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Rotten por Destroy_Rei

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Notas del capitulo:

ACTUALIZO SUPER RAPIDO YAY!

La puerta sonaba insistentemente, desesperadamente, “Quizá sean cobradores, si me quedó bien quieto y me enrollo en las sabanas, se irán” Pensó Jonghyun entre dormido y despierto, soltando un suspiro, apretando el rostro contra la almohada, jalando los cobertores para ceñirlos más a su cuerpo. Eran las ocho de la tarde, luego de la fiesta se dio una ducha apenas llegó al departamento y se echó a dormir sin parar hasta… hasta ahora, que algún idiota estaba aporreando su puerta como si fuera de vida o muerte. Pasaron cinco, siete, diez, quince y luego veinte, VEINTE minutos, en los que el sonido no paró. Se irguió, ceño fruncido, caminando con pereza, vistiendo solo sus bóxer. A la mierda las deudas, prefería conversar las cosas y así poder volver a dormir, maldita mierda, la cabeza le dolía como si martillaran sobre ella y era terrible.

 

 

-       Ya te oí bastardo – masculló molestó, agarrándose la frente mientras abría de un solo tirón

-       Jonghyun – un jadeó suave erizando cada vello de su cuerpo.

 

Era Minho el que estaba ahí, respirando desacompasadamente, con expresión preocupada, con una ropa diferente a la de anoche, mucho más casual que nunca, jeans sueltos y una playera simple de color blanco. Seguía luciendo delicioso, no era ni siquiera necesario decirlo. Un dolor punzante le llegó en ese mismo instante el mayor en el rostro, y recordó que esos preciosos nudillos se habían estrellado contra su mejilla anoche, ¿Qué hacia Choi ahí? Quizá planeare seguir golpeándole.

 

-       ¿Vienes a seguir dándome puñetazos? – preguntó extrañado

-       ¿Qué? – le miraba escéptico, hablando entre cortado - ¡No!

-       Ayer parecías no querer parar…

-       ¿Puedo pasar?

 

Lo quedó mirando completamente desentendido. No entendía nada. Vio al alto, que ahora respiraba más tranquilo pero lucía perturbado, corría la mirada de un punto a otro y sus mejillas tenían un tinte carmín que le dejaba completamente desconcertado.

 

-       Por cierto – habló bajo el menor, con los ojos clavados al suelo – Hace frío, sería mejor que te vistieras con algo más apropiado.

-       ¡Oh! ¡Lo siento! –corrió de vuelta a su habitación, escuchó como a lo lejos el modelo cerraba la puerta de entrada. Se vistió con una camiseta sin mangas y unos pantalones holgados de buzo, sin entender por qué estaba Minho en su casa, ni nada realmente.

 

Volvió  a la sala de estar, el menor esperaba sentado en el suelo, distraído con los cordones deshechos de sus Vans. Sonrió con cariño, aunque el alto follara con un loco y luciera despreocupado, en el fondo seguía siendo un niño perdido, en busca de si mismo.

 

-       ¿A qué viniste? – lo miró expectante, cambiando el semblante, cruzándose de brazos.

-       Vine a pedirte perdón – levantó sus enormes ojos negros, el estomago del mayor dio un vuelco – Pero antes de hacerlo – se levantó, para mostrarse más serio quizá, pero para el dueño de casa solo era un niñito enfurruñado – quiero saber qué le dijiste a mi novio.

-       No me interesa tu perdón, por ende, no voy a decirte lo que le dije – replico son sorna, caminando hacia el refrigerador

-       No quiero que pases a llevar a mi novio, yo lo amo, no puedo permitir que le insultes. Él estaba muy molesto, lo vi perfectamente en su rostro cuando le hablaste – se encaminó hacia la ventana, al cielo lleno de nubarrones grisáceos le cruzó un rayo que iluminó todo.

