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Rotten por Destroy_Rei

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La mano de Minho estaba entrelazada a la de Kibum. Sus dedos largos y hermosos estaban entre los pequeños y delicados del artista, francamente, eran la pareja perfecta, por lo menos visual y estéticamente perfecta. Ambos sonreían como idiotas, un grupo de chicos los miraban, sentados en la cuneta, y comentaban entre ellos como un montón de ratas. Kim y Choi salían de El reventado como una pareja de celebridades, tan divinos, tan hermosos, tan… Dios, Jonghyun los odiaba tanto que se sentía patético, ¡Mírenlos! Tan jodidamente felices, besándose como si al mundo le importara que lo hicieran, casi como si fuera lo más maravilloso de la vida, lo más especial, como si hicieran algún bien a alguien, como si no… como si no…

 

… estuvieran hiriéndole sin saber.

 

-       Mira a Kibum – una voz suave habló junto a él – Se ve feliz…

-       Siempre ha estado feliz ese cabrón – rugió, frunciendo más el entrecejo.

-       Jonghyun, déjalo, ¿si? Él nunca va a querer nada contigo…

-       No seas idiota Taemin – Miró de lleno al muchacho junto así, suspirando – ojalá fuera por él que me importara…

-       ¿Es por el otro? – parecía emocionado. El niño pelirrojo, de ojos chispeantes y sonrientes, casi se colgó de la ventana para  ver a la pareja más de cerca - ¿¡TE GUSTA EL ALTO QUE ESTÁ CON BUMMIE!? Wooooow, ¡es muy guapo Hyung!

 

Lee Taemin era otro pequeño personaje de este suburbio de mierda, iba  a la escuela aún, y era un experto en freestyle. Sus pasos eran perfectos sin haber asistido jamás a una academia y era seguro que si alguna vez concursaba o siquiera daba un par de pasos para un experto, su vida daría un vuelco y se transformaría al instante en la promesa del baile nacional. Él lo tenía todo, pero a la vez no tenía nada. Sus padres lo abandonaron de niño con sus abuelos y cuando estos fallecieron, fue adoptado, como un niño entre lobos, por una banda de calle. Por suerte los chicos realmente tenían algún sentido de la responsabilidad, aún así él se había convertido en un pequeño ladrón. Jonghyun lo contempló un par de segundos. Sus hombros flacos; su sonrisa incondicional; sus labios rosa; su adorable nariz aguileña; su cabello teñido. Él no estaba hecho para esta parte del mundo, él estaba creado para algo más grande.

 

-       con esa cara de amoroso que tienes – le desordenó el cabello cariñosamente – quién pensaría que eres un diablillo en la cama.

-       Oye, no es como si te molestara, ¿verdad? – sonrió con picardía, acomodándose la sabana desgastada que había ocupado como refugio contra el frío para pararse junto a su hyung a mirar por la ventana.

-       Taemin, no sé por qué me he fijado en ese idiota – encendió un cigarro, mientras sus ojos veían cómo las manos grandes bajaban por la espalda menuda de Key, acariciando en pequeños movimientos su cintura delgada.

-       Es guapo, muy guapo – Sonrió suavemente - ¡Hyung es demasiado guapo! ¿Puedo unirme a la guerra por su corazón?

-       Idiota – masculló mirándole con reproche - ¿Qué es esa mierda de ‘la guerra por su corazón’? ¿Y que mierda de amigo se supone que eres haciéndome esas propuestas?

-       Bueno – empezó tentativamente, sonriéndole con descaro – somos amigos con ‘derechos exclusivos’, eso somos, ¿no?

-       Tienes la boca llena de razón

 

Taemin era un dulce refugio; Jonghyun era una capa de sonrisas y bromas. Se complementaban tan bien, tan bien que les asustaba, pero a veces el mayor sentía casi como si cometiera incesto con su pequeño amigo, vamos, prefería destruir una virgen María que corromper al menor, pero a la vez, había algo de atractivo en jalarlo suavemente hacia la oscuridad y las perversiones, además, si no lo hacía él, podía ser alguien peor, mucho peor. Lee, detrás de sus ojos oscuros podía percibirlo todo muy bien, sabía que el más bajo sentía algo fuerte por ese muchacho alto que casi se devoraba entre besos al artista, podía verlo en la preocupación trazada en sus rasgos, fundiéndose con la molestia, los celos, todo, se retrataba cada una de esas emociones con tanta facilidad en su rostro que el más joven casi podía echarse a reír. Todos lo tomaban tan a la ligera, y él era tan pillo para entender las cosas, rió traviesamente, su Hyung estaban enamorado, muy enamorado.

