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Todos aman a Light por Camila mku

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Apretaba con ambas manos el cuello de su playera y una fuerza demasiado blanduzca para alguien de su edad y sexo. O bien Light era débil (lo cual refutaba debido al gran golpe que le había dado en el labio, arrancándole el arete hacía unas semanas atrás) o bien el estado anímico del castaño estaba pasando por un muy mal momento. Se arrojaba por la segunda opción, era la más verídica. Aquel le miraba con odio, sus ojos color café expresaban rencor y rudeza que pretendía transmitir con su cuerpo y no lo conseguía, podía percibir que Light se frustraba al intentarlo. La retención del castaño era frágil, Riuzaky podría zafarse cuando quisiera de aquel agarre, pero extrañamente no lo hacía, no quería, estaba demasiado ocupado estudiando las orbes del trigueño, queriendo adivinar sus sentimientos: estaba destrozado y eso solo significaba una cosa y que para variar era lo que L más temía, ¿estaría aquel realmente empecinado con su alter ego? No quería ni pensar en ello, y si sus intenciones desde un principio fueron no hacer sufrir a su retoño entonces ahora realmente caía en la cuenta que el tiro le había salido por la culata.

De repente Light soltó a Riuzaky del agarre. Se volteó y cubrió su rostro con ambas manos. Sus hombros daban espasmos suaves que luego acabaron siendo realmente abruptos, parecía darle vergüenza el hecho de llorar así ¡de una manera tan desolada! Frente a un hombre que siquiera conocía y que, como si fuera poco, lo escaso que podía decirse del moreno era: ¡que era una porquería de persona!

-Iré por un calmante.

-¡Basta! –gritó el castaño, sin darse la vuelta claro, ya de por sí era denigrante estar llorando cual niño como para encima mostrar su rostro moqueado a aquel tipo-. Por favor, déjame solo, te lo suplico.

Las palabras salían rotas de su garganta, ya ni sabía por qué lloraba solo caía en cuenta de que lo hacía y con mucho desahogo. Se había hecho un manojo de nervios y todo lo ocurrido las últimas semanas se le venía a la cabeza obligándolo a dar mas y mas espasmos: lloraba por su mala relación con Misa y por verla seduciendo a aquel tipo en el bar, por la pena que le había tenido a Takada, por las manías de Mikami en acosarlo, por la vergüenza de que aquellos tres pelearan por él en plena acera de la universidad, por el percance que tuvo con Riuzaky en la biblioteca, por no haber resuelto el caso más difícil que planteó el profesor aquella clase que vio por primera vez al moreno, por no dar tiempo a leer el trabajo que aquel había hecho seguramente con esmero y fue entregado sin siquiera saber que había puesto o si daba para un diez, por L… más que nada lloraba por L, y también por él mismo, por haber sido tan idiota de caer en las redes de alguien a quien no conocía, por haberse dejado llevar de la manera más estúpida posible.

-¿En qué viniste?

-¡Dios, sigues ahí, creí haberte dicho que me dejaras solo!

-No lo haré ¡mira como estas! –Light estaba pálido de tanto llanto y a la vez sus mejillas adoptaban un color carmesí por la humillación.

Al ver que todo quedaba en un silencio embarazoso no tuvo más opción que responder.

-Vine en automóvil –la voz sonó más apagada que nunca, resignada.

-Bien, déjame acompañarte.

-¿Qué? ¡No! ¿Y acompañarme a dónde?

-A tu casa ¿A dónde más?

-¿Oye quien te has creído para…? ¡No iré a mi casa, no puedo! Ya bastante estuve faltando a clases.

-¿Y crees que con "ese estado" lograrás algo en clases?

-Eso a ti no te importa, yo hago lo que quiero y tú no eres nadie para impedírmelo.

-¡Mira que eres cabeza dura! Lo hago por tu bien –gritó con un tono potente.

-¿Y por qué querrías mi bien si hasta hace unas semanas por poco y me rompes la cabeza contra un estante?

-¡Ya hablamos de eso! No seas porfiado.

Pufff… exhaló todo el aire que había aspirado contrayendo el tórax. Sintió un poderoso electroshock sobre su piel cuando Riuzaky le tomó del brazo y lo jaló fuera del baño, los cabellos de su nuca y brazos se habían erizado y tuvo piel de gallina hasta que el moreno le llevó al estacionamiento de la universidad.

-¿Cuál es el tuyo? –preguntó aun sosteniéndole del brazo.

-Aquel –señaló el automóvil de su padre.

Caminaron hasta allí, el castaño ya podía sentir naciendo de su interior las molestias de tener tan cerca a aquel tipo, pero no dijo nada, ya estaba próximo al carro y cuanto antes llegara hasta aquel entonces Riuzaky se largaría y le dejaría solo.

Al llegar rodearon el automóvil, el moreno colocó a Light frente a la puerta del acompañante para luego pasar enfrente de la trompa del coche dirigiéndose a la puerta del conductor.

-¿Oye que crees que haces? –atónito veía como aquel se tomaba el atrevimiento de hacer algo así.

-Pues, llevarte a tu casa. Pásame las llaves –se quedó con la mano derecha en el aire, Light lo miró de muy mala manera.

-¿Qué carajos…? ¡No! Yo me voy a mi casa solo –gritó en medio del estacionamiento, varias personas giraron las cabezas para mirarlo, Light enrojeció e intentó esconder su rostro de todas aquellas miradas acusadoras. Con rapidez sacó la llave de su bolsillo derecho y abrió la puerta para adentrarse, una vez estando allí gateó dentro del automóvil hasta llegar al asiento del conductor y sentándose cómodamente bajó la ventanilla de la puerta-. Me voy solo –repitió mirando al moreno a los ojos.

Riuzaky lo miró, iba a ceder ya que aquel estaba empecinado en no darle cabida, pero cuando el castaño tomó el volante con su mano izquierda y luego con la derecha cogió la llave para encender el automóvil, vio con detención que temblaba de una manera impresionante. Estuvo aproximadamente un minuto intentando penetrar la llave por la abertura y no lo había logrado, comenzó a fastidiarse por su propio inoportuno.

-Córrete al asiento del acompañante, yo conduciré.

-¡Qué no! –gritó golpeando los puños contra el volante.

-¡Que si! Haz caso, joder.

Bufó y se quedó mirando hacia otra dirección que no fueran los ojos del moreno. Dejó caer su cuerpo sobre el asiento resignado.

-Bien –dijo chirriando los dientes y volviendo a gatear dentro del automóvil hasta llegar al asiento del acompañante y acabar sentado en él. L percibió con gran detalle la redondez del trasero de Light mientras aquel gateaba perezosamente para cambiar de lugar.

Sus lágrimas ya se habían evaporado en su rostro, solo habían quedado recorridos de sal en sus mejillas sonrosadas. Bajó el parabrisas y apoyó sus brazos sobre la puerta, quería sentir aunque sea un poco de aire chocar suavemente sobre su rostro. Tras percatarse que Light había sacado la cabeza fuera de la ventanilla y estando con ésta sobre sus manos algo adormecido, Riuzaky bajó la velocidad del automóvil para que la brisa no chocara con fuerza el rostro de light. Era increíble que allí lo tuviera, a escasos centímetros de él dándole la espalda e intentando retomar todo el aire que se le había escapado en el baño gracias a sus rabietas de niño.

Su piel ya comenzaba a tener aquel color bronceado que le caracterizaba (parecía estar recuperando un poco su estado anímico cotidiano) y la brisa antojadiza le revolvía los cabellos castaños provocándole un desorden en la cabeza pero que a su dueño poco le importaba. No podía verlo pero juraría que sus ojos estaban cerrados, disfrutando que su piel absorbiera una brisa tan fresca junto con los calientes rayos de sol que caían aquel día de verano.

Aun así, aun dándole la espalda podía sentir que tenía el ánimo por el suelo.

Miraba al frente la mayoría del tiempo pero algún que otro escaso segundo y aprovechando que el castaño tenía la cabeza sobre la ventanilla y sus ojos cerrados, se dedicaba a observarlo con detalle: en su imaginación se lo había planteado mucho más bajito y musculoso, pero a decir verdad Light era todo lo contrario a aquello: era alto y bastante delgado, tenía más bien una fisionomía frágil que le hacía ver delicado y elegante. A su rostro se lo había imaginado tosco, rudo y duro, no tan carilindo como el de Light, que tenía una tez tirante y humectada, muy suave al tacto, claro que aquello solo podía imaginarlo, jamás lo había comprobado físicamente y jamás lo haría, eso quedaba claro, pero se preguntaba cuan dócil sentiría aquella tostada piel si posaba sus dedos sobre ella. ¿Se sentiría suave como se veía?

