Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Somos Crueles por Chibi-Chan

[Reviews - 160]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Konnichiwa!

I can’t believe it!!!

¿Ya tan rápido pasaron 3 meses? Neta, no me lo esperaba para nada o.O

Lamento el retraso, pero tenía cosas pendientes por hacer, no voy a justificarme con detalles porque ya lo he hecho y es algo tedioso.

Lamentablemente, y después de mucha espera, éste es un capítulo corto. También me gustaría añadir que, como ya lo habrán notado, mis cálculos me fallaron y no terminamos en abril :/

¡Ni modo!

Y sólo para recordar: Si quieren seguir votando, está bien, las casillas siguen abiertas.

También tengo que decir que, después de pensarlo, meditar, correr, saltar, rodar por la alfombra y seguir pensándolo, creo que efectivamente habrá 2da temporada, lo que me impresiona bastante, debo añadir. Pero eso sí, no sé cuándo, ni cómo, ni dónde ni por qué. ¡¡¡Será sorpresa!!! (LoL)

Bueno, creo que eso es todo. Enjoy! n_n

PD: De ahora en más ya no pondré canciones... ya me cansé xD

~ Directo a la boca del lobo ~ 2da Parte ~

23 de Junio. En algún lugar. Sin horario. Subconsciente de Uchiha Sasuke.

Después de haber estado un largo rato acompañando a la duquesa, ésta se había quedado, por fin, en silencio absoluto, como si ya no tuviera nada que decir.

Rato después, Sasuke fue asaltado por la duda de cómo salir de ese lugar y por dónde. No tuvo que decirlo, pues el rubio lo intuyó en su mirada.

-Buscas un lugar por el cual salir ¿Estoy en lo cierto?-El ojinegro asintió a esto.- ¿Tienes a alguien o algo que sea la razón de que quieras irte?-

Asintió de nuevo.-Quiero ver a mi bebé. Estoy preocupado por él.-

-¿Y por qué no mejor por ella?-Comentó para sorpresa del pequeño Uchiha.-Si no te habías dado cuenta de que tu bebé es una niña eres un completo distraído.-

-¿Cómo sabes eso?-Preguntó sorprendido.

-Cuando llevas varios años criando niños te acostumbras.-

Sasuke se quedó tranquilo momentáneamente, hasta que un vago recuerdo le dio un golpe a la cabeza.

-Pensé que ese niño…-Dijo señalando al pequeño pelirrojo que dormitaba en los brazos del ojiazul.-… Era tu primer hijo. ¿No?

Aún con Kaito entre sus brazos, Deidara ubicó su azulina mirada en un reloj de piso que había estado en una esquina cercana. A pesar de su asombro, la mirada de Deidara no cambió ni un ápice, pues estaba sorprendido de que el tiempo se le haya ido como agua entre sus dedos.

-Vaya.... vaya.-Exclamó cansado.-Creo que ya es hora de irme.-

Cerró los ojos un momento, mientras Sasuke veía la hora y apenas eran las tres y un cuarto. Pudo ver como el sillón donde Deidara estaba sentado se recorría hacia atrás a una gran velocidad, al tiempo que el rubio le lanzó el bebé al moreno momentos después. Por efecto reflejo, Sasuke logró atraparlo segundos antes de que cayera al suelo.

-Cuida de él por mí hasta que vuelva ¿Vale?-Preguntó amablemente a un tirado Sasuke mientras desaparecía con todo y mueble a través de una pared de concreto.

El moreno se acercó a ésta extrañado. La tocó, palpó, examinó y golpeó un poco, pero era inútil, era completamente sólida.

Una mujer de cabellos castaños se aproximó al lugar donde momentos antes estaba su duquesa, recogiendo la charola y dirigiendo sus pasos a la cocina.

-¿Sigues aquí? Pensé que ya te habías ido, niña.-Un bufido, sólo eso pudo hacer el Uchiha para contenerse de matar a la mujer.-Bueno, la salida está por el pasillo norte, sigues derecho hasta que encuentres una puerta carmesí, si llegas a la verde, ya te pasaste.-

La mujer sólo terminó de decir esto y desapareció por uno de los oscuros castillos de aquél edificio.

Sin poder hacer mucho, y sabiendo que la cocinera estaría en ese lugar, Sasuke depositó a Kaito en un moisés color gris junto a una ventana.

Confiado en que no le pasaría nada, caminó por el pasillo que se le había indicado. Miraba puertas de todos colores: Violetas, azules, doradas, rosas. Pasó de ellas muy bien, pues la que buscaba era una roja.

Antes de que pudiera si quiera poner un pie frente a la puerta, una voz familiar pero a la vez desconocida atrajo su atención.

