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Heaven is down... your feet por H2NJ Dess Hayashi Nao

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Notas del capitulo:

Hola, al fin actualizo y de paso he editado, corregido y puesto bonitos los capítulos anteriores. Bueno, más o menos.

Al fin vamos avanzando sobre la trama y agregando personajes y situaciones que le den sabor a esto(?).

Muchas Gracias por seguir leyendo.

 

Hayashi Nao~!

Tras la presentación de Ciel ante la nobleza de Kuchen surgieron varios rumores tanto dentro como fuera de la Academia. Raudos llegaron los rumores a oídos de Ciel y los strahl. Las intrigas y suspicacias corrían a las espaldas de Ciel, sin faltar los osados que hicieron sus comentarios abiertamente, sólo por molestar al conde.


El repentino interés diplomático de Inglaterra en Kuchen puso nerviosos a varios políticos que se sintieron intimidados, mientras otros se sintieron ofendidos por la falta de seriedad que mostraban los ingleses al mandar a un niño como enviado diplomático.


Aunque los más molestos fueron los mismos strahl que ya lo consideraban un amigo, Ciel trataba de pasar de largo y por alto todo el asunto.


Tanto Orpherus como el resto de los strahl le habían brindado su apoyo, defendiéndolo con sus argumentos incluso comprometiendo sus espadas por él. Tal vez el único que se mantuvo al margen fue Ludwig, no estando ni a favor ni en contra de los rumores.


Pero su verdadero apoyo fue Naoji, ya que le entendía mejor que los demás. Si bien ninguno de los dos se podía comprometer con todo su corazón a Kuchen, sus intenciones personales nada malo pretendían con el reino ni sus habitantes, al contrario les agradaba y podían defenderlo de ser necesario.


Lo que más le había agradado a Ciel era compartir las tardes con Naoji, no habían podido regresar a la cabaña para evitar más comentarios, pero cuando los dormitorios ya estaban en silencio, por las noches, ellos aún permanecían juntos.


Ya sea que el inglés estuviese en la habitación del japonés o viceversa, así platicaban hasta muy entrada la noche y si se les antojaba podían hacer otras cosas. Por ejemplo a Ciel le gustaba quedarse dormido entre los brazos de Naoji, después de que éste le besase con pasión.


Mas la semana se le había hecho pesada a Ciel. Camus les propuso reunirse en privado, ya fuese en sus dormitorios o en el invernadero, ya que incluso él se sentía debilitado con el aura pesada y negativa que se había cernido en la academia por culpa de esos otros estudiantes.


Aunque Orphe se negaba a hacerlo, ya que sería darles la razón, Edward lo convenció de que era lo mejor por el momento. Así que para convivir y estudiar la mayoría de los strahl se retiraban y evitaban al resto de sus compañeros, además así querían demostrarles que ellos apoyaban a Ciel y al reino inglés, tal cual se los había pedido el rey de Kuchen.


–*–


Ya cerca del fin de semana Camus y Ciel pretendían descansar, mientras esperaban que Naoji llevase el servicio de té a la habitación del inglés.


–Ciel… –tartamudeo el joven strahl, con algo de duda y la mirada triste –aunque nuestro rey nos ha pedido que fortalezcamos los lazos con las naciones que vienen a ofrecernos su amistad, no todos han sido amables contigo en Kuchen, así que quería pedirte una disculpa.


–Son sus errores, no los tuyos Camus, así que no puedo aceptar esas disculpas… aún así agradezco el gesto –el castaño sólo asintió con una leve sonrisa, y la actitud del conde le hizo recordar un suceso de la semana. Camus quería a Naoji y a Ciel, pero al mismo tiempo le significaban un pesar en su corazón.


–“Estoy feliz de que haya sido Ciel a quien la reina envió”… sé que usó otras palabras para decirlo pero en su rostro eso se leía –Ciel no terminaba de entender lo que Camus decía –Ciel, esa era la primera vez que vi sonriendo a Naoji de forma tan sincera, defendiéndote de las falsas declaraciones, y creo también que él era inconsciente de esa sonrisa, lo haces feliz de verdad.


Había comenzado su declaración muy animado, pero la concluyó con un marcado dejo de tristeza en su expresión.


–“Ya quisiera yo poder hacer lo mismo”, no lo dijiste así, pero es lo que se lee en tu rostro –Camus miró con sobresalto al inglés –esta conversación no es sobre Naoji y yo, si no sobre ti ¿Cierto Camus?–


El castaño se quedó paralizado ante el tono frío y de reproche que Ciel había usado, miraba un punto fijo intentado no salir corriendo.


–Creía que para ser un candidato a strahl había que ser fuerte, justo ahora estás a punto de llorar por nada.


–Es por eso que… que no puedo aspirar a producir los sentimientos que Naoji o tú inspiran. Será mejor que me retire ahora, me siento cansando, gracias por escucharme Ciel.


En el mismo momento que Naoji abría la puerta el castaño más joven aprovechó para retirarse. Ciel le explicó lo ocurrido al japonés, sin ocultarle nada. Acababa su relato cuando alguien tocó a la puerta.


