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Fetiche por carmesi

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Notas del capitulo:

Hola chicos y chicas, prometí que el jueves subía el epílogo y aquí estoy cumpliendo...sí, sé que es algo tarde -.-U ¡pero aún es jueves XD

Gracias a todos por los ánimos y por leer :D

Espero que les guste el epílogo :)

Disfrútenlo ;D

Alex entró en la habitación para buscar su celular sin darse cuenta que era seguido por Bruno, hasta que este lo atrapó por la cintura a su espalda, sobresaltándolo.

—…Bruno, me asustaste—murmuró tratando de zafarse.

—Mi pequeño hermoso—susurró aspirando la dulce fragancia de su cabello chocolate—te deseo tanto.

Alex se sonrojó— ya, suéltame.

Bruno, en lugar de obedecerle lo giró sin romper el abrazo, para encararlo—sólo un beso—pidió mirándolo con ternura.

Alex suspiró vencido—Está bien.

Bruno sonrió complacido y se inclinó hasta alcanzar los dulces labios, metiendo su lengua, enredándola con la del menor, saboreándolo con deseo, sus poderosos brazos se asieron a la estrecha cintura para elevarlo del suelo, sorprendiéndolo y acostarlo en la cama al tiempo que se echaba sobre él.

— ¡Bruno!—protestó Alex al romper el beso, tratando de quitárselo de encima.

—Te deseo, no puedo aguantar más—susurró el mayor mientras le besaba el cuello provocándole  un estremecimiento—no me castigues más, necesito hacerte mío.

—…Pe…pero…-murmuró con dificultad, pues mientras su cuello era consentido con dulces besos, sus tetillas eran atendidas con suaves pellizcos y caricias.

—Eres tan lindo—susurró el Capo buscando sus rojos labios para compartir otro beso apasionado.

Pero entonces alguien tocó frenéticamente la puerta y con voz estridente llamó: — ¡Papá Alex!

Ruborizándose violentamente Alex se zafó del agarre de Bruno y acomodándose la ropa abrió la puerta, encontrándose con un pequeño de ojos café y mirada altiva que se le abalanzó efusivamente— ¡Papi, vamos a la piscina!

Alex sonrió—estás muy ansioso, está bien, pero invitemos a Shadow.

— ¡Sí!—exclamó eufórico el pequeño, no sin antes lanzarle una mirada asesina a Bruno mientras le sacaba la lengua, porque el chiquillo era algo celoso.

Bruno se sentó y suspiró, tenía una dolorosa erección y un deseo reprimido que lo estaba volviendo loco, pero poco podía hacer cuando se trataba de ese mocoso. Suspiró de nuevo, esta vez rememorando el pasado. Cuando liberó a Alex de la cárcel le atormentó la idea de no poder acercarse a él nunca más, le preocupaba no ser capaz de autocontrolarse y sucumbir a su deseo de buscarlo, pero al mismo tiempo creía que sólo le haría daño si iba con él, que para que este fuese feliz debería permanecer lejos porque Alex lo odiaba. Por eso había decidió morir, la cárcel se quemaría y él con ella, todas sus propiedades y dinero pasarían a ser de Alex, bajó la supervisión de Raúl y su abogado el negocio seguiría. Así, despareciendo dejaría de ser un estorbo para la felicidad de su pequeño, pero luego que este le diera aquel suave beso, tierno e inocente, dándole a entender que tal vez y sólo tal vez lo quisiera, había recuperado la esperanza, Alex sin saberlo le había salvado la vida. Así fue como los planes cambiaron, ciertamente la cárcel se quemaría pero él iría por su niño para no dejarlo ir jamás, sin importar lo mucho que tuviera que trabajar para ganárselo. Aquel encuentro en su departamento había sido su renacer y la vida comenzó a cobrar sentido. Todo había cambiado para mejor  si no fuera por el empeño de Alex por aquel mocoso, pensando en eso sonrió, en el fondo él también quería a ese chiquillo, se había convertido en su hijo aunque al principio estuviera renuente a adoptarlo, pero Alex no le había dado opción, cuando le hizo la propuesta de mudarse a su isla privada en el Índico  había aceptado bajo la condición de adoptar al pequeño y ante su negativa le replicó con ojos llorosos: “yo sé lo que es estar sólo en un orfanato, no quiero que él pase por lo mismo” y allí derrumbó sus defensas y no pudo sino decir que sí y a pesar de que eran una pareja homosexual la adopción fue sencilla, después de todo el dinero hace girar al mundo.

