Abrió los ojos pesadamente, y se giró perezosamente hacia la ventana. A juzgar por los ligeros rayos de luz que se colaban a través de esta, se diría que estaba amaneciendo. Trató de levantarse lo más rápido posible para ir al baño y volver a acurrucarse en su cálida cama. Con pasos rápidos y para nada silenciosos se dirigió al baño que se encontraba fuera de esa habitación. Una vez hizo lo suyo se dirigía dispuesto a seguir durmiendo cuando vio a un pelirrojo parado en el umbral de otra habitación. Tenía la mirada perdida, después de un momento siguió su camino sin darse cuenta de que el vice-capitán se encontraba al otro lado y se dejó caer sobre el mástil, mientras cerraba los ojos y se revolvía la cabeza.
Desde que el pequeño Buggy se unió a la tripulación había hecho algunos camaradas, pero casi todos eran mayores a él y solo lo veían como un niño; excepto él. No habían hablado mucho, y cuando lo habían hecho simplemente parecía ido, no tenía expresión alguna en rostro; pero cuando él desaparecía de la vista del pelirrojo, este parecía portarse más abierto, incluso sonreía. Esto inquietaba al peli azul.
-¿Acaso me odia?- se decía mismo.
Este pensamiento empezaba a carcomerlo de nuevo, no sabía por qué, pero simplemente no aceptaba el hecho de que lo odiara sin ninguna razón. Perdido en sus pensamientos no se dio cuenta en qué momento se habían ido las dos personas que observaba, así simplemente siguió su camino y se fue a dormir. Entró a la habitación sin mayor cuidado, ganándose algunos insultos de sus compañeros por haberlos despertado, lo cual solo le sacó una ligera sonrisa. Era tan inocente que tomaba eso como una pequeña venganza por las bromas que lo solían hacer por ser menor y por su poco común nariz.
Luego de un par de horas se levantó junto a sus nakamas para empezar con sus tareas. Aunque ya estaba acostumbrado, las bromas que le hacían sacaban su muy temperamental carácter, que lo hacía ver como un niño haciendo un berrinche, lo cual les causaba más gracia a sus compañeros. Durante el almuerzo buscó con la mirada al otro muchacho mas no lo encontró. Se empezaba a preguntar por qué demonios le preocupaba el hecho de que no viniera y la imagen de Shanks con Rayleigh se le vino a la mente: ¿acaso ellos…? Sacudió la cabeza bruscamente, llamando la atención de sus compañeros, los cuales no dudaron en hacerle otra de sus bromas. Salió de la cocina, se sentó en la cubierta junto a una pared y cerró los ojos, tratando de analizar lo que pasaba por su mente. Primeramente, no era su obligación estar pendiente de ese “odioso” pelirrojo, tampoco le importaba que era de su vida amorosa o la del vice-capitán; además, ¿por qué le tendría que molestarle eso?
Intentó dejar de pensar en eso y por un momento se encontró recordando cómo era su aburrida vida antes de subir a ese barco, hasta que escuchó las risas de sus compañeros. Curioso se dirigió hacia el lugar y vio una imagen que estaría en su mente toda la vida: el pelirrojo sonreía tan cálidamente, a diferencia de las otras veces, no se veía como una risa nerviosa o forzada. Era una sonrisa hermosa, tan natural, aunque mostraba algo de dolor. Por un momento se quedó embobado viéndolo hasta que lo perdió de vista cuando entró a la cocina, se quedó mirando fijamente la puerta hasta que sacudió la cabeza para darse vuelta y volver a su lugar, pero no se esperó encontrarse con cierta persona en ese instante:
-Pensé que odiabas a ese muchacho- decía el mayor en tono burlón.
-Es un engreído, se cree mejor que yo- respondió nerviosamente.
-Ha sufrido mucho, por lo que es un poco tímido. Eres nuevo, talves… necesita tiempo- le dijo mientras se alejaba, dejando al muchacho con la palabra en la boca.
¿Qué se suponía que debía significar eso?, ¿darle tiempo?, ¿acaso estaba insinuando que…?. ¡NO! Se dijo internamente mientras se disponía a responder con algún insulto lo que acababa de oír, pero él ya no estaba.
En otro lugar del barco, Rayleigh sonreía internamente mientras se decía: Parece que no tiene muy claro la palabra discreción. Había notado claramente la mirada del pequeño, pero no le había dicho nada. Tarde o temprano debería explicarle con más cuidado esas cosas, pero quería que él primero se dé cuenta de lo que estaba sintiendo.