Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rotten por Destroy_Rei

[Reviews - 95]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El momento que Kibum más amaba del sexo se acercaba, estaba temblando de una mezcla deliciosa y tortuosa entre anticipación y excitación. Vio los ojos grandes de Minho, de SU Minho, nublados en lujuria, el chico, completamente desnudo, acababa de separarse de un beso, dejando los labios acorazonados del mayor jadeantes, temblorosos a la espera de los dedos largos, esos tres hermosos dedos largos. El alto bajó el rostro, besando su estómago plano, empezando lentamente a alargar su brazo para llevar los tres benditos dedos a la boca suave del de mirada felina. Besó la punta con devoción, como si fuera la cabeza del glande hinchado que se apretaba contra sus muslos, luego el labio, trazándolos, degustando el sabor salado, la textura fuerte, excitado, se removió sin poder evitarlo, el mayor estaba apretándole las nalgas con la otra mano, y esa boca grande chupaba con fuerza en su pezón izquierdo. Ese pendejo era un Dios, el mejor Dios, podía hacerlo explotar de placer con cosas tan simples, incluso a veces con su sola imagen hermosa plasmada en una fotografía. Kibum no podía perderlo, no. Introdujo en su boca los dígitos, mordisqueándolos juguetonamente, apretándolos entre su lengua ávida y su paladar, el menor se había erguido un poco, observándole con fascinación. Le correspondió la mirada intentando demostrarle cuanto le gustaba aquello, aunque la erección firme que tenía en las piernas era suficiente materialización de aquello.

 

-       trágatelos – Minho le miraba fijamente, con sus ojos bien negros, forzando los dedos más hondo en su garganta, hasta causarle arcadas. Sonrió suavemente, un par de lágrimas escapaban por los ojos felinos – eso es gatito, buen gatito – gimió, el cuerpo se arqueó, los dientes blancos, se apretaban contra sus nudillos, había un ahogado y mal pronunciado ‘por favor para’ que el alto no alcanzó a descifrar.

 

El vómito del mayor era viscoso y amarillento. Choi observó sus dedos atentamente, manchados con los restos de estómago del más bajo que había corrido despavorido al baño, atorado con la bilis y la falta de oxígeno. En ese cuadro estaba ocurriendo algo particularmente extraño. El menor se levantó, caminó hacia el otro y dejó que el agua del lavamanos enjuagara de su mano la sustancia que empezaba a soltar un hedor asqueroso, casi tentándole a él también a vomitar.

 

-       ¿Qué mierda te pasa? – habló sin aire el de cabello rubio, levantando sus ojos enrojecidos por el llanto, los labios hinchados, con un hilillo amarillento colgando de su mentón.

-       ¿No que te gustaban tanto? – alzó una ceja de manera arrogante, el chico que se arrodillaba frente a escusado estaba completamente sorprendido ante aquella actitud – quería que llegaran más hondo.

-       Tú conoces muy bien el limite de mi garganta – suspiró cansado, no quería pelear con el alto

-       Quería ir más allá de mis límites, pero veo que contigo es imposible.

 

A Key no le gustaba esa sensación, observó preocupado el vómito viscoso desparramado en el fondo blanco del inodoro. Minho estaba demasiado cambiado, psicológicamente cambiado, ahí, en esa cabeza llena de cabello desordenado, algo había ocurrido, ¿Debía encararlo o sacar la verdad bajo sus propios métodos? No iba a perderlo, ¡Claro que no! Hacerlo era sinónimo de volver a la soltería, a ver el espacio vació donde antes residía el chico más guapo que cualquiera podía desear. Se levantó pensativo, el menor contemplaba su reflejo con atención, algo buscaba en sus propios y enormes ojos.

 

-       Oye – susurró tentativamente, acariciando la espalda ancha – deberíamos darnos un baño.

-       ¿vas a volver a vomitar si lo hacemos? – le sonrió con burla, cogiéndolo de la cintura desnuda

-       ¡Yah! No tienes que seguir riéndote de eso – se quejó, apartándose para enjuagarse la boca.

-       Me habría gustado besarte lleno de vómito – suspiró contra su cuello el alto, bajando sus manos por las caderas estrechas hacia las nalgas redondas – no creo que haya nada repulsivo en ti gatito, eres todo delicioso… - Lo recostó contra el lavamanos, Kibum vio su reflejo acalorado por esas palabras. Cerró los ojos, el menor estaba acariciando con cariño su entrada pequeña - ¿Quieres que entre?

-       Ah…. Si, por favor… - aceptó al instante, levantando un poco más la cola y empujándola contra esos dedos que amaba.

-       Te gusta tanto, estas tan desesperado porque te llene – sonrió, deslizando sus dígitos húmedos con facilidad – ten deliciosamente estrecho como siempre.

-       Si bebé, por favor, extrañaba tanto esto – apretó las llaves del agua entre sus manos, Minho sabía perfectamente cómo volverlo loco.

