotas de lluvia caían desde las infladas y grises nubes en el cielo, hasta que caían a los pies del edificio, al tiempo que mojaban los demás edificios cercanos. No se veía ni un rayo de sol iluminar a la distancia. El viento soplaba mucho, logrando mover casi de manera violenta las ramas de los árboles a nivel piso.

Estaba muy metido en sus pensamientos, por lo que casi se cae de espaldas cuando vio a su hermana sentada frente a su escritorio.

-¿Estás bien, Gaara?-Preguntó gentil y en voz baja para no causarle un “infarto” a su hermanito.

-¿Por qué lo preguntas?-Dijo acomodando un par de papeles encima de su escritorio.

Temari se le quedó mirando fijamente. Gaara no se daba cuenta de él mismo por estar en asuntos ajenos.

-Desde ayer estás muy raro. Cuando fui por Mariko a tu casa te noté algo sorprendido. Como si algo te hubiera noqueado, y muy fuerte, por cierto.-

Temari ya se había puesto cómoda. Pareciera que ya se le había olvidado para qué entró ahí en primer lugar. Pues se estaba sirviendo una taza café con varias galletitas, al igual que Gaara.

-Estoy casi segura de que algo te preocupa.-Tartajeó mordiendo una galleta tranquilamente.-¿No estarás de nuevo en estado?-

El pelirrojo casi se cae de espaldas debido a lo que Temari había dicho. ¿Él? ¿Embarazado? ¿De nuevo? ¿Después de dos hijos?

Era lo más improbable del mundo. Desde su segundo embarazo había tomado todas las precacuciones posibles, entre ellas prohibirle a Sai hacerlo dos veces al día, pero ya nos desviamos del tema.

-Creeme que si espero otro sobrinito sería muy lindo?-Temari sacó a flote una hermosa sonrisa.

Parecía que de verdad quería otro sobrino y eso le dio mucho miedo a Gaara durante unos pocos segundos.

-En realidad no es eso.-Dijo en un suspiro.

-Entonces sí te pasa algo. Lo sabía.-Sonrió con superioridad.

Gaara rodó los ojos por toda la oficina, no sabía como sería la impresión de su hermana, además de que Sai le había dicho con tanta alegría que hasta parecería una noticia extremadamente grande. Peró luego pensó "¿qué daño podria hacer?" de todos modos Temari era parte de su familia, los Uchiha eran parte de su familia incluso Sasuke y Tomoyo llegaron a ser parte de su familia con el tiempo.

-Es acerca de Sasuke.-Se giró a mirar el paisaje.

La lluvia había parado y por entre las nubes se podían ver unos escasos rayos de sol que llegaban al suelo mojado.

-Sasuke ¿Sasuke?-Le daba vueltas en la cabeza ese nombre pero no lo recordaba.-Me suena pero...  o logro recordar a ningún Sasuke.-Admitió por fin.

-¿En serio?-Preguntó algo extrañado.

La rubia le respondió encogiendo sus hombros. No se suponía que Temari tendría mala memoria para los rostros, en especial siendo que, junto con Sai, Garra llevaba a Sasuke a su casa la mayoría del tiempo, ya fuera para hacer alguna tarea del colegio o para pasar un rato los tres juntos.

-Sasuke, el hermano menos de Uchiha Itachi.-

-¡Ahh! ¿Estamos hablando del mismo Sasuke que iba con Sai y contigo en el colegio?-Preguntó como si nada, recibiendo un asentimiento de chico de ojos aguamarina.-¿Le pasó algo o por qué estás preocupado?-

-Es sólo que... Naoko ya conoció a su hermana y a Sasuke.-

-¿Crees que estén bien?-

-Supongo que sí, conociendo a Itachi lo tiene todo bajo control, en cambio, Sasuke... supongo que aún está lidiando con esto.


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Oh, pero qué lindo martes de esa hermosa semana del mes de octubre, de no ser por el frío clima de seguro hubiera sido un martes perfecto, por lo menos para un par de personas.

Por esta misma razón, el sistema meteorológico había informado que las escuelas se cerrarían para evitar alguna catástrofe que involucrara a los estudiantes de todos los niveles escolares. Esto significaba un día libre para todos, desde la directora Tsunade y Kakashi sensei hasta Ren, Mariko, Ayume e incluso Daiki Hyuuga. Todos descansando libres y calientitos en sus casas.

