Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Somos Crueles por Chibi-Chan

[Reviews - 160]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Konnichiwa!

 *O* ¡Qué bien se siente actualizar temprano! *O*

Sorprendentemente, estoy de buenas, por eso actualizé antes del mes completo.

 No es por presionar, pero ¡¿Dónde se encuentran las fans de Itachi?! Sinceramente, o fue la culpa de Itachi por alejarlas o fue de mis dedos ToT (Y sí, lo digo porque va perdiendo) Pero soy jodidamente imparcial, por lo que no puedo hacer nada xD

 Bueno, terminando con esto… Les presento el penúltimo cap. antes de que termine la votación. Nos quedan como 3 semanas, así que no hay que sentirse mal por eso.

 Bien, si tienen alguna duda, comentario o si simplemente quieren expresar sus deseos de matar a ciertas personas, pueden hacerlo, es más, ya hasta me está divirtiendo imaginar a esas personas en peligro de muerte. Sí, ya sé, es raro.

Pero las posibilidades de matar a alguien en un fic. Son inmensamente infinitas, y la mayoría las abarco yo xD.

 Sin más preámbulos, con ustedes, el capítulo 14 parte 1.

 Enjoy! n_n

~ En un mundo de ciegos y sordos... el mudo gobierna ~ 1ra Parte ~

 

24 de Junio. En algún lugar. Sin horario. Subconsciente de Uchiha Sasuke.

 

-Pues qué rara forma de llegar, ¿No creen?-Preguntó la liebre para que el ratón y el sombrerero le contestaran afirmativamente, pues tenía mucha razón.- Para serte sincero… este ¿cómo dijiste que te llamabas?-

 

-Por décima vez, me llamo Sasuke.-

 

-Ah, sí, Sasuke-kun… como sea. Para ser sincero, no se ven muchas personas como tú por los alrededores.- Articuló tranquilamente pasando de su vista a Sasuke al libro y viceversa.

 

-Ciertamente...- Añadió el sombrerero.- Sasori nunca se queda tranquilo hasta que manda a otros a hacer sus mandados a quién sabe dónde.-

 

-Por eso ya no cruzamos palabra con Sasori.- Se integró a la plática el ratoncillo.

 

-Está bien, pero al final necesito llegar al castillo de la reina roja, y deduzco que Sasori se encontrará allá y me preguntará por sus “queridísimos guantes.”

 

Los demás seguían en sus asuntos, cuando a alguien, la falta de cortesía le pegó duro.

 

-Por cierto, lamento no haberme presentado. Mi nombre es Kakashi, la liebre.-

 

-Mi nombre… mi nombre era…- Debido a que se confundió un poquito, el pelirrojo buscó una etiqueta que venía cosida a la parte trasera de su suéter, donde estaba escrito su nombre.- Ah, claro.- Se golpeó un poquito la frente al ver su nombre.- Yo soy Gaara, el ratón.

 

Pasó un poco de tiempo, el suficiente para que se hiciera un silencio algo largo, pero aún así, el sombrerero no se presentaba.

 

-¿Y quién eres tú?-Preguntó el tierno Uchiha.

 

Kakashi y el sombrerero sonrieron a la par, pues, al igual que Uzumaki y Naruto, hace tiempo que no veían “personas”, por lo que jugar se les haría muy divertido.

 

-Te propongo algo, Sasuke-kun.- Comenzó el Hatake.- Si logras adivinar el nombre de mi amigo el sombrerero aquí presente, te daré éste par de guantes extra que tengo aquí, para que no sufras ningún contratiempo cuando llegues al castillo de naipes.-

 

-¿No sería más fácil sólo darme los guantes?-

 

-¡Pero eso no sería entretenido!-Dijo alegre moviendo la cabeza de izquierda a derecha, mientras el sombrerero y el ratón lo seguían.-Además, te daremos pistas. ¿Qué más se puede pedir?-

 

Sasuke lo pensó un poco, era obvio que ya iba tarde, que quería salir de ahí, pero se imaginó que tenía que hacer ciertas cosas para lograr su salida. Así que al final tuvo que aceptar.

