Llevaban más de dos horas tratando de abrir una puerta, que según Shadow, llevaba a un lugar secreto y aunque no había especificado nada más, Alex había esperado ansioso poder descubrirlo con sus propios ojos, pero pasado tanto tiempo se había quitado la camisa y estaba acostado en el suelo con los brazos tras la cabeza, mientras el mayor trataba una y otra vez forzar la cerradura con un alambre.
-¿Por qué estás aquí Shadow?-preguntó bostezando aburrido.
-maté a mi papá-contestó este sin dejar su labor.
Alex se sorprendió-¿Hablas enserio?
El otro asintió.
Consternado se sentó, mirándolo fijamente y después de un breve silencio cuestionó:-por qué.
-El mató a mamá, yo lo maté a él-respondió con simpleza.
Los ojos verdes brillaron confusos, una mezcla de sentimientos se arremolinaban en su pecho.
-¡Ya está!-exclamó alegre Shadow al abrir la puerta.
Aún consternado, Alex suspiró, se colocó de nuevo la camisa y se puso de pie:-ya era hora-murmuró desalentado, pero de pronto su estómago lo distrajo gruñendo alto.
-¿Tienes hambre?-peguntó el mayor.
-de los mil demonios-contestó afligido, desde el día anterior no había probado bocado.
Shadow buscó en su bolsillo, sacó una galleta y se la ofreció-toma.
Descolocado Alex lo miró.
-Tienes que tener fuerzas para explorar-explicó contento.
No lo pensó más, tomó la galleta, la abrió con desesperación y la engulló como un naufrago, estaba muy hambriento.
-ven- le dijo Shadow entrando a la habitación.
Soltando un hondo suspiro lo siguió.
Aquel cuarto lucía abandonado, estaba cubierto de polvo y había sillas dañadas apiladas unas sobre otras, sin contar el resto de los escombros.
-Aquí-exclamó Shadow yendo a la pared del fondo y apartando algunas cosas le mostró una pequeña puerta.
Los ojos verdes brillaron de emoción ante la expectativa.
A Shadow le costó por el óxido, pero pudo abrirla y enseguida salió una avalancha de carbón, porque eso era aquel cuarto, un cuarto donde se guardaba el carbón en la época en la que a calefacción se daba a través de ese mineral.
Ambos salieron de prisa porque todo el polvo y hollín que se levantó los estaba ahogando.
-¡Te voy a matar, Shadow! –exclamó Alex tosiendo aún, cubierto de hollín de la cabeza a los pies.
-¡por qué!-lloriqueó Shadow.
-¡Arg, cállate!-dijo molesto, todo el día desperdiciado por semejante tontería.
En ese momento cayó en cuenta que ya era de noche y que seguramente el Capo ya estaría esperándolo. Palideciendo echó a correr a su celda.
-¡Alex-llamó Shadow confundido.
-¡Nos vemos mañana!-gritó a lo lejos-¡maldita sea!-murmuró para sí preocupado, temía que el Capo se enojara por hacerlo esperar.
Al pasar corriendo por el salón principal muchos ojos se posaron sobre él, curiosos por su facha, pero él los ignoró, subió de prisa la escalera y llegó a la celda, n más al entrar frenó en seco, allí estaba el Capo, sentado en la cama y con una expresión muy seria.
Alex, asustado y jadeando se apresuró en disculparse-perdóname, no me di cuen…
-Ve a bañarte-le interrumpió el mayor con tono grave, quien había disimulado su asombro al verlo lleno de hollín.
Alex sintió como el corazón le empezó a latir más rápido, era obvio que ese hombre estaba muy enojado y se maldijo mentalmente por ser tan despistado y no darse cuenta de la hora antes. Tratando de calmarse no dijo más y se acercó a la puerta del baño, cuando tomó la perilla volvió a escuchar la gruesa voz del Capo:
-Adentro está tu ropa.
Se preocupó , pensaba aturdido ¿Qué cosa habrá inventado esta vez?. Resignado, entró y luego cerró pasando el pestillo, paseó su vista por el cuarto y notó su atuendo colgado de una percha de pared, sólo entonces se alivió, se trataba sólo de una camisa azul rey, chaleco, pantalón y zapatos negros. Pasó su mano por su frente para limpiarse el sudor, luego comenzó a desvestirse, no sin antes llenar la tina de agua tibia.
Duró mucho rato bañándose y deseaba poder tardarse aún más, pero el temor de sacar de sus casillas a Bruno lo hizo desistir. Se secó y se vistió notando que esta ve la ropa era de su talla y le quedaba perfecta. Se miró al espejo y el temor volvió a invadirlo, el recuerdo de aquel primer intento de sexo lo descompuso. Tardó un poco en sosegarse, estaba aterrado, de eso no había ninguna duda. Sacudió la cabeza para librarse de esos pensamientos nefastos y se acercó a la puerta, podía escuchar claramente los latidos de su propio corazón, creía sentirlo justo en la garganta, como si de un momento a otro se le fuese a salir por la boca; se frotó las manos nervioso y salió por fin.
El Capo estaba de pie esperándolo, se había cambiado de ropa, vestía un traje negro de diseñador, de brazos cruzados y mirada fría, hasta el punto de amedrentarlo. Nervioso, Alex no pronunció palabra alguna, se quedó estático frente a él, con la mirada en el suelo.
El Capo se le acercó-ven-le dijo tomándolo de la mano sintiendo lo fría que estaba.
Alex tragó grueso pensando que lo llevaba a la cama pero el Capo siguió de largo saliendo de la celda.
-¿A dónde vamos?-se atrevió a preguntar desde su miedo.
Pero el mayor no le respondió, lo condujo a una celda algo alejada y muy oscura donde apenas se lograba distinguir un puerta al fondo.
Alex se tensó y comenzó a temblar ¿A dónde lo llevaba? ¿Qué pretendía hacerle? ¿Qué clase de locura había inventado ahora ese hombre?, palideció y las ganas de huir se apoderaron de su mente, miró su propia mano sujeta por la del Capo y pensó por un leve instante en zafarse bruscamente y echar a correr-Esto no es lo que acordamos-dijo en un hilo de voz.
El Capo simplemente sonrió, puso su mano en la perilla y abrió aquella puerta sin siquiera voltear a mirarlo un instante y Alex sintió que se le paralizaba el corazón.
Continuará…