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Gema preciosa. por Pleasy Stay

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Notas del capitulo:

"El cuarto de hora de Pleasy II".




¡Tengo emoción...!. Aquí llega la segunda parte del fic "Gema preciosa", el cual en realidad lo escribí enteritito, pero tuve que partirlo al medio al tipearlo: primera parte/segunda parte. Tengo fics escritos deliberadamente en capítulos, pero aunque este no venía en ese formato, espero que haya quedado bien, de todos modos.
Bueno... Casi me parten a mí al medio por ello... ¡Pero ya fué! ¡Yatá todo arreglado! ¡Acá está lo que falta! ¡Pasen y vean!... ¡No! ¡No pasen sobre mí; allá está la puerta!... ¡Auxilio! ¡AAAAAHHHHH...!.

Pleasy Stay, desde Argentina.



Agradecimientos:



A todos ustedes, que me tuvieron paciencia real y tangible. Y a aquellos que se detuvieron un momento para leer el fic y decirme que les ha gustado.
¡¡¡GRACIAS!!!.
Recuerden: Si los fics NO les gustan por tal o cuál motivo, también pueden decírmelo. Aunque claro: USEN UN LENGUAJE CORRECTO PARA HACERLO.


Dedicatorias:



Por supus, a mi hermana. Originalmente el fic está dedicado a ella, pero no creo que se enoje si esta segunda parte se la dedico a otras personas... A mis amigas, que me abrieron los brazos y las puertas de sus vidas: Kary y Cyn; quienes se emocionaron con esta historia; y para mi Diosa protectora, Adarae, quien fué muy amable en escribirme y pedir los tres fics locos que tengo escritos (tipeados, bah), para publicarlos en su pagina, "El Templo de Artemis".
Eeeeeeh... Si me olvido de alguien, por favor, grite su disconformidad por mail, ¿sí?. Es que tengo la cabeza hecha un desastre y tengo muy mala memoria...(Estas palabras no pueden ser malinterpretadas como excusa).


Un poco de toco y me voy:




"Yo no cito a otros más que para mejor expresar mi pensamiento".

(Montaigne).




"Mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres y ciudadanos de todos los países".

(Lamotte-Houdard).




"Gema preciosa"

 

(Segunda parte).




Un cuerpo sobre otro... Frenesí, latidos, caricias y el amor se hizo palabras, carne y... júbilo.

"Un hijo...". Alzó la vista al retrato y vió a la muchacha otra vez; por décima vez.

¿Cómo no creerlo?. Habían hecho el amor... Y ella había muerto al día siguiente.

Un hijo, un bebé; Esmeralda había concebido un niño suyo... Un muchachito tan bello y fuerte... …

Afuera se oyeron pasos y a Ikki el corazón le jugó una mala pasada cuando la puerta del cuarto se abrió. Hyoga asomó su silueta.

"¿Shun?", preguntó cuando el Cisne cerró la puerta, una vez dentro.

"Está dormido... Me duele engañarlo así... Dejé una almohada entre sus brazos". Hyoga suspiró. "¿Qué sucede?".

"Algo maravilloso".

Hyoga abrió los ojos sorprendido al oírlo. Ikki no le ocultó absolutamente nada, ni el más mínimo detalle.

"Dios...", musitó el Cisne. Ikki sintió sus propias lágrimas caer. Hyoga se puso en pié y comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación.

"¿Por qué... Por qué me lo dices a mí y no a Shun?".

Ah... Ikki habíase hecho la misma pregunta en su interior cuando llamó al Cisne, citándolo esa noche.

"Eres parte mía y de Shun... ahora", dijo Ikki, semi sonriendo ante la perpleja mirada de su amigo. "Confío en tí; Shun... se asustaría".

"No... No lo creo. Le parecerá todo tan loco como me lo parece a mí ahora, pero... Se alegrará, Ikki. Por tí".

Ikki levantó la cabeza y taladró los ojos del Cisne con los suyos, buscando algo que necesitaba comprobar con urgencia. Hyoga sostuvo su mirada unos segundos y luego la apartó.

"No lo creo", dijo Ikki. "No cuando sepa la decisión que tomé".

...





Un golpe. Uno solo. La piedra dura voló en pedazos a su alrededor... Y la enterró allí, en esa parte de la Isla que la oyó llegar al mundo una madrugada. "Mi madre murió al darme a luz. Era una mujer extremadamente fuerte exteriormente... Pero su interior era frágil como las flores escasas que ves aquí".