 

-Bien, bien. 1ra. Pista: Su nombre comienza con la letra “I”.-Dio comienzo la liebre.

 

-Otra.- Dijo con simpleza el pequeño.

 

-Seguro lo conoces, casi de toda tu vida.- Dijo el pelirrojo.- Esa fue la segunda pista.-Añadió recostándose sobre la mesa.

 

Alguien que conozco de casi toda una vida, y que su nombre comienza con la letra I” Se interrogó a sí mismo.

 

Por fin, después de algunos minutos, se le ocurrió un nombre. Estaba a punto de abrir sus labios cuando de pronto apareció lo inesperado.

 

-¡Gaara!-Apareció gritando un neko casi albino, abrazando con fuerza al pequeño ratón, que casi en el acto, salió huyendo de Sai.- ¿Por qué escapas de mí? Si tú sabes que te quiero mucho.- Decía persiguiendo al pobre pelirrojo con una sonrisa algo pícara en su rostro, a través de todo el campo cebada colorida.

 

-¡Gato malo! ¡Gato malo!- Gritaba el ratoncito de ojos aguamarina mientras corría a toda velocidad.

 

-Corrígeme si me equivoco, estimado amigo, pero creo que esta ya es la cuarta vez en lo que va de la semana.-Comentó la liebre, recibiendo un asentimiento positivo del sombrerero.

 

-Ahora vuelvo.-Dijo con tranquilidad el sombrerero levantándose de su cómodo asiento.

 

Tanto Kakashi como el pequeño Sasuke, observaban con detenimiento las acciones del sombrerero. Para el peliplata ya era una rutina, pero para el Uchiha no, por lo que se disponía sólo a observar.

 

Sai perseguía a Gaara sin detenerse, por lo que el sombrerero tenía que tomar medidas para eso.

 

Como ya he dicho, era una rutina, así que ya se había aprendido los pasos de memoria.

 

1.- Sai aparecía y Gaara corría por su vida.

 

2.- Gaara se iba directo a las plantaciones, apareciendo unos minutos después.

 

3.- El pelirrojo volvía hacia la mesa con Sai detrás de él.

 

4.- Último paso (Y mi favorito personal), detener a Sai de una manera poco convencional.

 

El moreno se puso justo a un lado de un poco de cebada perlada, esperando a que el Sabaku saliera e inmediatamente tomar asiento en el “suelo”.

 

Lo digo de esta forma porque, gracias a su cronometrada rutina, ya tenía los tiempos medidos y, en lugar de caer sobre el duro suelo, quedaba sentado sobre el minino, deteniéndolo al instante.

 

-¿Cuántas veces te hemos dicho que no llegues así, Sai?-Preguntó el moreno mientras cruzaba sus brazos.- No es muy educado de tu parte ¿Sabes?-

 

Kakashi, que estaba con un gran guante de baseball frente a él, logró parar a Gaara con éste, pues la velocidad que llevaba era mucha.

 

-Sasuke, ¿Podrías poner un poco de ese jarabe de soya sobre nuestro lindo ratón? Es la única manera de calmarlo.- Decía mientras hacía el intento por mantener a Gaara quieto, pues Sai le ponía los nervios de punta.

 

El moreno tomó un tarro blanco que se encontraba sobre la mesa, y fue directo con Gaara. En lugar de ponerle de manera delicada el jarabe de soya, el Uchiha lo aplicó directamente sobre la cabeza del pelirrojo, haciendo que éste quedara pegajoso y mucho más calmado.

 

Instantáneamente, y por mero reflejo, el pelirrojo comenzó a lamerse el jarabe de soya del cuerpo. He ahí la causa de su relajación inmediata.