-No habrás creído que ese bebé era el hijo de Deidara ¿O sí?-Preguntó un chico de piel blanquecina, casi albina, de ojos negros y una sonrisa grande. Sus orejas se contemplaban en lo alto de su cabeza y su cola se movía con agrado.

-¡Oh! Qué maleducado me vi. ¿No lo crees?-Dijo con sarcasmo.-No nos hemos presentado apropiadamente.-

El neko extendió su mano hacia el moreno, en una señal clara de presentación.

-Soy Uchiha Sasuke.-Comenzó el moreno.

-¿Sasuke? ¡Vaya nombre!-Sin perder la sonrisa, Sai seguía alegre y sin perder el ritmo que su cola llevaba.- ¿Qué te parece, Sasuke, si antes de presentarme te lanzo por la ventana?-

El moreno no tuvo tiempo de reaccionar cuando ya había atravesado el cristal y estaba afuera con unas cortaditas leves y a Sai a un lado suyo sonriendo más que antes.

Por obvias razones, Sasuke se levantó enojado y tomó a Sai por el cuello de la camisa.

-¡¿Se puede saber qué…?!-No pudo terminar la frase, ya que había sido interrumpido por un estallido proveniente de la casa.

La madera, el concreto, las pinturas, todo saltaba por doquiera que se viera, terminando en un incendio, haciendo de la casa una gran hoguera.

-¿Cómo… cómo sabías que…?-Preguntó nervioso.

-¿Qué explotaría?-Se adelantó el albino.-Fácil. Deidara siempre hace ese tipo de muñecos de arcilla. Si los sueltas por más de dos o tres minutos, explotarán. Por eso, siempre le veo con uno de ellos en los brazos.-

Sasuke soltó a Sai intempestivamente, logrando que cayera al césped sin vacilar.

-Por cierto, soy Sai. El gato de Deidara-Su sonrisa no se movía de su lugar, como si no hubiera pasado nada.-Y dime, ¿Para que querías salir?-

-Quiero irme, necesito regresas al hospital.-

-Nadie sale de aquí, Sasuke.-Mencionó cerrando sus ojos.-La única que puede dar ese consentimiento es la Reina Roja. Puedes pedírselo también a la Reina blanca, pero ella tiene menos poder que su hermana, aunque admito que está de mejor carácter pero a donde quieras ir tú estará bien.-

El moreno no entendía cómo ese chico albino no podía parar de hablar, ya hasta se estaba haciendo irritante.

-¿Dónde puedo encontrar a esa reina roja?-

Sai se sentó en el suelo unos momentos, pensativo. Le importaba poco que el fuego se empezara a extender por los alrededores. Al mismo tiempo, esto causaba el nerviosismo de Sasuke, pues era pequeño, sin posibilidades de detener el fuego por el solo y sin rumbo fijo.

-Yo te llevo.-Sonrió, pero no falsamente, si no que de una manera más amable y cordial.-Pero eso contará como un favor que me tendrás que devolver.-

-¡Está bien, pero ya vámonos!-Exclamó jalando al distraído neko a un lugar alejado de la casa que se había caído, consumida por las llamas.

El moreno corrió sin parar hasta llegar a una profunda parte del bosque, donde apenas se lograban divisar las llamas. No se percató de que Sai había desaparecido, sino hasta que ya no estuvo sosteniendo nada.

-¿A dónde se habrá ido?-Se preguntó bajito, volteando a todos lados sin señal de vida.

-Aquí arriba.-Una voz se escuchó arriba de un árbol a su izquierda.

Sai se encontraba sano, salvo, y como si no hubiera sido arrastrado.

-Corres rápido… para ser una niña.-Sonrió sin más, provocando que el pequeño Uchiha se pusiera de color rojo cereza, pero no por pena, sino de coraje.

Antes de que pudiera reaccionar, el curioso albino había jalado una de las ramas cercanas a él, haciendo que se abriera una compuerta en el árbol.

Sasuke se volvió a quedar perplejo, pues todo lo que sabía de lógica terminaba de irse a la basura gracias a esto último.

-¿No vas a entrar?-Preguntó desde arriba del árbol el adorable minino.-Dijiste que querías ir con la Reina Roja, y es justo por aquí.-

-¿Cómo se que no estás mintiendo?-Preguntó entrando en razón.

-Te salvé la vida ¿Qué mejor prueba de confianza?-Comentó, pero aún así, el Uchiha no paraba de desconfiar.

Al ver que el moreno no se decidía, Sai sacó un objeto de su bolsillo, algo plateado y de forma esférica. Terminó por lanzárselo a Sasuke.

-¿Para qué es esto?-Preguntó sosteniendo el objeto entre sus manos. Era lo más parecido a una pequeña campana o un cascabel.

-Si necesitas algo, sólo tócalo tres veces y no dudes en que yo estaré ahí.-Se despidió con la mano y la cola alzadas y desapareció con el viento.

