Se sintió afortunado. La boca suave, los labios carnosos, húmedos, pegándose a los suyos, besándole con desesperación, como si fuera la última vez, bajaban a atrapar su labio inferior, casi devorándolo, la lengua se paseaba por sus dientes, como si los enumerara uno a uno. Jadeo. La lengua propia se aventuró en esa boca, exploró con lentitud, maravillado. Quería más. Abrazó la cintura delgada, pegando esa figura flaca más contra su cuerpo. Minho se separó sin sonreír, mirándole hipnotizado, con los oscuros y grandes ojos a medio cerrar, desbordados de lujuria. Se llevó el cigarrillo de marihuana a los labios, dio una calada larga y mientras aguantaba, lo dejó en la boca entre abierta de Jonghyun, que pedía más. El más bajo fumó, viendo la forma en que el cuerpo largo se arqueaba sobre su regazo, el chico alto traía el alborotado cabello en una gorra, se veía tan joven, tan deliciosamente rebelde con su remera larga sin mangas, los pantalones cortos desgastado y deshilachados. Quería volver a enterrarse fuerte en su cuerpo, quería lamer cada pedazo de esa piel tostada, quería trazar cada curvatura, quería adorarlo completo. Choi tenía apoyada la espalda en los muslos del mayor, mirándolo fijamente, casi desafiándole, mientras seguía fumando y expulsaba el humo contra su rostro, en una invitación silenciosa.
- no me tientes – advirtió, sonriendo ladino, agarrando al menor de sus caderas flacas.
- No estoy haciendo nada Hyung – habló con tono despreocupado, girando el rostro.
La vista de Jonghyun se perdió en cada rasgo, en las mejillas delgadas; en los labios abultados; en su nariz recta; en los ojos grandes; en las cejas pobladas; en el cabello castaño ondulado; su elegante cuello largo, las venas que resaltaban en la posición en que se encontraba; la clavicula señalada; sus largos brazos; sus angostos dedos; su pecho flaco; sus pezones erectos debido al frío bajo la fina playera sin mangas; las caderas estrechas; las piernas infinitas; su piel bronceada por horas de patinar bajo el sol. Era jodida y deliciosamente perfecto por donde lo mirara.
- Te amo – soltó sin darse cuenta. Minho se volteó a mirarlo sorprendido.
- ¿Qué? – inquirió, con su normal tono grave algo más suave, los ojos bien abiertos.
- Soy un estúpido, lo sé – suspiró, al tiempo que se regañaba mentalmente – pero te amo, no me importa si estás con Kibum, ¿bien? Yo lo entiendo, sé que no hay nada que pueda hacer, pero, mierda, ni siquiera tenía planeado decírtelo.
- Ya no hay nada entre Kibum y yo – habló sinceramente, volviendo a recostarse en los muslos del más bajo, fumando los restos de su pitillo
- ¿Qué? – preguntó completamente extrañado
- Eso – se encogió de hombros, sonriendo suavemente. Tiró el resto de cigarrillo y se recostó sobre Kim atrapando sus labios antes de que incluso pudiera reaccionar.
Las manos de dedos largos descendieron sin ningún escrúpulo por el torso firme del cantante, empezó a desabotonar el cinturón con avidez, sin separarse del beso. Jonghyun estaba completamente bloqueado, sujetando apenas al alto adolescente por las caderas, no podía creerlo, no podía creer que Minho estuviera soltero, que estuviera entregándose de esa forma, que estuvieran juntos –aunque solo fuera físicamente-, que lo que comenzó como un trabajo pudiera haber evolucionado a esto…. A esto, que, sinceramente, ni siquiera sabía cómo debía nombrar.
- Minho – lo apartó suavemente, viéndolo relamerse los labios con una sonrisa juguetona - ¿estás seguro?
- ¿Seguro de qué? – se acomodó la gorra con una mano, la otra empezaba a desabotonar el único botón del pantalón del más bajo
- De…. De esto… - no sabía qué decir, tenía la respiración enganchada en la garganta, los ojos abiertos en todo su esplendor, debía verse muy ridículo
- No sé a qué te refieres con ‘esto’, pero de algo estoy seguro – Sonrió arrogante, tomando su playera, dejándola arrugada, exponiendo su torso delgado, sus abdominales definidos, su pecho trabajado. Se estiró un poco más, dejando sus hermosos pezones oscuros contra los labios temblorosos del mayor – quiero que me vuelvas loco, hyung – la lengua húmeda se paseo lánguidamente por su pezón izquierdo, haciéndole jadear – quiero tenerte adentro de nuevo, quiero revivir contigo.