Había despertado antes que nadie, no se había levantado del comodo sillón de lo tibio que estaba en esa confortable posición fetal. Sólo movía sus ojos, no había ni un movimiento además de las gotas de lluvia deslizándose graciosamente sobre la ventana. Hubo un momento al que nadie puede resistir, y comezó a ver las carreras entre gota y gota, llegando hasta el filo del piso.

Una vez vuelto a la realidad, decidió que era hora de levantarse, pero ese tentador y adictivo calor lo cegaba y lo ataba cada vez más al sillón, pero no había de otra. Así que al final (y a regañadientes) se puso sus botas y se levantó, por lo menos, a preparar café. Mientras la encendida cafetera calentaba aquel elixir mañanero, se dispuso a recorrer un poco el apartamento. Su primera visita fue a la sala de estar, tomó una cobija y se la puso encima, el sillón seguía luciendo tentador pero se resistió a acostarse de nuevo, después miró al sillón de al lado. Itachi aún seguía dormido, y tenía un campo de visión limitado, ya que el pelinegro estaba de espaldas y con un cobertor hasta el cuello.

Las frias gotas hacían un sonido de tras fondo al caer sobre el gran ventanal, al igual que el resoplar de la cafetera se hacía presente, cortando el silencio de la mañana. Se levantó con la cobija sobre sus hombros, por ser demasiado grande, llegaba a ser arrastrada sobre el frío suelo, pero poco importaba ¡No era suya!. Qué mejor satisfacción que arrastrar las cosas por el piso sin preocuparte de que tú no las tengas que lavar. Era una hermosa filosofía que se había inventado como excusa cuando peleaba con Sasori por saber quién lavaba la ropa en la semana.

De estar en el salón llegó hasta la puerta de la habitación de Itachi, la cual tenía la puerta abierta, y se podían apreciar un par de bultitos cubiertos copletamente por una hermosa cobija con borreguitos.

De pronto regresó al pasado, en ese hermoso momento cuando las vio por primera vez, lado a lado, abrazadas en los cuneros. Volvió a enfocarse en sí cuando miró el cabello de la rubia asomarse por entre la calentita cobija de borreguitos. Sonrió enternecido, pero un golpe mental le dio fuerte en la cabeza, avisando que ya debería estar el tan preciado café.

Al llegar a la cocina no pudo evitar un pequeño respingo. El moreno estaba parado frente a la barra de la cocina tomándose un rico café sin leche.

-No sé si no te lo esperabas o así de perturbada tienes la mente, Deidara.-Dijo como si nada tomando de poco a poco su café.

-¿Por qué no avisas que ya has despertado?-Replicó al borde de un ataque.

-¿Por qué habria de hacerlo? Vivo aquí ¿o no?-Respondió con tono calmado al tiempo que le extendía una taza a Deidara para que tomara café con él.

El rubio la tomó entre sus manos para después llenarla con café y leche, al contrario que Itachi.

El silencio había caído de nuevo al lugar. La lluvia, que minutos antes había cesado, había comenzado de nuevo. Nublando todo Tokio de una manera nostálgica. Ni un sólo rayo de sol a la vista. Si se miraba desde el cristal desde el piso donde se encontraban se podían apreciar los multiples paraguas que parecían danzar en el suelo, haciendo un hermoso vals en conjunto con la melodía del viento entre los árboles.

-¿Aún quieres darle la bienvenida?-

El moreno habia roto el silencio, refiriéndose a lo que el rubio había dicho la noche anterior.

-Debería estar loco como para no hacerlo. La imagen más alegre que tengo de Tomi-chan fue cuando cumplió doce. ¿Recuerdas?-

Es pelinegro comprendió de inmediato a lo que Deidara se refería. Se levantó de su lugar y revolvió uno de los cajones que estaba bajo llave de un buró en el salón, del que sacó un paquete con fotografías, las tomó entre sus manos y le dio una parte de las fotografías al rubio.

Se podía apreciar con claridad a una hermosa niña de cabellos rubios. Vestía un hermoso traje de baño de una pieza color naranja a encajes rojos, sonrriendo mientras era rodeada de varios chicos y chicas que festejaban con ella su doceavo cumpleaños, e igualmente, tenían trajes de baño muy coloridos. En el fondo de cada imagen se podía observar que no estaban en casa, sino en un parque acuático, el más grande de todo Kyoto, que bien podrían ser dos o tres estadios de foot-ball.