Al pequeño Uchiha no le quedó más opción que seguir caminando, atravesando la puerta que se había formado en el centro de aquel viejo y tétrico árbol. El resultado no fue el esperado, pues ya estaba dudando de la integridad del neko.

El lugar donde ahora se encontraba era seco y liviano, como un campo de cultivo. A su alrededor, lograba visualizar kilómetros y kilómetros de plantaciones de cebada, pero con la única diferencia que, en lugar de ser doradas, eran de distintos colores. Había secciones rojas, otras violetas, verdes e incluso azules o blancas.

No muy lejos del sendero por el que caminaba, había una mesa muy larga, de unos cinco o seis metros, y en ellas se encontraban sentadas tres personas.

Se acercó a ellas cuando se dio cuenta que por la puerta por la que había llegado había desaparecido, por lo que no tenía muchas opciones.

Al estar más cerca, pudo ver con mayor detalle a esas personas.

Había un hombre con orejas y cola de liebre, de pelaje peli plateado y leía sin parar un extraño libro anaranjado. También había un chico (más joven que el anterior, claro.) de orejas y cola que figuraban a las de un ratón, de cabellos pelirrojos y ojos verdes. Y por último, había un hombre demasiado raro, éste no tenía ni orejas ni cola, pero las compensaba con un sombrero grande, que tenía una etiqueta de 10/6. Tenía una apariencia seria, fría y algo distante, pero raramente, tranquila al mismo tiempo.

Sasuke tomó asiento frente a ellos, asiendo que de inmediato, el ratoncillo pelirrojo reaccionara de diferente manera.

-No hay asientos disponibles.-Dijo despegando su pálida cara de la mesa donde estaba recargado.

-Es cierto.-Continuó la liebre.- ¿Sabías qué es de mala educación entrar a una fiesta sin ser invitado?-Pasó sus ojos por el pequeño Sasuke, para después volver a su lectura.

El hombre al lado de la liebre sólo se limitaba a tomar té, pues no tenía nada qué decir.

-Creo que quieres decir algo. ¿Qué te lo impide?-Artículo el sombrerero después de un largo silencio.

Todos dejaron lo que hacían. El sombrerero dejaba su taza de té sobre la mesa, la liebre desviaba su vista del libro a Sasuke y el ratón sólo trataba de mantener la vista enfocada en un punto en específico, porque el sueño no lo dejaba.

-En realidad… estoy aquí porque me dijeron que este es uno de los senderos para llegar a la reina roja.-Un momento de silencio se hizo presente, para que poquito después, el Uchiha se atreviera a hablar de nuevo.-Además de que le perdí la pista a un conejo porque tenía que entregarle sus “preciados guantes”.-Dijo esto último con enfado y resaltando con sus dedos las comillas imaginarias.

-¿Por conejo te refieres a Sasori?-Preguntó la liebre distraída.

Sasuke contestó con un asentimiento de cabeza.-Vaya… vaya. Se nota que nunca dejará de pedir cosas.-Continuó retomando su lectura.-Tengo que decir que también es de mala educación no presentarse. Así que… ¿Cuál es tu nombre?-

A todos sin excepción les picó la curiosidad, pues era lo más entretenido que podría haber por los alrededores.

-Soy Sasuke.-

-Entonces, Sasuke, ¿Qué te trae por aquí?-preguntó el ratón antes de bostezar y recargarse de nuevo en la mesa.

-Si quieres empieza desde el principio.-Animó el sombrerero, asiendo un gesto con su mano para que continuara.

El Uchiha, sorprendiéndose hasta él mismo, comenzó a relatar su travesía por el lugar, desde su llegada, caídas, una explosión y etc., etc., esperando no entretenerse mucho rato.

23 de junio. Hospital Akaeda. 10:21 a.m. Maternidad. Sala 5.

Después de haber abierto sus hermosos ojos color noche por segunda vez, Sasuke se comportaba de una manera irascible, y no era para menos.

Había varias razones para liberar ese tipo de comportamiento, entre ellas estaba que no había comido nada sólido desde su llegada a Akaeda, también que los últimos días había tenido sueños en verdad raros, pero lo frustrante del asunto era que no podía recordar ni el más obvio detalle, sólo sabía que eran extraños. Pero claro, como no todo lo malo de este mundo le puede pasar a una sola persona, también estaba un lindo y amable lado de la vida.

El moreno descansaba en la cama, en una posición cómoda para él. Seguía conectado a unas pequeñas mangueras transparentes de suero y sangre, pero eso era una minucia comparado con la alegría de tener a su bebé acurrucada en su pecho.

