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Todos aman a Light por Camila mku

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Notas del capitulo:

Muchísimas gracias a todos por sus reviews. Me esforcé muchísimo en este capítulo. ¡Son 34 hojas Word! 

Espero lo disfruten al igual que yo al escribirlo :) ¡Y comentenn!!! Yo leo todos los comentarios y los agradezco a todos!!!!

Riuzaky frunció el ceño con asco y miró hacia la puerta de la cual había salido el moreno hacía unos minutos, no dijo nada pero sus pupilas encandecidas hablaban por sí solas.

─Am… estaba… ─comenzó a tartamudear. Llevaba encima ropas oscuras con cadenas, Light nunca vestía de esa manera: en algo raro andaba, y resultaba hasta extrañamente insinuante que estuviera saliendo del apartamento del pelinegro... Y con las ropas de éste. Comenzó a atar cabos en su mente pero se rehusaba a creer que algo había entre aquellos dos, es que no podía ser.

─No te interesa ─respondió el pelinegro mucho más rápido que cualquier reflejo que Light pudo haber tenido.

El castaño se volteó para mirarle de manera desaprobatoria, Riuzaky solo alzó los hombros sin quitar ese gesto despectivo y arrogante de su rostro. Trató inútilmente de respirar profundo para hacer desaparecer el rubor en sus mejillas, podía ver como en los ojos de Mikami había cierta sospecha de lo que ocurría allí.

No sabía si le importaba lo que pensara su amigo de aquellas “andanzas” de él con el pelinegro, pero allí justamente fue que logró reordenar sus pensamientos. Aquel momento en ese pasillo había sido clave: al tener a Mikami y a Riuzaky juntos pudo redescubrir sus propios sentimientos.

Mikami tenía una mirada sumisa pero la de Riuzaky era tan profunda que lo hacía temblar como un junco.

Mikami le despertaba cierta ternura, pero Riuzaky le envolvía en un halo de calor abrazante y fuerte, casi palpitante, casi palpable.

Y definitivamente veía a Riuzaky muchísimo mas atractivo que Mikami (que va, estaba a años luz de poder ser tan guapo como aquel). Era extraño porque si debía ser objetivo entonces resultaba obvio que entre los dos pelinegros el más guapo físicamente era Mikami, pero a ojos de Light el más atractivo (y por mucho) era  Riuzaky.

No cabía dudas… le gustaba mucho aquel moreno de tatuajes, ¿de no ser así que hacía allí saliendo de su apartamento? Si no le gustaba entonces ¿Cuál fue el motivo de haber corrido hasta el puente debajo de la lluvia solo para su encuentro? Y es mas, mucho mas: le había pedido, exigido e implorado que lo besara.

Si… le gustaba mucho. Pero ¿y L? ¿Qué había sucedido con L? ¿Acaso ya no le gustaba? No, no podía mentir, Light jamás sería un hipócrita, amaba a L con todo su corazón, ya comenzaba a sentirse realmente afectado por su repentina huida (que parecían ser cada vez mas seguidas con ultimidad), pero extrañamente Riuzaky había aparecido con una faceta diferente que le había hecho cambiar de parecer al castaño, ya no le encontraba un ser grotesco ni mucho menos malvado, ahora le demostraba ser todo lo contrario y finalmente debió aceptar que Riuzaky estaba siendo un anestésico muy fructífero ahora que ya no tenía a su L.

Riuzaky había logrado ocupar (medianamente) el hueco que había dejado L en su corazón, aunque no se le comparaba por supuesto, el sentimiento hacia L era muchísimo mas fuerte que el que tenía con Riuzaky, aun así no podía dejar de pensar que realmente le gustaba aquel hombre y que ese “pícaro atractivo” que tenía aquel iba creciendo con el pasar de los días, ¿llegaría algún día en el que los sentimientos por Riuzaky serían tan fuertes como los que tenía Light por L? ¿Podría Riuzaky hasta suplantar a L? ¿Llegaría a enamorarse del pelinegro?... Demasiadas dudas y poca imaginación como para responderlas a todas juntas. Debía dejar de pensar, no era el momento ni el lugar para ello, debía idear una mentira creíble para que Mikami dejara de ojearle de la manera en que lo estaba haciendo: con desconfianza.

Abrió la boca para hablar, sintió los ojos punzantes de Riuzaky clavándosele en la espalda. Más le valía contar la historia omitiendo varios detalles vergonzosos para aquel o realmente el pelinegro se enfadaría con él.      

Light supuso que probablemente Ryuga le gritaría si contaba a Mikami el hecho de que lo había hallado entristecido bajo la lluvia. Mejor no meter la pata y hablar con cuidado.

─Solo salí a pasear en la noche y me encontré con Riuzaky y… me invitó a tomar un café en su apartamento, eso es todo ─Mikami le miró, desconfiando de que aquello pudiera ser verdad. Se notaba a kilómetros cuando Light mentía, era demasiado obvio. Miró a Riuzaky sospechosamente, con ojos inquisidores. Aquel le devolvía una mirada fría y rasgadora.

─Yo voy directo para casa, ¿quieres que te lleve? ─ni bien hizo la pregunta, Light giró su cabeza como una lechuza para mirar a los ojos al otro pelinegro, que estaba parado detrás del castaño.

Mikami no supo como reaccionar ante aquel “reflejo” de Light, como si el castaño le estuviese pidiendo algo con la mirada a Riuzaky.

─No, no debes molestarte, Mikami, enserio. Me lleva Riuzaky, de todos modos gracias por ofrecerte ─había dicho con una sonrisa de satisfactorio regocijo. Aun así había sonado cortante, como deseando que su amigo no acotara mas nada.

─Pero afuera está lloviendo muy fuerte, no pensarán ir en motocicleta… ¿o sí?

─Riuzaky no solo tiene motocicletas, Mikami. También tiene un coche, enserio, él me lleva. No te preocupes por mí, estaré bien.

Mikami no dejaba de ojear de mala manera al otro pelinegro, sacándole chispas con la mirada, le caía bastante mal, ¡realmente mal! Sobre todo luego de lo ocurrido el día en que Light le comentó del atrevimiento al cual se dio el lujo de tener aquella noche. Y entonces ahora era cuando no comprendía nada: ¡Light se había estado quejando de él y de la pechoría de haberle besado! Y él, como buen amigo, había salido a enfrentar a Riuzaky para protegerle… y ahora lo encontraba allí, diciéndole que no se preocupara por él y que iría a su casa en compañía del moreno aquel. Ya ni sabía que pensar, era como si el mundo se le hubiera puesto patas para arriba, no entendía nada o al menos lo que hubiere ocurrido los días en que él estuvo muy  ausente en compañía de Lían.

¿Qué demonios le pasaba a Light? Ya no parecía detestar a muerte a aquel tipo, algo raro ocurría.

─Tu amigo tiene razón, Yagami. ¿Por qué no vas con él? De todos modos es lo mismo que te lleve él o yo, ¿no es así? ─sonrió de mal agüero, sabía a la perfección que así no era. Light había intentado por casi diez minutos convencer a Mikami para pasar un rato mas en compañía del moreno, pero ahora de la nada aquel tipo echaba por la borda todos sus esfuerzos, ¡maldito Hideki! No sabía si lo hacía para intentar fastidiarlo o solo para volver a ser un cabrón como siempre.

─Si, yo te llevo, Light. No es problema para mí.

Bufó, rodó los ojos disimuladamente para que su amigo no presintiera su enojo. Acabó accediendo a la propuesta del moreno de cabellos largos y éste con una sonrisa le dijo que ya estaba listo para partir junto a él.

─Mikami tú ve yendo hacia el automóvil, yo iré enseguida. Tengo que hablar unas cosas con Riuzaky ─decía mientras con simulación rascaba el puente de su nariz (intentando no darle tanta importancia al asunto).

Su amigo continuaba sin darle demasiado crédito a las palabras de Light, realmente estaba preocupado por la repentina cercanía que estaba teniendo últimamente con aquel. Según su experiencia, Riuzaky no aparejaba nada bueno.

─Bien. Iré. Pero tú ni se te ocurra ponerle un dedo encima a Light, ¿oíste? ─señaló con el dedo índice, acusándolo.

─Tranquila, nena. No lo haré ─sonrió de medio lado.

Una vez que Mikami partió, dejándolos solos en el pasillo, el castaño se volteó para mirarle directamente a los ojos, aun así Riuzaky habló primero.

─Tu amigo es muy preocupón, debería conseguirse una pareja que lo soporte y dejarse de andar molestando.

─¿Por qué le dijiste eso? ¡Se suponía que tú ibas a llevarme! Así lo pactamos.

─De todas formas si te hubiera llevado yo, tú hubieras sido el conductor. Aun no se me esparcen por completo los efectos de la droga, Light.

A veces las frases echadas por Riuzaky parecían tener un doble sentido escondido. Debía agarrarlas con pinzas, estaba seguro de creer que el moreno realmente se preocupaba por él. Aunque a veces también parecía estar tomándole el pelo.

─Si yo conducía tu coche hasta mi casa, ¿Cómo harías tu para regresar aquí, si es que aún estas bajo los efectos de la droga, en tu opinión? ─interrogó con suspicacia, ya creía que ese tipo le estaba haciendo una jugarreta de las suyas─. ¿No crees que hubieras sufrido un accidente al regresar hasta aquí tú solo?

─Me da igual como llegue yo a casa. Siempre y cuando tú llegues bien a la tuya, eso es suficiente para mí.

Light bajó los hombros. Se le afloró la laringe y sintió el pecho abrírsele en dos. Le inundó una sensación muy bonita de calidez, cuando Riuzaky hacía o decía cosas como aquellas tan bonitas para alguien de su “condición” resultaban desarmarle por completo a Light.

Cada vez se sentía más atraído hacia él.

─Tampoco te vayas a largar a llorar, Yagami. Es solo un gesto de “buena letra” ─dijo dibujando las comillas con las manos, como dándole menor importancia al asunto, aunque en su interior sabía que lo de mayor jerarquía en su vida siempre habían sido los ligamientos de amor, y ahora Yagami era uno de ellos (y uno de los más importantes). Simplemente no lograba ser indiferente para con aquel, aunque se lo propusiera.

De repente Light arrojó todo su peso encima del pelinegro en un abrazo dulce y reconfortante. Echó un largo suspiro sobre su oreja. Apoyó su cabeza en aquel hombro y continuó apretándolo con sus brazos, con los cuerpos pegados uno contra el otro difundiéndose calor. Estaban vestidos de pies a cabeza pero Light se sintió desnudo al abrazarlo, recordando miles de cosas que se paseaban en su cabecita morbosa. Riuzaky no se movió ni un milímetro, lo había dejado estático aquel movimiento sin aviso por parte del castaño y ahora solo se dedicaba a abrazarlo.

Lograba oír con detenimiento las palpitaciones del corazón de Light. Era hermoso, parecían pequeños retumbes de tambor aflorándose en el cuerpo del castaño y atravesándolo hasta llegar a Riuzaky. Se sentía muy bien, se sentía dulce, se sentían casi como si fuesen ambos un mismo cuerpo.

Light lo sujetaba con fuerza, si continuaba así no lo soltaría en mucho tiempo.

─Anda, ve. Te está esperando ─dijo intentando apartarlo de su lado y quitarle las manos de encima con ímpetu, pero el castaño hacía fuerza opuesta.

Cuando logró despegarse de su agarre, Light habló.

─Enserio, prométeme que harás lo imposible por no hacerlo, ¡promételo! ─exigió.

Sus ojos café lucían acuosos. Le lastimaba mucho estar consciente de que hería los sentimientos de Light con su adicción. Aunque en realidad últimamente había sido el trigueño el único foco de todo su embrollo con las drogas, claro que jamás iría a echarle la culpa al castaño por su debilidad por los estupefacientes. Pero tenía la impresión de que al estar en una situación amarga con Light, acababa drogándose peor que nunca. Por el contrario, si Light le demostraba afecto, era razón suficiente para mantenerse atado a la realidad y no consumir narcóticos hasta nuevo aviso.

─Te lo prometo. Ahora vete ─Light se fue alejando lentamente de la cercanía que mantenía con Riuzaky.

Caminó por el pasillo hasta el ascensor, pero lo hizo de espaldas para no perderse ni un detalle de la imagen del moreno.

Le guiñó un ojo y con una sonrisa de lado se metió a su apartamento dando un portazo.

