Capítulo cinco.
Consiguió de alguna forma saltar fuera de la tina mientras Homurabi se acercaba, escabulléndose por debajo del ataque que el Segundo Rey Shin lanzara. Se enredó con sus prendas, la ropa interior y el pantalón de jean, pero mientras oía llegar el sonido de otro ataque lo esquivó, casi rodando por las escaleras, y salió violentamente por la puerta de entrada. Mientras corría endurecido, intentando que sus piernas entraran en calor, trataba de discernir dónde podría estar a salvo –con Kou, probablemente. Su cuerpo se tambaleó en la marcha al cambiar de dirección hacia el apartamento del Rei.
“¿Oh, dónde crees que vas?.”
Algo rasgó su hombro, arrancándole un violento grito. Normalmente voltearía y daría pelea, pero Akira lo conocía muy bien. Sabía que no tendría ninguna chance contra Homurabi estando solo. Se liberó y echó a correr, obligándose a hacerlo a más velocidad.
“¿Quieres ser Ryuuko, no?.”
Aquello rasgó su espalda esta vez, desde el hombro derecho hasta el costado izquierdo de su tórax. Akira trastabilló, sintiendo la sangre, la cual parecía más caliente que lo normal, deslizarse por su desprotegida piel, pero se recobró y siguió corriendo. Tenía el corazón en la garganta. Sentía a su cuerpo rendirse y maldijo su falta de resistencia mientras rogaba por ser capaz de continuar un poco más. No se hallaba muy lejos. Al grito de “Doppler, libérate!”, sintió a su doppelganger desprenderse. La noche se metamorfoseó en rojo, y sintió incrementarse su velocidad. Pero ni así pareció ser suficiente.
“Shirogane sería mucho más feliz si sólo fueses Ryuuko.”
“¡Cállate!.” Homurabi se hallaba detrás de Akira –casi podía sentir el aliento del Shin. “¡Kou-nii!”, gritó, rezando para que Kou llegara en su rescate como lo había hecho antes. La razón por la que en entonces Kou lo ayudara ya no tenía importancia. Akira quería su ayuda. La necesitaba.
“Así que sólo…”
“¡KOU-NII!.”
Un siseo cruel. “…Muere.”
Y Homurabi estaba frente a él –Akira intentó frenar su carrera, pero no pudo evitar lanzarse directamente hacia la mano extendida del Shin. Esta se hundió en su estómago, arrancándole un sorprendido, herido jadeo. Sintió la sangre abriéndose paso en su boca, y todo pareció ir muy lento, mientras comenzaba a asfixiarse.
“Shh, shh”, Homurabi tranquilizaba a Akira mientras este se ahogaba, vomitando sangre. “Acabaré pronto.”
Akira se encontró aferrando el ropaje de Homurabi, intentando mantenerse en pié, como si eso fuera a mantenerlo con vida. Sintió al Shin remover su brazo, y entonces algo caliente y pegajoso rozó su mejilla, acariciándola casi de forma confortable.
“¿Puedo decirte algo antes de que desaparezcas?”, preguntó el Rey, sus ojos llameando ante la opacada visión de Akira.
La pregunta de Homurabi se hizo una con el intenso dolor que le evocaba un viejo recuerdo reaparecido ante sus ojos –uno que había intentando obligarse a olvidar por meses y meses…un recuerdo con el cual continuamente soñaba.
“Akira-kun, quiero jugar contigo esta noche.”
“Diablos, no.” Se echó sobre la cama, observando de reojo a Shirogane. “Inténtalo y estás muerto.”
Shirogane parpadeó, perplejo, entonces suspiró y sonrió. “Está bien, no jugaré.”
“Bien.” Akira cerró los ojos. Hubo unos momentos de silencio antes que algo cálido se echara sobre él. Sus ojos se abrieron de golpe para ver a Shirogane sobre su cuerpo. “¿Qué estás-”
Fue silenciado con un suave beso, tibio y sensual. Shirogane se apartó entonces, apenas un poco, y con una triste sonrisa en los labios dijo, “Seré sincero desde el comienzo.”
