Naruto permanecía en el suelo de su apartamento, recostado sobre la puerta, reprochándose el haber herido y perdido a Gaara de esa manera.
—Deberías dejar de lamentarte, no lograrás nada lloriqueando de esa forma —escuchó la voz de quien le ofrecía una caja de pañuelos—. Toma y límpiate esas lágrimas.
Se acercó a él la persona con quien hace un rato disfrutaba de los más bajos placeres y por la que ahora se encontraba en esa dura situación, totalmente devastado.
—Te ves fatal… —habló sonando indiferente— Usuratonkachi.
El rubio tomó la caja y se la arrojó en la cara.
—¡Todo esto es tu maldita culpa! —gritó con furia levantándose del suelo— ¡Lárgate de mi casa, Sasuke! —exclamó abriendo la puerta y señalándole la salida.
El azabache no dijo nada, tomó sus cosas y salió del apartamento dirigiéndole una furtiva mirada a quien hacía llamar, su mejor amigo.
El de mirada azulina cerró la puerta de un tirón y se dejó caer en el sofá más cercano de la sala.
—¡Maldita sea! ¿Cómo pude dejarme llevar por él? —cerró sus puños tratando de contener su furia—. Si no fuera tan… —exhaló. Comenzó a cavilar en lo que lo había llevado a esa situación:
Se encontraban en el departamento, Sasuke había aparecido para hacerle compañía como acostumbraba un par de días por semana, cuando sabía que el rubio estaría solo porque su novio trabajaba hasta muy tarde en la madrugada.
El azabache había llevado cervezas y botanas para disfrutar de un partido de futbol que planeaban ver desde hace semanas.
—Dobe —saludó a su manera, mostrando las cosas que llevaba—. ¿Preparado para llorar cuando tu equipo de porquería pierda? —ironizó con su típica sonrisa.
—Pasa idiota, coloca las cervezas en la heladera.
—Vaya, pero qué humor —dijo enarcando una ceja. Se acercó a la cocina para hacer lo que el rubio le había indicado.
—Es lo que te llevas cuando dices estupideces.
—Que sensible andamos hoy, dobe —se burló mientras se acercaba al joven para ofrecerle una bebida.
—No digas tonterías —tomó la cerveza y el otro se encogió de hombros—. Mejor ve a sentarte, ya pronto empieza el juego. Yo llevaré las botanas.
—Como digas —habló haciendo un ademán con la mano quitándole importancia y se sentó en el sillón frente al televisor para sintonizar el partido.
Naruto se encontraba en la cocina, sacó dos bandejas y sirvió las botanas. Tomó las cervezas y se dirigió a la sala donde estaba su amigo de lo más cómodo.
Depositó las bandejas y las latas en la mesa frente al sillón y se acomodó al lado del moreno.
—Vaya, pensé que acabaría el partido y tú no vendrías —agregó con tono burlesco.
—No molestes, teme. Mejor limítate a verlo, quiero verte llorar cuando sea tu equipo de porquería el que pierda —dijo sarcástico mostrando una amplia sonrisa mientas veía como el rostro de su compañero se contraía de disgusto.
No dijeron más, comieron y bebieron mientras disfrutaban del juego, el cual estuvo muy reñido.
Las botanas se acababan y las latas volaban, habían bebido mucho y ya casi no eran conscientes de lo que pasaba a su alrededor.
—Teme, creo que estoy borracho —titubeó tratando de levantarse del sillón para dirigirse al baño.
—Eres un completo usuratonkachi —respondió casi arrastrando la lengua de lo tomado que estaba.
—Ven, ayúdame a levantarme, idiota —exigió el rubio a su compañero, el cual no tuvo otra opción más que ayudarlo.
Sasuke se levantó, la bebida no lo había afectado tanto como a su amigo, sólo sentía un ligero mareo, pero era consciente de sus actos. Lo levantó del brazo pasándolo alrededor de su hombro, ayudándolo a dirigirse al baño.
Una vez terminado, lo encaminó de regreso al sillón.
—¿Sabes, dobe? Pesas demasiado — agregó burlón a causa del alcohol.