Unos minutos después, Light se acercó al automóvil de Mikami con las manos dentro de los bolsillos, sufriendo el intenso frío de la madrugada a más no poder. El coche permanecía con el motor encendido al igual que las luces. La verdad era que Mikami estaba siendo muy amable al proponer llevarle. En realidad, el pelinegro ya era amable por naturaleza.

Abrió la puerta del acompañante mucho antes de que Light llegara a apoyar la mano sobre la manija.

Tomó asiento dentro del coche, frotó ambas manos entre sí para infundirse un poco de calor. El aire calefaccionado dentro de aquel ambiente contrastaba bastante con el de la noche, que era fría y húmeda, las gotitas de la lluvia comenzaban a hacerse cada vez más suaves pero la helada era potente.

─¿Pasa algo? ─preguntó al ver el rostro rígido de su amigo, que evitaba mirarle a los ojos. El ambiente se volvía tenso.

─Nada ─respondió más cortante que nunca. Mikami no solía ser tan frío, algo malo ocurría, obviamente). Tampoco era el pelinegro una persona que resultara ser muy paciente, y gracias a esa deficiencia es que acabó explotando más rápido de lo que él mismo supuso─. Yo sé que todo esto que está sucediendo no es de mi incumbencia Light, pero hasta hace unas pocas semanas me habías jurado estar perdidamente enamorado de L. ¿Y entonces…? ¿Y que es todo esto con Riuzaky? ¿Acaso te gusta? Porque si algo está ocurriendo yo quiero saberlo, de veras que parece como si te gustara ese tipo ─Mikami no tenía la mirada triste, tampoco desilusionada o envidiosa, más bien parecía sorprendido y algo preocupado.

Le había molestado bastante que su amigo se metiera en sus problemas íntimos así como si nada, ¡eran sus problemas y de nadie más! Tal vez no debió haberle contado sobre su vida privada. Ahora no sabía si arrepentirse por haber hablado.

─Light, yo no intento meterme en tu vida, adivino que es eso lo que estas pensando por el gesto que tienes ahora mismo. No te enojes conmigo por replantearte esto. Pero es que realmente me preocupas, ¡ese Riuzaky no es buena gente! Saldrás lastimado con él. Deberías replantearte lo que realmente sientes porque no te espera nada bueno si sigues viéndote con él.

─¡Mikami! ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! Tu sabes muy bien que yo puedo hacer lo que quiera con mi vida al igual que todo el mundo ¿o es que acaso yo te reprocho por estar todo el tiempo con Lían? ─el pelinegro estuvo a punto de hablar para contradecir a su acompañante, pero Light fue más rápido y lo calló al instante─. Riuzaky no es mala persona, es solo que tú no lo conoces lo suficiente.

Mikami resopló, como queriendo largar mil y una palabras pero procesándolas para no acabar hiriendo al castaño.

─Yo solo sé que él no me da buena espina, y tu sabes que yo nunca me equivoco en eso con las personas.

Light bufó haciendo un lado la cabeza, empañó el cristal de la ventana con su respiración. Ahora miraba hacia afuera como queriendo sumirse en aquel paisaje gris nocturno, lleno de melancolía.

─No lo conoces ─estaba porfiado, y de esa manera jamás iría a darle la razón a Mikami. Realmente se había empecinado con Hideki, estaba haciendo pura escena de capricho y por mas que el pelinegro insistiera en que se alejara de aquel, sabía a la perfección que cuando Light se le ponía una idea en la cabeza, era imposible quitársela hasta que lo viera él con sus propios ojos. Y Mikami esperó que eso fuese pronto o sino su amigo realmente sufriría las consecuencias.

─Está bien, Light. Tú ganas. Si crees que él está bien entonces por mi es igual, solo que no quiero que salgas lastimado, eso es todo lo que me interesa.

Guardaron silencio. Mikami no estaba siendo cruel, solo intentaba colocarle una barrera de protección, en realidad intentaba cuidar a Light. Eso jamás podría ser malvado. Apreciaba a Mikami, pero él tenía derecho a estar con quien él quisiera y a equivocarse como cualquier otra persona lo haría.

─Solo necesito mi espacio como cualquier persona normal. Es lo único que quiero ─acabó diciendo con la mandíbula apoyada sobre su palma derecha y entrecerrando los párpados, con la mirada perdida en el paisaje efímero que pasaba fuera del automóvil.

Luego de varios minutos en silencio, el pelinegro estacionó el automóvil frente a la acera del castaño.

─Cuando me vaya, quiero que me jures que te protegerás de Riuzaky, por favor ─suplicó con la mirada vidriosa.

─¡Mikami! ¿Qué te hace pensar que él podría llegar a querer hacerme algún tipo de daño? Riuzaky es completamente inofensivo. Es como cualquier persona, no entiendo porque últimamente te la traes con él. Si tan solo le dieras una oportunidad sabrías de lo que estoy hablando.

El moreno giró la mirada para posarla sobre el parabrisas. Él no era estúpido, sabía que clase de persona era ese tal Hideki. Mikami estaba seguro de que ingería marihuana u otro narcótico, se le notaba por el rostro frígido que tenía y por movimientos lentos cuando parpadeaba o hacía algún gesto (si, Mikami se había tomado el tiempo de sacar detalle a la figura de Riuzaky y había descubierto muchas cosa de él con ello). El hombre de tatuajes tenía las pupilas todo el tiempo dilatadas hasta un extremo: eso significaba que consumía cantidades peligrosas de estupefacientes. No quería ver a alguien como Light con un tipo de mala muerte como era aquel, su amigo se merecía algo muchísimo mejor que ni siquiera Mikami mismo podía brindarle.

Solo esperaba que el castaño tomara consciencia de su futuro y no se dejara arrastrar por alguien como aquel tipo, que por más inteligente y brillante que fuera, un drogodependiente siempre será eso: dependiente.

─Solo júralo, por favor.

En aquel momento su cerebro se descolocó y sintió como si Mikami estuviera representándolo a él mismo: suplicando por promesas poco realizables solo para tener un halo de esperanza. Le hizo recordar a él cuando exigía juramentos a Riuzaky que eran poco probables que el moreno cumpliera. Se sintió bastante mal al estar preocupando a Mikami. Él era consciente de su vida y de lo que quería hacer con ella pero al verle tan intrigado y con los nervios de punta no podía no sentir pena por aquel, solo trataba de tenderle una mano como el buen amigo que era. Agradeció tener a alguien tan bueno a su lado como era Mikami.

Enredó sus brazos alrededor de los hombros del moreno y depositó un beso en la mejilla de aquel. Se separó de inmediato con una sonrisa en el rostro.

─Descuida, yo podré cuidarme solo, ya lo verás. Además, cuando te vayas iré a visitarte todos los fines de semana ─no quería separarse de Mikami, le dolía el hecho de saber que pronto se iría y probablemente dejaran de verse y hablarse durante mucho tiempo, quien sabe, quizás pasen años hasta que vuelvan a tener una conversación como aquella. Por ese motivo Light juró para su interior que el poco tiempo que tenía al lado de Mikami lo aprovecharía al máximo─. Y saldremos los dos al cine y a restaurantes, ¿Qué te parece la idea?

Ambos sonrieron, pero la sonrisa del pelinegro era mucho mas picarona, mas ocultista.

─Supongo que seremos tres ─respondió, dejando a Light con el pensamiento paralizado.

─¿Cómo? ¿Acaso…?

─Así es. Ya lo hemos decidido. Lían se muda conmigo.

─¿Qué? ¿Por qué? ¡Pero si es demasiado pronto, aun no lo conoces!

─Me gusta mucho él, Light. Ya hemos compartidos muchísimas cosas este último tiempo que pasamos juntos y creo que es justo la persona que he estado buscando. Él es perfecto para mí.

─Pero… no… ─se había quedado estupefacto, mutando al hablar como pez fuera del agua─. ¿Estás seguro? Es una decisión muy importante, ¿no sería mejor que lo hablaran con cuidado primero?

─Ya es decisión tomada, Light. Él se va conmigo a Tokio ─dijo firme como todo un hombre. Mikami siempre había sido mucho más maduro que él, pero ahora se notaba cada vez más aquel rasgo distintivo del pelinegro.

Light no tuvo nada que objetar, si eso era lo que su amigo quería entonces bien. Él no iría a reprocharle nada, después de todo era la vida de aquel y podía hacer lo que quisiera con ella.

─Ve a descansar, Light. Se te nota bastante adormecido ─dijo con dulzura a la vez que estiraba el brazo frente al cuerpo del castaño para lograr abrir la puerta del acompañante desde adentro del coche.

Saludó a Mikami, luego de que el automóvil se marchara, trepó por el pequeño rejado pegado a la pared trasera de la casa (que su madre utilizaba para colgar plantas decorativas, tenía forma de panal de abejas). Hizo el menor ruido posible para no ser delatado por el ladrido de ninguna de las mascotas de sus vecinos. Como supuso: el ventanal de su alcoba estaba abierto como lo había dejado al salir. Se introdujo a su habitación con rapidez, se colocó el pijama doblando con ternura las ropas que le había prestado Riuzaky. A la mochila negra del moreno la dejó en una esquina prometiéndose recordar que debía lavar su ropa mojada por la lluvia.

Se desperezó un poco, bostezó y se echó de un salto a la cama, recordando los besos de Riuzaky sobre sus labios.

Durmió pacíficamente pensando en aquel.               

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El resto de la semana se sintió un poco mejor, no solía tener clases hasta en la tarde, por lo que podía disfrutar de las horas que le quedaba pasar en casa en las mañanas. Utilizaba la mayoría de las horas para estudiar.

Todo estaba saliendo bien, a no ser por un par de detalles: su padre no le había hablado en toda la semana, había pasado cerca suyo varias veces pero lo evitaba, como si Light no existiera. Eso empezaba a incomodar al castaño, se preguntaba si Soichiro estaría enfadado con él por alguna razón particular. Gravó en su memoria que debía hablar con su padre cuanto antes posible, ya que realmente sospechaba que aquel hombre lo estaba evitando.

Por otra parte: su madre y Sayu continuaban igual de bien. Nada había cambiado en ellas, todo continuaba siendo perfecto.

Uno de aquellos días en la Universidad, el profesor regordete que tenían en la mayoría de las materias, estaba hablando muy entusiasmado sobre los peritos forenses, su ayuda en las investigaciones policiales y lo fructífero que resultaba su ayuda para resolver de manera más rápida los casos.

Golpeaba constantemente la mina del lápiz sobre el pupitre dejando pequeñas marquitas grisáceas. Estaba con la mente en otra parte, divagando.

Mikami le picó el hombro con el dedo índice para llamar su atención.

─¿Está aburrida la clase, no? ─rió por lo bajo, atento a las reacciones del profesor (que continuaba hablando con euforia al alumnado).

─Si, un poco ─sonrió y paró ese golpeteo constante con el lápiz.

Mikami continuaba observándolo, Light estaba aún más decaído que los últimos días (ese comportamiento venía haciéndose constante en el castaño y ni que decir que le preocupaba bastante).

─No te habrás quedado pensando en lo del otro día ¿o sí? ─preguntó el pelinegro, a punto de  disculparse con su amigo por si hubo de herirle los sentimientos con algo que dijo anteriormente mientras estuvieron en el carro.

─No, no. No es eso. Es… por otra cosa ─el pelinegro estuvo a punto de cuestionarle, pero antes que lograra decir una palabra, Light habló:─. Es por mi padre, no lo sé, es que estuve notando que está muy serio conmigo, como molesto, sabes. No si hice algo que no le gustó, o algo por el estilo. Me gustaría estar al tanto si me entero de que está enfadado conmigo, o al menos que me diga el motivo.

─Tal vez sólo está malhumorado por tanto trabajo… Quizás no intenta ser descortés contigo, solo está atrofiado de tantos casos que debe resolver.

Mikami tenía razón, tal vez no debería hacerse tanto problema y dejar de echarse la culpa por todo. Quizá el pelinegro tuviera razón y Soichiro simplemente estuviera hasta la coronilla con el empleo. Aunque no podía dejar de pensar que probablemente aquel hombre tenía una edad adulta y era demasiado el trabajo con el cual debía cargar, además de tener el deber de mantener a toda una familia.

No, no dejaría que su padre se ocupase de él el tiempo que le restaba, ya de por sí era cansador tener que mantener los gastos escolares y universitarios tanto de Sayu como de Light, quizá Soichiro necesitaba algún otro ingreso de dinero a la casa como para mantener las cuentas.

Tal vez él ya estaba demasiado grandecito como para que su padre lo estuviera manteniendo.