 

Los labios deliciosamente abultados murmuraron algo en la oreja perforada del de cabello multicolor y le hizo reír estrepitosamente, “asquerosamente” pensó con desagrado Jonghyun. Se separaron “¡Por fin!” dijo aliviado en su cabeza el mayor, y se fueron de la mano, “Probablemente a follar” suspiró agotado, alejándose de la ventana.

 

El pequeño lo siguió atentamente y ambos se sentaron en la cama desecha. Los brazos delgados de Lee rodearon con suavidad la figura fuerte del más bajo, quién soltó un suspiro cansado. Toda esta mierda de Minho y Kibum lo tenían cansado, sentía que en cierta forma no podía ir contra ellos, no era bueno, quizá ni siquiera fuera a ser efectivo, tal vez lo mejor era dejarlos en paz y así quedarse en paz el mismo, pero… tenía la sensación incómoda, medio desesperante, de que ahí había algo malo, que solo él podía solucionar.

 

-       ¿Qué dices de los presagios? – habló contra el cabello que olía una mezcla ácida de sudor y flores.

-       Que hay que escucharlos hyung, de vez en cuando, no pierdes nada – le guiñó un ojo. Ese chiquillo era muy receptivo – Por cierto, hay una fiesta esta noche, ya sabes, todo es descontrol y además, todo corre por parte de la japonesa esa que vive en la galería de arte, así que ni el dinero, ni la droga ni el alcohol serán problemas esta vez.

-       ¿me estas invitando? – sonrió suavemente, el chico le pegó suavemente en el hombro

-       ¡Que va! Yo tengo escuela mañana temprano, pero puedes ir si quieres – revolvió en su morral, que descansaba junto a la cama y sacó una servilleta arrugada llena de garabatos – aquí es, a las doce es buena hora, ¿no?

-       Lo pensaré – suspiró, mirando el techo con manchas de humedad – Ahora tienes que irte, ¿no?

-       Si – se levantó perezosamente, y se estiró un poco en su completa desnudez – Ohhh, quiero tanto quedarme a dormir un poco, pero tengo que volver temprano – se vistió con parsimonia, el mayor lo observaba sonriente – hyung – se levantó acomodándose torpemente la ropa – ve, distráete, te hace falta – aconsejó con una pequeña sonrisa y le dio un rápido abrazo

-       Lo consideraré – respondió, aplastando la colilla contra un cenicero desgastado.

-       Adiós.

 

Los besos con Taemin eran muy agradables, tenían una cuota de dulzura, de familiaridad. Todo en él estaba creado para ser de alguna forma inocente, o con una pincelada por encima que lo hiciera  sentirse de esa forma. Se separaron, el más bajo contempló al chiquillo unos momentos, ¿Debía seguir sus consejos? Aunque intentara pasarlo por alto, sabía perfectamente que Taemin, pequeño y todo, era terrible, jodidamente, inteligente.

 

Lo vio alejarse calle arriba en su bicicleta y suspiró, revolviéndose el cabello. Iría. Tomó sus cosas, dejó la servilleta a un lado y fue por una ducha rápida. Era hora de olvidar un poco en el descontrol.

 

 

 

Kibum sonreía altaneramente, era muy afortunado, era el más afortunado. La gente lo contemplaba con admiración, con envidia, él era el centro de atención, esa mugrosa fiesta no había sido nada hasta que él y su novio entraron. Todos ahí eran una bola de desdichados, sin futuro, sin aspiración alguna, él estaba ahí porque quería, ¿Y ellos? Porque no tenían ninguna otra puta opción. Sonrió aún más amplio, sintiendo la mano de su novio adolescente que le guiaba cuidadosamente por la cintura. El chico alto sonreía hacia las personas, las saludaba cordial, amablemente, Key pensaba que era muy despistado al obviar las expresiones enamoradas que le entregaban, al no saberse aludido entre tanta mirada cargada de deseo y lujuria. A él, lejos de molestarle o incomodarle, le gustaban. Le gustaba saber que tenía el novio que todos deseaban, que podía besarlo y tocarlo mientras el resto miraba sonriendo falsamente.

 

-       Amor – le llamó, el muchacho le miró atentamente – quiero bailar

-       Vamos a bailar gatito – susurró contra su oreja, tomándolo firmemente de las caderas para guiarlo a la pista de baile improvisada en medio del living.