La pequeña estaba vestida con un adorable mameluco amarillo con un pequeño pico de peluche y botones a modo de ojos en el gorro, además de unas patitas naranjas asimilando las de un ave. Todo esto daba como total un disfraz de pollito, dibujado, hecho y confeccionado por la misma Kushina.

No había nada más hermoso en toda la existencia como lo era el perfume natural que criaturas tan pequeñas como Tomoyo suelen tener.

La pequeña descansaba como hace días que no lo hacía, pues estar lejos de Sasuke tanto tiempo la habían llevado a morder a más de tres enfermeras y dos pediatras (incluida la Haruno).

Pero ahora se sentía feliz, sin la necesidad de gritar, llorar o si quiera moverse en demasía para atraer la atención de los adultos. Los únicos detalles que le extrañaba eran sus hermanas e Itachi, pues ya los comenzaba a extrañar.

Tras estar tanto tiempo a solas con su bebé, Sasuke ni siquiera gesticulaba fastidio al sentir la presencia de otro ser humano cerca de él.

Después de estar solamente callado (aunque parezca difícil de creer), Naruto por fin hizo acto de presencia. Tomó posición a un lado de la camilla, observando en silencio, sin perder ni en lo más mínimo la paciencia.

-¿Sasuke?-Dijo bajito, revolviendo lentamente el cabello del chico, sin que éste se molestara.

Sin abrir sus labios, sin moverse mucho y sin apartar la vista de su bebé, sólo pudo articular un pequeño "Hm..." en calidad de "qué" y señal de que ponía atención.

-¿Te encuentras bien?-Preguntó detrás del Uchiha.

-¿Por qué no habría de estarlo?-Respondió de forma retórica.-No creo que pueda sentirme mejor, Naruto.-Rió bajito mientras acercaba más a su bebé contra su pecho con gran felicidad, teniendo cuidado de no asfixiarla.

Naruto no pudo hacer más al respecto, pues si Sasuke decía que estaba bien y conforme, pues era natural que el rubio le creyera.

Instantes después, el Uchiha ya se había fastidiado de estar en esa posición fetal que, aunque cómoda, ya comenzaban a entumirse algunas partes de su cuerpo.
Con un poco de ayuda por parte de Naruto (sostener a la nena para que no rodara al piso), el moreno logró incorporarse en la cama teniendo una vista más amplia de la habitación y cargaba entres sus brazos a su preciosa bebé.

Depositando un pequeño beso en la mejilla del Uchiha, Naruto revolvió sus negros cabellos un poco más y salió de la habitación, pues ya le tocaba el cambio de vendajes.

Prontamente, llenando el espacio que el rubio había dejado al salir de la habitación, llegaban Kushina y Minato, sorprendentemente no hacían más que el ruido necesario, tomando asiento cerca del moreno, mirando con ternura a la bebé con disfraz de pollito, y la manera en que Sasuke la sostenía.

-¡Buenos días, Sasuke!-Saludó animado el Namikaze.

La pelirroja hizo igual, dándole a Sasuke los buenos días mientras pasaba sus dedos por sus largos cabellos rojos.

-Buenos días.-Respondió alejando su mirada de Tomoyo y dirigiéndola a sus suegros.

-¿Cómo te sientes hoy, cariño?-Articuló la bermeja un tiempo después.

-Bien, supongo.-Sonrió de lado, tratando de amortiguar un poco el dolor que, extrañamente, provenía de la parte baja de su espalda.- ¿Quieres sostenerla?- Preguntó con delicadeza a la mujer.

Ofreciendo la bebé a la Uzumaki, Sasuke depósito a la pequeña en los brazos de Kushina.

Los (ahora) abuelos estaban encantados con la sola presencia de la pequeña Uzumaki, pues hace tiempo que no tenían a un ser tan pequeño entre sus brazos, además de que ya añoraban desde hace tiempo ese rico olor a bebé recién nacido.

Aunque fuera difícil de admitir y querer aceptar de buena manera, Minato y Kushina ya estaban al tanto de todo sobre la situación. Sabían de Itachi, de Naoko, que éste se había llevado a la pequeña Yukiko ya incinerada y también que lo que había entrado por sus oídos no saliera por su boca, y mucho menos en presencia del Uchiha menor.

-Y dinos, Sasuke ¿Crees que has progresado con tu salud desde ayer? Dormir durante dos días seguidos no es fácil, muchacho.-Animó el Namikaze.

Sasuke sólo sonrió de medio lado, sabía que el rubio y la pelirroja trataban de animarlo entre el ambiente tan lúgubre que produce un hospital, y funcionaba.

-Aún tengo dormida la pierna izquierda, pero por todo lo demás… estoy bien.-Dijo sin que esa sonrisa se alejara de sus labios ni por un segundo.

-Me alegro de que sea así, eso quiere decir que el medicamento está abandonando tu cuerpo.-Contestó Kushina mirando a la pequeña, haciendo pucheros para sacarle una sonrisa.

