Capítulo 4. –
Vuelta Al Presente.
-Así que... Dime hermano, que decides? ¿Me concedes esta última voluntad? - Pregunto el Dios de la Mentira, rogando internamente en que sus planes salieran bien, de lo contrario, entregaría su virginidad trasera a cambio de nada.
-Basta Loki, nunca te permitiré compartir el calor de una cama conmigo, eso es algo que solo deseo hacer con Steve. - Respondió el rubio aun sabiendo que no era del todo verdad, que estaba mintiendo. Pero Loki no podía saberlo, no debía.
-Está bien, de acuerdo, pero quiero que me prometas una cosa, hermano. Promete que vendrás a visitarme al calabozo, no quiero volverme loco, contigo al menos tengo temas de conversación. - Pidió astutamente el pelinegro.
-Sabes que por encima de cualquier error que hayas cometido, y por encima de lo que diga el Padre de Todos, sigues siendo mi hermano, y no existe necesidad de que lo pidas, porque eso planeaba hacer. - El corazón del rubio estaba lleno de los sentimientos más nobles que pudieran existir, pero si algo no sabía Thor, era que esos buenos sentimientos, no los merecía todo el mundo, aunque lo aprendería muy pronto.
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El juicio fue llevado a cabo durante 3 días, los cargos imputados eran muchos y variados, pero al final el resultado era de prever, Loki fue sentenciado a ceder sus poderes y ser conducido a una celda especial durante suficiente tiempo como para volver loco a un Dios. Thor será el custodio, y como tal, será el único que podrá acceder al moreno.
Frigga sabía que esa condena no solo afectaba a Loki, sino que también encadenaba a Thor durante toda la eternidad a vigilar al Dios de la Mentira. No podría encontrar una mujer para compartir su vida, así como tampoco podrá desempeñarse bien como el Monarca de Asgard, pues si algo se dejó muy en claro durante la sentencia, era que para Thor no debía existir responsabilidad más grande que impedir que Loki obtuviera su libertad, privando de esta al heredero al trono.
Que crueles habían sido, habían castigado por igual al héroe y al villano.
Pero lo que sorprendió a Frigga, fue escuchar a Thor rogando por que fuese otro el designado. El jamás habría renegado de un mandato de Odín, ni dejado su responsabilidad en otros hombros que no fueran los suyos; pero en esta ocasión el rubio parecía tener un gran motivo para ello.
Frigga lo vio en los ojos de su hijo, Thor estaba enamorado.
En otras circunstancias, aquello la habría emocionado al borde de un colapso, pero en esta ocasión, solo pudo compartir la tristeza de su hijo. Sus sentimientos deberían ser dejados de lado para obedecer al Padre de Todos. Por enésima ves deseo que Loki jamás se hubiera enterado de su linaje.
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Dos meses habían pasado desde la partida de Thor a Asgard. Durante ese tiempo Steve no tuvo la más mínima preocupación, él sabía lo que una responsabilidad conlleva, por lo que se prometió darle el tiempo necesario a SU rubio para regresar a la Tierra. Como todos los días, se despertó muy temprano para salir a correr y ejercitarse, su físico probaba lo mucho que se esmeraba en ello.
-Oh Thor, me encantaría volver a observar un amanecer junto a ti. - Susurro Capitán América antes de salir de su departamento para iniciar su rutina.
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-Oh Thor, me encantaría volver a observar un amanecer junto a ti.
Ese maldito, como se atrevía a desear a otro teniéndolo a él, "el más deseable y rico" de los Vengadores. Stark jamás se planteó la inmoralidad de plantar cámaras y micrófonos por todo el departamento de Rogers. En su retorcida mente, el Capitán le pertenecía, por lo que estaba en su derecho. Pero cada pensamiento de Steve expresado en voz alta le hacía trinar de rabia.
Desde la partida de Thor, había rondado a Steve intentando seducirlo. Llego a tanto su acoso, que el Capitán recurrió a Fury y por primera vez hizo uso de su estatus de "Salvador del Mundo", SHIELD le consiguió un departamento muy a gusto de Steve, pequeño, funcional y agradable. No tardo ni 2 días y el Cap. ya estaba fuera de la mansión de los vengadores.
Eso saco a Iron Man de sus casillas, como era posible que a nadie le pareciera mal que Rogers dejara la mansión. Él estaba en su derecho de retener a Steve, ¿no?
Pero al final, nadie se puso de su parte, todos parecían coincidir con Steve. Malditos, pero se los haría pagar muy caro.
Para poder seguir viendo al objeto de su obsesión, empezó plantando cuanto artículo de vigilancia pudo conseguir. Regadera, terraza, sala, habitación, cocina, vaya que ni el ático se salvó de su vigilancia. A Jarvis le cambio la prioridad, a la mierda cualquier otra cosa, debía informarle cada paso que daba Steve, con quien hablaba, con quien comía. Todo, absolutamente todo.
Pero no debía reportárselo cuando se encontrara en su propia recamara, ahí era donde fornicaba con sus conquistas diarias, o con sus adquisiciones monetarias, era lo mismo. Clint no había exagerado con su comentario de hace tiempo, Stark no se conformaba con un hombre o una mujer, no. Él podía pagar por muchos, y eso es lo que hacía.
Pero por cada rato de placer que obtenía, Jarvis le causaba molestia al recibir sus reportes. Steve reía, Steve platicaba, Steve hacia ejercicio, Steve llevaba una vida normal.
Y eso no le gustaba.