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Never Mine por TheYoko

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Notas del capitulo:

 

 

Capítulo siete.

 

Akira fue llevado al hospital apenas a tiempo de ser salvado. Kou estuvo a su lado todo el tiempo, ofreciendo su sangre para una transfusión temporal sin dudarlo. Sabía que el cuerpo de Akira no aceptaría su sangre por mucho tiempo –aunque ambos poseían el mismo tipo, su sangre Rei y la actual sangre Shin del chico no coexistirían bien- pero sería suficiente para mantenerlo vivo hasta la reposición, hasta que llegara sangre neutral.

Los doctores fueron muy amables, aceptando la historia de que había encontrado a Akira siendo perseguido por un delincuente. Era lo más cercano a la verdad, y ello explicaría de manera convincente el estado en el que se hallaba el chico. Unas costillas rotas y un estómago desgarrado no eran algo que uno se hiciera cayendo de las escaleras, o resbalando en la calle. En el interin de unas horas Akira fue operado, transfundido, y puesto en terapia intravenosa en la sala de cuidados intensivos. Kou permaneció en el hospital, aguardando.

Era peligroso para Shirogane actuar como la sombra de Akira con todas sus heridas, pero parecía que el Rey Shin estaba reacio a dejarlo hasta que el chico estuviera completamente estable. Así que mientras Kou tomaba la mano de Akira, esperando poder confortar al muchacho, de alguna manera podía sentir los pensamientos de Shirogane.

“Es por mi culpa por lo que él está así. Es mi culpa que yo no haya estado cerca suyo, aún cuando… es mi culpa. Es mi culpa.”

“Shirogane, hiciste todo lo que pudiste.” Pero no obtendría respuesta. Volvió a sentarse con un suspiro, mordiendo sus labios por un momento antes de decir. “Aki siempre ha sido inseguro. Tú lo sabías. Es natural para cualquiera sentirse insignificante, pero considera lo que le sucedía a él. Considera que su auto-percepción siempre ha sido un poco más dura que la de un chico normal, por cualquier razón. ¿Por qué crees que se mete en tantas peleas? ¿Por qué crees que es tan petulante?.” Continuó sin respuesta, sólo la misma auto-acusación. Kou suspiró. “Está bien sentirse responsable, Shirogane, pero piensa por él. Por favor, perdónale su pequeña manía. La culpa no es del todo tuya.”

Master arribó al lugar con Aya y Kengo en la mañana. Todos suplicaron y adularon, pero la presencia de Shirogane apenas estaba allí. Estaba aferrado a la vida de Akira, como si dejarlo ir fuese el final de todo. Un buen punto tal vez, pero no del todo cierto. Master pudo alcanzar la conciencia de Shirogane a través de la de Akira, pero cuando se apartó sacudió la cabeza y dijo, “Lo he sanado, pero no sé si lo ha notado.”

Kengo y Aya hicieron prometer a Kou que se quedaría con él. Kou no lo hubiera hecho de otra forma. Sólo lo abandonaba para intentar mantenerse en contacto con los padres de Akira. Habló con ellos esa noche, calmando a la madre y asegurándole que Akira estaría bien. Era embarazoso que estuvieran agradeciéndole un millón de veces el haber salvado al primer y único hijo de aquella señora, pero de algún modo era reconfortante. Oír ‘gracias’ le recordaba a Kou que Akira continuaba vivo.       

Era difícil de creer, a veces. Kou permanecía allí días enteros, recibiendo llamadas ocasionales de parientes, los cuales competían por intentar hacerlo reaccionar, y se daban por vencidos al no ver cambio alguno en la expresión de Akira. El chico parecía suspendido en el tiempo. Pero al final del tercer día, los doctores dijeron que el muchacho estaba completamente estable, y que su curación era ahora sólo cuestión de tiempo. Kou percibió la agitación de Shirogane ante la noticia, pero el Shin continuó sin mostrarse.

Era el quinto día antes de que todo ocurriese. Los padres de Akira habían llegado al hospital desde su hogar y estaban agradeciéndole a Kou por, quizás, la trillonésima vez ya, cuando algo llamó su atención. Volteó para ver los ojos de Akira estremecerse, y entonces se abrieron lentamente, aunque sólo un poco.