 

Para Minho, Kibum había sido su todo el último tiempo, si hubiese estado en sus manos, él habría hecho cualquier cosa por el artista, aún cuando este solo se conformara con tenerle cerca, poder tomarle fotografías y llenarle de besos, caricias, pasión. Para el alto y delgado modelo la vida era ciegamente perfecta si su ‘gatito’ estaba con él, podía sobreponerse al estado adictivo de su madre, podía sentir como un paraíso ese paramo de destrucción que habitaba y podía acallar el sentimiento de ira que nacía en él cuando Kim hablaba de su madre como si fuera cualquier cosa. Pero entonces llegó Jonghyun, con algo que nunca había sentido, mostrándole una realidad diferente, menos glamorosa, pero más ideal y real. Se estrelló contra el cuerpo más delgada, con el calor de siempre, el sexo con su novio resulto siempre traer algo nuevo, un escalofrío único, incluso en ese momento la sensación lo paralizó un segundo, quizá carnalmente ellos si estaban para ser el uno del otro.

 

-       Oh por Dios – aulló el mayor, con los ojos cerrados, empujándose contra las caderas del otro.

 

No duraron mucho ambos estaban demasiado excitados, a Minho le excitaba aún más ver el rostro lleno de placer reflejado en el espejo sucio, ver cómo lo transformaba, incluso verse en si mismo la metamorfosis sexual. Se corrió, alejándose cansado, apoyándose en la pared fría tras sí. Observó las piernas delgadas temblar, vio su semen escurrir de esa entrada apretada. Lo cogió del brazo y lo condujo rápido devuelta a la cama.

 

-       Esto no ha terminado gatito – susurró cuando lo dejó caer sobre la colcha, el muchacho lo miró sorprendido – quiero hacerte muchas veces el amor – suspiró, colocándose entre sus piernas – Aunque tampoco voy a obligarte – sonrió, ante la expresión confundida.

-       Hazlo – se irguió un poco, cambiando radicalmente su postura – me encanta que estés adentro – lo cogió del cuello, obligándole a sentarse para colocarse sobre su cadera – es tan rico amor – le dio un beso suave, saboreándole completamente – Amo tu pene – lo cogió entre su diestra, delineándolo con sus dedos - ¿lo sabes, no?

-       Ah…. Gatito

-       Házmelo, por favor

 

El problema estaba luego del sexo, cuando debían enfrentarse como adultos.

 

Minho decidió que con Kibum todo era delicioso, pero no salía de una satisfacción superficial.

 

Y el gato despertó solo a la mañana siguiente, con esa sensación de despedida, que no tenía por qué ser, que no quería ni iba a aceptar.

 

 

 

 

El chico de mirada felina barrió toda su habitación con un ápice de esperanza en su rostro y cuando vio que no lo encontraba en ningún lugar, se levantó tambaleante, caminando tan rápido como podía, para inspeccionar las habitaciones contiguas y….

 

-       ¡Se fue! – bramó enajenado, saliendo de la cocina, directo a su habitación. Cogió la blackberry, llamando en seguida al número del menor, pero el móvil sonó en la habitación

 

El iPhone, el iPod, la tabla, y unas cuantas prendas de vestir, estaban dentro de una bolsa a un lado del cuarto, las fotos habían sido removidas de la pared que ahora lucía fría y muerta. Se había ido, pero en serio. El artista se dejó caer sentado sobre el colchón aún húmedo, el aroma fuerte, fresco, de su Minho, aún estaba regado en cada espacio. No podía creerlo. No podía entenderlo. ¿Fue porque vomitó? ¿Fue porque ya no era lo suficientemente guapo? Bajó la mirada hacía las sabanas sucias, las acarició con lentitud, ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? ¿ya no le amaba? Minho le había abrazado, besado, con tanto cariño, eso no podía ser. Se levantó de un saltó, la estancia estaba toda infectada con el hedor a sexo, ese tan característico. Volvió a fijar los ojos en la muralla vacía. Eso tenía que ser una pesadilla. Se volvió a recostar en la cama, con un suspiro, abrazándose a si mismo, sonriendo. Eso era un jodido mal sueño. Minho lo amaba, como si fuera lo más importante, por sobre todas las cosas.

 

 

 

 

Con sus dedos largos arrancó cada imagen, el cuerpo delgado y desnudo dormía tranquilamente tras su espalda, hermoso como siempre, ajeno como nunca. Remover las fotos fue extraño, fue casi como si realmente estuviera borrándose de ese corazón caprichoso. Aún amaba al gatito perezoso que se extendía tranquilo sobre la colcha sucia, pero ya nada era lo mismo, y no podía cerrarse a la idea de que todo estaba bien cuando claramente no lo estaba. Sus sentimientos no eran los mismos, este amo no dejaba de ser un algo platónico y enfermizo que a ambos comenzaba a destruir. Despegó sus imágenes, esas llenas de recuerdos sensuales y ‘felices’, vió el rostro propio contraído en ese placer suculento que solo el artista podía estrujarle, vió las caderas huesudas en sus manos, el pene propio a medio salir. Guardó todo entre sus cosas, se quitó la playera que ya no le pertenecía más, dejó la ropa bien apilada. Se fue.

