Capitulo 8. Mi vida
Akira suspiró profundamente y se dejo caer en el cómodo sillón del taxi
-al aeropuerto, porfavor- dijo cuando al fin se dio cuenta de que el hombre al volante lo miraba a través del retrovisor esperando instrucciones
-en seguida- si se hubiera tratado de una película romántica, el conductor seguramente habría soltado de la nada una frase que haría a Sendoh entender que estaba dejando atrás al amor de su vida, sin embargo, eso no paso y no pasaría, porque lo único que estaba pasando era la vida.
-¿qué estoy haciendo?- preguntó al aire Sendoh a mitad del camino, pero el hombre no pareció escucharlo- deténgase! –grito de golpe y el aturdido chofer no supo si hablaba en serio- que se detenga!!- grito enfadado y esta ves el otro hizo caso- regrese por favor- el hombre lo miro con molestia un par de segundos y puso en marcha nuevamente el auto para tratar de dar la vuelta, sin embargo la mente de Akira no dejaba de entrar en pánico- no! Espere, mejor no regrese, siga al aeropuerto
-quiere decidirse de una vez- al fin hablo molesto el hombre
-ese es el problema, que no puedo!- grito más molesto- me gusta Kaede pero él… él es tan complicado!!! Yo puedo renunciar a mi beca en Tokyo, pero si al final las cosas no se dan con él, qué voy a hacer?- pregunto casi entrando en pánico
-y a caso usted cree que soy consejero matrimonial o qué?- soltó molesto el hombre al solo querer seguir con su trabajo, Akira lo miró dolido un par de segundos
-vallase al diablo, solo déjeme aquí!- acto seguido, Akira únicamente miraba como el taxi se alejaba –que hombre tan grosero, le estoy hablando del amor de mi vida y él…- el reproche infantil de Sendoh se detuvo enseguida al comprender sus propias palabras “el amor de mi vida” resonó en su mente y con todo y la gran maleta comenzó a correr a toda prisa hacía su casa.
Aunque su condición física era increíble y podía ir corriendo de su casa a su escuela sin comenzar a sudar, nunca, ni en sus entrenamientos lo hacía con algo tan pesado, así que poco antes y contra su voluntad se detuvo un minuto a tomar aire, miro su maleta y la tonta idea de que había empacado demasiado le consumió más tiempo del necesario, estaba dispuesto a seguir cuando de golpe llego a su mente la idea de que ya había lastimado a Kaede, ya lo había rechazado y ahora no podía llegar como si nada diciendo que ya lo había pensado mejor
-al final no tengo nada que ofrecerle…si ya le rompí el corazón, este amor no me va a ayudar mucho-pensó triste al recordar a Kaede comenzando a llorar “te quiero” la voz de Rukawa resonó en su mente- yo te amo Kaede- se dijo desanimadamente a si mismo, pero en seguida pareció entender algo- Mi amor! Mi amor es lo que puedo ofrecerle!- y sin más tomo la maleta y se dispuso a correr.
Cuando dio vuelta a la calle, desde la poca distancia, noto como su entrada estaba vacía, aun asi siguió su camino y se detuvo en la entrada, dejo caer la maleta y apretó con fuerza sus puños como si con eso fuese a evitar que las lagrimas que amenazaban con salir retrocedieran, Kaede ya no estaba y él había perdido su oportunidad
-tal vez si voy a su casa- se dijo en voz baja, pero enseguida negó con la cabeza, no soportaría que Kaede lo rechazara, entonces quizá eso era a lo que llamaban destino, miro la hora en su celular, aun podía alcanzar el vuelo, sacó de su bolsillo la llave de su casa para entrar a pedir otro taxi pero se detuvo de la nada- no! Kaede enfrento sus miedos para declararme sus sentimientos, lo hizo por mi y yo voy a hacerlo por él- comenzó a correr sin importarle dejar la maleta aun fuera de su casa y corrió tan rápido que su entrenador se hubiera sentido completamente orgulloso de haberlo visto. Tomo el tren y por primera vez en todo el tiempo que llevaba de ver a Rukawa las estaciones le parecieron eternamente largas, sin embargo cuando llego a su parada y las puertas a penas se abrieron, salió casi volando de nuevo, sin importarle realmente el haber empujado a una ancianita en el proceso, a pesar de ir corriendo, cuando cruzo por la cancha casi pudo ver los recuerdo de todos sus encuentros, de sus momentos juntos, y cuando paso junto al ventanal de la librería simplemente volteo la mirada para no distraerse con nada ahora que tenía claros sus sentimientos.
Tocó la puerta sin prestar atención en la sensación de ahogo, causada en parte por la carrera y en parte por los nervios, sin embargo la puerta no se abrió, tocó nuevamente con el mismo resultado y así una vez más, pero lejos de rendirse, su determinación aumento, si en realidad Kaede no estaba ahí no le importaba, el se quedaría delante de esa puerta hasta que llegara.
-Kaedeeeee!- gritó para calmar la necesidad de decir aquel nombre, provocando sin saberlo, que dentro de su habitación, se abrieran los ojos de Rukawa.
Rukawa se paró de golpe de la cama y de la forma mas discreta que pudo se asomo por la ventana, frente a la puerta se encontraba Sendoh, tal vez si Kaede hubiera sido mas observador, habria notado que mas lejos, casi oculto, se encontraba mirando el pelirrojo de su equipo.