El más bajo no necesitaba más comando, se irguió un poco, besando la piel helada del modelo, deslizando sus manos por su columna vertebral, bajando por cada vertebra, empezando a succionar ahora su pezón derecho, haciéndolo suspirar. Minho acarició el cabello del cantante, sonriendo al viento complacido, deslizando su mano bajo la ropa interior del otro, acariciando su pene semierecto, casi con cariño, dándole una bienvenida silenciosa. No estaba en todos sus sentidos, pero se sentía tan bien, tan completo. Fue extraño, hacer el amor silencioso, mordiendo el hombro musculoso de Jonghyun mientras este entraba tan hondo, con su erección tan caliente, haciéndole delirar, recibir el semen como si fuera la cosa más deliciosa de la vida. No podía explicar qué era para él hacerlo con el mayor, escapaba de su entendimiento y de su capacidad de expresión.
- Jonghyun hyung – lloriqueó, agarrándose con más fuerza, las manos del otro lo impulsaban, lo guiaban, agarrando firmemente su trasero – yo también te amo – se quejó casi sin voz, el cielo se oscurecía sobre sus cuerpos, la hierba en el suelo se sentía más fría.
- M-Minho – gimió sorprendido, agarrando las palabras, grabándolas en su cerebro.
- Te amo – le dio un beso desordenado, con el cabello revuelto, la gorra estaba a un lado, olvidada – te amo hyung, te amo
- Yo también te amo pendejo estúpido – jadeó, pegando aún más ese cuerpo flaco contra el suyo, besándolo lento, sin parar el movimiento errático de sus caderas – te amo tanto que me da vergüenza…
- No me importa hyung – se quejó – Oh por Dios – se agarró con más fuerza, enterrando sus uñas en la piel ajena – me voy
- Yo también – Cerró los ojos, pegando su frente a la del alto, corriéndose en su interior.
Se dejó caer agotado, Choi respiraba agitado contra su cuello. Se sentía tan feliz, tan satisfecho, tan completo. Acarició la espalda ancha del menor sonriendo. Lo amaba demasiado.
La madre de Minho luego de comer se había ido a dormir, y aún no despertaba. Ellos se quedaron en la pieza del menor, un cuarto desordenado, lleno de ropa, las paredes atestadas de carteles. Estaban acostados sobre la colcha deshechas, callados, abrazados como un par de niños asustados y era tan ridículo, cada uno con la cabeza llena de cosas qué reflexionar, cuando en realidad estaban seguro de lo querían, solo no sabían como explicarlo ni expresarlo. El alto suspiró, no estaba seguro en qué se había metido, pero ya no podía controlarse, ya no podía seguir negándose a si mismo que estaba loco por el idiota con cara del perro, el problema es que acababa de terminar una larga relación con Kibum y de la noche a la mañana terminaba gritándole cuanto le amaba al mayor, lo viese por donde lo viese, no estaba bien, pero no había cosa que pudiera hacer, vamos, todas esas malditas emociones que lo tenían como quinceañera eran inevitables y una –gran- parte de él no quería pensar en retractarse. Se abrazó con más fuerza a pecho firme de Jonghyun, cerró los ojos, porque ya no quería pensar en nada más, no quería seguir llenándose la cabeza con la decepción que muy probablemente iba a sentir el artista ni mucho menos, y no debería importarle en lo más mínimo pero había sido mucho tiempo, aunque no lo quisiera reconocer, sentía casi como una traición lo que acababa de hacer.
- No tengas miedo de lo que pueda decir – sonrió el más bajo, acariciándole la mejilla con cariño
- No tengo miedo – le miró, frunciendo el ceño, irguiéndose un poco, para quedar acostado al lado del otro – pero esto es muy rápido, de algunas forma…
- Dilo – le animó
- … siento que se va a decepcionar de mi.