Sus padres estaban sumamente tensos, por comprensibles razones, pero Akira no reaccionó a nada de lo que ellos dijeron. Intentaron hablarle, pero sus ojos sólo se llenaron de lágrimas. Unas cuantas de las preciosas gotas se deslizaron por sus sienes antes de que los grises orbes volvieran a cerrarse. Un leve suspiro, casi un sollozo, escapó de sus labios, y eso fue todo.

Alentador y desalentador. Kou urgió a los Nikaido a volver a casa y descansar luego de tantas horas de permanecer girando alrededor de su hijo ansiosamente, asegurándoles que no se había alejado de Akira desde su llegada y que continuaría cuidándolo. Parecían muy agradecidos, y Kou sabía que sería mejor para ellos irse que permanecer. También él lo sentía del mismo modo, pero alguien debía quedarse… no sólo por Akira, sino por Shirogane mismo.

Akira abrió sus ojos nuevamente muy temprano en la mañana del siguiente día, pero no mostró reacción cuando Kou le habló. El muchacho permaneció despierto por más tiempo esa vez antes de perder la conciencia, pero sollozando como lo había hecho una vez antes. Kou, animado y frustrado, tanteó a Shirogane.

“¡¿No saldrás a verlo, al menos?!.”

Sintió el retraimiento, pero Shirogane continuó enfurruñado. De todos modos ya no pudo continuar gritando, dado que los Nikaido habían vuelto. Kou pasó el día hablándoles sobre Akira, contándoles que había conocido al chico hacía ya siete años, y que sentía que era como su hermano pequeño. Akira no volvió a despertar mientras estuvieron allí –Kou los dejó ir tarde esa noche y aguardó, tenso, orando para el chico recuperara otra vez la conciencia.

Mas no despertó, a pesar de las muchas visitas, los obsequios enviados por preocupados (chicas) compañeros de clase y las horas de ruegos y lisonjas de su familia y amigos íntimos. Simplemente pareció perder toda la fuerza que había recuperado en esas dos acciones. Cuando ya se cumplía el décimo día, y luego de una extensa tarde de súplicas a oídos sordos, Kou se refugió en el alivio del sueño. Fue entonces cuando Shirogane emergió del muchacho –no lo suficiente como para que Akira se tornara en un Shin, aunque sí lo suficiente para mirarlo. Deseaba tocar aquel rostro inmóvil, deslizar sus dedos en el suave cabello, pero se contuvo. Era su culpa el que Akira estuviera tan cerca de la muerte… era toda su culpa.

Debió haber sabido que Akira reaccionaría del modo en que lo hizo. Sabía que él hubiera hecho lo mismo, si hubiese estado en la misma posición. Pero también algo en él había esperado que Akira fuera fuerte, que comprendiera que Shirogane amaba a Akira, que deseaba ser parte de Akira… que Shirogane no estaba intentando convertir al chico en alguien que no era.

Y entonces el ligero murmullo: “Sh… o…ga…e…”

Su gélida mirada cayó sobre Akira, cuyos ojos estaban apenas abiertos. Su cabeza estaba vuelta hacia él, y su mirada fija en el Rey Shin. Akira parecía completamente exhausto, como si la visión de Shirogane fuese lo único que lo mantenía vivo. El Shin sentía su corazón en la garganta. Tenía que hablar. Tenía que hacerlo.

“Akira… Akira-kun… No sé si puedes oírme, o entenderme, pero necesito decírtelo todo. Lo diré tantas veces como quieras, pero tengo que decirlo todo ahora, o de otro modo… de otro modo quizás ya no pueda ser capaz.”

La mirada del chico no se movió, ni siquiera parpadeó para dar a entender que comprendía lo que Shirogane estaba diciendo. Pero tenía que continuar, a pesar de todo. Tenía que hablar.