La isla era de su propiedad, así que fuera de los sirvientes sólo ellos vivían allí, también Shadow, ese loco que era tan importante para Alex, sabía de sobra que su pequeño sufriría si no lo salvaba así que lo trajo bajo la protección de Carlos, su abogado, ambos vivían en la mansión de al lado aunque pasaban más tiempo en la suya. Sonrió, al principio Carlos no hacía más que quejarse, pero últimamente lo veía muy contento de estar con Shadow y es que la condición de este también había mejorado, ya no estaba esquelético sino que tenía su peso ideal, además su piel se veía más lozana y su cabello más sedosos, de pronto frunció el ceño al recordar la expresión de encanto de su niño y sus palabras “te ves genial”, sólo con eso se había sentido celoso a rabiar y le había hecho el amor toda la noche hasta dejarlo agotado para recordarle que era sólo suyo.

Era una buena vida, lo único que le molestaba ahora era el pequeño granuja de su hijo, quien había desarrollado un carácter sobreprotector con Alex, esto se debía tal vez a las veces que había dejado a su amante excesivamente agotado por no controlar su lujuria y el pequeño se preocupaba de verlo cansado. Debido a ello había frustrado todos sus intentos sexuales. Pero para eso tenía un plan, se levantó y fue directo a la sala donde se encontraba su abogado bebiendo un trago.

—Carlos, hoy tienes trabajo.

El abogado frunció el ceño preocupado.

Ya en la tarde, después de pasar todo el día  en la piscina Alex fue a la cocina para beber un poco de agua, al mismo tiempo Carlos llegaba a la piscina.

—Oigan, Alex pregunta si  quieren ir al parque.

— ¡El parque!— Exclamó alegre Shadow .

— ¡Sí, con papi!-dijo eufórico el niño.

Y así los tres fueron al auto, una vez dentro Carlos puso los seguros y arrancó.

— ¿Eh y papá?—preguntó el niño confundido y ante el silencio del mayor comprendió y comenzó la pataleta del siglo que el pobre abogado tuvo que aguantar.

Mientras Alex comía una manzana pensando en llevarles algún aperitivo a los chicos cuando sintió como era abrazado por la espalda.

—Te deseo tanto—susurró a su oído.

—Bruno, no…—dijo preocupado.

 —Tranquilo, estamos solos, Carlos lo llevó al parque.

Alex se sonrojó y acarició los brazos fuertes que lo sujetaban.—Estoy loco por ti, precioso—Dijo Bruno con la voz ronca de deseo, acariciándole el pezón  con una mano mientras la otra descendía y se colaba entre el traje de baño, única prenda que tenía el menor, hasta llegar al miembro del chico arrancándole suspiros, su enorme mano jugaba alternadamente con los testículos y el falo con caricias cariñosas mientras le besaba el cuello y lo empujaba gentilmente hacia la mesa obligándolo a inclinarse sobre ella.

—Bruno…

—Tranquilo amor—susurró bajando la prenda hasta medio muslo e inclinándose comenzó a lamer el ano rosadito.

Alex se mordió el labio sonrojándose aún más, le era tremendamente placentero pero igualmente vergonzoso, gimoteó atrapado entre esas dos sensaciones y el sonido de su voz agitada excitaba aún más al Capo quien era un experto, su lengua circundaba la delicada entrada, en un caricia suave  y húmeda, penetrándolo con su lengua haciéndolo gemir involuntariamente, después de un rato el capo se levantó acercando su cuerpo al del menor le susurró al oído —Te amo—e intentó entrar en él, pero Alex se removió adolorido—no… —dijo algo alterado.