 

-Gracias, Sasuke.- Decía el peliplata mientras sentaba al chico de ojos aguamarina para que pudiera estar en una posición más cómoda.- Por lo general nos lleva más tiempo calmarlo. Jeje.-

 

El Uchiha miró a Sai, que se retorcía bajo el sombrerero.

 

-¿Ya me puedo ir?-Preguntó pataleando para escapar.

 

-Sí.- Apenas el moreno pronunció esa corta palabra y el neko había desaparecido en una nube de humo.

 

El sombrerero volvió a su asiento con toda la calma que se puede tener, mientras la liebre y Sasuke hacían lo mismo.

 

-Etto… ¿Qué te parece que, por habernos ayudado, te daré este par de guantes blancos completamente gratis?-Sonrió debajo de la máscara.

 

El ojinoche dudó un poco, pues ya no sabía ni en qué confiar.

 

-¿Cuál es el truco?-

 

-¿Truco?-Repuso el sombrerero.- Aquí no hay ningún truco, sólo hombres de palabra.-

 

-Y para añadir más a esta increíble oferta, además de llevarte los guantes te diré el nombre de mi amigo el sombrerero.-Dijo tomando los guantes entre sus manos.- Piénsalo, es una oferta limitada. Además vas algo corto de tiempo, ¿o me equivoco?-

 

Por curiosidad, Sasuke sacó el reloj de bolsillo que tenía desde hace rato. Extrañamente, ya funcionaba, sin pararse o algo por el estilo. Comprobó que eran ya las cinco de la tarde.

 

-De acuerdo, sólo porque ya me quiero largar de aquí.-Tomó los guantes rápidamente.

 

Todo se quedó en silencio. Sólo se podía escuchar el ligero toque del viento sobre la cebada, las nubes pasar en el cielo y uno que otro trinar de un pájaro.

 

-Me llamo Itachi. Perdona el misterio.-Dijo quitándose el sombrero en señal de cortesía.-Gusto en conocerte, Sasuke.

 

-El placer es mío.-Dijo como acto reflejo, pues aseguraba haber visto a ese hombre en algún lugar anteriormente.

 

-Y agregando algo más a la oferta.-Añadió el pelirrojo, que ya se había quitado todo el jarabe de la cara, brazos y pelo.- ¡Toma una galleta!-Dijo mostrando una galleta con textura parecida a una oblea.

 

-¿Para qué es esto?-Preguntó recibiendo la galleta.

 

-Tómalo como un bonus por hacerte sufrir tanto estos últimos escenarios.-Dijo Itachi con una taza de té caliente próximo a su boca.-Vamos, que una pequeña mordida no te hará daño.-

 

Y así lo hizo. Por un lado sabía deliciosa, pero por otro no podía identificar ese sabor en especial. ¿Acaso era chocolate, o vainilla? Tal vez algo de granada o fresas con kiwi.

 

Al momento, comenzó a sentir una sensación extraña en su cuerpo, como un hormigueo o un entumecimiento repentino.

 

-Quién lo diría.- Susurró el Sabaku.- Ya no se ve como una niña pequeña.

 

-¿Gustas un espejo, Sasuke?-Preguntó el Hatake.- Aunque no creo que lo necesites, pero bueno, qué más da.-

 

El pequeño Uchiha tomó el espejo de mano que le daban, comprobando que ya no era tan pequeño, pues había recuperado su forma adolescente, pero aún tenía el vestido, que ahora le quedaba un poco más entallado y, por supuesto, más corto.

 

-Y ahora el siguiente paso.- Dijo el moreno mayor.

 

-Llevarte con la Reina Roja.-Dijo el pelirrojo.

 

Sin saberlo, sin quererlo, y sin aprobarlo, Sasuke había sido depositado en una catapulta. No pudo ni siquiera renegar, pues esos tres habían sido más rápidos que él.

 

-Que tengas buen viaje, Sasuke.-Se despidieron los tres para luego jalar la manija de la catapulta, que lo hizo volar por varios lugares de ese extraño país.