Necesitaba un empleo.

Pero los horarios de la Universidad eran poco flexibles, no sabía si podría mantener una carrera junto con un trabajo, a sabiendas del esfuerzo mental y físico que ambos requieren. Tal vez se le complicaría demasiado mantener buenas notas si además debía volcarse a un empleo.

Aunque de conseguir uno, probablemente fuera de medio tiempo. Sabía a la perfección que los horarios de las comisarías policiacas y oficinas de ese rubro, estaban todas desde la tarde hasta la noche investigando. No era factible con sus horarios de Universidad. Mejor hallar un empleo al cual pudiera asistir en la mañana, (ya vería como haría aquel día en que debía cursar una materias a las ocho de la mañana, tal vez iría a hablar con el rector para que lo cambiara de horario).

Si, un empleo de medio tiempo ayudaría bastante a soportar las cuentas de su hogar, o al menos para que Light pudiera mantener él mismo sus gastos universitarios.

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─Bien, comienza diciéndome tu nombre y edad ─exigió el hombre detrás del escritorio de madera, agachando la mirada hacia los papeles que sostenía firmemente con las manos. Eso era bueno: tranquilizaba a Light, pero comenzó a ponerse realmente nervioso cuando el hombre (de unos cuarenta años, supuso el castaño) volvió a clavar su mirada sobre él.

─Yagami Light ─dijo retorciéndose los dedos entre sí. No quería demostrar su incomodidad pero saltaba a flote como nunca, ¡era su primer entrevista de empleo!

─No te pongas nervioso, Yagami. Son simples preguntas, no voy a comerte ─soltó el hombre con una sonrisa gigantesca mostrando sus dientes chuecos. Con ello consiguió que Light se relajara un poco─. Bien, prosigamos. ¿Tienes hijos/as?

─No.

─¿Estás en pareja? ─Light se sorprendió con las preguntas, ¿era normal que en una entrevista de trabajo, cuestionaran cosas privadas como aquellas? Creyó que simplemente le irían a pedir el Curriculum o a preguntarle sobre sus experiencias en empleos anteriores.

─Am… ─intentaba no tartamudear, pero los nervios le ganaban, era una fea situación por la que estaba pasando. Además estaba al tanto de que la seguridad en uno mismo era lo más importante para dar una buena impresión al entrevistador, que ahora anotaba algo en un papel que llevaba en las manos, Light esperó que no fuera un adjetivo negativo suyo─. Si, estoy en pareja.

─¿Convives con tu pareja? ─preguntó el hombre, aun con el lapicero en la mano. Light lo miró de manera extraña, ya empezaba a atemorizarse por la clase de preguntas que le estaba haciendo─. No debe poner ese gesto, joven Yagami. En realidad estas preguntas las hago por una razón simple: si usted convive con una pareja entonces resulta probable que fueran a pensar en tener un hijo pronto, ¿me explico? Cuando uno convive con otra persona, la relación ya se vuelve formal. Y en caso de que usted decidiera tener un hijo entonces nuestra institución deberá pagarle a usted licencias por paternidad, eso es un gasto para nosotros, el cual nos gustaría poder ahorrarnos ─el hombre rió.

─No convivo con mi pareja. De todas formas, ambos somos del mismo sexo por lo que eso de tener hijos resultaría imposible.

El entrevistador preció sorprenderse bastante con la declaración de Light.

─Oh… am… está bien ─ahora era él quien tartamudeaba─. Dime, ¿tienes experiencia en algo que se relacione con la medicina?

─La verdad es que no. Estudio para Licenciatura en Criminalística. Ya estoy a punto de recibirme, lo que sucede es que necesito un empleo de medio tiempo para mantener mis gastos universitarios.

─Pero acabas de decirme que estás a punto de recibiste, ¿mientras tanto quien ha mantenido tus gastos de estudio?

─Mi padre.

─¿Y por qué decides ayudarle ahora y no decidiste hacerlo antes? ¿Tu padre es el único ingreso monetario que tienes?

─Porque últimamente estuve notando que mi padre necesita ayuda para la manutención del resto de la familia. Tal vez yo pueda serle de ayuda.

─Pero si estas a punto de recibirte en tu carrera, ¿no crees que sería útil que ya comenzaras a realizar prácticas detectivescas o policiales, en vez de planear ingresar como ayudante de enfermero en este Hospital? Disculpa si mi vocabulario es algo rústico en este sentido, es que no sé demasiado sobre la carrera en la que estás metido.     

─Bueno, siéndole sincero, los trabajos referidos a mi carrera suelen tomar todo el día, con eso de las investigaciones, etc; No digo que no me guste, yo estudio con mucho placer la carrera, la adoro. Pero dudo poder sostener las buenas notas si trabajo en un empleo a tiempo completo. Por eso he decidido meterme a un trabajo de medio tiempo.

─Ya veo. ¿Y te dan algo de medicina en alguna materia o…?

─A decir verdad tenemos una materia llamada “Técnicas forenses” donde se nos platica y se nos obliga a hacer trabajo grupales sobre el cuerpo humano y cuestiones similares, aunque obviamente el objetivo de la materia es que los alumnos podamos descifrar si hay indicios en el cuerpo de la victima que pueda presumir que fue un homicidio.

─Entonces ya tienes algo de conocimientos sobre el tema. Eso está muy bien. De acuerdo, veo que tienes interés por el empleo, además se te nota un muchacho bastante comprometido y responsable. Pero debo hacerte un par de preguntas más para estar del todo convencido. ¿Te genera algún tipo de desagrado o impresión el hecho de ver agujas, inyecciones, sangre, o algo por el estilo?

Miente, miente, miente. Esta vez el rostro de Light se transformó en uno más serio. ¡Debía mentir, y muy bien, si es que de veras quería el empleo!

─No, para nada ─aseguró, esperó que no se le notara demasiado el hecho de que le  estaba engañando.

─A pesar de estudiar otra cosa, que poco tiene que ver, creo que eres adecuado para este puesto. Sí. Te comento los horarios para que ya vayas adecuándote a ellos, ¿te parece?

─Si, claro. Yo estoy disponible. ¿Podría decirme por favor de cuánto dinero estamos hablando?

─Bien, si contamos el trabajo de un enfermero que labora ocho horas en este Hospital, estaríamos hablando de un sueldo de aproximadamente tres mil quinientos. Ahora bien, tú serás ayudante de una enfermera, y además no trabajarás ocho horas sino cinco, a partir de las ocho de la mañana hasta la una de la tarde ¿no es así?

─Si, ese horario me dejaría conllevar adecuadamente mis materias en la Universidad.

─De acuerdo, entonces creo que estaríamos hablando de un sueldo de mil seiscientos, no más. Además, tu trabajo no es demasiado laborioso como el de los enfermeros, tú solo debes ayudar a los pacientes a ducharse, cambiarse, apagarles o encenderles la TV, fijarte de que hayan comido lo debido. ¿Te parece bien el sueldo? 

─Si, si. Me parece bien. Yo solo busco ser de ayuda a mi padre y creo que con ese dinero podré serlo.

─De acuerdo. Entonces si está todo listo, te presentaré a la enfermera con la cual vas a trabajar mientras yo lleno unos papeles de cuestiones administrativas que precisa el Hospital. Empiezas mañana en la mañana ¿te parece?

─Si, claro. Cuanto antes, mejor.

─Bien, acércate, por favor. Pasa por esta puerta, en el pasillo estará esperándote Rosa, ella es la enfermera. Yo me quedaré aquí en la oficina a llenar el papelerío.

Light cerró la puerta tras sí y se adentró en aquel oscuro pasillo. Estuvo esperando como diez minutos en la soledad, ya empezaba a exasperarse. Era tarde y debía irse a casa, le había dicho a su madre que saldría en busca de empleo porque ya no toleraba el tener que ver el rostro amargado de su padre de tanto trabajar. Su madre le reprochó, diciendo que no era necesario y que probablemente Soichiro se enfadaría mucho con Light si éste le daba a entender que con el sueldo de su padre no era suficiente para mantener su vida (como siempre, ese estúpido ego machista que solían tener los hombres como su padre).

Y ahora ahí estaba, bastante cansado ya que se había pasado la tarde de entrevista en entrevista. Había rebotado en empleos relacionados con restaurantes o tiendas, también en los que implicaban la cocina o saber hacer pasteles y demás cosas que él no tenía ni idea. Y había parado allí, al Hospital de la capital de Kanto, donde un aviso de “se busca joven para ayudante de enfermero”, le había llamado poderosamente su atención. Y finalmente había conseguido el empleo, ¡se moría de las ganas de comunicárselo a su familia!

─¿Tu eres Light? ─una mujer regordeta de cachetes grandes le sonreía a un lado. Había apoyado su mano sobre el hombro del castaño─. Acaba de llamarme Asahi al móvil para comunicarme que me ha encontrado un ayudante. ¿Eres tú, no es así?

─Si, yo soy. Encantado de conocerte ─le tendió la mano en forma de saludo cordial. La mujer sonrió.

─Bien, Asahi me dijo que empezabas mañana en la mañana y que estarás hasta la una p.m. Déjame explicarte como es el modo de trabajo, tú llegas y me ayudas a acomodar los sueros de los pacientes en el pabellón de los ancianos mientras yo les inyecto vitaminas con una jeringa. Luego nos dirigimos al pabellón de las embarazadas a punto de dar a luz y las ayudamos a realizar ejercicios de relajación y respiración. Y finalmente nos dirigimos al pabellón de niños y los bañamos, pero ten cuidado, muchos de ellos tienen sarampión o viruela. Más vale usar barbijo.

Luego de hablar un poco más sobre cuestiones laborales, la mujer se despidió de Light y lo dejó marcharse a casa ya que en la mañana ambos tendrían mucho trabajo que hacer.

Cuando llegó a casa abrió la puerta lentamente. Dentro había un halo de silencio muy cálido, casi satisfactorio luego de tanto bullicio al caminar por las calles de Kanto. Era tarde, chequeó el reloj postrado en la pared de la sala de estar, se precavió que eran más de las diez p.m. Frotó sus ojos con los puños para desperezarse un poco, tenía bastante sueño.

Tragó espeso y caminó con lentitud y pesadez hasta la cocina donde su madre estaba sola inmersa en toda aquella soledad, mutaba una vieja canción que trasmitía el radio en una esquina del ambiente a bajo volumen.

No se había percatado de la presencia de su hijo. La mujer le daba la espalda mientras parecía estar batiendo algo dentro de una taza, probablemente fuera café.

Se acercó con lentitud a ella, intentando no hacer ruido para tomarla por sorpresa y hacerle una jugarreta como cuando era niño.

─¡Buh! ─gritó, e instantáneamente la mujer se tensó como un manojo de nervios, por poco y soltaba la taza que sujetaba con la mano.

─¡Light! ¿Estás loco? Pude habérseme caído la taza al suelo, ¿y si se rompía?

─Pues, entonces nos quedaríamos tan solo con doce tazas ─sonrió.

─No me parece gracioso ─negó, sosteniendo que las cosas debían cuidarse. Aun así le resultaba extraño la simpatía que su hijo llevaba encima, no es que aquel fuera agrio a diario pero esa sonrisa delataba algo mucho más profundo─. ¿Y…? ¿Qué pasó?

─¡Me aceptaron, mamá! ¡Comienzo en la mañana! ─dijo eufórico mientras abrazaba a la mujer y ésta caía en su pecho con emoción.

─¡Qué bien, cariño! Sabía que lo lograrías… ─ella bajaba y subía los hombros de manera abrupta.

─Mamá… ¿Mamá, estas llorando? ─reprochó el castaño, en parte sorprendido y en parte enternecido.

─Es que me da mucha melancolía ver como se pasa la vida. Tú y tu hermana crecen cada vez más rápido y se transforman en gente adulta ─no se le entendía demasiado claro, ya que la boca de la mujer chocaba contra el pulóver de Light, aun así la idea en singular la había captado. Y eso lo enterneció mucho.

─Shhh… calma mama, no llores. Sabes que nunca vamos a abandonarte ni Sayu ni yo. No tienes por qué ponerte así, el hecho de que crezcamos no hará que nos separemos ─acariciaba con ternura la cabeza de su propia madre. Le causaba hasta cierta angustia también a él. No negaría que eran horas de la noche demasiado altas como para enredarse en toda una situación como la que se le planteaba y además tenía demasiado sueño, no soportaría estar de pie ni un minuto más.