Según recordaba, esas fueron las últimas fotos tomadas por Kisame antes de perderles el rastro e irse de vacaciones. Eran muy preciadas para él, puesto que aparecía su hija y, en muchas otras fotos, aparecia junto con Sasuke. Ambos se veían alegres, tanto que en veces llegaba a dudar si no fue la opción correcta. Pero siempre se repetía que fue una mala decisión desde un principio.

Las dudas asaltaban su mente desde el día en que las pequeñas llegaron al mundo. ¿Había sido buena idea separar a Naoko de Tomoyo y de Sasuke? ¿Naruto pudo haber controlado la situación en tal caso? Pero, para su infortunio, el hubiera no existe y ya no había vuelta atrás. Pero había veces en que igualmente se preguntaba si hubiera sido mejor desde un principio decirle todo a Sasuke. Pero, en ese caso, lo malo sería tratar de convencer a Sasuke de quedarse con alguna de las niñas. Lo más seguro era que se negara, además de que no le permitiría verlas por el resto de su vida con una simple orden de alejamiento.

El "pero" seguía presente. ¿Y qué hubiera pasado con Yuki-chan? Esa pequeña y hermosa niña a la que visita cada seis meses a su pequeña tumba junto con los demás Uchiha. ¿Para qué echar más rodeo? Le dolió mucho su partida. Puede que no la conociera como él quisiera, pero tal por cual, era su pequeña, su hija. La cual vio nacer y morir minutos después de tenerla entre sus brazos. Aún recordaba esa horrible escena, hasta el punto de atormentarlo por las noches.

Un pequeño recuerdo golpeó su mente. Si estaba en lo correcto, ese día era 15 de octubre, y dentro de pocos días sería la visita semestral a la pequeña Yukiko. No sabía si alegrarse o ponerse nervioso o a llorar, puesto que todos los años iba al cementerio Aoyama junto con Naoko. Se preguntaba si sería buena idea llevar a Tomoyo, lo cual no creyó muy posible. Si apenas se estaba enterando de que tenía una hermana y para terminar, que tenía una hermana ya fallecida. Eso sería, por completo, una herida psicológica muy profunda.

-¿Itachi?-Escuchó una voz algo difusa.-¿Itachi? ¿Estás ahí?-

Reaccionó por fin. Deidara movía sus dedos frente al rostro de Itachi desde hace dos minutos, a lo mucho. Se le veía una cara de preocupación y enojo infantil al mismo tiempo.

-Sí ¿qué decias?-Trató de fingir que lo escuchaba pero no resultó como esperaba.

-Nada... es sólo que preocupas a la gente si te quedas callado y mirando a la distancia.- Respondió tomando su café.

El silencio volvió a internarse, no había cambios en el clima y las pequeñas se revolvían en la cama. Deidara, para romper con el ambiente, decidió sacar a colación un tema.

-Dentro de una semana tendremos que ir a visitar a Yukiko. ¿Llevarás a Tomoyo?-Preguntó preocupado, haciendo una carita semejante a la que haría un cahorrito triste.

-¿Vamos a visitar a Yukiko?-Se escuchó una voz al fondo.

Era Naoko con un pijama holgado, unas pantunflas de ositos panda y sostenía entre sus manos un peluche en forma de onigiri. Deidara reaccionó rápido y tomó todas las fotografías, y sin que la morena se diera cuenta, las guardó en su respectivo paquete.

-¡Qué bueno! Podré presentarle a Yukiko-san a Tomoyo y viceversa.-Dijo alegremente, mientras Itachi y Deidara no decían nada, debido a que les sorprendió que Naoko escuchara la conversación.-¡Ahh! ¡Buenos días, Deidara oji*.-

Se acercó hasta donde estaba Deidara, y por las marcas de pintura negra en el rostro del rubio, terminó por pintarse los labios.

-¿Hace cuanto tiempo llegaste?-Preguntó emocionada y frotándose los labios con la manga de su pijama. Terminando por pintarla también de negro.

-Un par de minutos.-Respondió para que no hiciera más preguntas.

-Bien. Así te podré presentar a Tomoyo en persona y no sólo por teléfono.-

En el rostro de la morena se había dibujado una sonrisa realmente grande, cosa que enterneció a ambos adultos.

-Naoko...-Interrumpió Itachi.-¿Crees que sea buena idea llevar a Tomoyo con Yukiko?-Preguntó preocupado.