 

Todos estaban ebrios, probablemente esa textura pegajosa en su zapato fuera vómito, pero a Key no le importaba, no mientras pudiera abrazarse al cuello largo, besar los labios abultados y sentir el cariño con el que el menor le abrazaba. Se volteó sinuosamente, pegando su espalda menuda al pecho fuerte del alto, sintiéndolo completamente contra su cuerpo mientras empezaban a bailar suavemente, en un ritmo desigual al que marcaba la música, con toques rápidos y desordenados. Esto era lo más delicioso, lo que quería de por vida, él y Minho en la cima de todo, de todos. Se giró para atrapar los labios de su novio, pero el menor se alejó, ejerciendo un poco de presión con sus dedos largos en su cadera izquierda, alertándolo. Los ojos felinos miraron curiosos qué ocurría y cuando lo hizo sonrió: la hermosa boca de Minho estaba atrapando un pitillo de marihuana enorme. El chico contuvo el humo entregándole la hierba al artista, colocándola cuidadosamente entre los labios rosas risueños. Cuando se besaron, Key podía sentir la acides ahumada en la boca del más joven, mezclándose a su dulzura común, y era maravilloso, la música se sentía más lenta, la perfecta caricia se hacia agradablemente eterna. El menor le entregó la droga a otra persona, el cigarrillo corría entre el resto de los invitados, Kim estaba tan a gusto, podía sentir perfectamente cómo la erección del menor se clavaba contra sus nalgas.

 

-       Te amo – un susurro ronco contra su oreja. Asintió, complacido.

 

Minho había bajado un poco, Kibum contuvo la respiración, cuando sintió la mano grande deslizarse por entre sus muslos, acariciándolos tan peligrosamente cerca de su intimidad. Quería que lo follaran ahí, en medio de esa pista atestada de estúpidos. La otra mano del alto le deslizó un poco la camiseta, para poder besar su hombro huesudo. El artista podía sentir los estímulos cada vez más fuerte, comenzaba a olvidar progresivamente que no estaban en su habitación, quería quitarse la ropa y entregarse al menor, lo quería tanto…

 

-       bebé, vamos al baño, por favor – pidió con sus últimos rastros de cordura, Choi sonrió asintiendo, como un niño pequeño, irguiéndose. El más bajo se mordió el labio sintiendo cómo la erección volvía a estar contra su cuerpo.

 

 

Jonghyun estaba entra la multitud de fracasados que estaba atada a esa ciudad mugrienta. Sostenía un vaso de vodka, tenía otros tantos en la sangre, y hace un par de segundo había prendido un pitillo de marihuana para ver cómo este llegaba a esa boca deliciosa, a esos labios gruesos y apetecibles. Estaba parado junto al baño, mirando como la pareja más perfecta se acercaba entre besos y caricias desesperadas, sin siquiera repara en su presencia. Odiaba ver a Minho con Kibum, lo detestaba, le enfermaba, había soportado presenciar la forma en que el menor tocaba a ese estúpido de pelo chillón, se había tragado las ganas de correr hacia ellos y separarlos de un empujón, contrario a eso, se quedó en ese punto casi muerto de la fiesta, esperándolos, pacientemente. Por más que los observara, no podía entender por qué alguien como Minho querría estar con un idiota sin cerebro como Kibum, el artista no lo merecía, no merecía ninguna de las cosas que ese adolescente perfecto podía ofrecerle.

 

-       ¡Chicos! – sonrió falsamente, cuando la pareja ya estaba casi pasando por su lado.

-       ¡Jonghyun! – le correspondió el saludo brillantemente el más alto, los besos del artista quedaron en el aire olvidados por el menor. El mayor rió ante la expresión molesta del de ojos de gato - ¡Has venido a la fiesta!

-       ¿Tú lo invitaste? – el de cabello multicolor agarró a su novio por la solapa para mirarlo fija y desconfiadamente

-       Fue Taemin – aclaró el más bajo, sin quitar su expresión alegre – Minho, ¿Cuándo me vas a devolver la ropa?

 

Una estrategia siempre usada, pero que nunca fallaba. La expresión de Kibum avanzó rápidamente entre confusión, incredulidad y furia. Jaque mate.

 

-       Cuando quieras, esa vez no pude decírtelo, pero de verdad estoy muy agradecido, no sé qué habría hecho si no hubieras estado ahí, quizá hubiera terminado en la calle – rió despreocupadamente, el corazón del más bajo latía furiosamente en su pecho

-       ¿Qué pasó entre ustedes dos? – interrumpió Key, intentando calmar su furia, cruzándose de brazos y soltándose bruscamente del agarre de su pareja.