La mujer poco a poco fue distanciándose, algo avergonzada por lo que acababa de hacer. Se suponía que debía alentar a su hijo a que éste pudiera “salir del nido” y convertirse en alguien exitoso. Aun así no lograba hacer caso omiso a sus emociones de madre, temía que sus hijos algún día partieran y ya no se acordaran de ella.              

Algún día se irían y ya no volverían… Eso era lo que más angustia le provocaba. Y no creía que aquel día fuera a estar tan lejos.

─Lo siento, cariño. Perdóname, estoy empezando a tener características típicas de los adultos mayores ─sonreía, como pretendiendo ocultar su dolor detrás de aquella risa.

─Oh, vamos. Mamá, aun no envejeces, sabes. Tienes mucho por vivir todavía ─cambió de tema enseguida antes de que aquella mujer se angustiara más de lo debido (no quería ver mal a su madre ni mucho menos hacer pasar un mal momento a su madre)─. ¿Y los demás? ¿Descansan?

─Si, tu padre llegó demasiado agotado e inmediatamente luego de cenar, se recostó. Sayu también duerme. Pero yo quería esperarte a ti para saber cómo te había ido, hijo ─sonrió de oreja a oreja.

─Entonces supongo que tendré que esperar hasta el mediodía para comentarles.

─¿Y qué sucederá con la Universidad? No irás a dejar de cursar las materias, ¿no es así?

─Claro que no, mamá. Escucha bien: trabajaré en las mañanas y en las tardes iré a cursar las materias. ¡Y adivina de qué voy a trabajar! ─gritó con emoción.

La mujer simplemente elevó los hombros. Su hijo lucía realmente feliz, habría de ser algo gratificante para que portara tremenda sonrisa.

─Ayudante de enfermero ─chilló, y esperó a que su madre le dijera algo.

─Oh, pero no es algo relacionado con lo que estás estudiando, cariño. A decir verdad, es todo lo contrario ─la mujer lo miraba con ojos grandes y atentos. Estaba feliz por la decisión de su hijo, pero esperó que se dedicara a algo de lo que veía a diario en la Universidad.

─No me quedaré con este empleo toda la vida, mamá. Es solo para ayudar a papá a traer un ingreso monetario más a casa. Quiero serle de ayuda, veo que está bastante agotado.

La castaña negó con la cabeza desaprobatoriamente.

─Tu sabes que tu padre no quiere que trabajes hasta acabar tus estudios. Él se pondrá triste cuando se entere de que has decidido ayudarle, sabes cómo es Soichiro en ese sentido ─su hijo suspiró y puso sus ojos en blanco, le hería mucho que su familia no aprobara su opción de aportar un poco de ayuda a la economía del hogar─. Aun así, cariño. Estoy muy feliz de que hayas optado por algo tan considerado como eso. Eres realmente un excelente hijo.

Su rostro tomó un aire tierno, y no esperó ni un segundo más para abrazar a su madre con fuerza.

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Subió las escaleras con prisa, la noche estaba algo nublosa y lo más probable es que fuera a lloviznar un poco nuevamente, con ultimidad el clima ya había cambiado a uno más gris y friolento.

Llevaba una sonrisa en su rostro anhelado, y una bolsa en la mano derecha. Continuaba subiendo escalón por escalón, re-memorizando lo ocurrido aquella madrugada. Se había sentido bien, Riuzaky hacía que se sintiera bien consigo mismo y eso le gustaba.

Se estaba apegando, y no era algo que podría llegar a considerarse “bueno”, pero se sentía bien, le daba un calor sensible que había dejado el hueco de L…

¿Dónde podría estar L en este instante? ¿Se estaría acordando de él? ¿Lo extrañaría? Aquel hombre lo confundía, y a la vez se confundía a sí mismo por no lograr dejar en claro sus pensamientos, ¿si amaba a L entonces que era esto que de repente sentía por Riuzaky?

Exhaló profundo.

Tocó la puerta: una, dos, tres veces en total. Esperó un tiempo cuando oyó del otro lado un par de pasos acercándose hacia el objeto que los separaba físicamente.

Se abrió la puerta lentamente, había tenido los ojos café gachos hasta entonces pero ahora los posaba con brillo y alegría sobre las pupilas negras opuestas a él. Sonrió de lado. Hacia adentro se veía que todo el apartamento de Riuzaky estaba sumido en la oscuridad total a no ser por las luces coloridas que destellaban desde la pantalla del TV.

─Hola ─saludó a la vez que mostraba todos los dientes con aquella sonrisa cálida─. Vine a traerte ésto.

Light alzó la bolsa y se la tendió a Riuzaky que sin mucho decoro quitó lo que había dentro rápidamente. Aquel día no se veía tan “zombie” como siempre, aun así se le notaba de mal humor (lo cual parecía ser cotidiano en la vida de aquel), no le dio importancia, se sentía contento de verlo: realmente se podría decir que se sentía muy feliz de estar junto a Riuzaky.

─Es tu ropa ─dijo Light, sonriente.

─Sí, lo sé. La estoy viendo ─con su malhumor habitual caminó hacia dentro del apartamento y arrojó la bolsa sobre un mueble, para luego volver a donde estaba. Apoyó su cuerpo sobre el remarco de la puerta y clavó su mirada profunda en los ojos de Light, quien extrañamente no se veía enfadado o irritado por el comportamiento antisocial del pelinegro. Tenía un extraño brillo muy peculiar en sus orbes café─. Vaya, hasta le pusiste perfume y todo ─dijo oliendo las mismas prendas que le había prestado a Light aquella madrugada de lluvia, pero esta vez estaban lavadas, planchadas y con un aroma exquisito a apresto─. Se nota que te esmeraste, ¿acaso querías impresionarme?

─No empieces con tus altanerías por favor, fue un gesto de buena letra, eso es todo.

Light continuaba allí parado sin decir o hacer nada, simplemente echando miradas hacia todas partes. Algo le decía a Riuzaky que lo que en verdad deseaba el castaño era entrar a su apartamento. Aun así parecía querer que se lo pidiera él mismo.

─Ehem… ¿querías algo más? ¿Acaso querías que te ayude a comprender algo que dictó el profesor en la clase, o algo así?

─Am… técnicamente no… ─cuando el castaño cayó en cuenta del grosero “chiste” del moreno, que ahora sonreía con maldad ante su cara, se enfadó─. ¡Ey! ¿Qué estás insinuando…? No necesito tu ayuda para resolver los casos que nos encomienda el profesor. Soy muy capaz, sabes.

─No lo dudo. Aun así, eres bastante lento para captar las ironías. Deberías practicar en eso. El castaño rodó los ojos, aún así continuaba de pie sin planear retirarse, sin mover ni un músculo─. Am… ¿Acaso quieres pasar… a tomar algo…?

“Porque estás allí parado desde hace como tres minutos, sabes. Parece que no quieres irte”. Lo pensó, pero no lo diría, claro. Light podría llegar a ofenderse.

─Si, claro, está bien. Si tú quieres.

─Yo no, tú eres quien quiere. ─dijo tan serio como “encabronado”. Aunque no iría a mentir: le agradaba que Light estuviera allí, eso le hacía pensar que realmente al castaño le interesaba pasar tiempo a su lado. Saber eso le confortó el espíritu a Riuzaky, casi (no del todo), pero casi que le hizo sonreír.

Light afinó su visión: Riuzaky vestía un pantalón de buzo bastante holgado, de la cintura para arriba tenía un pulóver similar a un pijama: con rayas negras y azules. No llevaba cadenas como cuando le veía en la Universidad, al parecer aquella vestimenta realmente parecía ser las ropas de dormir del pelinegro.

─Bueno, ¿vas a pasar o qué? ─abrió la puerta de par en par para darle paso al castaño. Encendió la luz con la perilla postrada en la pared. Todo el apartamento se iluminó… Y ahora que Light podía verlo otra vez, lucía tan ordenado y pulcro como siempre.

Chequeó la mesa en la cocina, estaba repleta de papeles y más papeles, documentos, lapiceros, gomas, sacapuntas. Al parecer había estado haciendo los “deberes”.

─Oh, lo siento mucho. ¿Estabas estudiando? ─se sintió un estorbo.

─Pues es obvio que sí ¿o no? Pero da igual, ya terminé de todos modos. Tampoco me ocupa demasiado tiempo que digamos, aprendo con facilidad.

Esa chispa de egocentrismo lo sacó de sus cabales.

─Que raro tu, tan humilde ─dijo poniendo los ojos en blanco y cruzando los brazos de manera desaprobatoria.

─No te agrado, ¿ah? Y aun así vienes a verme ─Riuzaky estaba haciendo algo en la cocina, revolvía ciertos papeles, hacía un bullicio infernal, casi que la voz de Light no sonó tan fuerte─. El raro aquí eres tú.

El castaño guardó silencio. Siempre que conversaba con el pelinegro saltaba a flote la verdad, y sincerándose eso le molestaba mucho. Oír la verdad le molestaba a Light. Pero y es que tampoco podría reprocharle nada, allí estaba en el apartamento de aquel, había viajado en su automóvil hasta llegar ahí solo para verlo… para ver a Riuzaky.

Tragó espeso. Si el moreno fuera capaz de retener un poco la sinceridad que parecía brotarle de lleno por la garganta, o al menos si tuviera la delicadeza de decorar sus palabras antes de largarlas de esa manera tan abrupta entonces las cosas podrían ser muy diferentes, así se podría decir: mucho mejores.

Pero no, así era Riuzaky, decía las palabras como se le venían a la cabeza: secas, directas. Parecía no interesarle si a los demás les hería los sentimientos.

De repente sintió como los brazos fuertes del pelinegro lo rodeaban por la cintura, apretándolo. Se acercó tanto hasta tener el cuerpo del castaño bien apretujado contra su pecho, depositó un beso dulce sobre la mejilla sonrojada de Light.

─Deberías dejar de ser tan brusco cuando hablas. Es algo muy feo ─dijo el castaño mirando a través del cristal del ventanal a aquella luna redonda que llenaba de una perlada luz a todo el apartamento.

El tacto del moreno le quemaba la carne. Lo sentía profundo.

Mientras tanto aquel apoyaba su cabeza sobre el hombro del castaño ,y lo miraba con detenimiento.

─¿Tú crees realmente que soy brusco contigo? ─preguntó, pero ni un rasgo de risa había en su tono serio─. Contigo es con quien realmente soy amable. Con nadie más me comporto así.

Light se quedó en silencio, con la mirada gacha. Pensativo, las palabras de aquel hombre recorrían su mente.

Se dio la vuelta para enfrentarlo. Los ojos del pelinegro se veían cálidos y brillantes, casi como la luna. Tan soñadores, como pocas veces los había visto.

─¿Por qué estás tan triste, Riuzaky?

La pregunta lo heló, de repente aquellos ojos anheladores se convirtieron en unos fríos y punzantes. Era increíble como en cuestión de segundos el pelinegro podía armarse con una coraza de agresividad cual un gato. Parecía manso, pero ni bien largó aquellas palabras el rostro de Riuzaky se transformó en uno más duro y tosco.

─¿Tus interpretaciones siempre te llevan a deducir eso? Eres bastante monótono, Yagami ─puso los ojos en blanco y se alejó del abrazo que le estaba dando a Light. Caminó hasta la cocina, abrió la heladera y sacó de ella una lata de cerveza.

─¿Ves a lo que me refiero? ¡Siempre haces eso! Cuando te hablo te haces el sordo y te vas ─reprochó. El moreno se acercó a él lentamente, bebiendo a cada paso un sorbo de alcohol.

─Aunque no lo creas o no lo parezca: te estoy oyendo. Siempre lo hago ─nuevamente se volteó y regresó a la sala de estar sin decir más.

Light se fregó los ojos con los puños, esta vez emitiendo unos alaridos algo extraños y a la vez tan conocidos.

─¿Es que tú no puedes hacer otra cosa que no sea llorar? ─se quejó malvadamente desde el sofá mientras sostenía el control remoto con la mano y cambiaba de canal. Esperó que Yagami respondiera pero al parecer se había quedado mudo en la cocina. Empezaba a hervírsele la sangre, pero debía mantener la compostura, no quería caer rendido a los pies del castaño como un tonto más (aunque ya estuviera completamente enganchado a Light, le costaba reconocer que se estaba transformando en un “bobo”, y es que para Riuzaky enamorarse significaba eso: ser un tonto más del montón. Así lo habían criado y por más que deseara cambiar de parecer no lograba hacerlo)─. Yagami ven, ¿ahora qué te pasa? ─rodó los ojos, aunque intentara esconderlo con una apariencia fría, el corazón le latía fuerte en el pecho. Estaba emocionado, porque Light estaba ahí, ¡había ido a verlo solamente a él!

