Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Heaven is down... your feet por H2NJ Dess Hayashi Nao

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias por seguir leyendo n.n!! Sé que avanza lento, aún así trato de incluir las cosas que creo importantes y que nutran la historia tal cual.

 

Hayashi Nao~!

Ahora no podía dejar pasar la situación, Naoji corrió tras los pasos del inglés. Lo persiguió hasta su habitación, forcejearon por cerrar o abrir la puerta.


–Ciel, déjame explicarte, yo no quise que esto pasara –la fuerza se le acabó al conde en cuanto escuchó la voz del japonés. Aunque sujetaba el pomo de la puerta, ésta cedió cuando el japonés la abrió –¿Ciel?


–¿Por qué estás aquí? –masculló el menor, no podía comprender su propio enojo. Veía al piso, con sus puños cerrados esperando ocultar que…


–No llores, por favor perdóname –Naoji puso una mano en su barbilla para alzarle la vista, la voz del castaño le estaba haciendo daño, pero más sorpresa le causó el descubrir una pequeña lágrima en su ojo, misma que el japonés retiró con su pulgar.


–¡No es lo que crees! ¡No estoy llorando… no! –¿esto… son sentimientos?


–Tranquilo –aquel susurro hizo surgir una sensación cálida que envolvió a Ciel. Los ojos castaños que por fin lo miraban, por fin esa tristeza le era dedicada.


–Tonto… – se dejó envolver por aquel abrazo, y recargo su mejilla en el hombro de Naoji, se tenía que poner sobre la punta de sus pies, pero ¿Qué importaba? Se estaba muy bien así… –si sabes que es peligroso ¿Por qué te acercaste? –ahora era la mirada del inglés la que no veía al japonés, ahora era él quien hablaba por ambos ¿Por qué dejaste que te tocará? Ese demonio, ese hombre… Habrá que ser tonto para creer en quien no te ama, en quien no puede tener sentimientos.


–Él nunca antes lo había hecho, siempre dice cosas como “tu camino está junto al mío”, pero nunca habló de sus sentimientos, sólo actuando tan autoritario como si yo le perteneciera –las palabras del castaño cobraban un sentido personal en los oídos de Ciel, Sebastian…


–Es un tipo tan desagradable, tan altanero, orgulloso y… –y tú no eres suyo… eres mío. Los brazos del asiático separaron sus cuerpos, lo cual sorprendió a Ciel.


–¿Crees que puedes hablar así de alguien a quien no conoces? Pese a lo que aparenta Ludwig es una buena persona, ama mucho a su país y tal vez por eso actúa de forma tan agresiva todo el tiempo… ¿No te recuerda a alguien? –la sugerencia del castaño lo hizo enfadar.


–No, a nadie –imponiendo su actitud orgullosa.


–Aunque lo intentas negar, al mismo tiempo te delatas. Aún así ambos son por completo diferentes y no hay porqué compararlos…


A caso ¿Has estado pensando de la misma forma que yo? Estos días juntos ¿los hemos pasado igual? Su mirada se clavó en el piso, mientras sus pensamientos fluían inquietándolo. Sus planes eran incapaces de seguir un rumbo fijo desde que había conocido a Naoji.


–¿Por qué te importo? No me conoces, no haz… –su voz se turbó, con miedo llevó un par de dedos sobre el parche en su ojo –preguntado nada –con delicadeza Naoji sujetó esos dedos y agachándose buscó su mirada.


–Tu pasado no me importa, parece que has sufrido demasiado y yo no quiero que recuerdas ese tipo de cosas, si algún día lo necesitas puedes contármelo, pero quiero que nazca de ti –sin darse cuenta Naoji iba rodeando la cintura de Ciel –estaré bien mientras pueda seguir conociéndote poco a poco.


Ciel no conocía esa clase de sentimientos sinceros, cada vez que sentía la calidez del japonés sólo deseaba que se quedase así por más tiempo, con fuerza y delicadeza a la vez.


–Te creo, y eres el primero que hace algo así de forma sincera –por primera vez veía una sonrisa real sobre esos labios, provocándole alegría de sólo de verla. Por un momento se quedaron así, hasta que sintieron que su paz era completa.


 


–Es hora de ir… –hablaron al mismo tiempo, para callarse igual.


Ciel notó que sus manos apretaban los hombros del castaño, sus brazos estaban sobre los de Naoji, quien le tenía sujeto por la cintura con cuidado, cuando sus miradas se volvieron a encontrar Naoji pudo sentir que Ciel se estremecía por eso hizo más firme y estrecho el abrazo, dejando salir el nombre del inglés en un suspiro, ruborizándolo.