Un momento de distracción. Sólo dos segundos de distracción bastaron para que terminara completamente perdido en la vista que le daba la ventana de su habitación.

El viento mañanero mecía con delicadeza la copa de los verdes árboles alrededor del patio de Akaeda. En la lejanía, se oían con claridad las risas de los niños que en esos momentos se encontraban hospitalizados, pero jugaban como cualquier niño sano en la amplitud que el jardín les brindaba.

Los rayos del sol caían con delicadeza sobre las plantas, rozando las flores apenas un poco como para dar el efecto de brillo sobre ellas.
-¿Sasuke?-Una voz se escuchó, llamándolo, pero era casi una mera divagación, pues se escuchaba como si viniera del fondo del agua. -¿Sasuke?-Se volvió a repetir.

Esa voz tenía un tono delicado, sin nada de enojo, desaprobación, pero al mismo tiempo era una voz infantil, que pareciera no haber escuchado en mucho tiempo.

Entre su divagación, el ambiente comenzó a cambiar. El sol de la mañana, tan dorado y potente, se había cambiado por uno en tonos naranjas y rojizos, además de que ya no era tan brilloso. Ya no olía a alcohol, si no a una suave brisa marina. Ya no hacía tanto frío debido al aire acondicionado, sino que la temperatura había aumentado, y por ésta causa, usaba un traje de baño, al igual que la persona que le hablaba.

-¿Sasuke? ¿Qué estás haciendo?-Preguntó el contrario, mirando con deleite al pequeño Sasuke y su construcción.

Debajo de él había arena, y unas cuantas conchas y estrellas de mar a sus lados.

Eso, era nada más que un viejo recuerdo de un viaje de negocios a Shizuoka, en el cual, sus padres casi no estaban y ellos se podían divertir, ya fuera en el hotel o en la playa.

-¡Un castillo de arena, nii-san!-Sonría con alegría el pequeño azabache, de apenas unos 7 años, luciendo un traje azul rey que parecía que, por lo holgado que estaba su tarje, se le fuera a caer en cuanto se levantara.- ¿Te gusta?-

-Claro, Sasuke.-Contestó Itachi después de un par de segundos.-Todo lo que hagas, digas o seas me gusta.-Sonrió juntando su frente con la del menor.

-Entonces ¿Me ayudas a terminarlo?-Dijo el pequeño Uchiha con un brillo de ilusión en sus ojos.

-¡Niños, entren al hotel, ya se hace tarde!- Anunció algo lejos el padre de ambos, señalando un reloj que lucía en su muñeca izquierda.

No pasó mucho tiempo como para que Itachi terminara maldiciendo a Fugaku con la mirada, pues le había interrumpido su tiempo de jugar con su ototo.

Sasuke pasó sus ojos de su padre a su hermano, tratando de encontrar una mirada de autocompadecencia y poder quedarse a jugar a pesar de lo que Fugaku decía.

-Lo siento, Sasuke, será otro día.-Dos de los dedos de su mano derecha fueron a parar directamente a la frente del menor, que se frotaba la zona del golpe, algo irritado.

Itachi comenzó a caminar, esperando a que Sasuke se le adelantara o algo parecido, pero no. Sino que siguió su mismo paso.

-¿Volveremos mañana?- Preguntó tomando a su hermano mayor de la mano, intentando así, marcarse un ritmo al caminar gracias a su nii-san.

-Claro que sí. ¿Por qué lo dudas?-Sin perder el paso, cargó a su hermanito en su espalda, como ya era su costumbre.

El pequeño sólo recargó su cabeza sobre la de Itachi. Oliendo con delicadeza el perfume que su cabello desprendía, pues le producía tranquilidad.

-Por nada.-Terminó por ocultar sus ojos en la cabellera negra, durmiéndose casi al instante.

Itachi, con mucha delicadeza, dejaba sus huellas en la arena, terminando el rastro al subir los escalones que daban al hotel. Después de estar a unos cuantos pasos de su padre, Itachi escuchó la voz de éste dirigiéndose a él.

-Espero que lo estés cuidando bien, hijo.-Comentó, aún a pesar de que el moreno no se haya detenido para escucharlo.-al fin y al cabo es tu hermano.-

Sin alterar su paso, Itachi sólo bajó la cabeza para que Sasuke pudiera acomodarse mejor en el hueco que se formaban su hombro y su cabeza.

-Tranquilo. Lo hago mejor que tú, Fugaku.-Dijo sin voltear a ver la expresión de su padre.

Fugaku reprimió una mueca de molestia, sin alterarse ni un poco, sólo entró al hotel como lo hacía su hijo.

-¡Es preciosa, Sasuke!-Una voz nueva lo sacó de aquél recuerdo. Era de un tono delicado y suave. Una voz femenina.