 

-Me caía bien.- Pronunció el pelirrojo mientras veía a Sasuke volar por el territorio, a lo que los demás asintieron igual.

 

El pobre Sasuke hubiera atravesado el país en un momento, pero tuvo que atravesar un cristal perteneciente a una ventana, deteniendo inmediatamente su viaje, pero cayendo de mala manera en el piso.

 

Se levantó con algo de dolor, pues esa caída no fue una de las mejores que pudo haber pedido.

 

-¡Por fin llegas, Mariana!-Gritaba mientras rebotaba un lindo conejo pelirrojo.-Estaba preocupado, ¿Traes mis guantes?-

 

Genial. Acababa de azotar contra el piso y Sasori sólo se preocupaba por sus queridísimos guantes.

 

-Aquí están.- Dijo parándose del suelo mientras sacaba los guantes de su bolsillo.

 

-¡Gracias! Nos vemos luego, la Reina Roja está por llegar.-Dijo antes de alejarse y entrar por una puerta que estaba al fondo.

 

No se había percatado del lugar donde se encontraba. Era lo más parecido a una corte.

 

Había jurado, testigos, un estrado y mucho ruido.

 

Sasuke se situó a una de las esquinas donde había asientos libres, esperando a que algo pasara.

 

De pronto, una trompeta se escuchó en lo alto. Era Sasori que anunciaba la entrada de la Reina.

 

-Todos de pie para recibir a la Reina Grell Sutcliff.-De inmediato, todos se pusieron de pie mientras la reina entraba.

 

-Buenas tardes, queridos súbditos.- Decía mientras esparcía besos para todos y cada uno de los rincones del salón.- Hoy los he citado aquí para que sean testigos del condenamiento y ejecución de nuestro criminal en cuestión-desu.-

 

Un ruido metálico se hizo presente en la sala, atrayendo al momento la atención de todos.

 

Una tarima de 3 metros de alto se veía elevada en mitad de la sala, y, encima de ésta, había un sillón que se podría reconocer al instante, pues era de terciopelo color vino, y la persona sentada ahí poseía un vestido azul celeste, ojos de igual color, cabello rubio, y unas correas de cuero se sujetaban a sus muñecas y tobillos. A pesar de que las correas estaban un poco flojas, no oponía ni la menor resistencia para liberarse.

 

-Señores del jurado, testigos presentes, verdugos, denle una calurosa bienvenida a nuestro acusado del día de hoy: ¡Bienvenido seas a la corte, Deidara!

 

Los vítores no se hicieron esperar. Las reglas eran claras, y las repetía la Reina Roja. Primero la ejecución, luego el juicio. Lindo, ¿no?

 

Sasuke no lo podía creer. Deidara había dicho que tenía un asunto importante que atender, pero no se imaginaba que de tal magnitud. Se preguntaba qué pudo haber hecho Deidara para ganarse la ejecución.

 

-Que comiencen a afilar la guillotina.-Dio por ordenado Grell antes de que los gritos y ánimos de la turba se hicieran presentes de nuevo.

 

¿Y ahora… qué podía hacer?

 

24 de junio. Distrito Chiyoda. Complejo de apartamentos. 08:46 a.m. Apartamento 15-B.

 

No es que no tuvieran el tiempo suficiente. No es que el ruido les molestara. No es que lo que veían no era de su agrado. No es que hayan hecho tales cosas de improviso y de un día para otro. La cuestión era que no soportaban ver a Itachi fracasar como padre primerizo, si se le puede llamar así.

 

Comencemos desde el principio.

 

Como ya se sabe, la noche es para dormir. Para descansar de un largo día de actividades y recargar energías para el día que estaría por venir.

De una u otra manera, esto no se les puede enseñar a los bebés. Pues, gracias a que son las criaturas más indefensas en el mundo terrenal, deben de recargarse de energía cada cuatro otras, lo que hacía que a ciertas personas se les fueran las fuerzas en cuanto escuchaban un infantil llanto durante las preciadas horas de sueño (incluyendo los vecinos).