 

Las calles estaban aún más heladas mientras él corría medio desnudo por el suburbio de mañana. La gente no prestaba mucha atención, no era el primer loco que se desplazaba sin ropas. Sintió vergüenza, pero no era nada comparado a la sensación fría, casi dolorosa, de la despedida. El trayecto a su casa se le hizo eterno, lo único que quería hacer era llegar y desmoronarse contra la colcha.

 

Ya no podía pensar más, no quería ser un maldito masoquista mientras lo hacía. Abrió la chapa con cansancio, una nube espesa se extendía en el aire, las ventanas estaban bien cerradas y las cortinas sueltas, muertas. Este era su nicho, su real hogar, entre paredes mohosas, entre jeringas con restos de droga y el hedor de la marihuana. Su madre estaba ahí inconsciente una vez más en el sofá, su rostro delgado lucía increíblemente pálido, su cabello enmarañado y sucio. Iba a caminar hacia ella para despertarla y empezar bien el día, pero un golpeteo en la puerta le detuvo.

-       ¡Minho! – abrió sin pensarlo, ahí estaba Jonghyun, jadeante, mirándole fijamente.

-       ¿Jonghyun? – inquirió sorprendido

-       te vi andando solo en ropa interior – explicó, respirando pesado - ¿tuviste algún problema?

-       No, qué va – sonrió divertido – a veces me gusta caminar semi desnudo

-       Idiota – le golpeó el hombro – pensé que podías estar mal, ¿esta es tu casa?

-       ¿Si respondo que si no dejarás de venir, verdad?

-       Sinceramente yo n- ¡Hey! ¿Quién es ella? ¡Luce jodidamente mal!

 

Los ojos grandes siguieron la mirada de cachorro, detenida en la figura desvalida de su madre en el sofá. No quería que Jonghyun la viera así. Se quedo mustio, no sabía qué hacer. El más bajo se adentró confianzudamente, caminando hacia la fémina que seguía durmiendo, con el antebrazo expuesto enseñando un pinchazo morado. El chico la observó con cariño, trazó con sus dedos las mejillas delgadas, los parpados pesados, las cejas bien definidas. Su cabello oscuro desparramado por sobre el inmueble, su ropa desacomodada y sucia.

 

-       ¿Es tu madre? – preguntó con suavidad, volteando hacia el alto muchacho que seguía petrificado en la puerta – ustedes son iguales, es muy guapa.

-       Está un poco… - habló apenas, el mayor lo frenó con una sonrisa comprensiva

-       Ve a darle un baño, voy a preparar algo de ramen – levantó una bolsa que el menor no supo que traía hasta ese momento

-       Déjalo, eso es tuyo – se negó al instante

-       Es un presente, y aún tengo más en casa

 

El cantante se fue en dirección a la cocina sin esperar otra respuesta. Choi tomó a su madre con cuidado y la llevó arriba. Era una sensación tan extraña, la mujer siguió inconsciente, respirando débilmente, mientras él la bañaba con cuidado. Acarició su cabello oscuro, recordó cuando ella lo hacía con él cuando era pequeño,  antes de ir a acostarse, cuando lo aseaba en un lavatorio pequeño y el jugaba despreocupadamente con un montón de espuma, en esa época la vida se reducía a juegos cortos, a ganarle a alguien en el balón pie, a ver televisión hasta tarde. Estaba decidido a retribuirle cada uno de esos momentos.

 

-       ¿Minho? – preguntó con voz áspera, abriendo sus ojos lentamente

-       Mamá – sonrió con ternura

-       ¿Qué hora es? – inquirió desorientada

-       Es pasado medio día

-       Tengo hambre – suspiró

-       Hay ramen – se levantó cogiendo la bata para entregársela a la mujer.

 

Bajaron en un pequeño abrazo, la fémina aún se sentía algo débil. El hijo pensaba en cuanto habría consumido su progenitora, estaba seguro que seguían siendo dosis fuertes, porque sus dientes estaban desgastados y muy amarillentos. En la cocina estaba Jonghyun, como un experto cocinero, y lucía tierno en los ojos grandes que lo contemplaban fascinado. Sentó a su madre, que contemplaba al extraño desconfiada, hasta el momento en que el chico se acercó a ella, entregándole un enorme plato de fideos.

-       Soy Jonghyun – se presentó ante la mirada de la mujer, sonriendo torpemente

-       ¿Eres el novio de Minho? – sonrió un poco.

-       Si mamá – afirmó el alto, sin esperar la respuesta del cantante, que se quedó completamente confundido

-       Eres muy guapo – aprobó, cogiendo los palillos

-       Usted también lo es – contestó intentando parecer calmado, como la mirada del menor pedía. No es que la idea de ser el novio de Minho le molestara.

-       ¡Estos fideos están muy bueno! – le aplaudió la señora, haciéndole sonrojar.

 

Minho evitó la mirada de cachorro, luego habría tiempo para explicaciones.

Notas finales:

Yo creo que quedan pocos capitulos :( eso


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).