Capítulo diez.
“¿Ese no es Nikaido?.”
“Sí, ¿no escuchaste que regresaba hoy?.”
“¿No había estado fuera por cuatro meses?.”
“Se decía que estaba muriendo. Que fue apuñalado en el estómago, o algo así.”
“¿Nikaido muriendo?. Sí, claro.”
Kengo y Aya se miraron el uno al otro nerviosamente, y luego otra vez a la espalda de Akira. El chico continuó caminando, su cabeza en alto como siempre. No podían ver su rostro, pero sabían que estaría impasible Su cabello, cortado hasta los hombros, se balanceaba suavemente mientras continuaba recorriendo el pasillo Mientras atravesaba los ventanales, en un breve momento de sombra, los mechones cambiaron a negro, luego a un brillante castaño cuando caminó en la luz nuevamente.
No había hablado mucho en su vuelta al colegio, pero se veía igual que el Akira que recordaban. De hecho quizás se hubieran convencido que había vuelto completamente a la normalidad si no fuera por cómo cautelosamente tocaba su estómago, o por la derrotada luz en sus frios ojos grises, o por el hecho de que ahora Shirogane lo seguía como su sombra. Pero ninguno de ellos hizo preguntas… Kou les había advertido que eso era algo entre Akira y Shirogane, y que Akira se disgustaría si ellos se entrometían.
Durante las clases permanecía callado, mirando por la ventana. Contestaría cuando la profesora hiciera una pregunta, y posaría sus ojos en ella, pero de otro modo permanecía perdido en su propio mundo. Aya y Kengo podían ver a Shirogane de pié detrás del joven Shin, sus manos cuidadosamente apoyadas en los hombros de Akira. Cuando sonó la campana del almuerzo, Akira se levantó y salió del salón más rápido que nadie, con Shirogane detrás suyo.
“Aya, ¿deberíamos ir con él?.” Preguntó Kengo.
“No. ¿No recuerdas lo que Kou-san dijo?. Tenemos que darle a Akira tiempo para sí mismo.”
“Kou-nii no nos ha dicho lo que está pasando realmente. No digo que tenemos que saberlo todo… sólo… No entiendo qué sucede. No comprendo qué le sucedió a Akira.”
Aya podía decir lo mismo. Kou simplemente había dicho que Akira necesitaba asimilar las cosas, y que necesitaba a Shirogane con él. No explicaría lo que había sucedido para que Akira necesitara estar solo, o por qué sólo se le permitía al Rey Shin permanecer a su lado y a nadie más.
“Estoy segura que nos lo diría si fuese algo que necesitáramos saber… de otra forma, creo que debemos mantenernos al margen.”
En la terraza, Akira se apoyaba sobre la balaustrada, observando la ciudad. Shirogane permanecía cerca en silencio, observandolo cautelosamente.
“No pienses en saltar, por favor, Akira-kun.”
“No iba a hacerlo”, fue el gruñido.
Una pausa. “Estoy feliz de que te hayas cortado el cabello, pero aún es más largo que lo habitual.”
“¿Es ese un problema?.”
“No. Pero me gustaría saber la razón, si fuese posible.”
“Ya no lo necesito tan largo. Me gusta más así por ahora.”
“Ah, ya veo.” La voz de Shirogane fue sincera, y llegó hasta el mismo corazón de Akira. “Eso es bueno.” Otra pausa. “Akira-kun, aún no has recobrado toda tu fuerza.”
La mano del muchacho cubrió su estómago protectoramente –avergonzado, volvió el rostro, pero un dedo gentil giró su mirada hacia una azul pálido. Shirogane estaba muy cerca… sus narices se tocaban.
“Pero yo estaré aquí. No dejaré que vuelva a suceder.”
“Él te… hizo sufrir, ¿verdad?.”
Shirogane dudó… su expresión se mostró torturada. “Sí. Y estoy feliz de que fallara. Honestamente… no sé…” La voz del Shin se quebró. “…Qué habría hecho si no… Si volvía a perderte, Akira-kun… Yo…”
Ambos tenían miedo. Ambos lo sabían. Akira cerró sus ojos, presionando ambas manos en su estómago, intentando ignorar las filosas estocadas de dolor. Tenía miedo de no poder tener el amor de Shirogane. Shirogane tenía miedo de perder a Akira. Se conocían tanto el uno al otro que eso los lastimaba. El miedo, y el alivio de haberlo superado los acercaba más y más. Algunas veces, Akira amaba tan intensamente que sentía que podía ahogarse en ello. Pero…
“Ya sabes… él probablemente vuelva a por mí otra vez. No va a detenerse si realmente quiere causarte dolor.”
Akira podía oir temblar su propia voz. Shirogane lo atrajo más cerca, conteniéndolo en un fuerte abrazo.
“No lo permitiré”, fue la fiera respuesta. “¡Si muestra su rostro, lo destruiré!.”
Akira sabía cuál sería la mejor solución. No deseaba que Shirogane sufriera, así que el único modo de asegurarse que tal cosa no sucediera era cortando todos los vínculos. Pero era egoísta… siempre lo había sido. Incluso si con ello hiciera más fáciles las cosas, no se apartaría otra vez. Especialmente ahora, cuando todo se desarrollaba bien.
Pero si debía suceder, Akira sabía lo que debía hacer, y se preparó para ello.
“¿Shirogane...?.”
Y el Rey Shin inclinó su cabeza, capturando la boca de Akira en un tierno, cálido beso. Akira, a pesar de su mejor esfuerzo, no pudo evitar cerrar sus ojos… no pudo evitar dejar que sus defensas desaparecieran. Cuando Shirogane se apartó, unos ojos grises lo observaron a través de oscuras pestañas.
Sería difícil… Sería muy difícil estar preparado. Pero por ahora, Akira se permitiría descansar.
Shirogane era suyo, y él de Shirogane, para siempre.
FIN.