Light observaba a través de la ventanilla los descampados allí fuera como una fotografía que se pasaba demasiado rápido como para detenerse en detalles, solo notó que el verde de los arboles y el azul del cielo le provocaron una bella sonrisa, cómo le gustaban los colores vivos.

-Riuzaky… –cuando el castaño quiso acordarse ya estaban frente a su casa, con el auto en marcha estacionado sobre la acera. El viaje se le había hecho relajante, al menos la dulce sensación de la brisa empapando su rostro al igual que los rayos del sol, le habían quitado durante unos minutos la frustración que ahora volvía a apoderarse de él-. Muchas gracias por traer…

-Adiós Yagami –cerró la puerta tras salir, dejando el auto encendido pero con la palanca en punto muerto, no vaya a ser cosa que el automóvil comience a andar con el castaño dentro sin poder controlar el rodado.

-…me –finalizó Light sin que el moreno pudiera oírle ya que se alejaba caminando por la acera con las manos dentro de los bolsillos y a un ritmo pasivo.

Qué idiota, ya se habrá perdido prácticamente un cuarto de la clase de hoy. Pensaba mientras tomaba el asiento del conductor y adentraba el coche en el garaje. Tomó su bolso e ingresó a la casa arrojándolo sobre uno de los sillones de la sala de estar. Estuvo un largo rato bajo la lluvia tibia de la ducha, humectándose los ojos para que al salir no parecieran dos fresas moradas, lo había logrado pero a medias. Una vez vestido con ropas holgadas "de andar por casa" decidió que se tomaría el día libre y vería televisión hasta tarde, después de todo ya había perdido la clase del día y ya no debía madrugar para ayudar al conserje. Por otro lado la tarea que le encomendaran podía esperar, necesitaba al menos un día para relajarse, tal vez luego iría por un helado.

Ni bien se recostó sobre el sofá más grande de la sala para ver un poco de TV, sintió la vibración de su móvil en uno de los bolsillos del bolso. A duras cuestas lo tomó y leyó el mensaje.

"¿Light, ya hablaste con tus padres sobre lo que te propuse?"

¡Oh, diablos! Mañana es viernes. Si Mikami planeaba llevarlo el fin de semana largo a la playa debía apurarse en pedir permiso a sus padres, aunque con su edad no era necesario, él lo hacía de todas formas, la costumbre la tenía adquirida desde pequeño. Más que permiso era un simple aviso para que sus padres estuvieran tranquilos aunque siempre llevaba el móvil por si algo sucedía.

-Mamá –entró a la cocina, la mujer estaba fregando unos platos en el lavamanos mientras Sayu merendaba sobre la mesa-. Me iré a la playa este fin de semana con un amigo, vuelvo el lunes por la noche.

-¡Ah! ¿Y por qué Light se va a la playa y yo no? –se quejó la niña metiéndose una cucharada de cereal en la boca.

-¿Con un amigo? –dijo la madre algo extrañada aunque la palabra también le resonó inverosímil en la consciencia al castaño.

Amigo. Mikami se había comportado espectacularmente con él en los últimos días, le había hecho pasar el mal rato y lo más importante: realmente se había preocupado por el castaño, por su estado anímico, por hacerle sentir mejor; ¿era posible que aun estuviera detrás de él como perro faldero, intentando encontrar cualquier oportunidad para acercársele? Si, lo más probable es que así fuera, tal vez el moreno solo estaba buscando tener puntos a su favor. Ni siquiera quería pensar en eso, le revolvía el estómago pero últimamente sentía que Mikami era buen amigo, que le daba cariño, que lo acogía cuando más lo necesitaba y sin siquiera saber qué era realmente lo que le molestaba al castaño. Tal vez no sería tan malo pasar un fin de semana con aquel.

Pues si mal no recuerdo acabas de escribirme que tú sabías de antemano que ellos sentían algo por ti más intenso que un simple compañerismo, ¿dime, acaso no te habías imaginado que si te llevaban a un lugar como una bailanta, pasaría algo como eso? Sus palabras volvían a su cabeza como balada de tambor y a la vez le prevenían. En su momento se las había agradecido ¡le había agradecido el hecho de que le aconsejara, el hecho de que se preocupara por él! Y ahora que se ponía a pensar se preguntaba: ¿qué derecho tenía aquel de opinar y aconsejar sobre su vida cuando aquel mismo hombre fue quien armó toda esa explosión de sentimientos en el cuerpo de Light? No, no tenía derecho a nada.

Y ahora que lo pensaba bien, él haría con su vida lo que se le antojara, nadie iba a ponerle barreras o frenos y menos L, se había decidido a hacer un tritura papeles en su cerebro, todo lo que el moreno detrás del monitor le había dicho, lo exterminaría como si nada, como si fuese basura.

L podía irse a la mierda

Dejaría de pensar en él, había prometido ese día que si volvía al computador para estar pendiente si L se conectaba o no se conectaba, se cortaría los dedos; y ahora había prometido que si pensaba en él aunque sea un efímero segundo, se daría un golpe en la cabeza, definitivamente así lo haría.

-Sí, mamá iré con Mikami.

-¿Cuándo partes? –preguntó la madre.

-Mañana mamá, hasta el lunes feriado estaremos allá y volveremos el lunes en la noche para acudir a la universidad el martes por la mañana.

-Pues yo te doy permiso pero debes preguntarle a tu padre.

Luego de llamar telefónicamente al hombre que para entonces se encontraba en el departamento de policías y explicarle la situación, aquel le dio el permiso tan buscado por Light, claro que antes le preguntó en qué se irían ya que el automóvil del castaño estaba en el taller y de ni modo él le cedería su coche para tan largo viaje. Pero éste le comentó que irían en el automóvil de Mikami. Luego de eso comenzó a armar las valijas y un segundo mensaje del moreno apareció en el móvil tras confirmarle la plática con sus padres:

"Genial Light, te recogeré a las 11 p.m. ¿sí? Nos vemos, cuídate"

Cogió ropa, calzado, la cámara fotográfica, algo demasiado necesario: dinero, protector solar, en última opción el bronceador, el cepillo de dientes, peines, pasta dental, cremas para la piel en caso que llegara a irritársele, acondicionadores, algún que otro saco por si la brisa del mar llegara a ser fuerte alguna que otra noche, talco, desodorante, el móvil… ¿la netbook?

No, ¡eran sus vacaciones! Y la netbook significaba L, entonces en vez de salir a cenar con Mikami, ir al cine, caminar por la playa ¿estaría pendiente de L, en si se conectaba o no se conectaba? No señor, de ninguna manera.

Instantáneamente recordó que debía darse un golpecito por estar pensando en él.

A las 11 p.m. Mikami llegó en su reluciente descapotable, ¡muy bonito! Aunque algo en su consciencia le previó que intentaba impresionarlo.

-Oh, vaya Mikami ¡qué bonito está! –exclamó el castaño sonriendo.

-Déjame ayudarte –se puso de pie inmediatamente y tomó la maleta de Light llevándola él mismo hacia el automóvil.

-Mikami, puedo llevarla yo.

-Oh no, no te esfuerces, yo lo hago –una vez dentro del coche partieron siendo el moreno el conductor y Light el acompañante. El viaje duró bastante, debieron detenerse en algunas estaciones de servicio para comprar una que otra gaseosa o comida con mucha azúcar que les levantara el ánimo ya cuando el camino se hacía interminable.

Una vez llegaron, Light se detuvo emocionado frente al apartamento.

-Oh Mikami no puedo creer que lo recordaras.

-¿Qué te gusta con vista al mar? ¡Cómo voy a olvidarme! –exclamó sacando las maletas del coche.

Al ingresar notó que era más espacioso de lo que por fuera se veía, luego de acomodar sus pertenencias tomó asiento verdaderamente agobiado por tanto viaje. Mikami se sentó en el mismo sofá que Light, muy cerca. Pasaron la noche conversando hasta que fue tiempo de irse a dormir, que para variar era cuando el sol comenzaba a elevarse por el horizonte.

Al despertar Mikami invitó a Light a tomar un helado mientras caminaban por la arena junto al mar, todo era tan pacífico que deseó no acabara nunca. Era sábado y a la tarde irían a sacar fotografías al centro turístico, todo estaba saliendo de maravillas, el castaño jamás había estado tan sonriente esos últimos días, apuntaba a todo y le daba al "flash", luego compraría millones de recuadros para así colocar las fotografías que quedaban guardadas en la memoria del aparato.