 

Jonghyun soltó una risotada, afirmando la puerta blanca, mientras con la otra mano sostenía una lata de Coca Cola. Si a Kibum le había molestado tanto, era porque tenía miedo, porque le estaba concediendo razón sin saberlo. Kibum tenía miedo. Era un muy buen indicio.

 

-       ¿Quieres que te lo diga? – inquirió dejando la lata a un lado, acercándose al alto

-       Dímelo – ordenó, algo intimidado por la actitud del mayor, pero sin intención alguna de demostrarlo

 

Otro rayo iluminaba todo, las palmas firmes se aferraban a los hombros anchos, Minho tuvo esta sensación que no le gustaba, esta de sumisión, cerró los ojos sin quererlo, casi jadeo cuando la boca del mayor se acercó a su oreja. Se relamió porque sentía la garganta seca, la respiración la había congelado sin saber, en ese momento lo atacaron una horda de deseos que no sabía cómo debía clasificar, por ejemplo, quería apartar al más bajo, quería gritarle, quería insultarle, quería golpearle, quería que él le golpeara, quería que acabaran en el suelo dándose puñetazos hasta sangrar, quería un beso lleno de sangre, quería acariciar ese rostro amoratado, quería que el propio también lo estuviera, quería follar con él, volverse loco mientras el mayor le sometía, jadear como una puta cuando entrara y saliera, tan hondo, tan hondo… “Le dije que se olvidara de ti…” Quería ser todo para él, quería ser solo suyo, quería despertar contra su cuerpo, con restos de sangre seca en todos lados… “…que no te merecía…” Se mordió el labio. Quería limpiar de restos de sangre y semen del pene erecto de Jonghyun… “… que voy a hacerte mío…” La sola idea le excitaba, reprimió apenas un gemido, pero su cuerpo tembló ante la anticipación. “…Minho…” Abrió los ojos hacia la intemperie, la habitación se llenaba de sombras, el cielo parecía apunto de explotar afuera. “… vas a ser mío, ¿entiendes lo que es eso?” Lo entendía, pero quería hacerse el desentendido, quería que el más bajo se lo enseñara. Negó torpemente, respirando con dificultad. Un beso en su oreja y luego uno en sus labios, lo correspondió hambriento, saboreando todo, encías, dientes, lengua, paladar. Las manos grandes estaban amoldando su cintura recta, estaban moviéndose cada vez más abajo.

 

Jonghyun podía sentirlo, podía olerlo, casi podía saborearlo. Respiró contra esos labios gruesos, sonriendo descontrolado, metiendo sus manos bajo la playera del menor, jalándolo más hacia si, besándolo lento, disfrutando de la humedad en esa boca, con la tormenta desenfrenada fuera de su ventana y la que nacía en su interior. Lo empujó hacia la sala de estar, hasta dejarlo tirado entre los cojines desparramados en el suelo alfombrado, se le encimo como si fuera su presa, Minho lucía desorientado, idiota, pero irradiaba esta esencia única que pedía ser follado a gritos y Jonghyun quería tanto, quería hacerle el amor hasta el amanecer, hasta todos los amaneceres del mundo, quería volver a correrse en su interior, quería… se sentía un idiota porque quería todo.

 

-       Jonghyun, no – pidió con lo poco y nada que tenía de conciencia, intentó alejarlo de encima pero ni las fuerzas ni las ganas fueron las suficientes. Había perdido sus sentidos, quería intoxicarse del mayor.

-       ¿No qué? – preguntó, dejando un beso en su nariz. Un beso en su nariz. En su nariz.

-       Para, por favor – sentía la voz quebrada, de pronto le embargaba una desesperación incontenible.