Light dejó caer todo su peso sobre una de las paredes de la sala de estar. Riuzaky lo miraba atento.  

─¿Cómo están tus heridas? ─cuestionó, intentando no ser demasiado expresivo y cambiar de tema con rapidez. Algo estaba oprimiéndole el pecho y se sentía como un adoquín de veinte kilos.

─Espera que ya les pregunto ─respondió, y puso los ojos en blanco. El rostro de Yagami continuaba igual de inexpresivo, no se había ofendido por el humor negro de Riuzaky, y eso le preocupaba al moreno─. ¿Te vas a quedar en el rincón todo el día, o me piensas contar? ─mientras preguntaba miraba la TV, intentando que sus arduos deseos por saber no resultaran tan obvios para Light.

─Me siento muy mal ─dijo tomándose el estómago con las manos.

─Cuenta.

─Me siento mal… por… Takada ─esa palabrilla en singular resonó en la cabeza del pelinegro─. Es que no puedo evitar sentirme culpable.

─¿Por qué habrías de estarlo? Es una estupidez lo que dices. Tú no tienes nada que ver en esto, son cosas diferentes. Yo me las arreglo con ella ¿está bien? Tú no metas las narices en esta cuestión que es solo mía. ¿Te quedó claro? ─amenazó de manera firme, tanto que los vellos de brazos y nuca de Light se erizaron.

─Si bueno, pero es que ella te quiere mucho y… le estoy haciendo algo muy cruel. Se supone que ella es mi amiga y tu y ella están en una relación. Y yo me comporto de esta manera tan desleal, pero no puedo evitarlo… me agradas mucho, Riuzaky ─tapaba su rostro, la voz se le entrecortaba cada vez más seguido, hasta que finalmente guardó silencio.

─¿Pero qué mierda acabo de decirte? ¿No me oíste? Tú no tienes por qué sentir culpa por todo esto. Ni ella puede reclamarte nada a ti ni tú a ella. Si algo deben arreglar ambos entonces que sea conmigo. Y para que te quede claro te lo diré solo una vez: ella y yo ya no salimos ─volvió a ajustar la mano sobre el control remoto y a cambiar de canal acelerado, aunque parecía hacerlo solo para bajar los nervios más que para intentar ver algo decente en la pantalla del TV.

─¿Desde cuándo? ¿Por qué rompieron? ─había dejado de cubrirse la cara con las manos. Ahora solo se dedicaba a mirar a Riuzaky con los ojos acuoso y la voz rasgada. Tragó espeso las lágrimas que se le habían quedado atoradas en la garganta, en verdad que oír aquello había sido de gran alivio para el castaño.

─Eso a ti no te interesa, no es de tu incumbencia lo que yo hago o dejo de hacer siempre y cuando no te involucre a ti ─había adoptado una posición defensiva, tenía las piernas bien abiertas y la quijada dura.

El reloj en la pared anunciaba el horario: once menos cuarto p.m. Las manijas del reloj marcaban cada segundo con un “tic, tic” monótono y anestésico que le bajaba un poco los nervios a Light.

Lo siguiente que haría era puramente instintivo.

Se acercó lentamente hacia el hombre en el sofá, recostó su cuerpo sobre los almohadones de seda acolchonados y suaves. Apoyó su cabeza en el regazo del pelinegro. Arrebató el control remoto de la mano de aquel y con el aparato apuntó a la TV para apagarla.

Riuzaky comenzó a acariciar sus cabellos castaños con suavidad, cuando quería lo hacía muy tiernamente.

No creía que fuera necesario decir o acotar nada a la situación que era más que obvia. Sus ojos confesaban lo previsto. Resultaba tan poco camuflable aquel sentimiento que crecía con fuerza en el interior de Light. 

─Riuzaky, a mi también…

─Shhh… ─chitó, con su dedo índice tapó los labios del trigueño haciendo un poco de presión─. No lo digas, ya lo sé.

Y es que podía imaginárselo, no, no podía, en realidad Riuzaky ¡sabía con exactitud como acabaría esa oración! Podía ver el sentimentalismo en los ojos del castaño, tan a flote como heridas recién hechas.

Tan a flor de piel.

Si, lo sabía a la perfección: también Riuzaky le gustaba mucho a Light.       

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─¿Estás nervioso? ─preguntó con gracia y una sonrisa inmensa. Le resultaba tan placentero tener a alguien nuevo en el rubro, que pudiera aprender.

─Un poco ─Light frotaba sus dedos con nerviosismo. Eran exactamente las ocho y media de la mañana. Estaban en el pabellón de la edad mediana (de quince años hasta los cuarenta y cinco).

─Bien, recuerda que debes tomarlo con cuidado, ten seguridad de que no se le vaya a correr el suero, por favor. Si pisa mal entonces puede llegar a arrancarse de un tirón la aguja. ¿Crees quedas hacerlo solo?

─Si, si ─aseguró repetidamente. Debía llevar al hombre con el suero en la mano hasta el baño y luego ayudar a que éste se aseara un poco (olía a orines ya que no podía levantarse muy bien para ir al retrete y por ello debía hacer sus necesidades en un recipiente que Light a partir de ahora le tendía todas las mañanas.

Era uno de esos pacientes difíciles que le costaba mover los músculos, y por ello necesitaba ayuda para casi todo lo que quisiera hacer. Light debía darle de comer las tres veces al día, y procurar que la comida no estuviera ni muy caliente ni muy fría. Debía vestir a todos los pacientes con ropas secas y limpias cuando venían visitas y luego volvía a ponerles las batas habituales, debía bañarlos, peinarlos, cortarles las uñas de manos y pies, cepillarles los dientes… Era un empleo muy agotador.

Aquel día debía asear al señor Romson, uno de los pacientes más cascarrabias de todo el Hospital, debía tener paciencia de santo con ese hombre.

─Bien, Light. Cuando termines de bañarlo recuerda que en el armario están las toallas limpias. Intenta que no se le vaya a salir la aguja del suero ¿sí? Sino comenzara a brotarle sangre y encastrará el suelo del baño, y sabes que tú deberás limpiarlo si eso llegara a suceder ─dijo la enfermera Rosa antes de partir y cerrar la puerta tras salir.

─Que bañarme ni que secarme ni que nada. Yo soy completamente independiente y puedo bañarme solo ¡Suéltame, muchacho! ─el hombre comenzó a dar manotazos para alejar a Light de su lado.

─¡Deténgase, Señor Romson! Si continua zamarreando los brazos así se le saldrá la aguja del suero y me regañarán ─explicó el castaño mientras hacía esfuerzos por mantener agarrado al viejo cascarrabias, si lo soltaba aquel probablemente caería al suelo.

─Qué va, encima debe bañarme un muchacho, lo único que me faltaba ─se quejaba mientras el castaño lo despojaba al paciente de su bata y lo dejaba en completa desnudes. Últimamente Light se había acostumbrado bastante a ver los cuerpos desnudos y arrugados de los enfermos. Al principio le había dado un poco de pudor tener que desnudar y bañar a las personas, hasta se sentía extraño ya que debía colocarles el shampoo en el cabello, el acondicionador, debía frotar el jabón de tocador por el cuerpo de aquellos, y en un principio le resultó vergonzoso, pero ahora que ya había pasado una semana se le hizo mucho menos humillante. Se había acostumbrado a ver aquellos miembros blanduzcos y achicharrados de los ancianos y ya ni pavor le daba. A decir verdad era casi como estar bañando a niños… niños extremadamente mañosos y quejosos.

─Pero la puta madre, te acabo de decir que yo puedo bañarme solo. Anda, muchacho, déjame solo y pásame esa cosa… eh… ¿Cómo era que se llamaba? ─apuntaba al frasco que estaba en una esquina.

─Shampoo. Y no, no voy a dejarlo solo, Señor Romson. Ya le dije que si lo hago me regañaran, además usted puede caerse al suelo y hacerse una lesión severa.

─Va, que lesión ni que nada ─cuando el castaño, que ya tenía la paciencia por los suelos con aquel hombre, le tendió el frasco de shampoo en la mano, aquel lo tomó y ejerció demasiada presión al apretarlo extrayendo una buena cantidad del producto que rápidamente se lo colocó sobre la cabeza, pero fue tanta la cantidad que le chorreaba por la nuca, las orejas y la frente, que un poco cayó sobre sus párpados metiéndosele en los ojos. El anciano comenzó a chillar─. ¡Ah, mierda, mis ojos! ¡Rápido, abre el grifo del agua que me arde!

Light bufó y con una inmensa agilidad giró la perilla del agua caliente hacia la derecha. Ya comenzaba a enfadarse de veras.

Cuando las dulces gotas de la lluvia de la regadera chocaron contra los ojos irritados del hombre mayor, éste se calmó.

─Ahh… ya me siento mucho mejor.

─¿Ve que yo tenía razón? Debió haberme dejado a mi haberle puesto el shampoo, mire como le quedaron los ojos rojos ─se quejó con enfado.

─Que va. Ni siquiera me dolió tanto ─dijo el anciano y el castaño gruñó para sus adentros:”si, por el grito que pegó, se notó que no le dolió nada”─. Ahora muchacho pásame el jabón.

─¡Señor Romson, deje de poner la mano debajo del agua, se le están mojando los vendajes!

─Que vendajes ni que mierda. Después me colocas unos nuevos y ya.

─Ah claro, por supuesto. Para usted todo es mucho más fácil porque usted no tiene que hacerlo ─dijo Light rodando los ojos.

─Chico, te quejas de nada, a decir verdad este puesto en el que estás tú ahora es un trabajo bastante digno en comparación del que yo tenía cuando tenía tu edad. Sabes, yo solía levantar bolsones de cal y debía llevarlos en el hombro, y nada de automóviles o carriles, debía hacerlo caminando y al rayo del sol, todo traspirado y aunque me doliera debía hacerlo igual porque mi padre nos había abandonado de pequeños y mi madre estaba muy enferma para entonces y la pobre no podía ni levantarse: tenía cáncer. Y yo a tu edad debía hacer mucha fuerza bruta, recuerdo que la cal me quemaba los hombros y la espalda y me dejaba en carne viva, y por mas que me doliera debí ir a trabajar igual, porque sino no comíamos en casa ¿Por qué crees tú que tengo esa joroba enorme en mi espalda?

Light se quedó pensativo, sintiéndose un poco culpable y a la vez le había caído muy mal escuchar aquello de aquel hombre. En su rostro podía verse la vida dura que debió haber pasado.

Sintió lástima por aquel.

─¿En qué te quedaste pensando? ¡Muévete muchacho, sirve para algo! Alcánzame el jabón y frótamelo por la espalda. Si puedes hacerme masajes mejor.

Ese anciano era de terror. Light puso los ojos en blanco y comenzó a fregar con fuerza al viejo.

Ese día sería eterno.             

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La noche había tomado un aire fresco que le hizo tiritar los dedos y chirriar los dientes. Cada vez que respiraba, un poco de vapor blanquecino salía de su boca (extraño considerando que era noche de verano). Sabía que al haber una temperatura tan baja su madre probablemente hubiera preparado una cena especial, se le hacía agua la boca solo de pensar en un gran pavo acompañado de rodajas picantes de verduras, bien condimentado y luego para sentir cierta tibieza antes de acostarse y dormir como un bebé sería necesario beber una taza de leche caliente endulzada con miel. Si, aquella noche disfrutaría de esos pequeños placeres que uno no recuerda salvo que se encuentre con una chaqueta ligera en medio de un clima frío, con hambre y para colmo con la cabeza hecha un enjambre luego de cuatro horas seguidas de clases. Y como para acabar de despilfarrar todo: por su cabeza pasaban los recuerdos de las acciones ocurridas los últimos días con Riuzaky, y también los recuerdos de las palabras escritas por su amado L (hacía bastante tiempo, las recordaba como si fuese un sueño, uno muy lejano), y en las inmensas ganas de verlo que solo eran pequeñas si es que las comparaba con la gigantesca satisfacción que sentía por haberse dejado mimar por aquel otro hombre. Por haber engañado a L, prácticamente.

Eso volvía a hacerlo sentir una mierda.

Continuó esperando, de pie, congelándose de a poco. Ya sentía que los dedos de las manos y pies se le dormían. La noche estaba estrellada pero no por ello menos fría al estado de dejarte estático, una brisa fresca le chocaba de frente sobre el rostro poniéndole los labios color morado intenso.