En la noche fueron al cine, debía prepararse bien y lucir espléndido: al verse a sí mismo reflejado en el espejo detuvo su mirada en su piel trigueña, mucho más bronceada a lo que estaba acostumbrado ¡había olvidado colocarse el protector solar! Y seguramente cuando se fueran de allí los poros quemados empezarían a cascarse y acabarían cayéndosele, paspándole todo el rostro y brazos.

Mierda

Se colocó una crema humectante para hidratar su piel. Disfrutaron mucho de aquel estreno de terror, aunque en varias escenas se sintió verdaderamente incómodo: la típica mujer guapa del film que siempre debe estar con ropas ajustadas provocando a uno que otro hombre integrante del grupo y luego acaban teniendo sexo, siendo que el asesino estaba vigilándolos y luego se abalanza sobre la pareja para matarles. Cliché. Pero no pudo evitar sonrojarse en una que otra escena de ese estilo ¡la película estaba plagada de ellas! Miraba hacia cualquier otra dirección que no fuera la enorme pantalla que tenía en frente mientras Mikami miraba atentamente de reojo las mejillas sonrosadas del castaño y sus ingratos intentos de no divisar las escenas eróticas, deseaba engullirlo completamente.

Había llegado el lunes y último día de las mini-vacaciones, debía aprovecharlo al máximo ya que no tendría otra oportunidad de estar tan cerca del castaño otra vez como lo hacía en aquel momento. En la tarde compraron recuerdos para llevar a sus familiares cercanos: collares de caracolas, llaveros, ostras con rostros y varios muñequitos de bolsillo que a Light le parecieron perfectos. Al llegar al apartamento ya había anochecido. El castaño se decidió tomar una ducha fresca para despejar los rayos de sol que habían chocado fuertemente contra su piel. Mientras tanto el moreno se encontraba echado sobre el sofá mirando la televisión.

Luego de unos cuantos minutos giró la perilla de la ducha y salió empapado de aquella, la puerta del baño estaba entreabierta, podía ver a Light dentro con una toalla blanca cubriendo sus partes íntimas mientras de su cabello completamente mojado caían gotas que resbalaban por la superficie de su espalda y torso, no había notado que el moreno le clavaba los ojos de una manera peculiar ya que estaba realmente entretenido observando las puntas de sus mechones que junto al sol y al agua salina del mar habían acabado floreciéndose y dándole un toque algo mas rubio a Light, debía cortarse el cabello, pero para Mikami él siempre estaba perfecto.

Quiso besarlo, degustar aquellas gotas que caían por su piel dorada hasta llegar a esa maldita prenda que le apresaba de sus deseos, deseó arrebatársela, quiso con lo más profundo de su ser acercarse a Light, besarlo, tocarlo, lamerlo, degustar esa exquisita piel bronceada.

Quiso…

Y su cuerpo no soportó más las intenciones de su dueño.

-¡Mikami, qué haces! –exclamó sorprendido, estaba completamente desnudo observando atónito como aquel le había arrebatado la prenda y ésta colgaba de la mano del moreno.

Pero no tuvo tiempo a nada, lo atrapó entre sus brazos y apresándolo con fuerza comenzó a lamer su cuello de una manera desesperante, Light sintió un leve malestar cada vez que la lengua de aquel le frotaba con fuerza, cerraba los ojos para amortiguar el dolor en aquella zona e increíblemente se percató que su entrepierna latía con fuerza. No podía creerlo.

Mikami cazó aquellos carnosos labios con los suyos y los absorbió con fuerza a la vez que con violencia tomaba el bulto de Light y lo masajeaba.

Lo había arrastrado hacia la cama de un tirón en el brazo, estaba todo mojado y desnudo ya que acababa de asearse y antes que pudiera contar hasta tres, Mikami yacía sentado sobre su pelvis presionando su hombría con las nalgas.

Light le miraba sorprendido, dubitativo y algo atemorizado.

-Mikami ¿Qué estás haciendo? –el moreno supuso que estaría algo ofendido por sus iracundas acciones sobre él, pero no podía evitarlo, estaba allí y ¡era el momento! No podía derrocharlo por nada del mundo.

-Me gustas demasiado, Light. Y voy a demostrártelo –volvió a atrapar la boca del castaño con la suya mientras con su lengua invadía la cavidad de Light rosándole hasta la campanilla con la punta de aquella. Perdió el aire y debió darle un empujón al moreno para que se apartara y que sus pulmones pudieran coger algo de oxígeno.

-Estás excitado –dijo mientras observaba con dedicación el cuerpo mojado y desnudo de Light.

-Mikami, por favor ¡no lo hagas! ¡No!

-Te gustará –desabrochó su propio cinturón con sus manos blancas y fue desvistiéndose con rapidez intentando jamás abandonar la pose encima de Light.

-Estas cosas a mí no me… -volvió a interrumpir su habla con un beso brabucón. Mientras Light hacía fuerza abrupta para quitárselo de encima y ya comenzaba a enfadarse de veras.

-Quiero que me penetres –su voz sonaba sexual y controlada por una oleada de calor abrasante. Comenzó a masajear con rapidez la hombría ajena, Light daba espasmos: en momentos se sentía bien, casi podría decirse: delicioso, y en otros parecía más bien estar lastimándolo, es que no estaba demasiado excitado como para frotarlo de aquella salvaje manera. Apretó los dientes e intentó detener las manos de Mikami que se movían con agitación.

-Espera, ya sé qué debo hacer –dijo y con la respiración agitada y las extremidades temblando se arrodilló sobre la cama y de improvisto introdujo en su cavidad oral la excitación ajena, Light arrojó su cabeza hacia atrás, los cabellos de la nuca y brazos se le erizaron y se encorvaba como gato, la sensación nunca había sido tan placentera, jamás había llegado a ese punto con Misa y siempre había tenido la curiosidad del placer provocado por el sexo oral, y ahora lo sentía tan cariñoso, tan abrazador, sumamente provocador.

Se extasió cuando oyó al castaño gemir por lo bajo, comenzó a aumentar la velocidad y pronto pudo sentir los molares del moreno acariciándolo suavemente, luego friccionándole y finalmente…

-¡Ah! –gritó el castaño que salió disparando hacia un rincón de la habitación cubriendo con ambas manos su bulto.

-¡Oh, lo siento Light, lo siento! –gritaba el moreno yendo a socorrerlo.

-Está bien, no pasa nada –dijo con palabras que no tenían una pizca de rencor aunque su rostro expresaba todo el dolor que había sentido.

-Lo siento, soy un imbécil, no puedo creer que te haya hecho algo así –se avergonzó tanto que su rostro sudaba e intentaba despejar el goteo con las manos.

-Está bien, ya te dije que no importa –quiso convencerlo pero ambos sabían que mentía.

La horrenda sensación de una mordida había sido suficiente por esa noche y por el resto de su vida, jamás quiso volver a experimentar una sensación como aquella, probablemente estaría dentro de las cinco peores cosas que le hubieran pasado hasta ahora.

Light caminó apresurado al baño no sin antes haber recogido la toalla blanca con la cual volvió a cubrir sus partes íntimas, y una vez dentro trabó la puerta bajo llave. Mikami se sentó sobre el sofá cubriéndose el rostro con las manos, estaba tan avergonzado que sudaba, por su parte Light, completamente sonrojado dentro del baño se dejaba caer sobre el suelo con los omóplatos pegados a la puerta.

Todo se había ido a la mierda.

¿Con qué rostro saldría ahora del baño y miraría a Mikami? La vergüenza era mutua, al menos eso era obvio y se pasó horas dentro del baño sentado sobre las cerámicas esperando que al salir Mikami estuviera dormido. Y agradeció al cielo cuando comprobó que así era. Entró a su habitación y se colocó encima el pijama. Aquella noche no pudo dormir, se quedó mirando hacia el vacío de la recámara durante varios minutos con los ojos bien abiertos y el cuerpo estático: Mikami realmente se había pasado de la raya ¡había llegado demasiado lejos! Pero por más extraño que pareciera, no le había desagradado del todo, supo que el moreno no tenía experiencia y aquello no era algo que debiera recibir algún tipo de sentencia, si así fuere él ya hubiera estado sentenciado desde hacía tiempo.