“Sh-Sirogane…qué…”
Una mano se deslizó por un costado, causando que las palabras se atoraran en su garganta. En vez de ellas, lo que escapó fue un suave, ahogado gemido. Los dedos de Shirogane jugaron en sus caderas por un momento antes de que se deslizaran bajo el dobladillo de su camiseta y comenzaran a subirla, revelando poco a poco el liso estómago de Akira.
Su cuerpo estaba preparado, y parecía estar reaccionando exactamente del modo que Shirogane deseaba. Akira se estremeció al pensar que el Shin pudiera conocerlo tan bien. La mano que había recogido exitosamente su camiseta hasta sus axilas se deslizó detrás de su hombro y comenzó a jugar con su cabello.
“Shirogane… por favor…”
¿Por qué hoy estaba siendo tan osado? Usualmente era mucho más tímido, o al menos simulaba serlo. La cabeza de Shirogane descendió para presionar un beso en el desnudo abdomen de Akira. El chico gimió, “¡Basta!”. Pero el Shin continuó descendiendo lenta, gentilmente.
Era difícil luchar contra el calor, la pérdida de control. Shirogane volvió a subir para reclamar la boca de Akira, y mientras lo hacía, un recuerdo de los pasados días resplandeció en su mente. Él era-
“Ryuuko era alguien a quien yo odiaba más que a nadie.” Algo estaba arañando bajo su ojo, en un burlón gesto de afecto. Hubo un leve pinchazo. “¿Puedes oírme?.”
Akira apartó el rostro, lo cual pareció sorprender a Shirogane. El Rey preguntó gentilmente, “¿Akira-kun, qué pasa?.”
“Y-yo… Yo no… Yo no soy Ryuuko…”
No estaba seguro de cómo había sido la relación entre Ryuuko y Shirogane, pero el hecho de que esas palabras fueran tan poderosas confirmaba lo que había estado sospechando. La afirmación estuvo acompañada por ardientes lágrimas que brotaron súbitamente de sus ojos al ver la expresión del Shin. Los ojos de Shirogane se nublaron de dolor, con una tristeza tal que Akira sintió una punzada en su propio corazón.
“No soy Ryuuko”, jadeó, su cuerpo aún atormentado por todo ese consumidor fuego.
Pero el toque de Shirogane se intensificó en su desnuda, sudada piel, extendiendo las llamas por su ser. El Shin susurró vacilantemente, “Lo sé.”
La tristeza fluyó con celeridad mientras los dedos de Shirogane acariciaban su costado y sus caderas, una mano elevándose para dibujar los labios de Akira. Sentía que debía continuar afirmándolo, ahora que comprendía la razón. No sólo la razón de la cercanía de Shirogane… la razón de todo.
“No soy Ryuuko… No soy Ryuuko.”
“Sé que no-”.
Y el grito que se liberó de su ser. “¡No soy Ryuuko!.”
“Shirogane lo amaba tanto, y ahora tú eres Ryuuko… de hecho, no eras otro. Y para ser sincero…”
El rostro de Homurabi había desparecido… el dolor había desaparecido. Todo había desaparecido, y se sentía tan distante y frío, salvo por la voz del Rey. Pero hasta eso se desvaneció de los oídos de Akira con lo último que pudo oír, “Te odio ‘Akira’, casi tanto más de lo que lo odié a él.”
.oooo.
Kou repentinamente se puso en pié de un salto –del otro lado de la habitación Shirogane hizo lo mismo. Un par de ojos gris-dorado completamente abiertos se encontraron con unos azules, y ambos corrieron hacia la puerta. Al abrirla, no tuvieron que ir muy lejos para encontrarse con la escena: Homurabi se hallaba sobre un revoltijo sangriento, apenas a veinte yardas de la puerta de Kou. Shirogane se adelantó –si Homurabi estaba allí ello no auguraba nada bueno-, pero la vista del cuerpo sobre el que se inclinaba el otro Rey lo golpeó profundamente y se detuvo, paralizado.
Kou pareció comprenderlo también, porque estaba inmovilizado en su sitio. Los horrorizados ojos de Shirogane lo vieron allí tirado, cubierto de sangre, del mismo exacto modo que otro mucho antes. Quiso hablar, pero su voz falló. Entretanto, Homurabi volteó y mostró una brillante, malévola sonrisa.
“Tienes razón, Shirogane. Está muerto.”
Feliz Día de Acción de gracias a todos. :) (comentario original de Yusahana6323)