“Perdona, Akira-kun. Yo lo… Yo amaba a Ryuuko. Amaba a Ryuuko más que nadie…verdaderamente. Así que cuando Homurabi lo mató, yo…” El nudo en su garganta lo estrangulaba –intentó pasarlo. “Yo estaba tan perdido. El dolor era más de lo que podía manejar. Estuve vagando por ahí… Ni siquiera sabía lo que hacía. Sólo recuerdo un haz de oscuridad… era como si a duras penas estuviera vivo. Homurabi me había desterrado, así que llegué a este mundo, pero no recuerdo el dolor de la luz. No era nada comparado con lo que mi corazón sentía, cuan quebrado mi espíritu estaba. Y entonces, tal vez cuatro o cinco años atrás, te vi a través de una ventana.” Su garganta se cerró completamente ante el recuerdo de la intensa mirada de Akira… tan parecida a la de Ryuuko. Le tomó varios minutos recomponerse para continuar. “Eras tan joven, pero te veías tan idéntico a él. Volvía a sentirme vivo. Sabía, sabía que él estaba en tí. Así que comencé a seguirte, comprobando que estuvieras bien. Tú creciste y te volviste aún más parecido a él. Yo estaba deslumbrado. Me habías hechizado y no podía hacer nada para escapar.”

“Cuando finalmente te abordé, yo pensaba, más que nada, que tú serias él. Era lo que yo esperaba. Esperaba que te volvieras Ryuuko, de ese modo yo podría volver a recuperar toda la felicidad que había tenido. Pero, muy rápidamente, mientras más tiempo pasaba contigo… él se perdía para mí. Akira-kun… tú me poseíste. Después de unas cuantas semanas, abandoné la idea de reencontrar a Ryuuko.”

Sentía las lágrimas crecer en su interior, sentía faltarle el aliento. Akira permanecía con su vista fija en él, sin cambios su expresión. Shirogane se preguntaba si el chico continuaba consciente, pero continuó.

“Él está muerto y no puedo hacerlo volver. No importa cuánto te parezcas a él, nunca serás Ryuuko. Pero, Akira-kun…no me importa.” Era difícil decirlo, pero cuando volvió a repetirlo se sintió liberado. “No me importa. Porque cuanto más tiempo paso contigo, más te amo, y pienso menos en Ryuuko. Él está tan distante de mí ahora, y no me interesa. Todo lo que quiero es a tí, Akira-kun. Te amo.”

Era la honesta verdad, y se sentía maravilloso mirar a Akira a los ojos y decirlo.

“Te amo más que a nada, Akira-kun.”

Akira continuaba mirándolo y Shirogane estaba seguro que el chico no había oído nada. Aún así, lenta, dolorosamente, Akira levantó una mano. Ésta a apenas planeó sobre el borde de la cama, pero cuando su debilitada voz susurró, “Shi…o… ga…”, y las lágrimas corrieron por su rostro, Shirogane ya no pudo contenerse. Reprimiendo las emociones que estaban tratando de ahogarlo, tomó la mano de Akira y la juntó fuertemente con la suya propia, prometiendo no abandonarlo. Sentir la mano de Akira, sentir el débil pulso que corría en la punta de sus dedos fue suficiente para hacer desaparecer el peso de años de angustia y dolor, de soledad y de esa extraña, muerta emoción que se había cernido sobre él.

El perdón era verdaderamente la cosa más increíble que Shirogane había experimentado nunca.

 

¡Feliz Navidad a todos! :D He aquí algo para leer mientras esperan a Santa.  XP (Comentario original de Yusahana6323)

 

 
Notas finales:

Lo prometido es deuda, y aunque soy una persona que rara vez cumple lo que promete (porque me olvido, se me traspapela en la cabeza, etc), acá les traigo los dos capis prometidos! Notarán que la cosa se puso intensa, y este capítulo para mí es uno de los más lindos en cuanto a escena y sentimientos... El momento en que Shirogane le habla a Akira y le cuenta honestamente lo que pasaba entre él y Ryuuko es... me hizo llorar la primera vez que lo leí, y siempre me emociono cuando lo releo... Lo mismo más adelante, cuando ya Akira escucha nuevamente la historia bien despierto... Pero eso pasa en otro capi, y ya se van a enterar!

Gracias por su paciencia, me pone muy contenta leer sus comentarios, me animan mucho! Más que nada considerando que no soy una traductora perfecta y que le he de pifiar a alguna que otra cosa... Un abrazo para todas/os los que leen esta traducción, y con viento en popa sigo con lo mio. Spasiba everybody! (TheYoko)

 

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