-¿Ehh?- Divagó un poco antes de que sus pensamientos tocaran tierra.

-¿No es lo más hermoso que has visto en tu vida, Minato?-Preguntó la bermeja a su esposo.-

-Verdad que sí. Es muy raro encontrar un poco de quietud en plena tormenta.-Comentó acariciando los cabellos negros de la bebé.

-¿Qué quiere decir con “en plena tormenta”?-Preguntó al mayor, pues, según él, no había habido problema de cualquier tipo en los últimos tres meses.

Ambos, tanto Kushina como Minato, se pusieron un tanto nerviosos, porque al distraído rubio se le había salido algo sin querer.

Gracias a que el karma es muy (demasiado) bueno y estaba a favor del Namikaze, algo interfirió con la respuesta.

La puerta de la habitación se fue abriendo de manera tímida y pausada. Cuando hubo el espacio suficiente, una cabeza se asomó.

-Bu- buenos días, Sasuke-kun, Kushina-sama, Minato-sama.- Sonrió apenada.- ¿Puedo pasar?

-¡Hinata! Tiempo sin verte, niña.-Exclamó el Namikaze invitándola a acercarse con un gentil gesto de su mano.

-¿Han visto a Naruto-kun por aquí? Me ayudó mucho en una cosa y quería agradecerle.-Dijo con algo de pena.-Dijo que confiaba en mí, y espero no haberle defraudado. Por fin encontré un nombre perfecto para mi sobrino.-Sonrió.

Ambos, Kushina y Minato, tenían una gran interrogante taladrándoles la cabeza. No habían recibido la alegre noticia de que Neji había sido padre, pero suponían que era lo más normal, pues se habían enfocado en ayudar tanto a Naruto como a Sasuke con todo el nuevo asunto de la maternidad/paternidad.

-Felicítalo de mi parte.-Articuló en Uchiha con mirada tierna.

De seguro era efecto de las hormonas otorgadas y acumuladas del embarazo, pero la peliazul había sentido el gesto muy sincero.

La peliazul hizo un gesto de agrado y luego aceptó con una gentil afirmación de cabeza.

-Claro que lo haré.-Reafirmó.

-Entonces…- Atrajo la atención la bermeja.- ¿Cómo se llama el nene?-

-Daiki.- Sonrió sin más, pues la emoción contenida era demasiada.

Inmediatamente, a Kushina se le encendió la cara de ilusión, Minato afirmaba con la cabeza como aprobando aquel corto nombre, y Sasuke miraba a su bebé, que se había puesto a reír por instinto unos cuantos instantes después.

23 de junio. Distrito Chiyoda. Complejo de apartamentos. 10:30 a.m. Apartamento 15-B.

Desde su llegada a aquél apartamento, las cosas para ellos se habían complicado y facilitado un poco, pero eso no quería decir que se la habían liado por completo.

Eventualmente, tanto Deidara como Sasori no son capaces de dejar a alguien en medio de una batalla personal, y menos si son amigos de toda una vida. Por lo que, terminando de recoger las cosas de Itachi, subirlo a un taxi y traerlo a casa con todo y bebés, decidieron que eso era pan comido. Luego venía la otra parte. ¿Cómo cuidar de alguien que ha sido rechazado indirectamente y perdido dos hijas casi al mismo tiempo? Añadiendo a eso la recién pérdida de confianza de su antes “amigo”.

Un golpe bajo si los juntamos todo. ¿Pero qué podía hacer?

No fue Sasuke ni siquiera Naruto. Pero tampoco creía tener la culpa por él mismo, aunque no lo había premeditado antes de irse, no pensó que algo de esa magnitud pudiera pasar.

Por eso… en estos instantes… estaba pagando las consecuencias de sus actos pasados.

No había pensado nunca en devolver el tiempo para arreglar algo que había hecho mal, pues siempre, todo lo que salía mal, terminaba beneficiándolo a él y a Sasuke. Pero ahora… todo era por completo distinto, y daría la vida porque, lo que haya pasado hace menos de un año, no hubiera pasado nunca.

-Itachi ¿Seguro que estás bien?-Preguntó el rubio con la pequeña Naoko dormida en sus brazos, mirando como su amigo se hundía más y más en el sillón cada cinco segundos.

-No podemos tenerlo mucho tiempo así.-Dijo bajito Sasori junto al ojiazul.-Si sigue del mismo modo veinte minutos más, pronto vendrán los buitres a dar vueltas sobre él.-

Sin soltar a la bebé ni por un segundo, Deidara se acercó al moreno algo fastidiado, porque éste no se había querido levantar del sillón desde las cinco de la madrugada (hora en la que había llegado, por cierto). Notó que estaba dormido. Posó el dorso de su mano derecha sobre la frente del moreno y notó que tenía algo de fiebre.