"Eres mi papá...", dijo el chiquillo. Ikki asintió.

"Soy tu padre... Y aún no sé tu nombre".

"Sirio".

"Sirio...", repitió Ikki. El muchachito le sonrió. "Te pareces mucho a mi hermano, Sirio".

"De el sólo lleva el físico...". Esmeralda emergió desde los rayos de sol que se filtraban por las ramas de los árboles. "Tiene tu faz... Aunque supongo que le llevará muchísimo tiempo adquirir la fiereza que tú llevas, Ikki".

"Mamá me ha dicho siempre que tú no eres lo que aparentas".

"Un cordero con piel de lobo...", dijo Ikki acariciando el cabello del niño. "Sí. Pero sólo con unos pocos".

Esmeralda ocupó el lugar libre en el banco, a la derecha de Ikki y Sirio. El muchachito le tomó la mano. "Mamá, el es tan agradable como lo habías descripto".

"Siempre lo ha sido", contestó ella. Ikki la observó.

Ella estaba tan real... Y el niño tomando las manos de ambos, como volviendo a iniciar un vínculo nuevo.

"Esmeralda... ¿Cómo... Por qué tú decidiste volver... ahora?". Se arrepintió un tanto de preguntar cuando la muchacha le devolvió la mirada, llena de sorpresa y tristeza.

"Porque tú me necesitas".

"Siempre, Esmeralda".

"Pensabas mucho en mamá y por eso logramos llegar hasta aquí", dijo Sirio.

"Sí, pensaba mucho en tu madre...", contestó Ikki, mirándola sin pudores, deseando volver a besarla y resguardarla para sí, como cuando jóvenes. "Jamás tu rostro abandonó mi mente, Esmeralda. Nunca".

Menos aún en esos últimos días, donde se sentía pasando por una prueba de fuego tan delicada.

"¿Piensas que te ha abandonado?", dijo Esmeralda mientras tomaba el rostro de Ikki con una de sus manos. "Sin embargo sabías que sería de este modo, Ikki".

"Sí... Y me siento egoísta al pensarlo, porque siempre ha dependido de mí y ahora... estoy solo". Miró la manita morena de Sirio. "Debía ser de este modo... Y no lograré acostumbrarme nunca, Esmeralda".

"Yo te quiero y no te dejaré", dijo Sirio, apretándole aún más la mano. "Mamá me habló de tí durante muchos años de aquí y tuve que esperar un año más para conocerte y mirarte... Ya no te voy a dejar solo, papá; nunca, nunca, nunca".

Hermoso e inteligente niño. Ikki lo ayudó a bajar del amplio asiento. "Quiero que estén juntos, como lo desearon desde antes que yo naciera", dijo la criatura. Y se desvaneció.

"Mis deberes terminaron", diji Ikki. Se arrodilló ante la fulgurante presencia. "El crecerá amado y amando. Yo no tengo nada aquí".

"Entonces...".

"Te amo". Ikki la besó y ella rodeó su cuello con los brazos.

Ya no eran distintos.

Ya no eran fríos.

...




"¡¿QUÉ?!". Hyoga gritó tan fuerte que Ikki estuvo tentado de golpearlo. Si Shun los oía, acudiría solamente para descubrirlo todo. "¿Quieres...morir? ¿Ikki estás...?".

"No. No estoy ni cercanamente loco. Deseo irme con ella y con Sirio. Debo irme con ellos".

"¡Dejarías solo a Shun!".

"Te tiene a tí... Te ama como jamás amó nada. El ya no me necesita, Hyoga".

"Pero...".

"¿Es que no vés? ¡Tengo un hijo! ¡Un hijo! ¡Algo que jamás habría esperado!".

"¡Y está muerto! ¡No es más que una manifestación sin...!". Hyoga se detuvo. "Vas a abandonar lo que más atesoras en esta vida... Por una fantasía. Shun no sobreviviría a tu separación; no otra vez".

Ikki no le contestó. Hyoga habíase puesto en pié y su rostro bañado en lágrimas por la furia no se ocultó. "Lo vas a matar de tristeza, Ikki. Y con él me iré yo también".

Sí... Allí estaba: Ikki lo vió en apenas un segundo, en los ojos de Hyoga; la verdad.