-       No quiero parar – agarró la quijada firme, obligando a que esos ojos miraran directo en los suyos – esto ha escapado de mis límites, no es sano para mi seguir luchando contra ello – bajó su mano hacia el evidente bulto en los jeans de Choi, masajeando suavemente – tú tampoco puedes más, ¿no, “bebé”? – el más joven se mordió el labio inferior, sintiendo esos dedos trabajar por sobre la tela - ¿Quieres que te toque, no? Quieres que te haga mío – le besó los labios, abriendo esos que respiraban agitados con los suyos – Quieres que te lo haga, lo deseas tanto, y quieres que entre en ti sin pintura, sin esas jodidas fotos encima – El modelo crispaba cada uno de sus dedos sobre los almohadones – No me importa que te resistas, porque sé que lo quieres, sé que te mueres por volver a tenerme bien adentro, ¿no?

-       No hables por mi  – le miraba fieramente, el cantante podría haber eyaculado tan solo con esa expresión – Tú eres quién no puede olvidarse de mi, ¿no? – había una pequeña sonrisa arrogante – estas tan duro con solo verme acá tirado entre tus sucios cojines – cogió del elástico el pantalón de buzo y lo bajó de un solo tirón – ni siquiera te pusiste ropa interior, lo tenías planeado inconscientemente – el menor estaba juntando toda su sanidad para responderle, pero no quería entregarse tan fácilmente, no a alguien como Jonghyun

-       Claro que si – asintió, tirando de la playera blanca hasta arrancarla de ese largo y hermoso torso – no puedo de olvidar tu culo estrecho – se inclinó a besar los pezones oscuros que se erguían preciosamente en el aire. Un gemido, con ganas de ser contenido, escapó de la voz gruesa – Eres toda la mierda que pienso – desabotonó los jeans, mientras el alto temblaba de anticipación – Eres la jodida razón de todo – Se quedó súbitamente en silencio, la frase murió en su boca. No quería declarase, no. Deslizó la ropa por las piernas largas – No te imaginas cuantas veces me he masturbado pensando en los gritos desesperados que soltabas cuando estaba dentro de ti… - Sus manos recorrieron esas piernas infinitas, Minho tenía los bóxer empapados y él no podía demostrarle realmente cuanto le importaba esto.

 

Suspiró, temblando, el menor le miraba expectante, con las piernas abiertas, completamente expuesto. Besó aquella boca una vez más, tomándose su tiempo, intentando entregar algo en ese beso, quizá amor, quizá solo apaciguar la llamarada interna que le provocaba tener a Choi así, para él. Cogió su pene entre sus manos, el alto jadeó en sorpresa, quería hacerlo sentir especial, como seguramente Kibum nunca hizo. No odiaba al artista, eran amigos desde hace años, cuando el chico en ese entonces de cejas pobladas aparecía en medio de las calles como un gatito abandonado a su suerte, aunque aquello era solo un detalle de su apariencia, porque el muchachito era aún más engreído de lo que era ahora, un insoportable hijo de puta con el que aprendió a tratar casi obligadamente porque eran compañeros de escuela. En ese tiempo las cosas eran mucho más sencillas, ninguno de ellos tomaba el peso de lo que era vivir en el lugar mas olvidado, más sucio del país, ellos simplemente se dedicaban a molestar a los más desvalidos o a hurguetear los condones usados tirados en las calles. No podía odiar a Kibum, por muy enfermo que fuese, pero le envidiaba como un condenado.

 

-       Aquí es donde perteneces – susurró contra su oído, un relámpago cortaba el aire – no sobre tu princesa estúpida

 

Era la excusa perfecta.

 

El puño cerrado del alto volvió a voltearle el rostro como la noche anterior, Jonghyun cayó de espaldas, quejándose del dolor, pero no alcanzó a procesarlo cuando el más joven le asestaba otro contra la mejilla contraría. Ahogó un grito, el maldito pendejo pegaba muy fuerte. Minho sonrió, sentado sobre las piernas del mayor, excitado,  desordenándose el cabello, viendo el rostro amoratado de su Hyung. Se deslizó como una pantera sobre el cuerpo más bajo, alejó las manos que contenían las mejillas recién heridas, y le besó el labio inferior que se había partido con el impacto, su sangre era maravillosa, y ya no se sentía tan incómodo sometiéndose ante esas manos. El mayor estaba ahí aturdido, sin siquiera mover la boca, respirando con dificultad, aguantando el dolor que le hacia pulsar la cabeza. El skater sonrió ladino, dejando un último beso en la sangre, deslizándose hasta atrapar el sexo duro entre sus labios hinchados.