-¿Por qué no? Si Tomoyo es mi hermana no le veo nada de malo en que vayamos a ver a Uchiha Yukiko, en especial porque veremos los abuelos, al tío Madara, los podrá ver a todos.-

-¿Y si lo pensamos un poco, Nao-chan?-Deidara tomó la palabra.-Es tu hermana, en eso estoy de acuerdo. ¿Pero no será algo extraño para ella ir a la tumba de unos desconocidos?-

-Peor no son desconocidos, son todos los Uchiha ¿qué no?-

-Porque tú ya los conoces, pero Tomi-chan no.-

La pequeña de ojos carmesí se quedó callada un momento, pensando en lo que le había dicho el rubio, para después volver a sonreir.

-Creo que tienes razón.-Dijo abrazando al pequeño onigiri y para alivio de Itachi y Deidara.-Pero si son completos desconocidos más vale que los vaya conociendo, jajaja.-

Se echó a reir mientras se dirigía a la sala a ver la televisión. El plan maestro del ojiazul para convencer a la morena no había funcionado como esperaba. Sólo faltaba ver si Itachi aceptaría que la Uzumaki (junto con Naoko) fuera a visitar a todos los Uchiha.

-¿Y qué vas a hacer?-Preguntó después de varios segundos.

Ya no sólo se escuchaba la lluvia, si no que se podía oír claramente los programas matutinos que pasaban en televisión matutina.

-Sería muy tonto si la llevo, o puede que no.-Respondió mirando a su hija que estaba sentasa frente al televisor, tomando la cobija del sillon donde él había dormido.

-¿Estás diciendo que no le has dicho a Naoko que Yukiko es su hermana?-

-Aún no. Quería decirselo cuando estuviera lista, pero con la llegada de Sasuke ya no sé si pueda continuar así. Algún día lo tendrán que saber. Me refiero a mis hijas y a Sasuke.-

Deidara reposó su cabeza sobre la mesa. Se había olvidado de Sasuke. Esperaba que en el tiempo que estuvo fuera Sasori pudo haber hecho, por lo menos, algo de probecho y tranquilizara al pequeño hermano menor.

-Como odio esto. Aunque ya se que o debo de meterme porque son problemas entre Sasuke y tú, no lo puedo evitar.-Dijo quedito el rubio.-Sabes que hemoa estado juntos desde pequeños, y a Sasori y a mí nos duele todo esto, sin contar a los amigos de Sasuke.-

-No importa en realidad. Tú y Sasori me han apoyado por bastante tiempo. Por eso ya son parte de mi familia.-Explicó tomando un sorbo de su café.

-Como me gustaría poder hacer algo más.-

-Yahan hecho suficiente. Ahora...-Dijo captando la atención de Deidara.-¿Por qué no vas a abrazar a Tomoyo?-

-¿Ehh?-

Deidara se quedó confuso, por lo que Itachi le indicó con un movimiento de cabeza que mirara hacia la sala, donde se encontraba la rubis cubierta con la cobija de borreguitos y compartiéndola con su hermana.

Al rubio se le iluminaron los ojos, pero antes que se levantara, Naoko le hizo una señal con el brazo para indicarle que fuera a por Tomoyo. No lo dudo y se puso a un lado de ellas.

-¿Deidara-san? Naoko me ha hablado de usted. Dice que es un buen tío y persona, así que yo le creo.-Sonrió tiernamente.-Creo que lo saludé ayer pero no sé que pasó con el teléfono.-Comentó estirando su brazo.

-Tomoyo. Bienvenida.-Dijo estrechando sus manos.

La morena no se quedó conforme con eso y abrazó a ambos rubios, en un lindo y cálido abrazo grupal.

Itachi sólo observaba desde la cocina. Él ya había tenido su momento la noche anterior. Ahora le tocaba a los demás.


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Hace poco que había despertado de un hermoso sueño, en el cual estrangulaba a Naruto y a Itachi con sus propias corbatas. Muy lindo pero la dicha no le duró mucho tiempo. Lo priemro que notó al abrir sus ojos fue que tenía un insoportable dolor de cabeza, una sed por demás grande y lo tercero fue que no estaba en su cama, ni siquiera en su propio cuarto. Trató de recordar lo que pasó el día anterior.

Unas difusas imagenes se venían a su mente. Recordaba a Sai, a Naruto e Itachi, a Sasori y a Deidara, pero ningún dato concreto. Se concentró más, msajeando sus sienes para apasiguar el dolor de cabeza y, como si de una bombilla se tratara, su cerebro se iluminó de recuerdos. Recordaba que había salido de casa con una rabieta muy grande y bien infundada, recordaba que el un abr vio a Sai y éste le dio la dirección de Deidara, que por cierto salió corriendo. Recordaba a Sasori que no le contestó la mitad de sus preguntas y que lo habían empapado con agua. No recordaba que había sido de su auto, pero con suerte, lo habían remolcado hasta el estacionamiento enfrente del edificio.