Extraño: su padre aun no venía en el coche para recogerlo. Recordó haber dejado su automóvil en el garaje seguro de que su padre lo recogería de la universidad luego de salir del trabajo, después de todo Soichiro sabía exactamente que los miércoles Light tenía clases hasta tarde, pasadas de las diez de la noche.

Chequeó su reloj de muñeca: diez y cuarto pasadas, y su padre aun no llegaba.

Esperó hasta que se impacientó, volvió a mirar el reloj de reojo: once menos diez, ya ningún local estaba abierto, las luces de las calles apenas y si alumbraban, todos los jóvenes que habían estado esperando a que sus padres los recogieran, ya se habían marchado con aquellos o habían tomado el bus. Light era el único que se encontraba allí, solo.

Y su padre no llegaba.

Once y cuarto. Ya por poco y sería medianoche, no podía quedarse allí hasta la madrugada, era horario peligroso y mucho más si se anda solo.

Comenzó a impacientarse de veras y unos nervios nacieron en su estómago entrelazándose con el rugir de sus entrañas que clamaban por un buen plato caliente de comida. Decidió ponerse en marcha por sí mismo, caminó por las calles desoladas, sin nadie que se le atravesara en el camino, las ropas ya no parecían calentarle en absoluto: el frio era tan conciso que le penetraba sobre las telas.

Respiró ese vapor caliente varias veces y veía como un rocío blanquecino caía del cielo, empapándole en agua el cabello castaño. Tenía las manos en los bolsillos y maldijo por dentro por no haberse llevado aunque sea un pañuelo que le cubriera el cuello o un segundo par de medias (ahora sus pies parecían dos garrotes).

Cada tanto giraba la cabeza y miraba hacia atrás para ver si las luces del coche de su padre alumbraban a lo lejos y se estacionaba frente a la Universidad, pero nada de eso sucedió. A cuestas y temblando tomó el móvil que guardaba en un bolsillo de la mochila e intentó comunicarse con su padre pero aquel no respondía, ¿aún estaría en la oficina?

Luego de mantener la perseverancia varias veces más, acabó desistiendo y con los dedos helados guardó el móvil como pudo… el otoño se venía crudo y azotante.

Varias veces debió sonarse la nariz, no se salvaría de las anginas que le demolerían en la mañana y ya tendría que estar echando mocos en la Universidad en medio de la clase, con lo frustrante que es de por sí que tus compañeros de cátedra te oigan sonarte la nariz delante de todos e interrumpir al profesor… mierda, ¡qué humillación!

Su estómago volvió a sonar con mucha fuerza y le dio un retorcijón bastante doloroso. Casi podía oler el pavo de mamá, y luego una deliciosa taza de leche caliente que le quitaría todo aquel frio del cuerpo.

Cuando quiso recordar ya estaba frente al porche de su hogar, extrañamente el carro de su padre se hallaba guardado apacible en el garaje. Frunció el ceño, le pareció de lo más extraño, osea que su padre había estado en casa todo el tiempo.

Algo le olía raro.

Abrió la puerta pero no se quitó el abrigo aun, estaba helado. Oyó un ruido de cubiertos golpeando en un rincón de la casa, se aproximó a éste a paso lento. La mesa estaba preparada para la cena: un pavo (como él supuso), bebidas, servilletas y los tres integrantes de la familia de Light comían como si nada.

-Papa, ¿por qué no fuiste a recogerme? Te estuve esperando por horas y te envié muchos mensajes –decía mientras se quitaba el abrigo y lo colocaba sobre un perchero que había en un rincón de la sala-. Hoy en la mañana te dije que te esperaría, lo olvidaste.

Light se sentó en una de las sillas frente a la mesa listo para servir su plato de comida, aunque el ambiente estaba tan terso y pesado que no distinguía si respiraba oxígeno o metano. Un “Hola, hijo, ¿Cómo te fue hoy?”, o tal vez un “Discúlpame hijo por no haber acudido, es que me llegó un caso de urgencia”, hubieran estado bien, pero ninguna de esas frases salieron de los labios de su padre ni tampoco de su madre, la cual estaba demasiado callada y con un rostro depresivo, casi pudo imaginar que a juzgar por lo enrojecidos e hinchados que se veían aquellos ojos: su madre había estado llorando. Pero su padre era el que más le preocupaba, tenía el entrecejo demasiado agrio, estaba enfadado y a su aspecto solo le faltaría echar vapor por las orejas y sería más lucido que nunca lo muy irritado que se encontraba aquel hombre.

Nadie hablaba, nadie decía nada, ni siquiera Sayu hacía un movimiento fuera de lugar. Allí pasaba algo muy raro, el aire se volvía pesado e insoportablemente silencioso con el correr de los minutos. Todos miraban su plato de comida, nadie se atrevía a mirar a los otros a los ojos, salvo Light que al tener tremenda extrañeza por la situación buscaba comprender qué era lo que estaba afectando a su familia con rostros tan angustiantes (como su madre y Sayu) y otros tan agresivos e irritados (como el de su padre).

Hasta que el Señor Yagami cortó con todo ese halo misterioso y rompió el silencio arrojando la bomba que tenía en la garganta desde aquella pasada noche de lluvia.

─¿Cómo es eso de que te ves con hombres?

Paralizado.

Así era como se había quedado, duro y estático. No logró tragar su propia saliva hasta luego de unos segundos en que el gran nudo que se había formado en su garganta diera paso para que traspasara aunque fuera un poco del aire que respiraba. De inmediato le echó una mirada rápida a su madre, la cara asustada y dolida de aquella solo podía anunciar una cosa: Soichiro ya lo sabía todo. Light buscó en la mirada de aquella mujer una pista (saber si había sido ella quien lo había delatado), pero nada vio en esos pozos profundos color café, más que melancolía y una tristeza sangrante… porque ambos (tanto ella como su hijo) sabían lo que sucedería a continuación.

Tuvo miedo.

─¿No me piensas contestar? –revolvió un poco la comida que llevaba sobre su plato, sin interés en tragársela, todo su interés estaba enfocado en la respuesta que le proporcionaría su hijo, y más valía que fuera convincente, aunque ya creía que nada podría serlo en la situación que estaban, nada que no fuera la respuesta que él mas temía como el padre estricto que era─. ¡Responde!

Golpeó la madera de la mesa con su puño haciendo temblar los cubiertos y vasos que se habían tambaleado por unos segundos. Light dio un respingo sobre su silla, temblaba como gelatina y esta vez no era de frio, respiraba con dificultad y en sus ojos café solo había miedo, terror.

─Soichiro, por favor, basta –dijo la madre de Light que se había cubierto el rostro con una mano y por dentro temía lo peor: si aquel hombre (por más que lo amara con fidelidad y fuera el padre de sus niños) se atrevía a ponerle una mano encima a su hijo, ella se pondría en frente, sin importar las consecuencias o si ella resultaba lastimada.

─Anda, dime, quiero oírlo, dímelo de una vez: estuviste con un hombre, los he visto besándose ¿Te revolcaste con ese tipo? ¡¿Te revolcaste con un HOMBRE?! –gritó demasiado fuerte como para que los vecinos no oyeran nada, lo más probable es que más de uno en la cuadra estuviera con las orejas pegadas a la pared o intentando ver a través de las ventanas.

Respiró con mayor agitación que nunca, miró hacia todas direcciones, sin saber si pedir ayuda a su madre, debido a las circunstancias definitivamente ahora necesitaba ser auxiliado por alguien.

─¡Responde! –gritó a todo pulmón levantándose de la silla y provocando un leve sismo en la mesa, los platos chirriaron.

Sayu comenzó a llorar muy fuerte y gritaba entre lagrimones al ver que aquel hombre se ponía de pie y amenazaba con furia a su hermano que parecía estar en shock total, en completo trance. Solo podía percibir que Light temblaba y mucho.

─¡Mierda, habla! No puedes hablar conmigo pero bien que la boca no te temblaba cuando debiste ocuparla con aquel tipo, ¿o no?

─¡Por Dios, Soichiro, detente! Light es mayor de edad, puede hacer lo que él quiera con su vida y eso incluye su orientación sexual –ahora su madre también lloraba, las lágrimas caían por aquellas féminas mejillas redondas.

─¿Pero qué dices mujer? ¡Le está dando un pésimo ejemplo a su hermana! ¿Ahora que nos falta: qué a ella de repente le gusten las mujeres?

─¡Oh, por el amor de Dios Saichiro, te estás comportando como un cavernícola, déjalos en paz! –su madre lloraba demasiado, la cosa era muy grave, tanto que ni él podía reaccionar como hombre que era─. Light es mayor de edad y de su vida hará lo que él crea conveniente.

─No, no mientras yo lo mantenga y viva bajo mi techo. ¡Él debe obedecer mis órdenes! Si quiere acostarse con tipos que lo haga cuando tenga casa propia pero no hará esas repugnancias aquí –miraba fijo a Light, como queriendo implantarle miedo resaltando la figura “del padre dominante”, pero poco respeto le inspiraba para entonces, a decir verdad no podía entender como toda su infancia había tenido como ejemplo a un sujeto como aquel: con la mente tan cerrada y poco filosofo, para nada sentimentalista o racional, estricto y por sobretodo ignorante.

¿Acaso así era como él había deseado ser cuando fuera “grande”? ¿Acaso ese hombre que ahora demostraba tener tan poca materia gris como su pésimo sentimentalismo, había sido consagrado su modelo a seguir durante tantos años? ¿Acaso por aquel sujeto altamente racista y probablemente narcisista, es que se había metido en una carrera como la que ejercía?

Y si aquel tipo justamente ahora le demostraba ser todo menos un buen padre, todo menos un ejemplo a seguir entonces él había sido el rey de los tontos por haber estado tantos años creyendo en aquel hombre xenófobo poco considerado con las personas que no pensaban igual que él, sin una pizca de respeto por nada.

Todos somos distintos, y dentro de toda esa diferencia en el mundo humano es que somos una raza tan tolerante y amable si es que logramos comprender los sentimientos de los demás y nos permitimos unos a otros convivir juntos si es que aquella diferencia no le causa mal a nadie… Y aquel hombre representaba todo menos tolerancia, todo menos amabilidad hacia alguien que no tiene su misma condición, representaba todo lo que para Light ahora era puro asco y vergüenza, pero no de si mismo ─jamás le avergonzarían sus emociones por L, porque lo amaba y no lastimaba a nadie con ello (solo a sí mismo), y sufría tanto por no poder estar con aquel hombre que le había enamorado. Ni tampoco se avergonzaba de no poder aclarar sus emociones abruptas por Riuzaky, que últimamente rondaba tanto su imagen en la cabeza de Light que pareciera ocupar tres cuartos de tiempo diario pensando en aquel (si es que no aun mas)─, como para encima permitir que un sujeto que por más que fuera su propio padre ahora no era más que un patán, fuera a echarle en cara menudas incoherencias que solo podrían nacer de un hombre resentido con su propia crianza y valores morales.

No podía ser ese tipo su padre, su amado padre.

─No permitiré que alguien con su condición viva junto al resto de mi familia.

─¿Soichiro, que incongruencias dices? ¿Tú escuchas lo que tú mismo hablas? No pensaras echarlo ¿o sí? –Sayu al oír aquellas palabras de su madre, se aferró con todas sus fuerzas a las ropas de su hermano mayor que permanecía sin poder salir de su trance, con mil y un pensamientos entrando y saliendo de su cerebro a la velocidad de la luz. La pequeña sollozaba muy fuerte sobre el brazo de Light, empapándoselo en lagrimones.

─¡No papá, no lo hagas! –gritaba desesperada con la situación, llegando a un pico de estrés peligroso para su salud.

─¿Y que mas quieres, no ves que está enfermo? –gritó el hombre despiadado y gruñendo como ogro, volviendo a golpear la mesa con un puño para hacer oír con resonancia su propia voz al resto de la familia.

Él daba las órdenes y debían cumplirse. Su palabra era ley en esa casa.

Sintió deseos inmensos de vomitar, su boca sabía viscoso como cuando se anticipa la regurgitación. Se sintió desplomado, con el pecho abierto y el alma rota, los hombros permanecían caídos y ya no sabía si estaba paralizado por miedo a que su padre le corriera de casa o tal vez por sorpresa de todo lo que significó aquel hombre en su infancia y ahora le demostraba lo que era realmente: un ser insípido y discriminador, y todo aquel buen ejemplo que creyó haber sido aquel hombre se había ido al drenaje de un zarpazo.