 

-       Eres un maldito mierda – gruñó el de mayor edad, agarrándole la cabellera con fuerza, hasta hacerle soltar un alarido directamente hacia su hombría – oye – sonrió con dificultad, el rostro le dolía como el peor de los infiernos, pero esa vibración contra su excitación había sido el paraíso – más, abre bien esa boca, “bebé”

 

La primera vez que Minho se acostó con Kibum tuvo la seria necesidad de impresionarlo en la cama. Sabía de ante mano que no lo hacía mal, le habían celebrado más de una vez sus dotes sexuales, pero a la vez sabía que el artista era un chico quisquilloso, en todo el sentido de la palabra, y no quería decepcionar toda la expectativa que había abierto con los juegos previos. Nunca iba a olvidar ese día. Ahora, nerviosamente, comprobaba que sentía algo parecido, mientras intentaba relajar su mandíbula y garganta para tragarse toda la extensión de Kim. Se sentía tan sucio, tan miserable, como si toda la dignidad le hubiera resbalado del cuerpo ahora que se hincaba a darle sexo oral al mayor como si fuera todo lo que necesitara para vivir. Los papeles estaban cambiándose, él era el que estaba abajo, pero había algo deliciosamente adictivo, sentía que era su cuerpo el que provocaba todo aquello, no era como cuando lo hacia con su novio, porque él era quién complacía a su ‘gatito’. Su lengua paseó una y otra vez por la ranura, cuando sacó el pene lleno de su saliva, quería probarlo.

 

-       Por favor – levantó sus orbes negras que lagrimeaban de placer hacia el otro, quién agarraba a duras penas el oxigeno que sus pulmones necesitaban para seguir viviendo – quiero que me eyacules en la cara.

-       ¿Q-qué? – el rostro amoratado de Kim se quedó completamente de una pieza.

-       Por favor – volvió a pedir, haciendo un puchero, masajeando el glande hinchado – te quiero en todo mi rostro Hyung.

 

Minho estaba enfermo, y en un sentido demasiado sensual. Jonghyun no pudo pensárselo dos veces, esos dedos estaban haciendo un trabajo fenomenal y las palabras del menor habían hecho otro tanto, se arqueó cerrando los ojos, soltando un gemido ahogado. El alto se irguió sonriente, con el semen esparcido sobre sus labios risueños, parecía tan jodidamente feliz que era perturbador. Jonghyun le limpió el liquido viscoso con sus dedos largos, el alto capturó los dígitos en su boca y chupaba los restos de fluidos como si fueran la cosa más rica del mundo, ahuecando las mejillas de la misma forma en que lo hacía cuando se atoraba contra la erección. El más bajo se iba a morir, eso era demasiado para él, tembló viendo cómo los labios abultados devoraban sus labios, mordiendo de vez en vez, con esa expresión desesperada, el entrecejo fruncido, las mejillas sonrojadas, su cuerpo sudado. Minho también estaba temblando. Se alejó, recostándose entre los almohadones, dejando su cuerpo completamente expuesto, volviendo a abrir sus piernas infinitas, desafiándole con la mirada. El pene de Jonghyun había vuelto a erectarse, se acomodó sobre el cuerpo largo, sus dedos tantearon suavemente esa entrada tan estrecha.

