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Never Mine por TheYoko

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Capítulo dos.

El largo vuelo desde Londres a Tokio, y luego el viaje en tren desde Tokio hasta su hogar… fue tensos, y extrañamente vacío. Akira no estaba seguro sobre cómo se sentía por la retorcida sensación en su estómago. Sabía que no deseaba estar allí… ¿Era frustración? ¿Ansiedad?.

¿Qué dirían Aya y Kengo cuando repentinamente apareciese en la escuela con el año escolar ya casi acabado? ¿Les importaría?. De alguna forma esperaba que no. No quería ponerlos en un aprieto. Hubiera preferido deslizarse en silencio en la escena. Sería difícil, pero no imposible.

Kou y Máster… ¿Qué habría sucedido con ellos? ¿Cómo reaccionaría Kou cuando viera a Akira nuevamente?. Y entonces lo peor, lo que hacía a su estómago contraerse y sacudirse… Shirogane. ¿Continuaba Shirogane por allí, o había desparecido?. Y si aún continuaba por allí, ¿qué sucedería?. Akira creía que no podría soportar volver al Rey Shin otra vez.

Mientras pensaba en ello, levantó una mano inconscientemente hasta sus labios, y los tocó. Por alguna razón el sabor nunca había desaparecido… siempre había estado allí. Incluso casi podía sentir como si se intensificara, aguardando ser refrescado. Sacudió la cabeza violentamente –no, no, no. No debía pensar en eso… tenía que recordar por qué. Debía recordar por qué las cosas habían terminado de ese modo.

Ya era de noche cuando atravesó el portal a su hogar con sus padres, acarreando desganadamente el equipaje hasta su habitación. La misma se veía como si nunca la hubiese abandonado, si no tomabas en cuenta las sábanas, la ropa y parte de su colección de cds, faltantes. Pero olía como si no hubiera estado allí en un largo tiempo… un poco desolado y polvoriento. Demasiado cansado para desempacar, simplemente se echó sobre la cama y apagó la luz.

Su mente se negó a descansar tan pronto todo quedó a oscuras. Allí había algo, la sensación de algo acechando en la habitación… algo familiar, aunque le tomó un tiempo catalogarlo. Con voz un poco temblorosa y ahogada, Akira susurró, “¿Shirogane?.”

No hubo respuesta. Su garganta se aclaró un poco y Akira volvió a preguntar, con un poco más de fuerza. “¿Shirogane?.”

Pero nadie le contestó. Dubitativamente se levantó y recorrió la habitación, observando. No existía ni la más pequeña prueba para pensar que- el Shin no podía ser visto con ojos humanos. Akira suspiró, y murmuró. “¡Doppler, libérate!.” Lo que le permitió aparecer en el Mundo de las Sombras. Mirándolo todo con ojos color rubí, tampoco halló nada.

Shirogane debió de haber permanecido allí mucho tiempo luego de la partida de Akira, entonces, ya que la sensación de su presencia era fuerte. Akira dio un pisotón al dopplerganger y volvió a la cama, cayendo en ella mientras el último mechón negro desaparecía de su cabello. Quedó allí, sobre su estómago, observando pasar el tiempo con lentitud como ya lo había hecho sólo unas cuantas semanas antes, incapaz de dormir mientras innominables cosas se removían en su mente.

Apagó la alarma del reloj en el mismo momento en que comenzaba a sonar. Sus padres querían que retornara a la escuela inmediatamente. Akira había intentado disuadirlos, argumentando que deseaba acabar de desempacar, pero lo regañaron con indulgencia e insistieron, así que abandonó la idea. Además, ¿no quería ver a sus amigos, acaso?, preguntó su madre. Pero él no tuvo corazón para contestarle que no.

Se colocó el uniforme, el cual ya le quedaba pequeño de hombros y brazos, y demasiado corto a la altura de los tobillos. Debió conseguir uno nuevo, supuso, apenas arribaron de vuelta. Sería una buena idea conseguir uno todavía, dado que el año estaba básicamente terminado. Se miró en el espejo, ignorando las oscuras bolsas bajo sus ojos. No había mucho por ahora que pudiera hacer por ellas.

Y no mucho después estaba frente a la escuela, son su bolso colgando del hombro. Vaciló en los umbrales de la entrada, tomando coraje para entrar. Había cambiado –y estaba bien consciente de ello. No deseaba que ni Kengo ni Aya lo viesen y recordar lo sucedido. No quería oír que estaba diferente.

Porque había tomado una decisión y así era como debía ser.

Con un suspiro atravesó la entrada rumbo a la oficina para reinscribirse como estudiante, y sin pensarlo dos veces recorrió los pasillos hacia la azotea, donde arrojó su bolso y se sentó. Pasaron unos cuantos minutos silenciosos, la campana sonó, y Akira reconoció dónde estaba. Era el mismo lugar en el cual siempre se sentaba con Shirogane cuando se salteaban las clases.

 

.oooo.

 

 

La puerta abriéndose unas cuantas horas más tarde lo despertó bruscamente, y sus ojos  se abrieron en un instante mientras caía un extenso silencio. Pero fue roto inmediatamente, y oyó dos voces gritando, “¡Akira!”. Suspiró y rodó hacia un lado, ovillándose de modo que no pudiera verlos. Sus dos amigos se acercaron de todos modos, e inmediatamente fue bombardeado con:

“¡¿Akira, has vuelto?!.”

“¡Akira!.”

“¿Hace cuánto que estás aquí? ¿Por qué no llamaste?.”

“¡Akira!.”

“¿Por qué no nos contactaste? ¡Estábamos preocupados por tí!.”

“¡¡¡AKIRAAA!!!.”