Se incorporó en la cama sintiendo el cuerpo cortado, y la sed cada se hacía más tortuosa. Miró a la mesita de al lado. Había un poco de agua y unas aspirinas, al igual que una pequeña nota que decía que se tomara el medicamento cuando despertara y que continuaría con el juego de preguntas y respuestas cuando despertara.

Sasuke se tomó las aspirinas, por lo menos, para que la cabeza dejara de martillearle, e hizo efecto en menos de cinco minutos. Salió de la habitación y miró por el pasillo. Todo estaba en silencio, sólo se veía la sombra de las gotas de lluvia en la pared. De pronto se presentó un leve sonido ascendente. Abrió ada puerta de cada cuarto hasta encontrar el lugar donde provenía aquel ruido.

Era la televisión de la habitación, que no paraba de emitir un molesto sonido blanco que lastimaba a sus oídos en demasía. Sobre la cama se encontraba Sasori. Con una especie de libreta e su mano izquierda y una lata de quién sabe qué cosa en la mano derecha. Por quedarse dormido, el líquido de dicho contenedor se había derramado en el suelo.

El moreno sólo pudo atinar a despertarlo con el entrecejo muy pero muy pronunciado, logrando que el pelirrojo se confundiera más de lo que ya estaba.

-¿Ya vas a responder a mi última pregunta?-Preguntó mirando a Sasori directo a los ojos.

-¿Sasuke? ¿Qué...qué hora es?-Preguntó volteando al reloj que se hayaba en la pared de la izquierda, pero, inesperadamente, el chico de ojos carbón tomó su rostro, impidiendole voltear a algún lado.

-No me importa la hora. Quiero que respondas a mis preguntas antes que nada.-Dijo de una manera calmada pero a la vez seria, provocando en Sasori un escalofrio mañanero.

-Bien. ¿qué quieres saber?-Preguntó rindiéndose al fin.

-¿Cómo la ocultaron?-

Sasori sabía que debía de escoger bien sus palabras. No podía decir cualquier tontería así como así. Si lo hacía habpai dos opciones: Sasuke lo apuñalaba con uno de los muchos cuchillos que había en la cocina o Deidara lo lanzaba desde el último piso de Uchiha Corp. Fuera quien fuera , ambas opciones le daban miedo.

-Verás... fue relativamente fácil. Aunque admito que nunca la escondimos, como tú dices.-Sasuke lo seguía mirando esperando una respuesta, por lo que continuó después de unos cuantos segundos.-Naruto estaba deacuerdo con nosotros y, sabiendo que te quedarías con él, nos dimos el lujo de quedarnos tranquilos, ya que se mudaban casi cada tres años.-

-¿Cómo sabes eso?-

-¿El qué?-

-Que nos mudabamos.-

-Sólo lo sé.-Dijo tratando de sonar más tranquilo.-¿Eso responde a todas tus preguntas?-

-Casi.-Contestó pasado de estar frente al pelirrojo a la ventana de la habitación, donde se veía una esplendida vista de todo Tokio.-Ayer me dijiste que si hablabamos de Tomoyo, hablabamos de Naoko; y si hablabamos de Tomoyo y Naoko, hablamos de Yuki ¿Se puede saber quién es?-Preguntó relajadamente.

Había apagado el televisor, no quería otro dolor de cabeza a mitad de su interrogatorio. Sasori sólo observaba los movimientos de Sasuke, al mismo tiempo que recorría la habitación con la mirada, buscando algo que el moreno pudiera usar en su contra.

-Preguntaselo a Naruto o a Itachi. Yo ya contesté hasta lo que me hes permitido decir. Y creeme que no soy la persona más indicada para contestar esa pregunta.-

Sasuke salió como de la habitación con un portazo, para después salir del edificio con un portazo, también. Tirando la puerta que recién había reparado Sasori la noche anterior. Sacando las llaves de su auto y quedándose ahí un rato.

Ya arriba, a Sasori no le extrañó en lo más mínimo su comportamiento, siempre había sido caprichoso. Se distrajo cuando sintió el vibrador del móvil sobre la cama. Había recibido un mensaje de Deidara, el cual decía e invitaba a ir a la casa de Itachi, alegando que tenía que ir porque si no se perdería de ver a sus sobrinas.