 

Itachi había acordado tanto con Sasori como con Deidara que él solito podía cuidar de su bebé. Pero, obviamente, y como buenos tíos, que en caso de que el moreno necesitara ayuda en cuanto al cuidado de la recién nacida, ellos ayudarían sin dudarlo.

 

Pero vamos, parecía que, aún contradiciendo lo que salía por su boca, sus acciones revelaban a gritos que necesitaba ayuda. No sabía a qué temperatura poner la leche, no sabía cambiar pañales, no sabía muchas cosas que un padre normal (preparado con clases pre-concepción) debería saber de manera obligatoria.

 

Por eso, el día comenzaba a las 5 de la mañana, razón por la que estamos aquí. Sasori estaba en la cocina, cortando un poco de carnes frías y verduras para el desayuno; Deidara sostenía una bolsa de hielo sobre su rostro; Itachi… Itachi trataba de hacer dormir a la niña arrullándola entre sus brazos desde hace más de media hora; Naoko se divertía a su estilo viendo como su Otou-san sufría de cansancio.

 

-Cinco minutos más y estará listo.- Dijo Sasori en su, ya muy conocido, tono de voz relajado y casero, refiriéndose al desayuno.

 

Gracias a Kami-sama, él era el único con compostura en el lugar pese a las circunstancias.

 

-¿Alguien sabe qué hora es?-Preguntó el rubio sin querer quitarse la bolsa de hielo de encima.

 

Un pequeño reloj digital se veía en el contador de un horno microondas en la cocina. …ste marcaba las nueve de la mañana en punto.

 

-Son apenas las nueve.- Mencionó Itachi acercándose a la cocina, donde estaba calentándose un biberón con leche caliente.

 

El televisor estaba encendido, pasaban infomerciales por ser tan temprano. Walter mercado aún hacía promoción de su línea gratuita de adivinación.

 

-¿Puedes apagar eso?-Preguntó el ojiazul quitándose por fin la bolsa de hielo de la cara.

 

Al moreno casi se le salía una sonrisa burlona, y no era para menos, Sasori también lo había hecho en su momento.

 

La cuestión de la risilla del moreno se debía a que el ojo del rubio (y parte de su frente) se habían teñido de un color morado oscuro, producto de un fuerte golpe.

 

Fue tan gracioso. En primera, por lo alterada que estaba la situación en el momento del accidente; y en segunda, porque se golpeó por una nimiedad de problema.

 

Aunque no lo crean, golpearse en el rostro a mitad de un largo y dificultoso cambio de pañales con una repisa mientras te gritan que el pañal no se pone en la cabeza… no es para nada agradable.

 

-¿Te sientes mejor?-Preguntó Sasori mirando el golpe del rubio.

 

El ojiazul sólo señaló su ojo golpeado, dedicándole al pelirrojo una mirada sarcástica, pero lo dejó pasar.

 

-Un poco. Por suerte ya no siento dolor.-Dijo levantándose de su lugar y yendo directo a un espejo que colgaba en una pared, viendo que la hinchazón ya había bajado bastante.

 

Nadie se había dado cuenta, pero el silencio que se podía apreciar era tranquilizador, pues Naoko por fin había parado de llorar.

 

-Por fin se durmió.-Resopló el Uchiha algo cansado.

 

-Supongo que deberías de entrar a una de esas clases de maternidad, Itachi.- Comentó el rubio tomando el control remoto entre sus manos y cambiando de canal.-Te ayudaría demasiado. Bueno, mejor dicho… nos ayudaría mucho.-Terminó diciendo con cansancio, tomando a la bebé de brazos del Uchiha y llevándola a descansar a alguna de las habitaciones.

 

A pesar de el ambiente tan cansado que se sentía en el apartamento, el día estaba increíblemente soleado, como si alguien se riera de su situación al no poder salir de casa.

