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Heaven is down... your feet por H2NJ Dess Hayashi Nao

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Notas del capitulo:

¡¡Hola a todos mis hermosos y hermosas lectores!!

Lo sé, lo sé... me tardo mucho en actualizar, con decirles que este fic comenzó en 2012 y ¡Ya estamos en 2015!, por eso pido disculpas (como siempre), en especial a ciel-sakura y a NekooLala que fueron tan lindas de dejarme un comentario n.n!! y aún tenerle fe a este fic.

Y por ahora, a leer, nos vemos en las notas finales!

–No podemos sostener esta situación.


En la oficina del director estaban Isaac y Gerald para encontrar una solución a los acontecimientos que amenazaban con convertir a la academia Rosenstolz en enemigo directo de la corte.


Aunque el director fuera un viejo amigo del rey y este le tuviese muchas consideraciones las intrigas estaban a la orden del día, y no era la primera vez que la academia se veía envuelta en tales situaciones, o peor, que se señálese directamente a uno de sus alumnos.


Gerald se veía desesperado, se encontraba con los brazos apoyados en el escritorio y veía exaltado varias fotografías y documentos que ahí se encontraban. Frente a él, mirando a través de la ventana se encontraba el director en una pose solemne, intentando sopesar la situación aunque en su mirada se veía su angustia.


Isaac se encontraba de pie, a un lado de la puerta con el ánimo descompuesto.


–Entonces es cierto que Camus recibió esa planta, así como que Ciel lo ayudó a investigarla… Pero ¿Quién la envió? –el militar inglés hablaba intentado atar cabos mientras que con un par de dedos alzaba sus lentes y apretaba el puente de su nariz donde, por lo regular, estos descansaban al tiempo que cerraba los ojos.


–Según Ludwig no ha podido ser su hermano mayor, y estoy de acuerdo con él.


El rubio tomó la fotografía en la que se veía al joven strahl sosteniendo la maceta y una pequeña nota, acompañado del mensajero que la trajo, sólo que de ese hombre no se veía más que un brazo extendido.


–Supongo que la idea es acusar a los candidatos a strahl y al conde Phantomhive de conspirar contra el rey de Kuchen –el moreno había caminado hasta el escritorio, cerca de Gerald para tomar el informe acerca de la planta –esto no son pruebas, sólo son alegatos para inculpar a un inocente.


–¿Estás seguro de que tu gobierno nada tiene que ver? –los ojos azules del profesor miraban con tristeza y esperanza al militar.


–De ser así, es un grupo que está actuando en contra de las ordenes de la reina… no puedo saber quiénes son y cuáles son sus verdaderas intensiones.


–La inestabilidad de Kuchen es la única forma de poder tomar ventaja desde el extranjero, aún así hemos luchado por la paz dentro y fuera de nuestro reino.


La portentosa voz del director aunque tranquila en ese momento se escuchaba también desanimada. Dio media vuelta para ver de frente a los dos hombres que le acompañaban.


r10;Los movimientos diplomáticos hasta ahora habían sido a distancia, con viajes cortos para firmar los acuerdos con otras naciones y al sentir la franqueza de la reina Victoria no dudamos en recibir al joven Phantomhive como un alumno y una muestra de solidaridad, también para cuidar de su vida, así que temo señores que les voy a encomendar el destino de dos reinos y la vida de esos jóvenes a ustedes. Por mi posición ante la corte me veo obligado a cumplir con ciertas normas, de lo contrario acabaremos siendo el enemigo público.


–Director… –Gerald se sentía conmovido por aquel pequeño discurso, y al mismo tiempo impotente al no poder convencer al rey de buscar a los verdaderos culpables. Sobre su hombro sintió la mano fuerte y amable del militar inglés, al mirarse encontró su apoyo. Aunque sus intereses parecían empezar a serles un conflicto sabía que en el fondo quedaban sus sentimientos y de esos no podía dudar. Amaba a ese hombre fuerte y decidido, capaz de tomar cualquier riesgo por sus seres queridos aún más allá de la nacionalidad o los intereses políticos.


–*–


Antes de que Ludwig pudiera reaccionar Camus había salido corriendo de la habitación.


–¡Camus!


El mal presagio tenía alterado el corazón del joven strahl, latía acelerado y su cuerpo reaccionaba en un intento por mitigar su angustia. Abrió la puerta y salió tan rápido que Ludwig apenas si alcanzó a rozar su mano en un intento por detenerlo.


Camus corrió por el pasillo ignorando a Orpherus pero sin poder esquivar a Edward.


–¡Ey, tranquilo! O te volverás a hacer daño.