La concentración que Ciel tenía en los ojos castaños se disolvió cuando por su mente cruzaron los recuerdos de Sebastian. Su cuerpo se tensó, tal vez porque se había enfriado de golpe, de tal forma que parecía querer alejarse del castaño.


–Perdóname –fue lo último que escuchó de la voz de Naoji, aunque quiso retenerlo era muy tarde.


Por uno momento había creído que su mayordomo aparecería para interrumpirlos, cosa que no sucedió, y él se quedó sumido en un mar inmenso de dudas.


–*–


Contrario a la fama de ambas naciones, tanto japonés como inglés llegaron un poco tarde a la primer clase, sus ojeras delataban que no habían dormido bien. Aunque las clases pasaron rápido todos notaron cierta tensión entre el castaño y el inglés.


Apenas terminaba la última clase y Ludwig se retiró sin dirigir palabra alguna a nadie, haciendo sentir su actitud soberbia…  o su ¿enojo?


Unos momentos más tarde Orphe y Edward se retiraron de forma más educada.


–Orphe y yo iremos a cabalgar un poco, después iremos a estudiar ¿quieren venir?


Camus negó amablemente con la cabeza.


–Gracias Edward, creo que estaré mejor en el invernadero, así veré a mis flores y estudiare ahí –para salir del paso Ciel le pidió acompañarlo, el joven strahl aceptó de buena gana, aunque para él era muy notaria la contrariedad entre Naoji y Ciel, deseaba ayudarlos pero no sabía cómo hacerlo.


–Ah… y tú Naoji ¿No quieres venir con nosotros?


–Si Camus, iré con ustedes en un momento, antes tengo que hablar con alguien –El japonés apenas si le dirigió una mirada a Ciel y se retiró con su actitud taciturna, dejando al inglés triste y enojado al mismo tiempo.


–*–


–Espero que hoy actúes de forma más sensata, me escuches y respondas mis dudas, Ludwig.


El japonés había ido a la habitación del strahl mayor para hablar con él, lo había encontrado sentado a la mesa con un libro en las manos.


–¿Hoy no tienes que trabajar de niñera?


–Lui, déjate de tonterías ¿Qué te ha hecho Ciel?


–¿Ese mocoso inglés?… Nada, no vale la pena desgastarme en él, en cambio tú estás perdiendo tu valioso tiempo estando a su lado, Naoji debes estar siempre conmigo.


–Siempre dices lo mismo, y nunca has tomado en cuenta mi opinión, aún así… –la mirada castaña se desvió al piso con su tristeza aumentada –tus palabras no fueron lo suficientemente claras, nunca me hablaste de tus sentimientos, así que no hay nada que me puedas reclamar. Yo decido con quien estar y a donde ir, y espero que respetes mi decisión.


Dejó en claro la situación con un tono de voz firme, y mirándolo de frente. Dio media vuelta y se retiro de la habitación, en cuanto cerró la puerta se sintió aliviado.


–*–


Dentro del invernadero los cristales dejaban pasar una agradable temperatura cálida y tonos cobrizos de luz, declarando que el atardecer se iba asentando. Camus regaba algunas de sus flores mientras pensaba en cómo ayudar a sus amigos, y lo mucho que le dolían los sentimientos y la actitud de su primo.


–Las has cuidado tanto que florecen hermosas cuando te ven sonreír –Camus volteó sorprendido por el repentino comentario, estaba tan sumido en sus pensamientos que no había notado a Naoji.


–Gracias Naoji, pero su belleza les pertenece sólo a ellas, yo sólo procuro escucharlas y cuidarlas.


Ciel se había sentado en un punto alejado del invernadero, para dormir fingiendo que leía un libro, pero se despertó al escuchar las voces. Lo que vio al voltear fue una tierna imagen donde el japonés sujetaba la mano de Camus con cuidado, parecían una pareja compartiendo un momento romántico. Con el cejo fruncido se ocultó tras la silla para observarlos.


–¿Es muy profunda?


–No, es apenas un rasguño, estaré bien si lo cuido –Naoji soltó la mano de Camus y revisó la regadera, viendo una punta cortante en la asa –ha sido por esto, habrá que repararlo para evitar más accidentes –el menor sólo asintió.


–Si buscabas a Ciel, está al fondo, subiendo por las escaleras. Quería leer pero creo que se ha quedado dormido.


–Gracias –con la mirada buscó y encontró a Ciel mirándolos con recelo, el inglés al ser descubierto le dio la espalda y fingió poner atención a su lectura.


 


–Hola… ¿Aún estas enojado?


–Yo no estoy enojado, ¿Por qué no regresas con Camus? Necesita ayuda con sus flores.