 

-¿Ya tienes pensado lo que vas a hacer con Naoko o aún no has pensado en el futuro?-preguntó Sasori pasando por un lado al ver que el desayuno ya estaba listo.

 

-¿Te sorprendería si te digo que no tengo ni la menor idea de lo que pasara?-Preguntó hundiéndose en el sillón.

 

-No te estoy pidiendo que me digas el futuro, quiero que me digas qué tienes planeado hacer.-Respondió apuntando al Uchiha con una cuchara sopera que sostenía en su mano.

 

-Ya sé.- Respondió con simpleza.- Pero ya que acabo de salir de la Universidad y descubro que toda mi familia está muerta, no es como para estar alegre y de actividad en actividad.-

 

Esa última frase agregó una pizca de melancolía al ambiente, esparciéndose rápida y silenciosamente, aún con el televisor encendido.

 

-¿Y si comienzas consiguiendo información?-Preguntó el pelirrojo, haciendo que a Itachi le asaltara la duda.-Sólo digo… siendo tan buenos padres no pudieron haberte dejado a ti y a Sasuke sin herencia.-Dijo como si nada, sirviendo en tres platos diferentes algo de caldo de verduras con carne.

 

-No dependí de Fugaku desde los diez años, y no pienso hacerlo ahora que está muerto.-Sentenció de manera seria.

 

¿Pues quién iba a querer algo así de la persona que creías tu héroe y terminó dándote una paliza sólo por ducharte con tu hermano menor? Pues, para Itachi, negarse era lo más lógico.

 

-¿Tienes que retorcer mis palabras?-Preguntó el pelirrojo, al tiempo que le hacía una señal al rubio para que se sentara a desayunar.- ¿Tengo que dártelo por escrito o algo así? Sólo dije conseguir información, no “presentarte a por la herencia”.

 

-De verdad que necesitas dormir.-Resopló el rubio llegando a la mesa.- O en el mejor de los casos, una ducha de tres horas, aunque sea con agua fría.-Repuso después.

 

El Uchiha se acercó un poco a la ventana por donde el sol salía. Miró con nostalgia la calle principal, las arboledas, los edificios conjuntos. No era porque le hacían recordar buenos momentos, ni siquiera prestaba atención a estos detalles. Si no que, al reflexionar la propuesta de Sasori, se sentía raro al no poder tomar una decisión concreta.

 

-Vamos, Itachi.- Interrumpio sus pensamientos el pelirrojo.- Nada pierdes con sólo conseguir algo de información.-

 

-Muy cierto.- Interrumpió Deidara.- Si crees que el plan va mal, simplemente lo puedes dejar de lado. Así de fácil.-Dijo reciclando el hielo de la bolsa y convirtiéndolo en una malteada.

 

¿Podía ser…? ¿Podía ser que… aún, con tanto tiempo tratando de evitar a Fugaku, éste regresara de alguna manera a través de sus recuerdos? Podría ser, pero si no lo intentaba, nunca se quitaría la duda de encima.

 

Tenía que ser buen padre. Pensar en el beneficio para su bebé, pues en lo que llevaba de fuera del hospital no se había contagiado tanto de la paternidad experta, por lo que tenía que hacer progresos. Además de que tenía que hacer algo con esa pequeña cajita de cenizas que aguardaban ansiosamente sobre una repisa para descansar en paz.

 

24 de junio. Hospital Akaeda. 10:21 a.m.

 

Tal vez eran las ganas de quitarse el aburrimiento de encima, o la necesidad de cambiar de entorno. Fuera cual fuera el caso, Sasuke por fin había salido de su habitación.

 

Se encontraba recorriendo los pasillos en silla de ruedas. No lo acompañaba nadie, pues quería divertirse por cuenta propia.

 

A decir verdad, no sabía que en los hospitales podían ser tan entretenidos. Había jugado un rato con los ascensores, jugó carreras con otras madres en silla de ruedas, observó una cirugía a corazón abierto (en la cual, casi termina vomitando), bajó a la cafetería para comer algo sólido, que buena falta le hacía.