–Adelante –indicó el conde. La puerta se abrió dando paso a un hombre de cuerpo atlético, piel bronceada, cabellos cobrizos y que portaba lentes, además de eso su traje parecía un poco desarreglado como si alguien hubiese jalado las solapas del saco, pero su actitud fue formal.


–¿Isaac? –interrogó el castaño al reconocerlo, en respuesta el aludido sólo asintió con un movimiento de cabeza.


Avanzó hacia el joven inglés para presentarse con una reverencia.


–Le presento mis servicios, conde Ciel Phantomhive, en nombre de la reina de Inglaterra –enderezándose al concluir su presentación –como ya lo escuchó del joven Naoji, mi nombre es Isaac.


–Permítanme retirarme –alegó Naoji antes de que Ciel hablara.


–No creo que eso sea necesario, todos los propósitos de Inglaterra en Kuchen son diplomáticos, lo correcto sería que te quedes ¿No crees?


–Siendo así sería mejor la presencia de Orpherus o Ludwig, ya que yo también soy extraño a la nación de Kuchen.


–En realidad vengo por un propósito más personal, aún así sería bueno contar con su apoyo, Naoji.


Se aseguraron de no ser espiados, y sentados a la mesa comenzó la declaración de Isaac.


–Conde Phantomhive he venido por orden de nuestra reina, que al saberlo desprotegido se ha preocupado mucho… y su preocupación podría no ser en vano, antes de salir de Inglaterra he hablado con su mayordomo y he hecho algunas averiguaciones, hemos llegado a la conclusión de que su vida corre riesgo por un complot en su contra.


La mirada castaña se hizo triste y pensativa, hubiese querido sujetar al noble inglés entre sus brazos y jurarle que lo protegería, pero se detuvo por sensatez.


–También nosotros teníamos algunas sospechas, me lo comentó el director cuando llegaste a Kuchen, pero no conseguimos averiguar nada.


La declaración del japonés tomó por sorpresa a Ciel, ahora la preocupación “sincera y desinteresada” que le había demostrado podía tener un trasfondo, lo cual lo dejo triste, incluso la idea de que su vida corriese peligro perdió importancia contra las dudas que le surgieron del japonés.


–Lamento causarle esta conmoción Conde Phantomhive, procuraré no molestarle pero aún así estaré vigilando e investigando, por cierto su mayordomo le envía está carta, y espera recibirlo pronto en Inglaterra.


La mirada del inglés se posó en el pequeño sobre, que parecía perfecto y pulcro, trayéndole recuerdos de Sebastian. Sujetó maquinalmente la carta y fingiendo que la noticia lo tenía un poco desconcertado se disculpó con Isaac, el militar inglés se retiró y le dedicó una mirada a Naoji para darle a entender que tendrían que hablar a solas después.


–Ciel… –apenas cerró la puerta Naoji se dirigió preocupado con su amado.


–Tú… ¿Me engañaste? –La mirada del inglés era triste, clavada en el piso, con la carta de Sebastian apenas sujeta por su mano.


–No, creí que lo sabías… cuando te conocí intente decírtelo, pero no me pareció correcto tratar el tema, después lo fui olvidando.


Ciel recordó aquella presentación tardía e improvisada entre ellos sucedida días atrás.


–Así qué por eso fui enviado aquí…


–Y yo soy de lo peor, porque estoy feliz de haberte conocido sin impórtame las circunstancias.


En otro momento las palabras del japonés lo hubiesen recompuesto, pero ahora no tenía cabeza para ocuparse de sí mismo.


–Disculpa, pero prefiero estar sólo, tal vez después hablemos.


–Lo entiendo… perdona por arruinarlo –el japonés se retiró con la serena tristeza que Ciel le había conocido la primera vez que lo vio, causándole un gran dolor en el pecho, por reacción apretó la carta en sus manos, y hasta ese momento recordó a Sebastian… 


Abrió la carta, sólo encontró un par de líneas dedicadas a desearle un buen viaje y una mejor estancia en Kuchen, esperando su pronto regreso ya que todos le extrañaban, y también a Maylene… Ciel rabió de coraje y arrugó el papel hasta hacerlo una bola.


–*–


Más que su tristeza, la preocupación llevó a Naoji a reunirse con Isaac. Se encontraron en una cafetería en la ciudad, ahí el militar inglés le explicó algunas cosas al japonés.


–Gerald ha sido una gran ayuda, así que no dudes en acudir a él o con su director, pero debes tener cuidado, la vida de Ciel peligra desde Inglaterra, y el involucrar a Kuchen podría ser parte de un juego más grande… los políticos son de poco fiar, lo debes de saber.


Naoji sólo asintió, conteniendo la creciente opresión en su corazón.


–Creo que podemos contar con la ayuda de Orphe y los demás. Todos queremos a Ciel, así como apreciamos la paz de este reino. Tendré cuidado de aquellos que han insistido en los rumores.