—Cállate, teme, que si estoy así es por tu culpa —murmuró el rubio tambaleándose—. A como me vea Gaara, se me arma tremendo problema.
«Gaara, Gaara… Solo en ese maldito mapache sin cejas» —cavilaba el moreno—. No me culpes a mí, idiota. Tú fuiste quien se trago diez latas sin parar.
—Pero fuiste tú quien las trajo.
—¡Tsk! ¡Da igual! —gruñó con fastidio—. No me importa lo que piense el tarado de tu noviecito cabeza de cerrillo —mostró su enfado.
—Oye, teme, no le digas así a mi Gaarita —comenzó a reír escandalosamente.
—Eres un idiota. ¿Acaso ese estúpido está aquí contigo ahora? —preguntó ofuscado acercándose a él para tomarlo de la camisa y acercarlo a su rostro y depositar un beso en sus labios.
—Oye, Sasuke. ¿Qué te pasa? ¿Por qué haces eso? —dijo exaltado alejándose bruscamente de él.
—Vamos, usuratonkachi. Sabes que me deseas —afirmó con toda seguridad mientras le guiñaba un ojo y dejaba otro beso fugaz en sus labios.
—Aléjate, yo no soy de esos tipos fáciles con los que te revuelcas a diario.
—No seas idiota —bufó—. ¿Me vas a decir que no se te antoja acostarte conmigo, Naruto? —se acercó lentamente hacia el rubio que se había levantado con dificultad para alejarse de él.
Lo aferró del mentón y volvió a besarlo, al notar que éste no oponía resistencia, agarró una de las trigueñas manos y la dirigió a su propio trasero, el cual el chico estrujo provocándole una sensación placentera.
—Mmm... Dobe —un leve gemido se hizo audible—. ¿Te gusta, eh?
Poco a poco fueron envolviéndose en besos apasionados, el moreno arrastró al rubio hasta el sillón e hizo que se sentara.
Sasuke se sentó a horcadas sobre él, lamiendo lentamente el lóbulo de su oreja, la humedad y la calidez que le brindaban esos labios estaban enloqueciendo al Uzumaki.
Al notar la dureza de su ebrio amigo en sus partes bajas, el azabache se levantó y se arrodilló para desabrocharle el cinturón.
—¡Espera, Sasuke! No lo hagas —Naruto lo detuvo—. Esto no es correcto.
—Cállate, prometo que tu Gaarita —pronunció dejando en evidencia su inquina hacia el aludido—, no se enterará de nada.
Al ver que el joven no protestó, prosiguió. Desabrochó el cinturón y el pantalón masajeando suavemente la entrepierna bastante despierta de su compañero. Observando la cara de éste que se contraía de placer a cada roce e inclinada su cabeza hacia atrás con los ojos fuertemente cerrados, mordiendo su labio inferior. Una vista demasiado sensual para su gusto.
Introdujo la mano dentro del pantalón y el bóxer, liberando el miembro duro y palpitante del rubio. De sólo pensar lo que proseguía, se saboreó descaradamente.
Comenzó a masturbar lentamente con la mano, subía y bajaba en un tortuoso vaivén, comenzó a acelerar sus movimientos cuando percibió la ansiedad de su amigo. Se acercó hasta la punta con vestigios de humedad y lamió el glande, lo cual produjo un escalofrío en el Uzumaki, luego pasó su lengua desde la punta hasta los testículos y así sucesivamente hasta que lo engulló por completo siendo el causante de un gutural rugido por parte de su acompañante.
Al sentir su miembro siendo devorado por esa húmeda y cálida cavidad, un estremecimiento lo invadió, el placer era insufrible.
Sasuke comenzó a succionar y saborear despacio, llevando al rubio hasta la locura, luego incrementó el ritmo causando que la excitación invadiera todo su cuerpo y no pudo aguantarlo más, el orgasmo se hizo presente y derramó su semen dentro de la boca del moreno, quien la saboreó sin pudor alguno para luego acercarse a él y besarlo en los labios, compartiendo su sabor.
—¡Maldita sea, Sasuke! —chilló Naruto, tomándose con fuerza los cabellos—. ¿Por qué lo hiciste?