Mikami simplemente se confundió, eso era todo, pero antes de eso no pudo decir que fue "desagradable", algo molesto sí, pero no desagradable. En realidad apreciaba al moreno por sus ansias de caerle bien, por su preocupación verdadera (porque saltaba a flote que los sentimientos de aquel eran reales y profundos), pero en aquellos momentos en que parecía haber sido cegado y cometía locuras como la que acababa de hacer: ¡lo despreciaba!

Aun así, siempre le perdonaba.

No podía enfadarse con él, ¿acaso debía enojarse con alguien enamorado, si es que ese era el verdadero sentimiento de Mikami? Si así fuese entonces L debería de enojarse terriblemente con Light.

Aunque tal vez ya lo hubiera hecho teniendo en cuenta lo sucedido. Aún se preguntaba la causa de su repentina fuga.

¡Oh no! Estaba pensando en él, se dio un leve golpecito en la mejilla como había prometido.

En el automóvil de regreso a Kanto, ambos estuvieron todo el viaje callados, avergonzados y mirando hacia otra dirección que no fuera el rostro de su compañero.

-Am… Light, eh, yo quería dis…

-No es necesario que lo hagas, Mikami. Lo entiendo perfectamente, fue solo un desliz de tu parte, pero todo está perdonado, créeme. Sin rencores –sonrió y eso a Mikami le calmó muchísimo el dolor de estómago que sufría para entonces de los nervios y la desesperación. No volvieron a hablar en lo que quedaba de viaje, en un caso similar a aquel el moreno pudo haber pensado que Light mentía, que realmente no estaba eximiendo al otro de su culpa pero en aquel caso en particular sus palabras sonaron verdaderas, muy creíbles.

Ya podía sentirse liviano luego de que aquel le hubiera extraído todo aquel peso de encima. Sonrió.

Había pasado una semana del "incidente" con Mikami, las clases en la Universidad habían concurrido normalmente, como si nada hubiera ocurrido entre ambos y Mikami estuvo más que satisfecho por la tolerancia y habilidad para perdonar de Light, cada día sentía que lo quería más.

Ya era sábado y aproximadamente la una de la madrugada, sus padres dormían mientras él y Sayu en vez de imitarlos veían un film de terror en la sala de su hogar con todas las luces apagadas para "crear el ambiente siniestro". Tenían pochoclos en las manos y gaseosas.

-Oh no… ¡por favor que se de vuelta! ¿Acaso no presiente que el asesino la está siguiendo? –decía la pequeña mientras adentraba sus dedos en el pote de pochoclos y extraía un gran manojo.

-Jamás se dan cuenta, y además está haciendo gestos a la cámara ¡No sabe actuar! –tras la queja bebió un poco de su gaseosa.

-¡Shhh! Arruinas la tensión, Light –chitó con los ojos detenidos fijamente en la pantalla de la TV, atenta a cada movimiento del personaje del film-. Oh, no, que no se meta al corral, ¡la atrapará ahí!

-¿Por qué siempre debe haber un corral?

-¡Shhhh! –le pegó un manotazo suave al brazo de su hermano. La música tensa del film anticipaba que algo malo iba a ocurrir, Sayu cubrió sus ojos con ambas manos-. Light, dime cuando la mate ¿sí? No quiero ver.

De repente un hachazo en la espalda de la mujer les hace saltar a ambos del sillón.

-¡Ay, qué horror! –gritó la pequeña viendo como la sangre casi salpicaba a través de la pantalla.

-Sí, ahora ya no podré comer mis palomitas –gracioso se metía un buen bocado de éstas a la boca-. Oye espera ¿Qué tu no tenias los ojos cubiertos?

-Bueno si, pero no me había dado cuenta de que tenía los dedos separados, y logré ver un poquito.

-Sí, claro.

De repente tocaron con fuerza la puerta principal de la casa, Sayu colocó su cuerpo detrás de Light abrazándolo por la cintura.

-¡Oh no, el asesino! –chilló.

-Sayu, no digas pavadas –se había puesto de pie y se dirigía hacia la puerta-. Pero ¿quién podría ser a estas horas de la madrugada?

-¡Él: el asesino! –se había cubierto con las almohadas del sofá-. ¡Light, no lo hagas, no abras!

-Sayu basta, le diré a mamá que te prohíba ver estas películas si te pones así.

Light quitó el cerrojo a la puerta, allí estaba Mikami parado en el porche ojeándole de arriba abajo.

-Mikami, ¿qué haces aquí? –estaba sorprendido-. ¿Y a estas horas?

-Oh, te envié varios mensajes al móvil avisándote que vendría a esta hora, ¿no los leíste?

-Lo siento, es que estaba con mi hermana mirando la TV y ni siquiera tomé el móvil. ¿Qué querías decirme?

-Oh, bueno am… ¿puedo pasar?

Teniendo en cuenta el tiempo y si sus padres llegaban a despertar y levantarse y veían al moreno allí, no se pondrían muy contentos; pero aquel parecía angustiado, tal vez por el pequeño percance que tuvieron mientras convivieron en la playa. No podía dejarlo afuera, le dio cierta sensación de lástima.

-Está bien, pasa. Iremos a mi recámara

-Light, a papá no le agradan las visitas a esta hora –chilló la niña desde la sala de estar, había cambiado el programa de TV a uno de caricaturas.

-Oh, serán solo unos segundos, lo prometo –soltó Mikami nervioso.

-Bien, vamos, pero solo unos segundos ¿sí?

Subieron por las escaleras, Light trabó la puerta de su habitación tras estar dentro junto con el moreno. Ambos se sentaron sobre la cama.

-¿Y bien?

-Por favor Light perdóname por todo lo que te he hecho, por favor.

-Ya pasamos por esto Mikami y te dije que estabas más que perdonado, pero ya no quiero que vuelvas a intentar hacerlo.

-Sí, ya lo sé, pero es que me da tanta pena la manera en la que reaccioné, ¡no pude contenerme! Tu sabes exactamente mis sentimientos por ti y…

-Ya lo sé, Mikami; sabes, no te mortifiques: lo pasado pisado –decía mientras ojeaba el suelo de su habitación.

-No estás enfadado conmigo ¿verdad, Light?

-No, claro que no –vaya, a veces resultaba ser tan tolerante hasta con las situaciones que le herían, no quería que Mikami estuviera allí sentado junto a su cama: le ponía los pelos de punta, y de una mala manera, pero debía sobrellevar la conversación hasta que aquel se fuera.

-Gracias a Dios, Light. No sabes qué feliz me haces.

-Si has venido para disculparte tu sabes que ya tenias mi perdón.

-No he venido solo por eso, sabes, el viernes entrante es mi cumpleaños y quería saber si estabas dispuesto a ir a mi apartamento. Prepararé una gran fiesta, habrá comida, bebida, música e invitaré a muchos conocidos y amigos, ¿Qué dices?

Una fiesta, detestaba las fiestas. El moreno le miraba con ojos de cachorro, cabizbajo como quien quisiera remendar su error. De ir a la fiesta tal vez Mikami continuaría coqueteándole y quien sabe a qué extremos podrían llegar las cosas.

Mejor no arriesgarse.

-Déjame pensarlo, ¿sí?

-Oh si, como quieras, Light, tú solo envíame un mensaje por móvil y yo vendré a buscarte.

Ya estaba suponiendo que iría, ¿acaso no le había dicho que lo pensaría?

-Bueno, entonces te enviaré un mensaje.

-¿Quieres que venga por ti?

-Oh no, ya me han traído el automóvil asique no te preocupes por mí, yo iré por mi mismo.

Bajaron las escaleras y tras irse el moreno, volvió a cerrar bajo llave la puerta.

…………………………………………………………………

Se despegó de aquel cuerpo sudado y se dejó caer sobre la cama con fatiga. Intentaba retomar su respiración habitual tras un exceso de ejercicio físico. Su pecho se inflaba y desinflaba con rapidez al igual que el de ella.

-No me irás a decir que ya te cansaste –Takada hacía un camino con sus finos dedos sobre el pecho y estómago del moreno.

Sonrió pero siquiera la miró, volteó su cuerpo con rapidez y ahora su vista se perdía en la oscuridad de la habitación. Recordaba con detalle las conversaciones que había tenido con aquel, bastante profundas algunas que otras veces, y le agradaba, ¡diablos que sí le agradaba! Cerró los párpados, debía comprobar, asegurarse, reafirmar que había sido Light Yagami quien estuvo detrás del monitor todo ese tiempo, debía descubrir a su retoño perdido en el cuerpo de aquel japonés.