–Camus se ha ido, se cortó un dedo, si es a lo que te refieres –tomó el libro de Ciel y lo volteó, provocando que le pequeño frunciera el ceño con un ligero puchero –así leerás mejor, leer con las palabras escritas al revés es difícil.


–¿Y quién te dijo que leía?, estaba dormido…


–Si ya has descansado podrás venir a ensayar el vals conmigo ¿no crees?


 –Ya está por anochecer, en todo caso pediré que el gesto diplomático sea de Kuchen a Inglaterra, así bailaremos con los pasos ingleses –que tampoco se sabía pero ya se le ocurriría algo.


–Una sabia decisión, espero que el programa no incluya ambos vals por diplomacia, sería lo más común ¿No crees?


El inglés sabía que eso era lo más probable, y que su salida aunque astuta podría no resultar, le dirigió una mirada a Naoji como si analizara la situación.


–¿Es cierto que sabes bailarlo? ¿De verdad lo sabes bailar?


–Sí, he asistido a varios eventos en los que he tenido que bailarlo. –el inglés mantenía su desconfianza como una última barrera contra el castaño.


–¿Dónde ensayaríamos?


–Sígueme, nadie nos vera ensayar –sujetó la mano del menor y retrocedió un paso esperando a que se levantara.


La calidez de su mano contra su piel le recordó el abrazo de la noche pasada, haciendo que sonriera con discreción, sin decir nada accedió a las peticiones de Naoji, y la decisión que había tomado al respecto.


–*–


Los tonos cobrizos del atardecer se extinguían contra los tonos violáceos de la noche, aunque lo que traía más oscuridad eran unas nubes movidas por vientos cada vez más fuertes.


Naoji llevó a Ciel hasta la cabaña, la cual había arreglado con ayuda de Maylene. El calor de la tarde se disipaba rápidamente con fuertes ráfagas de viento, pero no se percataron de ello sino hasta entrar en la cabaña que tenía una temperatura más agradable que el exterior.


Todo era iluminado por velas en un par de candelabros, y temperado por una pequeña chimenea, sólo había una mesa con un par de sillas y una cama. La cabaña parecía estar compuesta por pocas piezas aparte de esa que era amplía como sala o recibidor.


–¿Has comido?


Sobre la mesa había un servicio de té y algunos pastelillos, además de un aparato que serviría para musicalizar los ensayos, el menor negó con la cabeza mientras Naoji ya servía el té.


A Ciel le gustó la idea, era como volver a estar solos en la academia. Podrían hacerlo a diario, incluso podrían traer a los demás alguna vez.


Tras su pequeña cena improvisada Naoji empezó el reto de hacer que los pies del conde se movieran para algo más que caminar, trabajando duro en cada paso.


Ya en el pasado a Ciel le había tratado de enseñar a bailar, pero ni Sebastian había conseguido llevarlo por más de un baile completo y fluido… Naoji ya iba en la tercer pieza.


 


A diferencia de la tranquilidad interior, en el exterior todo se hacía turbulento. Una tormenta amenazaba con desatarse sobre la capital del reino, los vientos vertiginosos iban en aumento trayendo más y más nubes, cada vez más amenazadoras.


El ritmo del vals parecía enmarcar la llegada de la fuerte lluvia. Un trueno se escuchó por encima de la música, sorprendiéndolos. En poco tiempo rayos y truenos caían acompañando a la fuerte lluvia.


Naoji abrió la puerta para intentar salir y se encontró con el río desbordándose. No era normal verlo desde la cabaña, y ahora estaban a unos metros de su potente corriente. Cerró la puerta tan rápido como sintió el embate del viento frío y la lluvia que casi lo había empujado al interior de su menudo refugio.


Miró con preocupación a Ciel, ahora el pequeño inglés estaba en peligro por su necedad, los sentimientos lo abrumaron.


Ciel sabía lo que veía en los ojos castaños, y lo que sentía en el exterior.


–Estaremos bien, ¿cierto?– Naoji se sobrepuso a su propia angustia y se dirigió a abrazar a su pequeño conde.


–Sí, pero tendremos que pasar aquí la noche –por reacción le besó la frente cuando sintió que su abrazo era correspondido.


Sólo había un par de habitaciones más, de ahí Naoji trajo un par de cobijas y las acomodó en la cama, Ciel se recostó en ella y cuando el japonés se retiraba tiró de su brazo para retenerlo.


–Abrázame… sólo abrázame –Sabía que el pequeño tenía miedo, pero no lo iba a mostrar, y eso estaba bien, así que accedió y se recostó a su lado, abrazándolo.

Notas finales:

Gracias por seguir leyendo y por sus rvws n.n!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).