–Dudo que esos chicos sean un problema, lo más seguro es que estén siendo manipulados por alguien más. Sería bueno averiguarlo. Gracias a Gerald podré estar en la academia por unos días, pero debo estar entrando y saliendo– el militar hizo una pequeña pausa para repasar los puntos que le faltaran de tratar –también será bueno que pocos lo sepan, para no dañar a más personas ¿lo entiendes?


El japonés volvió a asentir. Si alguna vez tuvo que medirse con sus propios compañeros y soportar las críticas a su condición en Kuchen, ahora lo harían con más fuerza, y también tendría que mejorar sus capacidades para poder cuidar no sólo de sí mismo, sino de su pequeño conde inglés.


–Tampoco tienes que presionarte y cargar todo tú sólo, vamos bebe un poco y regresa antes de que noten tu ausencia, o nos vean demasiado juntos –Isaac podía notar la tensión en Naoji lo cual más que un beneficio podía ser un estorbo, por eso intentaba calmarlo. El japonés se negó a beber, y sólo tomo un poco de café, retirándose lo más rápido posible.


Mientras avanzaba dubitativo por las calles purpureas a causa del final del atardecer recordó la carta que Ciel había recibido. Ahora que lo pensaba no podía describir bien su expresión al ver la carta, pero ya sabía que su rival era alguien cercano a Ciel: Su “mayordomo”.


Tan sumido andaba en sus pensamientos que se cruzó frente a un carruaje en pleno avance sin darse cuenta, los caballos se detuvieron a tiempo y del susto no paso. Para sorpresa de Naoji el carruaje era de Ludwig.


Con recelo aceptó ir en el carruaje para regresar a la academia. El camino fue casi en silencio, hasta que Ludwig decidió hablar.


–Estas así de preocupado por ese mocoso –comentó con una melancolía casi imperceptible, sus sentimientos siempre ocultos por ese aire de indiferencia y petulancia –antes eras tan tranquilo, ahora tu corazón se ve tan agitado que da miedo.


Por un momento Naoji se sintió herido por una duda…


–Lui tú… ¿Tú no has hecho nada malo en contra de Ciel? ¿Cierto? –su habitual tristeza había perdido toda serenidad, ahora se encontraba agitado por las dudas y su pecho tan oprimido. Sin que le permitiera reaccionar en un movimiento rápido Ludwig se había sentado a su lado, rodeándolo con sus brazos, sujetaba su mentón de una forma pretenciosa, para cuando Naoji se dio cuenta sólo pudo poner sus brazos contra el pecho de Ludwig para intentar alejarlo.


–¿Qué estás dispuesto a hacer para protegerlo? –susurró el mayor, acercándose cada vez más a los labios del japonés, dejándolo desarmado por un momento. Naoji estuvo a punto de ceder, su fuerza y determinación regresaron al recordar a Ciel, sus delgados brazos rodeándole el cuello, su mirada seductora y sus besos desenfrenados… No podía traicionarlo, lo protegería con su cuerpo, pero no de esta forma.


–¡Esto no! –alejó a Ludwig con toda su fuerza, justo a tiempo para descender del carruaje.


Bajó y salió corriendo, ni siquiera volteó a verlo. Corrió hasta llegar a la habitación de Ciel, tocó la puerta un par de veces, pero no hubo respuesta. Entreabrió para asomarse, sólo una tenue luz de luna iluminaba al pequeño que dormía sobre su cama, sin cobijarse y aún vestido. Parecía haber llorado, a su lado aún estaba la carta arrugada.


Naoji entró sin hacer ruido, y con mucho cuidado le quitó los zapatos y el saco, lo cargó para meterlo a la cama y cerró las cortinas. Para retirarse encendió las velas de un candelabro, que eran mucho más discretas que la luz eléctrica, y vio que la carta se había caído. Al recogerla su mano parecía quemarse, sin poder evitarlo dejo salir un quejido y soltó la carta. Ciel se despertó al escucharlo, el susto y la preocupación dejaron atrás los malentendidos, de inmediato saltó de la cama hacia donde estaba el castaño.


Al mirar la “quemadura” pudo ver parte de los pentagramas que usaba Sebastian en las manos, en unos segundos había desaparecido sin dejar marca alguna. Con coraje alzó el papel y cuando lo iba a tirar a la basura descubrió que eran dos hojas muy delgadas unidas para ocultar la verdadera carta en la segunda hoja. Se resignó a guardarla para leerla después, mientras en Naoji surgían las dudas ¿Qué clase de “mayordomo” es éste? ¿Qué lazos los unen en realidad?… ¡Oh, Ciel realmente podré protegerte, o necesitarás de ese hombre! La verdadera angustia comenzaba a anidarse en el corazón de Naoji.


Ciel le pidió  que se quedara con él toda la noche, abrazándolo como la noche de la tormenta en la cabaña. El japonés aceptó de buena gana, aunque su expresión triste no desaparecía.

Notas finales:

Muchas gracias por esperar, leer y, si se puede, dejar rvw. Las sugerencias son bien recibidas si vienen bien formuladas n.n!!

 

También comenzaré a mencionar más parejas :'D


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