Le observó tanto y durante tanto tiempo que era difícil no saberse de memoria cada gesto, cada movimiento, comprendió los innumerables significados de su mirada, supo cuando una ceja levantada significaba furia en un punto de explosión o cuando significaba incertidumbre total…cuando al morderse un labio podía significar el fin del mundo o simplemente desidia, cada roce de su mano con el lápiz bien podía ser aburrimiento, flojera o miedo…supo todo y tan claramente del perro que después no pudo dejar de respirar sin respirarlo a él.
Él se había acercado a Joey cuando recién comenzaron las clases del tercer año y a él se le habían estrujado las tripas de miedo cuando eso ocurrió, él decía preocuparle el futuro del perro, que ya hubiese superado su “berrinche”, así lo había llamado y el solo recordar el tono burlón en sus palabras le hacia querer darle un mordisco, era obvio que él había reconsiderado su situación y quería tomar ventaja de un idiota disponible como Joey…un inocentemente idiota como Joey.
El perro sólo sabia mover la cola ante una caricia y de nuevo había perdido la orientación, en un momento todo lo que hacía Joseph perdió el sentido y él no supo que hacer, había aprendido a vivir con el perro adentro de sus ojos y ahora cada vez que volteaba la vista el perro se había ido, se le escapaba y le faltaba el aire, la vista se le nublaba, las piernas le temblaban y le daba escalofríos al pensar o imaginar donde y que estaba haciendo el perro lejos de su radar….
Una tarde, cuando las lecciones hubieron terminado y que el perro se había escapado una vez mas de su vista, se quedó parado en la ventana tratando de recuperarse del shock de saberse separado de tajo de la existencia de Wheeler, no tenia mas que ver la banca donde tiempo atrás se le había confesado a ese frente a él cuando la vio, o bueno, lo vio. Un punto blanco sobre la banca, se quedo ahí ¿seria un papel? ¿Un trozo de alguna hoja? ¿El empaque de alguna golosina? Sin proponérselo sus pies comenzaron a moverse y su cuerpo vago hasta la banca en donde cogió el sobre, lo guardo en su maletín y se fue, huyendo como alguien que ha robado la pertenencia de otros, ya lejos volvió la vista, él acaba de sentarse en la banca y pensó aliviado “por poco”…se fue a su oficina, dejo el sobre sobre su escritorio y comenzó a dar vueltas alrededor y a hablar en voz alta, como si regañara a un niño pequeño que se ha portado particularmente mal.
No entendía cómo es que había perdido la compostura por un sobre de papel, como era posible que de hecho perdiera la compostura por un vago, ahora se la vivía con los nervios de punta, siempre estaba alerta, buscándolo, rastreándolo, siempre pensando en cómo evitar que él no dirigiera su mirada sobre el perro… su perro…suyo, sólo suyo.