Con una mirada furibunda, el Cisne salió del cuarto. Ikki sonrió cansadamente.

Probablemente Hyoga no le dirigiera la palabra en días. No le preocupó.

Había visto lo que quería, en Hyoga.

Había probado su punto.

"Realmente lo amas... Con pasión y verdad", dijo en voz baja. "Shun vivirá, Hyoga. Porque sólo tú lograrás que el exista sin mí".

...




El pequeño saltó a sus brazos, riendo alegremente. Ikki le acarició los cabellos, correspondiendo a su alegría; y se perdieron entre las lápidas.

"Mamá no quiso venir hoy", dijo el chiquillo. "Está ‘perturbada’ por algo que le dijiste... ¿Pero qué le dijiste?".

"Que deseo partir con ustedes".

Sirio lo observó seriamente. "Eso es algo bueno...Aunque si a mamá le afectó tanto no ha de serlo".

"Aquí", dijo Ikki y bajó al niño. "Mis padres están enterrados aquí... Y aquí te ví por vez primera, Sirio".

El niño sentóse cerca de la piedra. La tocó con la mano. "Una lápida. Mamá me contó para qué servían".

"En Isla de la Reina Muerte yo mismo cavé la tumba de tu madre...".

"... Y le pusiste una cruz con su nombre tallado, en castellano. ¿Mamá es ‘cristiana’, verdad?", preguntó Sirio.

"Sí. Como su madre. Los cristianos llevan cruces". Ikki se arrodilló e indicó al niño que hiciera lo mismo. "Mis padres pertenecían a otra religión. Ven, acompáñame a rezar por ellos".

"Sí".

Unos minutos en silencio. Algo rondaba en la mente de Ikki. "... ¿Sabes si mis padres... están Allá?". No soportó el sostenerse la lengua más tiempo.

"No lo sé. Nunca los he visto; Mamá tal vez. Pero están bien, eso sí lo sé . Todos estamos bien Allá".

"¿Cómo es donde vives, Sirio?".

"No puedo decírtelo. Si te hablo de Allá nunca más podría volver a contactar contigo, ni a verte. De todas formas, cuando vengas con nosotros, lo vas a ver con tus propios ojos, papá".

...




Llevaba una expresión tristísima. El pañuelo suavizaba sus ojos idos, un momento y otro.

"Entonces te irás, hermano...".

"¿Hyoga te lo dijo?".

"Me lo dices tú. Pasas mucho tiempo fuera nuevamente. Es un preámbulo a tu partida...". El chico levantó la vista, desorientado, y a Ikki un nudo de tristeza en el pecho le impidió respirar.

"Sí. Partiré nuevamente". Para siempre y muy lejos de aquel mundo acariciado por el sol y la brisa terrestres. "Ya deberías estar acostumbrado, hermano". Shun se recostó en su pecho, sollozando. "Nunca. No me gusta tenerte lejos de mí, Ikki".

"¿Aún cuando ya tienes a alguien a tu lado, Shun?".

El muchacho se mordió el labio. "Son dos afectos diferentes", dijo. "¿Volverás un día, hermano?".

"Soy el Fénix, Shun. Un ave inmortal que siempre regresa". Mentira. "Aún viviré en tu mente y en tus recuerdos, hermanito". Sus lágrimas cayeron en el brillante cabello. "En todos tus recuerdos".

...




"Le has dicho...", dijo Hyoga. Ikki negó con la cabeza.

"Le mentí. Por primera vez en mi vida le mentí. Solo cree que me alejare físicamente de él. No tuve valor para decirle la verdad".

"Está demasiado mal de ánimo, de todos modos", contestó el Cisne. "Ha llorado buena parte de la noche y me ha sido imposible consolarlo. Es... como si supiera que no volverá a verte".

"Quién sabe", dijo Ikki, recostándose contra la cabecera de la cama.

"¿Cuándo partirás?".

"Hoy".

"Hoy...", murmuró Hyoga. "¿Puedo hacerte otra pregunta?".

Ikki cruzó los brazos tras su cabeza y se encogió de hombros. El Cisne continuó.

"¿Ser Santo; tus deberes con Athena, tus... amigos... no te importan?. Decides morir; ‘suicidarte’ virtualmente, y dejar a tu hermano a la deriva... No lo comprendo, Ikki".