-       ¿recuerdas el día de la tormenta hace un par de semanas? – inquirió el menor despreocupado, volviendo a coger por la cintura a su novio, pegándolo a su pecho, para empezar a hablar en su oído – Estaba varado en la calle, me encontré con Hyung y me quedé en su apartamento, si no, quizá ya estaría muerto en fiebre

-       Podrías haber ido al mío – replicó haciendo un puchero.

-       No podía llamarte – explicó, acariciando la mejilla suave

-       Excusas – respondió entre dientes

-       Por la ropa no te preocupes – interrumpió el más bajo, cansado de la desagradable escena que se montaba la pareja en frente suyo – puedes conservarla

-       Grac-

-       Te la va a devolver – cortó el de mirada felina a su novio – yo me encargo de comprarle toda su ropa, yo veo lo que puede y no puede usar, seguro tu ropa la queda demasiado pequeña y además… no creo que tu “estilo” vaya a sentarle bien

-       Que considerado de tu parte – habló con fingida admiración, veía la expresión sombría del otro y aquello lo llenaba de emoción.

-       Si nos disculpas, ¿puedes salirte del camino? Yo y mi novio necesitamos ese baño – le espetó, cogiendo con fuerza la mano del menor entre la suya.

 

Claro que Jonghyun sabía que necesitaban en el baño, era obvio, podía ver claramente la excitación haciendo presión en el pantalón del alto, era algo que no había podido dejar de mirar desde hace rato, la mirada se le iba hambrienta, curiosa, no era capaz de mantener la conversación de manera completa, pero a la vez, le enfurecía saber que quien había empalmado al muchacho no había sido él, había sido el idiota de Kibum con sus juegos ridículos de ‘amorcito’ y ‘bebé’. Patético. Sin quitar la sonrisa arrogante, agarró al de mirada felina por el cuello, tirándolo hacia si para hablar en su oído, cargado de veneno, de furia que apenas y lograba canalizar entre las palabras y no llevar a las acciones. Con diversión notó como el otro se tensaba antes sus palabras, pero antes de que pudiera largar una carcajada, un golpe seco se había estampado en su rostro, volteándolo, lanzándolo contra la pared sucia que estaba a sus espaldas.

 

Perdió la orientación por un momento, la música y los murmullos del gentío se oían lejanos. Odiaba a Kibum, odiaba a ese hijo de puta, levantó el rostro enrabiado, ciego por la furia, pero apenas lo hizo, su expresión se transformó. Ahí estaba Minho, interponiéndose entre él y el artista, quién se refugiaba con expresión satisfecha en su espalda ancha. Los labios abultados estaban rojos, el aire caliente escapaba entre ellos con un ritmo descompasado; el cabello lo tenía revuelto y húmedo; su pecho subía y bajaba; los ojos oscuros lo contemplaban con molestia, sus preciosas cejas gruesas casi se tocaban en su entrecejo; en los brazos largos las venas punzaban, y al final, su grandes manos estaban empuñadas, una completamente roja, la misma que había dado vuelta el rostro del mayor en un golpe certero.

 

-       ¡¿QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA VENIR A HABLARLE ASÍ A MI NOVIO?! – le gritó con furia, cogiéndolo por el cuello, atrapando el cuerpo del cantante entre el suyo y la pared.

-       Suéltame – lo empujó zafándose de su agarre.

 

El tiempo se congelo, para Jonghyun ahí solo estaban ellos dos, mirándose fieramente, respirando agitados. Todo había desaparecido, la multitud que contemplaba expectante, el idiota de Kibum que casi se sentía triunfador, la música, el humo, todo. El más bajo se alejó luego de unos momentos, con una expresión cabreada, no sin antes golpear el hombro (en realidad el brazo) del menor mientras salía.

 

Caminó entre las personas que le contemplaban sorprendidas, sin quitar su postura enfurecida, y dejó la fiesta atrás en completo mutismo, hasta el momento en que sus zapatos caminaron en el asfalto de la calle y se permitió dejar escapar una carcajada.

 

Les había arruinado la dulce velada, Minho estaba dudando, se veía en sus enormes, preciosas pupilas. Kibum creía que había ganado esta batalla sin ser consciente que estaba apunto de perderlo todo.

 

Y cuando hablaba de ‘todo’ se refería solamente a Minho.

Notas finales:

Planeaba subir el viernes xdd pero me quedé viendo 'Ichi the killer' que por cierto es una pelicula maravillosa, veanla ;)

Hay muchas cosas que quedan en el tinte, pero en los próximos capítulos se entenderá mejor, ¿Bien? :D Besooos


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