Le tenía asco, una aversión iracunda a aquel ser humano que demostraba ser todo lo que siempre odió: metiche, ignorante, engreído y caprichoso. ¿Era acaso posible que alguien así pudiera dividir su espíritu en dos, siendo su otro lado tierno y dulce como la miel? Pues si así era entonces debía escarbar hasta descubrirle en sus más desnudas emociones y solo así lo vería… vería aquel otro lado, la otra orilla en la personalidad del castaño, aquella que al moreno le había hipnotizado desde un principio.

-¿Te dormiste?

-No.

-¿Y no quieres…?

-Estoy cansado –le cortó en un instante. Aun continuaba dándole la espalda a la mujer.

-No, no es eso Riuzaky. Mikami me comentó que hará una fiesta en su apartamento el viernes para celebrar su cumpleaños. Me preguntaba si querrías ir conmigo.

-No.

-Ufff… bueno, ¿al menos querrías ponerle un poco de simpatía al asunto, por favor? –ahora ella también se daba la vuelta dándole la espalda al moreno, molesta por la actitud.

-¿Y qué magia sucedió para que te invitara? Que yo sepa ustedes dos no se soportan ¿o me equivoco? –el tono que utilizaba era retador y agresivo.

-Hemos hablado, y aclaramos nuestras diferencias. La verdad quiero enterrar clavos sueltos con él. Si tú no quieres ir el viernes pues me da igual, yo sí iré.

-Haz lo que quieras.

-Dios, eres insoportable –se levantó desnuda de la cama, tomó su ropa y se vistió con rapidez saliendo del apartamento bruscamente.

Una fiesta, seguramente el imbécil de Yagami estaría ahí… y él también debía enterrar varios clavos sueltos con aquel.

Intentaría hablarle, rebuscar en su interior si era capaz de hacerse ver como le había mostrado a él a través del monitor lo que era realmente, sus verdaderos sentimientos. Quería descubrir en qué momentos era Light Yagami y en qué otros era el retoño, si es que no fingió las lágrimas, ni mucho menos sus sentimientos por L.

Una fiesta…

……………………………………..............

-¿Hago algo más? –preguntó el castaño que ya había organizado todo, bajaba lentamente por una pequeña escalerita hasta el suelo, había estado colocando pequeños parlantes en los rincones del lugar.

Ese día en la mañana la familia del japonés debía reunirse para la ceremonia de "compromiso" de la tía Himoto, festejo en el cual estaría rodeado de ancianos y personas mayores como sus padres y la mayoría de sus familiares a parte de su núcleo íntimo en el cual se encontraba Sayu. No le desagradaba para nada la idea de estar junto a personas mayores, todo lo contrario le encantaba la madurez y seriedad de aquellos, pero lo que llevó a pudrir la idea fue que todos los invitados debían estar ¡4 horas! viendo una pantalla gigante donde la tía pasaría una y otra vez las fotos de su luna de miel con su futuro comprometido, y la verdad sea dicha: no quería ver ni una pizca de su tía y aquel paseando por aquí, luego por allá, después posando por allí, allí si creyó que moriría del aburrimiento. Además de vez en cuando debía ser joven, hacer cosas de adolescentes y divertirse un poco como alguien de su edad, entonces se decidió por acudir al cumpleaños de Mikami. Y de más está decir que el castaño sabía a la perfección lo importante que sería para el moreno que él estuviera allí, festejando su nueva edad.

-No, Light, déjalo así, ya lo has hecho perfecto. Oh y, me encantó tu regalo –levantó el hermoso reloj de muñeca que el castaño le había cedido, sin perder tiempo caminó hacia aquel que desprevenido ojeaba el apartamento para cerciorarse de que todo estuviera perfectamente decorado; aprovechó la situación y le abrazó con mucho cariño. Light le daba palmaditas en la espalda sintiendo aquella cercanía algo perturbadora.

-Am… iré en busca de una bebida fría –dijo y marchó como correcaminos hacia la heladera. Se abanicó el rostro con un movimiento de manos e intentó calmar su agitada respiración. Las cosas con Mikami no se estaban dando tan mal que digamos, claro que las situaciones íntimas con el moreno no le resultaban excitantes, pero no podía mentirse a sí mismo, Mikami siempre le había agradado como compañero y ahora tal vez comenzaba a agradarle mucho más que eso, tal vez en un futuro podría considerarlo algo más que un simple compañero al igual que Mikami lo hacía con a él. Tal vez…

Tal vez no.

Luego de un rato llegaron los primeros invitados, al principio todo fue charla y comida acompañado de una música relajante que iba acorde con el ambiente. Pero pronto llegaron más personas y luego más y más y más hasta ser un amontonamiento de gente. La música relajante había sido cambiada por una mucho más pesada, bailable y definitivamente desquiciante, el alcohol estaba por las nubes, varias botellas vacías permanecían arrojadas en el suelo mientras los olores de hierbas extrañas comenzaban a aparecer, la fiesta definitivamente había empezado, aunque no era ese el concepto que Light tenía por "fiesta".

La heladera cada vez estaba más vacía y los adolescentes obsesionados con el alcohol salían a las afueras del departamento buscando enloquecidos en la manzana alguna despensa que les vendiera tan preciado tesoro a altas horas de la noche.

Mikami tomaba a Light de la mano cariñosamente, y cuando quiso volver a plantarle un abrazo de lo más cariñoso, el castaño con su mano desocupada había corrido las cortinas de los ventanales del apartamento y miraba fijamente al moreno. Haciéndose el desentendido para evitar cualquier contacto "que cruzara los límites" con Mikami.

-Dale un vistazo a la piscina –le dijo con rostro de susto.

Varios adolescentes se arrojaban al agua una y otra vez y sumado el factor alcohol comenzaban a quitarse las ropas y correr mojados por doquier. Mikami sonreía pero al castaño no le parecía muy gracioso ¿Quién limpiaría todo aquello cuando la fiesta acabara? Aquellos adolescentes seguramente para la madrugada ya estarían demasiado inconscientes de tanto beber y Light y Mikami tendrían que hacer todo el trabajo sucio.

-Han bebido demasiado –dijo el japonés que pronto cerró los ojos ya que un leve mareo se apoderó de él.

-Al parecer no son los únicos –el moreno sonreía mientras un Light algo afectado por el antiséptico se encontraba indeciso de si debía volver a llevar a su boca la bebida que sostenía con su mano desocupada o por el contrario, ya era hora de detenerse.

Pero ¿por qué detenerse? ¿Por qué no poder ser incorrecto al menos una vez? ¿Por qué no romper las reglas y sentir lo que aquellos adolescentes sentían en aquel momento de intensa borrachera: libertad? Ansiada libertad, un desahogo efímero para borrar sus lástimas aunque fuera por unos pocos minutos. Aunque a decir verdad más que desahogo sentía descompostura y como por arte de magia de Lucifer: todos los sentimientos que intentaba quitar de su mente regresaban como boomerang recalcándole una y otra vez: ¿Cuándo fue que se enamoró de aquel inexistente? ¿Cómo era posible enamorarse de palabras? ¡De palabras! Y cuanto más lejos lo sentía más grande era la huella de L que crecía en su pecho, ¿por qué no podía dejarlo ir? Dios, qué patético había resultado ser, qué inútil se sentía.

Comenzaba a sentir un dolor estomacal intenso, definitivamente el alcohol estaba surgiendo efecto.

………………………………………………………………

No podía dejar de pensar en él, en sus cabellos castaños, sus hermosas facciones, sus delicadas orbes, no esperaría un minuto más: tomó las llaves del automóvil y partió a la fiesta de Mikami. Ingresó por la puerta arrebatadamente dándola con fuerza contra la pared hasta intentar dar con el objeto de sus sueños, que seguramente estaría allí dentro ya que Mikami estaba obsesionado con él y como si fuese poco lo más probable fuera que lo hubiere arrastrado hasta allí contra su voluntad. Luego de buscar y buscar y no encontrar a Light dio de lleno contra el mastodonte pelinegro que le miraba con desprecio cual si en su mente se repetía una y otra vez la misma pregunta: "¿Qué demonios hace ella aquí?"

Debía quitárselo de encima cuanto antes.

-¿Misa qué haces aquí? –la voz de Mikami fue demasiado directa y con un tono de voz alto como para no llamar la atención.

-Vine a buscar a Light –la rubia continuó caminando por todos los pasillos del apartamento del moreno sin hallarlo.

-¡Lárgate! –le dijo éste, poniéndosele en frente para cortar con la búsqueda de aquella.