Sasori no comprendió a lo que se refería, hasta que llegó otro mensaje con una fotografía de Deidara, Tomoyo y Naoko. De inmediato supo a lo que se refería y se metió al cuarto de baño a tomar una ducha.

En el auto, Sasuke no se quería mover ni un centímetro, sólo miraba la lluvia mojar todos las ventanas del coche. Miró su móvil que estaba en el asiento del coopiloto. Comenzó a teclear unos cuantos números y esperó junto al tono de marcado.

-¿Moshi-moshi?-

-No te muevas de ahí.-Sasuke pudo notar como la voz del dobe se detuvo estrepitosamente.

-¿Sa...sa-sasuke?-Su voz se escuchaba titubeante, como si tuviera miedo por algo frente a él.-¿Dónde e-estás? No llegaste a dormir...a-anoche, estuve muy pre..preocupado, jeje.-

El moreno de inmediato supo que Naruto tenía miedo, pero no a cualquier monstruo, espanto o niña que saliera de la tele, debajo de la cama o del armario. Después pudo escuchar los ladridos de Kyuubi al fondo.

-Cuando llegue a casa... ten por seguro de que no saldrás con vida de ahí.-Dijo para después colgar el telefono.

Tal vez el sueño que tuvo podía hacerse realidad después de todo.

Antes de arrancar el coche pensó en Tomoyo, y en Naoko. No las había visto desde la mañana del día anterior. Se preguntaba ¿después de tanto tiempo fuera de su vida...una hija que ni siquiera sabía la existencia, podría cambiarlo? Es decir, ¿podría Sasuke mostrarle el mismo amor que el que le había mostrado a Tomoyo a lo largo de su vida como padre? ¿Podría soportar su otra hija llamada Naoko abrirle espacio a padre que había sido inconciente de su existencia?

No lo sabía, pero sólo quería llegar a casa y abrazar a su hija, y si acaso estaba Naoko con ella, pues bienvenida sea.

No quería ser igual que Fugaku. ¡NO! El no sería ese tipo de padre que le negaría amor a un hijo como Fugaku lo hizo al correrlo de su casa. Se prometió que el sería un mejor padre, con o sin Itachi desde un principio. Ahora era el momento de quitarle la tutoria a Itachi. Exacto, podía demandarlo por las buenas. Le quitó a una de sus pequeñas y nunca le dijo nada, al igual que Naruto.

Sintió un pinchazo en el pecho, justo donde esta su corazón. ¿Sería que no podía?

-¿Qué me pasa?-Se preguntó a sí mismo.

No, eso no podía ser. Aún después de tanto tiempo, de tanto dolor y lágrimas, ¿sería posible que aún sintiera algo por Itachi? El pecho le dolía sólo de pensar en una demanda, en sus hijas, si quiera en Itachi.

En su corazón se empezó a acumular confusión. ¿A quién amaba en verdad? Es cierto que conocía a Itachi bien. Sabía cada detalle de él. Itachi fue su primer amor y padre de sus hijas. Pero Naruto...sí, Naruto. Él le ayudó cuando no tenía un lugar a dónde ir, ayudó con sus estudios e incluso le apoyó con Tomoyo, y con el tiempo, creyó haber reemplazado el espacio vacío que había dejado la ausencia de Itachi en su vida.

Sin más, comenzó a llorar, no por el dolor de cabeza o el que venía de su pecho, sino porque ese pequeño pero fuerte sentimiento llamado confusión, le había nublado la vista.


*CONTINUARA…

Notas finales:

¡¡¡CHIC@S!!! Sasuke cuenta con ustedes. No lo dejen morir sólo. El futuro de la familia Uchiha y/o Uzumaki está en sus manos. Sólo tienen que elegir con quién quiere que se quede, no quiero que éste sea uno de esos fics donde tengo que matar al prota. (apuntando con una pistola a Sasuke). Creanme, yo no quiero hacer eso, sólo puede haber heridos, es mi política de el buen escritor capítulo 3 (no matarás personajes a tu antojo). Vamos, quiero votaciones. Sino ya sabemos que nos vamos a finales alternativos.

*Oji: Tío en japonés.

Antes de que se me olvide, muchas gracias por sus reviews, me ha apoyado a lo largo de éste fic y para ir avisando, creo que vamos a tener más de quince caps, como dije allá arriba, cualquier cosa puede pasar de ahora en adelante. Y por si lo notaron, sí, éste capítulo sobrepasó mis límites de extensión.

Hasta luego, besos y abrazos. Chibi-chan X3


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