El rubio sólo suspiró. ¿De verdad el Uchiha se había descuidado a tal grado de enfermarse con tan sólo estar en Japón tres días? Increíblemente, eso parecía.

-¿Qué vamos a hacer contigo?-Se preguntó en voz alta.

Con sumo cuidado, fue a la habitación que compartía con el pelirrojo y depositó a la bebé sobre la cama. Pues estaba seguro que, con el sueño pesado que tenía, no se iba a despertar muy pronto. Salió de ahí y entrecerró la puerta. Inmediatamente fue a la cocina y junto con Sasori se dispuso a hacer que el Uchiha se recuperara.

Salió del apartamento para ir por un par de medicinas y suero oral. Mientras tanto, Sasori se quedó en casa calentando un poco de agua caliente y poniendo un par de toallas mojadas sobre la frente de Itachi para que la fiebre bajara un poco.

Pasaron unas cuantas horas para que se estabilizara.

Ni Sasori ni Deidara sabían por qué era el cambio tan repentino en su salud.

Sus únicas especulaciones provenían de los últimos tres días que el moreno había pasado en el hospital sin descanso alguno, al igual que el Uzumaki.

Tal vez no había comido bien, se había desvelado mucho o quizás ni se había dado una ducha desde su llegada a Akaeda.

A lo lejos, y algo ahogado, se escuchaba un llanto infantil, proveniente de un infante recién nacido. Sasori fue a la habitación: Era la morena que reclamaba por comida.

Ya a por el medio día, el Uchiha estaba despierto y rehabilitado, pero aún no se podía levantar de su lugar sin antes sentirse mareado.

-Yo que tú me quedaba donde estaba.-Replicó Sasori junto a él, con el control remoto en la mano y cambiando de canal cada tres segundos.-Créeme, no querrás sentirte peor de lo que, creo, ya te sientes.-

-¿Cómo llegué aquí?-Preguntó casi para sí mismo.

-¿Acaso no recuerdas?-Comentó el rubio lanzándole una botella de suero que el sillón atrapó.-Entonces sí estás muy descuidado.-Se dio una palmadita en la frente mientras desaparecía de la escena.

Después de pasar la vista por el lugar, se concentró en algo que de verdad era importante para él.

-¿Dónde está Naoko?-Dijo con preocupación.

-¿La bebé? Tú tranquilo Ya nos hicimos cargo de ella.-Itachi le lanzó una mirada interrogante y a la vez de advertencia, pues con Sasori y Deidara se podía esperar cualquier cosa.

-Está durmiendo desde hace rato ¿Contento? Vaya, qué desconfiado.- Refunfuñó Deidara llegando de nuevo, siendo que había escuchado la conversación desde el principio.

-Gracias.-Dijo revolviéndose en su lugar.

-No tienes por qué darnos las gracias.-Dijo Sasori, terminando de cambiar de canal y dejándolo en su programa mañanero favorito "Happy Tree Friends".

-Para eso están los amigos ¿Qué no?-Añadió el ojiazul con una sonrisa.

Sonrió de medio lado mientras cubría sus ojos con su brazo izquierdo. La luz cegaba un poco sus ojos de manera extraña, pues parecía tenerlos resecos, pero no salía ni una sola lágrima. Tal parecía que la fiebre había hecho un gran trabajo en dejarlo deshidratado.

Al igual que hace en días pasados, el remordimiento se lo comía vivo. Creía que todo era una especie de realidad alterna, que lo que había vivido hasta el momento, no era más que una ilusión, o quizá uno de esos sueños/pesadilla de los que no se puede despertar por más que se sepa que estás dentro de uno.

¡Claro que no!

Esto no se resolvería con sólo chasquear los dedos, y lo sabía más que bien, ¡pero cómo deseaba hacerlo!

Y, respecto a su bebé ¿Dónde estaba? El pelirrojo dijo que estaba en buenas manos. El ojiazul dijo que dormía. Pero nadie le dijo en qué lugar estaba. Esto empezó a preocuparle. Cómo pudo, se incorporó en el sillón, tratando de soportar las náuseas que sentía y sólo se calmaban estando en una posición horizontal.

-Qué testarudo eres, Itachi.-Mencionó el rubio al Uchiha que parecía que devolvería hasta lo que no había comido.-Toma reposo, es lo mejor que puedes hacer por ti en estos momentos.

-Quiero verla.-Susurró cuando sus pies tocaron el suelo.

-Y lo harás.-Dijo Sasori, algo fastidiado por las acciones de Itachi.-Pero primero date una ducha.-Apuntó con su mano al último cuarto de pasillo a la derecha.