-¿Y quién me sacará, tu? –rió, al parecer ella también tenía encima varios tragos, su aliento le delataba.

-¡Que te vayas!

-No sin Light -chilló desenfrenada.

-Es mi apartamento y mi fiesta de cumpleaños… y no te he invitado –le miraba con los ojos por poco y saliendo de sus orbes. La gente comenzaba a ojear la escena y a enredarlos en un círculo.

-Pues yo te daré tu regalo –le había amenazado Misa en un tono tan leve que nadie había escuchado debido a lo alto de la música que salía disparando por los parlantes.

-Disculpa, ¿qué dijiste? –el moreno la provocaba cada vez más, y resultaba obvio que esa era precisamente su intención, aquella mujer que estaba parada en frente suyo tenía un rostro de ultratumba.

-¡Que aquí está tu regalo! –lo tomó del cabello no sin antes Mikami hacer lo mismo, y comenzaron un eterno forcejeo que los hizo rodar por todo el lugar, echando varias botellas al suelo y haciéndolas mil pedazos.

Misa lo arrojó encima de uno de los parlantes haciendo que éste estalle.

-¡Hija de puta! ¿Tienes idea de lo que cuesta uno de éstos? –corrió hacia la rubia y la tomó por los cabellos arrastrándola por el suelo de madera hasta que la espalda de la mujer sintió que su piel ya no rozaba contra madera lustrada, más bien se sentía como césped mojado. La había revolcado hasta el jardín trasero y a partir de ese instante todo el gentío que disfrutaba observando tal espectáculo había salido corriendo del apartamento hacia el jardín. Takada solo se limitaba a intentar detener aquel alboroto.

-¡Por, Dios! Ambos deténganse –gritaba la pelinegra jalando a Mikami del cuerpo de Misa.

Eran pasadas de la medianoche, con su dedo índice jugaba con el llavero moviéndolo de aquí para allá, estaba indeciso a pesar de habérselo pensado muy bien y con detenimiento.

Abrió la puerta de su apartamento, cogió la motocicleta, arrancó y se dispuso a encontrarlo.

Logró ver la escena desde lejos, debía ser precavido si su plan era que la pelinegra que ahora estaba arduamente intentando separar a ambos pendejos en plena lucha, no le divisara y mucho menos allí. Lo que haría no tendría respuesta para aquella ni tampoco creía tenerla para él mismo.

Logró sumergirse en el bullicio que contemplaba la escena de los dos luchadores en pleno jardín: no lo encontraba, pero su automóvil estaba estacionado frente al apartamento asique debía de estar en alguna parte. Ingresó a la residencia, caminó por el pasillo lo más rápido posible pero sin hacer demasiado ruido, de todas formas de hacerlo nadie lo notaría ya que para entonces todos estaban fuera observando quien "ganaba" la pelea del siglo, qué patéticos, se veían como críos allá tomándose de los pelos y revolcándose por el piso.

En algún lugar debía estar. Revisó la cocina, el baño, la sala de estar y el garaje. Nada. Tuvo un presentimiento, como siempre solía.

Caminó rápidamente de regreso hacia el pasillo donde todas las luces permanecían apagadas, apoyó la mano sobre la perilla de la única recámara que parecía haber en toda la residencia. Ingresó silencioso como gato en plena caza y cerró lentamente la puerta tras sí, maldijo cuando notó que en la cerradura no había llave, tal vez estuviera en algún cajón, pero de buscarla y no encontrarla haría un bullicio terrible y alguien podría escucharle y por ende, pensar que no solo Light estaba en esa recámara y era mejor no levantar sospechas.

Lo haría rápido.

Debía saber, debía comprobar si su chaval, el inocente y tierno, estaba escondido en algún lugar recóndito del cuerpo de Light Yagami, lo descubriría a como dé lugar, debía extraer todo ese asco que le tenía, debía succionar todo el veneno que el japonés echó sobre él anteriormente y revelar si era simplemente imaginación suya o si realmente había un lado dulce que le demostrara que no estaba fingiendo, que sus sentimientos eran reales, que era Light Yagami quien estuvo detrás del monitor todo aquel tiempo.

Planeaba platicarle al oído, confesársele para estudiar sus reacciones, comprobar que sus sentimientos fueran reales, comprobar que era L quien realmente le movía el piso al castaño. El factor alcohol sería muy ventajoso ya que lo más probable era que al despertar en la mañana Light no recordara nada mas que un simple bagaje de palabras.

El cuarto estaba completamente a oscuras, no podía verle bien debido a las pesadas cortinas que Mikami tenía cubriendo los ventanales, pero un pequeño haz de luz de luna atravesaba los cristales enfocando con dedicación el rostro del durmiente: tan apacible, tan descansado, dormitaba de la manera más pura.

Caminó lentamente hacia él, con pasos gatunos silenciosos. Apoyó ambas manos sobre el colchón y luego sus rodillas a los costados del cuerpo ajeno, sosteniéndose a sí mismo para no tocar ni una milésima del cuerpo de Light. Una corriente eléctrica danzó por todo su cuerpo haciéndole vibrar…

…Tuvo el presentimiento de haber realizado aquella escena antes y justamente con la misma persona que posaba debajo de él. Solo que esta vez no era su imaginación, todo era absolutamente real.

Light abrió los ojos de repente, aun estaba perdido por haber ingerido tanta cantidad de alcohol, no podía despegar los párpados con rapidez y tardó varios segundos en hacerlo. Veía borroso y para colmo también veía doble, no podía estar del todo seguro: o bien sus ojos le estaban jugando una mala pasada o una persona realmente estaba apoyada encima suyo sin tocarle en absoluto. Su corazón comenzó a agitarse y sus pupilas se dilataron aunque poco le ayudaron; tuvo miedo pero el alcohol había adormecido sus músculos y no lograba expresar ninguna otra emoción más que temblar como una hoja desnuda expuesta al viento.

-Mikami, ¿eres tú? –su voz sonó lacrimosa, y es que no podía sonar de otra manera, la escena era irreal, alguien realmente estaba con ambas manos a los costados de su cabeza y con ambas rodillas apoyadas sobre las sábanas a los lados de su pelvis, estaban a una gran distancia uno del otro pero lograba sentir el calor en el aliento ajeno que chocaba con gran impulso contra la piel de su rostro-. ¿Qué haces? ¡Mikami, deja de jugar! –siquiera logró hacer el interrogante con normalidad: el habla lo tenía algo trabado debido a la ingesta de alcohol.

Ya había cumplido con su rutina del día: máximo lo que su cuerpo podía alcanzar, cuatro o hasta cinco practicas de sexo diarias, pero por increíble que le pareció, aun mas debido al cansancio físico que llevaba a cuestas, su virilidad comenzaba a reclamarle nuevamente y no de la manera en que comúnmente hacía.

Los ojos de Light brillaban en la oscuridad, se veía débil y sumiso, casi pudo verle, por poco y las palabras del castaño le demostraron al menos una milésima del niño dulce que estaba escondido en su interior… Debía seguir intentando.

-¡Mikami, basta! No es gracioso –volvía a insistir y L volvía a sentir que si continuaba escarbando tal vez encontrara el otro lado de Light Yagami, el lado que a él le gustaba, que a él le extasiaba.

Todo se había quedado sumido en un silencio total, ambos estaban quietos sin mover un músculo, uno esperando poder anticipar las reacciones del otro mientras el otro buscaba explicaciones a las reacciones de aquel primero.

Y el aire se tensó.

Bajó lentamente hacia la oreja del japonés, con sus labios casi podría rozar el lóbulo de aquella por la mínima cercanía que estaba teniendo para aquel momento. Tenía las palabras en la punta de la lengua y pronto las escupiría de la manera en que llegara a ser menos traumático para el castaño.

-Soy L –el susurro llegó profundo a su cerebro, dos simples palabras que lo atontaron, lo cegaron, lo inmovilizaron y lo exaltaron.

Sus ojos se agrandaron considerablemente cubriéndose con agua salina que pronto la expulsaría como lágrimas, la respiración se había esfumado mientras sus pulmones contenían todo el aire sin exhalarlo, no podía quitar la mirada del vacío, imaginando, recordando, pensando… en L.

Se quedó inmóvil, el pelinegro le miraba atento, lo había shockeado, tenía sus labios entreabiertos como si boqueara cual pez fuera del agua y la mirada perdida mientras sus retinas se ponían acuosas llenándosele de lágrimas.