Ninguno de los dos strahls había visto así de ofuscado a su pequeño amigo, aunque ya habían decidido ocultarle las sospechas y la investigación que se llevaba en su contra, temían que su sentido de premonición lo hubiese alertado. La respiración de Camus estaba alterada, en ese pequeño arranque había forzado a su cuerpo que siempre había sido algo débil.


–¿Te encuentras bien Camus? –inquirió el rubio tras intercambiar varias miradas de duda y preocupación con Ed.


–Aún se encuentra débil.


Respondió la átona voz de Lui, aunque a Camus le pareció que llevaba un siseo de desprecio, y al mismo tiempo había notado la indecisión y algo de angustia en las expresiones de sus amigos. Aunque tenía que admitirlo estaba débil, su respiración apenas se normalizaba y aprovechando que Edward ya había aflojado el agarre se alejó de él.


–Algo pasó en el invernadero, por favor no intenten engañarme… lo sé, lo sentí.


Un puño lo tenía sobre su pecho para tratar de resaltar la fuerza de su afirmación, y dio un par de pasos más por sí trataban de retenerlo nuevamente. Orphe y Edward volvieron a intercambiar miradas con una extraña expresión de incertidumbre que sólo terminó de frustrar a Camus, quien decidido volvió a echar a correr por el pasillo.


–¡Espera Camus! –Sonaron a la unísono las voces de Orphe y Ed.


Antes de poder llegar a las escaleras volvió a ser interceptado, pero ahora con un choque accidental con una de sus compañeras. El resto de los strahls se precipitó hacia ellos aunque el accidente no pasó de un encontronazo, tras el cual Camus se disculpó avergonzado. Se apenó más al ver que la joven llevaba un par de vendajes en una mano y en la mejilla.


–Discúlpame ¿estás bien? –La chica asintió algo temerosa mientras el joven sostenía sus manos con un tacto suave y de forma cuidadosa. Edward iba a espetarle algo, cuando un discreto codazo en su costado por parte de Orphe lo hizo cerrar la boca.


–No… no es necesario que te disculpes, ha sido un accidente.


Los ojos verdes de la chica iban y venían con nerviosismo por los rostros siempre elegantes y estoicos de sus destacados compañeros. Cuando sintió que Camus iba a soltar sus manos lo detuvo sujetando ahora ella las de él.


–Son tan cálidas.


Miró las pequeñas y pálidas manos del strahl, mientras Ludwig dejaba salir un suave gruñido sin reducir su gesto altivo, casi despreciativo al ver que Camus era muy dócil con cualquiera.


La chica prosiguió más serena y viendo a los ojos burdeos de Camus.


–Tal vez por eso tus flores te extrañan, hemos tratado de cuidar de ellas pero parece que no se nos ha dado bien –la sonrisa que intentó dibujar era triste.


–¿Te has lastimado en el invernadero? –el sentir de Camus se inclinó por la posibilidad de que sus presentimientos estaban ligados a las heridas de la chica, ésta sonrió un poco más convencida.


–Lo siento, sólo venía a decirte que intentábamos cuidarlo… pero me he tropezado y… –la chica fingió un nudo en la garganta por angustia de confesar, aprovechando el que tenía por estar mintiendo –creo que estropeé algunas de tus hermosas rosas blancas.


Más que otra cosa Camus sintió alivió, la chica no tenía heridas graves y sus rosas estarían bien en poco tiempo, por un momento sintió desaparecer todo su pesar.


–Gracias… –desconocía el nombre de la chica, y ella no se preocupó de informárselo ya que después de mentirle no podía verlo a la cara con tranquilidad y si la hubiese querido buscar más adelante sería un problema.


–Me tengo que ir, si alguien más me ve estaré en problemas.


Se refería a que los dormitorios de chicas y chicos estaban separados, y por regla general estaba prohibido que unos entraran en los dormitorios de los otros.


Volvió a fingir su sonrisa para poderse retirar, no sin antes mirar a Orphe y a Edward segura de que ellos estarían de acuerdo en su pequeña mentira, el rubio parecía impasible y el moreno le dio una sonrisa cómplice para que se pudiera ir tranquila.


Al notarlo Ludwig hizo apunte mental de averiguar la verdad de todo aquello, pero sería después para no arruinar la pequeña farsa de sus compañeros.


–Estarás más tranquilo ahora –Camus lo volteó a ver porque sintió que su voz estaba muy cerca y en efecto, su primo caminaba hacía las escaleras, pensó que se detendría para que regresaran a desayunar, mas el mayor siguió de frente –aún estás débil, ve a descansar… es tan simple como que a ella le ha dado tiempo de curarse las heridas y tú apenas lo habías ‘sentido’.