Sin decir nada, Itachi se levantó ya más descansado y sin tambalearse, por lo que llegar al baño se le haría fácil. Con lo que no contaban Sasori ni Deidara era que él se fuera a colar a la habitación dónde Naoko dormía.

Medio tambaleándose por el corredor, caminaba de poco a poco, encontrándose con varias puertas, pero había una que estaba entrecerrada.

Se coló como el viento a la habitación, encontrándose con una Naoko que jugaba con las esquinas de una cobija pequeña, muy entretenida, por cierto.

-Hola, bebé.-Sonrió a la morena.

La bebé pareció entenderle, pues le respondió con un balbuceo inentendible, pero tierno.

Itachi tomó asiento junto a la ojicarmín, que, después de saludar a su manera, volvió a sus asuntos pendientes con la sabana.
Sin poder resistirse, Itachi se acostó por completo sobre la cama, para tener una mejor vista de la risueña bebé.

-Sé que… de ahora en adelante, las cosas no irán de la mejor manera.-Empezó a hablar.- Tal vez tengamos nuestras diferencias, o no te agrade mucho, pero yo siempre te voy a querer, tanto como a Sasuke y a tus hermanas.-

Naoko sólo se limitaba a balbucear y a escuchar sin interrumpir a su padre. Parecía que no tenía ni idea de lo que hablaba que lo sabía muy en el fondo por el gentil tono que usaba.

-Dentro de algunos años… tal vez me recrimines por lo que he hecho, pedirás ver a Sasuke, pero sinceramente, no sabré en qué parte del mundo se pueda encontrar. Pero tampoco te impediré que conozcas sobre él si es lo que quieres.

El moreno besó con delicadeza la frente de su pequeña. Pasó unos cuantos minutos observándola hasta que volvió a quedarse dormido del cansancio, y la nena lo hizo igual, aprovechando el confortable calorcito que un cuerpo dormido puede producir.


23 de Junio. Hospital Akaeda. 02:47p.m. Pediatría. Oficina de Haruno Sakura.

Desde hace un par de horas, la Haruno daba vueltas en su oficina, con un teléfono pegado a su cabeza, deseaba con desesperación que contestaran al otro lado de la línea.

En su registro de llamadas había más de treinta llamadas al mismo número que no habían sido contestadas, razón de su desesperación.


-¿Sí?-

-¡Por fin contestas!-Replicó en la bocina.

Para calmar un poco sus ansias, la pelirrosa tomó asiento junto a la ventana, que daba vista a la parte este del hospital, donde se podía ver todo el piso de maternidad. Su vista se fijaba en una habitación en especial. Veía cómo el menor de los Uchiha sostenía una bebé en brazos, mientras Hinata y Naruto junto con sus padres, lograban sacarle varias sonrisas con anécdotas pasadas.

-No grites, y menos cuando hablas por teléfono. Es molesto, además de maleducado.-Criticó el hombre al otro lado del teléfono.-Dime ¿Qué querías para estar llamando cada tres minutos?-

-No te hagas el que no sabes.-Chilló irritada.- Mi trabajo está hecho. Si se llegan a enterar (y lo harán) me despedirán en menos de lo que te puedas imaginar.-

-No te preocupes, te tengo un plan de respaldo. Sólo tienes que seguir mis instrucciones al pie de la letra, igual que como lo has estado haciendo hasta el momento.-La voz del hombre se escuchaba algo alegre, como si sonriera al hablar.

¿Y cómo no iba a sonreír después de lo que había hecho?

Había usado a su peón favorito para separar a hermanos y hermanas, según correspondiera. ¿Qué otra cosas le podría causar mayor satisfacción?

-¿Se puede saber qué plan es ese?-Preguntó ya más calmada.

-Claro que no. Soy cómo un Dios, yo lo sé todo, no sabes lo que tengo planeado, no sabes lo que haré, pero será para que tú te muevas.-

Sakura se movió hacia un mini bar que tenía a un lado de su escritorio, sacó una lata de té helado y se fue a sentar de nuevo a la ventana, moviendo la cabeza como si imitara a aquel petulante hombre.


-Si hay noticias nuevas sobre Sasuke o Itachi, o si quiera notas algún cambio, llama en cuanto lo sepas.-Colgó de inmediato.

-Será idiota.- Dijo lanzando el teléfono a un sillón cercano.

Tomó un sorbo del té y miró por la ventana, a disfrutar de la vista, al parecer. Le encantaba ver que sus planes y acciones siempre salían bien, así que estaba muy feliz. Sabía los beneficios. Sabía las consecuencias. Sabía los riesgos que sus acciones traían con ellas. Por algo no se preocupaba en lo más mínimo.

A estas alturas del partido, perder o ganar eran ya la misma cosa.

 

*CONTINUARA…

Notas finales:

Hasta la proxima n_n

Y ésta vez espero no tardar tanto tiempo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).