De improvisto y dándole una buena sorpresa el castaño dio un fuerte empujón en el pecho a L que le obligó a quitársele de encima en un segundo, quedando ahora separados uno del otro, sintiendo como la tensión se apoderaba del momento.

-No, no, no puede ser –intentaba decir a duras cuestas al tiempo que se tomaba los cabellos entre los dedos con fuerza-. ¡No puedes ser tú, no puedes! –no le veía el rostro debido a la oscuridad de la recámara y a la intensa ebriedad que llevaba encima pero definitivamente la voz le había sonado familiar, la conocía: era grave, era potente, pero sumado el factor alcohol todas las ideas se le hacían agua en la cabeza, no lograba que sus neuronas conectaran información valiosa y ahora se encontraba allí, en la nada misma sin ninguna posible teoría que le ayudare a dar respuestas, lo único que pudo conectar con claridad fue que si alguien le decía aquello debía ser la más pura y recóndita verdad ya que él no le había comentado a absolutamente nadie sobre el "tal L" con quien conversaba en internet... entonces, era él, ¡REALMENTE ERA L! ¡Y ALLÍ ESTABA, A CENTÍMETROS SUYO!... Y explotó, de rabia y dolor-. ¡Te odio! –gritó de repente, L no se sorprendió, continuaba en la misma posición que le había dejado el golpe de Light mientras miraba la silueta de éste tan atentamente como una serpiente a punto de embestir-. ¡Te odio, te odio, te odio!

Zamarreaba los brazos hacia cualquier dirección como un niño caprichoso en plena pataleta mientras el moreno lo observaba atento, con detalle, agudizando los sentidos lo más que podía para encontrarlo, descubrir a ese niño en su interior, y lo estaba logrando.

-¡Te fuiste! –gemía de una manera tan audible que el inglés realmente se preocupó, no sólo por el hecho de que sus llantos fueran tan sonoros que cualquiera podría oírlo desde afuera y en caso de ingresar alguien a la habitación se encontraría con una verdadera escena a oscuras, por otro lado al ver al castaño de esa manera tan enardecida y dolido como aparentaba estar: lo hacía verle verdaderamente, allí estaba parado frente a él alguien con quien tan poco había compartido y aun así Light había caído en ese juego tonto, ¿Cómo podía sentir algo por él si ni siquiera sabía su nombre? Y por más estúpido e irracional que parezca allí estaba: sollozando y moqueando por él, por su repentina desaparición, por su alejamiento. ¿Era posible que Light fuera tan inocente? ¿Tan sensible era como para que pudiera perderse en una jugarreta de lo más patética?

Parecía que así era. Algo se quebró dentro suyo al verlo llorando así, las lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas sonrojadas mientras intentaba estarse erecto pero se tambaleaba por los mareos. Se le hizo un nudo en la garganta que lo inmovilizó.

Su vida había estado plagada de personas sensuales, avispadas en el sentido sexual, bailarinas eróticas, prostitutas, actrices y actores de films pornográficos, adictos al sexo al igual que él. Y con todas aquellas personas había compartido sus gemidos, la oscuridad explosiva donde se adentra la pasión y el fuego del sexo. Estaba acostumbrado a las fantasías: las mujeres maduras que se vestían como niñas para excitar a los hombres por más perverso que la situación pareciere. Y ahora estaba allí, viendo con sus propios ojos a Light Yagami que no fingía ser inocente, no fingía ser tierno, no fingía ser dulce y no fingía llorar desquisiadamente por estar obsesionado con L… lo sentía y de una manera tan fuerte que era imposible no darse cuenta.

Respiró profundo, tenso y duro como roca, ya podía sentir el fuego en su interior explotando en su pelvis y subiendo por su estómago hasta su garganta. Nadie que hubiera estado con él se parecía a aquel hombre, nadie había demostrado tanto interés, nadie había demostrado tanta inocencia, tanta dulzura, tanto llanto por algo tan trivial como el amor.

Amor… ¿Light realmente sentiría amor por él? No lo sabía con exactitud pero no todos sollozan de esa manera, no a todos les afecta así algo tan estúpido como una conversación en internet. ¿Tan vacía era la vida del castaño que con sus pocas y torpes palabras le había hecho sentir cosas tan fuertes? Le dio nostalgia haberse enterado de algo así. Se sintió un hijo de puta, de la peor mierda del mundo porque hacerle algo como aquello a alguien tan delicado no podría ser gozado ni siquiera por él, que era una sucia rata que necesitaba de los placeres terrenales para respirar, y en cambio Yagami se veían tan celestial, tan angelical.

-¿Cómo pudiste abandonarme? ¡Me dejaste solo! –se había aproximado al pecho de L y le golpeaba los pectorales con movimientos torpes que simulaban ser puños pero que mas eran caricias para el pelinegro. Hasta que se agotó de tanto llorar, de tanto esperar y tanto sufrir y desplomándose dejó caer por completo su cuerpo sobre L, que lo tomó con un agarre potente para que Light no cayera al suelo.

Sollozaba sobre su pecho mientras de su boca salían palabras que chocaban de lleno con la blusa del moreno y se perdían en el aire sin poder ser entendidos por el interlocutor de la conversación, que ahora estaba en transe, enredando con fuerza sus brazos alrededor del castaño en un abrazo carcelero.

Los hombros de Light se movían de arriba abajo en espasmos abruptos e hipidos que no paraban de brotar de su garganta y entre ellos solo podía escucharse claramente la frase que el castaño no paraba de repetir una y otra vez: "te odio, me abandonaste" .

Y entonces allí estaba, podía verlo, podía olerlo, podía sentirlo: era él, su retoño. Y si Light Yagami no era aquel niño dulce detrás del monitor, con el que tanto se había encariñado, ¿entonces quien? ¿Quién más podría ser ese inofensivo chaval sino aquel, que lloraba con desesperación sobre su pecho?

L comenzó a abrazarlo cada vez con mayor cariño y suavidad, pegando su mejilla a la del otro sintiéndola caliente de fervor, tal vez aquello había sido un golpe emocional demasiado grande para Light y lo había desmoronado por completo.

Sacando una gran fuerza lo alzó en sus brazos y lo llevó hasta la cama, reposándolo con suavidad sobre las sábanas de seda, tan suaves como aquella piel trigueña que había tenido suerte en acariciar.

-¿Qué haces? ¿A dónde vas? –gimió desde la cama mientras nuevos lagrimones volvían a salir disparados de sus orbes café. La silueta poco visible de L se alejaba de su lado encaminándose seguramente hacia la puerta para dejarle solo, para abandonarlo otra vez, y no lo permitiría-. ¡No te vayas! ¡Quédate! –gritó con el sollozo obstruyendo su tono de voz transformándolo en uno mucho más agudo y aguachento. Se había caído al suelo ya que los mareos le impedían movilizarse, quiso correr tras él y se sintió un inútil al no lograrlo, al sentir que L se iba y no podía hacer nada al respecto.

-Debo irme –dijo el moreno mientras tomaba el picaporte de la puerta pero aun sin abrirla.

-Si lo haces te seguiré –Light sollozaba arrojado sobre el suelo, como un niño perdido.

-¿A dónde me seguirás? Estas ebrio y no puedes siquiera mantenerte en pie –había sido tosco pero es que aquel era tan jodidamente cabeza dura que estaba seguro que de marcharse, aunque Light no pudiera caminar, se arrastraría para seguirle.

-No me importa, lo haré de todos modos, aunque deba revolcarme por el piso.

L lo tomó de los brazos repentinamente provocando que el corazón del castaño diera un vuelco del susto, lo aprisionó contra una de las paredes. Light no perdió el tiempo y aunque sus movimientos seguramente serían de lo más lento y L lo notaría al instante, al menos debía intentarlo: buscaba la perilla de la luz en la pared; pero sus intensiones no duraron demasiado, L tomó ambas manos del castaño con tanta fuerza que le provocó cierto dolor en las muñecas.

Quería descargarse de la excitación que se había apoderado de su hombría, pero con alguien que buscara sexo casual y que le entregara placer por unos minutos ¡no con Light! Porque ¿Cómo corromper algo tan suave, tan delicado? ¿Cómo profanaría aquel cuerpo? ¿Cómo lograría detenerse y no embestirlo con fuerza cuando sus deseos más profundos, su testosterona, su hombría clamaban por su tierno retoño? ¿Cómo hacer para bloquear su cuerpo en el mismísimo momento en que su cerebro dejaba de funcionar y ya no habría más lógica que lograra frenar su excitación?