No era justo, el corazón del castaño se estaba volviendo un caos, a veces tenía la certeza de que su primo era más cálido y cercano y otras que era frió y distante, lo cual lo comenzaba a herir.


Al menor no le dio ni tiempo de darle una respuesta, su primo desapareció por las escaleras sin regresar su mirada. En cambió sintió en su hombro la mano de Edward.


–Vamos, es cierto que aún debes descansar o habrá más jovencitas entrando aquí… te harás fama de conquistador sin corazón –bromeó el moreno.


Las pálidas mejillas de Camus se colorearon delicadamente, y por un momento quiso creer que Ludwig tal vez estaba molesto por el gesto de la chica. 


–Sólo fue una broma, ustedes no tienen sentido del humor –espetó el de cabellos cobrizos al notar que ninguno de sus amigos le había hecho realmente gracia.


–Hay cosas importantes, tal vez por eso no podemos pensar en el buen humor –comentó con pesar Orphe –como la salud de Ciel y Camus.


Aunque triste Ed asintió a la afirmación de su querido amigo. Para asegurarse de que Camus iba a descansar lo acompañaron a desayunar, también esperando que les aclarara algo del accidente.


–*–


Apenas había acabado su desayuno, y se sentía extraño, más allá de su estado físico Ciel sentía que algo iría mal por el daño a su ojo derecho. Aunque el destino parecía “quitarle” un mayordomo y traerle otro. Naoji había preparado su baño y tenía ya listo un traje, justo lo terminaba de arreglar sobre la cama cuando un par de golpecitos a la puerta se escucharon.


–Soy el médico –una voz tenue se escuchó desde el pasillo.


–Adelante –contestó Ciel casi con desgano, esto era parte de lo que le preocupaba.


La puerta se abrió dando paso a un hombre joven aunque su cabello se veía gris haciendo juego con el color añil de sus ojos y su piel blanca. Y aunque se había presentado como médico vestía de civil con un traje café. Pese a su porte flemático en su expresión se notó una gran sorpresa al ver que Ciel había despertado.


–¡Vaya, es una gran noticia el verlo tan repuesto conde Phantomhive! –Ciel casi se muerde la lengua por no hacer un chasquido ante la reacción del hombre que sólo llevaba un pequeño maletín negro como posible indicio de su profesión.


–Anoche tuvo fiebre, pero a cambio del mal rato ha despertado –intervino Naoji, quien había ido a pararse tras la silla de Ciel.


–Oh, buen día joven Naoji –el médico sólo hizo una pequeña reverencia al notar la presencia del noble japonés –puede ser una reacción normal y sí ya ha desaparecido entonces no nos preocuparemos por una infección en las heridas.


Se acercó a la mesa y dejó su maletín sobre ésta, luego se acercó a Ciel y comenzó a analizar su rostro para lo cual inclinó un poco el cuerpo provocando que el inglés se sintiera extraño.


–Bien, parece que todo ha ido a mejor –explicó con su voz más tranquila, le sonrió amablemente al inglés y regreso a su maletín.


–¿Cree que pronto estará bien? –preguntó el japonés con la voz notoriamente estremecida.


–Claro –respondió mientras ponía sobre una pequeña charola algo de instrumental médico –retiraré los vendajes para revisar la herida en la cabeza y probablemente no necesitemos vendar el ojo nuevamente.


Ese era el asunto que más intranquilo tenía a Ciel ¿Cómo iba a explicar el sello de Sebastian?


El galeno se dispuso a cortar las vendas y retirarlas de la cabeza de Ciel. Cuando estaba cerca de descubrir el ojo, Ciel apretó sus puños sentía una punzada de angustia por si realmente había perdido la vista. El médico aflojó la última parte de la venda y le pidió a Ciel que cerrara los ojos, indicándole que después de retirar la venda los abriera tan lento como pudiese.


El joven inglés hizo caso y respiró profundo para tranquilizarse. Naoji notó la angustia de su pequeño amado y se acercó delante de él, le sujetó ambas manos y se puso en cuclillas. Al inicio Ciel pensó en soltarse de Naoji, pero aquella sujeción lo tranquilizó, fue como si no le importara descubrir que su ojo derecho ya no estaba ahí… Aún tenía el izquierdo, aún tenía a Naoji.


Obedeciendo las instrucciones médicas abrió tan lento como pudo sus ojos.


La luz del amanecer aún era intensa y al inicio le lastimó en el ojo derecho, razón por la cual Ciel supuso que estaría bien. Pero la luz se mantuvo intensa sin mostrar más, por un segundo detectó la figura de Naoji… con sus alas, con sus suaves y blancas alas de ángel. Parpadeó y la figura desapareció.