 

-       He esperado mucho por esto – confesó, el primer dedo entró, sintió cómo se contraían los músculos ante la intromisión pero el alto se mantuvo quieto, como intentando fingir que no sentía nada – Yo planeé follarte en el momento mismo en que te vi, minutos antes que el idiota de Kibum nos propusiera hacerlo para sus fotos – Lamió los pezones erguidos con devoción, adentró otro digito, las palmas grandes se cerraron con fuerza en su hombro – Eres delicioso, un delicioso hijo de puta…

 

Otro golpe apena acabó de pronunciar la última palabra. Jonghyun se quedó en silencio, los dedos paralizados, Minho le había volteado el rostro de una cachetada, y cuando le fue a sonreír entre el dolor, vio una expresión indescifrable, vio sus ojos cristalinos, vio la rabia en sus rasgos, ahí estaba pasando algo raro. No era un golpe como los anteriores, este iba en serio. Una lágrima trazó la mejilla delgada, casi podía pensar que estaba descendiendo por la propia, amoratada. Forzó el tercer dedo sin esperar nada, dejando la suavidad, cabreado.

 

El cuerpo del menor se arqueó en el dolor, sentía su interior arder, pero no podía mostrarse débil, no frente a Jonghyun, no frente a nadie. Lo dejó hacer, cerró los ojos, los dedos entonces desaparecieron, podía sentir la falta repentina y luego esa punta húmeda, exquisita, presionándose con cuidado, casi pidiendo permiso. Estaba tan enojado, pero a la vez el mayor no tenía la culpa, el no era consciente de cuanto le podía llegar a doler ese ‘hijo de puta’. Respiró hondo, dejando que la hombría se abriera paso en su cuerpo, era consciente de que en algún momento iba a dejar de doler y todo se transformaría en placer, el problema es que no podía sacarse el sabor amargo de las palabras de Jonghyun de su oreja.

 

-       relájate – susurró el cantante, acariciándole el rostro con suavidad – relájate, no voy a hacerte daño…

-       Haz todo el daño que quieras – repuso, apartando la mirada, jadeando pesado

-       No sé qué pasó – habló suavemente, él podía parecer un idiota, pero no lo era – no fue mi intención.

 

Selló las palabras con un beso de esos que no le había dado en toda la tarde, uno que empezaba lento, pero que le abarcaba todo; uno silencioso, mientras se empezaba a mover lentamente afuera y adentro; uno que no decía nada; uno tan cargado; uno que se desbordaba; casi podía soltar un te amo entre las embestidas; y no era necesario; Minho podía sentir esa declaración. Enredó los brazos a su cuello fuerte, con firmeza, escondió el rostro mientras lloraba miserablemente contra su hombro, y le dolía el pecho, su cuerpo se había dividido, no se decidía si seguir la línea de ese extraño dolor interno o dejarse estar por la sensación de excitación que le empezaba a subir desde el estómago bajo.

 

-       Eres hermoso – susurró el más bajo  respirando pesadamente, recostándolo en los almohadones – eres tan jodidamente hermoso.

 

El modelo lo vio ahí, desnudo frente a si, con el rostro amoratado, jadeando como un loco, con el pecho firme subiendo y bajando. Lo agarró por las caderas y forzó más las estocadas, había decidido rendirse a Jonghyun, por lo menos esa tarde que ya avanzaba a noche. Se sentía tan húmedo, de pronto ni siquiera se sentía en su propia vida, como si renaciera entre esos brazos cálidos, tal vez amorosos, el mayor estaba pintando un realidad nueva ante sus ojos. Gimió fuerte, cuando un puñado de placer se estrelló contra su cuerpo, el más bajo se había clavado contra su próstata. No sentía un hilamiento entre este momento y el que vivieron con las constante interrupciones de su novio. Empezó a respirar más rápido, las manos del cantante empezaron a estimular su pene, a venerarlo como si fuera lo más importante, a quitarle el alma con cada sacudida.

 

Minho estaba perdido, y quería más, más.

 

Más. 

Notas finales:

(: Espero que les haya gustado, este fic se ha alargado a mucho más que dos capítulos xD


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