 

Pero, justo en este momento, estaba disfrutando del calorcito que daba el sol en el jardín trasero del hospital.

 

Ya no se sentía adormilado. No sentía esa pesadez que lo ligaba a quedarse en cama el día entero. Pero eso sí, sentía un ligero cosquilleo en la parte baja de su espalda, pero no le daba más importancia que a una simple comezón.

 

A pesar de lo que Naruto pudiera pensar, Sasuke se encontraba muy bien por su cuenta. No se le veía triste, ni muy adolorido. Al observarlo, el rubio podía ver a un pequeño Sasuke, divirtiéndose como si estuviera en una juguetería.

 

Tal vez se preguntes: ¿Dónde está la bebé?

 

Pues es una pregunta fácil de responder. La jefa de enfermería, Haruno Sakura, se encargaba de todos los bebés que en los cuneros se encontraban. Y, aunque parezca imposible de creer, Sakura trataba a todos los bebés por igual, con cuidados como baño, comida o que estuvieran abrigados.

 

Sasuke había dejado la silla de ruedas a un lado para recostarse en una de las muchas bancas de mármol que poseía el hospital.

 

Había puesto su antebrazo derecho sobre sus ojos, para que la luz del sol no le lastimara. Movió su cabeza de un lado a otro. A su derecha podía ver una barda, la cual rodeaba todo el patio, impidiendo desproteger a los pacientes. A su izquierda, había una pequeña área de juegos, donde había varios niños y niñas: Algunos, reluciendo batas blancas, y otros con pantalones vaqueros o vestidos de distintos colores.

 

Volvió a mirar hacia arriba, donde estaba el cielo, recurriendo de nueva cuenta a uno de sus brazos para que tapara el sol ante el contacto directo con sus ojos. Aunque el placer de estar quietecito bajo la luz del sol no le duró mucho.

 

-Ahh, con que tú eres el chico del que todo mundo habla ¿no?-

 

A un lado, se pudo escuchar una voz algo seca, pero de tono amable, dirigiéndose hacia él, obviamente.

 

-Uchiha Sasuke, si no me equivoco.- Cerca de él, estaba una mujer de edad avanzada, ojos descoloridos, cabello cano y sentada en una silla de ruedas.- Me llamo Hamano Eva, un gusto. Aunque la verdad, creí que ya tenías unos 25 años, te ves muy joven.-Sonrió ante el comentario.

 

-Pero quita esa cara, un bebé siempre es motivo de alegría.- Animó la mujer.

 

El moreno se incorporó en la banca con algo de dificultas, pues se le había entumido una pierna.

 

-¿Cómo sabe que tuve un bebé?-Preguntó intrigado.

 

-¿No te lo dije? Todos aquí en Akaeda hablan de “la doncella durmiente”. Así te pusieron las enfermeras.-Hizo una pequeña pausa, para que el contrario pudiera hablar.

 

¿Doncella? No lo podía creer. Si en sus sueños era una chica, en la realidad lo hacían llamarle doncella. Decidido, no le leería cuentos shoujo a Tomoyo para la hora de dormir.

 

-¿La… la doncella durmiente?- Se preguntó en voz alta.

 

-Aha, ese sobrenombre lo tienes por haber estado dormido varios días, y lo de doncella, no sabría como contestarte.-Respondió la mujer.-No te asustes, pero las abuelas tenemos un sexto sentido en cuanto a nuestros nietos se refiere. Y aunque no seas nada mío, sé que algo te aflige. ¿Querrías contárselo a la vieja Eva?-

 

-¿Algo que me aflige?- Se preguntó a sí mismo.- Lo siento, Hamano-san, pero creo que ese no es mi caso.-Sonrió un poco ante la confianza que le inspiraba la mujer.