Estaba seguro de sentir el agua tibia de sus propias lágrimas mojar su camiseta. Y recordaba la última palabra dicha por su padre que le taladraba el cerebro y le obligaba a preguntarse una y otra vez: ¿Quién es el que está mal? ¿Quién es el enfermo aquí?

¿Acaso era él…? ¿Podría ser considerado “enfermo” alguien que sufre por amor? ¿Podría ser “enfermo” alguien que se queda la noche entera esperando a que su amado le hable aunque sea detrás de un monitor? ¿Podría  considerarse de esa manera a él, que siempre actuó bajo las reglas teniendo un comportamiento excelente y ahora que decidía buscar la felicidad lejos de los regímenes impuestos de antaño por una familia narcisista y machista al extremo, eso acaso podía ser “enfermo”? No…

¿A qué le llamaba enfermo? ¿Qué era para ese tipo ser enfermo? ¿Cómo el amor incondicional hacia otra persona podría llegar a nombrarse con un adjetivo tan mal hablado?

¿Eso era ser enfermo…? ¿Amar era estar enfermo? Pues entonces Light si estaba enfermo, él reconocía estar enfermo de amor y eso no lo cambiaría ni su padre ni su madre ni el mismísimo presidente porque no le importaba que se le fuera el mundo encima si tenía a alguien que le amaba, que le aconsejaba, que le necesitaba y no podía estar lejos de él, que le deseaba tanto como Light a él.

Y si debía renunciar a la felicidad, ¡si debía renunciar a L! Y también al cariño inexplicable que tenía últimamente hacia Riuzaky, solo por seguir las normas de una cultura “infla egos” machista que no hace mas que meterte mierda en la cabeza para hacerte creer que el ser hombre y haber nacido con pene te da permiso para todo.

Si debía comenzar a hacer lo que a ojo de su padre era lo “correcto” como faltar el respeto a las mujeres, decir barbaridades en las calles, abalanzarte hacia las muchachas sin tener el mas mínimo pudor por ello y sin pedirles disculpas por tremendas groserías… si debía vivir en una sociedad donde el tener fama de “don Juan” es la hostia y cuantas más chavas te cuelgues al cinturón y te las lleves a un hotel, mejor reputación tendrás como hombre, sin interesarte siquiera por alguna de esas mujeres…

Si debía renunciar al amor hacia otra persona de su mismo sexo para vivir en una sociedad donde a nadie le interesa el bienestar de otra persona que no sea el suyo mismo… A nadie le interesa amar a otra persona que no sea a si mismo…

…definitivamente no querría vivir en esa sociedad… primero muerto.

─Si –afirmó cortando el aire y dejándolo todo con un silencio implacable. Todos allí lo miraron sin comprender a que se refería─. Si, lo hice. Me acosté con él. Y no me arrepiento de haberlo hecho, es más: fue la mejor noche de mi vida.

Algo parecido a un adoquín sintió explotar en su estómago. Lo que jamás en su existencia hubiera deseado oír de alguien cercano a él había sido dicho por su propio hijo. Se sintió miserable y asqueado.

El rostro de Light sintió un golpe potente justo en uno de sus pómulos. El puño de su padre lo desarmó por completo. Cayó al suelo rendido en cuerpo pero jamás en alma.

Sayu comenzó a chillar.

─¡Mamá, haz algo por favor! ─chilló la niña con desesperación.

Apretó el cuello del castaño con su mano, demasiado fuerte y sin preocupación por herirle a su propio hijo. Lo aprisionó contra la pared, ahorcándolo con la fuerza que ejercía en su mano derecha. De repente una avalancha de golpes lo inundó en un temor opresivo: bofetada tras bofetada, fuertes y continuas, le dejaron las mejillas adoloridas, pero no tanto como lo estaban las grietas en su pecho y alma.

─¡BASTA! –gritó su madre haciendo temblar hasta las copas. Todo era un mar de dolor, desesperación, gritos y llanto… todo estaba yéndose al diablo. La mujer se colocó rápidamente entre padre e hijo, separándolos para así evitar que su marido acabara por hacer heridas graves a Light─. ¿Cómo puedes golpearlo? ¡¿Cómo eres capaz de maltratar a tu propio hijo, Saichiro?! ─chilló agitadísima por ese volcán de sentimientos explosivos que urgían en la situación.

Sayu había corrido hacia su hermano, se había aferrado al brazo de éste, aprisionándolo con fuerza, dándole a entender que él podía contar con ella. Pero el castaño no podía estar mas distante: sus ojos estaban enfocados en la nada misma de manera indiferente, como si estuviera viendo pasar toda su existencia delante de sus ojos y le importara un comino… como si estuviera desde un principio entregado al dolor.

─Este tipo no es mi hijo ─cortó el habla instantáneamente, su esposa sufrió un mareo que acabó por quitarle la respiración, provocando que se tambalee como ebria en búsqueda de aclarar la garganta y que algo de oxígeno llegara a su cerebro. La situación le había superado: tenía la presión arterial por las nubes. Aun así el hombre poca atención prestó a su esposa, tenía la mirada clavada en los ojos lagrimosos de su hijo, que continuaba inexpresivo como si su cuerpo estuviera ahí pero su alma viajara por lugares recónditos pretendiendo perderse de una buena vez─. Y de ahora en más no quiero verlo por aquí, ¡que se vaya! No toleraré a un maricón en mi casa.

La mujer acabó por desplomarse al borde del colapso sobre el pecho de su amado hijo, tenía un pico de estrés causando descargas eléctricas en su cerebro.

El hombre, sin más, subió las escaleras con pesadez, pisando fuerte sobre la madera lustrada de cada escalón, rechinando éstos de manera sonora.

Light continuaba en las nubes, sin comprender lo que estaba sucediendo, sin lograr conectar la escena de su entrada a casa hasta la escena en que su padre lo había abofeteado contra la pared. Estaba perdido en un sinfín de la nada misma, no podía pensar ni imaginar absolutamente nada, solo permanecía allí parado, estático. También a él comenzaba a dolerle de manera punzante la cabeza. También a él le daban increíbles ganas de regurgitar bilis. También él estaba siendo preso de unos mareos incesantes. También él había llegado al punto máximo de estrés posible.

─¡Saichiro! ¡¿Qué demonios crees que haces?! –chilló su madre mientras aquel hombre (que ya no resultaba ser nadie para Light, solo un simple tipo con el cual se planea convivir… solo eso, nada más) había tomado toda la ropa del castaño, incluyendo calzado y alhajas, y en ese mismo instante abría la puerta de una patada y arrojaba todo aquello a la calle, sin remordimiento alguno.

─¡Mamá! ¿Qué está haciendo papá? ¡Por favor que se detenga, que deje de tirar las cosas de Light hacia afuera! –decía la pequeña llorando y moqueando enloquecidamente, al borde de la cornisa, con sus uñas arañaba la carne del brazo de su madre para que aquella prestara atención a sus dolidas palabras. Más no sabía que esa mujer estaba a punto de desmayarse por completo, ya no soportaría la situación por mucho tiempo.

De pronto Saichiro regresa dentro de la casa otra vez, se acerca con decisión y brusquedad al cuerpo de su hijo, lo toma de un brazo y lo zamarrea con fuerza bruta para alejarlo del abrazo constrictor que le daba la madre al castaño.

─¡No, por favor, no le hagas nada a mi hijo! ¡Deja en paz a mi hijo! ─suplicaba con lágrimas la mujer que intentaba tomar como fuere la mano de Light y ejercer oposición a los deseos de su esposo por separarlos. Rasguñaba y echaba manotazos a su esposo para evitar que aquel acabara separando a su primogénito de su lado.

Lo llevó a las rastras hasta la puerta, a los insultos y golpes. Lo empujó con ímpetu obligando a que Light cayera de espaldas sobre el césped del jardín delantero de la casa, golpeándose muy fuerte la nuca al hacerlo y mojándose la ropa y los cabellos con el rocío de la noche.

─No te quiero ver más merodeando por mi casa. ¡Te largas ahora mismo, maricón!

Cerró la puerta, los gritos desgarradores de su madre sollozando dentro eran  demasiado audibles hasta fuera de la casa, también los de su pequeña hermana.

Su corazón se había hecho un vuelco, un pedazo de carne ennegrecido y encogido, lleno de nada y a la vez cargando con un llanto que próximamente saldría botado de sus párpados. Aun continuaba paralizado como roca.

De los nervios creyó hundirse en un hoyo profundo sin fondo. Cuando cayó en la cuenta de lo que sucedía realmente ya era demasiado tarde para reflexionar: sus piernas se movían a toda velocidad agitadas y chocando contra el viento frío. Corría a mil por minuto, convulsionado de todas las maneras posibles, los pulmones se le hacían un nudo imposible de captar siquiera algo de aire, pero no debía detenerse, no podía parar.

Las lágrimas salían disparadas de sus ojos en grandes cantidades, sus labios temblequeaban al igual que sus músculos. Sentía la agonía apoderarse de su pecho, la frustración subiéndosele hasta la coronilla. Se encontraba descompuesto hasta el límite, con las heridas a flor de piel. Todo corría por su mente: lo recién ocurrido, su amor por L, su apego sentimental hacia Riuzaky…

Corrió lo más rápido que pudo, hasta que no le dieron las piernas para continuar.

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Escuchó la puerta de manera abrupta, como si estuvieran golpeándola a mazazos. Los puños caían sobre la madera causando un sonido repetitivo y ensordecedor.

Se acercó a ella, no quería abrir pero quien fuera que estuviera del otro lado parecía estar realmente desesperado por querer entrar.

Las astillas de la madera se embarraron debajo de sus uñas causándole un sangrado intenso cuando comenzó a arañar la puerta exasperado.

La abrió.

Era Light. Se veía realmente mal, estaba llorando demasiado y lucía pálido como un fantasma. No estaba intentando cubrir su rostro para no dar a entender su deplorable aspecto, lo cual siempre hacía. Sus ojos se veían realmente tristes, agrietados, casi al borde del sentimiento suicida… Algo realmente andaba mal, y era algo muy grave y serio.

Se echó sobre el pecho del moreno y se descargó completamente, llorando océanos sobre la playera azul de Riuzaky. Sus puños tomaban manojos de aquella tela que cubría el abdomen del hombre en frente y la arrugaban con fuerza. Riuzaky no le abrazaba, no le consolaba, estaba shokeado por la situación.

─Ayúdame por favor… ─gemía a súplicas. El pelinegro continuaba sin poder reaccionar, estupefacto: su corazón latía a mil por segundo y es que algo no estaba bien con la situación y esperaba que Light jamás se percatara de ello.

Light intentaba explicarle, pero su garganta era capaz de gemir solo hipidos ahogados y ya empezaba a exasperarse. Mordía sus labios para no llorar así pero es que era inevitable, sentía que el mundo se le venía cuestas abajo y ya no tenía más salida que las personas más cercanas a él… Y Riuzaky era una de ellas.

Temblaba demasiado, con la sangre bombeando en su corazón y yéndose a la cabeza demasiado rápido (sentía mareos), casi se ahoga con su propia saliva sin poder tragar espeso. Estaba convulsionando, la presión iba bajándosele de a poco hasta llegar a un punto límite.

Se le detuvo el tiempo en cámara lenta cuando vio aquella figura fémina dentro del apartamento del pelinegro. Se quedó estático, con los ojos aguados y el rostro enrojecido.

Se separó lentamente del pecho de Riuzaky, habiendo dejado un charco de lágrimas sobre la playera de aquel.

Light miró a la chica rubia protuberante sentada sobre el sofá de la sala de estar, lucía de manera provocativa e insinuante, cubría sus pechos con un vestido (el que ella misma se hubo de quitar hacía unos momentos, seguramente). El rostro de la mujer denotaba vergüenza y a la vez desconcierto y sorpresa, al parecer no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, no sabía quién era aquel chico de cabellos castaños.

Light clavó los ojos sobre los de Riuzaky, inquisidores y decepcionados. Las orbes del moreno quedaron gachas observando el suelo, estaba avergonzado pero más que nada desilusionado… de sí mismo.

Posó la mirada nuevamente hacia la mujer aquella, que con los ojos acuosos a punto del llanto la rubia expresaba toda la humillación que se apoderaba de ella.

No hacía falta preguntar nada, era obvio que esa mujer se había estado revolcando con Riuzaky poco tiempo antes de que Light llegara.