Se mordió la lengua para evitar gritarles, a pesar de que realmente deseaba hacerlo. No quería ser molestado… Quizás si se quedaba allí quieto sus amigos lo dejaran solo. Sabía muy bien que gritarles para que se fueran no serviría de nada. Ambos permanecieron callados al ver que no les respondía. Sobrevino otro silencio, seguido por Aya preguntando tentativamente, “Akira… ¿sucedió algo?.”

Aun así, continuó sin responder. Casi podía cómo se miraban el uno al otro, pero entonces dos golpes fuertes se lanzaron a cada uno de sus lados. Se enderezó para ver a Kengo y a Aya observándolo.

“Akira, te extrañamos.” Fue la honesta, tranquila declaración de Aya. Kengo simplemente asintió.

Con lentitud Akira se incorporó, observándolos, estudiándolos. No parecían haber cambiado mucho… quizás se vieran un poco más maduros. No tuvo tiempo de preguntar cómo lo veían a él, porque Aya dijo, “Akira, tu cabello…”

“¿Qué hay con él?”, preguntó hastiado, sabiendo muy bien la respuesta. Así que lo habían notado… Casi había esperado que lo hicieran, aunque por otro lado, esperanzadoramente también había esperado que no. Si ellos lo notaban, entonces definitivamente él lo haría. El miedo y el estremecimiento hendieron su corazón.

"Está muy largo. No te permitirán en la escuela-"

 

"¿A quién le importa?", cruzó los brazos detrás de su cabeza y se echó de espaldas. "A mí no."

 

Parecieron sentir que necesitaba estar solo, porque luego de una incómoda pausa, se pusieron de pié. Kengo dijo, "Deberías venir con nosotros para ver a Master y a Kou-nii después de la escuela. Estarán felices de verte de nuevo." Y se fueron.

 

Akira se escabulló de la escuela poco antes de la hora de salida, caminando rápidamente hacia su casa. Sus padres  no se encontraban cuando llegó -probablemente estaban comprando comida y cosas así-, así que entró, se dirigió a su habitación, y comenzó a desempacar. Incluso después de seis meses en Inglaterra no era mucho lo que poseía... La mitad de su vestimenta había sido reemplazada por nuevas, y no tenía muchos souvenirs. Apenas había comenzado a planchar el uniforme para doblarlo cuando el timbre de la puerta sonó y la voz de Kengo gritó por el intercomunicador: "¡Akira! ¡Vamos a jugar!."

 

¿No podían comprender una indirecta?. No quería ir. Sabía lo que sucedería si iba a ver a Master. Y no era que tuviera algún resentimiento contra él o algo, pero todo se sentía tan falso ya. Todo había sido falso, todo el tiempo, Akira lo comprendía. No quería ver a amigos que no eran suyos, ni hablar de eventos de los cuales no formaba parte.

 

"¡Akira! ¡Baja ya mismo! ¡Master y Kou-san estuvieron terriblemente preocupados por ti! ¡No les dijiste ni una palabra antes de irte!. "Cuando Akira falló en contestar, Aya volvió a hablar, "¡No sé qué sucedió, pero realmente eres un imbécil! ¡Sólo ven a saludar!."

 

Se dio por vencido Un rápido saludo... ¿sería muy difícil?. Nadie había dicho nada sobre Shirogane, ¿así que era posible que tal vez hubiese desaparecido?. Cediendo, Akira se colocó una camiseta sin mangas y salió por la puerta, con los puños metidos en sus bolsillos. Saludaría y se marcharía... nada más.

 

Aya y Kengo intentaron todo lo posible por unir a Akira a la conversación camino al Bar Still, pero él sólo contestaba con ocasional encogimiento de hombros, o un gruñido. Su corazón palpitaba en su garganta. No quería verlo... No quería verlo.

 

"¡Akira regresó, Master!", gritó Kengo triunfal mientras entraban al bar. Cuando el hombre levantó el rostro, Akira se sintió atrapado por un instantáneo manto de calma. El frenético deseo de volver a casa desapareció, y comprendió que estaba de regreso donde necesitaba estar.

 

"¿Akira? ¿Has vuelto?", preguntó Master.

 

La garganta del chico se liberó por sí misma. "Sí. Volví."

 

Una cálida sonrisa, una que parecía haber desparecido de su memoria en los últimos seis meses, brilló en el rostro del hombre. "Bienvenido a casa."

 

Acabó por quedarse, relajándose gracias al entusiasmo de Master. Habló con libertad sobre su viaje y escuchó lo que sucediera durante su ausencia. Parecía que toda su preocupación hubiese sido alguna especie de pesadilla, y así se mantuvo hasta que oyó abrirse la puerta y una grave voz dijo, "¡Aquí estamos, Master!."

 

La voz de Kou. Akira instantáneamente se paralizó, quedando tieso. Sintió a Kou detenerse, y también pudo sentir la penetrante mirada del Rei en la nuca. Debía ser capaz de tolerar eso -Kou era su subordinado, ¿no?-. Pero fue la segunda mirada que sintió la que provocó que su espalda permaneciera enhiesta, inmovilizándolo en su lugar. Luego de unos momentos de silencio, temblorosamente volteó, y sus ojos grises se encontraron con un par de ensanchados y brillantes ojos azules.

 

"Shirogane", fue el bajo, quebrado murmullo que escapó de sus labios a pesar de todo su esfuerzo por sofocarlo. Shirogane se debatía visiblemente, y su respuesta fue igual de callada, e igual de herida mientras temblaba su voz:

 

"¿Eres... eres tú, Akira-kun?."

 

Feliz Halloween a todos :D (comentario original de Yusahana).


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