Apretó con mayor fuerza las muñecas de Light, aquel intentaba mirarle a los ojos, ver el rostro de L pero seguramente estaría demasiado perdido como para hacerlo, pero él, Elle, observaba aquellos ojos café con fijeza, las lágrimas que corrían por sus mejillas continuaban cayendo ¿Cuánto más lloraría? ¿Cómo su cuerpo no se había deshidratado todavía?

-No te vayas, por favor –imploró con voz quebrada, sus respiraciones se entremezclaban y estaban ambos tan callados, tan silenciosos y tan inmóviles, estudiándose, anhelándose en la oscuridad.

Su excitación subía cada vez más, ¡no era el momento, no era el lugar! Alguien podría ingresar por aquella puerta en cualquier segundo y los encontraría allí, ojeándose detenidamente en una escena bastante insinuante.

-No me obligues a hacerlo, cariño, me conozco, una vez que empiece no podré detenerme… Y mucho menos si es contigo –le fallaba la respiración, el calor ya hacía eco en su pelvis y comenzaba a embriagarse de excitación.

-Hazlo, quiero que lo hagas –chocó la punta de su nariz con la del moreno y en ese preciso instante fue que su cuerpo se desconectó de su mente, todo rastro de lógica y razonamiento fue echado por la borda y las emociones entraron en terreno.

Jamás pensó que un par de labios podrían saber tan suaves, tan delicados y tan húmedos: las lágrimas le habían empapado todo el rostro y cada rincón le dio un gusto a salitre. El pecho se le contraía en hipidos audibles.

-Deja de llorar, estoy aquí contigo ahora –le dijo al oído al tiempo que se despegaba de sus labios y besaba la piel de su cuello. Light cerró los ojos lentamente abrazándolo, pero otra vez volvió a sentir el peso del alcohol y cayó sobre L que lo abrazó con fuerza-. Estás demasiado ebrio, te llevaré a la cama.

Lo tomó entre sus brazos y lo trasladó por segunda vez al mismo lugar, Light se dejó caer sobre las sábanas no sin antes utilizar la poca fuerza que le quedaba para tomar los brazos de L y arrojarlo a su lado.

Le dolía mucho la cabeza y sus ojos comenzaban a cerrarse con lentitud aunque hacía esfuerzos divinos para que aquello no le sucediera.

-Promete que no te irás cuando me duerma, ¡promételo! –gimió, pobrecillo, seguramente siquiera se había percatado de que estaban en la recámara de Mikami y L le miraba con ternura en su seño. ¿Cuánta sorpresa, por no decir perturbación, le causaría a Mikami el ingresar a su dormitorio y encontrarse con un Light dormitando y a Riuzaky acurrucado a su lado? No, definitivamente no sería algo grato de presenciar.

Aun estaba despierto pero se podría decir que con un pie en el mundo real y el otro en el mundo de los sueños.

-Tú no estás aquí, es solo un sueño mío –decía con sus ojos cerrados y una voz cada vez menos audible-. Es demasiado bueno para ser real. Abrázame, L –suplicó con un tono tan aniñado, y se estremeció cuando el moreno pasó un brazo detrás de su nuca y al otro lo posó en su espalda atrayéndolo hacia sí, Light respiraba lentamente cayendo cada minuto mas y mas en los brazos de Morfeo mientras mantenía su cabeza sobre el pecho de L que comenzó a impacientarse por la difícil posición que había tomado el castaño y él luego debía pensar en cómo zafarse sin despertarlo una vez que estuviera plácidamente dormido-. No te irás ¿verdad? Promete que no te irás –eso fue lo último que dijo antes de caer rendido ante el sueño. L respondió con mucha tranquilidad en su voz para no alterarle aunque lo más seguro era que aquel ya estuviera profundamente dormido.

-Prometo que no me iré.

Light esbozó una dulce sonrisa.

Luego de varios minutos se alejó lentamente del cuerpo del castaño abandonándolo en la soledad de la habitación, le pareció extraño no oír a nadie. Al salir del apartamento unas pocas personas aun se encontraban arrojados ebrios sobre el césped, otros se habían preparado café y miraban la TV sentados en el sofá, por otra parte los chicos que habían estado en la piscina estaban arrojados en el suelo, mojados y probablemente más que ebrios. El lugar era un desastre, se apiadó de Light si es que debía ayudar a limpiarlo.

-Eu, tu, despierta idiota –le pateó la cabeza a un muchacho que estaba prácticamente desmayado en el suelo.

-¿Eh? –intentó verlo pero sus ojos estaban tan perdidos.

-¿En dónde está el dueño del apartamento?

-¿Quién es? No lo conozco –decía mientras dejaba caer su rostro nuevamente sobre el césped mojado.

-El que estaba agarrado de los cabellos con una rubia hace un rato.

-Ahh, sí, ese tipo -levantó la cabeza con dificultad-. Está en la comisaría junto con la rubia, parece que los vecinos alertaron de la música fuerte y cuando llegaron las patrullas los descubrieron peleando y se los llevaron –dijo todo amontonado y poco entendible, volvió a dejar caer con fuerza su cabeza sobre el césped.

Lo más probable era que Takada al estar metida en la pelea también se la llevaran.

Qué tarada es. Pensó el moreno, que ni llegara a pensar aquella que iría a recogerla a esas horas de la madrugada. Tomó su motocicleta y partió directo a su apartamento.

………………………………………………………………………

-¿Estás bien Light? No te ves nada bien –le dijo Sayu mientras desayunaba y en frente tenia a un castaño con pequeñas ojeras, la piel pálida, dolor de cabeza extremo debido a la resaca y algo ido, con la cabeza en otro lado.

-¿Qué dijiste?

-¡Que no te ves bien! Si mama llegara a ver las condiciones en las que llegaste, te matará -Light no respondía, realmente estaba pensando en otra cosa: revolvía el tazón de cereal que tenía en frente y miraba hacia abajo con unos ojos brillantes y soñadores-. ¡Light! ¿Me estas escuchando?

-¿Qué? –levantó la vista y la miró sorprendido. Mientras Sayu hablaba él recordaba el extraño sueño que había tenido la noche anterior, con L. Pareció tan real, le había dicho tantas cosas que sentía, que hubiera deseado decirle a través de Internet y aquel jamás le había dado la oportunidad. Y se habían abrazado, le había consolado, había dejado que el castaño llorase en su pecho...

Pero solo fue un sueño, el alcohol le había pegado de lleno.

Hasta habría jurado sentir verdaderamente su calor, su abrazo, sus palabras siendo pronunciadas… La voz continuaba sonándole familiar.

Estaba tan concentrado que ni recordaba que según su promesa, debía darse un golpesito por estar pensando en él.

Fue hacia su recámara, había dormido mucho y hasta muy tarde aquel día de descanso. En la noche había tomado la netbook para confirmar haber recibido algún que otro e-mail de la universidad, sus profesores que le comunicaran de algún trabajo, etc. Entre todos los mensajes en la bandeja de entrada había una dirección que estaba seguro que la había visto antes pero no recordaba donde.

Abrió el mensaje. En una cima decía enviado por: L.

¿Lo abriría o lo eliminaría sin verlo? Había hecho una promesa de cortarse los dedos si llegaba a buscar en la netbook nuevamente algo que tuviera conexión con L. Pero le carcomía las entrañas tener un mensaje suyo allí, a la vista y no saber de qué podría tratarse, ¿y entonces en donde había quedado aquella promesa que durante los últimos días le había costado tanto mantener en pie? Se fue por la borda en aquel momento junto con toda su dignidad y perseverancia.

Abrió el mensaje.

"Como lo sospeché desde un principio: eres hermoso".

Light quedó en estado de trance. Aun no lograba creerse lo que estaba leyendo, las palabras de aquel le clavaron en el alma como alfileres... se sintió hecho, se sintió feliz, se sintió con una taquicardia que le llegaba a las nubes. Regurgitaría de la emoción.

¿Entonces había visto la fotografía y le había gustado? Pero de ser así ¿qué explicaba su desaparición tanto tiempo? Debía responderle el mensaje más aun cuando lo intentó le fue imposible y se desesperó luego de fracasar varias veces. ¿Cómo había conseguido L su dirección de correo electrónico? ¿Había investigado sobre él?

¿Le había parecido hermoso?

Comenzó a temblar y recordó el sueño que tuvo con aquel, le subió el calor hasta las orejas y se sonrojó completamente, sintiendo que le hervían los poros.

Entonces… ¿solo había sido su imaginación? ¿L no había estado evitándolo todo ese tiempo?


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