No se dio cuenta de que las lagrimas caían por su rostro con tanta rapidez. Volvió a mirar al pelinegro, esta vez aquel le miraba con ojos tristes, no iría a explicar nada porque no había nada que explicar que la situación misma no lo hiciera obvio.

Un halo de fuego empezó a quemarle las manos, era imaginario pero ¡lo sentía tan real! Como si verdaderamente estuviera prendiéndose fuego y su cuerpo permanecía adormecido sin poder reaccionar. El corazón ya no era un músculo grande y palpitante en el centro de su pecho, ahora más bien lucía como una tripa ennegrecida y arrugada, carbonizada por todos los malos sentimientos que le caían encima como lluvia de flechas.

Un contenido viscoso y grande se le vino hasta la garganta, amenazando con salir disparando. Vomitaría. Hizo fuerzas sobrehumanas para mantenerse en pie, se desmayaría en cualquier momento.

El silencio se hacía infinito. Ahora se miraban entre los tres con distintos sentimientos detrás de cada orbe: la rubia con duda y temor, Riuzaky con culpabilidad y desilusión, y Light con desconcierto, tristeza y decepción.

─Riuzaky, ¿Quién es él? ¡Me dijiste que estabas soltero! ─chilló la rubia vistiéndose a prisa, tomó su cartera y en un santiamén se paró frente al pelinegro y le plantó una bofetada que le dio vuelta la cara. Salió marchando a zancadas del apartamento sin mirar atrás y siquiera dedicarle una ojeada a Light. Avergonzada se metió al ascensor y presionó el botón que le llevara rápidamente a planta baja.

Ese hombre… le había parecido tan vivo, tan tierno muy en su interior, como si realmente fuera buena persona, como si solo hubiera tenido malas experiencias pasadas y había sido aquello lo que le dio una personalidad tan rígida pero ahora se percataba de todo lo contrario… Ese hombre que le había declarado su cariño para con él hacía unos días ahora se revolcaba con otra persona cualquiera. ¿Cuán ciertos habían sido aquellos sentimientos? Había sido un tonto al creerle, ahora se sentía como un muñeco de trapo a la deriva.

Le dio una punzada fuerte en la cabeza. Empezó a correr desesperado.

 Corrió con descompostura y prisa por las escaleras, tan rápido que el aire calefaccionado de ese edificio parecía hacerle un vuelco el estómago, que ya de por sí lo tenía hecho un nudo indigerible.

Respiraba con tanta agitación que sus pulmones ya no soportarían más. Las lágrimas caían a borbotones, la vista se le nublaba, esperaba al menos que un milagro le fuera a caer para así poder cruzar aunque sea el umbral de la puerta.

No había visto atrás, probablemente Riuzaky le estuviera siguiendo, no lo sabía ni le interesaba. Pero sí comprendía que su estado era deplorable: pronto caería desmayado. Sentía nervios y una angustia negra apoderarse de su cuerpo. Estaba mareado, la cabeza parecía que fuera a explotarle en cualquier momento.

De pronto se resbaló en uno de los escalones y rodó por las escaleras cuestas abajo para acabar como un bollo en frente de un par de piernas que lo detuvieron. Lloraba, lloraba fuerte, gritaba y gemía del dolor que le partía el alma.

─¡Light! ─chilló Lían, teniendo al castaño hecho una bola de nervios justo en sus piernas, ¡acababa de verlo caer por las escaleras!

Intentó tomarlo con los brazos y levantarlo, pero a causa de su enfermedad tenía los brazos frágiles como los de un niño. Sufría de principios de enanismo y Light era un hombre alto y de contextura delgada pero concisa, ¡le costaría triunfos lograr ponerlo de pie! Y para colmo no había nadie en los alrededores que pudiera ayudarle.

El castaño lloraba como un niño en sus pies, parecía estar sufriendo un ataque de pánico, más valía que el pelirrojo actuara enseguida o el mejor amigo de su novio sufriría un ataque de nervios explosivo.

De pronto Light intenta a los mareos ponerse de pie, rasguñando las paredes. Lían hacía lo que podía, intentaba sostenerlo para impedir que se cayera al suelo.

El castaño tomó aire unas cuantas veces, el llanto se le había cortado abruptamente, ya creyó Lían que tal vez se sentiría mejor. Al menos podía mantenerse erguido contra la pared. Pero cuando menos se lo esperaba, Light lanzó con todas sus fuerzas un vomito que fue a chocar contra el suelo.

─¡Oh, Dios mío! ─se espantó el pelirrojo, que rápidamente tomó el móvil para llamar a su novio, como acto reflejo.

─¿Hola? Lían, cariño ¿qué pasa? ─respondió la voz calma del pelinegro del otro lado del móvil. Se oía con voz demasiado tranquila, probablemente hubiera estado dormitando antes de que el muchacho lo llamase.

─¡Mikami, es Light! Esta muy descompuesto, creo que está sufriendo un ataque de nervios, ¡ven cuanto antes, por favor! ─chilló con desesperación, las lágrimas afloraron por sus ojos verdes mientras con la mano libre sostenía el antebrazo del castaño que se tambaleaba de aquí para allá sin lograr permanecer en pie.

─Espera, por favor. Intenta tranquilizarte, ¿en donde están? ─dijo el moreno que se desasía del pijama con rapidez y se ponía ropas de andar por fuera de casa.

Lían intentó aclarar sus pensamientos pero no lo lograba con Light llorando de esa manera. El castaño volvió a cortar el llanto de repente otra vez, y otro vomito salió disparando de su garganta.

─Am… Eh… estamos en donde mi apartamento, ¡vente rápido, por favor, creo que va a desmayarse! ─gritó por el tubo del aparato, también a él parecían estar subiéndosele los nervios a un pico máximo.

Mikami cortó la comunicación y cuando Lían se apresuró para pedir auxilio a quien fuere que pudiese oírles, quien era su vecino bajó rápido por las escaleras.

Riuzaky se puso justo en frente del castaño e intentó alzarlo en sus brazos. Light puso un gesto de terror.

─¡Déjame! ¡Aléjate de mí! ─comenzó a golpearlo en el pecho con fuerza. Lloraba y gritaba efervescentemente.

Y ahí fue cuando Lían comprendió cual era la causa de todo aquel escándalo.

─¡Aléjate de él! ¡Ni se te ocurra tocarle, maldito! ─el pelirrojo no comprendía muy bien la situación pero de algo estaba seguro: Light pareció haber visto a la muerte misma cuando el moreno se le puso en frente y comenzó a gritar y llorar con mayor fuerza. Aquel pudo haber hecho cualquier tipo de cosas al trigueño: pudo haberle insultado, golpeado o algo por el estilo.

Lían golpeó el abdomen de Riuzaky, pero poco efecto surtió aquello, siquiera logró que se moviera unos centímetro. Era de aquellos momentos en que el pelirrojo se insultaba a sí mismo por portar esa enfermedad que lo hacían tan débil.

─Tu cállate la boca ─Riuzaky siquiera debió darle un empujón con fuerza potente ya que hizo que Lían se alejara con solo darle un manotazo. No quiso insultar a nadie pero al ver a Light gimiendo así, la situación lo había superado por completo.

Un brazo fuerte lo tomó por el hombro y lo obligó a voltearse a Riuzaky. Mikami le clavó un puño fuerte contra la nariz del moreno haciéndolo sangrar.

─¡Deja en paz a Light! ─gritó ahora el otro pelinegro que intentaba apartar a Riuzaky de la cercanía que mantenía con su amigo.

─¿Tú que te metes? Maricón ─Riuzaky empujó a Mikami hasta hacerlo caer sobre el suelo. Light ahora estaba acurrucado débilmente sobre una pared, sus ojos café estaban desorbitados, casi como si estuviera en aquel lugar.

Mikami y Riuzaky se repartían golpes sonoros en aquel lugar, se daban con demasiada fuerza entre ambos, acabarían muy mal de seguir así.

Lían fue más rápido, y al notar la situación tomó nuevamente su móvil y llamó con urgencia a la policía de la ciudad, rogando que se apresuraran en venir. Cuando aquellos hombres vestidos de azul ingresaron al lugar vieron una escena bastante peculiar: vomito por los pisos, un hombre con algo similar a lo que era un ataque de pánico, un chico muy joven intentando consolarle con un abrazo a aquel. Y otro par matándose a golpes sobre el suelo y los guardias de seguridad del edificio intentando separarlos. 

─¿Qué diablos está sucediendo aquí? ─preguntó el comandante de la patrulla policiaca que se acercó rápidamente al par que se golpeaba y al divisar que había un hombre en el suelo con el rostro embarrado en sangre y otro hombre de cabellos negros sentado encima de aquel y golpeándole al otro con fuerza compacta en la cara, los policiales decidieron tomar a aquel que parecía ser “el del problema”.

Tomaron con esposas a Riuzaky y debieron darle varios electrochoques para que el hombre se calmara.

Los guardias de seguridad del lugar tendieron una mano a Mikami para ayudarle a ponerse de pie mientras los policías se llevaban (o al menos eso intentaban) a Riuzaky hacia las afueras del edificio para meterlo a la patrulla.

─¿Está bien? ─preguntó uno de los guardias, que se había acercado a ese par de hombres que permanecían en cuclillas en el fondo del lugar. Le había hablado a Lían, pero señalando al castaño─. Eu, chico. ¿Puedes oírme? ─preguntaba el guardia a Light, quien tenía la vista desenfocada con el sonido del zumbido de las abejas apoderándose de sus oídos, siendo casi ensordecedores.

─Él estará bien, señor. Lo llevaremos a casa ─dijo Mikami mientras se acercaba a su amigo y lo cargaba en brazos. Salió junto con Lían hacia las afueras del edificio. El pequeño pelirrojo abrió la puerta de la parte trasera del coche de Mikami y recostaron al castaño allí, para luego cerrarla y colocarse el pelinegro en el asiento del conductor y Lían en el del acompañante.

─Tranquilo, Light. Ya te recompondrás ─animó el pelirrojo, mirando como aquel chico se veía hecho trizas, rastros de la regurgitación habían quedado en su mandíbula, pero él parecía ido, pensando en cualquier otra cosa, como si estuviera en otra realidad.

Lían echó una mirada de reojo a Mikami, ambos sabían que se encontraba mal, muy mal. Debía recibir atención médica, un calmante o algo similar.

Cuando el pelinegro estuvo a tan solo dos cuadras de la casa de Light, el castaño habló con la voz fría, casi como si estuviera muerto.

─A mi casa no, mi padre acaba de echarme. Arrojó todas mis pertenencias a la calle.

Mikami frenó el automóvil de repente, tanto que Lían por poco y se da la frente contra el parabrisas.

─¡¿QUÉ?! ─gritó, no podía creer lo que oía. ¿Qué lo habían corrido de su casa? ¿Cómo? ¿Qué había sucedido para que algo tan irreal llegara a ocurrir?

─Por favor… no me lleves a mi casa, por favor… ─los sollozos de Light se hicieron cada vez fuertes, hasta acabar perdiéndose en el silencio del automóvil.

Light se había llevado las manos a la boca, también el pelirrojo lloraba ahora por la desdicha del castaño. Miró a Mikami, ambos se preguntaban qué hacer, adonde ir.

La tristeza les desembocó terriblemente.

Mikami respiró, no entendía absolutamente nada pero mejor era actuar y cuanto antes posible.

Presionó el acelerador y continuó su carrera hasta llegar a su propio apartamento. Allí recostaron a Light en la cama de Mikami y Lían le preparó un té con un calmante. Lo taparon con colchas y esperaron a que se tranquilizara y a que el sedante que le dieron hacía unos segundos diera efecto en Light y acabara éste profundamente dormido.

Una vez que Light pareció haber entrado a un sueño lo suficientemente profundo, Mikami arrastró a Lían hacia afuera de la habitación y cerró la puerta de aquella.

─Iré a casa de Light, tomaré sus cosas con los bolsos y los traeré aquí, ¿sí? Si lo que dice es cierto y le han arrojado las cosas a la calle, entonces esto es muy grave, Lían ─explicaba el hombre con preocupación─. Tú quédate aquí para cuidar de él, ¿sí?          

El pelirrojo asintió con la cabeza.

Mikami rápidamente tomó las llaves del automóvil y desapareció por la puerta de entrada del apartamento.  

Notas finales:

Me gustaría que escucharan la canción IN THE SHADOWS-THE RASMUS, es muy bonita, escribí el capitulo oyendola con los auriculares :)

¡Dejenme coments!! Saben que todos son muy bien recibidos. Beso enorme chicos!!!


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