Su ojo derecho no podía percibir todo lo que captaba con el izquierdo. Su visión era entre siluetas borrosas, colores difusos y terriblemente pálidos. De inmediato puso una mano sobre ese ojo y sintió como sus latidos y su respiración iban acelerados, su cuerpo tenía ese ligero temblor del pánico.


–¿Ha visto algo? –inquirió el médico tras la reacción de Ciel, no se veía particularmente sorprendido, tal vez era complacencia lo que denotaba su expresión –desconozco la razón de que antes haya perdido la vista en este ojo, al revisarlo lo encontré aparentemente sano… pudiera ser que no era un defecto físico del órgano, si no una alteración nerviosa, es decir, sicológica.


–¿Está diciendo que podría volver a ver? –Mientras Naoji se alzaba esperanzado hacía el médico sin soltar la otra mano de Ciel, éste buscaba en su mente todo el autocontrol que podía. Necesitaba con urgencia poner un pretexto al médico.


–Yo también lo desconozco… cuando mi familia fue casi borrada de Inglaterra hubo un gran incendio en la mansión y he perdido parte de la memoria de ese suceso, no sé sí fui golpeado en la cabeza como ahora o si tal vez presencie la muerte directa de mi familia.


A Naoji se le antojo que la voz de Ciel tenía un tono más grave y profundo del habitual, y sujetó un poco más fuerte la mano de su ángel, en señal de apoyo.


–Siendo así, puede ser que ahora tenga secuelas inversas y pueda recuperar parcial o totalmente la vista –expuso el médico.


Para Naoji era obvio que Ciel no iba a brincar de alegría con esa noticia, no, él no era así. Tras el breve silencio el médico siguió con su inspección y a diferencia de la reacción con la vista de Ciel ahora si se sorprendió al encontrar prácticamente sana la herida en su cabeza.


–¡Vaya, de ser una herida notoria ahora prácticamente ha desaparecido!


De todas formas limpió lo poco que quedaba de herida y puso una cantidad menor de vendaje para cubrirla, dejando libre el ojo de Ciel, quien lo había estado ocultando con su cabello como solía hacerlo. Y así aprovechó para tratar de adaptarse a su nueva visión. Y realmente que era nueva, la silueta de Naoji aún parecía levemente acompañada de las alas, en cambio la del médico carecía del mínimo rastro de ellas.


No se esforzó mucho, pero sintió que su vista iría mejorando. En cuanto el galeno lo terminó de revisar Naoji le dio su parche y de inmediato lo puso.


–Gracias, doctor Beluze.


–No ha sido nada –pesé a que se esforzaba por mostrarse amable y jovial aquel hombre tenía una apariencia demasiado severa y algo tétrica con lo cual no podía lidiar –bueno, me retiro jóvenes. Vendré a verte en dos días ya que te estás recuperando tan rápidamente y probablemente estés en clases para entonces… por cierto Naoji ha cuidado maravillosamente de ti.


–Por favor, no diga eso –repuso el asiático ligeramente avergonzado y desviando la mirada cuando Ciel le volteo a ver divertido de tener tan buen “enfermero”.


–Lo sé, gracias.


Una vez que el médico se hubo retirado ambos extranjeros se quedaron un rato a solas, pero sin hablarse. Hasta que Ciel se hartó.


–Supongo que tienes que cumplir con más obligaciones que ser mi enfermero, ahora que estoy consciente puedes disponer de tu tiempo


–Está bien, puedo quedarme. Con Lui, Camus, tú y yo indispuestos el director optó por aplazar nuestras clases, pero tienes razón ya puedes hacerte cargo de ti mismo así que me retiro.


–No lo dije de esa manera, sólo no quería retenerte de forma innecesaria –ángel… me han cambiado al demonio por un ángel.


Pero el japonés ya se había levantado y se dirigía a la puerta.


–Vendré más tarde –fue lo último que le dijo, con su característico semblante triste.

Notas finales:

Oh, el drama a full... ¡¡Y aún falta!! xD En serio, aún falta ._. Sí, se va a poner peor xDu

Ay, pues me siento más alegre de publicar ahora que recibo comentarios. Sean lindos y dejen más!!

Por cierto, para quienes siguen el fic ahora, literalmente, lo pueden "seguir". Ya habrán visto esta nueva opción en la página, y pues con lo que me tardo en actualizar de seguro nos va a servir xD

¡¡GRACIAS POR LEER!!

Hayashi Nao~!


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