- ¿Eso de verdad importa?
- Si, Kibum es alguien muy importante para mi, no puedo explicarte cuanto, quizá creas que estoy dándole demasiada importancia, pero, imagínatelo así, tú tienes un novio hace años, de la nada terminan y comienzo al otro día a estar con otro. Va a creer que le engañé.
- Pero ya no hay nada que hacer – cortó el más bajo, sonriente, dejando un beso pequeño en los labios abultados que tanto amaba – estamos juntos, ¿no?
- No te apresures tanto con las cosas – se quejó, apartando el rostro avergonzado – sigue siendo sexo
- Pero me amas, ¿no?
- ¿Y? – no iba a ceder – eso no quiere decir que seamos novios ni que vaya a aceptarte como uno
- Oh vamos Minho, te mueres por ser mi novio
- En tus sueños – rió, levantándose.
Jonghyun no quería pensar mucho en las cosas externa a ese momento, se recostó tranquilo, viendo la figura esbelta caminar fuera de la habitación, vistiendo solo sus bóxer. El cabello enmarañado, los movimientos torpes, pareciera que acabara de levantarse cuando recién empezaba a oscurecer. Su cuarto no tenía muchas cosas, algunos poster de 2pac, rayas en algunos lados y el desorden característico de un adolescente. Tenía también una repisa con, lo que parecían textos escolares, alineados perfectamente, olvidados, con una fina capa de polvo que indicaba su desuso. Si lo pensaba bien, no conocía mucho de Minho fuera de lo que Kibum habló de él cuando los presento (que tenía diecisiete, que trabajaba como modelo para líneas eróticas, que le gustaba andar en skate y – por observación propia – que solía fumar marihuana con frecuencia), y en ese momento deseó como nunca saberlo todo acerca de él, qué cosas le gustaba comer, por qué había dejado la escuela, cuando era su cumpleaños, por qué…. Por qué se había enamorado de él.
El adolescente volvió, temblando de frío, con una bolsa de frituras en las manos, casi corriendo. Alargó el edredón de lana y se abrigó con él. Por un momento había olvidado que estaban en invierno y que usar como única prenda su ropa interior no era buena idea. El más bajo lo miró sonriente, metiéndose bajo la enorme tela con él, abrazándole por el costado cariñosamente.
- No me vengas a tratar como una chica – le fulminó con la mirada Choi, abriendo la bolsa aceitosa de un solo tirón
- ¡Pero mírate! Serías una chica preciosa – se burló, ganando un codazo en el estómago que le dejo sin aire - ¡Minho!
- Esa mierda no funciona conmigo – rió, tomando un puñado de papas fritas para llevárselas a la boca
- ¡Oye, déjame un poco! – le recriminó, tironeando el envase
- ¡JAMÁS!
Minho despertó desorientado como siempre, inseguro, miró a su alrededor despavorido, tardó un poco en reconocer su cuarto. Se levantó despacio, perdido, Jonghyun estaba junto a él, casi roncando, desparramado sobre la colcha, y aún cuando la baba desbordara su boca, se veía hermoso, irresistible bajo los ojos grandes que ahora lo observaban con cariño. Le dejó un beso pequeño en la nariz, y apenas acabó de separarse, se sintió algo ridículo, algo patético. Se irguió avergonzado, corriendo al baño antes de que los grados bajo acero volvieran a calarle hasta los huesos.
El agua caliente se sentía tan bien, suspiró aliviado, enjabonando su cuerpo con cuidado, quitando los restos de sudor y agitación que no fue capaz de limpiar el día anterior. Tenía una sensación muy rara e irreal, como si las cosas ahora fueran más ligeras, pero a la vez, estaba muy desconcertado, sabia que amaba a Jonghyun, estaba completamente seguro, pero no sabia si estaba en lo correcto al siquiera pensar en materializar esa relación. Su corte con Kibum había sido demasiado abrupto, no consideraba la mejor opción empezar a pasearse con el cantante por las calles acarameladamente, y, mucho menos, comunicar a alguien de aquello que estaban empezando a ‘construir’.
Negó violentamente, no quería llenarse la cabeza de mierda.
Le quedaba mucha vida para seguir preocupándose por cosas del pasado.