— ¿Te duele, bebé?-preguntó deteniendo su avance.

Alex se limitó a asentir avergonzado.

—No te preocupes, mi lindo—le dijo al oído acariciándole el brazo mientras salía de él delicadamente, para luego tomarlo por sorpresa al cárgalo al estilo princesa sin siquiera subirle la prenda.

— ¡Así no, Bruno!—protestó— ¡No soy una mujer!

—Qué te parece así—dijo divertido el mayor colocándolo sobre su hombro con la facilidad de quien levanta una pluma.

Alex enrojeció de vergüenza sintiendo su trasero expuesto.

—Eh, campeón—dijo Bruno dándole una palmadita en el trasero.

— ¡Eres un salvaje, bájame!—pataleó enojado.

Pero Bruno sólo lo bajó cuando llegó a la habitación y lo deposito en la cama al tiempo que lo besaba con ternura y al romper el beso le dijo—Te amo.

A Alex se le esfumó el enojo—Tonto—replicó desviando la mirada.

Bruno terminó de quitarle el traje de baño y alcanzó el lubricante, se embadurnó los dedos y luego, besándolo nuevamente metió un dedo comenzando a moverlo, Alex tembló entre sus brazos gimiendo quedo, escucharlo lo volvía loco, metió un segundo dedo y después de un rato el tercero, Alex se retorcía de placer mientras él lo llenaba de besos, ya desesperado sacó los dedos y se posicionó entre las piernas del menor entrando en él despacio, sintiendo como forzaba el esfínter, Alex lloriqueó un poco y derramó un par de lágrimas, él se apresuró a consolarlo con tiernos besos y dulces palabras. Esa era una de sus tantas diferencias, la complexión de sus cuerpos, Alex era muy pequeño y él era muy grande, así que a Alex siempre le dolía, eso no podía evitarse, era como si siempre fuese virgen—te amo tanto— le susurró al oído abrazándolo con ternura, pensando que esa notable diferencia al igual que tantas otras no valían nada ante el sentimiento tan grande que los unía, amor verdadero, querer estar juntos para siempre, no había barrera alguna en el mundo que los pudiera hacer desistir de compartir sus vidas. Bruno comenzó el vaivén, asegurándose de darle placer a su pequeño amante, excitándose al oírlo gemir y suspirar, lo sostuvo de las nalgas apretándolas y masajeándolas mientras entraba y salía, besándolo apasionadamente al tiempo que Alex se aferraba a él con fuerza, eso era todo lo que deseaba en el mundo, él era todo lo que necesitaba para ser feliz, ambos se corrieron intensamente, Alex temblando y arqueando la espalda y Bruno gruñendo y derramándose copiosamente dentro de él, totalmente complacido.

— ¿Estás bien? Preguntó acariciándole la cara aun sin salir de él.

Alex sonrió—Sí, es muy grande y duele, pero lo disfruto porque te amo—dijo inocentemente tratando de consolar a su amante pues estaba al tanto de su preocupación, pero entonces frunció el ceño sintiendo como este se endurecía en su interior, miró a su amante y este le sonrió pícaramente.

—Tú tienes la culpa, si me dices algo tan tierno no puedo aguantarme—confesó abrazándolo lujuriosamente —vamos por otra ronda.

No alcanzó Alex a protestar cuando ya estaba siendo besado y acariciado por su amante y entonces él también participó, se sentía ligero, feliz, amado, eso era lo único que le importaba.

Ambos hicieron el amor de nuevo uniendo no sólo sus cuerpos, sino sus sentimientos, la suya que era una relación  nacida de una casualidad, se convirtió en un amor sincero e imborrable.

 

Fin.

Notas finales:

Ahora sí, hasta un próximo fic ;D


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