"Ya discutimos esto y no tengo interés en repetir lo dicho, Hyoga". Ikki desvió la vista. Esmeralda le sonrió desde el lecho, llevando en brazos a Sirio.

Muchos años atrás, en una húmeda y sucia celda había encontrado la pieza faltante en su sueño. Y cuando ella unió su parte, prometió que jamás la abandonaría; y que entre ambos fundarían esa familia que cada uno había pergreñado por separado en sus soledades antes de conocerse... y amarse.

"He vivido, peleado y muerto, Hyoga. Conocí el dolor, el arrepentimiento, la soledad, el miedo, la tristeza, y el amor físico y espiritual. Ahora soy padre. Tengo un hijo con la mujer que ha estado enterrada por años en mi alma y corazón. No sé qué gracia de los Dioses ha permitido que en su Morada Eterna ella lograra mantener esa pequeña Gloria dentro suyo... y ayudarla a nacer; pero quiero fervientemente quedarme a su lado, con nuestro pequeño. En mi juventud esa fue una meta personal. Ahora es real".

Hyoga bajó la cabeza un momento, mordiéndose los labios. Lloraba cuando levantó la vista nuevamente. "Tal vez tengas razón... Yo ya no tengo motivos para irme aún. Sí tengo la mayor razón de todas para quedarme y vivir...".

El Cisne le dió la espalda.

"Este señor tan serio, ¿es amigo de tu hermano, papá?". Sirio bajó del regazo de su madre. "En su corazón siente muy profundo por Shun".

Hyoga volteó. Ninguna expresión de miedo o de asombro alcanzó a tocar sus facciones. Miró al niño. Sonrió.

"Así es", contestó Ikki. "Tan profundo como lo que yo siento por tu madre".

"Ah...", dijo el chico. Hyoga se colocó en cuclillas y Sirio se acercó a él. "¿Usted es amigo de mi papá, no?".

"Sí".

"¿Usted extrañará a mi papá?".

"Sí". Hyoga levantó una mano y tomó la de Sirio. "Tu papá es un excelente amigo y un Gran Guerrero. Muchas personas sentirán su falta".

El niño suspiró. "Yo la sentí mucho".

Ikki le acarició la cabeza. Sirio lo miró.

"Te pareces mucho a Shun...", dijo el Cisne. Miró a Esmeralda, quien aguardaba. "... Y a tu mamá".

"Sí. Pero yo hablo más que Shun, señor".

Hyoga soltó una risa discreta. "Es cierto".

Esmeralda se acercó. Ikki tomó en brazos a Sirio. La muchacha enfrentó la mirada del Cisne.

"Ella está bien, Hyoga", fué todo lo que dijo. Y sonrió.

Nueve campanadas resonaron en toda la Mansión. Ikki suspiró. "Ya... debo irme".

"Comprendo", dijo el Cisne. Cerró los ojos, y cuando los abrió, un brillo triste los llenaba. "¿Deseas... deseas que le diga algo a Shun... de tu parte?".

Shun... Seguramente tomaría aquello como una traición. "Dile que lo amo, y que esperaré nuestro encuentro con tranquilidad". Ikki bajó la vista hasta Esmeralda. "Amalo, Hyoga. Tanto como yo lo hago. Trata de no modificar eso, y jamás lo abandones".

"Sabes que cumpliré siempre con ello, Ikki".

"Gracias".

El lecho mullido. Ikki se recostó en él, cerrando los ojos. "Mi cuerpo quedará en esta tierra", dijo, sintiendo las manos de su amor y de su hijo tomar las suyas. "Algún día podrás contarle a Shun la verdad".

"Sí. Que somos familia: cinco", dijo Hyoga en un hilo de voz. "Es un honor, Ikki".

"Adiós, Cisne".

Qué plácido. Un sonido, como del viento aullando llenó la habitación. Ikki abrió los ojos, alcanzando a vislumbrar el rubio cabello de Hyoga agitarse mientras se llevaba una mano a los ojos.

En ningún momento sintió Ikki el aire moverse a su alrededor, ni alrededor de las dos figuras escoltándolo. Sólo fueron pantallazos blancos, seguidos de unas escenas vividas con su hermano... y luego, el silencio.

Había llegado a destino.

FIN.




[Comencé este fic el día 6 de marzo de 2001, y lo acabé el dia 21 de marzo de 2001 a las 23:34 Hs].


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