 

Eva tomó entre sus manos la cara de Sasuke, haciendo que éste no evitara el contacto visual.

Sin razón aparente, los ojos de Eva comenzaron a humedecerse de poco en poco, hasta que una cristalina gota cayó por su mejilla.

 

-¿Ha… Hamano-san?-Preguntó algo preocupado.

 

Sin perder tiempo, la peliplateada quitó la lágrima con su mano rápidamente.

 

-Lo lamento pero… tú, tú tienes los ojos más tristes que haya podido ver en toda mi vida.-Dijo sorprendiendo al moreno.-Dices que estás bien, y así parece, pero tus ojos no pueden escapar a la experiencia de una vieja. Tus ojos claman por alguien que no pueden ver ¿O me equivoco?-

 

El entorno de repente se volvió algo nostálgico, al igual que pesado.

 

-Hamano-san.-Una voz se escuchó al fondo, no era ni muy infantil ni tampoco madura. Perteneciente a una enfermera.

 

Poco a poco, la enfermera se fue acercando a donde Sasuke y Eva se encontraban.

 

-La he estado buscando por todo el lugar, Hamano-san.-Dijo llegando al lado de la amable anciana y haciendo una leve reverencia por estar Sasuke ahí.- Sus nietos la están buscando también. Los tenía preocupados.-

 

-¡Vaya! Sólo cuando su abuela se pone delicada vienen a verla.- Replicó siendo llevada de nuevo dentro del hospital por la enfermera.-Espera un segundo, linda.-

 

La silla inmediatamente se paró al tiempo que Eva volteaba a ver al Uchiha.

 

-Sasuke-kun, escúchame bien.- Dijo para atraer su atención, lo cual funcionó.- En tus ojos puedo ver lagunas, unas que no brillan. Por tú bien y el de tu bebé, no permitas que esas lagunas se conviertan en mares donde ya no podrás encontrar su brillo. Espero y el humilde consejo de una anciana te ayude.-Dicho esto, Eva se fue junto con la enfermera, dejando a Sasuke en su lugar.

 

El Uchiha, una vez ya tranquilo, volvió a recostarse sobre la banca, tapando sus ojos con su brazo izquierdo.

 

-Claman por alguien que no pueden ver, ¿Ehh?- Se preguntó el Uchiha.- Tonterías.-Dijo por último antes de levantarse e ir a un lugar con sombra, donde terminaría por dormirse.

 

Desde una ventana algo alejada, una sombra se distinguía. Podía ver con claridad todos y cada uno de los movimientos del Uchiha como se lo habían ordenado desde que él llegó al hospital.

 

-No ha cambiado en nada.- Pensó la Haruno al observar a Sasuke dormir plácidamente bajo la sombra de un sauce.-Bueno, me tendré que tomar unas merecidas vacaciones.- Sonrió saliendo del cuarto.

 

Desde el día anterior, Sakura había estado recogiendo sus cosas como el hombre del teléfono se lo había dicho. Ella sabía que pronto descubrirían lo que había hecho con las gemelas, la extorsión y sin mencionar el inesperado desenlace de Uchiha Yukiko, por lo que ya no le hacía nada más que irse del lugar como si anda hubiera pasado.

 

*CONTINUARA…

Notas finales:

Copyright: Los Uchiha, Sasori, Deidara y demás, pertencen a Kishimoto-sensei. Grell Sutcliff es de Yoboso Yana-sama.

”rale, no puedo creer que ni Naruto ni Hinata, ni Minato ni Kushina hayan aparecido en el capi de hoy. Simplemente increíble.

 

Bueno, sea cual sea la razón de su extraña desaparición, aquí los estaré esperando xD.

 

Y no se preocupen, estoy algo segura que la próxima semana actualizaré casi sin falta :D

Sí, es raro que yo diga estas cosas, pero tengo mis muy buenas razones.

 

Hasta la próxima n_n 

PD: De nuevo, lo lamento por otro cap. corto, tee hee.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).